AULA 7 NÚMERO 20 / DICIEMBRE 2007

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DIALOGAR CON DIOS: LA PREGUNTA COMO HORIZONTE VITAL UNA MIRADA DISTINTA A NOSOTROS MISMOS HASTA DENTRO DE NUESTRAS CÉLULAS LAS CUESTIONES SINDICALES Y LA IGLESIA

: R E I S S O D

El Sello de Dios para un Nuevo Orden Mundial Editada por:



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Nº 20 Nueva Época-Diciembre 2007 PUBLICACIÓN DE LA ASOCIACIÓN DE ESTUDIANTES Y GRADUADOS UNIVERSITARIOS ADVENTISTAS DE ESPAÑA

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Tel.: 616 754 880 E-mail: info@aula7activa.org Web: www.aula7activa.org / www.aeguae.org AULA 7 está abierta a todo tipo de colaboraciones. Los artículos publicados expresan exclusivamente las opiniones de sus autores.

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Editorial – AEGUAE Dialogar con Dios: La pregunta como horizonte vital – José Manuel López Yuste Una mirada distinta a nosotros mismos hasta dentro de nuestras células – Isaac Llopis Fusté 14 Las cuestiones sindicales y la iglesia – Juan Fernando Sánchez 20 Dossier - El Sello de Dios para un Nuevo Orden Mundial 22 Introducción. Una Iglesia Adventista del 7º Día en peligro de seducción – Marcel Fernández 26 La naturaleza del pecado en el Orden Universal de Dios: Un rechazo al significado de la jornada sabática, adhesión voluntaria al Reino, al Poder y a la Gloria de Dios – Marcel Fernández 33 Principios básicos del Orden Universal de Dios. La visión de Apocalipsis 4 y 5 – Marcel Fernández 39 Nuevo Orden Mundial en la Era Neorreligiosa – Juan Fernando Sánchez Peñas y Guillermo Sánchez Vicente Aula 7

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RECOMIENDA la recopilación de las diferentes convenciones de AEGUAE. Bájatelas de nuestra web LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE EN MI VIDA DIARIA Roberto Badenas

En diciembre de 1988, con motivo de conmemorar el centenario de la Asamblea de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día que tuvo lugar en Minneapolis en 1888, AEGUAE resucitó el tema de la justificación por la fe. Las charlas, tratadas por Roberto Badenas, nos sirvieron de estímulo y reflexión para profundizar en el significado de la justificación por la fe en nuestra vida diaria.

LA CRUZ FUENTE DE VIDA Georges Stéveny

En este documento, extraído de sus charlas en 1983 en Poio, Georges Stéveny da una visión muy interesante sobre la muerte de Cristo.

LA FUNCIÓN DE LA LEY EN LA TEOLOGÍA DE LA GRACIA Roberto Badenas

Roberto Badenas ha sido profesor y decano de la Facultad Adventista de Teología en Collonges, Francia. Ha dedicado más de treinta años de estudio y pasión a los evangelios de Jesús de Nazaret y a las epístolas de Pablo de Tarso. Y uno de los frutos de su encuentro con dichos personajes ha sido su magistral estudio: Christ the End of the Law. Romans 10:4 in Pauline Perspective. Sobre el tema el autor ha publicado el libro titulado Mas allá de la ley (Safeliz, 1998), que os invitamos a consultar.

LA NO VIOLENCIA Georges Stéveny

Un nutrido grupo de universitarios adventistas se reunía el mes de marzo de 1976 en San Lorenzo de El Escorial. El tema que les ocupaba era la no violencia. Para tratar el tema se contaba con uno de los, probablemente, pensadores más lúcidos de la Iglesia Adventista, el pastor Georges Stéveny. De la reflexión acerca de un tema preocupante surgieron una serie de resoluciones y propuestas que impulsaron a muchos jóvenes adventistas hacia un compromiso más pleno con sus ideales: servir a sus semejantes, pero sin necesidad de portar armas, signo inequívoco de violencia.


Editorial AEGUAE

Decidir la temática de una convención AEGUAE no es una tarea sencilla. Proponemos temas de actualidad, que tengan que ver con nuestras creencias y que, a la vez, sean atractivos sobre todo para los jóvenes y los estudiantes. En la convención pasada hicimos una encuesta a los asistentes sobre qué temática querían. La claros “ganadores” fueron los eventos finales, el caos previo a la Segunda Venida. Preocupa, y cada vez más, qué pasará en el fin de los tiempos, a qué engaños seremos sometidos para probar nuestra fe en que un mundo mejor nos espera. Por eso esta convención, el Nuevo Orden Mundial. Así como el año pasado nos preguntábamos si valía la pena esperar la Segunda Venida, ahora analizamos los eventos que la precederán. El mundo en el que vivimos está experimentando muchísimos cambios y en diferentes aspectos. El cambio climático es un concepto que hace pocos años carecía de sentido; hoy en día te lo encuentras en la televisión, en el ascensor y hasta en las revistas del corazón. La tecnología, los móviles, ¡Internet! Poder saber, al instante, el resultado de las ligas provinciales de pingpong en China o comunicarse casi sin barreras con contactos de todos los continentes, y

hacerlo todo ello al mismo tiempo. Estas maravillas eran impensables hace dos décadas. La globalización es otro término nuevo, posmoderno. Describe los cambios socioeconómicos a gran escala, como el comercio global. Las distintas economías tienden a estar integradas en una sola, pero súper competitiva. Las diferentes culturas se homogenizan. Todas las naciones se unen para dar “paz y seguridad” a este mundo. Todas las religiones se unen para adorar a un mismo Dios y hacerlo el mismo día: el domingo. Sin embargo, el título de la convención tiene otra parte, el sello de Dios ante este panorama: el sábado. Un Dios que instaurará (o restaurará) un real Nuevo Orden Mundial y cuyo sello será probado durante el tiempo de angustia. Esta convención y esta revista son un breve resumen de diferentes eventos que han ocurrido y ocurrirán próximamente. Esperamos que este material y las ponencias nos sirvan a todos para estar más alertados y preparados, ayudándonos, por otro lado, a defender nuestras convicciones e ideales sin dejar de mirar al frente y hacia arriba. Que Dios nos ayude a tener claro qué defender y qué Orden Mundial seguir.

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BÁJATE DESDE NUESTRA WEB ESTOS LIBROS GRATUITAMENTE

EL ENIGMA DEL SUFRIMIENTO Georges Stéveny El sufrimiento es uno de los temas que más preguntas provoca en creyentes y no creyentes, y al tiempo una de las bases que muchos utilizan para cuestionar el verdadero amor de Dios. Con este libro, el desaparecido Georges Stéveny despeja muchas de esas dudas y muestra realmente el verdadero carácter de Dios.

LOS JÓVENES Y EL EVANGELIO: ENTRE CATEDRALES Y FAST FOOD La lectura de este libro, que recoge las ponencias del I Coloquio de la Facultad Adventista de Teología de Collongessous-Salève, nos puede aclarar los motivos que llevan a los jóvenes a alejarse de las iglesias.

LACUNZA, un Heraldo de la Segunda Venida de Cristo Dr. Alfredo Félix Vaucher Encomiable obra de investigación en América y Europa, sobre la vida y la obra del jesuita Manuel de Lacunza y Díaz.

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LA EUTANASIA A DEBATE. Reflexiones desde una perspectiva cristiana Josep Antoni Alvarez Con motivo de la invitación de AEGUAE para participar en el último congreso con el tema de la eutanasia, Josep A. Alvarez ha recopilado sus reflexiones sobre este tema tan interesante en este libro.

¿PROSELITISMO O MISIÓN? Una pregunta que no deja indiferente a ningún cristiano. Cuando la evangelización afirma el respeto por el prójimo. Algunas formas de compartir la propia fe son aceptables, mientras que otras no.

DE LA ANTROPOLOGÍA A LA CRISTOLOGÍA Este libro es un homenaje a Jean Zurcher, en el que se incluye su biografía. El resto de artículos están compuestos por cuestiones debatidas por el cristianismo desde hace dos mil años: la naturaleza del hombre, su cuerpo y su mente, la misteriosa persona de Dios y la identidad compleja de Jesús.


Dialogar con Dios: La pregunta como horizonte vital José Manuel López Yuste. Licenciado en Filosofía

Definir diálogo no implica dificultad ninguna. Se entiende como la puesta en común de los diferentes razonamientos. Se trata de construir un saber compartido. Para ello, se nos ofrece la oportunidad de pensar con el otro, como complemento a uno mismo. Además, ocurre simultáneamente. El diálogo prioriza la acción real, el presente. Si analizamos el diálogo en cuanto a su estructura formal, aparece la preponderancia de un elemento, la pregunta. El papel de la respuesta cobra un rol secundario. Ambos elementos son conditio sine qua non. Ahora bien, sin preguntas no hay respuestas. Esta estructura genera la posibilidad de producir conocimiento desde una actitud ética correcta. Al examinar, y analizar, no sólo nuestras opiniones sino las de nuestros interlocutores, hemos de abandonar necesariamente el prejuicio de estar instalados ya en la verdad. Actualmente, cabe señalar la distinción entre debate y diálogo. El debate televisivo se mueve la mayoría de las veces en la persecución de otros intereses, ajenos a los que aquí intentaremos esbozar. No es de recibo para nosotros menospreciar la opinión de cualquier mensajero con descalificaciones a su persona. No estamos sometidos a la dictadura morbosa de los índices de audiencia. Debatir no es un fin en sí mismo para nosotros. Sí que es una finalidad construir nuestra personalidad mediante una actitud dialógica. Dicho lo anterior, el diálogo auténtico –según la perspectiva adoptada en este escrito– ha de estar constituido por unas condiciones de satisfacción: 1. Saber escuchar con atención las diferentes propuestas.

2. Entender y comprender desde la posición emocional del otro. 3. Respetar las diferentes aportaciones, sin incurrir en personalismos. 4. Ser conscientes de nuestro no saber en la búsqueda de la verdad. 5. Utilizar un lenguaje común con claridad y eficacia. 6. Aportar hechos reveladores y clarificadores. 7. Estar en disposición de dejar de argumentar, y aceptar un nuevo enfoque. 8. Reconocer equivocaciones sin perder la calma, en un clima de confianza. 9. Establecer normas de tiempo, ritmo, turno de palabra y finalidades. 10. El diálogo desde un punto de vista ético nos posibilita la integración de los valores cristianos: a) Legitima al prójimo como imprescindible en la mejora de uno mismo. b) Respeta el principio de no acepción entre personas. c) Desarrolla el autocontrol de la impulsividad, del protagonismo desmedido, de la violencia verbal. d) Se exige la cooperación y la comunicación, bases de la amistad. e) Se sustituye el recurso a la fuerza bruta para imponer las ideas por la fuerza imperecedera del pensamiento construido en libertad. A continuación, nos centraremos en la aportación de la pregunta como método de investigación. La pregunta pone ante nosotros la conciencia de una ruptura respecto a la situación en la que estábamos cómodamente instalados. Así el nivel de respuesta exigido se vincu-

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la a la importancia y relevancia de la pregunta. De ahí que se valoren más las preguntas que las respuestas, ya que conlleva más dificultad apercibirse de las problemáticas y formularlas en el preguntarse. La pregunta es la génesis del proceso que genera el progreso intelectual, la investigación. La pregunta muestra el problema. Se nos abre un horizonte cualitativo de conocimientos, que también será cuantitativo en segunda instancia. Cada época histórica, se ha preocupado de abordar las grandes cuestiones existenciales. De todos es conocido que no ha habido respuestas concluyentes ni unívocas. Comprender las preguntas es captar la problemática del marco de sentido cultural, superando las dificultades lingüísticas, circunscritas a cada período histórico. ¿Desde dónde dialogar? El lenguaje como instrumento se desplega de manera contradictoria. Por un lado, permite la ambigüedad, lo equívoco, el error, la mentira, la demagogia, la paradoja y la aporía. Por otro lado, posibilita todo lo contrario: la definición, el análisis, la precisión, la identificación entre las cosas y sus sentidos; la idea de verdad como correspondencia con la realidad; la idea de verdad como modelo regulativo de interpretación; la verdad como principio de identidad; la verdad como principio axiológico y epistemológico; la verdad como principio regulador de la conducta y, por lo tanto, del bien; y la apertura de la verdad al lenguaje de lo infinito, debido a sus características de sistematicidad y productividad. Cuando nos interrogamos por algo, o nos asaltan las preguntas, cabe distinguir entre el estado de confusión y el de ignorancia. La investigación se orienta desde el no saber hacia la vía de la respuesta válida, no convencional. Nos incomoda. Nos inquieta. Nos aporta el optimismo de la búsqueda. Nos retrae de un esceptismo permanente y duradero. Nos sacude la indiferencia. Nos empuja a la ilusión de las nuevas adquisiciones. La ignorancia queda asociada al conformismo del error y de los prejuicios. El estado de confusión, de asombro y de perplejidad, motiva la necesidad de aprehender, de hacerse con un conocimiento más verdadero, más plausible, más 1 2

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actualizado y mejor indicador de estar en sintonía con el espíritu de superación personal. Exige la capacidad de fijarse retos apasionantes. También constata la constante precariedad de nuestro saber, instalando la humildad en nuestra mente a conciencia, como si de un tatuaje se tratara. La pregunta nos proyecta a un futuro inabarcado aún, pero posibilitando la reutilización acumulativa de los conocimientos adquiridos con anterioridad. Nos reinterpretamos en una nueva dimensión, y desde axiomas distintos. Así ponemos en escena al actor principal, el anhelo infinito de saber. Así se nos revela o desoculta la verdad como la luz. Es una obviedad decir que esta metáfora importantísima ha marcado el método socrático del conocer, y ha tenido eco en la cultura hebraica1, que afirma que la luz es igual a la vida buena –no sólo física sino emocional también–, además de todas las etiquetas adjetivadas a dicho sustantivo que podamos adjuntar. La luz es un soporte poético de la abstracción conceptual. Por ejemplo, las grandes religiones ponen en circulación el concepto del misterio de la iluminación, en sintonía con nuestra línea de argumentación. La filosofía occidental de corte platónico sitúa el mito de la Caverna en la base de la epistemología. Los enciclopedistas europeos del Siglo de las Luces vendrían a engrosar la lista de casos de lo dicho. ¿Qué pretendemos con la verdad como luz? Es evidente que la dimensión del conocimiento se abre a la dimensión del interés general y cobra un plano de transparencia sin posibilidad de secretismos ni solipsismos. Es la dimensión de la Revelación bíblica o de la sapiencia filosófica. El profeta habla al pueblo para plantear nuevas cuestiones a la conciencia sociorreligiosa. El filósofo socrático, por medio de sus preguntas, mejora a los individuos como ciudadanos. La importancia de lo transcendente, en ambos casos, es lo verdadero, vivir éticamente. El plano inmanente de lo humano está salpicado por sombras de irrealidad, tinieblas, que anuncian tormentas cargadas de incomprensión ignorante hacia la búsqueda de la felicidad real. La alternativa viene de fuera: el plano transcendente vinculado a la divinidad. La Alteridad nos interpela, nos incomoda, nos molesta con sus mensajes de existencia, nos abre a la necesidad de ser. Nos mueve a caminar en la epojé de Husserl2, haciéndonos conscien-

O se ha hecho eco de la cultura hebraica a través de la relación de los filósofos griegos con Egipto. Método de reducción fenomenológico que apuesta por la suspensión de juicios epistemológicos, hasta que nuevos elementos noéticos nos permitan poder reconsiderar la problemática planteada con anterioridad. La suspensión del juicio es vista como una posibilidad de apertura al aumento cognoscitivo posterior. Nos sitúa en la necesidad de la reinterpretación y de la prudencia por respeto a la verdad.

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tes de lo que nos queda por recorrer. Nos mantiene la atención en suspense, ante la resolución de las injusticias y de los graves problemas de la humanidad. La pregunta como horizonte metodológico es siempre pertinente y luminosa –a pesar de su aparente impertinente inoportunidad–, para seres tan limitados por lo contingente, concreto, ofuscado y dogmático. De ahí que, en busca de la luz, sea legítimo ejercer la pregunta desde la sospecha, como método crítico de cuestionamiento de la oferta prefabricada de falsos problemas, diseñados para la distracción estéril o para incrementar los ataques de las fuerzas más viscerales y negativas. Un claro ejemplo del primer tipo fue Alcibiades, sobrino de Pericles, que le cortó la cola a su perro para que en Atenas no se hablara de otra cosa. De esta manera distrajo la atención sobre su responsabilidad política en algunos asuntos turbios que afectaban al bien público. También la pregunta puede llevar a la clarividencia, al distanciarnos de la realidad configurada, dada en el modelo educativo adquirido, con sus paradigmas avalados por los primeros espadas; por el periodismo oportunista, vocero a sueldo de los intereses económicos del pensamiento único, o por la política utilitarista no sólo de partidos y partidista, sino de carácter global que debilita –de facto– las instituciones defensoras de los derechos humanos. Enunciado lo anterior, me asaltó la curiosidad de saber qué tipo de preguntas quedan en el cuarto Evangelio registradas en boca de Jesús de Nazaret, y compararlas con algunas atribuidas a Sócrates, por su discípulo aristocrático Platón, que hace del diálogo una estilística, un recurso con forma y contenido. También en los Evangelios se utiliza dicho estilo, por influencia del helenismo probablemente. Algunas características semióticas son las siguientes: 1. Aparecen personas relevantes de la propia sociedad de Atenas e Israel relacionadas con Sócrates, o con Jesús de Nazaret. Por ejemplo, Hipias el Mayor, Protágoras, Ion, 3 4

Critón, Lisis... por el lado griego; y Nicodemo, María, Marta, Caifás, Apóstoles, Herodes, Pilato... en Palestina. 2. Estos interlocutores viven los problemas de los que discuten. Se sienten inmersos en esas inquietudes de las que hablan, piensan, palpan y transpiran por sus poros. 3. Se produce la conversación en encuentros reales descritos con gran maestría descriptiva que generan credibilidad. Sirvan de ilustraciones las siguientes expresiones: «le llevaron una mujer desnuda»; «tenía hambre»; «fue de noche a visitar a Jesús un fariseo...»; «Allí estaba el pozo que llamaban de Jacob...»; «¿De dónde sales, Sócrates?» «Me hicieron llamar al Tolo»; «Había vuelto yo, en la tarde anterior, de Potidea,3 del campamento...»; también encontramos a Sócrates y Jesús escribiendo en la arena por diferentes motivos... 4. La puesta en escena apuntada permite con cierta solvencia dotar al texto de sentimientos, emotividad, intriga; en definitiva, logra la finalidad de ser vivenciado por el lector. 5. Se escribe la perspectiva de cada participante en el diálogo, pluralismo, a fin de construir la respuesta que aclare la confusión, descalifique el error y se alcance la perspectiva correcta y verdadera. Ambos se declaran en contra del principio epistemológico del todo vale relativista, empleado desde sofistas como Protágoras hasta sumos sacerdotes israelitas o políticos romanos, caso de Pilato.4 El modelo de pregunta de Platón es más conceptual, objetiva y abstracta, mientras que las preguntas de Jesús de Nazaret son más alusivas, subjetivas y personales. Sin embargo, las cuestiones tratan en algunas ocasiones de los mismos temas como se puede apreciar en este ejemplo: «¿Qué dirías Hipias que es la ley un perjuicio o un beneficio para la ciudad?» (Hipias el Mayor, 284b); «Contesta Sócrates, ¿qué es la retórica en tu opinión?» (Gorgias, 262b); «¿Quién de vosotros puede demostrar que he

Colonia de Corinto, en la península calcídica, unida políticamente a Esparta. Cayó bajo el dominio ateniense en el año 430/429, después de un largo sitio. Llegó a ser independiente tras las guerras del Peloponeso. La pregunta por la verdad que le hizo a Jesús (Juan 18:38) recibió el silencio como respuesta porque era la única postura intelectual seria e inteligente. La verdad se señala desde el silencio –decían los escépticos– porque si la describes no la dices toda, ya que es desocultamiento, o shekiná en la mentalidad judía. Según su filosofía estoicista, Pilato entendía la verdad como plausibilidad no como veracidad, y correspondencia. Así, Jesús se mostró a sí mismo gestualmente desde su no respuesta. Pilato lo tenía cara a cara, y no resistió su presencia física comprometedora. De ahí que se sintió como un enano intelectual ante Jesús y se evadió desapareciendo desde el discurso del saber al del poder, al judicial; físicamente representó este desplazamiento interior saliendo a la presencia del pueblo judío en aquel patio. Dio la espalda a Jesús. Prueba de ese respeto intelectual es que no lo quiso matar en primera instancia y procuraba dejarlo en libertad.

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cometido pecado?» (Juan 8,46); «¿Cómo vais a creerme si os hablo de las cosas del cielo?» (Juan 3,12). Además uno pregunta: ¿qué es el amor?, ¿qué es la virtud?, ¿cómo se puede conocer la verdad?, ¿puede la educación mejorar a los hombres?, y el Otro formula la pregunta diciendo: ¿me amás más que éstos?, ¿de veras estás dispuesto a dar tu vida por mí?, ¿qué y a quién buscáis?, ¿quieres recobrar la salud?, ¿eso lo preguntas tú por tu propia cuenta, o te lo han dicho otros de mí?, ¿por qué no podéis entender mi mensaje? De lo dicho se deduce que la vinculación con el lector en las preguntas del Evangelio se entrelazan con un estilo cercano y directo, que te interpela íntegramente, que te impide la indiferencia como respuesta. Apelan a la negativa o a la empatía comprometida que transforma la percepción de tu realidad. Por otro lado, Platón apela a un rigor de análisis conceptual que restringe la comprensión de lo argumentado. Se trata de educar a una élite intelectual, ducha en lógica matemática; se dificulta el acceso al no letrado, ahogado por los límites lingüísticos utilizados. Se impone el clasismo academicista. La manera de preguntar es axiológica. Se abre un abismo interpretativo de los temas tratados. Uno apela a lo intelectivo, y el Otro lo resitúa en una respuesta personal completa. Finalmente, dialogar con Dios es no dejar de preguntarle y de in-

tentar recibir la comprensión de las cuestiones que nos interpelan como humanos, ya que tienen características humanizadoras para nosotros y para el espacio social en el que trabajamos, somos, nos movemos y respiramos expectativas de mejora, en lo referido a la calidad de vida y de bienestar no sólo intelectivo sino físico, emotivo, sentimental y relacional. Dios nos invita a buscarle, a hablarle, porque si no,se habría autoexiliado a su Olimpo distanciado, pero no distante. No habría habido lugar para Él en los paisajes urbanísticos ni rurales de la Palestina del siglo I. No habría recordado sus paseos idílicos, bucólicos, de los atardeceres por Edén. Por lo tanto, diálogo como conversación. Diálogo como manifestación revelada. Diálogo como súplica exigente para no perder el sentido de la existencia ante lo declarado superfluo, prescindible. Diálogo como potenciador de la conciencia ante la dificultad de criterios sabios y verdaderos para vivir en una sociedad relativista, abocada a lo circunstancial, al criterio del bien como timocracia o neodarwinismo social. La vida dialógica divina comienza en mi autobiografía con la siguiente pregunta postadolescente: ¿Cómo puedo amar más a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, que representa la promesa de salvación dada al profetismo hebreo a fin de ser luz de las naciones?

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RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

AGENDA CULTURAL


Una mirada distinta a nosotros mismos hasta dentro de nuestras células Isaac Llopis Fusté. Licenciado en Ciencias Físicas

Por un momento, apreciado lector, olvídate de tu hipoteca, de la violencia, del ruido de tus vecinos, del jefe, olvídate de todo. Ahora, mira a tu alrededor con la mirada de quien analiza arte y goza de lo bien hecho que está todo, especialmente lo que hizo Dios: los seres humanos, el resto de los animales, el mundo vegetal, los planetas, las estrellas, etc. Sobre todo, utiliza esta mirada para observarte a ti mismo, quizás te sorprendas. Todos nosotros vivimos durante un cierto tiempo, y eso, por sí solo, ya es fascinante. ¿Y qué es vivir? Somos, en realidad, seres increíbles, nos aguantamos de pie, respiramos, nos movemos y encima razonamos, y nos metemos en problemas con una facilidad alucinante, lo cuál es, aún más, un signo de nuestra grandeza. ¿Por qué nunca nos miramos con este enfoque? La vista está mucho más relajada cuando se miran objetos lejanos, en situaciones en las que no es necesario enfocar a un lugar concreto sino hacia el infinito. Cuando trabajas delante de un ordenador muchas horas agotas la vista, cuando miras el horizonte al ponerse el Sol, no. A veces, para evitar el estrés de la vida conviene dejar de enfocar hacia la rutina establecida y mirar más allá, donde el bosque no es un conjunto de árboles sino bosque, es decir, mirar con perspectiva. Pues miremos hacia nosotros mismos con fascinación, deleitándonos en lo casi perfectos que somos y lo difícil que es llegar a crear algo así.

El organismo humano es tremendamente complejo, hay millones de orgánulos, funciones, transportes, fluidos distintos, señales eléctricas… quizás es que de pequeño me acostumbré a ver esa mítica serie “Érase una vez el cuerpo humano”, pero me quito el sombrero ante quien creó todas estas maravillas perfectamente interconectadas dentro de mí que hasta parece que razonen por sí mismas. En esa serie sí que, directamente, razonaban, ya que todas las células, los glóbulos blancos, las plaquetas… eran personajes casi humanos. El logo de las fiestas de Barcelona (La Mercè) del presente año 2007 era simplemente un logo compuesto de muchos logos (figura 1); si miras de lejos es un logo, si observas en detalle el mismo son muchos logos dentro del primero. Asimismo, la complejidad del cuerpo humano está compuesta de muchas distintas complejidades que se contemplan a la que aumentas la precisión del microscopio. Lo increíble es que las células, unidades básicas de vida, son tan complejas como nosotros mismos, no son sencillas piezas de lego sino que dentro de ellas hay multitud de actividades. Hace años, tenía la concepción de que estábamos formados por unidades sencillas y todas iguales, sin diversidad, es que el lego también ha influido mucho en mi vida; ¿os habéis dado cuenta de la de cosas que se pueden hacer con esas simples piezas de plástico?

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Fig. 2: Estructura y orgánulos de una célula eucariota.

Fig. 1: Cartel de las Fiestas de la Mercè 2007.

tan y los transportan hacia donde es más conveniente, se reproducen de manera que el material genético es duplicado y dividido con precisión, etc.

1. LA CÉLULA

2. LA MEMBRANA CELULAR

Estas piezas de lego llamadas células forman desde los más primitivos organismos unicelulares a los más complejos organismos formados por billones de células, como es el caso de los humanos. Hay dos tipos fundamentales de células: las procariotas y las eucariotas. Las procariotas, que comprenden bacterias y cianobacterias, son células pequeñas y de estructura sencilla; carecen de citoesqueleto, retículo endoplasmático, cloroplastos y mitocondrias. Además, el material genético no está cerrado en ninguna región particular de la célula. Las eucariotas (figura 2) son mucho mayores y tienen el material genético concentrado en una región cerrada por una membrana, formando el núcleo celular. Solamente en el cuerpo humano existen más de 250 tipos distintos de células, todas ellas eucariotas, cada tipo con una función distinta: nerviosas, sanguíneas, musculares, etc. Hay una gran especialización, diferenciación, complejidad dentro de la complejidad existente. A pesar de que las células son entidades microscópicas que nacen y mueren dentro de nuestro cuerpo sin que nos inmutemos, son increíblemente sofisticadas: reciben sustancias y estímulos del exterior, obtienen energía de ellos, expulsan lo que no le interesa o que ya han utilizado, fabrican los componentes que necesi-

No entraré en detalles sobre la estructura celular, simplemente diré que hay multitud de orgánulos con sus respectivas funciones, y todas las células (procariotas y eucariotas) están limitadas por una membrana que separa el interior y el exterior, llamada membrana celular o plasmática. Esta membrana tiene un grosor aproximado de 75 Å (0,0000000075 cm), es decir, una milésima parte del grosor de la célula. Sin embargo, no es sólo un envoltorio pasivo como el de un regalo sino que la membrana es básica en muchos aspectos. De hecho las membranas celulares actualmente se estudian desde la biología, la física, la química y las matemáticas (por cuestiones de curvatura se han publicado múltiples teoremas); a parte de sus aplicaciones en la electrónica (no olvidemos que el ser humano imita los procesos que se dan en la naturaleza) y la ingeniería en general. Sí, estoy hablando simplemente de la frontera de las minúsculas células; con eso quiero hacer ver que dentro del cuerpo de cada uno de nosotros hay multitud de procesos, y muy variados. Es más, estos procesos que se dan en la membrana celular son, de alguna manera, la base para explicar lo que ocurre en todo el organismo.

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3. COMPOSICIÓN DE LA MEMBRANA La membrana celular está compuesta por 3 elementos diferentes: 1) una doble capa de lípidos, conocida como bicapa lipídica, 2) proteínas y 3) glúcidos. Las moléculas más numerosas son las de lípidos, ya que se cree que por cada 50 lípidos hay una proteína. Sin embargo, las proteínas, debido a su mayor tamaño, representan aproximadamente el 50% de la masa de la membrana. Un esquema básico se puede ver en la figura 3.

Fig. 4. Fosfolípidos y colesterol de la membrana celular.

Fig. 3. Elementos de una membrana celular típica. Los lípidos son moléculas orgánicas que se caracterizan por ser anfipáticas, es decir, presentan un lado hidrófilo (se acercan al agua) y un lado hidrófobo (se alejan del agua). Como están rodeados de un líquido que es básicamente agua, se orientan de manera que forman una bicapa lipídica, para así minimizar la repulsión hidrófoba. Esta bicapa es una barrera continua, lo que mantiene la individualidad celular. Hay distintos tipos de lípidos, los más importantes son los fosfolípidos y esfingolípidos, que se encuentran en todas las células; después hay los glucolípidos y los esteroides, entre ellos el colesterol. En la figura 4 se muestra una bicapa de fosfolípidos, en que la cabeza es hidrofílica y las dos cadenas, formadas por ácidos grasos, son hidrófobas. En la figura 3 se observa la membrana constituida por esta estructura básica. Las moléculas de colesterol son pequeñas y más antipáticas que otros lípidos. Es un factor importante en la fluidez y permeabilidad de la membrana ya que ocupa los huecos de la membrana (Fig. 4). A mayor cantidad de colesterol, menos permeable y fluida es la membrana.

Las proteínas son macromoléculas compuestas por aminoácidos que están suspendidas a lo largo de la bicapa lipídica individualmente o en grupos, formando los canales por los cuales entran ciertas sustancias a las células (objetos grandes y violetas, en figura 3). Las proteínas de la membrana plasmática se clasifican a partir de su disposición en la bicapa lipídica: a) Proteínas integrales. Están incrustadas total o parcialmente en la bicapa lipídica y se van moviendo a lo largo de ella. Para separarlas es necesario destruir la estructura de la membrana debido al fuerte enlace existente. b) Proteínas periféricas. Están a un lado u otro de la bicapa, pueden estar unidas débilmente por enlaces no covalentes. Es relativamente fácil separarlas de la bicapa sin provocar su ruptura. Los glúcidos son compuestos cuya función es producir energía. Están en la membrana unidos covalentemente a proteínas o a lípidos (cadenas verdes, en figura 3). Pueden ser polisacáridos u oligosacáridos. Solamente se encuentran en la capa exterior de la membrana. 4. FUNCIONES DE LA MEMBRANA La función básica de la membrana plasmática reside en separar el interior celular de su entorno, con lo cual se controla la identidad celular. Esto es posible gracias a la naturaleza aislante de la bicapa lipídica.

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La estructura de las membranas depende de los lípidos, aunque las proteínas también influyen levemente en este aspecto. Sin embargo, la mayor parte de las funciones dependen exclusivamente de las proteínas. Las proteínas mantienen un gradiente electroquímico entre el interior y el exterior de la célula mediante el transporte de diversos iones (partículas con carga eléctrica) a través suyo. Lo pueden hacer las proteínas de canal, que dejan un canal hidrófilo por donde pasan los iones, o las proteínas transportadoras, que son enzimas que sufren cambios conformacionales mientras transportan los iones. Todas ellas son proteínas integrales. El transporte de iones es una función clave de las proteínas, ya que a través de ellas es la única manera de que la célula intercambie materia con el exterior. Puede ser transporte pasivo, que es sin consumo de energía y a favor de gradiente electroquímico o de concentración, o transporte activo, que se produce con consumo de energía y en contra de gradiente electroquímico. La combinación de transporte activo y transporte pasivo hacen de la membrana plasmática una barrera selectiva (controla la salida y entrada de sustancias) que permite a la célula coger lo que necesite y deshacerse de los residuos indeseados. Las proteínas periféricas tienen otras funciones, como por ejemplo unirse a otras sustancias, ligar sustancias que han de penetrar en la membrana, participar en reacciones bioquímicas, etc. No solamente son básicas en la interacción con iones o moléculas sino también en las interacciones entre las células que conforman un tejido. Son, digamos, los entes que relacionan la célula con su entorno, los ministros de exteriores celulares. La membrana celular debido a su estructura y a los procesos de difusión que se dan entre el interior y el exterior de la célula, genera unos gradientes electroquímicos en las regiones donde hay canales iónicos. Estos canales son como conductores eléctricos. Esta estructura de canales iónicos y la doble capa fosfolípida, nos permite representar la membrana celular como un circuito RC, donde la resistencia (R) estaría referida a los canales iónicos y el condensador (C) a la bicapa lipídica. Esto es lo que ha supuesto muchas aplicaciones a la electrónica. 5. RECEPTORES CELULARES Las células dependen unas de otras para su existencia y su funcionamiento. Necesitan comuni-

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carse a través de mensajeros y también tener información de los iones y moléculas que se encuentran a su alrededor para dejarlos entrar o impedirles el paso, dependiendo de si les interesa o no, y qué hacer con el material que entra en la célula. Información, órdenes, mensajeros, comunicación; es curioso hablar en estos términos tratándose de proteínas y moléculas, entidades sin vida. La mayoría de los mensajeros no penetran en la célula sino que hacen llegar la información a través de intermediarios. En la superficie de la célula hay proteínas que hacen el rol de receptores celulares y que cuando un mensajero se liga a ellas se convierte en una orden que es, posteriormente, transmitida a una serie de emisarios que están en el interior de la célula para conseguir que la célula reaccione de la forma adecuada. Mediante este mecanismo actúan muchos de los controles de las células, ya que los receptores celulares están conectados a sistemas internos que sólo actúan cuando la sustancia se une a la superficie de la membrana. De esta manera, dentro de la célula hay un proceso de transmisión de señal a través de diversas reacciones bioquímicas mediante enzimas unidas a mensajeros. En el extremo final de la cadena de transmisión se encuentran las maquinarias celulares responsables de generar las respuestas. En cada tipo celular, la respuesta es distinta y define dicho tipo celular. De un estímulo exterior concreto se obtiene una respuesta específica, como se muestra en la figura 5. Estamos hablando de transmisión de información a través de entidades físicoquímicas. Sin embargo, actúan de un modo muy inteligente, ya que son procesos muy específicos y coordinados gracias a los cuales existen las funciones básicas de los organismos. 6. CONCLUSIONES De los procesos como la transmisión de información en las células se pueden extraer muchas conclusiones. De hecho, el progreso científico proporciona una base espléndida para reflexionar acerca de la Naturaleza de un modo coherente con la perspectiva religiosa. Dicho de otra manera, la ciencia nos está permitiendo comprender más y más la grandeza de la Creación, porque es curioso que la Naturaleza haya conseguido por su cuenta unos resultados en cuanto al dominio de la física y la química que el ser humano no ha podido lograr, y que se empeña en imitar (ojo, que no considero que esto sea malo, ¿eh?).


Fig. 5. Vista general de los patrones de transducción de señales.

Cuanto más se extienden los conocimientos científicos, como en el caso actual de la biología molecular, que progresa casi diariamente y de forma exponencial, más asombrosa resulta la coordinación y la organización de las entidades y los procesos naturales. Se puede pensar que explicar cómo funciona la vida mediante procesos físicoquímicos está en contra de la filosofía y la religión, pero yo, y muchos científicos y pensadores, abogamos por la complementariedad que resulta enriquecedora para todos, también para la ciencia, porque permite comprender el significado de su progreso. Ciencia, filosofía y religión responden a perspectivas diferentes, y resulta peligroso mezclarlas de antemano. Pero eso no significa que no tengan nada que ver. La ciencia proporciona un conocimiento cada vez más detallado de la naturaleza y, por lo tanto, amplía la base para la reflexión filosófica y religiosa, porque el mundo mi-

croscópico es fascinante y resulta difícil no preguntarse por su explicación última, más allá de lo que la ciencia puede descubrir. Si miramos a nuestro alrededor podemos ver miseria, decadencia, desigualdad, violencia, falta de valores y de respeto, incomunicación, enfermedades, muerte… sin embargo, solamente cambiando la mirada observamos lo maravilloso que somos, incluidas las diminutas piezas que nos componen. Quizás merece la pena hacer uso de esta mirada de vez en cuando y, después, mirar más arriba. REFERENCIAS 1. LINDER, M. E. y GILMAN, A. G. , Investigación y Ciencia, 192, pág. 20 (1992). 2. ALBERTS, B. et ater,, Biología Molecular de la Célula, Ed. Garland (2002).

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Las cuestiones sindicales y la iglesia Juan Fernando Sánchez. Editor de Safeliz y coeditor de www.laexcepcion.com

El asunto sindical (y “político” en general) de ordinario es mal entendido y peor asimilado en nuestra querida iglesia, que suele afrontarlo con esquemas propios de “iglesia-burbuja” (por no hablar de sus instituciones, las cuales tienden a ser, a su vez, otra burbuja dentro de la burbuja-madre). En este artículo ofrezco un punto de partida crítico para la reflexión sobre estos temas. 1. Tabúes en nuestra iglesia En nuestra iglesia el tema sindical ha sido tradicionalmente tabú. Tanto por sí solo, como porque suena a “política”, otro gran tabú entre nosotros. Los motivos de estos tabúes, o más bien del rechazo instintivo que suelen producirnos los temas correspondientes, son en parte racionales e incluso bíblicos. Desconfiamos del sistema de valores imperante en la sociedad, en cuyo seno nacieron y actúan los sindicatos y los partidos políticos. Jesús nos deja claro que no somos del “mundo” (véase Juan 17:14-16; cf. 18:36). No lo dice, evidentemente, para que rechacemos a las personas que integran el “mundo”, sino para recordarnos que nuestra manera de pensar es muy distinta a la que domina fuera del ámbito cristiano bíblico. Incluso opuesta en lo básico. No podemos unirnos ideológicamente con el “mundo” sin correr riesgos (véase 2 Cor. 6:14-15). No en vano su príncipe es Satanás (véase Juan 12:31; cf. Mat. 4:8-9). En cambio, “nuestra ciudadanía está en el cielo” (Fil. 3:20). 2. Elena White sobre estos temas Por si fuera poco, Elena White (EW) tiene algunas declaraciones (no muchas), bastante contundentes, sobre estos asuntos. Por ejemplo, al hablar de cuál debería ser la relación del cristiano adventista con la política, advierte contra dejarse “salpicar” por ella, recordando que en este mundo somos “peregrinos y extranjeros” (TM, 131). Es mejor mantenernos separados de ella, evitando la “alianza con no creyentes”. Incluso desaconseja “hablar” y enredarse en torno a ella, e insiste en que evitemos la “disensión política”

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(GW, 395-396). De los ministros (pastores, predicadores) que hablan de política en sus sermones y exhortaciones, afirma que mezclan “lo profano con lo sagrado” (TM, 337). ¿Y qué hay de votar a partidos políticos? En un texto dirigido a profesores y gestores de colegios, señala: “No podemos votar sin peligro por los partidos políticos; porque no sabemos para quiénes votamos [...]. No podemos trabajar para agradar a hombres que emplearán su influencia para reprimir la libertad religiosa, y pondrán por obra medidas opresivas para inducir u obligar a sus semejantes a guardar el domingo como día de reposo [...]. Los hijos de Dios no deben votar en favor de tales hombres.” “Es un error de vuestra parte unir vuestros intereses con algún partido político, para echar vuestro voto en su favor [...]. Cualquier conexión con los fieles e incrédulos que nos identificase con ellos está prohibida en su Palabra” (OE, 406-409, 1899; el destacado es mío en todos los casos anteriores y posteriores). En cuanto a los sindicatos (o “uniones laborales”, como suele verterse el concepto en los textos de EW en castellano), dice de ellos que son “una trampa”, que “traerán tiempo de angustia”, que dificultarán a “nuestras instituciones llevar a cabo su obra en las ciudades” y que su “poder” llegará a ser “muy opresivo”. Así pues, no resulta prudente participar en ellos y es mejor mantenerse alejado. (También habla negativamente, en ese contexto, de “monopolios gigantescos” y “confederaciones” mundanas en general). Alude, en relación con las organizaciones sindicales, a “disturbios”, “confusión”, “huelgas”..., todo lo cual supondrá un “estorbo para nuestra obra”. “Los im-


píos se están uniendo en atados listos para ser quemados.” “No hemos de unirnos con sociedades secretas ni con uniones laborales”. “Constituyen una de las señales de los últimos días”. Los cristianos, “mientras pertenezcan a esas uniones, no pueden guardar los mandamientos de Dios, porque el pertenecer a esas uniones significa despreciar todo el Decálogo.” Y las considera entidades “que privan a las clases más pobres de las ventajas que les pertenecen con justicia, y les impiden comprar o vender, a no ser bajo ciertas condiciones”. Concluyentemente declara que “los que pretenden ser hijos de Dios en ningún caso deberían unirse a las uniones laborales que están formadas o que se formarán. El Señor lo prohíbe” (2MS, 161ss., escritos fechados entre 1902 y 1904). Con lo anterior en mente, es de rigor que nos preguntemos ahora: •¿Qué aplicación tienen estas declaraciones y consejos de EW en nuestros días? •¿Debemos deducir de ellos que, según la mensajera del Señor, no deberíamos siquiera votar en las elecciones? •¿Hemos de aplicar literalmente sus palabras al referirnos a los sindicatos actuales? 3. Propósito y contextualización de las citas de Elena White Creo que, para responder con rigor a estas cuestiones, es necesario: 1. Entender dónde radica el énfasis de EW. 2. Contextualizar. (En realidad ambos puntos están unidos). Antes que nada, señalaré que, como hemos visto, en algún caso EW vincula los problemas causados por los sindicatos con “el tiempo del fin”. No nos detendremos en ello habida cuenta de que, como sabemos, para ella el “tiempo del fin” era algo que iba a producirse de modo inminente en su propia época (lo cual no debe tomarse, estrictamente, como un error; pues, como sabemos, la llegada del fin de los tiempos en parte depende de cuán misioneros seamos los cristianos; (véase Mat. 24:14). Entonces, como es lógico, ella identificaba el “fin” con lo que veía en su propio tiempo (p. ej., la manera de conducirse de los sindicatos de entonces). Nos limitaremos, por tanto, a analizar cuánto se parecen o diferencian, a efectos de nuestros temas, su tiempo y el nuestro. Tanto en estos como en muchos otros pasajes de las obras de EW, es notoria su preocupación por evitar que caigamos en la confusión del “mundo”; que adoptemos (siquiera parcialmente) su escala de valores; y que, con ello, incorporemos cada vez más su estilo de vida. Además, se interesa específicamente por la iglesia en el tiempo

del fin, con todos los condicionantes implicados; entre éstos, de modo muy particular, la amenaza sobre la libertad religiosa, que como sabemos es una de las señales del fin. La finalidad profunda de estos consejos y amonestaciones de EW (como suelen serlo, en general, los del Señor) no es tanto la de prohibir como la de proteger. Esto es así porque a ella, como a Jesús, le interesan más las personas que las doctrinas (recordemos que “el sábado fue hecho para el hombre, no el hombre para el sábado”, según Marcos 2:27). No busca tanto suscitar tabúes como animarnos a ser críticos con el ambiente que nos rodea; recordándonos cuáles son nuestros principios y la verdad presente, y de qué manera se encuentra amenazada en el tiempo del fin nuestra observancia de los mismos. Más concretamente, de una lectura atenta de las citas anteriores se desprende que cuando EW advierte contra la política lo hace, en el fondo, contra el partidismo político. O sea, contra la excesiva implicación, no necesariamente orgánica (afiliación), en tendencias políticas organizadas. Que no habla contra toda implicación o participación en política es obvio si recordamos que ella misma tomó parte, con mayor o menor énfasis, en procesos políticos, así como aconsejó hacerlo en su tiempo a los miembros de nuestra iglesia. Recordemos su apoyo a campañas abolicionistas del alcohol (incluso vinculándose a una liga de mujeres temperantes que se caracterizaba por su defensa del domingo como día de reposo, lo cual le acarreó críticas entre los hermanos). O su rechazo a participar en la guerra civil norteamericana. O sus declaraciones antiesclavistas. O su llamamiento a defender en todos los foros (parlamento incluido) la libertad religiosa y de conciencia. O sus consejos de ir a votar, aunque fuera en sábado, en determinados referéndums. (“Los que defienden la temperancia no realizarán una tarea completa a menos que ejerzan su influencia por precepto y por ejemplo –por medio de su voz, su pluma y su voto– a favor del prohibicionismo y la abstinencia de bebidas alcohólicas”, R&H, 8.11.1881). En otras palabras, EW no demoniza la política (como participación en la “cosa pública”) per se. Incluso en algún caso habla positivamente de ciertas corrientes políticas, como cuando afirma que “el republicanismo y el protestantismo vinieron a ser los principios fundamentales de la nación. Estos principios son el secreto de su poder y de su prosperidad” (CS, 494; declaración que, por cierto, la distancia de los fundamentalistas protestantes contemporáneos que se empeñan en decir que Estados Unidos era y debiera volver a ser “una nación cristiana”). No es, pues, la política en general

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lo que suscita el rechazo de EW. Más bien, nos previene contra los riesgos de identificarse con tendencias opuestas a las del Evangelio. No se opone a que los cristianos, los adventistas, intervengamos en las cuestiones públicas. A lo que se opone es a que nos unamos, mezclemos y confundamos con sectores ideológicos que son ajenos en todo o en parte al cristianismo. Es lo de Cristo: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno” (Juan 17: 15). En esa línea, rechaza también la adhesión profunda y el apasionamiento partidista en favor de una u otra tendencia, y más cuando se introduce en la iglesia (en forma de conversaciones, propaganda...). Pues, a fin de cuentas, el problema en última instancia radica en nuestras mentes, no en el lugar donde nuestros cuerpos se ubiquen o en el que nuestros nombres estén registrados. En otras palabras, no es necesariamente más grave estar inscrito en los registros de un determinado partido político, ni siquiera participar en sus actos, que interiorizar la ideología del mismo aunque no tengamos relación orgánica o física con él. En relación con el voto en unas elecciones políticas, una lectura reflexiva de las palabras de EW (véase arriba) parece indicar que no habla tanto contra el voto en cualquier caso, como contra aquél cuyo ejerciente: 1. Carece de suficiente información cuando hay riesgos (p. ej., en relación con la libertad religiosa y la postura de cada partido al respecto). 2. Apoya por medio de dicho voto, conscientemente o no, tendencias que amenazan esa libertad de conciencia. Las consideraciones que hace sobre los sindicatos son, en el fondo, bastante similares. También aquí le preocupa, sobre todo, que mantengamos nuestra pureza doctrinal y nuestra libertad. Siempre con el afán de proteger al pueblo de Dios. Como hemos visto, de manera muy especial asocia a las “uniones laborales” con obstáculos a la realización de nuestra obra, aunque también les achaca oprimir a los pobres que no aceptan sus condiciones. Pero, ¿cómo eran los sindicatos en tiempo de EW? En el libro El mundo de Elena G. de White, editado originalmente en inglés por la Review and Herald (y en castellano por la ACES), podemos hallar valiosa luz al respecto. Concretamente en el capítulo 5, “El surgimiento de una Norteamérica urbana e industrial” (89ss.), cuyo autor es Carlos A. Schwantes. En sus páginas describe las enormes desigualdades sociales que caracterizaban a los Estados Unidos de finales del siglo XIX, aún en plena Revolución Industrial. Por ejemplo, señala que “durante las décadas de 1880 y 1890, especialmente en las metrópolis, las calles, el agua, las comodidades [sic] del alcantarillado y

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los servicios de vivienda y sociales para el pobre eran abominables”. “Ningún problema causaba más preocupación que la cada vez más evidente división en ricos y pobres. A mediados de siglo, el 80% de los americanos [sic] vivían en el límite de la subsistencia, mientras el 20% restante controlaba casi toda la riqueza del país.” Para colmo, la corrupción en los gobiernos de las ciudades llegaba a un grado tal que, según Edward D. White, un destacado educador de entonces, eran “los peores del mundo cristiano: los más costosos, los más ineficientes y los más corruptos”. Naturalmente, eran las clases bajas las que soportaban los peores efectos de esa corrupción. Los empleados de las fábricas trabajaban diez horas diarias, seis días a la semana, percibiendo salarios miserables, y careciendo de seguridad social. “La actividad industrial no sólo era ardua sino también peligrosa. Engranajes y poleas expuestas regularmente trituraban las manos y arrancaban los brazos. El calor, el polvo y los gases tóxicos de fábricas pobremente ventiladas minaban la vitalidad de los obreros y contribuían al envejecimiento y la muerte prematuros”. Condiciones que, como podemos recordar, denunció la propia EW en algunas de sus obras. No es extraño que, con un marco social semejante, surgiera entre los protestantes el Social Gospel, un evangelismo que ponía especial énfasis en los problemas materiales de los pobres, con el fin de aliviárselos y denunciar las injusticias. Tampoco lo es que empezasen a proliferar las uniones laborales o sindicatos. Y aquí podemos preguntarnos: ¿Es pecado que los trabajadores, así explotados, se uniesen entre sí para exigir mejores condiciones laborales? “Algunos se sumergían en políticas radicales, otros se desenfrenaban en violentas protestas públicas en contra de los recortes de salarios y los despidos masivos [...]. En la lucha por la supervivencia los trabajadores encontraban apoyo en sus logias, clubes y sindicatos”. Schwantes alude después a uno de los sindicatos más importantes surgidos por entonces, la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, “una combinación de logia, club de reformas políticas y sindicato de obreros”, que llegaría a “alcanzar en la década de 1880 proporciones internacionales”. En su seno seguían “rituales complejos, secretos y misterios ideados por personas iniciadas en los ritos de la Masonería, los Odd Fellows o los Caballeros de Pythias”. Es decir, se caracterizaban, al menos parcialmente, por su “clandestinidad” y por los “elementos cuasirreligiosos de su ritual”. “En su lucha contra los recalcitrantes dueños utilizaban tanto el boicoteo como la huelga.” [Hay que aclarar que entonces las huelgas eran ilegales.]


En aquel tiempo eran frecuentes los graves “estallidos de violencia” (1877, 1886, 1892, 1894), con víctimas mortales, en las relaciones entre obreros y patronos estadounidenses. “Acertada o equivocadamente, a fines del siglo diecinueve y principios del veinte, muchos norteamericanos relacionaban los sindicatos laborales con la violencia. Durante ese tiempo, los Estados Unidos tuvieron las relaciones trabajador-empresario más sangrientas que las de cualquier otra nación industrializada [...]. En la década de 1890, los campamentos mineros de las Montañas Rocallosas [...]. permanecían en un estado casi permanente de agitación interrumpido por explosiones de dinamita, golpizas y disparos.” Además del caso estadounidense, nos conviene echar un rápido vistazo a la realidad australiana de finales del siglo XIX, pues EW residió en este otro país entre 1891 y 1900, año en el que regresó a su patria. Para ello, disponemos de algunas referencias valiosas en el mismo libro que venimos citando, pero ahora en su último capítulo, “Australia en la década de 1890” (263ss.), cuyo autor es Alwyn Fraser. (El capítulo se inicia, por cierto, con una cita de la propia EW, para quien, “de todos los países, Australia es el que más se asemeja a Estados Unidos”.) Fraser recuerda que la estancia de EW en Australia coincidió con una profunda crisis económica en gran parte del país. Pese a que éste venía siendo próspero y se le auguraba un gran futuro, aquélla era una época de quiebras empresariales y bancarias, con creciente desempleo laboral. (A la vista de la situación social, EW afirma en 1895: “En este país he encontrado miseria y pobreza por doquier, y ya no tengo medios para aliviar al afligido, vestir al desnudo, enseñar a los jóvenes que son muy pobres a ayudarse a sí mismos y colocarlos en las escuelas...”) Era tal la miseria que muchas mujeres recurrían a la prostitución. Los obreros empezaron a organizar manifestaciones. “Una forma popular de protesta era la marcha con antorchas, en la que los hombres eran acompañados por mujeres con bebés en sus brazos para hacer que la manifestación fuera más impactante. En 1893, un domingo por la noche el clero estaba especialmente enojado puesto que cerca de 300 obreros marcharon a través de las calles de Melbourne cargando una cruz a la que estaba clavada la esfinge de un obrero. Una placa colocada sobre su cabeza rezaba: ‘La humanidad crucificada.’” (Por cierto, quizá el escándalo de esos clérigos revela cómo, al igual que los antiguos y los modernos fariseos, anteponían las doctrinas a las personas.) Esas protestas, sigue Fraser, “con frecuencia desembocaban en violentos enfrentamientos con la policía, especialmente cuando los servicios re-

ligiosos de clase más acomodada eran interrumpidos por los manifestantes. Algunos miembros del clero, junto con sus congregaciones con empleo y bien alimentadas, expresaban poca simpatía por los desempleados, ya que consideraban su condición como un castigo de Dios por el mal uso que los obreros habían hecho de su tiempo libre en el pasado...” “Estos años fueron testigos de muchos choques entre el capital y la mano de obra, a medida que la rápida proliferación de los sindicatos permitió que éstos se impusieran.” En principio, como en Estados Unidos y otros países, los obreros iban agrupándose por gremios (sectores laborales), pero poco a poco los distintos gremios se fueron confederando para dar lugar a grandes centrales sindicales. Con su creciente influencia, “los dirigentes de los sindicatos intentaban forzar a los empleadores a aceptar el principio del ‘taller exclusivo o agremiado’, consistente en dar trabajo sólo a personal agremiado”. En respuesta a ello, los empleadores también se agruparon en organizaciones patronales, con tendencia a colisionar con los sindicatos. Llegó a haber en esos años graves choques entre una y otra parte. Ésa era, pues, la realidad sociolaboral y sindical que reinaba en el tiempo de EW. La hemos analizado partiendo tanto de lo que dice al respecto la propia EW (sobre todo, implícitamente), como de las descripciones de Schwantes y Fraser en El mundo de Elena G. de White. Era una realidad caracterizada por las fuertes tensiones y desigualdades sociales propias del proceso de industrialización. En Estados Unidos, en el sindicalismo dominante había una mezcla de obrerismo y rituales masónicos o pararreligiosos, propios de sociedades secretas (logias). Entonces aún no estaban reconocidos todos los derechos laborales, lo que era fuente de conflictos incluso violentos. Además, para asegurarse su fuerza de negociación ante los patronos, era frecuente tanto en Estados Unidos como en Australia que los sindicatos boicoteasen a los trabajadores no sindicados o “agremiados” (cosa a la que aludía críticamente EW en una de las citas dadas arriba). ¿Hasta qué punto se parece esta situación a la de hoy en día? 4. Comparación con la realidad actual Ciñéndonos al caso español, por ser el más cercano (es, en todo caso, similar al reinante en todo el mundo occidental desarrollado), encontramos al menos estos rasgos diferenciales: - Los derechos laborales llevan décadas reconocidos legalmente (gracias, por cierto, a la lucha ya secular de los sindicatos, cosa que

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haríamos bien en admitir). Esto supone que, por ejemplo, una huelga en una empresa no implica per se una situación de violencia o de desafío al poder constituido. - Parece obvio que los sindicatos actuales (CC.OO., UGT, USO...) no son, ni en todo ni en parte, sociedades secretas que practiquen rituales basados en ideas masónicas o religiosas. - En general, las organizaciones sindicales de nuestros días ni siquiera son revolucionarias, habiéndose convertido más bien en entidades gestoras de los derechos de los trabajadores de acuerdo con las leyes establecidas. Recuérdese, por ejemplo, que reciben financiación estatal, y que normalmente llegan sin traumas, año tras año, a acuerdos con la patronal para el establecimiento de los distintos convenios colectivos. - De acuerdo con la legislación en vigor, aceptada por los sindicatos, es evidente que por lo general no hay presión sindical hacia los empleados no sindicados. De hecho, ni siquiera es necesario que ningún empleado esté afiliado a un sindicato para que se celebren elecciones sindicales en su empresa. Y el que un empleado se presente por un sindicato, sin estar afiliado a él, en modo alguno implica que, si gana las elecciones, ese sindicato vaya a entrar en la empresa donde se celebran (la presencia del sindicato es, básicamente, supervisora del proceso electoral). - Los brotes violentos son excepcionales (siendo además rarísimo que en ellos muera alguien), y suelen derivar no de la falta del reconocimiento de derechos laborales, sino de las decisiones repentinas de reducción de plantilla por parte de grandes empresas. En suma, los sindicatos hoy día no son más que agentes negociadores y gestores, así como referentes sociolegales útiles para los empleados de cualquier sector (y para sus empleadores). Los adventistas aceptamos sin problemas que haya legislación sobre accidentes, prevención de riesgos, leyes contra malos tratos, normas de edificabilidad... ¿y nos rasgamos las vestiduras porque haya normas laborales y porque haya garantes, más o menos eficaces, que tratan de hacerlas cumplir? ¿Somos conscientes, por lo demás, de que estamos ante derechos constitucionales? Todos estos son hechos constatables y fáciles de comprender. Lo que pasa es que la fuerza del tabú nos impide, a veces, efectuar un análisis sereno. Y en cuanto oímos que van a celebrarse elecciones sindicales en una institución adventista, rápidamente se escuchan frases como: “Los

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sindicatos van a entrar aquí...” “La política entra en la iglesia...” “Con la sindicalización de nuestras instituciones perderemos nuestras señas de identidad...” Ésas y otras expresiones se han oído en instituciones adventistas y aledaños cuando se ha planteado una circunstancia de ese tipo. 5. Primeras conclusiones Lo cierto es que con la actitud subyacente al tabú, basada en la falta de reflexión, tradicionalmente hemos podido cometer errores como: - Aplicación precipitada y descontextualizada de las citas de EW que, más o menos, nos “sonaban” (y en la mayoría de los casos, sin siquiera leerlas). - Exageraciones y frases infundadas como las que acabamos de citar. - Posible testimonio negativo a los representantes de los sindicatos que en el pasado han venido a supervisar las elecciones en las instituciones adventistas donde se han celebrado. - Falta de comprensión de la situación de un compañero, anteponiendo la “doctrina” a la persona. Respecto al punto 1, es como si aplicásemos, sin más, la frase de Pablo que dice “calle la mujer en la iglesia” (1 Cor. 14:34). Sin comprender que los tiempos de Pablo y los de Cristo, pero también los de Elena White, son en muchos aspectos diferentes a los nuestros. Esto, que afecta a las relaciones hombre-mujer (asunto que, por cierto, importa no poco a muchas de nuestras compañeras, y con razón), es extensible a otras cuestiones culturales, incluidas las políticas y sindicales. Las sociedades tiránicas y “teocráticas” de Herodes o la de Nerón, poco tienen que ver con la nuestra, (aún) bastante laica y democrática. La sociedad puritana que emprendía la industrialización en tiempos de EW tampoco es equiparable a nuestra sociedad postindustrial y en gran medida amoral y secularizada. No se pueden aplicar así como así las mismas normas, palabras y conceptos a los distintos casos. De lo contrario incurriremos en otros “simpáticos” errores (alguno de los cuales ha sido evidente estos días), como invocar el convenio laboral de una institución adventista (colegio, editorial…) para ajustar las categorías del personal a lo legal, a la vez que se contempla lo sindical como cosa del Diablo... ¡olvidando que los convenios son fruto de las negociaciones sindicales! U olvidar que la Seguridad Social (SS), y más concretamente las pensiones financiadas por ella, es también en gran medida un fondo reivindicado y pactado por los sindicatos. [Todo lo cual me recuerda, por cierto, a ciertos her-


manos que consideran “el mal absoluto” todo lo que suene a sindicatos, socialismo, comunismo, etcétera, pero que no tienen reparos en acudir a un sindicato de izquierdas para obtener una indemnización multimillonaria si les echan del trabajo (pese a lo cual no varían sus puntos de vista...).] Y a todo esto, hemos olvidado además que los derechos laborales, y humanos en general, son el resultado también de la influencia cristiana en el mundo. ¿Qué pensamiento sino el bíblico ha propiciado más que ningún otro la justicia social, desde los albores de la historia humana? Arriba hemos visto cómo voces cristianas se levantaban contra la explotación en los Estados Unidos del tiempo de EW (también fue así en la Australia que ella conoció). La Declaración Universal de los Derechos del Hombre, que invito a (re)leer, tiene un decisivo sustrato judeocristiano. Por todo ello, difícilmente podemos ver con los mismos (malos) ojos las legislaciones actuales (sindicales incluidas) que las de la época de EW, o las de tiempos de Cristo y Nerón. Las nuestras, por decirlo claramente, son más cristianas (en muchos aspectos) que aquéllas. Nuestra mentalidad (y subrayo lo de “nuestra”, pues me incluyo) es laodicense, tal como fue profetizado (por desgracia, eso debería habernos prevenido... pero se ve que no es así). Por eso, y hablo en general, tendemos a ser más rápidos en juzgar que en comprender al hermano. En tiempo de crisis, nos es más cómodo refugiarnos en las doctrinas que ponernos en el lugar de las personas. Las primeras nos dan seguridad, o eso creemos (es, en realidad, más una sensación que otra cosa). Si al menos hubiéramos entendido bien las doctrinas... El tabú que padecemos respecto a la política, por ejemplo, nos lleva a inhibirnos de muchos de los grandes asuntos que afectan a la humanidad. Vamos a remolque del mundo en lugar de ir por delante (como iban nuestros pioneros, que eran gente bien insertada en su mundo). [Paradójicamente, nuestro rechazo a “pringarnos” en los asuntos del mundo nos lleva, a veces, a ser más mundanos que el “mundo”. Por eso aún en nuestras instituciones se suscita la diferencia de trato hombre-mujer, pese a que ya Pablo dijera que en Cristo “no hay [...] ni hombre ni mujer”, según Gálatas 3:28. O hablamos contra la guerra sólo cuando algún político o periodista “malinterpreta” (?) la postura adventista al respecto. O en muchas de nuestras congregaciones nos escandalizamos más de que un predicador hable contra la carne que lo que se escandalizan los “mundanos” en una conferencia “secular”.] Callamos cuando deberíamos hablar. Nos quedamos de brazos cruzados cuando deberíamos saltar. Ver la política (la política en general) como ta-

bú nos priva de hablar al “mundo” en el lenguaje que el mundo entiende. Y nos lleva a una especie de separatismo que se parece más al de los fariseos que a las recomendaciones de Jesús (“No ruego que los quites del mundo...”, ya lo hemos visto). Es lo que suelo llamar la “iglesia-burbuja”, especialmente manifiesta en las instituciones adventistas (que son como una burbujita, aún más pequeña y compacta, dentro de la burbuja eclesial; o sea, la crème de la crème). Actitud que nos impide hacer mucho bien a las personas del entorno que nos rodea... e incluso a los entornos lejanos que, en un mundo globalizado como el nuestro, también podrían beneficiarse de nuestro compromiso activo. A todo esto nos llevan tabúes como el que tenemos respecto a la política. (Por cierto, ¿hemos pensado alguna vez que Jesús se pasaba buena parte del tiempo hablando de política, incluso debatiendo sobre ella con sacerdotes, escribas, fariseos...? ¿Qué hacía, si no, cuando discutía con ellos sobre la Ley? ¿Y nos hemos dado cuenta de las tremendas implicaciones políticas de su entrada regia en Jerusalén?) 6. Conclusiones finales Es cierto que Elena White dice (ya lo hemos citado arriba), que “cualquier conexión con los fieles e incrédulos que nos identificase con ellos está prohibida en su Palabra”, y es importante que lo tengamos en cuenta. Pero no es menos cierto que agrega: “Cuando los publicanos y pecadores lo invitaban a comer, [Cristo] no rehusaba; porque de ninguna otra manera que tratándose con ellos podía alcanzar [a] esta clase [de personas]” (OE, 409). Pues si hemos de difundir las Buenas Nuevas de Salvación, hemos de abrirnos al mundo, no cerrarnos a él. Sin identificarnos con sus valores, yo puedo no obstante ser, al igual que Pablo (véase 1 Cor. 9: 19-22), como judío con los judíos, como sin Ley con los sin Ley, como débil con los débiles... ¿Quizá también como sindicalista con los sindicalistas? Y hasta, ¡quién sabe...!, ¿como nazi con los nazis? A fin de cuentas, Pablo dice que puedo hacerme “todo a todos” (vers. 22). ¿Que esto es muy arriesgado? No, si tengo las ideas claras: si sé que hacerme “todo a todos” es con el fin de ganarlos a todos para el Evangelio (vers. 22-23). Con tal propósito en mente, nunca llegaré a identificarme en el plano ideológico (pero sí en el plano afectivo, humano) con ellos, porque lo que me importa es darles a conocer al Maestro que predicó y ejemplificó una “ideología” radicalmente distinta a todas las demás. Resumible, paradójicamente, en que las doctrinas (la “ideología”) son importantes, pero las personas lo son aún más. Por eso es conocido el cristianismo como la religión del amor.

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DOSSIER El Sello de Dios para un nuevo Orden Mundial


• Introducción. Una Iglesia Adventista del 7º Día en peligro de seducción Marcel Fernández

• La naturaleza del pecado en el Orden Universal de Dios: Un rechazo al significado de la jornada sabática, adhesión voluntaria al Reino, al Poder y a la Gloria de Dios Marcel Fernández

• Principios básicos del Orden Universal de Dios. La visión de Apocalipsis 4 y 5 Marcel Fernández

• Nuevo Orden Mundial en la Era Neorreligiosa Juan Fernando Sánchez y Guillermo Sánchez Vicente


Introducción. Una Iglesia Adventista del 7º Día en peligro de seducción Marcel Fernández. Diplomado en Psicopedagogía y Licenciado en Ciencias de la Educación Los tres artículos de Marcel Fernández, incluidos en este dossier, constituyen un adelanto de las ponencias previstas para la Convención AEGUAE 2007. Dicha Convención, completa con la cuarta y el servicio de culto que no se han incluido en la revista por falta de espacio, podrán consultarse a través de nuestra web www.aula7activa.org, poco después de la Convención.

¿Por qué los pioneros de la Iglesia Adventista del 7º Día, en 1863, tuvieron la osadía de registrar en su propia denominación la fidelidad al 4º mandamiento? Si la razón de ser de la Iglesia es la de predicar el don gratuito de Dios en Jesucristo, la Iglesia Adventista del 7º Día ¿no ha corrido un gran riesgo al señalar a sus miembros como legalistas incurables, alejados de la gracia, defendiendo una salvación por las obras de la ley? ¡Tal posicionamiento está en las antipodas del verdadero Evangelio! Mayor riesgo aún. En su teología, la Iglesia Adventista del 7º Día, podría haber desarrollado una especie de paranoia escatológica, un delirio apocalíptico irracional, deseando que al final de los tiempos la fidelidad o infidelidad al Dios del Evangelio, ¡girara entorno al cuarto mandamiento! ¿Santificación del sábado o santificación del domingo? ¿El sello de Dios escrito en la “frente” de los adoradores del Eterno o la marca de la Bestia apocalíptica escrita en la frente o en la mano de sus adoradores? ¿Adhesión al Dios de Jesucristo o adhesión al Nuevo Orden Mundial de “Babilonia la Grande”? ¿Cuáles son los terribles entresijos que hay detrás de la voluntad de la Iglesia Adventista del 7º Día de apostar todo por esta única y pequeña parcela teológica, la validez del sabbat del decálogo? ¿Por qué afirmar y reafirmar de este modo su identidad y la razón de ser de su misión profética? ¡Ridículo, insensato!, dirán algunos. Frente a tales riesgos teológicos es fácil comprender:

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• El malestar de muchos miembros que prefieren retirarse de la Iglesia Adventista del 7º Día, juzgándola como no evangélica, no habiéndolo sido nunca, fosilizada, legalista en sus doctrinas, sobre todo en la del obsoleto sábado de la antigua alianza judía. • La desorientación de muchos que prefieren esperar los acontecimientos del fin para adherirse (o no) al mensaje de los tres ángeles, centrado en el sábado como señal (Apocalipsis 14:6-13). ¡Una peligrosa y somnolienta espera de “vírgenes insensatas” que conlleva el riesgo fatal de caer en un deterioro y una sequía del Espíritu! (Mateo 25:1-13) ¡o dejarse seducir por un Espíritu Santo erróneo o por la venida de un falso esposo! ¡Desgraciadamente, esperando una validez profética de su posicionamiento escatológico, la Iglesia Adventista del 7º Día baja la guardia teológica y permite que una teología liberal emergente llamada “evangélica”, gane terreno en sus filas! ¡De ahí la importancia hoy de volver al estudio de las Escrituras para edificación y reafirmación de los discípulos en tiempos de seducción, particularmente peligrosos, ya anunciados por el propio Cristo en su discurso sobre el final de los tiempos! ¡Un estudio profundo de las profecías se impone hoy en la Iglesia Adventista del 7º Día! Ésta tiene un mensaje específico, una razón de ser profética; una misión precisa a ella confiada, como dijo Jesús a sus discípulos,


“para testimonio de todas las naciones” antes del fin de este mundo (Mateo 24:14). Importancia dada por Jesús entre las señales del fin al último engaño Al incitarle sus discípulos, preguntándole cual sería la señal para reconocer su venida, Jesús los puso inmediatamente en guardia frente a un peligroso engaño espiritual. Ésto queda explícito en su famoso sermón acerca del final de los tiempos y recogido en Mateo (24, 25), Marcos (13:1-13) y Lucas (21:5-19): • Antes que cualquier otra señal, tal seducción es la primera, la única con una severa advertencia de ponerse en guardia: “Mirad que nadie os engañe” (Mateo 24:4). • Frente a este engaño final anunciado, Jesús ofrece una potente invitación a estar velando: “más vosotros mirad: os lo he dicho todo antes” (Marcos 13:23); a no caer en el entusiasmo delirante y en la curiosidad estupefacta que cautivará a la humanidad frente a las señales y prodigios mentirosos: “¡No vayáis, no corráis!” Frente a tal engaño, Jesús previno del fervor religioso que prenderá al mundo al final de los tiempos. Invita encarecidamente a su pueblo a rehuir cualquier contacto, incluso a evitar toda curiosidad malsana que equivaldría para el escogido de Dios un suicidio espiritual. “Y os dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis ni los sigáis.” (Lucas 17:23). • Para hacer frente a la sutileza de tal engaño, Jesús recomienda a sus fieles servidores que den a su pueblo el “alimento a tiempo” (Mateo 24:45). • Esta seducción final es, entre todas las señales predichas para el fin, la única sobre la cual Jesús reincide, dos veces, en su discurso sobre el final de los tiempos, insistiendo en el peligro extremo que acecha a sus verdaderos discípulos. ¡El estudio de tal engaño anunciando una Nueva Era a través de la instauración de un Nuevo Orden Mundial es de capital importancia! ¡La conciencia y la inteligencia de los discípulos deben ser atraídos hacia la única Verdad de la Palabra de Dios! Sólo así serán capaces de desbaratar la sutileza de un engaño puesto en circulación por una falsa imitación del Evangelio. Jesús no oculta el objetivo primero de esta manipulación satánica: “engañar si fuera posible a los escogidos” (Mateo 24:24). El engaño

consiste en llevar a la humanidad hasta la misma elección seductora del Edén. El objetivo es el mismo que en su día propuso la serpiente a Eva: ¡una inteligencia y unos ojos abiertos para despertar a un Nuevo Mundo y a una Nueva Era! ¡Todos podrán despertar a la vida del Espíritu! De ahí ese fuego del cielo descendiendo a la tierra delante de los hombres (Apocalipsis 13:13). ¡Una falsificación anunciada del Pentecostés para llevar a cabo un falso reavivamiento de la piedad cristiana! Nos limitaremos, en las siguientes exposiciones, a estudiar por qué el sabbat ha sido siempre dado por el Eterno como signo de su alianza santificadora. Como la santificación de ese día bendecido por Dios continúa siendo después de su institución en el Génesis (antes de la Caída en el Edén), y hasta el Apocalipsis, el antídoto divino por excelencia para la protección y la liberación del pueblo de Jesucristo. El engaño final en su contexto histórico Los libros proféticos a los que hace referencia Jesús en su sermón, en especial el de Daniel, nos advierten de un contexto de desamparo y angustia nunca visto. La situación dramática de nuestro mundo facilitará la influencia general de tal engaño sobre una humanidad angustiada y desesperanzada (Lucas 21:25-26). Habría que estar ciego o tener mala fe para no reconocer que hemos entrado “en el principio de dolores”. Seguirá un condicionamiento de los espíritus para aceptar una fuerte autoridad unificadora en un Nuevo Orden Mundial: una “paz y seguridad” política y económica en un mundo en crisis (1 Tesalonicences 5:3). Éstos son los diferentes aspectos: • Situación de crisis ecológica, económica y monetaria: explosión demográfica, desempleo, inmigración, tensiones Norte/Sur. • Situación de tensiones sociales, reivindicaciones sindicales y salariales: “he aquí clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos…” (Santiago 5:1-6). • Situación de crisis política (guerras y rumores de guerras, nacionalismos, riesgo nuclear): “se levantará nación contra nación” (Mateo 24:7). • Situación de crisis ideológica y religiosa y de ideología hegemónica: “se levantará reino contra reino” (Mateo 24:7); confrontacio-

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nes religiosas, persecuciones y terrorismo internacional. • Situación de grave crisis moral: “Y el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12) dirá Jesús a causa de una creciente iniquidad. • A todo esto hay que añadir serias preocupaciones acerca del porvenir de nuestro planeta Tierra ya en destrucción (Apocalipsis 11:18b): terremotos, recalentamiento planetario que conlleva sequías y hambres, epidemias involuntarias provocadas por el hombre como el sida, o las que el hombre desencadenará con el intencionado fin de la destrucción masiva. Frente a este caos generalizado, anunciado incluso por científicos, políticos, economistas, la humanidad no tendrá más opción de supervivencia que la de tener un liderazgo religioso fuerte, una dictadura de salvación pública de las naciones, la puesta en escena de la Nueva Babilonia. La humanidad aspirará a un poder planetario unificado, que sea a la vez político, económico y sobre todo religioso. “Lo que está en juego, es una gran idea, un nuevo orden mundial en el seno del cual las distintas naciones harán causa común para satisfacer las aspiraciones universales de la humanidad: la paz, la seguridad, la libertad, la norma y el derecho. Un mundo así es digno de nuestros esfuerzos y del porvenir de nuestros hijos” (presidente estadounidense, G. Bush padre). Este Nuevo Orden Mundial es anunciado y buscado en primer lugar en Estados Unidos. Se inscribe dentro de su visión particular sobre su misión mesiánica en el mundo. El Apocalipsis anuncia que se establecerá tras un renacimiento espiritual que será continuidad de un falso Pentecostés satánico (Apocalipsis 13:13). La hora del Adversario llegará para “engañar si fuera posible a los escogidos”. Es el pueblo de Dios el primer objetivo de este engaño, ya que es la causa del odio y la irritación del diablo. (Apocalipsis 12: 12, 17). ¡Es por ello que Jesús insiste acerca del porvenir de este falso despertar religioso, muy peligroso ya que será una falsificación del mensaje adventista! ¡Cual será, en ese momento, la actitud de la Iglesia! • Ha vivido hasta entonces en un estado de sopor laodicense, de suficiencia, de falta de celo, de ignorancia del “alimento del tiempo” (Mateo 24:45). La Iglesia corre el riesgo de despertarse a la llamada de un falso esposo y seguirlo hasta su ruina!

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• La Iglesia es “pobre, miserable, ciega y está desnuda”; no tiene necesidad del Cristo. Si Él llama a la puerta es porque está afuera, la Iglesia rechaza su alianza e ignora su comunión (Apocalipsis 3:20). • Es por lo que en el momento del engaño final, el pueblo de Dios particularmente estará en problemas, será sacudido, “cribado”, dividido. Jesús hablará incluso de denuncias, de traiciones, de apostasías en su seno (Mateo 24:10; Marcos 13:12-13). ¡Este nuevo fervor espiritual trascenderá la cristiandad, englobándose en un falso despertar! Esta imitación espiritual llenará de problemas a la Iglesia, ya que parecerá satisfacer mucho más intensamente todas las expectativas. De repente, los creyentes encontrarán en este extraordinario fervor religioso no sólo la unidad de todos los creyentes, sino actitudes fundamentales del Evangelio que no habían podido o sabido encontrar en su propia Iglesia o comunidad. ¿Cuáles? Jesús responde claramente en su discurso sobre el fin de los tiempos. Un falso movimiento religioso tiene siete características: la plenitud de una seducción cumplida 1. Una fe centrada en el celo y el entusiasmo religioso misionero: “Si alguien os dice que el Cristo está aquí…” (Mateo 24:23). 2. Un movimiento religioso cuyo eje es el testimonio individual, el contacto personal. 3. Un movimiento religioso cristocéntrico, que sabe dónde está el Cristo, que lleva a Cristo: “¡el Cristo está aquí... o allá, no le creáis!” (Mateo 24:23). 4. Un movimiento religioso en cuyo seno el Espíritu de lo divino parece manifestarse a través de grandes milagros y prodigios (Mateo 24:24). Lo sobrenatural, interpretado como un signo evidente de la presencia y acción de Dios. 5. Un movimiento religioso de despertar, conforme a las aspiraciones espirituales más sublimes, un movimiento religioso que busca sentido, de formación y de acción: a. “He aquí el Cristo en el desierto…” (Mateo 24:26): El simbolismo del desierto propugna lugares de formación y de refugio para los hombres en busca de Dios en su naturaleza: ruptura con el mundo, misticismo, ascetismo, meditación. El desierto ha sido el lugar predilecto dónde los hom-


bres se han formado para sus cometidos espirituales: Moisés, Jesús, Pablo. b. Un movimiento religioso que busca a través del silencio, aislamiento, meditación y oración. “He aquí que está en las cámaras...”. La cámara es el lugar de intimidad y de comunión por excelencia. “Más tu cuando ores, entra en tu aposento y ora a tu Padre que está en secreto” (Mateo 6:6). 6. Un movimiento espiritual que anuncia el fin de un mundo y la llegada de un tiempo nuevo, de una nueva era: “Yo soy el Cristo, y el tiempo está cerca” (Lucas 21:9). Un mensaje adventista centrado en el retorno del Cristo… anunciando el fin de un mundo y la llegada de un mundo nuevo a través de una mutación espiritual. 7. Un movimiento religioso que trabaja en apariencia por la paz y la seguridad, pero al margen de la verdad bíblica y contra el Dios de la Paz y seguridad: “Cuando los hombres digan ‘Paz y seguridad’, entonces vendrá de repente destrucción” (1 Tesalonicenses 5:3). Es en este contexto de fervor y de entusiasmo religioso, Apocalipsis advierte que aquéllos que quieran vivir piadosamente en Cristo serán denigrados, boicoteados, perseguidos. Es en este contexto, en el que Jesús dirá a sus discípulos que llegará un momento cuando “¡cualquiera que os mate pensará que está rindiendo culto a Dios!”(Juan 16). ¿Cómo prepararse y hacer frente al engaño satánico de la Serpiente Antigua predicho por Jesús para el tiempo del fin? Primero, ¿cuál es su naturaleza? ¿Cuáles son las 7 mentiras básicas? ¿Cómo protegerse de ésta marca de la Bestia, señal de adhesión al “Reino, al Poder y a la Gloria” de un Nuevo Orden Mundial anunciado en Apocalipsis 13:3-8 y 12-17? ¡Es aquí cuando el conocimiento y lo vivido de acuerdo con el significado del sábado serán de gran utilidad protectora! ¡La voluntad de Dios es la de reagrupar a su pueblo entorno al verdadero sentido del conflicto entre Satanás y Jesús, y hacerle ver el papel del sábado en él! El Dios Creador y Salvador manifestado en Jesucristo nos pide que a través de esta señal particular nos afirmemos y reafirmemos en su alianza y adherencia a Su único Reino, a Su único Poder y a Su única Gloria. Véanse al respecto los 7 temas importantes de la oración dominical (Mateo 6:9-13), donde Jesús cuadra perfectamente las verdaderas tramas espirituales contra la Adversidad).

¿Nuevo Orden Mundial u Orden Universal de Dios? ¿Marca de la Bestia en ese Nuevo Orden Mundial de Babilonia la Grande o Sello de Dios para ese Nuevo Orden Universal de Su Nueva Jerusalén? ¿El Trono de la Bestia o el Trono de Dios? ¿Ser parecido a la Bestia y a su imagen o parecerse a Dios? ¡Tales son los entresijos dramáticos que se alzarán en el porvenir ante una humanidad agotada y sin aliento, pero que desea ardientemente un Renuevo! Para hacer frente a tales cuestiones se requiere previamente una metodología clara. A partir del libro de Apocalipsis (dónde esta problemática se expone y se resume) y de los textos de la Biblia a los que se refiere el apóstol Juan, se puede responder a los siguientes puntos: 1. ¿Cuál es la naturaleza del pecado fundamental del “rey de Babilonia”, de la “serpiente antigua”, el pecado de los orígenes que engendró el desorden universal? ¿Cuáles son las 7 creencias seductoras ligadas al culto de la serpiente que hacen que el Hombre rechace el Reino, el Poder y la Gloria de Dios en la tierra? ¿Por qué el sábado fue instituido antes de la Caída como señal del Reino del Poder y de la Gloria de Dios? ¿Por qué el pecado de los orígenes fue de hecho una transgresión del significado del sábado? 2. En la visión del trono de Apocalipsis 4 y 5, ¿cuáles son en primer lugar los fundamentos del Orden Universal de Dios negados o replicados por los ángeles o los hombres rebeldes? ¿Sobre qué criterios de adoración se basan el Reino, el Poder y la Gloria de Dios, principios que Cristo, en su oración modelo nos pide que reconozcamos? 3. ¿Qué significa una marca en la mano o sobre la frente en la perspectiva bíblica? ¿Qué son el signo, el significado y el sentido del sábado para las Escrituras? ¿Qué es el sello de Dios? ¿Qué es lo sellado, por lo tanto autentificado y validado por este sello? ¿Quién sella y bajo que perspectiva? Con relación a ello, ¿cuál es el sentido pedagógico del sabbat “hecho para el hombre” y cual es la lección espiritual del milagro del Hombre con la mano seca curado en Capernaúm el día del sabbat (Marcos 2:27 a 3:1-6)? ¿En qué consiste que el sabbat sea la señal del Evangelio de Jesucristo que invita al pueblo de Dios a salir de Babilonia? (Traducción: Alicia Prat Boix)

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La naturaleza del pecado en el Orden Universal de Dios: Un rechazo al significado de la jornada sabática, adhesión voluntaria al Reino, al Poder y a la Gloria de Dios Marcel Fernández. Diplomado en Psicopedagogía y Licenciado en Ciencias de la Educación

Cualquier reflexión sobre la naturaleza y el entramado del Nuevo Orden Mundial, supone hacer previamente una reflexión sobre la naturaleza y los entramados del engaño predicho por Jesús para el tiempo del fin. Este engaño de una nueva Era de “paz y seguridad” al final de nuestra historia no puede entenderse si no se relaciona con el engaño del que fue víctima la humanidad en el albor de su historia. En el Edén, ¿fue también seducida por las mismas mentiras que pondrá en su haber este Nuevo Orden Mundial? ¿Cuáles? En el libro de Apocalipsis, en el capítulo 12, no se duda al recordar que el propio cielo, anterior a la tierra, fue sacudido al ponerse en entredicho el orden querido por un Dios Creador. Un tercio de los ángeles (las estrellas del cielo, Job 38:7) fueron arrastrados y echados “a la tierra por la cola del gran dragón” (Apocalipsis 12:4). A este dragón también se le llama “serpiente antigua, diablo y Satán”. La cola significa en el simbolismo bíblico un profetismo mentiroso (Isaías 9: 14b), ¡tenemos el derecho a preguntarnos cuales son las creencias mentirosas de este falso profetismo! Fue iniciado por Satanás (llamado la “serpiente antigua”) en el cielo y prosiguió en la tierra entre los hombres al alba de nuestra historia en el Edén. Esta referencia a la “serpiente antigua” y su engaño nos ayudará a despejar las 7 creencias fundamentales mentirosas. El libro de Apocalipsis (12:4-12) nos dice que la serpiente/

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dragón/ Satán usará las mismas 7 mentiras para seducir a la Iglesia y a nuestro mundo al final de los tiempos, pero que el Cristo encarnado, crucificado, resucitado, glorificado venció en la tierra para vencer y destruirlas. 1. Frente a la creencia panteísta “pagana” del primer Adán escuchando a la serpiente (símbolo animal del Rey Sol en Egipto) para adoptar la idea de una energía cósmica divina (impersonal, lo divino está en todo), Jesús, segundo Adán, vino para revelar la personalidad de Dios, el Nombre, el Reino, el Poder y la Gloria de un Dios Padre del que enseñó como “santificar el Nombre” (Mateo 6:10) en una alianza constante gratificante y admirable, revelada en las Escrituras. 2. Frente a la creencia “pagana” del primer Adán en la inmortalidad natural del alma, (“no moriréis”), Jesús, segundo Adán, asumió el riesgo de su propia mortalidad si rompía esta alianza de vida con Dios; es por lo que “en los días de su carne”, aunque Hijo de Dios, “ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas, al que [Dios] podía librarlo de la muerte” (Hebreos 5:7-9). ¡Esta muerte fue vencida por la obediencia de su sola fe en un Dios personal y único que da la vida! 3. Frente a la creencia “pagana” del primer Adán en la naturaleza divina del Hombre


y en la progresiva accesibilidad a lo divino (“seréis como Dios”), Jesús, segundo Adán, se dejó llevar hasta “la perfección” por “la vida del Padre en él” (Juan 6:57). Dios actualizaba la perfección de su carácter “en su Hijo bien amado” a través de la presencia del Espíritu Santo en él (Lucas 3: 22). Frente a la creencia pagana del primer Adán en la divinidad de todo ser viviente y de su rechazo a aceptarse como criatura de Dios, Jesús, nuevo Adán, se despojó de su naturaleza real divina para aceptarse como una criatura sumisa y obediente a Dios (cf. Filipenses 2:5, 11); de ahí su elevación por Dios sobre todo nombre en el cielo y en la tierra. 4. Frente a la creencia “pagana” del primer Adán en el ocultismo y la fe en los “espíritus” (“vuestros ojos se abrirán”) para activar el proceso de su autodivinización, Jesús, segundo Adán, escogió depender de los santos ángeles sumisos a un solo Padre; gracias a su fe en el Padre de los espíritus, el cielo de Jesús estaba siempre abierto, y “veía ángeles descender sobre él” para sostenerlo y protegerlo de los espíritus de la “serpiente antigua” (cf. Juan 1:51); frente al recurso de la adoración de los “espíritus”, seres que han alcanzado ya un estado divino pleno, el Apocalipsis nos previene incluso contra la adoración de verdaderos “espíritus”, esos “ángeles” enviados por Dios para “ejercer un ministerio a favor de los que deben heredar la salvación” (Hebreos 1:14 y Apocalipsis 19:10). 5. Frente a la creencia “pagana” del primer Adán en la omnisciencia y la plena potencia del Hombre “despertado”, legislador y creador de sí mismo (“conoceréis el bien y el mal”), Jesús, segundo Adán, “cumplió” (Mateo 5:17) perfectamente la justicia de la ley de amor del Dios Creador sólo por obediencia de la fe (Juan 15:10). 6. Frente a la creencia “pagana del primer Adán en la superioridad del fruto energía/cósmica (“un fruto precioso para abrir la inteligencia”) Jesús, segundo Adán, se dejó conducir a toda la verdad de Dios con tan sólo el Espíritu Santo, del que no se separará jamás en su constante alianza con su Padre: “yo vivo por el Padre” (Juan 6:57). 7. Frente a la creencia “pagana” del primer Adán en la inexistencia de una palabra divina revelada (“Dios ha dicho realmente”, ironizó la serpiente), Jesús, segundo Adán, fundamentó siempre su combate con

la serpiente (Mateo 4:4, 7, 10: “escrito está”) en la palabra de un Dios que había “realmente dicho”; era incluso su alimento y, hasta la muerte en la cruz, citará también las promesas de Dios acerca de su victoria sobre la serpiente, tal como están escritas en los Salmos mesiánicos (Salmos 22 y 31). Tales fueron las conductas antiserpiente puestas por Dios en Jesucristo para que, de acuerdo con lo predicho a Moisés, la serpiente fuera “cogida por la cola” (Exodo 4:1-4), “hecha de bronce” en la cruz, es decir desenmascarada en sus mentiras de seducción y muerte (Isaías 9:14). Ahora es posible “conocer al único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado” (Juan 17:3). Veremos en el siguiente artículo la importancia divina dada al sábado, como antídoto frente a cualquier delirio panteísta de creerse inmortales, buenos, divinos por naturaleza, legisladores y capaces de acceder por nosotros mismos a lo divino a través de nuestras propias obras. Pero, antes de estudiar la finalidad de la señal del sábado instituido en el Edén antes de la Caída, ¡recordemos la figura simbólica de la serpiente seducción! ¿Qué esconde la máscara de la serpiente en el libro de Génesis (capítulo 3) y en el Apocalipsis (capítulo 12)? ¿Porqué la Caída del Hombre es causada por una serpiente? En la simbología religiosa pagana, la figura de la serpiente se relaciona con los orígenes mismos de la tierra y del cosmos. Se adora como principio de vida, ya que es símbolo de las energías vitales de la Tierra, del Sol, de la Luna, de las estrellas, del zodíaco. Por lo que es, representa la vida, la curación y la inmortalidad. De ahí el uso de este animal en el caduceo, símbolo de las ciencias de la vida. Guardiana de la muerte y del más allá, este animal es ipso facto un mediador entre el mundo de los vivos y el oculto de los muertos. Asociada con el culto a los espíritus y a los antepasados, la serpiente asegura, como símbolo de sabiduría, de poder, de fecundidad y de sexualidad, la continuidad cíclica de la vida. Las religiones de la serpiente, por su visión panteísta del mundo, invitan a establecer un vínculo con la naturaleza, a percibirla como una partícula energética, dinámica, divina, de un gran todo cósmico. El culto y el despertar a “la serpiente” abriría el espíritu a percepciones extrasensoriales (espiritismo, etc.), y facilitaría el desarrollo cerebral, condición necesaria para la

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mutación hombres/dioses para entrar en la Nueva Era. El culto a la serpiente afirma pues, desde el Edén, un humanismo en oposición al Evangelio de Jesucristo. Creer en un cosmos/dios o en un Dios creador del cosmos es la problemática escondida tras la máscara de la serpiente, desde las primeras páginas de la Biblia. Esta problemática se retoma en el Apocalipsis dónde se cita a este animal, símbolo de seducción. El Génesis, escrito por Moisés durante la XVIIIª dinastía del Egipto Antiguo, enseña, en efecto, un humanismo diferente del de las religiones de la época (véase la importancia de la serpiente uraeus en Egipto). Los dos árboles del Edén, “el árbol del conocimiento del bien y del mal”, dónde se enrosca la serpiente en caduceo de vida, y “el árbol de la vida”, confrontan al hombre a una elección existencial y metafísica importante: realizar su destino como hijo inmortal y omnisciente de la serpiente/energía cósmica, como los antiguos faraones llevando la serpiente en su frente; o vivir como hijo dependiente de un Dios Creador que llama al creyente en su Nombre a participar, por su Santo Espíritu, en su vida, en su única inmortalidad y en su personalidad. Tal es el significado del sábado, instituido incluso antes de la Caída en el Edén: ¡proteger a la Humanidad de las mentiras existenciales de la serpiente! Es por ello que, tras la máscara de la serpiente (tanto en el Génesis como en el Apocalipsis), hay todo un mundo de seducción escondido, que la Biblia denuncia recordándole al hombre: 1) que la tierra y los cielos no son Dios; 2) que el hombre no es Dios; 3) que no puede ser inmortal si no es por el Espíritu del Dios inmortal en él; 4) que el mundo de las “entidades del más allá” es real, pero peligroso porque está oculto y que es imprudente ignorarlo o comunicarse con él. El objetivo del engaño de la serpiente y de sus ángeles es siempre el mismo: llevar a la humanidad a rechazar al Dios Creador y su autoridad moral, manifestada en su ley. Según su tesis, cada ser vivo es poseedor de lo divino en un cosmos/dios donde todo (en griego, “pan”) revela a Dios (en griego “theos”). El panteísmo de la “serpiente antigua” (Apocalipsis 12:9) concibe, en efecto, a Dios en todos y por todas partes, pero en ningún lugar como persona. La rebelión de la serpiente/Satanás contra Dios consiste en negar su existencia. De ahí la importancia del significado del sábado, día santo instituido para el hombre (Marcos 2:27) antes de la Caída, como un potente antídoto, protector de los delirios panteístas. Recuerda al hombre su origen y su destino… en cada momento y en cada lugar.

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Por eso la universalidad del sábado como señal de adherencia al Dios Creador. La Caída en el Edén. Una transgresión del significado del sábado Llevando a Eva a considerar y a sumarse a su visión de lo divino y de lo humano, la serpiente destruía de hecho la institución misma de la jornada sabática y su finalidad protectora contra las ilusiones del panteísmo. Hablaremos en adelante, en estos artículos, de la jornada sabática (mejor que del sabbat), asociando así este día como debe hacerse al año sabático, concepto con una connotación fuertemente positiva entre nuestros contemporáneos, incluso entre los no creyentes. ¿A quién no le gustaría tomarse un año sabático para reorientar su vida, sus prioridades, para un resurgir profundo a través de una reflexión sobre el sentido de la vida? Cada uno aducirá que desgraciadamente, por razones económicas, es imposible permitirse regularmente este planteamiento, ese replanteamiento necesario en nuestros ciclos vitales. Dios antiguamente instituyó (cada siete años) un año sabático de reposo para administrar y controlar regularmente el curso de cada historia, el desarrollo de cada persona, el bienestar de la pareja y de la familia. Es por ello que un Dios Creador, consciente de las necesidades del hombre, instituirá desde el principio de nuestra historia, una jornada semanal sabática, hecha para el hombre dirá Jesús (Marcos 2:27), para recordarle regularmente el sentido de su vida. El significado de la jornada sabática es el de reconocer y aceptar la soberanía, la singularidad, la autoridad y el amor del Dios Creador del cielo y de la tierra (monoteísmo). El significado de la Caída fue la negación de la idea misma de un Dios creador del cosmos y afirmar que el cosmos es Dios (panteísmo). 1. El propósito de la jornada sabática es afirmar la personalidad, la esencia y la eternidad del “Yo soy el Eterno” distinto de su creación. El propósito de la Caída era hacer creer y afirmar que lo divino se revela a través de una energía impersonal en una Naturaleza que, a partir de ahí, será deificada y adorada como tal. Éste era el sentido de los ídolos, un culto hecho para el ejército de los cielos (referencia en Hechos 7:42 en relación con el becerro de oro): ¡un culto a la creación antes que al Dios Creador al que Jesús nos invita a santificar su Nombre! ¡Santifica-


do sea tu nombre! La jornada sabática fue bendecida y santificada (Génesis 2:1) para recordar al Hombre que debía celebrar el nombre y la persona tres veces santa de un Dios Creador (Isaías 6:1-6). 2. El propósito de la jornada sabática es aceptar el estatus de criatura en la creación de un Dios personal y testimoniar que nuestra vida está en total dependencia con la vida de ese Dios presente en nosotros a través de su Santo Espíritu. El propósito de la Caída fue hacer creer que el hombre es un dios en desarrollo (seréis como dioses) y que su destino divino dependerá de la buena gestión de la energía divina, de la que él es. 3. El propósito de la jornada sabática es la de someterse a la autoridad de su ley, reconocida como una alianza de vida y de gracia. El propósito de la Caída fue afirmar la omnipotencia del hombre que, elevado a rango de legislador, está llamado a no hacer alianza más que consigo mismo, con el otro y con el cosmos. 4. El propósito de la jornada sabática es reconocer que todo ser creado a la imagen de Dios no es por naturaleza inmortal. Todo lo contrario, está llamado a participar de la única inmortalidad, la de Dios Creador, por su fe y su adhesión a Él. El propósito de la Caída fue hacer creer y afirmar que el hombre, divino por naturaleza, es de hecho inmortal y eterno. Llevando a nuestros primeros padres a creer en la inmortalidad natural del alma, la serpiente los estaba conduciendo, de hecho, a rechazar los mismos fundamentos del mensaje bíblico. a. La fe en un Dios Creador: si el alma es inmortal, ha existido siempre, por lo tanto jamás ha sido creada; b. Por otra parte, si el alma es inmortal, el hombre no tiene necesidad de un Salvador, ya que no corre el riesgo de morir (según lo advertido por Dios) si va al encuentro del despertar de lo divino que hay en él; en consecuencia, la fe en la inmortalidad natural del alma hace del hombre su propio legislador y salvador. La antítesis del sentido del sábado. 5. El propósito de la jornada sabática es recordar al hombre que debe descansar completamente en las obras de Dios, deposi-

tar en Él una confianza total, recibir su sabiduría de lo alto; mientras que, después de la Caída, la serpiente invita a nuestros primeros padres a no confiar más que en sus propias fuerzas, en su propia sabiduría inherente a su estatus de dioses en desarrollo. La jornada sabática fue instituida para recordarle a la humanidad una salvación sólo por la fe en el Dios Creador y libertador y, sin embargo, la serpiente pervertiría ésta jornada bendita (Génesis 2: 1-2): la daría a conocer entre los medios cristianos como un medio de salvación del hombre para el hombre (un sentido panteísta ridículamente contrario a su finalidad) y para el colmo de la infamia, sustituiría esta jornada sabática, 7º día de la semana, por el primer día de la semana, el domingo, día de adoración al sol (sunday en inglés, sontag en alemán). ¡Un extraño dar la vuelta a las cosas! El pecado de los ángeles en el cielo: un rechazo al sentido de la jornada sabática La tradición cristiana ha reconocido al adversario de Dios, su “satán” (adversario en hebreo) en los rasgos implícitos del “rey de Babilonia” (Isaías 14:12-14), el iniciador del espíritu de Babel, espíritu que imbuirá Babilonia la Grande del Apocalipsis ante un Nuevo Orden Mundial. San Jerónimo, al traducir este texto de Isaías, llamó “Lucifer” a este personaje celestial “caído del cielo”. “El astro brillante” es el glorioso querubín de alas extendidas, “hijo de la aurora”, “caído del cielo” por su desmesura y orgullo (Isaías 14:12). “Decías en tu corazón: Yo subiré al cielo, yo alzaré mi trono por encima de las estrellas de Dios. Yo me sentaré sobre la montaña de la asamblea. Yo subiré sobre las nubes, yo seré semejante al Altísimo.” Un orgullo delirante (“Yo, Yo, Yo...”) llevó a este “astro brillante” a querer elevarse por encima de las estrellas de Dios: los ángeles. Este texto nos aclara de forma perspicaz la ambición panteísta de Lucifer: Él quiso ser semejante al Altísimo, codició la función de arcángel. En efecto: - Él quiso reinar por encima de los ángeles: “elevaré mi trono sobre las estrellas de Dios”. Su alta posición como querubín cubridor no le era suficiente. Quería ascender más alto. Divinizarse, ése era el sueño de su corazón. - Él quiso sentarse sobre “la montaña de las asamblea”. Él no quiere ejercer un poder en

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la asamblea de los ángeles, estando “sobre la montaña”. Esta vez, él quiere “estar sentado sobre la montaña”. Éso es algo distinto. En las Escrituras sólo “se sientan” los que reinan y ejercen poder: los ancianos, los jueces, los magistrados, los maestros. Lucifer no está contento como querubín cubridor del poder ejecutivo, de la delegación de poder. Quiere tener poder legislativo. Codicia la autoridad del que reina sobre los ángeles. Quiere ejercer un poder supremo. Su sueño es ser semejante al Altísimo (Isaías 14:14). Lucifer no quiere identificarse con el carácter de Dios, quiere el poder político del “jefe” de los espíritus celestiales. La naturaleza panteísta y evolucionista de la ambición luciferina es evidente. Si desea ser “semejante al Altísimo” es porque el Altísimo no está demasiado alto; cualquier ser viviente puede subir hasta él y ser como él. Tal es el espíritu de ensalzamiento que el “rey de Babilonia” sabrá infundir en los ángeles y en los hombres. Es él quien anima y alienta la ambición de Babel en todo momento: si se pude ser, de verdad, “semejante al Altísimo” sólo con el poder de la voluntad (“Yo”), es que “Dios” no está tan alto y además no tiene la exclusividad de la divinidad; en resumen, que no es Dios. Bastará a cada ser viviente visualizar constantemente su propia trascendencia para poder realizarla un día, “por encima de las estrellas del cielo”, gestionando bien y deprisa todo lo divino que cada uno lleva en sí. “La Verdad no está en él”(Juan 8:44) dirá Cristo, “verdad” que definirá en su propia persona de Hijo de Dios (Juan 14:6). Él sólo es la “verdad” de la criatura, el camino que lleva a Dios y, en consecuencia, a la vida, porque él es el Creador (Juan 1:1). Vivir es participar de la vida de aquél que “es”. Lucifer no quiso estar en el “Yo soy”. Llevado por lo vertiginoso de su propia divinización para no tener más Dios que él mismo, olvidó, como criatura, que no podía “tener verdad en él” (Juan 8:44). Como esta Verdad sólo se manifiesta en el amor del Santo Espíritu de Dios, el “portador de luz” se convirtió en “asesino” al rechazar “permanecer en la Verdad” (Juan 8:44). Porque amar es “estar en la Verdad”, es participar de la naturaleza divina del Hijo de Dios, dirá el apóstol Juan (1 Juan 3: 19; 4:7-8), porque “Dios es Amor”. Esta participación con el Verbo Creador, que es vital para toda criatura, humana o celeste (porque en Dios sólo puede toda criatura tener la “vida, el movimiento y el ser”, Hechos 17:28b), Satanás la rechazó. Y como “la verdad no está en él”, a causa de esta ruptura suicida, no es ca-

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paz de “hacer bien en el amor”. Es egocéntrico en el orgullo de tener un yo en permanente búsqueda de la independencia y autosuficiencia. Ha rechazado “la ley del Espíritu y Vida” en él (Romanos 8:2) y es “la ley de pecado y muerte” que embarga su persona. El principio del egoísmo nacía por primera vez en el universo de Dios. Queriéndose hacer causa primera de todo, incluido él mismo, Lucifer no engendró más que equívocos, ilusiones y muerte. El Adversario, el “satán” de Dios, apareció con la voluntad impía de replicar el Reino, el Poder y la Gloria de Aquél que era semejante al Altísimo, es decir, la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15): el propio arcángel Miguel, el que encarnándose se convertirá en Jesucristo. Ésta es la causa, el origen del primer desorden mundial… Y es este mismo principio de rebeldía contra el Dios creador el que el Adversario imbuirá, a través de un falso Pentecostés (Apocalipsis 13:13), para el asentamiento de un Nuevo Orden Mundial. Por ello, el querubín cubridor caído no es, según Jesús, más que “el padre de la mentira” (Juan 8:44), un falso profeta cuya “cola” debe ser dominada para evitar su mismo vértigo de autodivinización. Seducir, es decir, “apartarse del camino”, del único camino que es Cristo (Juan 14:16), es a partir de entonces la nueva misión del Adversario, su única razón de ser desenmascarada por la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Sus armas son la falsificación del Espíritu, la imitación de Dios, la glorificación del Hombre; todo, atacando a la señal que es la jornada sabática. Su significado le es odioso porque el sábado enfoca la atención de toda criatura a la siguiente idea fundamental: sólo al Dios Creador pueden “pertenecer el Reino, el Poder y la Gloria” (Mateo 6:13). Por ello, cuando Jesús enseño la oración modelo, hizo hincapié a sus discípulos en pedir a Dios de “no caer en la tentación” (Mateo 6:13). ¡No en las tentaciones! ¿Cuál es esta tentación única, fundamental, por la que tenemos que orar a Dios para no caer en ella y ser librados del Maligno? Para Jesús, esta idea culpable –en la imitación de Lucifer– tiene la capacidad de negar y de separarnos del Dios Creador. Reivindicando como Lucifer, como Adán y Eva, nuestro derecho y nuestro poder de atribuirnos el Reino, el Poder y la Gloria, transgredimos con ellos y como ellos el sentido de la señal que es la jornada sabática. ¡Éste será también el pecado futuro de una Humanidad, engañada por la impía voluntad de una Babilonia la Grande para instaurar un Nuevo


Orden Mundial! La Humanidad repetirá al final de su historia el mismo pecado que cometió en sus comienzos. ¡De ahí la ira de Dios sobre ella, no sólo por negar el verdadero Evangelio de Gracia, sino también o sobre todo porque querrá destruir a los verdaderos discípulos, fieles a su único Reino, Poder y Gloria! Orando a Dios para que “su Nombre sea santificado, que venga su Reino y se cumpla su Voluntad” (Mateo 6:9-10), los testigos del Eterno anclarán su fe en Dios creador y salvador sobre la señal del sabbat y rechazarán la marca de la Bestia y su Imagen. La serpiente se irritará y será poseída de una rabia destructora contra los verdaderos discípulos del Cordero (Apocalipsis 12:11, 12, 17; 13:7, 16-17), porque le seguirán a Él y sólo a Él por dónde vaya (Apocalipsis 14:14b), rechazando caminos de seducción y falsas imitaciones que el Adversario querrá imponerles, ¡incluso el boicot y la persecución! Los testigos del Cordero y de la sangre por él derramada (Apocalipsis 12:11) recordarán que desde el Génesis hasta el Apocalipsis, desde el principio hasta el final de nuestra Historia, el “Dios que es era y será” (Apocalipsis 4:8b) vela por su Iglesia, camina en medio de ella, asegura su presencia, su fidelidad, sus consejos y la dirección de su Espíritu (Apocalipsis 1:12 a 3:22). Los discípulos sabrán, por las promesas del Apocalipsis, cómo acabará la tragedia de nuestro Mundo seducido desde el Edén y cuál será el glorioso destino de aquéllos que elegirán la adhesión a la Nueva Jerusalén antes que la sumisión a Babilonia la Grande. Conclusión: Del Génesis al Apocalipsis. ¡Un mensaje de victoria sobre la serpiente! • El Génesis habla de la creación y de la caída de nuestro mundo (1 y 2); el Apocalipsis habla de la recreación de un mundo nuevo (21:1). • El Génesis habla de una serpiente seductora que quiere abrir la inteligencia del hombre, a imagen de los faraones/dioses que enarbolaban la cobra uraeus sobre la frente (3:7); el Apocalipsis dice que los redimidos resistirán al engaño de esta misma serpiente y tendrán, ellos, “el nombre de Dios y del Cordero escritos en sus frentes”. • El Génesis describe una humanidad alejada del “árbol de la vida” por la serpiente (3:7); el Apocalipsis muestra a los redimidos del Eterno “comiendo otra vez de sus frutos” (22:2, 14, 19), porque habrán vencido a la se-

ductora serpiente “por la sangre del Cordero y la Palabra de su testimonio “ (12:11). • El Génesis nos dice cómo la humanidad se encontró “desnuda” del Santo Espíritu de Dios, por haber elegido “el árbol del conocimiento del bien y del mal” (3: 7); el Apocalipsis nos informa de cómo Dios recubre la desnudez espiritual de sus “escogidos” (19:8) con ropas nuevas “emblanquecidas con la sangre del Cordero” (7:14). • El Génesis cuenta cómo la serpiente venció a la humanidad a través de sus mentiras (3:6); el Apocalipsis describe cómo “el diablo que tentaba a los santos para seducirlos” fue finalmente vencido y echado a “un lago de fuego y azufre” (12:9; 20:10). • El Génesis habla de un paraíso perdido por causa de creer en las mentiras de la serpiente (3: 24-25); el Apocalipsis habla de un paraíso reencontrado por haber rechazado “la abominación y las mentiras” de la serpiente (22:15, 21:27); • El Génesis habla de todas las maldiciones que azotarían a la humanidad a causa del pecado del Edén (3:19); el Apocalipsis anuncia “que no habrá más anatema” porque el mal será vencido y el pecado destruido (22:3). • El Génesis nos dice que Adán y Eva “tuvieron miedo y se escondieron lejos de la Faz de Dios” (3:8, 9); el Apocalipsis enseña que los escogidos “verán de nuevo la Faz de Dios” (22:4) y vivirán eternamente en presencia de Dios y del Cordero (21:3). • El Génesis nos habla de la muerte que golpeará a la humanidad, consecuencia del rechazo de la idea de un Dios Creador (3:19); el Apocalipsis afirma y confirma “que la muerte no será más y que ya no habrá más duelo, ni llanto, ni dolor” (21:4) para los que hayan “adorado a aquel que hizo el cielo, la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (14:6). • El Génesis nos revela cómo la humanidad perdió su dominio sobre toda la tierra y sobre todas sus criaturas (3:17); la Biblia nos dice cómo la posteridad de Adán “reinará por los siglos de los siglos” (22:5). (Traducción: Alicia Prat Boix)

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Signo, significante y significado del día sabático Lo que está en juego en la “guerra del cielo” sobre la Tierra. El pecado: un rechazo de depender del Dios Santo Creador y Salvador “(...) porque es señal entre mí y vosotros por vuestras edades, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.” (Éxodo 31:13) La trasgresión del Edén: el rechazo del significado del Séptimo Día.

El significado del 7° Día

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El significado de la Caída

Reconocer la soberanía, la unicidad, la autoridad y el amor del Dios Creador de los cielos y la tierra (monoteísmo).

Negar la idea misma de un Dios creador del cosmos y afirmar que el cosmos es Dios (panteísmo y politeísmo).

Afirmar la personalidad, la esencia y la eternidad de aquél que se dice ‘’Yo soy el Eterno’’. ‘’En el principio creó Dios los cielos y la tierra’’.

Afirmar que Dios es como una energía que anima el cosmos. “En el principio los cielos y la tierra eran Dios’’.

Aceptar el estado de ‘’criatura’’ y testimoniar que nuestra vida es dependiente de la que Dios nos da.

Creer que el hombre es un Dios en desarrollo, que su destino divino depende de su buena gestión de la energía que es.

Someterse a la sola autoridad de la ley de un Dios creador, reconocida como alianza de santidad, de gracia y de vida.

Hacerse su propio legislador y comulgar, para purificarse, con la naturaleza, los hombres, el cosmos y sus espíritus.

Reconocer que todo ser creado a la imagen de Dios no es inmortal por naturaleza, sino llamado a participar de la sola inmortalidad del Dios Creador, por su fe y su adhesión a Él.

Afirmar que el fundamento del panteísmo es la fe en la inmortalidad natural de todo ser viviente y la fe en la reencarnación. No hay pues ni Dios creador ni Dios salvador.

Aceptar el determinismo de las leyes de Dios como una garantía de libertad y felicidad.

Reivindicar el derecho de decidir por sí mismo y para sí mismo lo que está bien y lo que está mal (relativismo moral).

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Principios básicos del Orden Universal de Dios. La visión de Apocalipsis 4 y 5 Marcel Fernández. Diplomado en Psicopedagogía y Licenciado en Ciencias de la Educación

Introducción La visión de los capítulos 4 y 5 es de capital importancia para comprender el entramado espiritual del Apocalipsis, ya que hace hincapié en los tres conceptos más reiterados, que son por orden: 1) el trono de Dios (asociado a los tronos de los ancianos), se cita 44 veces para incidir sobre el juicio y la venida final de su reino anunciado; 2) el segundo concepto es el del Cordero (citado 29 veces), que incide sobre la expiación redentora de la sangre de Jesús; 3) el tercer concepto, consecuencia de los anteriores, es el del regreso triunfal de Cristo, “Dios Todopoderoso, que es, que era y que ha de venir”, tema principal del libro de Apocalipsis, desde el primero hasta el último capítulo (1:7; 22:12, 17, 20). Un estudio sumario de ésta visión nos permitirá desglosar los grandes principios sobre los que se fundan el Reino, el Poder y la Gloria de Dios, puestos en duda por la serpiente/dragón. Ésta se mueve, en el Apocalipsis, a través de instituciones politicorreligiosas que atacan a la Iglesia: la Bestia que sube del mar, su Imagen, la Bestia que sube de la tierra, la Bestia que sube del abismo, todas reagrupadas al final de los tiempos en una Babilonia la Grande. En oposición o tomando como referencia los principios fundamentales del Orden divino en el cielo, es fácil descubrir los fundamentos de este Nuevo Orden Mundial que sueña, en la Tierra, con la nueva Babilonia llamada la Grande (oponente de la nueva Jerusalén, que desciende del cielo). ¿Ciudadanos de Babilonia la Grande o de la Nueva Jerusalén? ¿Qué ciudad estará marcada sobre la frente de los hombres (Apo-

calipsis 3:12; 17:5) rechazando o aceptando el reino “del Señor Dios, El que es, El que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (1:8)? ¿A qué autoridad, humana o celestial, vamos nosotros a someternos de buena o mala gana? ¿Cuál es el sentido primero del número misterioso al que hay que vencer, 666, sabiendo sobradamente que Satanás mismo es proclamado “Rey de Babilonia”? ¡Ésa es la finalidad del juicio previo al regreso de Cristo! Los capítulos 4 y 5 de Apocalipsis anuncian una apertura en el cielo; los capítulos del 6 al 11 especifican el desarrollo de los acontecimientos; los capítulos del 15 al 18 hablan del verdicto final y de la manifestación de la cólera de Dios en las 7 plagas! Este juicio previo termina con la destrucción de Babilonia y con el glorioso regreso de Cristo. Un segundo juicio seguirá tras un interludio de mil años (Apocalipsis 20) y acabará con la destrucción completa de todas las rebeliones contra el Orden Universal de Dios. Una nueva tierra y un cielo nuevo serán entonces creados y Dios instaurará la Nueva Jerusalén, gran vencedora de Babilonia la Grande. ¡Así acabará la gran controversia entre Cristo y Satanás! Los testigos y servidores de Dios, los ciudadanos de la Nueva Jerusalén, que habrán luchado por la santificación de su Nombre, por la venida de su Reino y por el cumplimiento de su Voluntad, serán los verdaderos illuminati del Orden Universal del único Dios Creador: “La ciudad no necesita sol ni luna para ser alumbrada, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera” (Apocalipsis 21:23). “…Allí no habrá más noche. Y no necesitarán luz de lámpara, ni luz del sol, por-

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que el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 22:5). Los principios básicos de los dos juicios, fundamentos del Orden celestial de la nueva Jerusalén, son reconocidos, atestiguados, aceptados por los habitantes mismos del cielo a partir de la visión de los capítulos 4 y 5. Vistos y entendidos por Juan, el estudio de estos principios celestiales permitirá: 1. Definir las bases de una justa adoración y de una sumisión inteligente a Dios y a su Orden establecido en el reino de los cielos. 2. Reconocer cualquier falsificación espiritual y evitar el engaño predicho de un Nuevo Orden Mundial por Babilonia la Grande. 3. Comprender el sentido de la jornada sabática: una señal que resume las 3 (cifra divina) dimensiones de la adoración “de el que estaba sentado sobre el trono”, “del Dios Todopoderoso que es, que era y que ha de venir”, y del “Cordero inmolado que tenía siete cuernos y siete ojos” (4:3, 8b, 5:6). Estas tres dimensiones, que hay que reconocer y adorar para estar sellados con el Nombre de Dios, de su Hijo y de la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 3:12), son las siguientes: • La santidad del Nombre de Dios (4:8). • Su título y autoridad como Creador de todas las cosas expresado en sus mandamientos (4:11). • Su poder redentor a través de la sangre de Cristo, Cordero immolado (5:9b). Que estas tres dimensiones fundamentales están explícitas, lo veremos después en la jornada sabática, señal bendecida y santificada por Dios: “Dios bendijo al séptimo día, y lo santificó, porque reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Génesis 2:3). En señal de reconocimiento y sumisión al Nombre de Dios, a sus títulos de Creador y Salvador, no es extraño que la revelación de Jesucristo haya sido dada al apóstol Juan, en la isla de Patmos, un día de sabbat. Es el día del Eterno, el 7º día de la semana inscrito en su ley (Éxodo 20:10). Cuando se conocen las numerosas referencias a la cifra 7 en el libro de Apocalipsis, cifra de la plenitud divina, ¡es evidente que la revelación de Jesucristo a sus servidores no podía darse más que en un 7º día! Dios recuerda así, con este único y simple signo temporal, su obra perfecta de salvación, obra acabada en plenitud por su poder creador y reden-

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tor manifestado en Jesucristo (Éxodo 20:11 y 31:13). Previo al estudio (sumario) de esta visión capital de los capítuloss 4 y 5, es importante notar que el texto de Apocalipsis 4 y 5 está fuertemente influido, entre otros, por los siguientes puntos: 1) por el tabernáculo israelita, su estructura, mobiliario, fiestas, servicios religiosos y en particular por la función del sumo sacerdote anunciando el ministerio de Jesús, en la tierra y en el cielo; 2) por una clara alusión a la visión de Daniel sobre el juicio previo al regreso del Hijo del Hombre (Daniel 7:9-14); 3) por el contexto escriptuario que precede al mensaje a las 7 iglesias. Desarrollo de la visión A. El contexto La visión de los capítulos 4 y 5 abarca el gran panorama histórico de la Iglesia cristiana, desde el siglo primero de nuestra era (Éfeso) hasta el final de los tiempos (Laodicea): “Después de esto [después del mensaje a las siete iglesias] vi una puerta abierta en el cielo. Y la primera voz que yo había oído, que hablaba como trompeta [un llamamiento al arrepentimiento, a la preparación para el juicio], me dijo: sube acá, y te mostraré lo que ha de suceder después [la visión de los capítulos 4 y 5 sigue la obra de Cristo en el lugar santo, símbolo de la Iglesia]. Al instante fui en espíritu, y vi un trono en el cielo [se le permite a Juan echar una mirada al lugar santísimo, el cielo, donde se prepara el juicio celestial preconizado por el servicio anual del día de las expiaciones] y uno sentado en él” [tras la visión de Cristo, sumo sacerdote obrando en el lugar santo, se le permite a Juan contemplar la gloria de Dios y del Cordero en el lugar santísimo, al comienzo del juicio] (4:1-2). Es importante destacar aquí algunos puntos clave que enseñan que esta visión, en su contexto y vocabulario, confirma la teologia adventista sobre el santuario y el juicio, en la obra de Cristo: 1) en el atrio (nuestra tierra) como Cordero inmolado en el altar de los holocaustos, símbolo de su muerte expiatoria en la cruz; 2) en el lugar santo (la Iglesia simbolizada por los 7 candelabros) como sumo sacerdote; 3) en el lugar santísimo (el cielo) dónde está el arca de la alianza, símbolos del trono de Dios en el cielo entre los seres celestiales. Una visión complementaria (11:15-19) a la de los capítulos 4 y 5, nos da la seguridad de que estamos, en la visión del trono de Dios, en lo que


preconizaba el lugar santísimo del santuario israelita, donde se encontraba el arca de la alianza, es decir, en un contexto de juicio: “Entonces fue abierto el santuario de Dios que está en el cielo, y quedó a la vista el Arca de su pacto en el santuario. Y hubo relámpagos, voces y truenos, y un terremoto y una fuerte granizada”. B. Las características del Trono de Dios y de su Reino 1. El que estaba sentado tenía la apariencia del jaspe y la cornalina [o sardio] (4:3). El resplandor que desprende El que está sentado sobre el trono se describe por la última y la primera piedra del pectoral de juicio (Éxodo 28:17-20) del sumo sacerdote del tabernáculo israelita. Este pectoral tenía doce piedras preciosas, cada una grabada con el nombre de las doce tribus de Israel. El pectoral, constantemente sobre el corazón de Aarón según la orden de Dios (Éxodo 28:29), manifestaba la relación de amor que el sumo sacerdote (representando a Cristo) debía tener siempre con su pueblo cuando oficiaba en su favor en el santuario. “Aarón llevará sobre su corazón los nombres de los hijos de Israel, en el pectoral del juicio, cuando entre en el santuario, para memoria ante el Eterno.” Por lo tanto, la apariencia de jaspe y de sardio que se desprende de Aquél que está sentado sobre el trono nos indica, a través de esta referencia al pectoral del juicio, que Dios, en Jesucristo, es nuestro sumo sacerdote mediador. Lleva los nombres de sus hijos sobre su corazón y quiere ejercer un reino y un juicio de misericordia a favor de cada uno de nosotros. 2. Un arco iris, semejante a la esmeralda, rodeaba el trono (4:3). Esta referencia al arco iris pone de manifiesto la alianza de Dios con toda la tierra (antiguamente dada a Noé; Génesis 9:16-17). Esta alianza está constituida por las diez palabras de la ley de Dios, los diez mandamientos. Esta ley es llamada ley de libertad (Santiago 2:12), porque fue dada en el Sinaí a un pueblo liberado de la esclavitud por un Dios libertador (Éxodo 20:1). De ahí la insistencia del libro de Apocalipsis sobre la necesidad de manifestar adoración a ese Dios Redentor que, como Cordero inmolado, evoca la pascua. Hay que destacar que la primera mención en la Biblia de una marca en la mano o en la frente se remonta a la pascua judía: “Y os será un señal sobre vuestra mano y

como un memorial ante vuestros ojos, para que la ley del Eterno esté en vuestra boca; por cuanto con mano fuerte el Señor os sacó de Egipto” (Éxodo 13:9). La marca en la frente y en la mano es una clara referencia a la ley de Dios, reconociendo su poder libertador de la servidumbre del pecado. Esta ley constituye, a través de las diez palabras, el testimonio de Dios acerca de lo que quiere ser y hacer en favor de su pueblo liberado a fin de mantenerlo siempre libre, hoy como ayer, de la esclavitud del pecado (Éxodo 31:18). La marca en la mano y en la frente revela pues,un testimonio de fidelidad a la ley libertadora de Cristo como Cordero Redentor. Es por esto que la ley del testimonio fue puesta, bajo mandato divino, en el interior del arca de la alianza del tabernáculo israelita (la que Juan vió en el cielo, 11:19). Pues el arca es el símbolo del trono mismo de Dios en el cielo. Es por lo que esta ley de alianza (Éxodo 34:28) suscita la cólera de la serpiente/Dragón/Satanás contra Dios y su Iglesia: “Y fue a combatir el resto de sus hijos, los que guardan los Mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús” (Apocalipsis 12:17). La obediencia a la ley de Dios es la característica de los santos, “los que guardan los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Los santificados por el Eterno aman la ley de Dios, no para ser más santos, sino para manifestar su confianza y su adoración a un Dios que ya los ha santificado. La obediencia a la ley de Dios es, pues, un homenaje y una adhesión al Dios que los ha rescatado (Apocalipsis 14:12). Por eso esta ley fue promulgada al final de un proceso libertador comenzado en Egipto, en la pascua del Cordero inmolado (símbolo de la cruz), continuado en la travesía del mar Rojo (símbolo del bautismo), celebrado con las alabanzas de un pueblo liberado. Este proceso de liberación se acaba con la promulgación de esta ley de libertad dada por un Dios libertador. Se compromete con diez palabras de alianza a mantener libres a todos aquellos que hagan con Él pacto a través de la sangre del Cordero. La ley no fue dada al pueblo de Dios en Egipto para que los hebreos obedecieran, mereciendo así la gracia de ser liberados por la sangre del Cordero pascual. ¡Es al contrario! Acusar a los que guardan los mandamientos de Dios de legalistas es una herejía y un insulto al Dios libertador y al propio

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Jesucristo. Esto se confirma con lo que sigue en la visión. 3. Del trono salian relámpagos, truenos y voces (4:5). El trono de Dios (simbolizado antiguamente por el arca de la alianza del lugar santísimo, en el santuario israelita) se revela a Juan con los mismos fenómenos que antaño atemorizaron a los hebreos cuando Dios promulgó verbalmente su ley en el Sinaí (Éxodo 19:16; 20:18). La visión del trono celestial recuerda aquí que el reconocimiento a la autoridad divina se manifesta por el repeto a la ley santa del Dios Creador y Redentor. Es el fundamento mismo del Orden divino sin el cual no puede existir el reino. ¡El trono de Dios y su ley son uno! Es por lo que la ley (estando en el interior mismo del arca de la alianza) se subraya con poder, en esta visión del trono, con “relámpagos, voces y truenos” que salen del propio trono de Dios. A lo largo del libro del Apocalipsis y durante el desarrollo del juicio de Dios (que este libro describe), estos mismos fenómenos se irán amplificando en tres etapas (8:5; 11:19; 16:18). Llaman a la humanidad y al cielo entero a hacer alianza con un Dios libertador a través del respeto a su ley de libertad. Decir cuán importante es la obediencia por la fe a la ley divina es un signo que indica: 1) el amor de ese Dios libertador hacia nosotros y el nuestro hacia Él (1 Juan 5:3-4); 2) ¡La aceptación de su reino y nuestra adhesión admirable hacia Él! La ley de Dios está constituida por diez promesas libertadoras, ¡promesas ya hechas en Jesucristo, a la vez Cordero de Dios y sumo sacerdote mediador! ¡Éste es el mensaje de Apocalipsis! Un mensaje de justificación y de santificación por la fe, en la sola gracia libertadora y purificadora de Dios! 4. Ante el trono, ardían siete lámparas de fuego, los siete Espíritus de Dios (4:5). Estas 7 lámparas ardiendo simbolizan la plenitud del Espíritu Santo. Dios le reveló a Isaías sus 7 características: “Espíritu del Eterno, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de conocimiento y de reverencia del Eterno” (Isaías 11:2). La santificación del pueblo de Dios sólo puede ser hecha por obra del Espíritu Santo. Estas 7 lámparas del Espíritu regeneran el ser del creyente en el Ser que es (el Eterno) dándole

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su sabiduría,su inteligencia, su consejo, su poder, su conocimiento y su reverencia. Éstos son los 7 aspectos de la obra de santificación por el Espíritu de Dios. No podemos aproximarnos al trono divino sin pasar por la santificación de nuestro ser: “Escrito está: sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16; Levítico 11:44; 20:7). Esta obra de santificación e iluminación estaba simbolizada en el lugar santo del tabernáculo, por el famoso candelabro de 7 brazos. Los sacerdotes no tenían acceso al interior si antes no se lavaban las manos y los pies en la cuba de las abluciones que había en el atrio. 5. Ante el trono había como un mar de vidrio semejante al cristal (4:6). La referencia mar nos remite a dos significados posibles, complementarios en el sentido de purificación, la fuente de las abluciones del santuario israelita y el paso del mar Rojo, ambos símbolos del bautismo. Es imposible acercarse al trono de la alianza de Dios sin pasar sobre y a través de este “mar” de purificación, descrita como el vidrio “semejante al cristal”: una clara alusión a la fuente de las abluciones purificadoras del santuario israelita, fuente llamada “mar” en el templo de Salomón (cf. Éxodo 30:18-31 y 2 Crónicas 4:2, 6); los sacerdotes no podían acercarse al altar de los holocaustos en el atrio del santuario israelita (prefigurando la cruz y a Cristo, Cordero inmolado), ni entrar en el lugar santo del tabernáculo (prefigurando la Iglesia) sin lavarse las manos y los pies. Los sacerdotes (que somos nosotros hoy (Apocalipsis 1:6) por nuestro bautismo) están obligados a este mismo deber de purificación para servir a Dios y a los hombres. Tal servicio es siempre recordado, en la economía cristiana, por el lavamiento de pies (y de manos) que precede a la Santa Cena. El mensaje de este mar que rodea el trono de Dios es claro: el cielo está abierto para todos, no importa quién sea, ¡pero no puede uno presentarse como sea! Las visiones complementarias (7:916; 12:2-4, por ejemplo) a la de los capítulos 4 y 5 muestran una gran multitud de redimidos. ¿Cuáles son sus características? “Estaban ante el trono y en presencia del cordero, vestidos de ropa blanca y con palmas en sus manos. Y aclamaban a gran voz: la salvación se debe a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”(7:9-


10). Esta ropa blanca está hecha de las “obras justas de los santos” (19:8). Estos escogidos estarían delante del trono de Dios porque habrían aceptado previamente pasar por el mar de cristal, símbolo de aceptación de la gracia purificadora de Dios. Es sólo la gracia lo que les permitirá ser santos y practicar obras reconocidas como justas. Los elegidos reconocerán que las obras de justicia vienen de un Dios reconocido y venerado como Santo. “Y los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia, su imagen, su marca y el número de su nombre, estaban sobre el mar de vidrio, con la arpas de Dios, y cantaban el canto de Moisés, siervo de Dios, y el canto del Cordero, diciendo: …quién no reverenciará y glorificará tu Nombre, oh Señor? porque sólo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y te adorarán porque tus actos de justicia han quedado manifiestos” (Apocalipsis 15:2, 4). Estar sobre el mar de vidrio y cantar alabanzas a Dios es también una referencia evidente al Éxodo, al pasaje triunfal del pueblo hebreo a través del mar Rojo. Como señal de glorificación del poder libertador de Dios, el pueblo hebreo cantó. Reencontramos en el Apocalipsis, en tres ocasiones, al pueblo de los redimidos de Dios gritando, cantando de alegría y alabando al Dios solo santo (Apocalipsis 7:8-10; 15:1-4; 19:1-3). 6. Alrededor del trono había veinticuatro tronos (4:4). Estos tronos anuncian, con total evidencia, el juicio previo de Dios, anterior al regreso de Cristo, porque sólo los jueces pueden sentarse (Apocalipsis 20:4): “Y vi tronos. Y se sentaron sobre ellos los que recibieron autoridad para juzgar.” Esta visión revela pues que Dios ha delegado su juicio a seres creados. Un aspecto central del mensaje de Apocalipsis va dirigido a reconocer, a través de esta visión (la de un juicio que arranca), a quiénes serán los beneficiarios de la gracia santificadora de Dios. 7. A la derecha de Dios un libro sellado (5:1). El juicio, mencionado en los capítulos 4 y 5 del Apocalipsis, no ha empezado todavía. Contrariamente a lo que ocurre en la visión del juicio del capítulo 7 del libro de Daniel (7:10b), dónde los libros están ya abiertos, aquí el único libro (que los resume todos ) está sellado, o sea, cerrado. Pero es este libro misterioso, poco a poco dessellado (capítulo 6), que será llamado más

tarde “el libro de la Vida del Cordero que fue muerto desde la creación del mundo” (Apocalipsis 13:8). En este libro está la revelación escrita (20:15), y al final del primer juicio se sabrá el nombre de “todos los que hayan seguido al Cordero por dondequiera que fuese” (Apocalipsis 14:4), los comprados con su sangre (5:9). C. Resumen y conclusión de la visión: Los fundamentos del Orden Universal de Dios El reino de Dios en el cielo, tal como lo viven y aceptan sus habitantes, se resume en tres características fundamentales: 1. La santidad del nombre de Dios afirmada por les cuatro seres vivientes. Los cuatro seres vivientes decían día y noche: “Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, que era, que es, y que ha de venir” (4:8). 2. El poder creador de Dios reconocido por los veinticuatro ancianos postrados ante de Dios. “Señor y Dios, digno eres de recibir gloria, honra y poder, porque tú creaste todas las cosas, por tu voluntad existen y fueran creadas” (4:9-11). 3. El poder redentor del Cordero inmolado esta reconocido y cantado por los cuatro seres vivientes y por los veinticuatro ancianos. “Digno eres de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste muerto, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza y lengua, pueblo y nación, y de ellos hiciste un reino y sacerdotes para servir a nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra” (5:810). El poder redentor del Cordero inmolado está también reconocido y honrado por toda la multitud de los ángeles, junto a los cuatro seres vivientes y a los veinticuatro ancianos, todos unidos en una misma postración y adoración (5:1114): “Decían a gran voz: el Cordero que fue muerto es digno de recibir poder y riqueza, sabiduría y fortaleza, honra, gloria y alabanza; y los cuarto seres vivientes dijeron: ¡Amén! y los veinticuatro ancianos se postraron y adoraron” (5:11-14). Todos los seres celestiales del reino de Dios reconocen la autoridad de Dios “porque suyo es el reino, el poder y la gloria”. Cristo, en su oración modelo (Mateo 6:9-13), invita a los discípulos a someterse sobre la tierra como los seres celestiales lo hacen en el cielo: “santificado

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sea tu Nombre; venga tu reino; sea hecha tu voluntad”. Estos tres fundamentos son contestados por los ángeles rebeldes en el cielo y por los hombres seducidos por sus mentiras sobre la tierra. En efecto, el pecado de los ángeles en el cielo y de los hombres sobre la tierra fue una rebelión, una contestación: 1) del Nombre de Dios y de su personalidad; 2) de su Reino y de su ley; 3) de su autoridad y de su carácter. Es por eso que, en su visión del trono de Dios en el cielo, Juan nos dice los tres pilares del Orden celestial que había visto: 1) la santidad del Nombre de Dios; 2) su derecho de Creador a dirigir el mundo a través de su ley; 3) la gloria de su carácter de Redentor. Estos tres elementos constituyen las tres dimensiones del culto a Dios, los tres resumidos en uno y solo significado, el del sábado, el del séptimo día de la semana. El séptimo día, el sábado, como signo de aceptación, de sumisión y de testimonio de estos tres fundamentos del culto a Dios:

“Guardad mis sábados, porque el sábado es señal entre mí y vosotros para que sepáis que Yo Soy el Eterno que os santifico” (Éxodo 31:13). • La santidad de su Nombre. • Su título de Creador. • Su poder redentor por la fe en Jesús-Cristo como Cordero inmolado. La visión del trono de Dios en el cielo en Apocalipsis 4 y 5 constituye un pasaje clave en la Revelación de Jesucristo. Permite la comprensión de los tres principios de base del Orden Universal de Dios, eso es la celebración del Dios “tres veces Santo”, la adoración del “Creador de todas las cosas” y la adoración del “Cordero inmolado” por todos los seres creados reunidos entorno a su trono. El significante del sábado es la aceptación de estos tres principios por ser ciudadanos de la Nueva Jerusalén. (Traducción: Alicia Prat Boix)

BÁJATE DESDE NUESTRA WEB ESTAS REVISTAS GRATUITAMENTE ORIGINS Revista editada en inglés originalmente por el Geoscience Research Institute (GRI), con su sede en California. Auténtica referencia para los estudiosos e interesados en el creacionismo, trata todos los puntos de vista respecto al origen de la Tierra y de la vida que en ella habita. Próximamente en www.aula7activa.org encontrarás el cuarto número.

CONCIENCIA Y LIBERTAD Revista editada en 9 idiomas por la Asociación Internacional para la Defensa de la Libertad Religiosa, con su sede en Berna (Suiza). Se divide en tres partes: Estudios, Dossier y Documentos, con temas sobre la libertad religiosa que seguro te gustarán. Paulatinamente iremos añadiendo nuevas revistas con la fecha en que fueron editadas.

AULA7 Para que el lector de Aula 7 tenga una recopilación de todas las revistas editadas hasta hoy, iremos incorporándolas paulatinamente con la fecha en que fueron publicadas.

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Nuevo Orden Mundial en la Era Neorreligiosa1 Juan Fernando Sánchez Peñas y Guillermo Sánchez Vicente

Desde hace aproximadamente veinticinco años el mundo está presenciando cambios sorprendentes cuya interpretación, por ser los hechos tan cercanos a nuestras vivencias, resulta compleja. Si bien la mayoría de los analistas coinciden en que la humanidad está traspasando el umbral de una nueva era, la naturaleza de la misma es contemplada desde perspectivas muy variadas: desde las “apocalípticas” de ciertos enfoques ambientalistas y de, por supuesto, diferentes grupos cristianos, hasta las que rezuman optimismo intramundano (la Nueva Era, “el fin de la historia” neoliberal,2 etc.). Uno de los signos del cambio que hace algunos años se comenzó a vislumbrar tiene que ver con el factor religioso. Todavía hay autores anclados en la clásica teoría de la secularización, según la cual el materialismo de las sociedades capitalistas y la cultura popular (difundida masivamente por los medios de comunicación) están acabando con los restos de la espiritualidad que caracterizó el “mundo cristiano” durante siglos. Esta referencia a la secularización se suele esgrimir con dos fines: 1) Por parte de cierta 1

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“izquierda”, con la esperanza de que el laicismo intrínseco a la secularización destierre definitivamente la pesada carga del confesionalismo sobre la legislación y la mentalidad de los estados y las sociedades. 2) Por parte de cierta “derecha”, con el temor de que la secularización imponga un modelo social arreligioso, que dificulte la práctica libre de la espiritualidad y someta a los creyentes a estilos de vida “mundanos” (este enfoque no está ausente de nuestros púlpitos). Pero cada vez son más los analistas que, en las últimas décadas, van descubriendo que, frente a la idea de que se ha asumido socialmente la “muerte de Dios”, descubren, por el contrario, que estamos presenciando “la revancha de Dios”.3 Autores más o menos posmodernos como Derrida (ya fallecido) y Vattimo, originalmente asociados al pensador antiteísta Friedrich Nietzsche, ya en 1996 consideraban a la religión «el espíritu del tiempo» presente y hablaban de un «renacimiento» de la misma. En línea similar, otro pensador tradicionalmente nietzscheano, el español Eugenio Trías, ponía repentino

Este texto condensa las ideas vertidas en una serie de artículos publicados por los autores en www.laexcepcion.com de 2001 a 2007, entre los que destacan: “Cuarenta y tres preguntas sobre el 11-S”, “Una fecha y sus secuelas (sobre la crisis internacional presente)”, “El Vaticano ante la guerra de Afganistán”, “Ecumenismo y autoridad”, “La Brigada Antiprogre”, “Progres: El ocaso de una pose”, “Golpe de estado planetario, guerra y NOM”, “Reagan, Wojtyla y la ‘Santa Alianza’”, “Demasiado para un hombre”, “’Tierra Santa’”, “Los hinchas políticos y el nuevo fascismo”, “Las ‘raíces cristianas’ de Europa: Una exigencia confesional”, “El eje Washington-Vaticano”, “Apuntes tras el 11-M”, “Ratzinger: Continúa la demostración de fuerza”, “BXVI: ¿Apostando por la guerra?”, “¿Dejaremos que los masacren?”. Remitimos a ellos para mayor información y referencias más precisas a los datos presentados (se pueden localizar a través del Índice General de la web). FUKUYAMA, Francis, El fin de la historia y el último hombre, Madrid: Planeta, 1992. Según reza el título del libro de KEPEL, Gilles, Madrid: Anaya & Mario Muchnick, 1995. Véase también, dirigido por el mismo autor, Las políticas de Dios, Madrid: Anaya & Mario Muchnick, 1995; y V. Norskov Olsen, Supremacía papal y libertad religiosa, Miami: APIA, 1992.

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énfasis en la necesidad de “pensar la religión”. Incluso el neomarxista y “neofrankfurtiano” Jürgen Habermas reconocía la nueva realidad sociocultural en una serie de textos, incluyendo algún jugoso intercambio dialéctico con Joseph Ratzinger. Asimismo el “ateólogo” y ateísta Michel Onfray, más recientemente, afirma que, lejos de estar muerto, “Dios” está hoy más vivo que nunca.4 Los factores que han conducido a esta situación son múltiples y complejos. A lo largo de nuestro artículo (y de manera especial, en el epígrafe “La neorreligiosidad”) irán apareciendo de manera más o menos explícita. En todo caso, para comprender el auge renovado de la religiosidad en un ambiente que todavía parece de lo más secularista, es preciso trazar una distinción clara entre inercias y tendencias. Las primeras son secuelas del pasado que, aunque todavía muy presentes, han perdido o van perdiendo su fuerza dominante. Las segundas apuntan en el sentido del paradigma emergente. Para identificar unas y otras es imprescindible seguir muy atenta y críticamente la evolución de los acontecimientos. La ‘Santa Alianza’, primera fase: Reagan-Wojtyla (1980-1988) Los años de gobierno de Ronald Reagan en Estados Unidos (1980-1988) presenciaron la consolidación definitiva de la llamada “derecha cristiana”, gracias a la irrupción en la política de los evangélicos conservadores de la Moral Majority de Jerry Falwell. Tanto en 1980 como en 1984 la “derecha cristiana” reivindicó el triunfo de Reagan como resultado de la movilización de millones de evangélicos tradicionalmente desinteresados por la política. Esa fortaleza moral de Reagan, de cuño patriótico, convocó también a la mayoría del voto católico, prefigurándose así en la persona del presidente la importantísima convergencia entre católicos y evangélicos, partidarios de la “recristianización desde arriba”, que se concretaría en la década siguiente. Quebrando una línea tradicional de separación entre la religión y el estado, Reagan se pronunció en varias ocasiones a favor de la cola4

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boración de las iglesias en la política y de la religión como “guía”. Nombró a católicos para los puestos más importantes de la política exterior y estableció relaciones diplomáticas con la “Santa Sede” por primera vez en la historia del país en 1984. Era el primer paso para la ‘Santa Alianza’ de Reagan y Juan Pablo II (según la expresión acuñada por el periodista Carl Bernstein).5 La colaboración entre las dos potencias se concretó en numerosas actuaciones conjuntas y apoyos recíprocos, entre los que destacó el respaldo al sindicato polaco Solidaridad en su enfrentamiento con el gobierno comunista polaco. Se estableció una red de ayuda económica a través de la CIA, los sindicatos estadounidenses, las iglesias católicas polaco-norteamericanas y emisoras (tanto estadounidenses como la del Vaticano). Altos cargos de la CIA visitaban al papa con frecuencia, recogiendo informes del campo católico al otro lado del telón de acero, y ofreciendo información procedente de agentes secretos y satélites. Poco después de la segunda visita papal a su país natal (junio de 1983) las autoridades polacas levantaron la ley marcial que habían impuesto en diciembre de 1981. El régimen pro soviético de Polonia tenía sus días contados; su descomposición sería el pistoletazo de salida para la caída de los regímenes comunistas de la Europa del Este. El 7 de junio de 1982, Reagan llegaba al Vaticano para celebrar una cumbre con el fin de rediseñar un nuevo orden mundial que superase los errores de la Conferencia de Yalta de 1945. Wojtyla declaró: «En el momento actual de la historia del mundo, Estados Unidos está llamado sobre todo a cumplir con su misión al servicio de la paz mundial.» La alianza se extendió a Iberoamérica, donde la CIA y la jerarquía romanista actuaron conjuntamente contra los sandinistas de Nicaragua o apoyando a Pinochet en Chile (quien recibiría la visita papal en abril de 1987). El desmoronamiento del bloque soviético-comunista El presidente de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov, llegado al poder en 1985, puso en

Véase DERRIDA, Jacques y VATTIMO, Gianni (eds.). TRÍAS, Eugenio, La religión, Madrid: PPC, 1996; VATTIMO, G. (ed.), Filosofía, política, religión. Más allá del “pensamiento débil”, Oviedo: Eds. Nobel, 1996; TRÍAS, Eugenio, Pensar la religión, Barcelona: Destino, 1997; HABERMAS, Jürgen, Israel o Atenas. Ensayos sobre religión, teología y racionalidad, Madrid: Trotta, 2001 (y para conocer parte del debate Habermas-Ratzinger, véase p. ej., www.mercaba.org/ARTICULOS/D/debate_Habermas_Ratzinger.htm); ONFRAY, Michel, Tratado de ateología, Barcelona: Anagrama, 2006. BERNSTEIN, Carl, “Holy Alliance”, Time, 24 de febrero de 1992. Véase también su libro con Marco Politi, Su Santidad. Juan Pablo II y la historia oculta de nuestro tiempo, Barcelona: Planeta, 1996.

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marcha su programa de perestroika (reestructuración) con el objetivo de salvar el régimen mediante su apertura y modernización. Pero las crisis internas (economía, nacionalismos) y las presiones externas (“guerra de las galaxias” reaganiana, fracaso de la ocupación soviética de Afganistán, ‘Santa Alianza’) precipitaron el debilitamiento del sistema que había comenzado a construirse con la Revolución Rusa de 1917. En otoño de 1989 los regímenes pro soviéticos de Europa del Este, contestados por masas de manifestantes que exigían apertura y libertad, fueron sustituidos por sistemas más o menos liberales y democráticos. Una rápida transformación que está simbolizada por la caída del Muro de Berlín (9 de noviembre de 1989). En agosto de 1991 un frustrado golpe de estado por parte de los sectores inmovilistas soviéticos contra Gorbachov dio paso a la disolución de la Unión Soviética. Se consumaba así el final de la era del comunismo. La importancia de estos procesos es decisiva: por un lado, sucumbe la única fuerza político-económico-militar que podía hacer frente al imperio estadounidense. Por otro, se desdibuja el referente “igualitarista” que forzaba a las democracias occidentales a establecer políticas de atención social y gasto público que pudieran frenar la radicalización de los movimientos sociales (como ocurría en Iberoamérica); es decir, se abre vía libre al neoliberalismo. Finalmente, un gran campo queda abierto para la penetración de la cultura occidental, y una libertad religiosa sin precedentes (en comparación con la etapa anterior) hace aflorar amplias masas de ciudadanos sedientos de fe. El mundo ateo empieza a postrarse ante la emergente neorreligiosidad. En cuanto a China, las tendencias son más significativas que las inercias. Su política exterior, aun recelosa hacia el Imperio, muestra el deseo de no entrar en confrontación con Estados Unidos. Y aunque su modelo de transición se resiste a la liberalización política (no a la económica) y desprecia los derechos humanos, el crecimiento imparable de todas las confesiones religiosas, en especial las cristianas, apunta a cambios insospechados hace unos años. La hegemonía indiscutible de Estados Unidos Con el desmoronamiento del bloque comunista, Estados Unidos tiene vía libre para imponer su hegemonía mundial (aunque con tal fin se servirá, además, de valiosos pretextos como el 11-S). 6

El primer episodio importante fue la Guerra del Golfo (1990-1991). En el verano de 1990 el presidente de Irak, Sadam Huseín, aliado de Estados Unidos hasta la fecha, tras informar a la embajada estadounidense (que no puso objeciones), procedió a la invasión de Kuwait. Pero el gobierno norteamericano y la “comunidad internacional” amenazaron a Irak con la guerra si no se retiraba. Significativamente, el presidente George Bush (padre) habló entonces de la oportunidad de construir un «nuevo orden mundial», una «nueva era» de armonía y prosperidad, «más libre de la amenaza del terror, más fuerte en su búsqueda de la justicia, y más segura en la lucha por la paz».6 A principios de 1991 arrasó el territorio iraquí con bombardeos que duraron cuarenta días. La agonizante Unión Soviética ya no era un contrapoder capaz de oponerse a la hegemonía global y exclusiva del gigante norteamericano. Durante toda la década de los 90 la bestia militar continuó su expansión planetaria, con el apoyo decidido de sus aliados (sobre todo el Reino Unido) y ante la cada vez más manifiesta ausencia de una política exterior autónoma por parte de la Unión Europea. Especialmente significativa fue la intervención de la OTAN en la guerra de Kosovo en marzo de 1999. El brazo militar del Imperio decide intervenir en el conflicto del gobierno yugoslavo de Milosevic con los secesionistas de Kosovo, bombardeando Serbia sin autorización de la ONU. Esta osadía constituyó un significativo precedente de la declaración de guerra contra Irak en Las Azores, cuatro años después, aunque sin las connotaciones de choque de civilizaciones que tendría esta última. Pero el más tremendo acelerón histórico de los tiempos recientes llegaría el 11 de septiembre de 2001, el tristemente celebérrimo 11-S, con los tan espectaculares como extraños atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. El grave episodio serviría para “legitimar” las subsiguientes agresiones del gobierno estadounidense, sobre todo la inmediata “represalia” tomada contra Afganistán. La agresión militar a ese país, todavía vigente, se inició el 7 de octubre de 2001, o sea, pocas semanas después del 11-S, con la excusa de castigar al régimen que protegía a la fantasmal Al Qaeda y capturar a su supuesto líder, Osama Bin Laden. Lo de menos era, y es, la total ausencia de pruebas reales que los incriminen, detalle que no impidió el aval de la ONU a esta campaña bélica. Por no hablar de la nula

Discurso ante el Congreso, 11 de septiembre de 1990.

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credibilidad que a cualquier observador mínimamente atento e imparcial debiera merecerle la versión oficial sobre los atentados en Nueva York y Washington. (¿Quién puede creerse, a estas alturas, que los aviones derribaran las torres cuando en multitud de vídeos puede verse el modo en que éstas cayeron, o cómo cayó una torre más, el llamado “Edificio 7”, de la misma forma y sin impacto de avión alguno? ¿Cómo no ver en esos vertiginosos hundimientos el resultado lógico de demoliciones controladas? ¿Quién puede admitir que en la casi una hora que medió entre el impacto del primer avión sobre la primera torre y el del supuesto avión contra el Pentágono, no se activasen las defensas antiáereas (cuasiautomáticas) del centro militar más poderoso y protegido del mundo? Son sólo algunas preguntas que tornan inverosímil la versión de los hechos que se ha venido sosteniendo oficialmente, todo lo cual arroja más que sospechas sobre el gobierno empeñado en sostenerla). Aun así, de la rica “cantera” del 11-S el Imperio sacaría, y sacará, material (tan falso como la cantera misma) para “justificar” la ocupación de Irak y la cada vez más inexorable invasión de Irán. El 16 de marzo de 2003 tuvo lugar la ya aludida Cumbre de las Azores, en la que tras una campaña de acoso y mentiras, el trío del evento (Bush, Blair y Aznar) declara la guerra a Irak al margen de la ONU, en lo que supone la consumación del golpe de estado internacional y un nuevo gran acelerón histórico. Cuatro días después comienza la brutal ocupación de Irak por el Imperio. El terrorismo “internacional”, comúnmente llamado “islamista” o “islámico”, seguiría llegando a múltiples puntos del planeta (Bali, Casablanca, Turquía, Bombay, Argelia…), destacando algunos atentados más “sensibles” (como el 11-M y el 7-J) por la ubicación de los lugares en los que se produjeron. En efecto, los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004 y de Londres el 7 de julio del año siguiente suponen nuevos balones de oxígeno para el Imperio, necesitado del miedo y el victimismo para proseguir su política expansionista. Especialmente indicado resultaba que los escenarios del terror fueran destacados países occidentales (pero no Estados Unidos, pues quizá

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ello le habría costado el puesto a Bush, acusado de ser incapaz de garantizar la seguridad). A partir de ahí, de manera cada vez más frecuente se activan y renuevan las alarmas antiterroristas ya no sólo en Estados Unidos y en los países pro occidentales de mayoría musulmana, sino también en Europa (como las de Dinamarca y Alemania en septiembre de 2007) y en realidad en todo el mundo. Alarmas fundadas o no (y cuando sí, de origen seguramente distinto del que nos cuentan), y que a veces se han concretado en nuevos amagos de atentado o “atentados frustrados”: es el caso de los supuestos planes de atentar por medio de “líquidos para fabricar explosivos” (!?) contra aviones salidos de Inglaterra en agosto de 2006 (y que permitieron endurecer de manera grotesca las normas de seguridad en los aeropuertos, tratando a todos los viajeros casi como sospechosos de terrorismo); o de los episodios de finales de junio de 2007 en Londres y Glasgow, con al menos tres supuestos intentos de atentados por medio de coches bomba (hechos que confirmarían que el nuevo primer ministro, Gordon Brown, seguirá exactamente la misma línea que su predecesor, Tony Blair). No hace falta decir quién es el chivo expiatorio de todas estas alarmas y de las acusaciones y declaraciones consiguientes: el mundo musulmán. La islamofobia tiene hoy en Occidente unos rasgos que la asemejan cada vez más a la judeofobia de la Alemania nazi.7 Los recortes en las libertades civiles Todos estos acontecimientos han acelerado otros procesos que, siendo menos espectaculares y apenas reflejados por la prensa de difusión masiva, son si cabe más decisivos en la configuración del Nuevo Orden Mundial. Nos referimos a las profundas modificaciones en las leyes de los estados que se vienen implantando, en paralelo a la abierta transgresión del derecho internacional. La más significativa es la Patriot Act8, tramitada precipitadamente en el Congreso de Estados Unidos y firmada por George W. Bush el 26 de octubre de 2001, al socaire del 11-S. Con la excusa del terrorismo, la ley recorta los derechos de los detenidos, incrimina a meros

Véase “La islamofobia es el antisemitismo del siglo XXI” en www.webislam.com/?idt=178; “Anti-judío o anti-musulmán, ¿acaso no es lo mismo?”, en www.webislam.com/?idt=5668; y “Musulmanes en la Unión Europea: discriminación e islamofobia”, en www.webislam.com/?idv=248. Este patriótico nombre está formado por las siglas de las últimas palabras de su nombre completo: Uniting and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept and Obstruct Terrorism Act.

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sospechosos y permite al gobierno interceptar todo tipo de comunicaciones. La Ley sobre Comisiones Militares (29 de septiembre de 2006), por su parte, legaliza la tortura en Estados Unidos en el marco de la “guerra contra el terror”. El Reino Unido no se queda atrás, y en marzo de 2005 aprueba la Ley de Prevención del Terrorismo. Aunque suavizaba una ley previa, promulgada poco después del 11-S, esta nueva ley supone una violación de los derechos humanos de ciudadanos británicos y extranjeros por igual. Un año después se promulga la Ley Antiterrorista, que prolonga el plazo de detención de sospechosos de 14 a 28 días, alejándose así de la tradición del habeas corpus. Similares legislaciones, promovidas a raíz del 11-S por el Consejo de Seguridad de la ONU, se han venido aprobando en otros estados, aunque, dada la fuerte contestación, algunos de ellos han dado marcha atrás (casos de Canadá y Sudáfrica). Además, cada cierto tiempo los dirigentes occidentales lanzan globos sonda para comprobar la reacción social (o la ausencia de ella) ante la eventual restricción de derechos básicos. Paralelamente, los gobiernos occidentales se han puesto de acuerdo entre sí, y en especial la Unión Europea (UE) con los Estados Unidos, para compartir datos personales de los viajeros y aplicar medidas generales de control de las comunicaciones (llamadas telefónicas y correos electrónicos). Así, en diciembre de 2005 fue aprobada una directiva en la UE que obliga a los operadores de servicios de telecomunicaciones a conservar los datos de tráfico de los clientes por un período de hasta dos años. Más grave aún es el hecho de que en agosto del presente año el Senado estadounidense haya permitido al Gobierno el espionaje de las telecomunicaciones, entre otros controles a los ciudadanos, sin orden judicial. Y en este mismo mes de septiembre, el Consejo de Ministros de Exteriores de la UE ha aprobado un acuerdo con Estados Unidos para transferir a las autoridades de este país los datos de los pasajeros aéreos que viajen allí. Mientras tanto, la justicia estadounidense castiga levemente o absuelve a militares que han practicado abiertamente matanzas o torturas en Irak. Y miles de personas siguen detenidas indefinidamente en Irak, Afganistán y Guantánamo, bajo el eufemismo de “limbo legal”, en realidad 9 Decreto conciliar Unitatis redintegratio 10 Véase la Declaración católico-luterana 11 “El don de la autoridad” (1999). 12 ICPress, 26 de marzo de 2001. 13 Zenit, 21 de febrero de 2002.

un auténtico infierno que incluye secuestros en toda regla, con la consiguiente conculcación de todos los derechos fundamentales de los detenidos (comenzando por el de presunción de inocencia). Así, el gobierno de Bush desafía al mundo, poniendo a prueba la nula capacidad de reacción de la “comunidad internacional” ante la barbarie. Otro tanto ocurre con los impunes vuelos de la CIA por países de la Unión Europea, transportando detenidos ilegales a lugares secretos donde son torturados. El ecumenismo Hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965) el papado no había querido participar en las iniciativas ecuménicas protestantes, si bien desde las comunidades de base y las organizaciones sociales ya hacía tiempo que existían contactos con otras denominaciones cristianas. A partir del Concilio, dando un giro de ciento ochenta grados, la ICR se integra en el movimiento ecuménico pero, en lugar de sumarse a los avances dados por las demás confesiones, asume el liderazgo promoviendo un ecumenismo centrado en la institución eclesiástica romana.9 Desde entonces, casi todos los avances en el ecumenismo entre protestantes y católicos han supuesto una aproximación de aquellos a las posiciones romanas. Las iglesias protestantes tradicionales han entrado en diálogo (negociación, más bien) sobre asuntos que bíblicamente son incuestionables y que además están en los orígenes de la Reforma,10 como las indulgencias. Los pasos más avanzados los han dado los anglicanos, quienes en un documento conjunto con la ICR11 aceptan la «necesidad de una primacía universal ejercida por el obispo de Roma como un signo y salvaguarda de la unidad dentro de una Iglesia re-unida», y declaran: «nos movemos hacia la comunión eclesial plena». Pero también otras históricas iglesias reformadas se han pronunciado por la necesidad de reconocer en el papa a «un portavoz universalmente aceptado»12 o un «líder espiritual para toda la cristiandad en todo el mundo».13 Todavía más cercanas a Roma se hallan las iglesias ortodoxas, con las que el catolicismo romano tiene casi una plena identidad doctrinal, si bien hay un histórico conflicto de autoridad que parece en vías de solución. En cualquier caso,

(1964); Juan Pablo II, encíclica Ut unum sint (1995). acerca de la justificación (1999).

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a efectos prácticos actúan conjuntamente en cuestiones políticas decisivas, como la defensa de la “raíces cristianas de Europa”.14 Fuera del ámbito cristiano, el papado ha asumido un decisivo liderazgo en el llamado “diálogo interreligioso”. En el caso del islam, a pesar de los numerosos puntos de fricción y abismos insalvables con el catolicismo, existen no pocos puentes: la coincidencia del Vaticano y los países islámicos a la hora de tomar decisiones sobre algunos temas morales (mujer, contracepción, aborto) en los foros internacionales, la propia concepción teocrática del poder (por más que este rasgo, en el contexto del choque de civilizaciones, sea a veces esgrimido por medios romanistas como una nota diferencial para atacar al Islam), o la voluntad de imponer criterios religiosos en los sistemas legislativos. En cuestiones propiamente religiosas, destacan los llamados del papa a los católicos y a otros fieles a ayunar conjuntamente con los musulmanes con ocasión del Ramadán, o el diálogo en torno a la figura de María15. Representantes musulmanes aceptan que en el Corán hay una posible alusión a la inmaculada concepción de María. Por otro lado se considera que Fátima, la hija de Mahoma, podría concebirse como una “post-figura” de María que, invocada con este nombre, supone una vía de atracción de musulmanes. A raíz del 11-S, hay quien ha propuesto que «podría ser justamente el Papa quien convocara a todos los líderes cristianos y musulmanes en un congreso mundial para llegar a algún paso concreto, con vistas a una nueva política mundial»16 que tenga como objetivo evitar el enfrentamiento. Como veremos más adelante, el discurso de Benedicto XVI en Ratisbona el 12 de septiembre de 2006 supone un hito decisivo en las relaciones del papado con el Islam. En cuanto al Judaísmo, desde el Concilio Vaticano II el Vaticano abandona su tradición antisemita para promover también la aproximación a los judíos.17 A partir de ese evento el acercamiento ha sido lento pero continuo, jalonado de 14 15 16 17

eslabones tan importantes como el establecimiento de relaciones diplomáticas con el estado de Israel en 1993, o la visita de Juan Pablo II a ese país en 2000, donde pidió perdón y fue cordialmente recibido tanto por judíos como por musulmanes. Desde entonces el prestigio del Vaticano en la región ha ido creciendo, y los contactos interreligiosos se han profundizado. En los últimos años representantes católicos y judíos han elaborado numerosos documentos conjuntos. El equipo vaticano que ha redactado el documento “El pueblo judío y sus Santas Escrituras en la Biblia cristiana” declara su propósito de caminar hacia «la concordia, hacia la unión» con el pueblo de Israel.18 El rabino de Roma, Elio Toaff, asociaba el ecumenismo con la escatología judeocristiana: «En el desarrollo del diálogo entre las religiones [...] podremos encontrar la paz del espíritu y convertirnos en “bendición” para el género humano. Y cuando todos los pueblos se consideren dignos los unos de los otros, entonces querrá decir que el Mesías habrá llegado.»19 Además del ecumenismo de iniciativa cristiana con musulmanes y judíos, existen numerosos foros de encuentro de las tres religiones abrahámicas, en los que destaca nuevamente el liderazgo católico romano. El Vaticano además se postula como mediador en el conflicto de Oriente Próximo, con el reconocimiento del gobierno de Estados Unidos desde la época de Clinton. Su interés, desde los tiempos de las Cruzadas, se centra en los “lugares santos”, y su principal reivindicación es la de un estatuto internacional para Jerusalén en el cual alguna autoridad moral reconocida ejerciera el liderazgo.20 A pesar de los altibajos, el Vaticano ha conseguido establecer unas relaciones fluidas tanto con Israel como con los palestinos. Según un político israelí, el Acuerdo Fundamental de 1993 entre la “Santa Sede” e Israel tuvo implicaciones positivas «para todas las Iglesias cristianas en el mundo. Es algo irreversible; hemos cambiado el estilo de una relación que duraba miles de años».21

Véase la Carta Ecuménica Europea, de 22 de abril de 2001. Véase la declaración del Concilio Vaticano II Nostra aetate, 3. Jürgen Moltmann, pastor luterano y destacado teólogo (Zenit, 26 de sptiembre de 2001). «Si bien la Iglesia es el nuevo pueblo de Dios, no se ha de señalar a los judíos como réprobos de Dios y malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras» (Nostra aetate, 4). 18 «No sabemos cuándo se podrá realizar esta unión pero es nuestra meta y caminamos en esta dirección» (Zenit, 6.2.02). 19 Zenit, 12 de febrero de 20002. 20 En el encuentro interreligioso de Asís promovido por Wojtyla (1987), el rabino francés Samuel-Henry Sirat hizo una afirmación cargada de simbolismo escatológico: «Cuando haya paz en Jerusalén, habrá paz en todo el mundo» (Zenit, 25 de enero de 2002). 21 Yossi Beilin, ministro de Justicia bajo Ehud Barak, Zenit, 8 de diciembre de 2000.

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La colaboración entre la CIA, el Servicio General de Seguridad de Israel y el Vaticano viene siendo intensa al menos desde la crisis de Belén de 2002. Es en este contexto en el que nació la Hoja de Ruta para la resolución del conflicto, auspiciada entre bambalinas por el papado y mantenida, a pesar de todos los obstáculos, por George W. Bush. Respecto al diálogo con otras religiones, aparte de las iniciativas humanistas promovidas por las UNESCO y otros foros internacionales, no hay una línea de actuación tan intensa como la del Vaticano. Las raíces paganas y sincréticas de la teología católica permiten un acercamiento a la religiosidad oriental. De hecho, Juan Pablo II recibió numerosas muestras de reconocimiento del liderazgo espiritual del papado por parte de representantes budistas e hinduistas. La neorreligiosidad Como señalábamos al principio, aunque la secularización de las sociedades occidentales es innegable, este concepto resulta insuficiente y obsoleto para comprender la dinámica del mundo actual, surgido de la caída de la última gran ideología de masas (el comunismo marxista) y del 11-S como acontecimiento-resorte para el choque de civilizaciones, que no es más que un conflicto, artificialmente impulsado, entre las religiones “cristiana” y musulmana. Son multitud los signos y las tendencias que evidencian el peso cada vez más decisivo de los factores religiosos en la sociedad, en las políticas de los estados y en las relaciones internacionales. El lenguaje moral-religioso de importantes políticos de ambos bandos (“Eje del Mal”, “Gran Satán”…) ya lo delata. El simplismo polarizador que se quiere instilar en las gentes encuentra en el ámbito religioso su gran fuente de inspiración. La creciente pujanza del papado (institución político-religiosa) como única autoridad moral reconocida a escala planetaria refuerza la orientación neorreligiosa de la política mundial. Desde el punto de vista social la presencia de lo religioso alcanza cotas inimaginables hace unas décadas. Películas de contenido no sólo religioso, sino confesional, como La pasión de Cristo o El gran silencio, se convierten en éxitos de taquilla. Cada vez más personas se adhieren abiertamente a sistemas de creencias de lo más variado, desde las múltiples ofertas de la Nueva Era y el orientalismo, hasta la variedad de cul22

tos evangélicos. En las sociedades occidentales, cada vez más interculturales, conviven ciudadanos de muy diversas creencias, lo cual provoca encuentros y choques de valores y de costumbres que desafían a los legisladores. Esta diversidad alienta a los movimientos de defensa de la identidad occidental que, a imitación de la “derecha cristiana” estadounidense, promueve políticas basadas en los valores “sólidos” de raigambre “cristiana”, enarbolando de forma victimista la supuesta invasión del islam o los avances de un fantasmal laicismo excluyente de corte agnóstico e inmoral. En esta línea se inscribe la ofensiva papal para exigir el reconocimiento de las “raíces cristianas” de Europa en la Constitución de la Unión Europea, la propuesta de reconsideración del papel de las religiones en la política del nuevo presidente francés22 o las múltiples campañas (contra la LOE, el matrimonio gay, la asignatura Educación para la Ciudadanía…) que los medios papistas españoles y sus aliados llevan a cabo en el estado español. La fascinación papal En este ambiente de atracción por lo religioso, ningún fenómeno es comparable con la proyección global, ya mencionada, de la figura del papa. Se trata de un logro romanista que le debe muchísimo a Juan Pablo II, viajero infatigable por los cinco continentes, y continuado con Benedicto XVI, menos dinámico pero no menos activo. Esta fascinación ejercida por un simple mortal alcanzó su cota máxima con ocasión del fallecimiento de Juan Pablo II el 2 de abril de 2005. La imagen más significativa fue la del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y sus dos predecesores, Bill Clinton y George H. W. Bush, además de la secretaria de estado Condoleezza Rice, arrodillados ante el cadáver de Wojtyla. Aquellos días prácticamente todos los líderes políticos, religiosos y sociales del mundo, desde Fidel Castro hasta el presidente de Irán Jatamí, pasando por el movimiento palestino Hamás o el teólogo de la liberación Gustavo Gutiérrez, se deshicieron en elogios hacia la figura de Wojtyla y/o expresaron su condolencia. Aprovechando el acelerón histórico propiciado por ese óbito, el día 19 el cónclave elige como sucesor a Joseph Ratzinger, representante de la línea más dura de Wojtyla y completamente afín a éste; en la víspera de su elección, el cardenal había lanzado una dura homilía

Véase Nicolas Sarkozy, La república, las religiones, la esperanza, Madrid: Gota a Gota, 2006.

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contra la «dictadura del relativismo» y las «modas del pensamiento» que amenazan al catolicismo: se refirió explícitamente al marxismo, el liberalismo, el libertinaje, el colectivismo, el individualismo radical, el ateísmo y a un vago misticismo religioso, aludiendo también a las nuevas “sectas” que nacen cada día.23 Una retahíla neotridentina muy similar a las que solían pronunciar los papas anteriores al Concilio Vaticano II. A pesar de ser coherente con su programa reaccionario, el prestigio del papado como referente moral universal no se ha visto mermado con Benedicto XVI, como prueban el éxito de sus viajes, la calurosa acogida recibida por su primera encíclica Deus caritas est, y por su reciente libro sobre Jesús o el amplio eco internacional de sus propuestas. La ‘Santa Alianza’, segunda fase: Bush-Wojtyla-Ratzinger (2000-hoy) Bajo las presidencias de Bush padre (1988-1992) y de Clinton (1992-2000) en Estados Unidos, la estrecha alianza establecida por el gobierno de esta nación con el Vaticano experimentó cierto estancamiento. Pero la llegada de Bush hijo al poder abrió nuevas vías a lo que se puede considerar una reedición de la “Santa Alianza” de los ochenta, intensificada por el nuevo panorama internacional. Con la excusa de los atentados del 11-S, Bush convocó una alianza internacional para atacar Afganistán. Mientras Wojtyla hace llamamientos genéricos a la oración y alusiones ambiguas a la paz,24 numerosos representantes y medios vaticanos (incluido el portavoz papal, Joaquín Navarro-Valls, y el “ministro” de Exteriores del Vaticano) defienden la aplicación de la doctrina de la “legítima defensa” y la “guerra justa” a este caso, tanto antes como después del inicio de los ataques a Afganistán. No hay ni una palabra específica de condena a la guerra, ni siquiera a los episodios más sangrantemente injustos de ella; pero, mientras la opinión pública sigue admirando al papa por su coraje de pacificador, los poderosos de la tierra saben que lo tienen de su lado. Con ocasión de la guerra de Irak, el Vaticano consigue realizar su jugada maestra. A principios de 2003 Juan Pablo II y sus colaboradores dosifican hábilmente una serie de declaraciones contrarias a la guerra en general que, sin lle23 24

gar a aplicarse al inminente ataque a Irak, son interpretadas por todos como una condena moral del mismo y un desafío a la ofensiva estadounidense, a pesar de que una y otra vez se cuestionan si ésta será una “guerra justa”. Una vez comenzada la guerra, se pronuncian múltiples expresiones de dolor y se expresa el deseo de que la contienda acabe, pero no hay ni una sola palabra de condena de la misma, ni mucho menos contra los gobiernos que la están llevando a cabo. Es más, el presidente español Aznar, promotor del ataque en la cumbre de las Azores, recibió la bendición de Juan Pablo II en su visita a España en mayo de 2003; y en posteriores encuentros del papa con Bush, con su vicepresidente Cheney o con su ministro de Exteriores Powell, no sólo no se expresó condena alguna, sino que reinó una gran cordialidad y se informó de acuerdos sobre Oriente Próximo. Otro tanto ocurrió en los numerosos encuentros de aquellos días entre altos cargos de la administración Bush y jerarcas vaticanos. La supuesta contundencia de la condena papal en ningún momento implicó acciones realmente firmes, como habría sido un llamado a la objeción de conciencia de los soldados católicos, o incluso el viaje de Wojtyla a Irak para servir como “escudo humano”. El juego de equilibrios logró los objetivos deseados, entre los que cabe señalar el incremento del prestigio papal ante el mundo árabe-islámico a fin de facilitar la posición mediadora del Vaticano en el conflicto palestino-israelí (pretexto idóneo para su establecimiento en “Tierra Santa”); la preservación de las buenas relaciones con el estado de Israel y, sobre todo, con Estados Unidos; avances decisivos en la constitución del estado palestino, según la Hoja de Ruta impulsada por el Vaticano; y un prestigio creciente entre los sectores izquierdistas y pacifistas que se movilizaron contra la guerra. El papado había conseguido alinearse junto a los antibelicistas, incluso liderarlos “contra” Estados Unidos, pero desde una distancia suficientemente prudente como para, sin interponerse entre el Imperio y sus objetivos bélicos, dejar clara la necesaria simbiosis de las dos superpotencias, con el reparto de papeles consiguiente: Estados Unidos realiza las acciones militares y las operaciones político-económicas a gran escala, y el papado proporciona el “alma” del Nuevo Orden Mundial, en una ONU en proceso de refundación en la que el

“Homilía del cardenal Ratzinger en la misa por la elección del Papa”, Zenit, 18 abril de 2005. Véase Zenit, 12, 16 y 21 de septiembre de 2001.

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Vaticano contaría con un protagonismo mayor.25 La confluencia entre el Vaticano y Bush se ha puesto de manifiesto en múltiples asuntos de calado político: posición contraria al aborto, rechazo de la clonación humana, apoyo a las campañas a favor de la continencia sexual, promoción del plan de financiación estatal a ONG confesionales, defensa por parte de Bush de la jerarquía católica durante los escándalos de pederastia clerical, condena vaticana del candidato demócrata Kerry por su pro abortismo en plena campaña presidencial de 2004… El 12 de septiembre de 2006 Benedicto XVI protagonizó otro importante acelerón en la configuración del Nuevo Orden Mundial. En un discurso pronunciado en la Universidad de Ratisbona (Alemania), y en el contexto de unas reflexiones sobre las relaciones entre la razón y la religión, citó las palabras de un emperador bizantino: «Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba.» El contexto no deja lugar a dudas de que Ratzinger acusa al islam (y en ningún momento al catolicismo romano) de ser una religión violenta. Con el precedente de la respuesta musulmana a las caricaturas de Mahoma publicadas en un diario danés, no cabe duda de que el papa preveía las reacciones violentas que siguieron a la difusión del discurso. Luego vinieron las explicaciones y “disculpas” (nunca fueron tales realmente), que combinadas con el mensaje evidente del discurso, configuraron, una vez más, un tándem de afirmaciones contradictorias muy útil para satisfacer a todos. La prueba es que los halcones islamófobos han adoptado como referencia ineludible el discurso de Ratisbona, por el planteamiento de choque de civilizaciones subyacente en el mismo; y por su parte numerosos líderes islámicos aceptaron las “disculpas” y vienen señalando la necesidad de un mayor acercamiento hacia el papado. Una nueva jugada maestra que, además, ha venido a caldear los ánimos bélicos ante la inminente guerra contra Irán. Ratisbona significa, por tanto, la incorporación pública de la segunda “pata” del eje Washington-Vaticano al choque de civilizaciones.

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Conclusión Las dinámicas analizadas apuntan a una tendencia que consideramos evidente: el Nuevo Orden Mundial se está configurando en torno a dos grandes poderes, Estados Unidos y el papado, vinculados en una estrecha alianza y con objetivos totalitarios globales, tal como profetiza el capítulo 13 de Apocalipsis. Por supuesto, se podría ampliar la selección de eventos y procesos significativos de los últimos veinticinco años a escala global. Quizá algunos de ellos parecerían contradecir nuestra conclusión. Pero la evolución de los acontecimientos confirma que el laicismo, la secularización o la prepotencia “progre” deben su actual influencia, cada vez más menguante, a la inercia histórica, y no tanto a una dinámica expansiva de carácter interno. El cristiano no puede depositar su esperanza más que en Cristo, siendo que su lucha es contra potestades espirituales (véase Efesios 6:12). Ahora bien, no por eso debe callar ante la barbarie presente en el auge totalitario y en las atrocidades bélico-terroristas de nuestro tiempo; a fin de cuentas son personas como nosotros, cuando no nosotros mismos, quienes sufren estas situaciones (véase Mateo 25:3146; Efesios 5:11). Urge entonces que los cristianos abandonen actitudes basadas en esquemas tipo “iglesia-burbuja” para abrazar los corazones de la gente reflejando en nuestros actos el amor de Cristo. Ante los claros signos escatológicos del presente, se hace necesario que identifiquemos a los principales enemigos de la libertad, sin por ello dejar de lado la denuncia de otros totalitarismos, incluidos los opuestos al Imperio. Confiando siempre, eso sí, en que la batalla no la ganaremos nosotros (eso sería pretender un imposible), sino que finalmente la ganará Cristo por nosotros en su ya próximo retorno a la Tierra. De hecho, la ha ganado ya (véase Juan 16:33; Rom. 8: 24; Efesios 2:5, 8). Y ahora más que nunca, cuando tanta angustia se cierne sobre toda la humanidad y sobre su pueblo, él nos está diciendo: «Ciertamente, vengo en breve» (Apocalipsis 22:20). ¡Amén!

Según Georges Cottier, teólogo de la Casa Pontificia: «Podemos ayudar a las Naciones Unidas: su trabajo es indispensable, pero no pueden hacer todo. Necesitan nuestra colaboración» (Zenit, 15 de abril de 2003)

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CRONOLOGÍA BÁSICA 07.06.1982

Cumbre entre Ronald Reagan y Juan Pablo II en el Vaticano.

26.03.1984

Establecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y el Vaticano por primera vez en la historia.

27.10.1986

Se reúnen en Asís representantes de las principales religiones del mundo, convocados por Juan Pablo II para orar por la paz.

09.11.1989

Caída del Muro de Berlín.

16.01.1991

Guerra del Golfo.

30.12.1993

Acuerdo Fundamental entre la “Santa Sede” y el estado de Israel.

24.03.1999

Intervención de la OTAN en la guerra de Kosovo, sin autorización de la ONU.

2126.03.2000

Visita de Juan Pablo II a Israel, durante el Jubileo del año 2000.

11.09.2001

Atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono (11-S).

07.10.2001

Comienza la ocupación occidental de Afganistán, encabezada por el ejército estadounidense, con la excusa de castigar al régimen que protegía a la fantasmal Al Qaeda y capturar a su supuesto líder, Osama Bin Laden.

26.10.2001

El presidente estadounidense, George W. Bush, firma la Patriot Act, ley que, con la excusa del terrorismo, recorta los derechos de los detenidos, incrimina a meros sospechosos y permite al gobierno interceptar todo tipo de comunicaciones.

24.01.2002

II Jornada de Oración por la Paz convocada por Juan Pablo II en Asís.

16.03.2003

El Trío de Las Azores (Bush, Blair y Aznar) declara la guerra a Irak al margen de la ONU. Cuatro días después comienza la brutal ocupación de Irak por el Imperio.

11.03.2004

Atentados contra trenes de pasajeros en Atocha y otras estaciones ferroviarias de Madrid (11-M).

02.04.2005

Muere el papa Juan Pablo II. Dos semanas después, el cardenal Ratzinger es elegido para sucederle, y adopta el nombre de Benedicto XVI.

11.03.2005

Ley de Prevención del Terrorismo en el Reino Unido.

07.07.2005

Atentados contra vehículos del transporte público (autobuses y metro) de Londres (7-J). Vuelven a reactivarse las alarmas terroristas.

12.09.2006

Discurso de Benedicto XVI en Ratisbona (Alemania).

29.09.2006

La Ley sobre Comisiones Militares legaliza la tortura en Estados Unidos en el marco de la “guerra contra el terror”.

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