AULA 7 NÚMERO 24 / DICIEMBRE 2011

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:: PASIÓN en tiempos de modorra1 Isaac Llopis Fusté Doctor en Física (UB)

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e niego a pensar que vivir se limita a sobrevivir, a poder camuflarse estudiando la licenciatura menos aburrida o trabajando más o menos dignamente, tener una pareja aparentemente estable con la que tener una cierta comunicación física y mental, y tener varios amigos, familia, sentirse amado y, como consecuencia, ser seguidor de todos ellos en twitter. No quiero imaginar una vida en la que, dados estos ingredientes, se ponga en funcionamiento un “yo” autómata que se mantenga en pie hasta que el reloj biológico dicte sentencia, la respiración sea asistida y el corazón decida pararse. Anhelo algo más.1 Sobresale en mi Biblia roja que fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios. Un Dios infinito y eterno, pero a la vez creativo, artista, que gozaba de lo que Él mismo iba creando (Génesis 1: 26); y parte de esa imagen y semejanza soy yo mismo. En este libro, más adelante, también destaca que fuimos creados con propósito (Jeremías 1: 5-8) y que, a pesar de las imperfecciones de cada uno, Dios está con nosotros y nos da una misión. Claro, leo estos dos fragmentos bíblicos y después me miro en mi espejo cuadrado y digo… ¡Oye, pues no estoy tan mal! Y súbitamente aflora en mí 1 Nota al lector: el titulo de este artículo es una mera adaptación al título de la Convención de AEGUAE Una copia, un plagio, un calco. Pero es que me gustó lo de «Amor en tiempos de tregua», y no lo he podido resistir. Lamento mi falta de originalidad.

una sonrisa y una admiración enorme por el Creador, mi pasión por vivir y seguir con mi vida cristiana aumenta. Cuanto conviene, a veces, recordar nuestros orígenes y saber el porqué estoy aquí...

Amodorrados Dicen que una de las características del joven postmoderno (para los de la logse, actual) es que para él no existe una verdad absoluta, todo es verdad y nada es verdad al mismo tiempo. No tiene sentido plantearse un objetivo de vida, en su lugar nos planteamos kits de supervivencia para el instante, que van variando constantemente. Con ello, la pasión, como modus vivendi, desvanece y en su lugar crecen micropasiones sucesivas, básicamente centradas en el hedonismo, en actividades lúdicas que pueden estar muy bien pero que no nos construyen ni nos constituyen. En la actualidad, la información nos satura, cualquiera –hasta yo– puede escribir sobre lo que quiera y publicarlo en Internet. La confusión sale ganando. Hoy en día es casi imposible ser ordenado mentalmente, tener los ideales claros y que nada ni nadie los haga tambalear, porque hay tanto escrito y divulgado que o no leemos o tenemos una empanada mental. Conclusión: es más que complicado saber qué es lo que queremos. Vivir sin pasión es demasiado frecuente hoy en día. Insatisfacción 33

familiar, laboral, política, social y, obviamente, espiritual. Nos quejamos constantemente por todo, nos comparamos con otros y nos llenamos de amargura, porque siempre hay uno mejor. Sin embargo somos incapaces de proponer soluciones, remangarnos hasta el codo y trabajar a fondo, apasionadamente, por aquello que nos define. Eso supone una inversión de tiempo excesiva y sin resultados evidentes, es algo que nuestra escasa paciencia no puede soportar. Fijémonos por un instante en las iglesias. Un patrón característico es que la mayoría de miembros están a remolque de las pocas personas de la comunidad con pasión por lo que creen. Desafortunadamente, demasiadas veces se trata de una oscura e incomprensible pasión por el poder, ya sea en una iglesia, una comunidad de vecinos o una caja de zapatos vieja. Pero eso ya es otro tema. Vivir sin pasión es como comer sin hambre, pasan los días y no sabes si quieres más o quieres menos. Uno de los problemas es que nos empeñamos en vivir esperando finales de etapas. Estudiamos la carrera anhelando recoger el título. Vemos un partido de futbol (o ping-pong) y en vez de gozar del juego focalizamos nuestras emociones a ganar o perder. Mientras tanto pueden pasar cosas extraordinarias, pero nos han hecho resultadistas. ¡Se tiene que ganar! Si se pierde todo lo bueno cae en saco roto.

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