9 minute read

PASIÓN en tiempos de modorra :: Isaac Llopis Fusté

:: PASIÓN en tiempos de modorra 1

Me niego a pensar que vivir se limita a sobrevivir, a poder camuflarse estudiando la licenciatura menos aburrida o trabajando más o menos dignamente, tener una pareja aparentemente estable con la que tener una cierta comunicación física y mental, y tener varios amigos, familia, sentirse amado y, como consecuencia, ser seguidor de todos ellos en twitter. No quiero imaginar una vida en la que, dados estos ingredientes, se ponga en funcionamiento un “yo” autómata que se mantenga en pie hasta que el reloj biológico dicte sentencia, la respiración sea asistida y el corazón decida pararse. Anhelo algo más. 1

Sobresale en mi Biblia roja que fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios. Un Dios infinito y eterno, pero a la vez creativo, artista, que gozaba de lo que Él mismo iba creando (Génesis 1: 26); y parte de esa imagen y semejanza soy yo mismo. En este libro, más adelante, también destaca que fuimos creados con propósito (Jeremías 1: 5-8) y que, a pesar de las imperfecciones de cada uno, Dios está con nosotros y nos da una misión.

Claro, leo estos dos fragmentos bíblicos y después me miro en mi espejo cuadrado y digo… ¡Oye, pues no estoy tan mal! Y súbitamente aflora en mí

1 Nota al lector: el titulo de este artículo es una mera adaptación al título de la Convención de AEGUAE Una copia, un plagio, un calco. Pero es que me gustó lo de «Amor en tiempos de tregua», y no lo he podido resistir. Lamento mi falta de originalidad.

Isaac Llopis Fusté Doctor en Física (UB)

una sonrisa y una admiración enorme por el Creador, mi pasión por vivir y seguir con mi vida cristiana aumenta. Cuanto conviene, a veces, recordar nuestros orígenes y saber el porqué estoy aquí...

Amodorrados

Dicen que una de las características del joven postmoderno (para los de la logse, actual) es que para él no existe una verdad absoluta, todo es verdad y nada es verdad al mismo tiempo. No tiene sentido plantearse un objetivo de vida, en su lugar nos planteamos kits de supervivencia para el instante, que van variando constantemente. Con ello, la pasión, como modus vivendi, desvanece y en su lugar crecen micropasiones sucesivas, básicamente centradas en el hedonismo, en actividades lúdicas que pueden estar muy bien pero que no nos construyen ni nos constituyen.

En la actualidad, la información nos satura, cualquiera –hasta yo– puede escribir sobre lo que quiera y publicarlo en Internet. La confusión sale ganando. Hoy en día es casi imposible ser ordenado mentalmente, tener los ideales claros y que nada ni nadie los haga tambalear, porque hay tanto escrito y divulgado que o no leemos o tenemos una empanada mental. Conclusión: es más que complicado saber qué es lo que queremos.

Vivir sin pasión es demasiado frecuente hoy en día. Insatisfacción familiar, laboral, política, social y, obviamente, espiritual. Nos quejamos constantemente por todo, nos comparamos con otros y nos llenamos de amargura, porque siempre hay uno mejor. Sin embargo somos incapaces de proponer soluciones, remangarnos hasta el codo y trabajar a fondo, apasionadamente, por aquello que nos define. Eso supone una inversión de tiempo excesiva y sin resultados evidentes, es algo que nuestra escasa paciencia no puede soportar.

Fijémonos por un instante en las iglesias. Un patrón característico es que la mayoría de miembros están a remolque de las pocas personas de la comunidad con pasión por lo que creen. Desafortunadamente, demasiadas veces se trata de una oscura e incomprensible pasión por el poder, ya sea en una iglesia, una comunidad de vecinos o una caja de zapatos vieja. Pero eso ya es otro tema.

Vivir sin pasión es como comer sin hambre, pasan los días y no sabes si quieres más o quieres menos.

Uno de los problemas es que nos empeñamos en vivir esperando finales de etapas. Estudiamos la carrera anhelando recoger el título. Vemos un partido de futbol (o ping-pong) y en vez de gozar del juego focalizamos nuestras emociones a ganar o perder. Mientras tanto pueden pasar cosas extraordinarias, pero nos han hecho resultadistas. ¡Se tiene que ganar! Si se pierde todo lo bueno cae en saco roto.

Isaac Llopis Fusté

¡No te conformes!

El recientemente desaparecido Steve Jobs, cofundador de Apple, subrayó en su famoso discurso en Stanford: «Debes encontrar aquello que amas, y que es tan válido para el trabajo como para el amor. Si no lo has encontrado aún sigue buscando, no te conformes. [...] Me pregunto: si hoy fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer? Y cada vez que la respuesta ha sido NO varios días seguidos, sé que necesito cambiar algo.»

Apreciado amigo que lees, no te conformes, piensa en grande, vive aquello que encuentras verdadero, que amas, que te apasiona, y que a la vez te edifica, te hace mejor como persona y te pone en disposición para ayudar a los demás.

Si tienes claro aquello que amas, genial, entusiásmate con ello. Si no lo tienes claro, busca, pregunta, investiga, escudriña. Si solamente sospechas que “eso” merece la pena, dedícale tu tiempo, fórmate, sigue investigando, compara, no tomes decisiones sin criterio, pero trata que tu criterio decida sabiamente. Si crees en Dios, ora por ello, que Él te ilumine y te ayude a tomar decisiones. Pon esa pasión en sus manos, verás como su fruto se multiplica.

Todo lo que esté en tu mano hacer, hazlo con todo empeño. (Eclesiastés 9: 10).

Me gusta el testimonio de Pep Guardiola, actual entrenador del F. C. Barcelona de futbol, cuando, tras ganar muchos títulos, solamente se atribuyó el mérito de tener una gran pasión por su oficio, porque esa pasión le ayuda a vivir, y enfatizó que esa pasión la puede tener cada uno en su profesión –y también puede extrapolarse a la pareja, vida social, política, espiritual...–. Palabras como estas provocaron que al día siguiente muchos individuos anónimos, como yo, miráramos la vida de forma más optimista.

Te apasiona aquello a lo que dedicas tiempo cuando no lo tienes.

Y es que tener un propósito hará de tu existir una bendición. Si eres cristiano, pídele a Dios más entusiasmo, reclama tener más pasión por Él. Antes de orar por tus asuntos, ruega por creer más en Él, por vivir una vida cristiana real, práctica, no basada en dogmas ni tradiciones sino en valores, en realidades de cada día, en un estudio apasionado de la Biblia y en una oración sincera y no convencional.

Pide, y Dios te atenderá; busca, y encontrarás; llama, y será el mismo Dios quien te abra la puerta. (Mateo 7: 7).

Lucha contra la tibieza

Seguir una vida cristiana sin pasión es perder el tiempo. Bueno, falta un matiz: seguir una vida cristiana sin buscar pasión en ella es perder el tiempo. ¿Te falta pasión al hablar del Dios creador del “todo”? Búscala. Dios nos quiere espiritualmente fervientes (Romanos 12: 11), no amodorrados, ni apáticos, ni superficiales.

Si realmente crees en Dios, su mensaje no puede dejarte indiferente, su muerte (por ti) en la cruz no puede no emocionarte, su resurrección y promesas no pueden no erizarte la piel,

POL CARRETERO

Pasión en tiempos de modorra

es imposible permanecer impasible ante todo eso si de verdad crees que esto ocurrió. Sin embargo seguimos apáticos, y es porque hoy en día cuesta creer algo al ciento por ciento, vivimos en una creencia porcentual, crees pero con reservas, y te privas a ti mismo a ser un cristiano apasionado. Eso sí, somos los más sentimentales en días puntuales, ante una charla o música especial desarrollamos intensas emociones, pero que al día siguiente son solamente silencio espiritual. Si eres un cristiano apasionado lo serás hoy y mañana, es racional, forma parte de ti.

Dios ya nos dijo que nos faltaría pasión, que no seríamos ni fríos ni calientes (Apocalipsis 3: 16) sino que seríamos anodinos, indecisos, intermedios, fronterizos, amodorrados, sosos como las tortitas de maíz dietéticas (que, por cierto, me encantan y todavía no sé por qué). Pienso, si Dios nos llama sosos así abiertamente, ¿es para que nos identifiquemos y nos maravillemos por lo bien que nos describe Dios antes de que existamos? ¿Tú crees? ¿No crees que Dios nos caricaturiza para instarnos a espabilar? Chico, apasiónate, déjate ir, no pierdas tu vida queriendo remar en diferentes direcciones, porque acabarás cansado y en el mismo lugar. La vida está para tomar partido por algo. Sé que es difícil saber el qué, pero al menos esfuérzate, indaga, no te quedes en medio del camino.

Un consejo salomónico: apasiónate, disfruta de lo que te gusta ahora que todavía puedes. Carpe diem. Goza de lo que Dios te ha regalado, es decir, de todo lo que te rodea. Pero trata de hacerlo sin que te haga daño, recuerda que Dios te ha creado y con un propósito. Tienes mucho que dar todavía en esta vida, no lo estropees hoy, no vale la pena (Eclesiastés 11: 9; 12: 1 en versión “llopisiana”).

Transmisores de pasión

Y luego pretendemos evangelizar. Sin embargo no tiene sentido un evangelismo sin pasión, de la misma forma que no tiene sentido tener pasión por Dios sin un posterior evangelismo. Si tienes pasión por algo vas a hablar de ello –¿has estado enamorado?, ¿te das cuenta de lo pesado que eres hablando de esa persona?–. Es esa pasión la que te lleva a la originalidad, a ser creativo y a no hacer del mensaje de Dios algo rutinario y aburrido.

En el evangelismo, nuestra tarea es transmitir pasión, la conversión ya no es asunto nuestro, de eso se encarga Dios.

La poesía nace en la pasión. Recítala, y esos versos florecerán.

A lo práctico

Dejemos de querer ser cristianos para serlo. Hay una historia perfecta para ilustrarlo. Resulta que un joven se acercó a Sócrates y le dijo, apáticamente: –¡Oh!, gran Sócrates, vengo a usted en busca de conocimiento».

El filósofo lo llevó al mar y lo sumergió unos segundos. Al soltarlo para que respirara preguntó: –¿Qué quieres?

El joven dijo: –Conocimiento, gran conocimiento.

Sócrates lo volvió a hundir y al sacarlo insistió: –¿Qué quieres?

El joven, medio ahogado, chilló: –¡Aire, quiero aire!

Sócrates respondió: –Ahora, cuando quieras el conocimiento como quieres el aire, lo tendrás.

Demasiadas veces nos quedamos en lo teórico. La pasión es ese ingrediente necesario para llevar tu cristianismo a la práctica. Con esa pasión, los resultados vendrán solos.

Sé que igual tú, que lees ahora mismo, te encuentras vacío, desorientado, sin pasión alguna, pero deseas conocimiento, como el joven de la historia, o conocer a Cristo, como muchos jóvenes de la iglesia. Tendrás problemas, pero no abandones, trata de buscar esa pasión. Piensa en algo bien sencillo, pero a la vez fundamental: ¿quieres haber vivido la vida que quieres vivir?, ¿quieres que tus días en esta tierra hayan servido para alguien?, ¿cómo quieres ser recordado?

Póntelo fácil, haz planes prácticos, realistas, concretos, que supongan un antes y un después en tu vida. ¿Has pensado en servir a los demás?

Espero que este humilde texto sirva para que busques la pasión de tu vida, para que sepas escoger libremente lo que te conviene y te llena. Pero ten en cuenta que en ningún momento quiero que se interprete un mensaje sensacionalista, de la pasión como solución a todos los males. Con mucha pasión te seguirás equivocando, seguirás cometiendo estupideces. Pero, ¿sabes? Un apasionado se levanta, no para de proponer, de moverse, y lo hace de corazón, y estoy convencido de que Dios acaba iluminando y guiando el camino.

Ánimo, que si nos despertamos bien temprano, pero bien temprano, bien temprano... y nos ponemos en las manos de Dios, de forma activa, somos imparables.

This article is from: