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El cristiano ante los dilemas éticos del s. XXI

:: El cristiano ante los dilemas éticos del s. XXI

Josep A. Álvarez

Licenciado en Química, especialidad de Bioquímica (UB)

No existe la menor duda de que vivimos en un mundo complicado, donde los dilemas éticos a los que nos vemos expuestos van en aumento. Además, estos son cada vez más complicados de resolver, en el sentido de que los límites entre lo que puede ser correcto o no son cada vez más finos. Los avances científico-tecnológicos de las últimas décadas, así como las aspiraciones del hombre a vivir de una determinada manera, nos han abocado a una realidad sumamente complicada.

Ante la realidad que nos rodea, la pregunta que nos asalta es: ¿cómo afrontar estos dilemas? ¿Cómo actuar de una forma correcta? ¿Qué es éticamente correcto? Estas preguntas no son nuevas, ya que el cristiano teóricamente siempre ha estado inquieto respecto a cómo tiene que actuar. Pero en la actualidad, las respuestas que se han de dar son nuevas, dado que las situaciones que hemos de afrontar en muchos casos no tienen nada que ver con las que nos habíamos enfrentado en el pasado. Aquellos que tenemos una cierta edad, cuando pensamos por ejemplo en nuestra adolescencia o en los primeros años de nuestra juventud nos podemos dar cuenta fácilmente de que el mundo que nos rodea ha cambiado profundamente. En mi caso por ejemplo no existían ni los móviles ni los reproductores de MP3 ni muchos de los aparatos que ahora nos parecen imprescindi

bles. Recuerdo que el primer ordenador que tuve ocasión de manipular ya tenía alrededor de 16 años. Y como ya sabéis u os podéis imaginar las posibilidades de aquellos no tienen nada que ver con las de los actuales. Internet no era ni tan siquiera una posibilidad imaginada. Ahora en cambio sería difícilmente imaginable vivir sin estos artilugios. Estos ejemplos son una pequeña muestra de cómo ha cambiado nuestro mundo en las últimas décadas. Las posibilidades en todas las áreas se han multiplicado y, con ello, los dilemas éticos.

La Biblia como respuesta a los dilemas éticos del siglo XXI

¿Cómo dar respuesta a esos nuevos dilemas? ¿Es posible dar una respuesta desde la Biblia? La verdad es que desde mi punto de vista eso sí que es posible. Ahora bien, para dar una respuesta es necesario hacer una relectura de la Biblia y que estemos abiertos a lo que esta nos pueda transmitir. En primer lugar habríamos de asumir –tener claro– que la Biblia no aborda de forma directa los nuevos dilemas éticos a los que hemos de dar una respuesta. Y eso es así, porque los últimos libros de la Biblia al ser redactados fueron escritos hace aproximadamente dos mil años y, como es evidente, los conflictos de entonces no tiene nada que ver con los nuestros. Pero, aún así, la Biblia puede proporcionarnos orientación, puesto que las necesidades humanas continúan siendo las mismas.

El primer texto que me gustaría mencionar se encuentra en Juan 14: 6. Pero antes de seguir adelante me gustaría señalar que la Biblia no puede ser utilizada como un manual de casuística, donde encontrar un listado de cosas que podemos hacer y otras no. La Biblia nos invita a la reflexión y a una relación estrecha con Dios para hallar respuesta a nuestras inquietudes. Una respuesta válida que nos permita decidir entre lo que es correcto o no.

«Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.» (RV60)

Josep A. Álvarez

Este texto me parece fundamental porque plantea de una forma muy clara cuál ha de ser nuestro modelo, nuestra referencia en el momento de resolver los diferentes dilemas éticos y morales que el vivir nos pueda plantear. Jesús dice que Él es el camino, la verdad y la vida. Cuando hablamos de camino nos estamos refiriendo a una ruta. Jesús nos invita a tomarlo de modelo a seguir. Jesús habría de ser nuestra referencia en todo momento y circunstancia. Su forma de actuar nos puede ayudar a abordar las dificultades de la vida y, a tomar decisiones acertadas. Además, Jesús dice que Él es la verdad. Con ello Jesús nos quiere dejar claro que ante cualquier dilema que se nos pueda plantear solo es posible obtener una respuesta satisfactoria si somos capaces de mirarlo a Él. Jesús es la verdad en el sentido de que sus respuestas son las correctas. Además estas no nos defraudan. La única respuesta indiscutible a cualquier dilema ético se encuentra en Jesús. Por último, Jesús dice que Él es la vida y, este aspecto está relacionado con los anteriores. Jesús nos está diciendo que si lo tomamos como referencia encontraremos respuesta a nuestras necesidades e inquietudes y, como consecuencia de ello, hallaremos la vida. Y eso implica que hallaremos la felicidad, porque la vida y la felicidad que Jesús nos da van unidas de la mano. Jesús da respuesta a nuestras inquietudes y esa respuesta da satisfacción a todas nuestras necesidades. Si somos capaces de buscar en Él podremos hallar la felicidad.

Es verdad que el texto no nos da una respuesta específica a nuestras inquietudes. No nos dice cómo actuar, únicamente nos sugiere que nos relacionemos con Jesús y que lo busquemos. No es como en un manual que te da respuestas especificas y detalladas de cómo actuar. De hecho, en demasiadas ocasiones, los hombres lo que buscamos son listas de normas, listas de cómo actuar. Eso nos resulta mucho más cómodo, así tenemos una falsa seguridad de cómo actuar. Además, nos resulta mucho más fácil que profundizar y tener que llegar a nuestras propias conclusiones. Pero la respuesta que nos da Jesús es una respuesta que se basa en una relación con Él y eso implica dedicar tiempo, porque de otra manera no es posible mantener una amistad.

La Biblia de todas maneras nos da más indicaciones de cómo actuar, de saber como afrontar los dilemas que se nos puedan plantear en nuestro vivir diario. Jesús ante la pregunta de cuál es el mandamiento más importante dijo como podemos leer en Mateo 22:37-39

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.

Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Yo diría que este es el principio fundamental para una ética cristiana. El texto tiene dos partes diferenciadas. Hay que recordar que dicha formulación no supone una novedad, sino que ya se haya en el Antiguo Testamento.

La primera parte nos habla de que hemos de poner en primer lugar el amor a Dios. Ese amor ha de estar por encima del resto de las cosas. Esa prioridad en nuestra forma de actuar, implica que hemos de dejar en un segundo lugar el yo. En definitiva nuestros propios intereses. Esta primera parte tiene una concreción aún mayor en un pasaje de la primera carta del apóstol Pablo a los corintios:

«Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.» (1 Corintios 10: 31)

Como hemos leído cualquier dilema ético ha de ser evaluado considerando si al actuar de una determinada manera estamos glorificando a Dios. Creo que todo comportamiento tiene que tener como primera premisa poner a Dios en primer lugar. Eso implica intentar dilucidar cuál es su voluntad ante cualquier situación. Hemos de preguntarnos si al actuar de una determinada manera estamos haciendo su voluntad o por el contrario esa forma de actuar entra en contradicción con lo que Él desea de nosotros. Hemos de dejar de lado nuestros propios deseos, cosa que por cierto no resulta fácil. Eso quiere decir que nuestro yo ha de estar supeditado a Dios.

La segunda parte del texto mencionado anteriormente nos invita a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y eso implica poner en el mismo nivel nuestros intereses y los de nuestro prójimo. Implica poner en un mismo nivel el yo y el tú. Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos tiene una concreción clara que pasa por ser sensibles a las necesidades de aquellos que viven a nuestro alrededor. No solo implica ser sensibles a las necesidades de nuestro prójimo, sino que va más allá. Implica que hemos de actuar de tal forma que nuestro prójimo no se vea perjudicado por nuestras acciones, por nuestra forma de actuar. El amor a nuestro prójimo supone una limitación muy clara a nuestra forma de actuar en relación a aquellos que nos rodean. No podemos actuar de cualquier forma.

Algunos, con la intención de limitar sus consecuencias, se preguntan quién es mi prójimo con la intención de restringir las implicaciones que el mandamiento conlleva. Pero, Jesús en la parábola del buen samaritano (Lucas 10: 25-37) no dejó la menor duda en cuanto a quién es mi prójimo. Para Dios no hay diferencias. Para Él todo hombre es digno de consideración y en consecuencia es mi prójimo, inde

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pendientemente de cualquier consideración que pudiésemos plantear. Jesús no solo planteó la necesidad de amar a nuestro prójimo, sino que nos invitó a amar a nuestros enemigos (Mateo 5: 44).

Llegado a este punto, el hombre que siempre busca respuestas fáciles, puede preguntarse: ¿y cómo es posible llevarlo acabo?, ¿qué implica amar a mi prójimo?, ¿qué deberes lleva asociado el amar a mi prójimo? Y en ese sentido, la Biblia no guarda silencio en cuanto a cuál habría de ser nuestro comportamiento ético en relación con nuestro prójimo. Esta de una forma clara y especifica, nos da unas directrices de cómo habríamos de actuar. Yo diría que como mínimo podemos encontrar cuatro referencias de cómo hemos de relacionarnos con nuestro prójimo: 1. Los Diez Mandamientos: estos son una ampliación, al mismo tiempo, que una simplificación de lo que implica actuar de acuerdo con la voluntad de Dios. Como ya sabéis los primeros cuatro mandamientos se refieren a nuestra relación con Dios. En cambio los seis restantes nos hablan de cómo hemos de actuar en relación con nuestro prójimo. Estos nos invitan a honrar a nuestros progenitores, a respetar la vida, el honor y las propiedades de nuestro prójimo. 2.El Sermón de la Montaña: Jesús siendo consciente de las distorsiones a la cuales se había visto sometida la

Ley de Dios, en particular los Diez Mandamientos, se vio en la necesidad de recuperar el verdadero significado de estos. A veces el hombre se queda en la letra, pero Jesús nos llama a profundizar y a buscar cuál es el espíritu de la Ley. Por ejemplo, en el sexto mandamiento, Jesús no se conforma con el no matarás. Él afirmará que el solo hecho de desear el mal a mi prójimo, el faltarle al respeto, ya supone una transgresión del mandamiento. Creo que

Jesús nos llama a buscar el significado profundo que hay en su Ley. 3.La vida de Jesús: su forma de actuar, de relacionarse con aquellos que lo rodeaban es un ejemplo a seguir. Por lo tanto, Jesucristo es la referencia a considerar en nuestra relación con nuestro prójimo. El amor que sentía por todos aquellos que lo rodeaban es la mejor manifestación de cómo habría de actuar un verdadero cristiano. 4.La vida de los diferentes personajes bíblicos: es indudable que la Biblia nos habla de numerosos personajes.

Pero lo más importante es que esta no esconde los defectos y las virtudes de la vida de los diferentes personajes bíblicos. Sus vidas son un ejemplo y un motivo de reflexión para nosotros. Es evidente que hemos de ser prudentes a la hora de sacar conclusiones. Es importante analizar el contexto y las consecuencias que se derivaron de sus acciones para que estas puedan ser útiles en nuestra época.

Estas cuatro referencias suponen una clara guía de cómo nos hemos de relacionar con nuestro prójimo y, al mismo tiempo, suponen una clara respuesta a cómo hemos de actuar desde una ética cristiana para dar una respuesta satisfactoria a los dilemas éticos que se nos puedan plantear. Jesús formuló ese principio de amar a nuestro prójimo de una forma positiva con las siguientes palabras:

«Así que, todas la cosas que queréis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos.» (Mateo 7: 12)

Y Pablo hablando a los corintios dirá:

«Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.» (1 Corintios 10: 24)

El principio de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos no es patrimonio exclusivo del cristianismo. No es una excepción, sino que también forma parte de la tradición de las otras grandes religiones del mundo. Aunque formulado de forma diferente. Esa realidad supone que existe la posibilidad de un entendimiento entre los hombres aunque pertenezcan a tradiciones religiosas diferentes. Eso implica que podemos hablar de unos valores que son compartidos por toda la humanidad. De unos valores comunes y, que por lo tanto, pueden ser aceptados por todos. En definitiva, esa realidad permite plantear una ética de mínimos, cuestión que abordaremos posteriormente.

El principio de amor al prójimo desde las diferentes tradiciones religiosas

«Esta es la suma obligación: no hagas nada que te causara dolor si te lo hicieran a ti.» Hinduismo (Mahabarata 5:1517)

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Josep A. Álvarez

«En la alegría y en el sufrimiento, en el gozo y en el dolor, todas las criaturas nos deben merecer la misma consideración que nosotros mismos.» Jainismo (Mahavir)

«No hagas daño a los demás de formas que tú considerarías dolorosas.» Confucianismo (Analectas de Confucio 15:23)

«La naturaleza solo es buena cuando no hace a otro algo que no sería bueno para sí misma.» Zoroastrismo (Dadistani-Dinik 94:5)

«Lo que a ti te resulte odioso, no se lo hagas al ser humano que es tu compañero. Esta es la ley; el resto no son más que comentarios.» Judaísmo (Talmud Sabbat 31a)

«Así que, todas la cosas que queréis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos.» Cristianismo (Mateo 7: 12)

«Ninguno de vosotros será un creyente hasta que no desee para su hermano aquello que desea para sí mismo.» Islam (Sunna)

«No crees enemistades con nadie, pues Dios está en el interior de todo el mundo.» Sijismo (Gurú Granth Sabih 259)

«El principio es el respeto por toda forma de vida.» Nativos americanos (La gran ley de la paz)

Para finalizar con esta primera parte, me gustaría detenerme en algunos aspectos adicionales que plantea la Biblia y, que considero que son fundamentales para afrontar los dilemas éticos que se nos puedan plantear. Estos textos se encuentran en el libro del Génesis y nos hablan de la acción creadora de Dios.

«Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.» (Génesis 1: 27)

«Entonces Yahvé Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.» (Génesis 2: 7)

Estos dos pasajes del libro del Génesis nos hablan de Dios como creador del hombre. Desde mi punto de vista, de la lectura de estos pasajes se pueden extraer como mínimo tres ideas: 1. El hombre es una creación de Dios: esa realidad implica que el hombre no tiene vida propia y que su existencia esta ligada a la acción de Dios. Es evidente que esa realidad armoniza con el mandamiento de amar a Dios por encima de todas las cosas, de actuar en sintonía con su voluntad. 2.El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de

Dios: eso quiere decir que el hombre tiene unos atributos especiales, que lo diferencian de los otros seres creados.

Esa semejanza quiere decir que el hombre tiene la capacidad de crear en cierta medida y tomar decisiones en libertad (libre albedrío). Y eso es así, desde el momento

en que Dios no impone su voluntad al hombre y le permite actuar según sus propias decisiones aunque eso implique ir en muchas ocasiones en contra su propia voluntad. 3.Todos los hombres son iguales: La creación del hombre por parte de Dios hace que todos los hombres sean iguales independientemente de su raza, origen o procedencia.

Esa igualdad se ha de traducir en el amor al prójimo como a uno mismo. Eso implica que hemos de ser capaces de respetar a mi prójimo, aunque su forma de actuar choque con mis planteamientos.

La ética laica como alternativa

Hasta aquí nos hemos detenido a reflexionar sobre qué aspectos encontramos en la Palabra de Dios que nos permiten afrontar como cristianos los dilemas éticos que nos plantea nuestra sociedad. Llegados a este punto, sería bueno que fuésemos capaces de reflexionar sobre qué fundamentos utiliza nuestra sociedad para dar respuesta a los dilemas éticos. Primeramente, habríamos de ser conscientes y, pienso que todos lo somos, que vivimos en un sociedad secular y laica. Una sociedad donde Dios ha dejado de ser una referencia válida para una buena parte de sus ciudadanos. Esa realidad contrasta con otras épocas del pasado, donde Dios era incuestionable. La negación de Dios, no implica la negación en cuanto a la necesidad de unos principios éticos que nos permitan la convivencia en una sociedad plural como la nuestra. Ahora bien, la negación de Dios hace necesario la elaboración de una nueva ética. En este caso de una ética sin Dios. Aunque, parezca mentira, esa ética sin Dios no deja de compartir muchos valores con aquellos que sí que creemos en Dios.

Un motivo de reflexión es por qué la gente ha dejado de creer en el Dios de los cristianos sin dejar de intentar dar respuesta a las preguntas fundamentales de la vida. Creo que la renuncia a Dios viene asociada en una buena medida a la falta de capacidad, por parte de los cristianos y de aquellos que se atribuyen su representación, a la hora de dar una respuesta coherente y satisfactoria a los dilemas morales que se han ido planteando a lo largo del tiempo. La falta de coherencia entre los valores predicados y su práctica ha alejado a numerosas personas de Dios.

En consonancia con ese desencanto surge la ética laica, que desde otros presupuestos intenta dar respuesta a los dilemas planteados por nuestra sociedad. La ética laica, aunque parte de premisas diferentes de la cristiana, no deja de tener en común ciertos principios que pueden ser compartidos desde una ética cristiana.

El cristiano ante los dilemas éticos del siglo XXI

Moral individual versus moral colectiva

Max Weber, analizando la deontología profesional, diferenció entre ética profesional que él denominó ética de la responsabilidad y la ética personal que denominó como ética de la convicción.

Esta diferenciación en cuestiones éticas no únicamente es válida desde una vertiente profesional, sino que es extensible desde mi punto de vista a otros ámbitos de la ética.

La ética de la responsabilidad podríamos asociarla a una ética secular. Podríamos hablar de una ética de mínimos. Con ello nos referimos a una serie de valores éticos que pueden ser aceptados por todos. En una sociedad plural como la nuestra, donde existen diferentes convicciones éticas, llegar a estructurar una serie de valores que puedan ser compartidos por la sociedad en su conjunto es una necesidad.

Por otro lado, la ética de la convicción se basa en las creencias morales o religiosas del individuo. En consecuencia se trata de una ética personal. Es evidente que cada ser humano ha de tener la libertad de poder tener sus propias convicciones, pero al mismo tiempo, dichas convicciones no pueden ser impuestas al conjunto de la sociedad. De la misma manera que deseamos que nuestras convicciones sean respetadas, tenemos la obligación de respetar las convicciones de nuestro prójimo. Ese respeto ha de ser bidireccional.

Además, el respeto, la tolerancia, la aceptación de las diferencias no implica la renuncia a aquello que pensamos que es correcto. No nos obliga a actuar en contra de nuestras propias convicciones. Esa diferenciación es muy importante porque permite que en una sociedad como la nuestra cada uno pueda sentirse cómodo.

La ética de la responsabilidad habríamos de asociarla a unos principios éticos de mínimos que tendrían como fin facilitar la convivencia entre las personas. Al mismo tiempo que se respeta la individualidad.

Derechos de la persona como ente moral

Nuestra sociedad no es indiferente a las relaciones entre las personas y a los conflictos que se puedan generar entre ellas. De ahí la configuración de una serie de principios que intentan satisfacer esas necesidades. Los derechos de todo hombre se pueden enunciar en tres principios que de alguna manera responden a una ética de mínimos:

1. Principio de autonomía

«Que la única finalidad por el cual el poder puede, con pleno derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad es evitar que perjudique a los demás […] Nadie puede ser obligado justificadamente a realizar o no realizar determinados actos, porque eso fuera mejor para él o le haría feliz, porque, en opinión de los demás, hacerlo sería más acertado o justo.» 1 (John Stuart Mill)

Este principio no deja la menor duda sobre la obligación de respetar la individualidad. No existe ninguna justificación para obligar a nadie a actuar en contra de su voluntad, aunque tengamos la certeza de que se está equivocando.

2. Principio de inviolabilidad

«Actúa de tal modo que nunca trates a la humanidad, sea en tu propia persona o en la persona de cualquier otro, como un mero medio, sino siempre al mismo tiempo como un fin en sí misma.» 2 (Kant)

Este principio conocido como imperativo categórico tiene dos implicaciones: la primera es que no existe ninguna justificación para aprovecharse del prójimo para alcanzar un objetivo por muy loable que se pretenda; y, la segunda, es que existe un límite a los objetivos supuestamente colectivos de la sociedad.

3. Principio de dignidad

«Los hombres deben ser tratados según sus decisiones, intenciones o manifestaciones de consentimiento.» 3 (Carlos S. Nino)

1

2

3 MILL, John Stuart, citado en SINGER, Peter, Una vida ética. Escritos, Madrid: Taurus, 2002, p. 185. KANT, citado en BOLADERAS CUCURELLA, Margarita: Bioética, Madrid: Síntesis, 1999, p. 76. NINO, Carlos S., citado en BOLADERAS CUCURELLA, Margarita: Bioética, Madrid: Síntesis, 1999, p. 77.

Josep A. Álvarez

Este principio viene a establecer que estamos obligados a respetar las opiniones así como las decisiones de nuestro prójimo.

Estos tres principios, aunque en sus enunciados están planteados desde una ética laica, pueden ser compartidos y aceptados desde una perspectiva cristiana. Estos principios tienen por finalidad el respeto del hombre como un ser moral y responsable de sus propias convicciones.

Desde una vertiente biomédica el Informe Belmont declaró:

«Las personas son tratadas de una forma ética no solo respetando sus decisiones y protegiéndolas, sino también haciendo un esfuerzo por asegurar su bienestar.» 4 (Informe Belmont)

¿Qué es un dilema?

Llegado a este punto y antes de enunciar cuáles son algunos de los dilemas éticos que hemos de afrontar como ciudadanos del siglo XXI, deberíamos intentar dilucidar a qué nos referimos cuando hablamos de dilemas éticomorales. Para que podamos hablar de un dilema, no es suficiente que existan dos puntos de vista diferentes o dos formas de acción respecto a una cuestión. Además, se han de cumplir dos premisas para que realmente se pueda hablar de la existencia de un dilema moral o ético. Esas premisas serían que exista una indeterminación racional y que cualquiera de las posibles decisiones entrañe algún tipo de sacrificio inevitable.

Entendemos por indeterminación racional cuando respecto a una situación determinada existen dos alternativas igualmente válidas. Eso quiere decir que actuar en un sentido u otro es justificable o injustificable dependiendo, claro está, desde el punto de vista que se mire.

Por otro lado, cuando hablamos de sacrificio, nos estamos refiriendo al hecho de que cualquiera de las opciones planteadas lleva asociada algún tipo de daño, desgracia o perjuicio. Podríamos hablar de un “mal” inevitable. De ahí la dificultad a la hora de decidir.

Dilemas éticos en el siglo XXI

Siguiendo a José Rubio Carracedo, 5 la ética del siglo XXI habrá de dar respuesta a los siguientes dilemas. 1. Ecoética y justicia ambiental: esta se preocupa de los dilemas que a nivel ecológico ha generado los avances tecnológicos. ¿Cómo compaginar el crecimiento econó

4

5 BELMONT Informe, citado en BOLADERAS CUCURELLA, Margarita: Bioética, Madrid: Síntesis, 1999, p. 42. RUBIO CARRACEDO, José: Ética del siglo XXI, Cànoves i Samalús (Barcelona): Proteus, 2009.

mico y la preservación de la naturaleza para las generaciones futuras? 2.Infoética. Ética en los medios de comunicación: esta intenta analizar la necesidad de recibir una información fiable y verdadera. 3.Bioética. La ética ante los retos de la biotecnología: esta se ocupa de todos los dilemas que se relacionan con la vida. Trata de asuntos tan polémicos como el aborto, la eutanasia, la manipulación genética, etcétera. 4.Ética y corrupción política: esta se plantea cómo han de actuar los políticos y, de una forma especial, de la corrupción. Se plantea: ¿cómo evitarla? y ¿qué es legítimo en política? 5.Ética universalista. Derechos humanos y dialogo intercultural: esta intenta la construcción de una ética de mínimos que permita la convivencia en un mundo cada vez más plural.

A estos, como muy bien indican algunos de mis amigos, 6 habríamos de añadir un sexto a la luz de la actual crisis económica que sería: 6.Ética económica: esta habría de dar respuesta a cuáles han de ser los límites en los asuntos económicos y cómo se habrían de gestionar los recursos disponibles para garantizar la mejor calidad de vida posible para todos los habitantes del planeta.

Aunque estos son una novedad en relación con el pasado, es evidente que la ética no se puede limitar únicamente a abordar estos dilemas. La ética habrá de continuar dando una respuesta a los dilemas de siempre. Y de forma particular a aquellos que afectan a la convivencia entre las personas.

Críticas a la ética cristiana

El cristianismo y en particular la forma de actuar de los cristianos ha sido y continúa siendo criticada por la falta de coherencia entre el discurso y la praxis. Una cosa es lo que se dice y otra muy distinta es cómo se actúa. Además, consideran que difícilmente se podría hablar de ética cristiana. Ese cuestionamiento de la ética cristiana se fundamenta en dos premisas erróneas, pero que en buena medida se apoya en la forma de actuar de los cristianos o como mínimo en la impresión que causamos entre aquellos que nos rodean. Esas críticas afirman o sustentan que la ética cristiana se fundamenta en dos principios: 1. El principio de obligatoriedad: esa crítica afirma que los cristianos actúan de determinada manera por obliga

6 En ese sentido, he de destacar el intercambio de impresiones que tuve con el Dr. Ferran Sabaté en la convención de AEGUAE del año 2010.

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ción, que su comportamiento no responde a un convencimiento, sino que se funda en el temor a la divinidad. Y por lo tanto, no podemos hablar de ética en sentido estricto. 2.El principio de retribución: según este los cristianos actúan movidos por el deseo de recibir un premio (retribución). Como en el caso anterior la acción de los cristianos no se funda en la convicción.

Creo que estas acusaciones realizadas a la ética cristiana no se pueden apoyar en ningún caso en el mensaje del evangelio, sino que se deben a cómo actúan los cristianos. Y no hay la menor duda que una cosa es declarase cristiano y, otra muy distinta es actuar de acuerdo al mensaje de Jesús. En ese sentido, el diálogo entre el joven rico y Jesús 7 es un claro ejemplo de esa dificultad de llevar el ideal de Cristo a la práctica. Además, esta nos interpela a reflexionar sobre lo que implica una ética cristiana.

El joven rico se acercó a Jesús y, le preguntó ¿qué he de hacer para heredar la vida eterna? Es importante que nos demos cuenta de que el joven rico pensaba que estaba en sus manos el poder alcanzar la salvación. Ese convencimiento lo había llevado a actuar de una determinada manera durante toda su vida con la única finalidad de obtener la vida eterna. Cuando Jesús le invita a guardar los mandamientos, el joven rico contesta que siempre los ha guardado. Entonces, Jesús lo invita a vender todo aquello que posee y que lo siga. Pero como es conocido por todos, el joven rico se da media vuelta y desaparece. El joven rico practicaba una ética que se fundamentaba en la retribución y en la obligación. El joven rico no actuaba porque estuviese convencido de lo que hacía, sino que su comportamiento era un medio para alcanzar un objetivo. El joven rico no había entendido el significado profundo de la Ley de Dios. Se había limitado a una lectura superficial, se había quedado en la letra. Además, no había descubierto ni comprendido que la finalidad de la Ley de Dios es llevarnos a Él. Ni la Ley ni su cumplimiento nos puede salvar. Jesús quiere abrir los ojos del joven rico para que sea consciente de la necesidad de actuar de forma diferente, pero no como un medio de alcanzar la vida eterna. Jesús quiere provocar un cambio en el joven rico que lo lleve a actuar de una forma ética. Jesús lo coloca ante la realidad de los que tienen necesidad con la esperanza de que se produzca un cambio en su vida. Pero el joven rico rechaza la oferta y decide que no vale la pena.

Por otro lado, una lectura superficial nos puede hacer pensar que ser cristiano implica actuar de una determinada manera para que podamos ser salvados. Pero en realidad lo que quiere decir Jesús, es que hemos de hacer nuestra

7 Mateo 19: 16-30 la Ley de Dios. Y que esa apropiación se traducirá en una vida ética que en última instancia nos proporcionará la vida eterna. La retribución no es una finalidad en si misma, sino una consecuencia. El cristiano debería actuar por convencimiento, porque piensa que esa forma de actuar es la correcta. Porque actuar de otra manera no tiene sentido. El cristiano en ningún caso habría de actuar por obligación o por el premio que pueda llegar a recibir.

En relación a lo que implica comportarse éticamente, estoy de acuerdo con aquellos que defienden que la ética se ha de reflexionar e implementar en la vida. Es necesario vivir la ética para que esta tenga sentido. La ética no se puede imponer. Comportarse éticamente solo es posible desde el convencimiento de que esa forma de actuar es la correcta. Y no solo la correcta sino que es la mejor opción.

Como cristianos que nos declaramos, tenemos el reto de saber dar respuesta a los dilemas éticos que se plantean en nuestra sociedad. Al mismo tiempo que intentamos actuar de una forma ética. No por temor o con el deseo de recibir algo a cambio sino porque creemos que eso es lo correcto.

Para finalizar, me gustaría hacerlo con dos citas y un texto bíblico del apóstol Pablo que son una invitación a la reflexión.

«La ética no entiende de datos estadísticos ni de mayorías; de lo contrario, los pecados capitales serían las virtudes capitales.» 8 (José Rubio Carracedo)

«Actúa de tal manera que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de la auténtica vida humana sobre la Tierra; o, dicho en negativo: actúa de tal manera que los efectos de tu acción no sean destructivos para las posibilidades futuras de esa vida; o, sencillamente: no dañes las condiciones necesarias para la permanencia indefinida de la humanidad en la Tierra; o, utilizando otra vez una formulación positiva: incluye en tus opciones presentes la integridad futura del ser humano como objetivo paralelo de tu volición.” 9 (Hans Jonas)

«Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.» (1 Corintios 11: 1)

Creo que el gran secreto a la hora de tomar de decisiones se encuentra en que seamos capaces de ser imitadores de Cristo, que podamos tener una experiencia vital con Él.

8

9 RUBIO CARRACEDO, José: Ética del siglo XXI, Cànoves i Samalús (Barcelona): Proteus, 2009, p. 97. JONAS, Hans, citado en BOLADERAS CUCURELLA, Margarita: Bioética, Madrid: Síntesis, 1999, p. 94.

:: Bioética y Biblia

Josep A. Álvarez

Licenciado en Química, especialidad de Bioquímica (UB)

No tengo la menor duda de que la Bioética es uno de los campos donde los dilemas éticos se ponen de manifiesto de una forma más clara. Y esa realidad nos obliga como cristianos a reflexionar y a manifestar nuestra opinión. Poder dar una respuesta a los dilemas que la vida nos pueda plantear es una necesidad que no podemos eludir. Esta respuesta siempre ha de ser reflexionada y al mismo tiempo respetuosa con la pluralidad.

¿Qué es la Bioética?

El término bioética es un neologismo que combina bios=vida y ethos=ética; ¿qué es correcto? ¿Por qué actuar de una determinada manera? Algunas definiciones posibles son las siguientes:

«Disciplina que estudia los problemas éticos que se plantean en la investigación biológica y médica.» (María Moliner, 2000)

«Como el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto dicha conducta es examinada a la luz de los valores y de los principios morales.» 1 (W. T. Reich, 1978)

Por lo tanto, la Bioética se encarga de todos los dilemas que se relacionan con la vida.

El primero en utilizar el término bioética, fue Rensselaer Van Potter en el año 1971 en su libro Bioethics Bridge to the Future, donde planteaba los dilemas que se suscitaban entre medioambiente y crecimiento poblacional.

De todo lo dicho se infiere que la Bioética es una disciplina que tiene menos de medio siglo de vida. Pero, al mismo tiempo, es una de las áreas que más polémicas ha generado en las últimas décadas, ya que los cambios producidos en todo lo que tiene que ver con la vida han sido vertiginosos.

Aunque la Bioética como tal se desarrolla en la última parte del siglo XX, no quiere decir que sea un debate totalmente nuevo. Ya en la antigüedad se discutían ciertos

1 REICH, W. T., citado en GOIKOETETXEA, María Jesús: Introducción a la Bioética. Bilbao: Cuadernos de Teología Deusto, nº 20, 1998, p. 9. aspectos que continúan de actualidad, como es el caso del aborto.

¿Por qué surge?

El origen de la Bioética como disciplina hay que asociarlo a tres realidades que se han ido configurando en la segunda mitad del siglo XX y que han cambiado nuestra forma de relacionamos con todos los aspectos que tienen que ver con la ciencia y en particular con la medicina.

1. Los cambios en la relación sanitaria y en el concepto de salud

¿Qué entendemos por salud? El concepto de lo aceptable ha cambiado de forma significativa después de la década de los setenta del siglo XX. El médico ya no puede tener una actitud paternalista como en el pasado. Él tomaba todas las decisiones. El paciente no era consultado. En la actualidad se ha ido consolidando el principio de autonomía del paciente, con el correspondiente principio de consentimiento informado. El paciente ha de autorizar un tratamiento. Pero esta nueva realidad plantea nuevos interrogantes: ¿cuáles son los límites, si es que existen, en la toma de una decisión cuando la opinión del paciente y el médico no coinciden? Este dilema se acentúa cuando la vida está en peligro.

2. Los grandes avances científicos y técnicos en el campo de las ciencias de la salud

Es indiscutible que el progreso de la medicina ha generado todo un conjunto de dilemas que no existían anteriormente. A modo de ejemplo podríamos mencionar: • Trasplantes • Píldora del día después • Ingeniería genética (manipulación de los genes) • Inseminación artificial • Reproducción in vitro • Diagnóstico prenatal

Bioética y Biblia

• Operaciones de cambio de sexo • Reanimación • Tratamientos del dolor…

Esa nueva realidad nos lleva a plantearnos como muy bien sintetiza María Jesús Goikoetxea el dilema siguiente:

«Todo lo técnicamente posible es éticamente correcto, o lo que es lo mismo todo lo que se puede hacer, se debe hacer.» 2

3. La universalización de la asistencia sanitaria en una situación de recursos limitados

El dilema que se plantea es muy importante, porque cómo compaginar las necesidades sanitarias particulares en una sociedad donde los recursos son cada vez más limitados y los tratamientos posibles más caros. ¿Quién ha de decidir sobre si un tratamiento se ha de aplicar o no? ¿Cuáles han de ser los fines a alcanzar? ¿Qué criterios hemos de utilizar para decidir?

Me gustaría finalizar este apartado con una cita de G. K. Kieffer, porque creo que expresa de una forma muy adecuada esta nueva realidad cuando dice:

«De un modo muy real, la “nueva biología” ha hecho volver a éticos y teólogos a la oficina de proyectos para que reconsideren las viejas concepciones de la vida y de la muerte y de lo que significa ser hombre. Estos descubrimientos pronostican cambios dramáticos en nuestro pensamiento ético y tienen graves implicaciones para la política y las tareas legislativas.» 3

2

3 GOIKOETETXEA, María Jesús: Introducción a la Bioética, Bilbao: Cuadernos de Teología Deusto, nº 20, 1998, p.12. KIEFFER, G. K., citado en GOIKOETETXEA, María Jesús: Introducción a la Bioética, Bilbao: Cuadernos de Teología Deusto, nº 20, 1998, p.25.

¿Cómo tomar decisiones? Criterios

Ante la realidad que nos toca vivir, no podemos dejar de preguntarnos cómo hemos de actuar. ¿Qué criterios hemos de considerar en el momento de abordar cualquier dilema que se nos pueda plantear desde la Bioética? Creo que existen como mínimo cuatro criterios que nos pueden ayudar en esa toma de decisiones. Es importante señalar que los tres primeros pueden ser aceptados universalmente, independientemente de las convicciones propias. Mientras que el último es un criterio específicamente cristiano.

1. Utilizar la razón

Como seres racionales cualquier situación requiere un análisis crítico utilizando la lógica. Es necesario evitar el dogmatismo y las ideas preconcebidas. Hemos de ser sensibles a las nuevas realidades que imponen los avances científico-tecnológicos.

2. Aceptar la pluralidad

Hemos de aceptar que en una sociedad libre no todos pensarán de la misma manera. ¿Quién tiene la razón? Hemos de pensar que en una sociedad donde hay autonomía existen diferentes respuestas a un mismo problema.

Yo no deseo imponer mi ética, pero tampoco deseo que me la impongan.

A veces olvidamos que la existencia de una determinada legislación no nos obliga a hacer uso de las posibilidades que esta establece. Por ejemplo, en el caso del aborto una ley ampliamente permisiva no hace obligatoria su práctica o, si en el futuro se regula la eutanasia tampoco se nos obligaría a hacer uso de esa posibilidad.

3. Ser críticos

Hemos de ser críticos dado que la Bioética es una materia que va cambiando. Los avances científicos y las nuevas realidades que estos llevan asociados nos obligan a reflexionar sobre los postulados aceptados hasta el momento. Hemos de pensar que en bioética cada caso merece un análisis personalizado, es muy peligroso generalizar.

4. ¿Qué dice la Biblia?

Aquellos que nos consideramos cristianos al analizar cualquier cuestión ética, deseamos que Dios nos dirija con el deseo de hacer lo más correcto. Pero, al mismo tiempo, deseamos dar una respuesta razonada de por qué pensamos y actuamos de una determinada manera. Por ello acudimos a la Biblia como palabra de Dios. Aunque la Biblia no habla

Josep A. Álvarez

de Bioética si que podemos encontrar algunos elementos que nos pueden ayudar, que analizaremos más adelante.

Principios de bioética

El principio fundamental de la bioética sería:

Todos los seres humanos merecen absoluta consideración y respeto.

Pero la pregunta que surge es cómo se concretiza este lema en la realidad. ¿Cómo hacemos que el respeto que merece toda persona se convierta en una realidad? En este sentido existen cuatro principios aceptados ampliamente que de alguna manera intentan que el respeto y la consideración que merece todo ser humano sean un hecho. Estos fueron enunciados por primera vez por Bauchamp y Childress en el año 1979 en un libro titulado Principles of biomedical ethics. Siguiendo a María José Goikoetxea estos podrían enunciarse de la forma siguiente: 1. Principio de beneficencia

«La obligación de procurar el bien a aquel de quien me siento responsable respetando sus propios valores y proyecto de vida.» 2.Principio de no-maleficencia

«La obligación de no lesionar la integridad de un ser humano.» 3.Principio de autonomía

«La obligación de cada sujeto a respetar sus propios principios y valores y a desarrollar el proyecto de vida que ha elaborado en función de los mismos.» 4.Principio de justicia

«La obligación de no discriminar a ningún ser humano.»

«La obligación de distribuir equitativamente los recursos sanitarios de modo que nadie sea discriminado.»

Una matización importante es señalar que los principios de beneficencia y autonomía se refieren a un ámbito más personal y los principios de no-maleficencia y justicia a un nivel público.

De hecho, uno de los retos más complicados en Bioética, como decíamos más arriba, es cómo compatibilizar estos diferentes principios, porque en numerosas ocasiones estos principios entrarán en conflicto. Y cuando esto se produzca estaremos ante un dilema ético o moral. Eso exigirá un análisis pormenorizado en cada caso y una toma de posición. Y la decisión tomada no necesariamente será del gusto de todos, y eso como es lógico será motivo de conflicto.

Criterios de una decisión autónoma

De todos los principios planteados, el más cuestionado y debatido, el que genera más debates es el principio de autonomía. ¿Cómo compaginar la libertad de elección con los otros principios? ¿Hasta que punto una persona puede tomar decisiones? ¿Dónde está el límite, si es que existe alguno? ¿Cómo podemos decidir si una persona tiene la capacidad de decidir por sí misma? ¿Qué criterios podemos utilizar? No se trata de cuestiones triviales, sino que se trata de una cuestión fundamental en cualquier dilema ético. Pero en el caso de la Bioética dar una respuesta satisfactoria a esta cuestión es vital, se convierte en una prioridad, dado que estamos hablando de la vida y de cómo la entendemos. Y es evidente que la percepción de la vida no es igual para todo el mundo. En esa diferente percepción de la vida hay que buscar las polémicas que acompañan el debate en torno al aborto, la eutanasia, el suicidio asistido, etc. Cuando surge un dilema que afecta a una persona: ¿Quién ha de decidir? ¿Quién ha de tomar la decisión en última instancia, el individuo como ser moral, los profesionales o la sociedad? La respuesta a esta pregunta no solo es importante en relación a aquellas cuestiones que generan fuertes polémicas sino que también afecta a otras decisiones aparentemente no tan conflictivas, como por ejemplo si me someto a un tratamiento médico o no.

Otra cuestión a dilucidar es cómo determinar si una persona tiene la capacidad de decidir. Hay situaciones en las que es más que evidente que la persona no puede decidir, por ejemplo en el caso de una persona que se encuentra en coma o en el caso de que sus capacidades están disminuidas a causa del tratamiento al cual se ha visto sometido. Pero, al mismo tiempo, en otras ocasiones se dan circunstancias en las que ya no está tan claro. Además, más a menudo de lo que podemos imaginar, se dan situaciones en las cuales la familia, los amigos o los facultativos no estén de acuerdo con la decisión tomada por el paciente, aunque sus capacidades no estén disminuidas. De ahí, la importancia de los testamentos vitales porque nos permiten manifestar nuestra voluntad en relación a ser sometidos o no a un tratamiento en determinas circunstancias. Además, tiene la ventaja de que esa manifestación se realiza antes de encontrarse en una situación límite y, por lo tanto, dicha manifestación se hace libre de condicionamientos.

Todos estos conflictos, hacen necesaria la existencia de unos criterios que nos permitan evaluar si una decisión ha sido tomada de forma autónoma. Según Faden y Beauchamp para considerar un acto como verdaderamente autónomo se habrían de cumplir tres criterios:

Bioética y Biblia

1. Que sea intencional. 2.Que se realice con suficiente conocimiento o com

prensión adecuada de la situación y de las consecuencias que se podrían derivar.

3.Que se produzca con ausencia de control externo

en sus diferentes grados (coerción, manipulación y persuasión).

Posteriormente, algunos autores consideraron necesario añadir un cuarto criterio que sería: 4.Capacidad de autocontrol o control interno.

En principio cualquier decisión que se ajuste a estos cuatro criterios habría de ser considerada como autónoma y responsable. Lo que implica que a priori se habría de respetar, a menos que se considere que esta entra en conflicto con otros principios.

¿Qué dice la Biblia?

Como decíamos, todas las cuestiones planteadas no son ajenas a los cristianos, puesto que formamos parte de la sociedad. Y más tarde o más pronto algunas de las cuestiones planteadas nos pueden afectar. De hecho, tengo el convencimiento de que más tarde o más temprano algunos de los dilemas que se plantean en Bioética nos afectarán de forma más o menos directa. Por ello es importante reflexionar sobre lo que dice la Biblia al respecto. Lo primero que nos habría de quedar claro, y pienso que todos lo tenemos claro, es que la Biblia no aborda de forma directa las cuestiones y dilemas que plantea la Bioética. Pero a pesar de ello, la Biblia sí que nos da unos parámetros bastante claros en cuanto a cuál ha de ser nuestro comportamiento. La Biblia plantea una serie de principios que son aplicables a la cuestión que nos ocupa.

Hemos de ser prudentes de todas maneras y leer en su contexto aquellos pasajes que consideramos válidos a la hora de tratar toda cuestión de Bioética. Hemos de evitar la tentación de ser dogmáticos y realizar afirmaciones taxativas con un único pasaje, a menos que sea más que evidente el paralelismo.

En ese sentido, el análisis de las vidas de los diferentes personajes bíblicos puede ser de gran utilidad. Ellos nos pueden mostrar cuales son las verdaderas pautas de un comportamiento ético.

En el horizonte bíblico existen algunos principios que se ponen de manifiesto a lo largo de todas las Escrituras y que nos pueden ayudar en la toma de decisiones.

Principio fundamental de una bioética cristiana

Creo que el texto fundamental a la hora de tener que abordar cualquier cuestión relacionada con la Bioética desde una perspectiva cristiana sería el siguiente:

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.

Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» (Mateo 22: 37-39)

Además del mencionado anteriormente sería interesante tener en consideración los siguientes textos y pasajes de la Biblia:

«[...] Porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. [...] El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.» (Romanos 13: 8-10)

Los Diez Mandamientos (Éxodo 20)

Sermón de la montaña (Mateo 5-7) «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.» (Génesis 1: 27)

«Entonces Yahvé Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.» (Génesis 2: 7)

Algunos dilemas en torno a la Bioética

Los temas que abarca la bioética o que la afectan parecen no tener límite. Con el paso del tiempo surgen nuevos dilemas que nos hacen replantear aquellos que creíamos tener claros. La Bioética es una disciplina que irá multiplicando los dilemas planteados al mismo tiempo que la ciencia progresa. Ello nos obliga a ser receptivos a las necesidades que nos rodean.

Algunos de los dilemas que aborda la Bioética son: • Crecimiento animal ¿Podemos continuar aumentado el consumo de carne? ¿Son justificables los mecanismos de producción utilizados en la actualidad? ¿Habríamos de establecer unas condiciones mínimas para garantizar que los animales no sufran? • Problemas ambientales ¿Cómo evitar la pérdida de biodiversidad? ¿Cómo mantener el crecimiento sin destruir la biosfera? • Investigación y ensayos clínicos ¿Qué criterios se habrían de implementar para compatibilizar la investigación con el respeto de las personas? ¿Qué riesgos son aceptables? ¿Cuándo es justificable la utilización de animales?

Josep A. Álvarez

• Inseminación artificial ¿Es legítimo servirse de dicha opción? ¿Qué límites se han de establecer? • Reproducción in Vitro ¿Hay que establecer límites a dicha práctica? ¿Qué hemos de hacer con los óvulos fecundados y no implantados? ¿Tienen derechos los donantes sobre los “hijos” nacidos? • Selección de sexo ¿Nos hemos de valer de esta posibilidad? ¿En qué circunstancias sería legítimo? ¿Podemos realizar otro tipo de selecciones? • Madres de alquiler ¿Es una posibilidad aceptable? Pensemos en que hay muchas mujeres en la India que se convierten en madres de alquiler por necesidad. • Métodos anticonceptivos ¿Se ha de regular el acceso a estos? • Píldora del día después (RU486) ¿Ha de estar disponible en las farmacias sin ningún tipo de restricción? • Diagnóstico prenatal ¿Se han de realizar considerando la información que nos proporciona teniendo presente que puede condicionar nuestra decisión respecto a continuar con el embarazo o no? • Aborto ¿Es correcto abortar en toda circunstancia? ¿Hay situaciones que lo justifiquen? ¿Hasta cuándo se ha de poder abortar? • Transgénicos ¿Hemos de continuar con la manipulación genética de plantas y animales con la finalidad de obtener características deseables? ¿Hemos de limitar el uso de estos? • Clonación ¿Se ha de permitir la clonación de cualquier especie? ¿Hemos de prohibir la clonación humana? • Células madre ¿Hemos de permitir la investigación en esta área teniendo presente los beneficios potenciales a largo plazo? ¿Qué límites se habrían de establecer? • Trasplantes ¿Cuándo acaba la vida? ¿Cuándo podemos declarar que una persona está muerta? ¿Hemos de obtener en todo momento el consentimiento del donante o de los familiares cuando la vida de otra persona está en juego? ¿Quién ha de tener la prioridad a la hora de acceder a un trasplante? ¿Podemos ser donantes en vida? En caso afirmativo, ¿de qué células, tejidos y órganos? • Operaciones de cambio de sexo ¿Es razonable utilizar los fondos públicos en dicha práctica? • Suicidio asistido ¿Es justificable facilitar los medios para que alguien pueda acabar con su vida en determinadas circunstancias? • Eutanasia ¿Es correcto acelerar la muerte de una persona que lo ha solicitado? En caso afirmativo, ¿en qué circunstancias sería justificable?

Esta lista no pretende ser exhaustiva ni con los temas ni con las preguntas planteadas. Al mismo tiempo, hay que señalar que las posibles respuestas se encuentran condicionadas por la forma de ver las cosas a nivel individual. Lo que para algunos puede resultar justificable para otros es totalmente injustificable. Todas las respuestas son posibles desde una vertiente racional aunque no compartamos la argumentación. De ahí que nos encontremos ante múltiples dilemas de difícil solución. Porque es imposible llegar al consenso en la mayoría de los temas planteados.

Además e independientemente de los dilemas éticos que plantean los avances científicos-tecnológicos, la Bioética también tiene que dar respuesta a otras cuestiones no menos importantes como son: ¿cómo gestionar los recursos disponibles teniendo presente que estos cada vez son más limitados? Y relacionada con la anterior: ¿quién se ha de beneficiar en primer lugar de esos recursos?

Por último, me gustaría señalar que los dilemas planteados son de difícil solución y por ello hemos de ser prudentes y respetuosos en todo momento con las diferentes opciones, siempre y cuando estas no supongan un límite a mi libertad de elección. En definitiva a nuestra individualidad.

:: Los límites de la vida y la eutanasia

Josep A. Álvarez

Licenciado en Química, especialidad de Bioquímica (UB)

¿Q ué es vivir? ¿Qué hemos de entender por vida? ¿Cuándo comienza y acaba esta? Estas son algunas de las preguntas que nos podemos llegar a plantear cuando hablamos de la vida. Es curioso que sea en lo que podemos denominar como los límites de la vida donde más polémicas se han generado y continúan generándose en nuestra sociedad. En ese sentido, el aborto y la eutanasia son un claro ejemplo de lo que decíamos. El aborto se plantea en esos primeros estadios de la vida y la eutanasia se plantea como una opción en esa última etapa de la vida que nos conduce a la muerte. Como no podría ser de otra manera, la vida es un don maravilloso y, como consecuencia de ello, cualquier acción que implique el poner fin a esta irá acompañada de una fuerte polémica. El aborto y la eutanasia nos confrontan con el deseo de poner fin a la vida. Y ese deseo nos obliga a reflexionar sobre la justificación o no de dichas prácticas.

Dilemas éticos en torno al final de la vida

Los dilemas éticos que hemos de afrontar al final de la vida son diversos. Pero todos ellos se relacionan con nuestra forma de percibir la muerte, como muy acertadamente ha dicho María José Goikotxea:

«El problema más frecuente a mi juicio es la falta de respeto a las decisiones, los valores y las opciones de los seres humanos sobre como quieren vivir el final de su existencia y el último acto de la misma, su muerte.» 1

Nuestra sociedad vive de espaldas a la muerte, intenta vivir como si esta se pudiese evitar, como si esta no fuese una realidad que nos tocará vivir más tarde o temprano. Y por eso, cuando esta llega se convierte en un grave problema. La muerte juntamente con el sufrimiento se ha convertido en uno de los grandes tabúes de nuestra sociedad. Por otro lado, relacionado con todo lo que decíamos, la eutanasia es uno de los temas más debatidos cuando hablamos de ese final de la vida. Cuando hablamos de la

1 GOIKOETETXEA, María Jesús: Introducción a la Bioética, Bilbao: Cuadernos de Teología Deusto, nº 20, 1998, p. 50. eutanasia, habríamos de tener claro y asumir que difícilmente se conseguirá un consenso dado que los puntos de partida son muy diversos. Pero antes de abordar el tema, es muy importante señalar que este tan solo es uno de los dilemas éticos que se plantean en torno a la muerte. Según la revista de la Asociación Norteamericana de Medicina 2 al final de la vida se plantean cuatro dilemas: 1. La utilización de cuidados paliativos

Estos pueden precipitar o adelantar la muerte del paciente. 2.Decisión de no iniciar o retirar un tratamiento ¿Cuándo iniciar un tratamiento o retirarlo? ¿Dónde está el límite? ¿Quién ha de decidir? Y relacionado con lo anterior, el tema del ensañamiento terapéutico. 3.Suicidio asistido

Este se plantea en el caso de enfermedad irreversible o terminal, dolores intensos e intolerables y siempre que el paciente sea competente. 4.Eutanasia

Es la inducción de la muerte mediante la administración de un fármaco por un médico.

Antes de abordar el tema de la eutanasia, me gustaría hacer mías tres citas que de alguna manera plantean cuáles son algunos de los dilemas que generan nuestra forma de abordar y percibir la muerte en una sociedad donde los avances científico-tecnológicos han hecho posible una realidad muy diferente de la que existía en épocas pasadas.

«A menudo se hace demasiado para retardar la muerte y demasiado poco para mitigar el sufrimiento que la acompaña.» 3 (Comitè de Bioètica de Catalunya)

«La muerte se podrá posponer y evitar, pero nunca conquistar.» 4 (Informe Hastings Center sobre Los fines de la medicina)

2 3

4 Decisions Near The End of Life, JAMA 1992; 267 (16), pp. 2229-2233. COMITÈ DE BIOÈTICA DE CATALUNYA: Recomanacions als professionals sanitaris per a l’atenció als malalts al final de la vida, Barcelona: Generalitat de Catalunya, 2010, p. 6. HASTINGS CENTER: Los fines de la medicina. El establecimiento de unas prioridades nuevas, Barcelona: Cuadernos de la Fundació Victor Grífols i Lucas, nº 11, 2004, p. 70.

Josep A. Álvarez

«[...] cuando antaño no existían los medios capaces de retrasar la muerte. Ésta llegaba sin apelaciones [...]. ¿No será en lo contrario, en la manipulación científica y técnica, donde reside el pecado?» 5

¿Qué es la eutanasia?

Antes de poder abordar con profundidad y poder dar una respuesta es necesario aclarar qué entendemos por eutanasia. Dos definiciones posibles son las siguientes:

«Acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él. Muerte sin sufrimiento.» (Diccionario de la Real Academia Española)

«Mort natural, tranquil·la, sense molèsties i sense agonia. Mort sense sofriment provocada a una persona, especialment a aquella que té una malaltia en fase terminal, a qui es troba en estat d’inconsciència irrecuperable, etc. Eutanàsia passiva: Mort que s’esdevé quan, per tal d’evitar sofriments inútils, no s’apliquen o es deixen d’aplicar els mitjans per a perllongar la vida d’una persona en la fase terminal d’una malaltia.» (Diccionari de la Llengua Catalana de l’Institut d’Estudis Catalans)

Usos del término eutanasia

El término eutanasia se utiliza para referirse a situaciones muy diversas. Una posible clasificación sería la siguiente: 1. Circunstancias de la muerte • Eutanasia pasiva: cuando la muerte se produce como consecuencia de no iniciar o retirar un tratamiento. • Eutanasia activa: cuando la muerte es provocada por la administración de algún fármaco. 2.Quien toma la decisión • Eutanasia voluntaria: cuando la persona de forma libre ha tomado la decisión. • Eutanasia no voluntaria: cuando la decisión ha sido tomada por otros. • Eutanasia involuntaria: cuando la muerte se produce sin haber consultado al afectado pero como consecuencia de una práctica médica aceptada.

Aunque el término eutanasia se utiliza para referirse a situaciones muy diversas, algunos defienden que este tan solo se habría de utilizar para referirse a la denominada eutanasia activa. En ese sentido Azucena Cruceiro dirá:

«El término eutanasia debe reservarse exclusivamente para designar aquellos actos que tienen por objeto terminar deliberadamente con la vida de un paciente

5 SOLÈ, Eulàlia: A vueltas con la eutanasia, La Vanguardia 9/03/2007. con enfermedad terminal o irreversible, que padece sufrimientos que él vive como intolerables, y a petición expresa, voluntaria y reiterada de éste.» 6

Vida, muerte y sufrimiento

Cuando hablamos de eutanasia no habríamos de olvidar que estamos hablando al mismo tiempo de vida, muerte y sufrimiento. Y la forma de percibir estas tres realidades, condicionarán nuestra percepción de la eutanasia.

De ahí la importancia de saber valorar la realidad de forma objetiva. Por ello quiero hacerme eco de tres citas que de alguna manera expresan de una forma excelente cuales son algunas de las realidades e inquietudes que nos afectan como seres humanos.

«Allí donde hay vida hay también, y de manera inevitable, sufrimiento [...]; así como no hay en la tierra luz sin sombra, tampoco hay vida sin sufrimiento.» 7 (Francesc Torralba)

«El mundo moderno quiere ser un mundo perfecto, sin errores, sin dolor, sin muerte.» 8 (Joan-Carles Mèlich)

«El tiempo humano es breve. No tenemos todo el tiempo a nuestro alcance. [...]. Siempre morimos demasiado pronto.» 9 (Joan-Carles Mèlich)

¿Qué dice la Biblia?

La Biblia no habla de la eutanasia como era de esperar. No existe ningún pasaje que se refiera a ella. Pero, independientemente de esa realidad, la Biblia si que habla de otras cuestiones que están íntimamente relacionadas con la eutanasia como son la vida, el sufrimiento y la muerte. Por ello, creo que al hablar de la eutanasia habríamos de tener en cuenta los pasajes siguientes:

«Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.» (Génesis 1: 27)

«Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento.» (Eclesiastés 7: 1)

«Yahvé lo sustentará sobre el lecho del dolor; mullirás toda su cama en su enfermedad.» (Salmos 41: 4)

«Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.» (Apocalipsis 21: 4)

«No matarás.» (Éxodo 20: 13)

6

7

8 9 COUCEIRO, Azucena: La sedación de los enfermos en el contexto de los cuidados paliativos, Barcelona: Cuadernos de la Fundació Víctor Grífols i Lucas, nº 9, Barcelona 2003, p. 46. TORRALBA, Francesc: El sofriment un nou tabú, Barcelona: Claret, 1995, pp. 22-23. MÈLICH, Joan-Carles: Filosofia de la finitud, Barcelona: Herder, 2002, p. 104. MÈLICH, Joan-Carles: Filosofia de la finitud, Barcelona: Herder, 2002, p. 36.

Los límites de la vida y la eutanasia

«[...] Porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. [...] El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.» (Romanos 13: 8-10)

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» (Mateo 22: 37-39)

Condiciones para la práctica de la eutanasia

Aquellos que defienden la legalización de la eutanasia, consideran que esta es una opción únicamente cuando se cumplen cuatro criterios. Y en ese sentido, en los países que la han legalizado se han asumido esas cuatro premisas. 1. Voluntad libre del paciente para que se le aplique: La decisión solo puede ser tomada por el enfermo. Esta ha de ser meditada y no fruto de una decisión circunstancial.

La única excepción posible sería en el caso de un enfermo terminal que hubiese perdido la capacidad de tomar decisiones razonadas por sí mismo y que además este no pudiese recuperarlas. En dicha situación, los únicos que podrían tomar dicha decisión serían los familiares. 2.Enfermedad irreversible: La persona que solicita la eutanasia ha de padecer una enfermedad para la cual no exista ninguna posibilidad de curación. 3.Situación insoportable y dolorosa debido a la enfermedad: El enfermo ha de padecer un sufrimiento tal que justifique la solicitud. 4.Consentimiento por parte del médico: La decisión sobre la eutanasia está reservada al médico. Este habrá de consultar como mínimo con otro compañero para ratificar el diagnóstico. En el caso de que se practique la eutanasia este habrá de redactar un informe.

Conclusiones

Llegado a este punto y a modo de reflexión final querría hacerlo con diferentes citas que nos inviten a afianzar nuestra confianza en nuestro Salvador como única esperanza ante la inevitabilidad de la muerte.

«Gastemos lo que gastemos en combatir el envejecimiento y la muerte, la batalla está perdida.» 10

«La persona mortalmente enferma no tiene necesidad de aferrarse con temor a esta vida como lo único que le queda. Puede, por el contrario, confiarse con gran libertad, entrega y consuelo a una última realidad. Sabe bien que la lucha por la salud tiene sentido mientras sea posible sanar, pero que la lucha contra la muerte a cual

10 CALLAHAN, Daniel: El bien individual y el bien común en bioética, Barcelona: Cuadernos de la Fundació Víctor Grífols i Lucas, nº 17, 2009, p. 21. quier precio es absurda: una ayuda que se convierte en martirio.» 11 (Hans Kung)

«En una era post-cristiana, en la que esta vida lo es todo para el ser humano, cualquier opción que pueda prolongar la vida y preservar la salud puede alcanzar valores muy elevados. Cuando el cielo deja de ser la meta de la vida humana, esta vida y la salud en este mundo cobran mayor importancia. Asimismo la idea de salvación pierde interés y credibilidad frente a una finitud que no puede ser trascendida. A menudo el resultado es una lucha frenética por la salud y por posponer la muerte a cualquier precio.» 12 (Tristram Engelhardt)

«Los que lloráis, venid a Dios, porque él llora.

Los que sufrís, venid a él, porque sana.

Los que tembláis, venid a él, porque sonríe.

Los que pasáis, venid a él, porque permanece.» 13 (Victor Hugo)

«La primera obligación ética es procurar a todos los seres humanos una buena vida. Y la segunda, conseguir que tengan una buena muerte.» (Diego Gracia)

«Tan pronto como el hombre entra en la vida, es ya bastante viejo para morir.» (Jacobo Böhme)

A modo de conclusión final, creo que en todo momento al abordar el tema de la eutanasia habríamos de tener presente dos premisas: 1. El respecto de las decisiones del individuo como ser moral. 2.Es necesario hacer todo aquello que sea posible para que nadie desee poner fin a su vida.

La primera supone una llamada al respeto de las decisiones individuales, aunque no estemos de acuerdo. Y la segunda, y no menos importante, es que hemos de procurar hacer todo aquello que esté en nuestras manos para que nadie desee poner fin a su vida. Todo indica que si una persona se siente valorada y acompañada, y si además dispone del tratamiento adecuado para no sufrir, esa persona no deseará poner fin a su vida. Pero aún así, habrá personas que desearán que su vida acabe cuanto antes mejor. Para finalizar, me gustaría hacerlo con una cita de Hans Küng que supone todo un llamamiento a la reflexión.

«Si Dios ha confiado la vida entera a la responsabilidad del ser humano, entonces esa responsabilidad ha de ejercerla también sobre la fase final de su vida.» 14

11 12

13

14 KÜNG, Hans / JENS, Walter: Morir con dignidad, Madrid: Trotta, 2004, p. 28. ENGELHARDT Jr., Tristram: Salud, medicina y libertad: Una evaluación crítica, Barcelona: Cuadernos de la Fundació Víctor Grífols i Lucas, nº 1, 1999, p. 17. Víctor Hugo, citado. en STÉVENY, Georges: El enigma del sufrimiento, Barcelona: Aula7activa-AEGUAE, 2004, p 7. KÜNG, Hans / JENS, Walter: Morir con dignidad, Madrid: Trotta, 2004, p. 54.

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Josep A. Álvarez

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Asociación de Estudiantes y Graduados Universitarios Adventistas de España

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estado del ser, lo que los lleva a afirmar: de haber muerto hoy me habría salvado; esto nos conduce a ser temerosos. Otros, no pocos, entienden que ser pecador es un estado, y que por lo tanto si cambiamos de estado dejamos de ser pecadores, estamos por encima de los pecadores, lo que nos conduce a ser autosuficientes. Cuando uno se sabe pecador, el fruto debe ser el arrepentimiento, la humillación, el horror de uno mismo, la compresión patética del otro, el ansia de perdón y la compresión de la solidaridad de la muerte. Cuando uno se sabe pecador arrepentido el fruto es el crecimiento de la humildad, la identificación con Cristo, la colaboración en el rescate de los no arrepentidos, la confrontación con el mundo, el respeto y el amor por los otros expresados en la convivencia compasiva. ¿Qué espero de los hombres, en tanto en cuanto son pecadores como yo? ¿Es extraño que el hombre mienta, robe, mate, adultere, envidie o desdeñe relacionarse con su Dios? Cuando Cristo eligió amar a los hombres sabía que somos pecadores, que vino a un mundo donde no hay bueno ni aún uno, a un lugar donde todos estamos destituidos de la gloria de Dios. Pablo comprendió muy bien la naturaleza pecadora del hombre y la describe perfectamente en Romanos 7. Nuestra lucha no es externa, la verdadera lucha se desarrolla en el interior del ser, en las preguntas que se hace uno a uno mismo, en la mente del que desea luchar por convertirse en pecador arrepentido y dejar de ser pecador “a secas”, del que no tiene recursos ni fuerzas para vencer y debe aceptar que puede vencer, haciendo de la victoria un acto de fe. Como hemos mencionado antes, si concebimos el ser como algo dinámico es ese dinamismo lo que determina mi identidad, así el pecador arrepentido no se siente libre del pecado sino liberado, cada día, de éste. El pecador arrepentido no llega a un estado de nirvana espiritual que lo hace estar por encima del error, para el pecador arrepentido cada día es lucha, cada día es vencer en Cristo, cada día es ver al otro como la posibilidad del milagro de la transformación, sobre todov cuando se equivoca, porque se ha experimentado en uno mismo. El pecador arrepentido muere cada día para nacer con la misma frecuencia y acepta este proceso en los demás, no juzgando sino conduciendo, indicando, animando y acompañando a los que forman parte de su mundo como prójimos. El pecador arrepentido tiene la esperanza clara cada día, porque sabe que su lucha terminará, que verá a Cristo con sus ojos viniendo en las nubes de los cielos y que entonces no habrá más luchas, ni temor, ni clamor, entonces dejará de ser un pecador arrepentido para convertirse en un ser de luz y gloria rescatado por Dios; un príncipe junto a Cristo sin relación alguna con el pecado. Mientras tanto nos queda esta naturaleza caída y, teniendo en cuenta nuestra esperanza, crecer en la paciencia de soportarnos a nosotros mismos y a los otros que son como nosotros, cada día. “L os hombres somos pecadores, no estamos pecadores ”. Esta frase es importante porque enuncia la realidad que somos. Sí, “pecador” es un atributo humano. Sólo ha existido un hombre al que no se le puede atribuir la pecaminosidad de la voluntad: Jesús de Nazaret. Y ha sido este mismo hombre el que mejor ha entendido la naturaleza caída del ser humano, el que mejor la explica, el que con más acierto ha tratado a los hombres, de tal manera, que ha sido capaz de indicarnos el camino para la transformación del ser, para la superación en un nuevo nacimiento que implica ser otra cosa, otro hombre, aquel a quien no puede atribuirse pecado alguno: Cristo Jesús. Así, en Jesucristo, “pecador” se convierte en lo que éramos antes. Ésta es la clave para entender que lo contrario de “pecador” es “pecador arrepentido” y que esta expresión sólo significa alguien que antes era pecador “a secas” . Ser “pecador” o “pecador arrepentido” no son estados del ser sino formas del ser, no son conquistas de la voluntad propia sino del Espíritu que recrea en nosotros la voluntad de Dios. Cristo es la expresión humana de la voluntad divina cooperando con el Espíritu, y Éste es la presencia divina en la voluntad humana que da a luz un nuevo hombre, un nuevo ser, fruto del acto creativo de Dios: el pecador arrepentido. Todas las formas del ser son dinámicas, implican una progresión positiva o negativa, un desarrollo existencial que se encamina hacia la afirmación del ser o hacia la negación de éste. Este dinamismo ha sido muy mal comprendido incluso por los mismos cristianos. Hemos confundido ser y estar. En otras lenguas como el inglés o el francés ambos conceptos están fusionados, no se distinguen, ni se puede a un nivel lingüístico. Muchos entienden que ser salvo es estar salvo; no lo ven como una forma del ser sino como un Abril de 2011 Asociación de Estudiantes y Graduados Universitarios Adventistas de España En este número • La naturaleza caída • Noticias Café Hispano • Has leído: Mero Cristianismo • made in CREATIVO: ¿Quieres ser un glóbulo rojo? • Congreso AMiCUS 2011: ARISE in the end • Aula7activa: se necesita... La naturaleza caída Texto: Antonio López Postigo. Licenciado en Teología, Maestría en Exégesis de N. T., Doctorando en Teología Sistemática. Ser “pecador” o “pecador arrepentido” no son estados del ser sino formas del ser [...] AMADOR MARTÍN DAVID ROMERO RIVAS ¡Bienvenido a primero de medicina!- dijo la secretaria, mientras me sonreía. Una nueva aventura se presentaba en mi vida, un nuevo camino por recorrer y esos eran los primeros pasos. Pero nada de mi historia tiene sentido si no os hablo de cómo mi mejor amigo hizo posible cumplir uno de mis sueños y hará de los demás una realidad. Es el típico amigo que uno tiene desde pequeñín, ese que te ayuda en los malos momentos, que siempre te coge el teléfono cuando lo necesitas y que sobre todo te soporta cuando eres insoportable. “Amador, jamás en medicina podrás conseguir las notazas que sacas en bachiller”- dijo mi profesor de biología cuando cursaba el segundo curso. Nada más lejos de la realidad y ahí interviene mi amigo. Los primeros días son de novedad y alegría, pero pronto llegan las largas horas de estudio. Sumergido en un mundo de libros, conocimientos, laboratorio y poco más, puede parecer aburrido; al menos eso dicen mis compañeros. Pero es curioso, donde ellos veían muchas veces lo complejo del estudio yo veía las maravillas del que lo diseñó. ¡¡Así da gusto estudiar!! Llegan los primeros exámenes, Anatomía y Bioquímica, ¡¡¡¡la lechee!!!! Mis compañeros hablan de noches de estudio hasta las 5:00 de la mañana y todos los días. ¿¿Tendría buenos resultados si como mucho estudiaba hasta las 21:00 y los sábados me los pasaba en la iglesia disfrutando y ayudando?? Difícil pregunta, ¿no? Recibí una llamada: “Tranquilo, todo saldrá bien” me decía. En mi mente resonaban esas palabras. Así pasaba una lección tras otra, un examen tras otro, y mi primer cuatrimestre voló ante mí. Jamás podría haber soñado los resultados que he obtenido. Todo por un secreto, todo se basa en una regla, depender de mi amigo Dios. Orando, estudiando y esforzándome al máximo veo como Dios actúa a lo grande en mi vida y en mi carrera. Como dijo William Paley: “un reloj me hace pensar en el relojero”. A mí, el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, me hace pensar en Él. Así que la aventura continúa junto a Dios… “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente. No temas, ni desmayes; porque yo, el Señor tu Dios, estaré contigo dondequiera que vayas.” Josué 1: 9 Un abrazo ;) Una amiga me ha pedido que os cuente mi experiencia como estudiante de un ciclo de grado medio. Pero antes de todo quiero contar qué es un ciclo para aquellos que no lo saben. Un ciclo es una enseñanza posobligatoria que dura alrededor de dos años y mediante la cual obtienes una titulación específica enfocada a un trabajo determinado. Cuando empecé a estudiar en el ciclo me di cuenta que a diferencia del instituto uno debe ser más independiente, autónomo y por lo tanto tiene mucha más responsabilidad sobre sus actos, es decir, que si no estudias ningún profesor va a estar detrás de ti empujándote a ello, ni te dará la opción de hacer trabajitos para subir nota. Si no estudiabas, suspendías y si suspendías, lo único que te quedaba era ir a la recuperación. La verdad es que en estos dos últimos años de mi vida, los que ha durado el ciclo, me he dado cuenta de que he cambiado mucho tanto mentalmente como espiritualmente. También me he dado cuenta de que los estudiantes necesitamos siempre un punto de apoyo para poder superar los problemas de la vida de estudio y, entre los que somos creyentes, normalmente este suele ser Dios. Pero como Dios no siempre responde a nuestras oraciones como queremos, nos buscamos otros. Por lo menos esto es lo que me pasó, y os puedo asegurar que después de probarlos tengo que reconocer que Dios es la mejor opción porque siempre está cuando lo necesitas, siempre está a tu lado, tanto si quieres como si no. Los estudiantes solemos pedirle ayuda a la hora de enfrentarnos a exámenes y situaciones difíciles y el nos la da, pero para que esta ayuda pueda ser efectiva tenemos que poner de nuestra parte. Por ejemplo: no le podemos pedir que nos ayude con un examen si después de pedírselo nos tiramos a la bartola sin coger ningún libro, porque por más ayuda que nos mande, si la información no está en nuestra cabeza, es imposible que la podamos sacar después. Tenemos que tener claro qué trabajo nos corresponde a cada cual y llevarlo a cabo. Como conclusión os diré que con ayuda de Dios podéis superar cualquier problema que os encontréis, tanto en el ciclo como fuera de él. Un gran abrazo vuestro amigo David Romero. 19 Años. Estudiante de segundo curso de Medicina. 19 Años. Ha finalizado el ciclo de grado medio de sociosanitario. “ Eso es lo más importante de todo: que Dios sabe qué es lo mejor para ti. ” “ He conocido a más de 9 personas que me han demostrado que Dios puede estar donde menos te lo esperas. ” “ Todo por un secreto, todo se basa en una regla, depender de mi amigo Dios. ” “ Con ayuda de Dios podéis superar cualquier problema que os encontréis. ” La enseñanza cínica del Templo http://www.spectrummagazine.org/cafe_hispano/2010/09/02/ la_ensenanza_c%C3%ADnica_del_templo José Manuel López-Yuste Juan Ramón Junqueras dijo sobre esta aportación de José Manuel López-Yuste: “Y nosotros llamando aún a los locales de nuestras iglesias, templos; confundiendo continente y contenido, paredes con carne y sangre. [..] Gracias, José Manuel. Es siempre un enriquecedor placer leerte.” La Creación en la correspondencia a los Corintios http://www.spectrummagazine.org/cafe_hispano/2010/09/09/ la_creacion_en_la_correspondencia_los_corintios Herold Weiss Te apuesto un guisante a que no sabías que la carta a los Corintios también habla de la creación. Sauna Espiritual (6): Hoy hablamos de personas http://www.spectrummagazine.org/node/2670 Víctor Armenteros Víctor Armenteros, marca de la casa. “Proclamando la gracia de Dios”, como yo lo vi http://www.spectrummagazine.org/node/2657 Eduardo Kahl Crónica de un joven de la División Sudamericana que asistió al último congreso de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día celebrado en Atlanta entre junio y julio de 2010. La Iglesia Adventista y los derechos humanos http://www.spectrummagazine.org/node/2679 Jonás Berea Víctor Armenteros comentó lo siguiente respecto a otro comentario sobre dicho artículo de Jonás Berea: “Juan Ramón: Suscribo todas y cada una de tus palabras. Es hora de levantar la voz y decir que vivimos inmersos en la transgresión constante del décimo mandamiento. Y, lo que es peor, nos gusta. Hagamos una huelga a la japonesa: más cariño, más afecto, mas sensibilidad, más empatía, más asertividad, más cercanía. Agradezco desde lo profundo de mi reflexión lo expresado en este artículo. GRACIAS.” N OT I C I A S CAFÉ HISPANO Café Hispano es la sección en español de www.spectrummagazine.org , una publicación de Adventist Forums , el equivalente de AEGUAE en Estados Unidos. Desde enero de 2010, la edición de Café Hispano corre a cargo de Ruben Sánchez Sabaté. Recuerda En http://www.aula7activa.org puedes encontrar una biblioteca digital cristiana con descargas gratuitas. A continuación te presentamos las revistas que puedes consultar: Andrews University SEMINARY STUDIES Volumen 1 2009 Número 2 Versión digital editada por: A U L A Nº 22 Nueva Época – Diciembre 2009 Editada por: Revista editada en inglés originalmente por el Seminario Teológico de la Universidad Andrews. Revista editada en 9 idiomas por la Asociación Internacional para la Defensa de la Libertad Religiosa. Revista editada en inglés originalmente por el Geoscience Research Institute (GRI) Publicación anual coincidiendo con la Convención AEGUAE y tratando la temática propuesta.

made in CREATIVO E n la cima de una montaña, siento la gélida brisa de un viento invernal rozar mi cara. Oigo a mi compañero decirme: vamos, descendamos. Un movimiento y siento cómo los esquís se deslizan sobre la nieve, cogen velocidad, comienzo a descender la montaña y aquí comienza: el sentido de la Trinidad . Al hablar de sentidos decimos: tacto, olfato, gusto… ¿Has pensado cómo sería vivir sin uno de ellos? ¿Cuál refleja a la Trinidad ? ¿Trinidad? La Biblia nos habla de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Son tres, son uno . Teniendo esto claro podemos iniciar la búsqueda… ¿alguna pista? Te lo pondré fácil, se encuentra en la cabeza. Supongo que no te habrá ayudado mucho, pero me sirve para recalcar la importancia de que los sentidos (a excepción del tacto que se sitúa por todo el cuerpo) solo se encuentren situados en la zona cefálica, todo tiene su orden como observamos en la naturaleza, en la arquitectura, en la música…. ¿en la qué? ¡Música! Esa es la palabra clave, ¡porque vamos a hablar del oído ! ¿El centro del título te ayudó? Pero… ¿en qué se parece el oído a la Trinidad ? Recurriremos a la anatomía y fisiología del mismo: El oído se divide en tres partes, que, desde fuera hacia dentro, son: oído externo, medio e interno. Tres, ¡qué casualidad! Si fueses una onda sonora que viaja por el aire y entras por el oído de un ser humano verías lo siguiente: a medida que te vas aproximando a la cabeza, el orificio del oído cada vez se hace más grande hasta que al entrar en él te sientes como en un túnel. Pero al llegar a lo que parece el final ves que no hay salida. ¿Cómo puede ser eso? Te encuentras delante de la membrana del tímpano; es una maravillosa obra de ingeniería. El estado de tensión que posee transmite la vibración de la onda a la cadena de huesecillos. ¿Huesecillos? ¿Adivinas cuántos son? Si has pensado 3, has acertado: martillo, yunque y estribo. Éstos se encuentran en el oído medio. Bueno, pero todo esto, ¿para qué sirve? Para darte un ajuste de impedancia. ¿Un ajuste de qué….? Para que nos entendamos, viene a ser que: si te faltan estos tres huesos y la membrana timpánica tu sensibilidad auditiva descendería de tal modo que un nivel intermedio de voz te resultaría apenas perceptible. ¡Menos mal que Dios no se olvidó de estos tres huesecillos y la membrana! Añadiré que el estribo es el hueso más pequeño de todo tu cuerpo . ¿Y eso cuánto es? ¡3 mm! Nuestra onda finalmente llega al estribo. Esta es la puerta al compartimento más espectacular de todos: el oído interno (dividido en tres partes). En él se aloja el conocido “ caracol ”. Esta maravilla arquitectónica transforma las ondas en impulsos nerviosos que posteriormente serán procesados por tu cerebro. A nivel básico, el caracol está compuesto por tres rampas. Gracias a las 3.500 células ciliadas internas y las 12.000 externas (que forman 3 filas), acciones mecánicas complejas y miles de reacciones percibimos ondas con diferentes frecuencias. Qué bonito es poder distinguir sonidos graves, medios y agudos, ¿no? En íntima relación con el caracol se sitúan los tres conductos semicirculares orientados según los tres ejes espaciales . ¡3D! Estos canales, junto con el utrículo y el sáculo, nos sitúan a nivel espacial, detectan cualquier tipo de movimiento en cualquier dirección, sentido, ángulo… ¿Ves el diseño de la mano de Dios en él? Hasta ahora hemos “teorizado”, vamos a la práctica. En nuestro día a día, el oído es algo clave. Nos permite disfrutar de la buena música … hablando de la buena música, ¿se te ha ocurrido lo importante que es este sentido para un/a músico/a. ¿Qué puede ser mejor que preguntárselo? Este es el testimonio de una magnífica violinista, Silvia Bazantova: “ La verdad es que estando completamente enamorada de la música e imaginándome que no pudiera oír o que no tuviera la capacidad de crearla agradezco a Dios cada día el gran regalo de poder oír y sobre todo por la música en sí, ya que por ahora lo que más me acerca al cielo y lo que más cosas buenas provoca en mí es la música (a parte de Él y el amor de las personas que me rodean) .” Siguiendo el hilo musical, los acordes están formados por tres notas de intervalo de tercera. ¿No te parece apasionante? Dios le da una gran importancia a la música, millares y millares de ángeles viven para dar gloria y loor a Dios. ¿Y nosotros como humanos? ¿Qué oímos? ¿Qué oyen los demás de nosotros? Recuerdas un grito de triunfo después de un examen difícil; un susurro al oído diciendo: te quiero; gritar el gol de Iniesta en la final del mundial; una melodía que te transporta a un momento especial…mil cosas….¿qué nos dice Dios? « Si dieres oído a mi voz y guardas mi pacto, serás mi especial tesoro sobre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. » (Exódo 19: 5). « Amo al Señor. Porque ha escuchado mi voz y mis súplicas, porque ha inclinado a mí su oído, por eso lo invocaré mientras yo viva. » (Salmo 116: 1-2). ¿No merece nuestro amigo Dios toda nuestra alabanza? En la Biblia aparece más de 170 veces las palabras oído, oír o sus derivados. ¿Queda algo más? ¡Pues si! “El primero será el último y el último el primero.” ¿Qué hace aquí esta frase? Está científicamente demostrado que el último sentido que se pierde es el oído. Cuantas personas habrán aceptado a Jesús en este último momento, cuando alguien le recordó en forma de susurro: “ Dios te ama, acéptalo .” En breve los oídos de aquellos que se fueron al descanso dejando su esperanza en la segunda venida de Cristo junto con aquellos vivos que hayan permanecidos fieles hasta el final oirán las trompetas de las huestes celestiales y al Hijo del hombre decirle: “Sal de la tumba, vuelve a casa junto a mí.” ¿Puedes siquiera intentar imaginar eso? Mi mayor deseo es el oírte gritar de alegría en ese momento, saber que a pesar de las circunstancias de tu vida, el peso de la sociedad, las influencias, los conflictos… decidiste oír la voz de Dios llamándote a vivir junto a Él por la eternidad. ¿Lo has oído alguna vez? Texto: Amador Martín. Estudiante de Medicina. En la Biblia aparece más de 170 veces la palabra oído , oír o sus derivados.

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