Descubro la Biblia
...y encuentro a Jesús
6 a 9 años
SEGUNDO TRIMESTRE AÑO A
Serie Mi Biblia, mi tesoro
6 a 9 años
SEGUNDO TRIMESTRE AÑO A
Serie Mi Biblia, mi tesoro
Textos:
Mercè Gascón
Esther Villanueva
Ilustraciones:
Ferni
Diseño:
Agustina Daniela Flores
Revisión teológica:
Jonathán Contero
Es un proyecto de Aula7activa, editora digital de AEGUAE (Asociación de Estudiantes y Graduados Universitarios Adventistas de España), en colaboración con el Ministerio de la Infancia de la UAE (Unión Adventista Española).
Todo el trabajo de elaboración de textos, actividades y revisión se ha realizado de forma gratuita y desinteresada.
Edita:
AULA7ACTIVA-AEGUAE
Barcelona, España
E-mail: redaccion.aula7activa@gmail.com / info@aeguae.org
Web site: www.aula7activa.adventista.es / www.aula7activainfantil.blogspot.com / www.aeguae.org
Primera edición en español, 2024
Es propiedad de:
CC BY-NC-ND 2022, Mercè Gascón, Esther Villanueva
CC BY-NC-ND 2022, Aula7activa-AEGUAE, en español para todo el mundo
Todos los derechos reservados al autor y los editores.
Contacta con nosotros infantil.aula7activa@gmail.com
Nos gustaría recordarte algunas pautas para estudiar con tu hijo la Biblia.
• Busca un momento del día tranquilo tanto para ti como para tu hijo, a ser posible, siempre a la misma hora y que no interfiera con otras actividades ni con los momentos de ocio ni de descanso.
• Si tu hijo así lo quiere, deja que «personalice» el material con sus dibujos, que lo coloree, que pegue pegatinas...
• Es importante que tu hijo/a estudie la lección cada semana. Dedicad un tiempo, pequeño, cada día a estudiar la Biblia. No lo dejes solo con la escuela sabática. Contigo es mucho más divertido. Va a tener preguntas, va a necesitar ayuda para buscar los textos bíblicos y, como hay actividades para distintos niveles de dificultad, los niños más pequeños necesitarán la ayuda de los padres. Observa con ellos las ilustraciones y reflexionad juntos. Adapta el material que tienes entre manos a la edad de tu hijo, a sus gustos y a sus intereses. Cada niño es distinto y tú conoces mejor que nadie a tu hijo.
• Aprovecha su capacidad de aprendizaje y de memorización para que aprenda versículos de la Biblia de memoria. La memorización de estos versículos le acompañará toda la vida y los podrán recordar en momentos cruciales.
• Los conceptos que tu hijo debe aprender de las historias bíblicas son: amor a Dios y al prójimo, confianza en Dios porque él está al mando, obediencia por amor (nunca por miedo al castigo), alegría de convivir con Dios cada día y esperanza de que aunque las cosas no nos salgan como nosotros queremos, algún día todo será perfecto. Lo importante es que tu hijo se familiarice con la historia de la salvación y que aprenda pautas para relacionarse con Jesús y con sus semejantes de acuerdo a los valores cristianos.
• Nunca le trasmitas ideas como: tengo que portarme bien porque Dios me vigila, cuando hago algo malo Dios se enfada y me castiga, al cielo solo irán los niños buenos o Satanás me persigue para ser malo. Son conceptos que, además de no tener base bíblica, crean una imagen distorsionada de Dios. Busca ideas en positivo: Tengo que portarme bien porque es bueno para mí y para las personas que están conmigo; Dios me ama tanto si hago las cosa bien o mal, pero se alegra cuando las hago bien y tomo buenas decisiones; a veces hacemos las cosas mal, y tengo que sufrir las consecuencias de mis actos, pero Jesús siempre está dispuesto a ayudarnos a hacer las cosas bien; aunque Satanás me quiera engañar, con Jesús, soy más listo que él.
• Disfrutad de esos momentos. Que cuando sea mayor recuerde con cariño esos minutos de complicidad entre vuestra familia y Jesús.
Un abrazo en Jesús.
LECCIÓN 1. ISAAC, EL HIJO PROMETIDO.
LECCIÓN 2. LA NOVIA DE ISAAC.
LECCIÓN 3. MENTIRAS EN LA FAMILIA.
LECCIÓN 4. EL NUEVO HOGAR DE JACOB.
LECCIÓN 5. LA FAMILIA DE JACOB.
LECCIÓN 6. DE VUELTA EN CANAÁN.
LECCIÓN 7. JOSÉ: UN JOVEN MUY ESPECIAL.
LECCIÓN 8. DE ESCLAVO A GOBERNADOR.
LECCIÓN 9. EL GRAN REENCUENTRO.
LECCIÓN 10. MOISÉS: DE PRÍNCIPE A PASTOR.
LECCIÓN 11. DIOS MUESTRA SU PODER.
LECCIÓN 12. LIBRES AL FIN.
LECCIÓN 13. DIOS CUIDA DE LOS ISRAELITAS.
VERSIONES DE LA BIBLIA
Hemos utilizado la versión Dios habla hoy (DHH). Cuando se utiliza otra versión, se indica.
4
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Aprende y comprende:
«Bendito el hombre que confía en mí, que pone su esperanza en mí».
(Jeremías 17:7, Dios habla hoy)
Hablad con vuestros hijos sobre su nombre, por qué elegisteis ese nombre, qué significa o quién lo eligió.
TU LECTURA DEL DOMINGO
Habían pasado pocos meses desde la visita de los ángeles y del Señor al campamento de Abrahán. ¿Recuerdas que los visitantes le habían dicho que Sara tendría un hijo? A Sara le entró la risa porque ya era muy mayor. Pero al poco tiempo descubrió que estaba embarazada. ¡No se lo podía creer! ¡Era una mujer de 90 años y estaba embarazada!
Pasaron los meses y nació un niño. Puedes imaginarte la alegría que había en el campamento. El nacimiento del hijo de Sara fue toda una noticia. Sara era muy feliz.
Cuando somos felices, ¿qué hacemos? Nos reímos, ¿no? Hacía un año, cuando Dios le había dicho a Sara que tendría un hijo, le entró la risa porque le pareció una broma. Ahora Sara reía de felicidad y quería compartir con todos su felicidad. (Léelo en Génesis 21:6)
Le pusieron de nombre Isaac. Dios mismo había elegido el nombre para el niño hacía más de un año, antes de que se quedara embarazada (ver Génesis 17:19) Dios había cumplido la promesa de darle a Sara un hijo a pesar de que, por su edad, era imposible. Pero para Dios no hay nada imposible ¿verdad? Recuérdalo siempre, Dios siempre cumple sus promesas.
Hablad con vuestros hijos sobre sentir celos de los hermanos o de los amigos. A todos nos gusta que nos traten bien y hasta nos gustaría ser los favoritos de los padres o de la profe. Pero los padres o los profesores no podrían elegir a un favorito porque quieren a todos por igual
Sara y Abrahán eran felices al ver cumplida la promesa de Dios. Pero había otras personas que no estaban contentas: eran Agar e Ismael. Recuerda que desde que nació Ismael, Agar y Sara no se llevaban bien.
Agar se creía más importante que Sara porque ella había tenido un hijo y su señora no podía tener hijos. Agar pensaba que Ismael tendría toda la herencia de Abrahán y serían ricos. Pero ahora Sara, la esposa principal, también tenía un hijo y no estaba dispuesta a que Isaac compartiera la herencia con el hijo de una esclava.
La rivalidad entre las dos mujeres afectó también a Ismael. Ismael había crecido siendo el único hijo de Abrahán, recibiendo todas las atenciones, todo el cariño y todos los caprichos. Cuando nació Isaac, Ismael era ya un adolescente. Conforme Isaac crecía, Ismael tenía que compartir atenciones, cariño y regalos. Ismael sentía celos de su hermano.
• Calcula cuántos años tenía Ismael cuando nació Isaac. Busca en la Biblia los años y resuelve la siguiente resta:
Edad de Abrahán cuando nació Isaac (Génesis 21:5)
Edad de Abrahán cuando nació Ismael (Génesis 16:16)
Edad de Ismael
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
Llegó la fiesta del destete. Era una fiesta para celebrar que el niño dejaba de ser bebé (dejaba de tomar leche del pecho de la madre) y se convertía en niño. Normalmente se hacía cuando el niño cumplía entre 3 y 5 años. Pero Ismael no estaba para fiestas. ¿Qué hizo Ismael? (Léelo en Génesis 21:9)
Eso enfureció a Sara. ¡Estaba harta! Tanto se enfadó que habló con Abrahán y le pidió algo muy cruel. Le pidió que echara de casa a Agar y a Ismael (ver Génesis 21:10). Abrahán no estaba dispuesto a hacer lo que Sara le pedía porque Ismael era su hijo y lo amaba tanto como a Isaac (ver Génesis 21:11)
¿Y Dios? ¿Qué pensaría Dios de todo esto? Dios amaba tanto a Ismael como a Isaac. Dios también había elegido el nombre de Ismael (ver Génesis 16:11). Lo había cuidado desde antes de nacer y se había preocupado por él. También le había prometido a Agar que su hijo tendría una gran descendencia (ver Génesis 16:10). Abrahán no sabía qué hacer. Amaba a sus dos hijos por igual. Pero Sara, Agar e Ismael no podían estar siempre discutiendo y haciéndose la vida imposible. Vivir así se hacía insoportable. Abrahán consultó con Dios. ¿Qué le dijo Dios a Abrahán? Lee Génesis 21:12,13.
Cuando estamos enfadados podemos hacer y decir cosas muy crueles y cuando se nos pasa el enfado podemos arrepentirnos de lo que hemos dicho o hecho. Enseñad a vuestros hijos a pensar en sus reacciones, aunque estén enfadados y recordadles que, si a ellos no les gusta que nadie les desprecie, que les trate mal o que se burle de ellos, no deben hacerlo con los demás.
• Atraviesa el laberinto para resolver la duda de Abrahán.
Dios lo tranquilizó. Cuando los hijos crecen se van a vivir a su propia casa. Ismael tenía como unos 17 años. En aquella época era ya un joven adulto que podía ganarse la vida fuera de la casa de su padre. Además, contaba con la seguridad de que Dios iba a cuidarlo y cumpliría su promesa de hacer de él una gran nación.
La despedida debió ser muy triste. Abrahán les dio todo lo necesario para que pudieran comenzar una nueva vida. No sabían dónde vivirían ni cuándo se volverían a ver, pero tenían la confianza de que Dios estaría con ellos.
Agar e Ismael tomaron camino hacia el sur, posiblemente el camino de Egipto, donde Agar había nacido. Cuando llevaban algún tiempo caminando se dieron cuenta de que no sabían dónde estaban: se habían perdido. Intentaron buscar el camino de nuevo, pero cada vez se alejaban más y más. Estaban en medio del desierto de Beerseba sin saber por dónde ir. No había pueblos ni campamentos cercanos donde refugiarse o dónde preguntar. Caminaron y caminaron hasta que se les acabó el agua. Cuando parecía que iban a morir de sed, un ángel habló a Agar. ¿Qué le dijo? (Búscalo en Génesis 21:17,18).
• ¿Puedes encontrar el pozo? Encuentra también una tortuga, una mariposa, la rueda de un carro, una hoz, y el mando de un videojuego.
Aunque Agar e Ismael no se habían portado bien con Isaac, y tuvieron que separarse de Abrahán, Dios los seguía amando y protegiendo. Recuerda que Dios te ama sin condiciones y que, aunque te equivoques y no te portes bien, Dios te seguirá amando y cuidando de ti.
Entonces, a pocos metros, Dios le hizo ver que había un pozo de agua. ¡Qué alivio! Rápidamente recogió agua y bebieron. ¡Cuántas gracias debieron de dar a Dios por haberlos cuidado! La Biblia no nos dice cómo encontraron el camino, pero sabemos que salieron de allí sanos y salvos.
Pocas cosas sabemos de Ismael desde que se fue del campamento de su padre. Sabemos que no se fue a vivir a Egipto. Se quedó a vivir cerca de su padre, a tan solo a unos días de camino, en el desierto de Parán. Posiblemente, de vez en cuando, tuvieran noticias el uno del otro.
En Parán, Ismael se dedicó a la caza. Era un buen tirador de arco y seguramente podría vender las pieles que conseguía. Algún tiempo después se casó con una mujer egipcia y tuvo 12 hijos. Ismael vivió 137 años (ver Génesis 21:20,21 y Génesis 25:12-17)
La Biblia dice que Dios cumplió su promesa de cuidar y ayudar a Ismael y, como has podido leer, también cumplió la promesa de hacer de sus descendientes una gran nación. ¿Sabes quiénes son sus descendientes?
• Coloca las vocales que faltan y lo descubrirás.
• Busca con tus padres los países que son árabes en un mapa del mundo y verás que se cumplió la promesa de Dios.
Abrahán y su grupo cambiaban el campamento de lugar cada poco tiempo. Por eso todo el mundo en la región de Canaán conocía el campamento de Abrahán. Allí donde iba no tenía problemas con sus vecinos, todo lo contrario. Cuando estuvo en Hebrón se hizo amigo de Mamre, Escol y Aner quienes le ayudaron a liberar a Lot y a los habitantes de Sodoma cuando los reyes del norte atacaron el valle del Jordán ¿te acuerdas? También el rey de Sodoma le estaba muy agradecido y le respetaba por haber liberado a sus ciudadanos.
Abrahán nunca se aprovechó de nadie, aunque tenía un grupo muy numeroso de siervos que podían haber impuesto su voluntad por la fuerza. Su comportamiento y respeto por todos hacía que los demás habitantes y gobernantes de Canaán lo tuvieran en gran estima. Los cananeos veían que Abrahán adoraba al único Dios Creador y que Dios lo cuidaba y protegía. Así que todos querían ser aliados de Abrahán, porque sabían que podrían contar con él en caso de peligro.
Una vez, acamparon cerca de la ciudad de Gerar. El rey Abimélec quiso hacer un pacto con él. Así que el rey, acompañado por su capitán Ficol, se acercó al campamento de Abrahán. ¿Cómo saludó el rey a Abrahán? (Léelo en Génesis 21:22). Abimélec sabía que, si se hacía amigo de Abrahán, no tendría que tener miedo porque era un hombre honrado que protegía siempre a sus amigos. Además, adoraba a un Dios poderoso que le ayudaba siempre.
Cuando tenemos a Jesús en nuestro corazón podemos ser amables y simpáticos y tratar de ayudar siempre que alguien nos necesite, como lo hizo Abrahán. De esa manera, los que nos conocen querrán conocer también a Jesús.
• Encuentra las 8 diferencias.
Enseñad a vuestros hijos a ser amables y respetuosos con todo el mundo. Recordad cuál es el fruto del Espíritu en Gálatas 5:22,23.
Abrahán aceptó el pacto con Abimélec. Él no tenía intención de portarse mal con los habitantes de Gerar, pero tenía un problema que contarle al rey.
Hacía algún tiempo los pastores de Abrahán había excavado un pozo cerca de Gerar. En aquel tiempo, quien excavaba el pozo tenía derecho a sacar toda el agua que necesitara. Pero los siervos del rey se habían apropiado del pozo y ahora no les dejaban sacar agua para el ganado y todas las personas del campamento. Abrahán tenía derecho a estar enfadado y podría haber atacado con armas a los siervos de Abimélec para recuperar el pozo. En vez de eso, Abrahán se quejó al rey. El rey se sorprendió. No sabía que eso había pasado, ni quiénes eran esos siervos que le habían robado el pozo.
Abimelec pidió disculpas. Para que no volviera a ocurrir, Abrahán le entregó siete ovejas al rey.
Una vez que estaba todo arreglado Abimélec y Abrahán hicieron un pacto para ayudarse mutuamente cuando lo necesitaran. Abimélec y Ficol regresaron a su ciudad y Abrahán se quedó a vivir allí en Beerseba durante mucho tiempo.
Luego, para que no volviera a haber confusiones Abrahán plantó un árbol junto al pozo de forma que todo el mundo supiera que ese pozo tenía dueño.
Enseñad a vuestros hijos a utilizar el diálogo para solucionar sus problemas. Muchos de nuestros problemas son por pequeños malentendidos que cuando los hablamos se solucionan rápidamente. Antes de enfadarnos es mejor hablar y arreglar las cosas.
Aprende y comprende:
«Te enseñaré el camino que debes seguir».
(Salmo 32:8, Dios habla hoy)
Muchas veces tenemos la sensación de que como creemos en Dios y nos comportamos de forma distinta que el resto de la población, los otros nos menosprecian. Es cierto que en nuestro país la cultura religiosa es muy pobre y cuando ven creencias y costumbres distintas la gente se extraña. Posiblemente a Abrahán le pasó lo mismo, pero su integridad, su bondad y el respeto hacia los otros habitantes de Canaán (aunque muchas veces no se lo merecieran) se granjeó su respeto y afecto. Enseñad a vuestros hijos a mostrar las cualidades de un cristiano y a no sentir vergüenza por ser diferentes, sino a sentirse orgullosos de su Dios.
TU LECTURA DEL DOMINGO
Pasaron los años y Sara y Abrahán eran cada vez más ancianos. Cuando Sara tenía 127 años murió. Abrahán estaba muy triste. También Isaac. Pero ahora tenían un problema. Sara y Abrahán habían sido nómadas, es decir, vivían yendo de un lugar a otro sin tener una casa construida ni propiedades. Por eso Abrahán no tenía un lugar donde enterrar a Sara.
En aquel momento vivían cerca de la ciudad de Hebrón, y Abrahán fue a ver a los gobernantes de la ciudad para pedirles que le vendieran unas tierras donde poder enterrar a su amada esposa. ¿Sabes lo que le contestaron? Léelo en Génesis 23:6.
Los habitantes de Hebrón admiraban a Abrahán. Sabían que era un hombre bueno y que adoraba a Dios. También sabían que Dios era poderoso y que cuidaba y protegía a Abrahán. Por eso le ofrecieron el mejor de los sepulcros. Abrahán solo tenía que elegir el lugar.
Abrahán eligió la cueva de Macpela que pertenecía a un hombre llamado Efrón. Efrón respetaba mucho a Abrahán y al principio quiso regalarle las tierras donde estaba la cueva, pero Abrahán insistió en pagarle un precio justo. Desde que habían salido de Ur de los Caldeos no había tenido un lugar que fuera de su propiedad. Abrahán pagó cuatrocientas monedas de plata por el terreno donde estaba la cueva de Macpela y luego enterró allí a Sara.
Hablad con vuestros hijos sobre lo importante que es elegir buenas compañías. Hay amigos que pueden ayudarnos y hacernos mejores personas y nosotros, como cristianos, también podemos ser una buena influencia para ellos. También deben saber reconocer a aquellos amigos que no ayudan, que son interesados, que se aprovechan o que les enseñan conductas negativas. Ayudadles a ser fuertes y rechazar lo malo.
Isaac ya era un hombre y Abrahán comenzó a estar preocupado por el tipo de esposa que elegiría Isaac. Las chicas que vivían en Canaán adoraban a dioses extraños y posiblemente llevarían a sus dioses al campamento. Por eso Abrahán estaba preocupado.
Abrahán se acordó de que su hermano Nacor había tenido hijos. Su hermano también adoraba al Dios verdadero y pensó que lo mejor era que Isaac se casara con una chica de la familia de su hermano, que también adorara a Dios.
Pero Abrahán era muy mayor e Isaac no quería separarse de él. Por eso pensaron que lo mejor sería que alguien de confianza fuera a la ciudad de Nacor a buscar una chica que se quisiera casar con Isaac. Abrahán confiaba en que Dios elegiría una buena chica para Isaac (ver Génesis 24:7)
Entonces Abrahán llamó a su siervo Eliecer. Eliecer había vivido con Abrahán desde antes de nacer sus hijos. Era el que se encargaba de cuidar y vigilar todas las cosas de Abrahán. Eliecer también amaba a Dios y estaba seguro de que Dios le mostraría qué chica era la elegida.
Eliecer preparó una caravana con 10 camellos cargados de regalos, tiendas de campaña y alimentos para un largo viaje. Seguramente elegiría también a un grupo de siervos que le acompañaran en un viaje peligroso: podía encontrarse con ladrones que le robaran los animales y las riquezas que llevaba.
Pero Eliecer no estaba preocupado por los peligros del viaje. Estaba preocupado en hacer bien su trabajo. Esperaba encontrar una chica simpática, alegre, amable, guapa y trabajadora. Además, debía creer en el Dios verdadero.
Curiosidades:
El relato no menciona el nombre del criado. Damos por sentado que se trataba de Eliecer porque era el siervo de más confianza. Génesis 15:2
Después de muchos días de viaje, Eliecer y la caravana llegaron a la ciudad de Nacor. Era por la tarde. Habían viajado todo el día con mucho calor y estaban todos cansados del viaje. A las afueras de la ciudad había un pozo y Eliecer se quedó allí descansando. De repente empezaron a llegar muchas chicas jóvenes. Todas iban con su cántaro porque venían a buscar agua al pozo. Ahora podría elegir una chica para su amo Isaac. Pero como no sabía por dónde empezar, el siervo de Abrahán hizo una oración y le propuso a Dios una prueba: él se acercaría a una chica y le pediría agua. Si la chica le daba agua a él y a todos los camellos, esa sería la elegida.
No todas las chicas harían lo que pedía Eliecer. Imagínate que tú vas a sacar agua de un pozo y que un señor desconocido te pide agua, posiblemente le des un poco de tu agua, pero ni se te pasaría por la imaginación empezar a sacar agua del pozo para diez camellos, ¡con lo que beben! Si había alguna chica que hiciera eso no solo estaría siendo simpática y amable, sino que también era muy trabajadora.
Cuando terminó de orar echó un vistazo a todas las chicas que había cerca del pozo y se acercó a una de ellas que le pareció muy bonita y le preguntó:
—Por favor, ¿podrías darme un poco de agua?
La chica le sonrió, bajó el cántaro y le dio de beber. Eliecer le dio las gracias y se volvió hacia donde estaban sus camellos. Entonces, ¿qué le dijo la chica? (Léelo en Génesis 24:19). ¿Te puedes imaginar la cara de Eliecer? Eso era justamente lo que había hablado con Dios.
Hablad con vuestros hijos sobre el poder de la oración. Dios no espera a que se lo pidamos para ayudarnos, pero al orar abrimos nuestro corazón y nuestra mente para que Dios nos ayude a encontrar las soluciones. Hablad de momentos en los que es bueno que se acostumbren a orar buscando la ayuda y protección de Dios como cuando salís de viaje o se enfrentan a un examen. Al orar, estamos haciendo partícipe a Dios de nuestros momentos cotidianos.
Ayudad a vuestros hijos a comprender que el ayudar a los demás conlleva esfuerzo y trabajo y que no siempre debemos hacer las cosas esperando una recompensa material. En casa, encargadles pequeñas labores de las que deben ser responsables: hacer su cama, poner la mesa, sacar la basura… Son trabajos que ayudan a toda la familia.
La chica volvió al pozo, empezó a sacar agua y a echarla en el abrevadero.
Luego Eliecer llevó a los camellos y bebieron toda el agua que necesitaban.
Eso debió ser mucha agua porque cada camello es capaz de beber hasta 90 litros de una vez. Imagínate la cantidad de veces que tuvo que sacar agua y el tiempo que debió estar allí.
Cuando terminó, Eliecer sacó del equipaje un anillo y dos brazaletes de oro y se los dio como agradecimiento por todo el esfuerzo y trabajo realizado. ¡Vaya cara que puso! Eso no se lo esperaba. Aquella chica no había trabajado por una recompensa. Solo quería ayudar.
Después de entregarle las joyas, Eliecer le preguntó su nombre, quién era su familia.
—Me llamo Rebeca —dijo la chica—. Mi padre se llama Betuel y mi abuelo Nacor.
Eliecer no se lo podía creer. Era bonita, simpática, amable, trabajadora y además era nieta del hermano de Abrahán. ¡Ella también adoraba al Dios verdadero!
Eliecer comprendió que Dios había preparado todo para que encontrara a la chica perfecta. Y ¿sabes qué hizo entonces? Léelo en Génesis 24:26. Lo primero que hizo Eliecer fue agradecer a Dios por cómo lo había dirigido. ¿Tú te acuerdas de orar para darle las gracias a Dios por todo lo que te cuida y te ayuda?
• Encuentra los 10 cántaros que están escondidos en el dibujo.
•
Rebeca, mientras tanto, había vuelto corriendo a casa a enseñarle a su familia los regalos del rico extranjero. Cuando se enteró su hermano Labán, salió corriendo hasta el pozo para invitar al extranjero a que se quedara en su casa a pasar la noche. Eliecer aceptó gustoso.
Una vez en casa de Rebeca, no pudo esperar a contarles quién era y por qué había venido hasta la ciudad de Nacor. Les contó que era el siervo de Abrahán y que venía a buscar esposa para Isaac. Les contó cómo había hablado con Dios y cómo Rebeca había hecho y dicho exactamente lo que le había pedido a Dios. Labán y Betuel se dieron cuenta de que Dios mismo había elegido a Rebeca.
Entonces le preguntaron a Rebeca. Ella era la que tenía que decidir. Ella no conocía de nada a Isaac. No sabía si le iba a gustar o no. No sabía si podría llegar a quererlo. ¿Sabes que respondió? Lo sabrás si lees Génesis 24:58. Rebeca decidió confiar en Dios. Eliecer tenía prisa por volver y contarle a Abrahán cómo Dios había dirigido su viaje. Entonces Rebeca preparó su equipaje, avisó a sus siervas y pronto estaba dispuesta para viajar.
Eliecer dejó los regalos que Abrahán le había dado para su familia y todos volvieron desde Mesopotamia hasta Canaán, seguramente por el mismo camino que hacía muchos años recorrió Abrahán hacia la tierra prometida por Dios.
Cuando estaban llegando cerca del campamento de Abrahán, Rebeca vio a un hombre que se acercaba a ellos por el campo. Era Isaac. ¡Qué nervios! ¿Le gustaría?
No sabemos muy bien como fue el encuentro de los novios, pero la Biblia dice que Isaac amó mucho a Rebeca. Poco tiempo después se casaron.
¡Qué difícil es confiar a ciegas en Dios! Pero eso también se lo podemos enseñar a nuestros hijos. Observad cómo vuestros hijos confían en vosotros. Cómo confían cuando les vais a enseñar a montar en bicicleta, o a nadar. Cómo confían en que vais a cumplir vuestras promesas, aunque tengan que esperar. Ese mismo sentimiento de confianza es el que debemos sentir cuando pensamos que Dios va a estar a nuestro lado ayudándonos en nuestro día a día.
Hablad con vuestros hijos sobre las muchas veces que ellos discuten y de cómo al final hacen las paces. Pero recordadles que el cariño siempre puede más que el rencor.
Abrahán vivió todavía 35 años después de la boda de Isaac. Abrahán estaba contento porque pudo ver cómo su hijo era feliz con su nuera Rebeca y también pudo conocer a sus nietos de los que hablaremos la semana que viene. Cuando murió tenía 175 años.
Lo primero que hizo Isaac fue avisar a su hermano Ismael que no vivía muy lejos de allí. Isaac podría haber sido orgulloso y como él era el heredero de su padre no querría que Ismael estuviera cerca. O Ismael podía haber sido orgulloso y pensar que después de haber sido separado del campamento de su padre él no tenía por qué ir. Pero Ismael acudió rápidamente. Ismael amaba a su padre y quiso acompañar a su hermano en esos momentos tan tristes para los dos. Aunque habían vivido separados, olvidaron sus diferencias y despidieron juntos a su padre.
¿Dónde lo enterrarían? El único terreno que era propiedad de la familia estaba al norte, cerca de Hebrón. Era la cueva de Macpela donde estaba enterrada Sara.
Isaac e Ismael decidieron viajar hasta Hebrón y enterrar a Abrahán en la misma sepultura que a su esposa Sara. Tuvieron que viajar hacia el norte y pasaron por lugares y ciudades en los que conocían muy bien a Abrahán. Posiblemente mucha gente se acercó para dar el pésame a Isaac y a Ismael. Después del entierro cada uno volvió a su campamento. Ismael a la región de Parán e Isaac se quedó a vivir cerca del pozo «El viviente que me ve» donde el ángel habló a Agar antes de que naciera Ismael.
No sabemos si se volvieron a ver, pero es posible que lo hicieran porque vivían a pocos días de distancia.
3
Aprende y comprende:
«No mintáis los unos a los otros».
(Colosenses 3:9, Dios habla hoy)
En nuestra sociedad, y más nuestros hijos, están acostumbrados a recibir todo de inmediato, a viajar rápido, a tenerlo todo a mano. Cuando tengáis ocasión acostumbrad a vuestros hijos a esperar para conseguir algo que les guste: ahorrar dinero para comprar un juguete que les guste mucho, que ellos mismos preparen un bizcocho y tengan que esperar a que se cueza y se enfríe… Eso les ayudará a controlar su propio comportamiento, a evitar la frustración ante la espera y a disfrutar y valorar más lo que han estado esperando.
TU LECTURA DEL DOMINGO
Rebeca comenzó una nueva vida junto a Isaac. Tenía que aprender muchas cosas nuevas en un nuevo país. Ya no viviría en una casa de adobes, ahora viviría en una tienda. Tendría que conocer a mucha gente nueva que vivía en el campamento y las costumbres de aquellas personas. Pero a Rebeca no le importó porque amaba a Isaac y sabía que Dios estaría siempre con ella.
Abrahán e Isaac le contaron cómo Dios les había prometido tener una gran familia y que, especialmente los hijos de Isaac, debían reflejar el carácter de Dios para ser bendición para todas las naciones (ver Génesis 12:2,3)
Un día, Rebeca le dio una bonita noticia a su marido: estaba embarazada. ¡Cuántas gracias le dieron a Dios! A los pocos meses Rebeca comenzó a estar preocupada porque tenía muchas molestias. En aquel tiempo los médicos no tenían aparatos para escuchar al feto, o ecógrafos para ver cómo está el bebé. No había forma de saber si el bebé de Rebeca estaba sano o no. Así que decidió consultar al Señor. Y Dios le contestó. (Lee en Génesis 25:23 lo que Dios le dijo a Rebeca)
¡Mellizos! Dios le decía que iba a tener dos hijos y que las diferencias entre los hermanos iban a ser muy grandes.
Pasaron los meses y cuando llegó el momento Rebeca dio a luz dos niños.
• Descifra el código y sabrás el nombre de los dos niños.
¿Por qué son diferentes todas las personas? Cada persona es especial porque tiene un talento, un don o una forma de hacer las cosas distinta. Los niños también. Cada uno tiene su propio carácter, sus gustos y sus talentos. Evita comparar a tus hijos con sus hermanos, sus primos o sus amigos. Observa sus cualidades y ayuda a potenciarlas.
Los niños que nacen al mismo tiempo pueden ser iguales (son gemelos), o muy diferentes (son mellizos). Dios le dijo a Rebeca que sus hijos no serían iguales. Y eso lo vieron desde el momento mismo de su nacimiento. Primero nació Esaú. ¿Cómo era el niño? (Lo sabrás si lees Génesis 25:25)
Luego nació Jacob. Los dos niños estaban sanos y fuertes. Eso era lo único que les importaba a los padres y al abuelo Abrahán. Pero conforme iban creciendo las diferencias entre uno y otro eran cada vez mayores.
Esaú era un hombre muy activo. Seguramente, sería un hombre musculoso y fuerte. Le gustaba salir de caza y conocía bien el bosque. Sabía dónde se escondían los animales y cómo seguir su rastro. Sabía cuándo iba a llover mirando la puesta de sol. Conocía las plantas que se podían comer y las que curaban. Era valiente y no le importaba enfrentarse a peligros o incluso a enemigos. Salía temprano por la mañana, y después de recorrer muchos kilómetros buscando animales para aprovechar su carne y su piel volvía al campamento a descansar y no quería que nadie le molestara.
Jacob, sin embargo, era un hombre tranquilo. Prefería cuidar de las cosas del campamento: vigilar los rebaños, hacer cacharros de barro y herramientas, cuidar de las huertas y de los sembrados, curtir las pieles de los animales que traía su hermano y cocinar. También le gustaba mucho sentarse a contar y escuchar las historias de cómo Dios había creado el mundo, de cómo había protegido a Noé del diluvio o las promesas de Dios a su abuelo Abrahán y a su padre Isaac.
En ese tiempo era costumbre que, cuando el padre moría, uno de los hijos recibiera una parte mucho más grande de la herencia, normalmente el hijo mayor. (ver Deuteronomio 21:17). Esa parte más grande de las riquezas y de las posesiones del padre se le llamaba «primogenitura».
El hijo que recibía la primogenitura llegaba a ser el jefe de la familia, de los siervos e incluso de los hermanos que quisieran quedarse en el campamento.
Pero para Abrahán y para Isaac la primogenitura tenía otra función: el primogénito debería mantener viva la promesa que Dios había hecho a Abrahán y a todos sus descendientes. El primogénito debía mantener la relación con Dios y era quien enseñaba al resto de la familia las reglas de la felicidad de Dios y la promesa de que, algún día, uno de sus descendientes sería el que nos salvaría de Satanás.
Era un gran privilegio ser nombrado primogénito y, como hijo mayor, le correspondía a Esaú. Pero Esaú no estaba muy interesado en todas esas historias de promesas, de grandes naciones o de un salvador. Prefería salir a la montaña y matar a un ciervo antes que sentarse a escuchar las historias y los consejos de su padre y de su madre.
Sin embargo, para Jacob todas las historias del abuelo Abrahán y de sus padres eran importantes. Como Jacob se quedaba más tiempo en el campamento, pasaba muchos ratos sentado con su madre aprendiendo y recordando las promesas de Dios. Aprendió a amar a Jesús igual que sus padres. Él soñaba con ser el primogénito de la familia no solo para cuidar del campamento, sino también para ver cómo Dios cumplía sus promesas.
El tiempo de tranquilidad, intimidad y complicidad que pasamos junto a nuestros hijos compartiendo las historias de la Biblia, o nuestras propias experiencias con Dios nunca es un tiempo perdido. Buscad un poquito de tiempo, aunque solo sean cinco minutos y disfrutadlo.
• Resuelve el crucigrama.
HORIZONTALES
1. Madre de la familia
4. Hijo menor
6. Parte mayor de la herencia
VERTICALES
2. Hijo mayor
3. Lugar en el que vivía la familia
5. Padre de la familia
Hablad con vuestros hijos de cuáles son las decisiones que los padres deben tomar cada día. Algunas pueden tomarlas con los hijos, como elegir la ropa o la actividad que vais a hacer el fin de semana. Pero otras deben tomarlas los padres porque son los responsables de que todo funcione bien y los hijos deben obedecer y respetar las decisiones de los padres.
Un día, siendo ya mayores, Esaú regresaba de una larga cacería. Venía muy cansado y tenía mucha hambre. Cuando pasó frente a la tienda de Jacob le llegó un olor delicioso. Jacob estaba cocinando unas lentejas en un caldo de color rojo. ¡Qué rico! Esaú se acercó a su hermano y le dijo:
—Tengo muchísima hambre, Jacob. Dame de comer, por favor.
Jacob miró a su hermano que estaba hambriento y cansado. Tal vez pensó en que a su hermano no le importaba lo que pasaba en el campamento. Esaú solo quería salir a cazar, estar por el bosque y hacer lo que le apetecía. Jacob pensó que él sería mucho mejor jefe de la familia que su hermano y se le ocurrió una idea.
—Si te doy todo el guiso de lentejas que quieras, ¿me venderás tu primogenitura? —le preguntó Jacob.
Lo que estaba pidiendo Jacob estaba mal. Quien debía decidir sobre la primogenitura era Isaac, no ellos. Pero Esaú le contestó:
—Me voy a morir de hambre si no como ahora mismo. Y si me muero, ¿para qué me servirá la primogenitura? Tengo tanta hambre que te la cambio por tus lentejas.
Jacob quiso asegurarse de que su hermano hablaba en serio y se lo hizo jurar. Jurar es prometer delante de Dios que lo que dices lo cumplirás, aunque cambies de opinión. Esaú ni siquiera se lo pensó y le juró que le daría la primogenitura. Jacob le sirvió toda la comida que quiso. Lee lo que dice la Biblia sobre lo que sentía Esaú en Génesis 25:34
No volvieron a hablar sobre el tema ni les dijeron nada a sus padres.
Pasó el tiempo. Isaac ya era muy mayor y se estaba quedando ciego. Creía que se iba a morir en poco tiempo y quería entregar la bendición de la primogenitura. Isaac no sabía el trato que Jacob y Esaú habían hecho, así que, un día, Isaac llamó a Esaú a su tienda. Le pidió que saliera a cazar y que le preparara su comida favorita porque, después de comerla, le daría la bendición de la primogenitura. Así que cogió su arco y salió al bosque.
Pero Rebeca oyó la conversación. Rebeca pensó que su marido se equivocaba: ella prefería que el primogénito fuera Jacob. Entonces llamó a Jacob y le propuso un plan: Jacob se disfrazaría como si fuera Esaú y le pediría a Isaac que le bendijera.
¡Pero eso era mentir a su padre! Al principio Jacob no quería seguir el plan de Rebeca. Isaac se daría cuenta de que Jacob no era Esaú, entre otras cosas porque su hermano era muy peludo y él no. Pero al final, tanto insistió Rebeca que Jacob aceptó, aunque sabía que no era lo correcto.
Poco tiempo después ya estaba todo preparado. Rebeca hasta había preparado un disfraz. (Lee en Génesis 27:15,16 cómo lo preparó). Jacob, disfrazado de Esaú y con el guiso que había preparado, entró en la tienda de su padre. Tal como temía Jacob, su padre se dio cuenta de que algo andaba mal. Nada más entrar le preguntó que quién era. Y Jacob mintió. Pero Isaac no se fiaba y le hizo acercarse para tocarlo. Jacob se acercó. ¿Qué es lo que pensó Isaac? (Léelo en Génesis 27:22). Y Jacob no dijo la verdad.
Cuando llegó el momento de la bendición, Isaac volvió a preguntarle quién era y Jacob mintió otra vez. Finalmente, Isaac bendijo a Jacob y le dio la primogenitura.
Curiosidades:
Es posible que Esaú sufriera de un trastorno que se llama hipertricosis, que es el crecimiento anormal del vello por todo el cuerpo. Esta sería la explicación para que Isaac confundiera la piel de Esaú con la piel de los cabritos que llevaba Jacob sobre los hombros y brazos.
Hablad con vuestros hijos de cómo se sienten y os sentís cuando alguien os engaña.
Hablad con vuestros hijos de cómo una mentira nunca viene sola. Se termina convirtiendo en una cadena de mentiras que no sabemos a cuántas personas va a afectar. Pero sí podemos estar seguros de que tarde o temprano las mentiras que digamos nos perjudicarán a nosotros más que a nadie.
Nada más terminar la bendición, Jacob salió de la tienda. Al poco tiempo Esaú volvió del bosque feliz esperando la bendición de su padre. Preparó la comida y entró en la tienda de Isaac. Al principio Isaac se extrañó y preguntó que quién era. Cuando Esaú le dijo quién era, Isaac enseguida reconoció su voz. Seguramente le hizo acercarse y lo palpó. ¡Qué triste se puso! Su hijo pequeño le había mentido para conseguir la bendición.
Esaú estaba furioso. Jacob le había engañado dos veces, una para convencerlo de que le vendiera la primogenitura y otra vez para conseguir la bendición de su padre. ¿Cuál era el sentimiento de Esaú? (Léelo en Génesis 27:41). Solo era cuestión de tiempo y Esaú se vengaría.
Pero alguien avisó a Rebeca de lo que pensaba hacer Esaú. Así que llamó a su hijo menor y le contó las intenciones de su hermano. Jacob poco podía hacer para defenderse de Esaú que era mucho más fuerte y sabía utilizar las armas. Solo le quedaba una solución, huir.
Rebeca le recomendó que fuera a casa de Labán, su hermano, en Harán. Allí se podría refugiar hasta que su hermano se calmara. Luego, Rebeca mandaría a un mensajero para que regresara.
Luego, Rebeca le dijo a Isaac que no quería que Jacob se casara con una cananea. Prefería que fuera a buscar esposa a Harán a casa de su familia como años antes lo había hecho Eliecer cuando fue a buscarla a ella. A Isaac le pareció buena idea y permitió que Jacob se fuera del campamento. Jacob se despidió de su madre y de su padre sin saber cuándo los podría volver a ver.
• Acompaña a Jacob en el camino a Harán para que no se pierda.
4
Aprende y comprende:
«He aquí yo estoy contigo y te guardaré dondequiera que vayas».
(Génesis 28:15, Dios habla hoy)
Había cuatro personas que estaban sufriendo por todas las mentiras y engaños que estudiamos la semana pasada: Isaac, Rebeca, Jacob y Esaú. Cuando te portas mal, tus padres se enfadan contigo, ¿verdad? Tus padres también están tristes porque a ellos no les gusta lo que tú has hecho.
Isaac estaba muy enfadado con Rebeca y con Jacob porque no le gustaba nada que le hubieran engañado. Y a la vez estaba muy triste porque no quería estar enfadado con ellos.
Los niños de entre 6 y 8 años no tienen todavía capacidad de entender por sí mismos cuándo tienen que pedir perdón y cuándo tienen que perdonar. Debéis recordarles que pidan perdón cuando hagan algo malo tanto a vosotros como a sus amigos. Y que acepten las disculpas de los demás. Pero vosotros debéis ser sus ejemplos y también debéis pedirles perdón cuando os equivoquéis.
Cuando te portas mal y tus padres se enfadan, tú también te sientes triste. No te gusta que los papás estén enfadados contigo. Rebeca y Jacob también estaban tristes por lo que habían hecho. No les gustaba que Isaac y Esaú estuvieran enfadados.
Aunque te portes mal y tus padres se enfaden y se pongan tristes puedes estar seguro de que te quieren mucho. Aunque Isaac estaba enfadado y triste los seguía queriendo mucho, muchísimo.
Cuando te portas mal y tus padres se enfadan ¿qué haces? Seguramente les pides perdón y les dices que no lo volverás a hacer más. Pero Esaú estaba demasiado enfadado y no quería perdonar a su hermano. ¿A ti te gustaría vivir siempre enfadado? Pues para desenfadarte tienes que aprender también a perdonar.
Los niños empiezan a mentir normalmente para evitar castigos y regañinas. Buscad una forma equilibrada de corregir a vuestros hijos para que confíen en vosotros, aunque hagan alguna trastada. Y sobre todo utilizad refuerzos positivos: alabad lo que hagan bien y hacedles sentirse seguros y orgullosos de sus logros positivos.
Jacob comenzó su largo viaje a casa del tío Labán llevando poco equipaje. Jacob se sentía solo y triste. Seguramente tendría miedo porque sabía que podría encontrarse ladrones o animales salvajes por el camino.
Echaba de menos a su hermano Esaú. Si no hubieran discutido seguro que él le hubiera acompañado para protegerlo. Pero se acordaba de que, por culpa de las mentiras que había dicho, en vez de protegerlo, su hermano le perseguía. Sabía que había actuado mal, tanto que su hermano no quería perdonarlo.
Al final con tantas mentiras por conseguir la primogenitura, le salió todo al revés. Jacob se encontraba ahora huyendo de su casa. Sabía que nunca iba a poder heredar las posesiones y las riquezas de su padre, tampoco sería el jefe de la familia. Jacob estaba seguro de que había perdido todo lo que más amaba: la primogenitura, a sus queridos padres y su hogar.
También le había fallado a Dios, a su querido Dios. Reconocía que había hecho todo lo contrario a lo que dicen las reglas de la felicidad y ahora creía que Dios había dejado de quererle. ¿Crees que eso es posible?
Jacob estaba muy cansado, y se sentía desanimado y asustado. Buscó un lugar tranquilo y seguro para pasar la noche. Buscó una piedra lisa y plana y se acomodó utilizando la piedra como almohada. Se sintió muy solo y con miedo al futuro. ¿Estarían sus padres bien? ¿Su tío lo recibiría en Harán? ¿Podría volver alguna vez a su casa?
Mientras Jacob dormía tuvo un sueño. A su lado apareció una escalera que comenzaba en su cabecera y llegaba hasta el cielo. De repente, aparecieron unos ángeles que comenzaron a subir y bajar por ella. Jacob siguió con la mirada todo el recorrido de la escalera hasta que arriba del todo pudo ver a Jesús que le sonreía. De repente Jacob debió sentir una paz inmensa y escuchó que Jesús le hablaba. (Lee lo que le dijo Jesús en su sueño en Génesis 28:13,14). ¡Dios le estaba hablando a él! ¿Recuerdas a quién le dijo lo mismo?
Y luego, Dios le hizo una promesa muy personal. Es una promesa que nos hace también a ti y a mí. Es el versículo de memoria. Apréndetelo y recuérdalo.
Cuando Jacob se despertó ya no estaba angustiado.
Antes de continuar su viaje, Jacob tomó la piedra que le había servido de almohada y levantó un monumento a Dios. Llamó el lugar Betel que quiere decir «Casa de Dios».
La escalera del sueño de Jacob nos asegura que Jesús está siempre muy cerca de nosotros, tan cerca como en la cabecera de nuestra cama. Enseñad a vuestros hijos que Dios siempre nos sigue amando, aunque hayan hecho una buena trastada. Deben sentir seguridad en el amor de Dios.
Los vínculos familiares son importantes para vuestros hijos. Contadles historias familiares, habladles de primos y tíos lejanos, y si no, de amigos vuestros con los que tengáis una buena relación. Les ayudará a sentirse parte de una comunidad.
Jacob salió de Betel y continuó su viaje hasta Harán a unos 700 kilómetros. Es como ir andando desde Madrid a Girona (puedes verlo en un mapa). Después de caminar varias semanas se detuvo a descansar frente a un pozo protegido por una gran piedra. Vio cerca de allí tres rebaños de ovejas, pero ninguno se acercaba hasta el pozo. Estaban esperando a que llegaran todos los rebaños de los alrededores para abrir el pozo y que todas las ovejas abrevaran al mismo tiempo. De esa forma se ahorraba mucha agua.
Se acercó a uno de los grupos de pastores y les preguntó de dónde eran. Le contestaron que eran de Harán. ¡Qué cerca estaba! Casi había llegado a casa de su tío. Les preguntó si conocían a su tío Labán y le dijeron que sí. Luego les preguntó si estaba bien. Entonces ellos señalaron a un rebaño que se acercaba. Era el rebaño de Labán. Podía preguntarle a la pastora; era Raquel, su hija.
Jacob esperó impaciente hasta que el rebaño de Raquel llegó al pozo. ¡Cuántas ganas tenía de conocer a su familia! Pero era la hora de abrevar a las ovejas y había trabajo que hacer. Así que rápidamente Jacob se ofreció a abrir el pozo para que las ovejas pudieran beber.
A Raquel le gustó ese hombre tan amable y servicial. Luego, mientras las ovejas bebían, Jacob se acercó a Raquel y se presentó.
• Pon las letras A, E y O en el lugar correcto y podrás descubrir la alegría y la emoción de Jacob por conocer a su prima. ¿Qué hizo? (Génesis 29:11).
¡Qué alegría también para Raquel! De vez en cuando, los viajeros traían noticias de Rebeca y su familia y ahora, por fin, podían conocerse. ¡Tenían tantas cosas que contarse! Así que, en cuanto pudo, Raquel salió corriendo hacia Harán, a su casa, para contarle a su padre que el hijo de Rebeca estaba en la ciudad.
Cuando Labán se enteró de que su sobrino estaba en Harán, salió corriendo a recibirlo. Lo saludó, lo besó y lo abrazó. Jacob se sintió bienvenido y querido. Luego Jacob comenzó a contar toda su historia y la verdadera razón por la cual había tenido que salir de Canaán.
Labán lo acogió en su casa y Jacob empezó a ayudar en todo lo que podía. Labán enseguida se dio cuenta de que su sobrino era un hombre trabajador y que hacía bien las cosas.
Un mes después, Labán habló con Jacob: si quería quedarse en su casa y trabajar para él, merecía ganar un sueldo. Como quería que Jacob se quedara a vivir con él dejó que eligiera su salario. Jacob también se quería quedar, pero por otra razón: en ese tiempo se había enamorado de Raquel, la hermosa hija de Labán, y se quería casar con ella. El problema es que como había salido con pocas cosas de Canaán no tenía nada que ofrecer a la familia de la novia. En aquel tiempo era costumbre que la familia del novio entregara una cantidad importante de riquezas (dinero, joyas, ganado, tierras…) a la familia de la novia. Eso se llamaba dote. ¿Qué le ofreció Jacob a cambio de la mano de Raquel? (Léelo en Génesis 29:18)
Labán estuvo de acuerdo. Iba a tener a un hombre inteligente y trabajador trabajando para él durante siete años sin pagarle nada. Era un trato estupendo.
¿Cómo se sintió durante ese tiempo?
• Elige una de las siguientes palabras y escríbela en el dibujo (Génesis 29:20).
Jacob hacía bien su trabajo y Labán lo apreciaba mucho por ello. Debemos enseñar a nuestros hijos que cuando hacemos bien nuestro trabajo (terminamos nuestros deberes, estudiamos para el examen, tenemos ordenado nuestro cuarto, ayudamos si protestar en casa…) también estamos reflejando que tenemos a Jesús en nuestro corazón.
Durante siete años Jacob trabajó para Labán para poder casarse con Raquel.
Pasaron los siete años y llegó el momento de casarse con Raquel. Labán preparó una gran fiesta e invitó a todos los vecinos.
• Encuentra 7 diferencias entre los dibujos
Para los padres
Hablad con vuestros hijos sobre la diferencia entre bromas y mentiras. En las bromas, al final, todos sabemos que lo que se dice no es cierto y nos reímos. Jugad a hacer bromas. Explicadles cómo si una broma puede hacer daño o dar miedo ya no es una broma divertida.
Todo estaba preparado cuando apareció la novia. Era costumbre que las novias vistieran unos trajes muy lujosos pero que las tapaban por completo. Apenas se les veían los ojos y las manos. Pero Jacob sabía que debajo de todos esos mantos estaba la hermosa Raquel. O al menos eso era lo que creía Jacob. En realidad, Labán estaba engañando a Jacob. Hizo que Lea, la hermana mayor de Raquel se vistiera con el traje de boda. Como la boda se celebraba por la noche, Jacob no se dio cuenta hasta la mañana siguiente que la mujer con la que se había casado no era su amada Raquel sino su hermana Lea.
Jacob estaba furioso. Se sentía muy mal porque amaba a Raquel y ahora estaba casado con otra mujer
Jacob fue a ver a Labán. Cuando se quejó a Labán y le recordó su trato, ¿qué le dijo Labán? (Lee lo malvado y tramposo que fue Labán en Génesis 29:26,27)
Había tenido siete años para haberle dicho a Jacob que, hasta que no se casara Lea, no se podría casar Raquel, pero seguramente eso era una excusa para hacer que Jacob trabajara gratis para él durante más tiempo. ¿Qué crees que hizo entonces Jacob? (Léelo en Génesis 29:28)
• Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús.
5
Aprende y comprende:
«Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».
(Mateo 28:20, Dios habla hoy)
A los niños puede parecerles extraño que algunos de los personajes del Antiguo Testamento tuvieran más de una mujer. Debemos explicarles que eso no es lo que quiere Dios para nosotros. Jacob tuvo muchos problemas por aceptar esa costumbre.
TU LECTURA DEL DOMINGO
Jacob había comenzado una nueva vida con dos esposas. Pero en realidad solo estaba enamorado de Raquel.
Pronto empezaron los problemas porque Lea tuvo hijos y Raquel no podía tenerlos. Lea pensaba que como tenía muchos hijos Jacob la amaría un poco más. Los hijos de Lea se llamaron Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. Raquel tenía mucha envidia. En aquella época una mujer solo era importante si podía tener hijos. Tan preocupada estaba Raquel por no tener hijos que se le ocurrió una idea. (Léela en Génesis 30:3)
¿Te suena de algo? Sara, muchos años antes, había pensado lo mismo, y no fue una buena idea.
Pero Jacob aceptó el trato de Raquel y tuvo otros dos hijos con Bilha, que se llamaron Dan y Neftalí.
Pero Lea no estaba conforme y quiso ser igual que su hermana. Ella también tenía una sierva que se llamaba Zilpa y que también podía dar hijos a Jacob. Así que se la dio por esposa. Zilpa también tuvo dos hijos con Jacob que se llamaron Gad y Aser.
Pero pasó el tiempo, y después de 14 años, Raquel, por fin pudo ser madre de un niño al que llamaron José.
• Encuentra en la sopa de letras los nombres de los hijos de Jacob que se mencionan en la lectura de hoy.
Explicad a vuestros hijos que podemos engañar a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestros amigos, a nuestros maestros, etc., pero es imposible engañar a Dios. A Dios no le gustan las personas egoístas, envidiosas y tramposas, como lo era Labán. Jacob aprendió a ser trabajador y generoso y Dios le ayudó en sus negocios. Recordad a vuestros hijos que Dios puede ayudarles tanto en las pequeñas como en las grandes cosas de tu vida. Orad con ellos por todo aquello que les preocupa.
Cuando nació José ya habían pasado los 14 años que Jacob debía trabajar para Labán para poder casarse con Raquel. Durante esos 14 años los rebaños de Labán habían crecido mucho y Labán era ahora un hombre mucho más rico que cuando Jacob llegó a Harán.
Ahora Jacob quería volver a su casa, a Canaán y se lo dijo a su suegro. Pero Labán sabía que todo lo que había ganado durante esos años era gracias a Jacob y no quería que se fuera. Así que lo convenció para que trabajara algún tiempo más para él. Esta vez le pagaría para que tuviera él sus propios rebaños.
Labán le pidió que eligiera su paga. Jacob le dijo que se quedaría con las ovejas oscuras y las que tuvieran alguna mancha. Labán sabía que casi todas las ovejas de su rebaño eran blancas y pensó que hacía un buen trato con Jacob.
De todas formas, para asegurarse de que Jacob no se quedara con muchas ovejas, Labán pidió a sus hijos que cogieran a las ovejas manchadas y las escondieran lejos, en otro sitio donde Jacob no las viera y se las quedara. ¡Qué tramposo! Jacob siguió cuidando el rebaño sabiendo que, cuando nacieran las crías, todas las que tuvieran manchas o fueran oscuras le pertenecerían.
Cuando, al año siguiente nacieron las crías, ¡la mayoría eran manchadas! Así el rebaño de Jacob crecía más rápido que el de Labán.
De esa manera, durante 6 años, el rebaño de Jacob crecía muchísimo más que el de Labán, a pesar de sus trampas (ver Génesis 30:43)
• Colorea las ovejas del rebaño de Jacob.
Jacob había trabajado 20 años con Labán y tenía once hijos. Dios lo había bendecido y lo había hecho muy rico. Le había dado muchos animales. Pero los hijos de Labán estaban celosos de Jacob porque ahora él era mucho más rico.
Entonces Dios le dijo a Jacob algo en sueños. Lee la orden de Dios en Génesis 31: 3 y escríbela en el dibujo.
Los niños deben aprender, de forma vivencial que debemos pedir siempre la dirección de Dios a la hora de tomar decisiones importantes en la vida. Para ello incluid en las oraciones familiares los temas que preocupan a la familia. No os olvidéis de agradecer a Dios su dirección y ayuda de forma anticipada.
Jacob llamó a Lea y a Raquel y les contó lo que Dios había dicho. Ellas estaban de acuerdo en irse con Jacob.
Pero Jacob no se fiaba para nada de Labán. Así que aprovechando que Labán y sus hijos estaban trasquilando las ovejas lejos de allí, preparó todos sus rebaños, todas sus riquezas y a toda su familia y salió huyendo de Harán en dirección a Canaán.
Tres días después llegaron unos siervos de Labán a decirle a su amo que Jacob y sus hijas habían desaparecido con todos los rebaños.
Labán estaba muy enfadado y reunió a un grupo de hombres y salió en su persecución. A los siete días, estando ya muy cerca de Jacob, Dios habló a Labán. Dios le advirtió que dejara en paz de una vez a Jacob y a su familia.
Estaban ya cerca del monte de Galaad cuando Labán y sus hombres alcanzaron la caravana de Jacob. Labán le acusó de llevarse a sus hijas y a sus ovejas (ver Génesis 31:43). Pero Jacob le respondió que ya estaba harto de tantos engaños. Había trabajado 20 años para él y ahora quería volver a la tierra de Canaán. Labán tuvo que reconocer que Jacob tenía razón. Pasó allí la noche, y a la mañana siguiente se despidió de sus hijas y de sus nietos y regresó a Harán.
Jacob estaba preocupado por volver a casa. Tenía miedo de su hermano Esaú que había prometido que lo mataría.
Pero Dios seguía estando a su lado. ¿Cómo lo supo Jacob? (Lee Génesis 32:1). ¡Había ángeles a su lado! La Biblia no nos dice si esos ángeles se quedaron mucho tiempo con Jacob, pero podemos estar seguros de que Jacob entendió que Dios no lo iba a abandonar. Jacob decidió ser prudente y envió mensajeros a Esaú. Jacob aún se sentía culpable y triste por lo que le había hecho a su hermano. Al acercarse a casa quiso hacer todo lo posible para demostrarle a Esaú que estaba verdaderamente arrepentido. Le mandó un mensaje. Puedes leerlo en Génesis 32:4,5. Es como decirle algo así como: «Tu hermano Jacob se pone a tus órdenes».
• Atraviesa el laberinto para hacer llegar el mensaje de Jacob.
Explicad que Dios tiene el poder de transformar el corazón egoísta en un corazón generoso. Cuando aprendemos a compartir y a ayudar a los que nos necesitan obtenemos el mayor de los regalos, la amistad y el amor de los otros. Por eso Jesús dijo: «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20:35).
Fíjate bien. Jacob no viene a pedirle a Esaú su primogenitura, ni sus derechos como hijo de Isaac. Lo primero que hace es reconocer que Esaú tiene todos los derechos de ser el jefe de la familia y heredero de Isaac. También le mandó decir que no quería nada de la herencia de Isaac, porque él ya tenía su propia riqueza que había ganado trabajando para Labán. Jacob le está diciendo que está muy arrepentido y que ha cambiado. Ahora solo quiere verlo para pedirle perdón por todo el daño que le hizo.
Pero las noticias que trajeron los mensajeros de vuelta no parecían muy buenas.
¡Esaú se acercaba con 400 hombres! Jacob estaba convencido de que Esaú aún quería matarlo. Jacob tenía mucho miedo. Al parecer, durante los 20 años que Jacob había estado fuera de Canaán, su hermano se había convertido en un poderoso jefe ¿Y si Esaú mataba a toda su familia? Jacob oró e ideó otro plan. Deseaba reconciliarse con su hermano por encima de todo. Así que decidió enviar regalos a su hermano.
• Lee Génesis 32:14,15 y escribe junto a cada animal el número que envió.
No eran regalos pequeños. Una tribu entera podría vivir cuidando todo ese ganado.
Vuestros hijos deben aprender que el perdón de los otros no se consigue haciendo regalos. Solo Dios puede cambiar los sentimientos de aquel al que le hemos hecho daño para que nos perdone. Por eso antes de pedir perdón debiéramos orar como lo hizo Jacob, para que Dios guie nuestras palabras y nuestras acciones. Para que la otra persona se dé cuenta que estamos realmente arrepentidos.
Jacob demostró ser muy inteligente cuando, en vez de enviar a todos los animales de golpe, los fue llevando poco a poco, de manada en manada. De esa manera podría saber hasta qué punto su hermano estaba enfadado. Si rechazaba los primeros animales sabría que Esaú todavía quería matarlo. Si los aceptaba, quedaban esperanzas de que su hermano lo perdonase.
Mientras llegaban los regalos a su hermano, Jacob quiso quedarse a solas para orar. Sabía que por mucho que él estaba actuando de forma prudente e inteligente, solo Dios podía hacer que su hermano le perdonara. Reunió a sus esposas, a las siervas y a sus once hijos y los hizo ponerse a salvo al otro lado del río mientras él se preparaba para pasar la noche en oración.
El miedo es un sentimiento habitual en los niños ya que el proceso de aprendizaje implica enfrentarse a situaciones y problemas nuevos y superarlos. Deben aprender que muchas veces el miedo nos hace ver cosas que no existen o que no son así en realidad. Como le ocurrió a Jacob que confundió a Jesús que lo protegía con un enemigo. Debemos tener la seguridad que Dios siempre está a nuestro lado en las situaciones difíciles y eso nos debe dar tranquilidad.
Jacob no cruzó el río esa noche con su familia. Quería estar a solas con Dios y hablar con él. Sabía que todos corrían un gran peligro por lo que él había hecho hacía muchos años. Una vez más le dijo a Dios que estaba muy arrepentido. Sabía que no merecía la bendición de Dios, pero le rogó que hiciera que Esaú cambiara sus sentimientos.
De repente en medio de la noche, se dio cuenta de que había alguien a su lado. Jacob tenía tanto miedo que sin preguntar quién era comenzó a pelear con él. Jacob era fuerte y peleó con el extraño con todas sus fuerzas. Creía que peleaba por su vida y por la vida de sus esposas e hijos. Toda la noche estuvieron peleando y Jacob no se dio por vencido en ningún momento. Un poquito antes de que amaneciera, el extraño quiso terminar la pelea, pero como Jacob seguía peleando, hizo algo muy raro. ¿Qué fue lo que hizo? (Léelo en Génesis 32:25).
Entonces Jacob se dio cuenta de que su contrincante era alguien especial. Se dio cuenta de que Jesús mismo había querido acompañarle esa noche y Jacob había estado luchando con él. Ahora no quería que se fuera. Se aferró a él y le pidió su bendición.
Pero Jesús hizo algo más por él: le cambió el nombre. «Jacob» significaba «engañador» o «suplantador». Dios ya no veía a Jacob como a un mentiroso o como el que tiene que robar con trucos o disfraces la bendición de Dios. Jacob realmente está arrepentido y desea comenzar una nueva vida en la tierra que Dios prometió a su abuelo Abrahán. Por eso, a partir de ahora, se llamaría Israel.
Jacob llamó a ese lugar Peniel, porque había visto a Dios cara a cara.
Jacob quedó cojo para el resto de su vida, pero supo que Dios lo había perdonado. Confiaría en Dios toda su vida.
6
Aprende y comprende:
«No temeré mal alguno porque tú estarás conmigo».
(Salmo 23:4, Dios habla hoy)
Es importante que los niños comprendan la alegría que se siente cuando nos reconciliamos con las personas con las que nos hemos peleado. La reconciliación es un valor que debe estar presente cada día en nuestro hogar. Debe aprenderse de forma vivencial, porque con quien más nos peleamos es con las personas que más nos relacionamos, y acostumbran a ser nuestros familiares.
TU LECTURA DEL DOMINGO
Esa mañana, cuando llegó al campamento Jacob estaba dolorido. Venía cojeando, pero sonreía. Le contó a su familia su experiencia de haber peleado con alguien que creyó ser su enemigo y que resultó ser Jesús. Les dijo que no había querido dejar ir a Jesús hasta quelo hubo bendecido. No debían tener ningún miedo.
Pero enseguida, alguien gritó:
—¡Mirad! ¡Allá vienen!
Todos miraron. Esaú se estaba acercando con sus 400 guerreros. Jacob dejó atrás a su familia y se acercó hacia donde estaba su hermano. Por el camino, para que lo vieran bien todos, se inclinó siete veces. Jacob estaba seguro de que Dios estaba con él y que lo protegería de su hermano, pero sabía que de todos modos debía hacer todo lo posible para que Esaú supiera que estaba muy arrepentido por lo que había hecho.
Los dos hermanos, Esaú y Jacob se iban a encontrar cara a cara. ¿Qué hizo Esaú al acercarse a Jacob? (Lee la sorpresa en Génesis 33:4)
Los hermanos se abrazaron y lloraron de alegría por haberse encontrado de nuevo. La familia y los siervos de Jacob estaban sorprendidos porque habían esperado una guerra entre los hermanos. Jacob le presentó a su familia y se contaron todas las cosas que habían pasado en esos 20 años que habían estado separados.
¿Por quién crees que preguntó Jacob a Esaú al reencontrarse? Jacob debía estar muy preocupado por sus padres. Habían pasado muchos años sin verlos y ya eran muy mayores. ¿Seguirían aún vivos?, se preguntaba.
Esaú debió explicarle que Isaac seguía vivo y vivía en Mamre, lugar donde vivió con su padre Abrahán.
Suponemos que también le dio una mala noticia: su madre, Rebeca, había muerto. Lo imaginamos porque la Biblia no vuelve a hablar de Rebeca después del regreso de Jacob a Canaán. Solo sabemos de ella que cuando murió fue enterrada en la cueva de Macpela (ver Génesis 49:31).
Así que Rebeca no pudo ver cómo su amado hijo Jacob regresaba a casa. No pudo disfrutar de la reconciliación de sus dos hijos.
El mayor regalo que se les puede hacer a los padres es demostrarles que los quieres y que quieres mucho a tus hermanos. Cuando los padres ven que los hermanos se ayudan y se perdonan se ponen muy contentos. Lo mismo le ocurre a Dios que es nuestro padre que nos observa y nos cuida desde el cielo.
Esaú y Jacob, aunque no vivían en el mismo lugar, se hicieron amigos. Esaú le ofreció la ayuda de sus guerreros a Jacob para que los protegiesen durante el viaje, pero Jacob le explicó a su hermano que no era necesario, porque a lo largo de su vida había aprendido una gran lección, que si Dios está a tu lado no tienes por qué tener miedo a tus enemigos.
• Habla con tus padres y pregúntales cómo les gusta a ellos que demuestres tu amor. Si tienes hermanos haz lo mismo. Escríbelo aquí. Y empieza a demostrarles su amor desde hoy mismo.
Comentad con vuestros hijos lo felices que os sentís cuando observáis lo mucho que se quieren. Cuando están dispuestos a ayudar, a compartir y a perdonar a sus hermanos.
Jacob y su familia habían regresado a Canaán. Nada más cruzar el Jordán, se instalaron en Sucot, donde debieron vivir bastante tiempo porque construyeron casas (ver Génesis 33:17). Luego se trasladaron un poco más al sur y vivieron en Siquem. Pero Dios quería tener un encuentro personal con Jacob y le dijo que fuera a un lugar muy querido por Jacob. ¿A dónde le dijo Dios a Jacob que fuera? (Lo sabrás leyendo Génesis 35:1)
Jacob nunca olvidaría Betel ni la escalera con la que había soñado 20 años antes cuando huía de su hermano. Dios quería recordarle a Jacob que quería que él y su familia fueran diferentes a las demás naciones paganas que vivían a su alrededor. Cuando llegó a Betel construyó un altar. Y Dios se le apareció de nuevo. Dios le recordó a Jacob que su nuevo nombre era Israel porque había aprendido a confiar plenamente en Dios. Y le volvió a repetir la promesa que había hecho a sus padres.
Después, Jacob decidió mover el campamento en dirección a Hebrón, donde vivía su padre. Cuando llegaron cerca de Belén, Raquel, que estaba otra vez embarazada, se puso de parto. En aquel tiempo, sin la ayuda de los médicos, cuando un parto se complicaba podía ser muy peligroso tanto para la madre como para el bebé. Es lo que ocurrió con Raquel. El bebé nació sano, pero Raquel murió. Jacob estaba muy triste. ¡La amaba tanto! Era tan importante para él como su mano derecha. Cuando nació el bebé Jacob lo llamó Benjamín que quiere decir «mano derecha». Raquel fue enterrada allí, cerca de Belén.
Recuerda con tus hijos algunos momentos de dificultad que pasasteis en vuestra vida y cómo Dios os ayudó a superarlos.
Es un buen momento para recordar el árbol genealógico familiar. Hablad a vuestros hijos de sus abuelos, bisabuelos, etc. y cómo conocieron o conocisteis a Dios.
Isaac tenía ya 180 años. Cuando Jacob recibió noticias de que su padre estaba muy débil fue a visitarlo. Jacob cuidó de su padre con mucho amor hasta que Isaac murió.
Durante muchos años Esaú había estado esperando que muriera su padre para matar a su hermano Jacob. Pero las cosas habían cambiado: Jacob había reconocido su error y había pedido perdón, y Esaú había perdonado a su hermano.
Cuando Isaac murió, sus hijos y sus nietos estaban con él y entre los dos lo enterraron (ver Génesis 35:29)
Ahora que Jacob y Esaú habían hecho las paces, tal vez pensaron que podían volver a vivir juntos. Pero eso no podía ser. (Lee las razones en Génesis 36:6,7)
Los dos hermanos tenían grandes posesiones y muchas personas que dependían de ellos entre entre familia y siervos. Jacob tenía muchos siervos para poder cuidar de todos los rebaños y Esaú tenía un grupo de al menos 400 hombres a su cargo. Eran como dos pequeñas ciudades. Así que Esaú decidió quedarse en Seir. Jacob y Esaú debieron separarse como Lot y Abrahán. Seguramente mantendrían el contacto pues no vivían demasiado lejos.
• Rellena este árbol genealógico comenzando por los hijos de Taré.
Jacob tenía 120 años y una gran familia que atender. Amaba profundamente a todos sus hijos, pero José, el hijo de Raquel, era especial. Le recordaba con emoción a Raquel y además era un chico amable, cariñoso y trabajador. Pero sus hermanos empezaban a estar enfadados con él. Especialmente Dan, Neftalí, Gad y Aser. ¿Por qué? (Lo sabrás si lees Génesis 37:2).
José solía pastorear las ovejas con ellos y se enteraba de todas sus pillerías. José amaba a sus hermanos y se sentía triste cuando veía las malas decisiones que tomaban. Hablaba con sus hermanos para que cambiaran su conducta, pero no le hacían caso. Luego, cuando volvía a casa y hablaba con su padre, le contaba lo que habían hecho sus hermanos. Pero en vez de cambiar, los hermanos de José se enfadaron con él aún más por habérselo contado a su padre y lo odiaron todavía más.
Jacob tenía una relación especial con José y es posible que pasaran mucho tiempo juntos. Por eso le hizo un regalo. (Léelo en Génesis 37:3). Era un regalo caro. En aquella época el teñir de colores una tela era carísimo. Tampoco debía ser una prenda para trabajar en el campo o cuidando ovejas porque se podía estropear. Los hermanos de José se pusieron celosos por la túnica que Jacob le había regalado a José. Sabían que solo la gente especial usaba túnicas como esa. Todos pensaban que a lo mejor quería dar la primogenitura a José.
No cometáis el mismo error que Jacob y mostrad vuestro afecto y reconocimiento a vuestros hijos de tal forma que se sientan queridos por igual.
Aunque los hermanos de José lo odiaban, no podían dejar de admirarlo. Era servicial, responsable, tenía buen carácter, ¡y era guapo! Además, había elegido obedecer a Dios.
Una noche, José tuvo un extraño sueño. Soñó que estaba en el campo con sus hermanos.
Estaban recogiendo la cosecha de cereales. Como entonces no había máquinas para recoger el grano lo que hacían era recoger las plantas enteras y hacer paquetes. Esos paquetes se llaman gavillas. José soñó que él y sus hermanos estaban haciendo gavillas. De pronto la gavilla de José se ponía de pie y entonces las de sus hermanos se inclinaban hacia la de José. Por la mañana les contó el sueño a sus hermanos. Los hermanos lo odiaron más que nunca. ¡Lo que faltaba! Ahora el «niño de papá» pretendía reinar sobre sus hermanos.
Otra noche tuvo otro sueño. Soñó que paseaba por el campo. Miró al cielo y podía ver el sol, la luna y once estrellas muy brillantes. Cuando los astros vieron a José se inclinaron ante él. Cuando se lo contó a sus hermanos se enfadaron otra vez muchísimo. ¡Ya estaba bien de tantas tonterías! Parecía que José se estaba volviendo orgulloso. Pero es que hasta su padre le regañó. No quería que su hijo se convirtiera en un chico engreído y que tratara mal a sus otros hijos. Pero Jacob pensó que, aunque era un sueño muy extraño debía tener un significado muy especial (ver Génesis 37:11)
• Dibuja el segundo sueño de José
Debemos enseñar a los niños a no hacer alarde de los talentos o los dones que Dios nos da. Lo bueno que tenemos es para compartirlo con los otros, no para sentirnos superiores. Orad para que Dios nos ayude a ser humildes.
7
Aprende y comprende:
«El Señor estaba con José, y lo que él hacía el Señor lo prosperaba».
(Génesis 39:23, Dios habla hoy)
Explicad que hacer cosas secretas o prohibidas por los padres pueden parecer muy divertidas, pero siempre acaban mal. Aunque los padres no te vean, Dios lo ve todo, y no se le puede engañar.
TU LECTURA DEL DOMINGO
Cuidar rebaños no era fácil. A veces los pastores debían pasar muchos días lejos de casa en busca de pastos para los animales, algunas veces a decenas de kilómetros de casa. En cierta ocasión, mientras cuidaban el ganado, estuvieron ausentes más tiempo de lo que se esperaba. Jacob estaba preocupado y pensó que algo podía haberles pasado. Sabía que sus hijos querían ir cerca de Siquem, pero eso estaba muy lejos de casa, como a unos 100 kilómetros.
Jacob llamó a José, que se había quedado en el campamento, y le pidió que fuera a ver cómo estaban y si había algún problema con ellos o las ovejas. Jacob confiaba en José porque sabía que le diría la verdad.
Después de un largo viaje, José llegó a Siquem, pero no encontró a sus hermanos por ningún sitio. Un hombre lo encontró perdido y le ayudó. Cuando preguntó por sus hermanos, aquel hombre le dijo que habían estado por allí, pero que se habían ido a otro lugar llamado Dotán, un poco más al norte.
Cuando por fin los encontró, se alegró al ver que sus hermanos estaban bien. Sabía que su padre se iba a poner contento también. Pero los hermanos de José no estaban contentos. Es difícil creer lo que pensaron hacer. (Léelo en Génesis 37:18-20)
Reflexionad con vuestros hijos si alguna vez se han sentido tan rabiosos con sus hermanos que les hubiera gustado «perderlos de vista». ¿Cómo podemos controlar estos sentimientos?
Los hermanos de José no se alegraron de verlo llegar. Todo lo contrario. Desde que lo vieron llegar planearon matarlo. Rubén fue el único que no estuvo de acuerdo. Calmó a sus hermanos y les propuso que lo echaran a una cisterna. Una cisterna era un agujero bastante profundo hecho en el suelo que servía para guardar el agua de lluvia. Rubén pensaba volver a buscarlo cuando sus hermanos no se dieran cuenta y sacarlo de allí (ver Génesis 37:22)
Cuando llegó a donde estaban sus hermanos, José se dio cuenta de cuánto lo odiaban. Le quitaron su valiosa túnica y lo metieron en el pozo. Luego se sentaron tranquilamente a comer mientras Rubén volvía a vigilar a los animales. De repente, los hermanos vieron que se acercaba una caravana de mercaderes ismaelitas que venía desde Galaad por la ruta que iba a Egipto. ¡Y Judá tuvo una malvada idea! (Léela en Génesis 37:26,27). La idea les gustó a todos los demás hermanos. No solo se iban a deshacer de un chico tan molesto, sino que iban a ganar bastante dinero.
Sacaron a José de la cisterna y lo vendieron a los mercaderes como esclavo por 20 piezas de plata.
Por más que lloró y rogó, no convenció a sus hermanos de que lo dejaran libre. Los mercaderes se lo llevaron a Egipto.
Por la tarde, llegó Rubén y fue a la cisterna a buscar a su hermano. ¡Qué disgusto! Era el mayor de los hermanos y se sentía responsable de todos, incluido José. ¿Cómo pensaba Rubén solucionar el problema? Podría ir detrás de los mercaderes y pedir que le devolvieran a su hermano. Pero un trato era un trato y era muy difícil que dejaran libre a José. Aunque lo consiguiera y José quedara libre le contaría a su padre todo lo que había pasado y tal vez los echara a todos de casa.
Ahora el problema era cómo decirle a Jacob que su hijo favorito no volvería a casa. Tenían que esconder sus malvados planes y no se les ocurrió otra cosa que fabricar una gran mentira.
Tenían la túnica de colores. La rompieron y la mancharon con la sangre de un cabritillo que habían matado para la cena. Luego se la dieron a un mensajero para que se la llevara a su padre y dijera que se había encontrado la túnica y que le parecía que era la de José. Ni siquiera se atrevieron a ir a su padre con la mentira, enviaron a un siervo para que mintiera por ellos.
Cuando Jacob vio la túnica, la reconoció enseguida. Vio la túnica rota y llena de sangre y enseguida se imaginó lo que había sucedido. (Lee lo que pensó Jacob en Génesis 37:33)
Nadie le dijo a Jacob que su hijo estaba muerto, pero se lo imaginó. ¿Qué otra cosa le podía haber pasado? Jacob se sentía solo. Había muerto su querida Raquel, luego su padre y ahora su querido hijo José, en el que confiaba.
Cuando los hermanos volvieron pensaron que iban a sentirse felices ahora que José ya no les molestaría. Pero cuando vieron lo triste que se puso su padre Jacob y que nada lo consolaba ya no estaban nada contentos. Se sentían miserablemente infelices y culpables. Habían dicho tantas mentiras que tenían miedo de decir la verdad. Si Jacob sabía lo que habían hecho con José se sentiría peor. Se dieron cuenta de lo equivocados que habían estado. Se sintieron muy arrepentidos por lo que habían hecho.
Analizad las consecuencias de las mentiras. Cuando hacemos cosas malas, tampoco podemos ser felices, por mucho que las ocultemos.
• Encuentra en la sopa de letras las consecuencias de las mentiras, tanto para las personas que mienten como las personas engañadas.
Daño
Dolor
Culpabilidad Ira
Amargor
Desconfianza
Nerviosismo
Tristeza
Pena
Haced ver a vuestros hijos que cuando nos sintamos tristes y solos porque estamos lejos de nuestra familia, hermanos y amigos, siempre debemos pensar que Dios está a nuestro lado. Podemos hablar con él en todo momento y contarle nuestros problemas.
Mientras tanto, el pobre José viajaba con los mercaderes rumbo a Egipto donde lo venderían como esclavo. Estaba tan triste que parecía que su corazón se iba a romper. José imaginó lo triste que iba a estar su padre cuando él no regresara. Tal vez pudo pensar en que él no se merecía ser esclavo, que no había hecho nada malo. Tal vez se preguntaba por qué Dios había permitido que lo trataran así de mal.
Pero luego pensó en todas las promesas que Dios había hecho a su bisabuelo, a su abuelo y a su padre. Recordó todas las historias que le habían contado de cómo Dios siempre había estado junto a ellos en todo momento, especialmente cuando habían tenido problemas. Y recordaba cómo su padre le contaba que, si permanecía fiel a Dios, Dios lo ayudaría en todo lo que hiciera. José tomó la decisión de que, no importa lo que pasara, él siempre amaría y obedecería a Dios.
Cuando llegaron a Egipto lo llevaron al mercado de esclavos y allí un hombre lo compró. ¿Quién fue? (Averígualo leyendo Génesis 37:36).
Potifar era un hombre importante y rico. Era nada menos que el jefe de la guardia del faraón. Era un hombre acostumbrado a mandar y a que todo el mundo le obedeciera.
Cuando José llegó a la casa de Potifar tenía mucho que aprender. Lo primero, tenía que aprender el idioma, pero no le importó. Empezó haciendo las labores más sencillas de la casa. Las costumbres no eran las mismas que en casa de su padre, la forma de limpiar, de cocinar, de comer, de relacionarse con las personas. Seguramente se equivocó muchas veces, pero Potifar estaba asombrado de lo rápido que aprendía el muchacho. Tan contento estaba Potifar con José que cada vez le encargaba cosas de mayor responsabilidad.
• Encuentra 7 diferencias entre los dos dibujos.
Potifar confiaba en José, y José confiaba en Dios. Seguro que Potifar aprendió mucho acerca del Dios que adoraba José.
El ser esclavo no quería decir que viviera en un barracón y le estuvieran dando latigazos. Para los egipcios los esclavos eran trabajadores que no recibían salario ni tenían posesiones, pero tenían derecho a ser tratados correctamente. El dueño podía venderlos a otras personas y no podían irse a otro lugar sin el permiso de su amo. Pero, si llegaban a tener la confianza del amo, podían ser personas muy importantes porque hablaban en nombre de su dueño. Eso es lo que le pasó a José. Potifar confiaba tanto en él que dejaba en sus manos la administración de su casa, de sus tierras y de sus empleados y esclavos. ¿Hasta qué punto confiaba Potifar en José? (Lee Génesis 39:5,6)
• ¿Cuál era el secreto de José? Escribe las vocales A E O en el lugar correcto y lo descubrirás (Génesis 39:3).
_l S_ñ_r _st_b_ c_n J_s_ y l_ qu_ _l h_c_ _, _l S_ñ_r l_ pr_sp_r_b_.
Vuestros hijos pueden preguntar: ¿Por qué si José era bueno le iban tan mal las cosas? Vivimos en un mundo donde existe el mal. Muchas veces el diablo utiliza a otras personas para hacernos daño, pero Dios es más poderoso y puede transformar esa situación mala en algo bueno para nosotros. En los malos momentos, José aprendió muchas cosas. La más importante fue el aprender a confiar en Dios.
Un día las cosas cambiaron. La esposa de Potifar no era una buena persona. Admiraba a José por su trabajo, pero también le gustaba mucho porque era muy guapo y apuesto. Un día se le acercó y le propuso que fuera su novio. José le dijo que eso estaba muy mal porque ella ya estaba casada. No podía ser. Así que José se alejó de ella. La mujer de Potifar estaba muy enfadada. Ella era una egipcia rica y poderosa y José un simple esclavo, así que planeó vengarse de él.
Un día lo acusó delante de los demás siervos de atacarla. Aunque José intentó defenderse, él era un esclavo y su palabra no servía para nada. Cuando Potifar lo supo se enfadó mucho.
• Sigue los caminos y sabrás a dónde mandó Potifar a José.
Estemos donde estemos, seamos ricos o pobres, libres o en la prisión, si confiamos en Dios y le pedimos su ayuda, nunca nos dejará solos. La historia de José nos enseña que Dios está siempre a nuestro lado y siempre tiene una solución preparada para nuestros problemas.
Potifar podía haber vendido a José a otra persona, o podía haberlo mandado al campo a trabajar en las labores más duras que se hubiera imaginado. Pero conocía a José y le estaba muy agradecido por cómo había hecho prosperar su hacienda, además seguramente sabía que su mujer mentía. Pero como José era un esclavo tenía que darle un castigo y lo envió a trabajar a la cárcel sirviendo a los presos del rey.
Allí José podría haberse desanimado fácilmente. Una vez más le estaba pasando algo malo que no merecía. Pero una vez más, José escogió confiar en Dios.
José debía trabajar duro dentro de la prisión porque para eso era un esclavo. Tendría que limpiar las mazmorras, preparar y repartir la comida entre los presos y todo lo que le pidieran que hiciera.
Hasta en la cárcel José hacía bien su trabajo. Tanto que el jefe de la prisión se dio cuenta de que era una persona especial. Pronto se convirtió en una persona de confianza también en la cárcel. El carcelero le daba más responsabilidades y cada vez trabajos más importantes. Hasta era José quien gobernaba la cárcel. Potifar había dejado todo en manos de José y se había despreocupado porque confiaba en él. Ahora el carcelero confiaba tanto en José que lo dejó todo a su cargo. ¿Cuál era la razón de que todo el mundo confiara en José? (Puedes leerlo en Génesis 37:23)
José a pesar de estar en un lugar muy desagradable confió en Dios.
8
Aprende y comprende:
«Pon tu vida en las manos del Señor, confía en él y él vendrá en tu ayuda».
(Salmo 37:5, Dios habla hoy)
Explicad a vuestros hijos que, en la cárcel, José estaba rodeado de delincuentes, pero para él eran personas a las que atender, escuchar y ayudar. Ellos también puedes ayudar a otros niños, aunque se porten mal y sean traviesos. Ellos pueden ser una buena influencia para otros.
TU LECTURA DEL DOMINGO
José pronto llegó a conocer a todos los presos. Hablaba con ellos y era amable, así que los presos también le contaban sus cosas.
Un día fueron encarcelados dos importantes personas. Eran el copero y el panadero del rey. El copero y el panadero no eran simples criados del palacio. El panadero era el jefe de la cocina. Él se encargaba personalmente de la alimentación del rey. El copero se encargaba de servir los alimentos al rey y de vigilar que ningún veneno ni alimento en mal estado llegara a la mesa. Eran personas de máxima confianza del rey de Egipto. No sabemos de qué delito se les acusaba, pero debió ser muy grave para que el faraón los encarcelara. Un día, los dos hombres tuvieron un sueño la misma noche. Cada uno soñó algo distinto, pero eran tan impresionantes que los recordaban perfectamente por la mañana y además les hacía sentirse muy mal. Los egipcios creían que los sueños eran mensajes de los dioses. Era tan importante para ellos conocer sus sueños que hasta había sacerdotes especializados en interpretar sueños. Pero en la cárcel no había ningún intérprete de sueños que los pudiera tranquilizar. Esa mañana José los vio preocupados y les preguntó qué les pasaba. Entonces le contaron su preocupación por no saber el significado se sus sueños. José sabía muy bien que, algunas veces, Dios puede comunicarse a través de sueños, así que les pidió que le contaran lo que habían soñado.
Reflexionad con vuestros hijos cuáles son sus sentimientos cuando le piden un favor a un amigo al que le han ayudado y se olvida de ellos. ¿Hacemos nosotros lo mismo con Jesús? Él nos ayuda siempre que lo necesitamos, pero ¿nos acordamos de él cuando las cosas nos van bien?
El copero le contó su sueño. Había visto cómo de una vid salían tres racimos de uva. Entonces el copero los cogía, los exprimía con sus propias manos y el zumo, se lo servía al faraón.
En ese momento Dios le reveló a José lo que significaba. José le explicó que los tres racimos de uva eran tres días, y en tres días el faraón lo llamaría para que ocupara otra vez su puesto.
El copero se puso muy contento. Estaba muy agradecido a José por haberle interpretado el sueño. Pero José tenía que pedirle un favor. (Sabrás el favor que José le pidió si lees Génesis 40:14). José sabía que el copero tenía mucha influencia y mucho dinero. Tal vez podría comprarlo y sacarlo de la cárcel para hacer otros trabajos. Incluso podría comprar su libertad para poder volver a casa con su padre.
Luego, al saber las buenas noticias, el panadero quiso contarle también su sueño. Había soñado que llevaba tres canastillos de pan sobre su cabeza. Se los llevaba al faraón. Pero entonces llegaron unos pájaros y se empezaron a comer lo que había en las cestas.
Las noticias para el panadero no eran tan buenas. Los tres canastos eran también tres días, pero al cabo de esos tres días, el panadero sería ejecutado. Pasaron tres días. El faraón dio una fiesta porque era su cumpleaños. Entonces mandó un mensajero a la cárcel para llamar al copero y al panadero para darles la sentencia: el copero fue declarado inocente y volvió a trabajar en el palacio del rey; y el panadero fue declarado culpable y fue ejecutado ese mismo día.
José estaba contento porque esperaba salir pronto de la cárcel. ¿Qué hizo el copero del rey? (Lo sabrás si lees Génesis 40:23)
• Descubre quién es el copero y quién es el panadero uniendo a cada personaje con su oficio.
José se sintió desilusionado, el copero se había olvidado de él. Pasó dos años más en la cárcel, pero en ningún momento se desanimó ni dejó de confiar en Dios.
Entonces, una noche, el faraón tuvo un sueño. Estaba paseando junto al Nilo y vio cómo del río salían siete vacas gordas y hermosas y se quedaban en la orilla a pastar. Luego del mismo río salieron otras siete vacas flacas y feas y cuando se acercaron a las vacas gordas las vacas flacas se comieron a las gordas.
¡Qué pesadilla! ¿Cuándo se ha visto que una vaca se coma a otra? (ver Génesis 41:1-4)
• Observa el dibujo. Según el sueño que tuvo el faraón, faltan algunas. ¿Te atreves a dibujarlas?
El faraón se volvió a dormir y tuvo otro sueño. Vio una planta que tenía siete espigas de grano gordo y fuerte. Luego de la misma planta crecían otras siete espigas con el grano pequeño y fofo. Entonces las espigas pequeñas devoraban a las espigas grandes. ¡Otra pesadilla! (ver Génesis 41:5-7)
Por la mañana estaba preocupado por estos dos sueños y mandó llamar a los mejores intérpretes de sueños, pero ninguno le podía decir qué significaba lo que había soñado. El rey estaba muy preocupado porque tenía la impresión de que esos sueños eran muy importantes. Cuando el copero del rey lo vio tan triste se acordó de José y de los sueños que les interpretó a él y al panadero.
José estaba tranquilamente haciendo sus trabajos en la cárcel cuando llegó un mensajero del faraón. ¿Qué le hicieron? (Léelo en Génesis 41:14). José no sabía lo que estaba pasando, pero de repente se encontró aseado y con unas ropas nuevas delante del rey más poderoso de la tierra, el faraón de Egipto.
¿Cómo debió sentirse el faraón al tener que pedirle ayuda a un preso extranjero? Explicad a vuestros hijos que nunca debemos menospreciar a los que consideramos inferiores, porque Dios puede utilizarlos para hacer cosas importantes.
Reflexionad con vuestros hijos que, aunque seamos muy inteligentes, Dios solo puede utilizarnos cuando somos humildes. José en ningún momento se hizo el chulo diciéndole al faraón que él era más listo que los sabios de la corte. Él le explicó que podía interpretar los sueños porque Dios se lo había mostrado. Explicadles que no debemos sentirnos superiores por ser más listos, más ágiles, más guapos o tener más juguetes, ni ninguna otra circunstancia de nuestra vida.
José estaba muy callado allí delante del faraón y entonces el rey le habló. Le preguntó si era verdad que él interpretaba sueños. Pero José sabía que él no podía hacerlo. Si había sabido el significado de los sueños del copero y del panadero no era porque él tuviera ninguna habilidad especial. José no quería presumir ante el rey. ¿Qué le dijo al faraón? (Léelo en Génesis 41:16).
Mientras el rey le contaba a José sus sueños, Dios le iba dando la interpretación a José. Lo primero que le dijo es que los dos sueños significaban lo mismo y que esos sueños eran especiales porque venían de parte de Dios, no de los dioses egipcios, sino del Dios a quien José adoraba.
Le dijo que habría siete años de abundancia en los que tendrían muchos alimentos, eso representaban las vacas gordas y las espigas llenas. Después habría siete años de hambre, representados por las vacas flacas y las espigas marchitas. No habría suficiente comida para la gente.
José le dijo al faraón que Dios le había mandado estos sueños porque era importante que hiciera planes para que el pueblo de Egipto no pasara hambre durante los siete años de sequía y escasez. Dios le decía también cuál era la solución. Debía buscar a alguien que supiera planificar y organizar. Luego debía construir graneros especiales y pedir a todos los habitantes que entregaran una quinta parte de las cosechas para almacenarlas. Si se guardaba suficiente comida durante los años de abundancia, habría suficiente comida para todos durante los años de escasez y nadie se moriría de hambre.
¿Qué le pareció a faraón que un esclavo extranjero le diera consejos al rey de Egipto sobre cómo administrar el reino? (Léelo en Génesis 41:37).
José le había dicho al faraón el significado de sus sueños. También le había dicho qué es lo que Dios le aconsejaba hacer. Ahora el faraón debía buscar a alguien inteligente para organizar todo el trabajo. El faraón consultó a sus siervos. Es muy probable que preguntara al carcelero sobre si José era de fiar. Seguramente preguntaría también a Potifar, que era su amo, si se podía confiar en José.
Al final faraón tomó una decisión: la mejor persona para hacer ese trabajo sería… ¡José! Y además para que todo el mundo le obedeciera lo nombró… ¡gobernador de Egipto!
José no entendía lo que estaba pasando. Hacía unas horas estaba limpiando las mazmorras y ahora todo el mundo se estaba inclinando delante de él como el gobernador de todo Egipto. Entonces prepararon una ceremonia especial de nombramiento. Lo llevaron a unas habitaciones del palacio y le dieron ropas carísimas de lino fino. Luego volvió a la sala del trono y el rey le entregó su anillo con el que podía firmar órdenes y leyes como si fuera el mismo faraón, y para que todo el mundo lo reconociera como el gobernador de Egipto, le entregó un collar de oro.
Luego lo subieron a un carro y salieron por la ciudad para que todo el mundo lo viera y lo reconociera (ver Génesis 41:42,43).
El faraón le cambió el nombre. Ya no era un esclavo extranjero. El gobernador egipcio se llamaría Zafnat Panea. Además, como era costumbre en aquellos tiempos, el rey de Egipto le dio a José una esposa. Se llamaba Asenat.
Antes de que acabaran los siete años de abundancia, José ya tenía dos hijos que se llamaron Efraín y Manasés (ver Génesis 41:51,52).
Podemos tener mucho dinero, ser muy fuertes, guapos, etc. Pero lo que nos hace realmente triunfadores es nuestro carácter. Comparad con vuestros hijos cómo era José antes de que lo vendieran sus hermanos y cómo fue después de pasar tantos años en la prisión. ¿Qué cosas aprendió que le servirían para ser un buen gobernador de Egipto? Paciencia, justicia, humildad…
• Encuentra el camino que une a faraón con José uniendo los regalos que recibió. Si lees Génesis 41:42,43 encontrarás más fácil el camino.
Tal como lo había dicho Dios, durante los siguientes siete años hubo gran abundancia de comida en Egipto. José mandó hacer muchos depósitos y graneros en todas las ciudades para almacenar toda la comida que los egipcios debían traer. En España estos almacenes se llaman silos.
Al terminarse los años de abundancia, siguieron los siete años de hambre. Pero José estaba preparado. Cuando el pueblo necesitó comida, ¿qué le dijo el faraón?
(Léelo en Génesis 41:55)
José abrió los graneros y comenzó a repartir la comida almacenada.
Egipto no era el único lugar donde había hambre. La sequía afectó a todos los países de alrededor y pronto corrió la noticia de que en Egipto había comida. Todo el mundo iba a comprar comida a Egipto.
En la tierra de Canaán, también faltaba la comida. Jacob y sus hijos tenían dinero, pero no había comida, así que Jacob mandó a sus diez hijos mayores a comprar comida a Egipto.
Habían pasado 20 años desde que los hermanos de José lo habían vendido a los ismaelitas. Y ahora ellos hacían el mismo camino que su hermano. Cuando llegaron a Egipto preguntaron dónde se podía comprar grano y les mandaron ante el gobernador Zafnat Panea.
Lee en Génesis 42:6,8 y podrás saber qué ocurrió.
¿No te suena de algo? ¿Los diez hermanos de José inclinándose ante él? Sí, José recordó los sueños que él mismo había tenido cuando era un muchacho.
• Descubre qué les preguntó José a sus hermanos sustituyendo los símbolos egipcios por las letras.
Ayudad a vuestros hijos a empatizar con las personas que lo han perdido todo, que pasan por una catástrofe, por una guerra. Pensad una forma de ayudar como familia.
9
Aprende y comprende:
«A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien».
(Romanos 8:28, Dios habla hoy)
Reflexionad con vuestros hijos sobre cuál sería su reacción si se encontrarán delante de los hermanos que lo habían vendido y por su culpa hubieran pasado muchos años en la prisión. Lo más normal es que muestren sus sentimientos de rabia y de venganza. Es buen momento para hablarles sobre los sentimientos de odio y del daño que nos hacemos a nosotros mismos cuando odiamos.
TU LECTURA DEL DOMINGO
José se encargó personalmente de vender la comida en Egipto durante los años de hambre. Un día llegaron diez hombres a comprar comida a Egipto.
¿Te acuerdas? Ellos no sabían quién era José, pero José sí sabía quiénes eran ellos. Cuando los vio, su corazón comenzó a latir más rápido.
José se acordó de su sueño en el que las espigas de sus hermanos se inclinaban ante la suya.
José no sabía qué hacer. Sentía ganas de ir corriendo a abrazarlos a todos. Pero ¿y si lo odiaban todavía? ¿Seguirían siendo malos y crueles? ¿Dónde estaba Benjamín? ¿Viviría aún su querido padre?
José decidió investigar. Los interrogaría. Entonces, para sorpresa de los hijos de Jacob, el gobernador de Egipto los acusó de ser espías, así les podría hacer todas las preguntas que quisiera (ver Génesis 42:9). También podría averiguar si todavía eran los hombres crueles que muchos años atrás le habían querido matar.
Los hermanos no tenían escapatoria. Lo único que podían hacer era intentar convencer al gobernador de su inocencia. Le hablaron humildemente. Le dijeron que todos eran hermanos y que eran gente honrada. Parecía que eran sinceros. Tal vez sí que habían cambiado.
La gran preocupación de José era saber si sus hermanos habían tratado bien a Benjamín, el hermano más pequeño de la familia, y también el preferido de su padre. Pero se dio cuenta que sus hermanos habían aprendido una gran lección ¿Cuál fue? Comentad con vuestros hijos algún hecho de vuestra vida que os haya llevado al arrepentimiento y a ser mejores personas.
José quiso insistir un poco más. Quería obtener más información sobre su familia. Le dijeron que su padre vivía en Canaán y que tenían un hermano más pequeño que se había quedado con su padre y otro hermano que no sabían dónde estaba. A José el corazón le latía con mucha fuerza. ¡Claro! ¡Si ellos lo vendieron como esclavo! ¡Como no iba a estar desaparecido! Entonces, ¿qué ordenó José? (Léelo en Génesis 42:17)
Estando en la prisión, los hermanos pensaron muchas cosas sobre lo que habían hecho en el pasado. ¿Qué pasaría? Habían vendido a José como esclavo. A lo mejor ellos también se tendrían que convertir en esclavos.
Al cabo de tres días, estando José ya más calmado fue a verlos a la cárcel, una cárcel como la que había estado él durante varios años. Les propuso que si querían demostrar que era verdad lo que decían, debían ir a Canaán y traer a su hermano pequeño para que él lo conociera.
Comenzaron a hablar entre ellos en su propia lengua. José siempre había utilizado un traductor y no sabían que les estaba entendiendo perfectamente (ver Génesis 42:23). Empezaron a decirse: «¿Veis lo que nos ha pasado? Eso es por culpa de lo mal que nos portamos con José. Nos merecemos el castigo».
A José le dio un vuelco el corazón y de repente salió de donde estaban y lloró. Nadie entendía lo que estaba pasando. ¡El gobernador estaba muy raro! Cuando se calmó, volvió a la celda, eligió a su hermano Simeón, lo volvió a encarcelar y ordenó la libertad de los otros nueve hombres. Luego José ordenó que llenaran los sacos de trigo que habían venido a comprar y que les dieran comida para el camino. Ni los criados ni los propios hijos de Jacob entendían nada. Los había acusado de espías, los había encarcelado y ahora les daba comida para el camino. Pero es que, además, ordenó a sus criados que escondieran el dinero con el que habían pagado el grano en los sacos.
• Observa el grupo de la derecha. Falta uno de los hermanos, el que se quedó en la cárcel. ¿Sabes quién es?
Los hermanos de José volvieron por el camino de Canaán a su casa, preocupados por haber tenido que dejar a Simeón en Egipto. Por el camino, se dieron cuenta de que el dinero estaba en los sacos. Entonces tuvieron miedo de volver por si ahora el gobernador los acusaba de haberlo robado.
Quisieron regresar para devolver el dinero, pero Jacob dijo que no. Si volvían a Egipto debían llevar a Benjamín. Ya había perdido a José y a Simeón. No estaba dispuesto a que su hijo pequeño desapareciera también. Estaban seguros de que su padre, Jacob, nunca dejaría que Benjamín fuera con ellos a Egipto. Pero si el hambre continuaba tendrían que volver a comprar más comida.
Pasado un tiempo, la familia necesitaba más comida. Jacob les pidió a sus hijos que regresaran a Egipto a comprar comida. Pero Judá le recordó que el gobernador les había dicho que tendrían que llevar a Benjamín y le prometió cuidarle mucho si lo dejaba ir con ellos. Así que al final Jacob tuvo que dejar que Benjamín fuera con ellos. Prepararon el viaje llevando con ellos el doble de dinero y algunos regalos para el gobernador (ver Génesis 43:11,12). ¿Te imaginas cuánto tuvieron que orar pidiéndole a Dios que les ayudara y que los protegiera del gobernador de Egipto?
Preguntad a vuestros hijos por qué creen que Jacob estaba tan preocupado de que se llevaran a Benjamín
¿Tenía motivos para desconfiar de sus hijos?
Reflexionad en lo importante que es para vosotros poder confiar en ellos.
• Colorea los sacos que llevaron los hijos de Jacob a Egipto.
Cuando llegaron a Egipto, y José vio a Benjamín se alegró muchísimo. Entonces le pidió a su mayordomo que organizara una comida especial en su casa y que los invitara a comer.
Los hermanos se asustaron. Un hombre que los había tratado tan mal, ahora los invitaba a comer en su casa. Tal vez les estaba tendiendo una trampa. Pero enseguida el mayordomo trajo a Simeón. ¡Qué alegría, su hermano estaba bien!
Cuando llegaron a la casa del gobernador todo fueron atenciones y cuidados, les lavaron los pies, cuidaron de los asnos y los sentaron en una mesa. Cuando llegó José le ofrecieron los regalos que Jacob había preparado, pero José solo quería saber cómo estaba su padre y si Benjamín había venido con ellos.
¿Qué pasó cuando José vio a su hermano pequeño? (Léelo en Génesis 43:30)
¡Qué hombre más raro! debieron pensar los hijos de Jacob. Luego comieron y disfrutaron de la fiesta. En la mesa, durante la comida, los hermanos notaron
Reflexionad con vuestros hijos sobre si sienten celos de sus hermanos u otros niños cuando se dan cuenta que son tratados mejor que ellos. ¿Qué podemos aprender de los hermanos de José?
algo interesante. Estaban sentados de acuerdo a sus edades desde el mayor hasta el menor. ¿Cómo lo habría sabido el gobernador? Y a Benjamín se le sirvió cinco veces lo que se les sirvió a los demás. ¿Por qué sería? José miraba y escuchaba. Los hermanos no parecían estar celosos de que su hermano pequeño tuviera más atenciones que ellos.
A la mañana siguiente, mandó llenar de grano los sacos de los hebreos y devolverles otra vez el dinero. Pero esta vez mandó colocar en el saco de Benjamín la copa de plata del gobernador.
Los hermanos de José estaban contentos cuando salieron rumbo a Canaán a la mañana siguiente. ¡Benjamín estaba seguro! ¡Simeón iba con ellos! ¡Tenían comida! Casi no podían esperar para llegar a casa.
Pero apenas habían salido de la ciudad cuando el mayordomo de José los alcanzó. Esta vez no fue nada amable.
—¿Por qué habéis robado la copa de plata de mi señor? —preguntó.
Los hermanos se sorprendieron. Ellos sabían que ninguno había cogido la copa del gobernador. Estaban tan seguros que dijeron que al que se le encontrara la copa se le matara y que los demás se convertirían en sus esclavos. El mayordomo contestó:
—No, solamente el que tiene la copa será esclavo.
Comenzó a revisar todas las alforjas desde la del mayor hasta la de Benjamín. Nuevamente el dinero de la compra había sido colocado en sus sacos, pero la copa no la encontraron hasta llegar al saco de Benjamín. ¡Imagínate el disgusto de todos los hermanos!
José esperaba en su casa. José los trató duramente y entonces Judá habló por todos. El mismo hombre que hacía muchos años había tenido la idea de vender a José como esclavo le suplicó que dejara irse a Benjamín y que él sufriría el castigo que le correspondía a su hermano pequeño.
Ahora sí, José estaba convencido de que sus hermanos habían cambiado. Pidió a todos los sirvientes que salieran, incluso al traductor. José comenzó a llorar otra vez. Los hermanos no entendían nada y entonces les habló en su propia lengua y les dijo:
—Yo soy José.
No se lo podían creer. Estaban paralizados. Ahora comprendían el comportamiento tan raro del gobernador. Seguro que ahora los metería a todos en la cárcel. José les dijo que se acercaran y los fue abrazando uno a uno. No tenían nada que temer. José no estaba enfadado. José los había perdonado.
• Encuentra las siete diferencias
Por medio de esta historia
Dios nos quiere mostrar la alegría que siente al reencontrarse con nosotros. Dios perdona todos nuestros pecados por grandes que sean, como Jacob perdonó a sus hijos de todo el mal que le habían causado con sus mentiras. Recuerda con tus hijos momentos en los que hemos estado alejados de Dios y cómo podemos reencontrarnos. Ora dando gracias a Dios por su gran amor.
Ahora tenían un mensaje que darle a su padre. (Léelo en Génesis 45:9,10)
Cuando el faraón se enteró de que la familia de José estaba en Egipto y que iban a venir a vivir a Gosén, los llenó de regalos: carros, ropas, dinero, alimentos…
Cuando Jacob vio llegar a sus hijos con todos los carros cargados de riquezas se sorprendió muchísimo, pero todavía se sorprendió más cuando le contaron que su hijo José estaba vivo y que era la persona más poderosa de Egipto después del faraón.
Jacob tenía muchas ganas de ver y estar con su hijo José, pero quería estar seguro de que el plan de Dios era que él fuera a Egipto. Aquella noche, orando, Dios le volvió a hablar en visión. ¿Qué le dijo? (Puedes saberlo leyendo Génesis 46:3)
Jacob y todo el campamento se mudaron a Egipto donde se encontró con su hijo al que creía muerto. Debió ser el abrazo más largo del mundo.
• Encuentra el camino que recorrió la familia de José desde Canaán hasta Egipto.
Jacob vivió 17 años más en Egipto. Fueron años muy felices. Al recordar su larga vida y las muchas cosas que habían sucedido, le dio gracias a Dios por haber estado con él y por haber hecho que todo terminara bien.
Jacob vivió 147 años y José y sus hermanos lo llevaron a enterrar a la cueva de Macpela donde estaban enterrados Abrahán, Sara, Isaac, Rebeca y Lea. Luego volvieron todos a Egipto, a las tierras que el faraón les había dado. José fue un gran gobernante, respetado y querido. José envejeció y murió con 110 años en Egipto.
Aprende y comprende:
«Ve, porque yo estaré contigo».
(Éxodo 3:12, Dios habla hoy)
Muchas personas, como los egipcios, también tienen miedo de que vengan a vivir a nuestro país personas extranjeras. Creen que si son muchos pueden llegar a mandar más que nosotros. Pero para Dios todos somos iguales. ¿Y para ti? ¿Te haces amigo de otros niños, aunque sean de otro país?
TU LECTURA DEL DOMINGO
Las familias de los hijos de Jacob siguieron viviendo en Egipto durante muchísimos años. La Biblia los llama «hebreos» porque eran descendientes de Jacob que había vivido en Hebrón o «israelitas», porque el nuevo nombre que le había dado Jesús a Jacob era Israel.
Todos los reyes de Egipto se llamaban faraón. La Biblia no dice cuáles eran sus nombres. El faraón que había sido amable con José y su familia había muerto y sus sucesores olvidaron cómo José había salvado a Egipto del hambre. Había habido muchas guerras y los nuevos faraones odiaban a los hebreos porque les preocupaba que, en caso de una nueva guerra, los israelitas se levantasen contra ellos y se uniesen a sus enemigos.
Pero el faraón no quería que los israelitas se fueran porque eran muy trabajadores. ¿Qué crees que hizo? Se reunió con todos sus consejeros y le aconsejaron que hiciese esclavos a todos los israelitas, hombres, mujeres y niños. ¡Ya no serían más amigos! No serían dos pueblos compartiendo la tierra de Egipto en paz. El faraón estaba construyendo grandes edificios y obligó a los israelitas a fabricar el ladrillo necesario para su construcción. ¡Y tenían que trabajar muchísimo!
Pero, aunque los israelitas eran esclavos, sus familias siguieron creciendo. ¿Sabes que hizo el cruel faraón? Hizo una ley brutal que decía que cuando naciera un niño varón israelita debería morir. Les dijo a las parteras que ayudaban a las mamás hebreas que si nacía una niña podía vivir, pero que cuando naciera un niño hebreo debían matarlo. Las parteras hebreas obedecieron las Reglas de la Felicidad de Dios y no hicieron lo que el faraón les pedía. ¡El faraón se enfadó mucho! Él mantuvo la orden y si cualquier egipcio sabía que había nacido un niño hebreo podía matarlo (ver Éxodo 1:22).
Habla con tu hijo sobre la adopción. Pregúntale si conoce algún niño adoptado. Los padres de los niños adoptados los quieren como si fueran hijos propios. Dios también nos ha adoptado como hijos y nos ama de la misma forma.
Amram y Jocabed eran unos padres hebreos. Tenían un hijo que se llamaba Aarón y una hija que se llamaba María. Pero un día, después de las órdenes del faraón, tuvieron otro hermoso niño varón. Amram y Jocabed conocían la ley de que todo bebé que fuera chico tendría que morir. Querían a su bebé y no permitirían que nada malo le pasara.
Durante tres meses Amram y Jocabed escondieron a su bebé en casa, pero el bebé crecía cada día y resultaba imposible esconderlo más. Toda la familia oró a Dios para que les dijera qué hacer con el bebé para que no lo mataran los egipcios. Entonces tuvieron una idea. Lo esconderían junto al rio, lejos de la casa. Allí sería muy difícil que nadie lo oyera llorar. Le harían una cesta para que estuviera cómodo y María lo vigilaría. Su plan era muy arriesgado y María fue una niña muy valiente al quedarse cerca del río cuidando a su hermanito.
Pero un día, mientras María vigilaba al niño, unas mujeres se acercaron a bañarse en el río. ¡Eran la princesa y sus criadas! Pero lo peor fue que la princesa descubrió la cesta donde dormía el bebé y la recogió. María estaba muy asustada. ¡La princesa había encontrado a su hermanito! Vio cómo la princesa lo cogía en sus brazos y lo acariciaba: decidió quedarse con el bebé y adoptarlo. Pero había un problema. Necesitaba una mujer para que le diera de mamar al niño. Entonces no existían los biberones y, sin una nodriza, el niño se moriría de hambre. Valientemente, María se acercó. ¿Qué le dijo? Si lees Éxodo 2:7 lo sabrás
La princesa sonrió a María. Era una buena idea. María corrió a casa a buscar a su madre. La princesa le entregó al bebé y le pidió que lo criara hasta que fuera mayor, entonces lo llevaría a vivir con ella al palacio. ¡Amram y Jocabed se pusieron muy contentos! Agradecieron a Dios por haber cuidado a su bebé. Ahora nadie le podría hacer nada porque era el bebé de la hija del faraón. Ahora Jocabed cuidaría a su propio hijo e incluso le pagarían por cuidarlo.
Jocabed sabía que cuando la princesa quisiera, ella se llevaría al niño a vivir al palacio. Por eso, aprovechó cada momento para que el pequeño aprendiera a amar y a confiar en Dios. Así sucedió. Cuando el niño tenía doce años la princesa envió a por él para que fuera oficialmente su hijo.
¿Cómo lo llamó la princesa?
• Cambia el símbolo por la letra correspondiente y lo descubrirás (Éxodo 2:10).
Moisés nunca se avergonzó de su familia hebrea, a pesar de vivir en un palacio y tener muchas comodidades. Desde pequeño aprendió a obedecer a Dios y amar a lo más valioso que todos tenemos; a nuestra familia (aunque sea pobre y diferente a todas las demás). ¿Qué es lo que más te gusta de tu familia?
La vida en el palacio era muy diferente a la vida en la humilde casa de sus padres. La princesa consiguió los mejores maestros para que enseñaran a Moisés. El faraón vio que Moisés era muy inteligente y aprendía todo muy rápido. Todos admiraban a Moisés y a todos les caía bien.
En la corte del faraón aprendió la lengua de los egipcios y a escribir jeroglíficos. Aprendió matemáticas, astronomía, música e historia. Sus maestros egipcios le enseñaron acerca de los dioses egipcios que adoraban, pero Moisés nunca los adoró.
Moisés creció dentro del palacio con todos los lujos y se hizo un hombre importante y respetado.
Moisés no se olvidó de lo que su madre le enseñó. Él sabía que su verdadera madre era Jocabed. Recordaba que era parte del pueblo de Dios y que el pueblo de Israel, algún día sería liberado y volvería a Canaán, la tierra que Dios le prometió a Abrahán.
Reflexiona con tus hijos: Dios no quiere que consigamos las cosas, aunque sean buenas, con violencia. A Moisés no le gustaban las injusticias, ni cómo se trataba a su pueblo, y se dejó llevar por la rabia. ¿Alguna vez te has dejado llevar por la rabia?
¿Qué problemas te ha traído actuar de esa manera?
• Completa el dibujo.
Moisés tenía 40 años y seguramente todavía seguía visitando a sus amigos y familiares hebreos. Un día se dio cuenta de lo injustos que eran los trabajos a los que eran sometidos los hebreos. Pero, cuando vio que un egipcio maltrataba un hebreo, se enfadó tanto que lo agarró y lo mató. Luego lo enterró en la arena. Moisés pensó que nadie se había enterado. Pero su crimen no tardó en ser descubierto. El castigo por asesinar a un ciudadano egipcio podía ser la muerte, así que decidió salir huyendo de Egipto.
Por el camino, Moisés pensó en la princesa que tanto lo había cuidado y en su propia madre, Jocabed. Siempre se acordaría de lo que ella le había enseñado. Y siempre escogería amar y obedecer a Dios y confiar en él.
Moisés viajó a un territorio al otro lado del desierto de Sinaí, a Madián. Allí todavía habría adoradores del Dios verdadero.
Mientras Moisés estaba sentado cerca de un pozo en Madían, llegaron unas muchachas para dar de beber a su ganado. Luego aparecieron un grupo de pastores que las echaron para dar de beber ellos a sus ovejas primero. A Moisés no le gustó que las trataran injustamente y decidió ayudarlas. (Léelo en Éxodo 2:17).
Aquellas siete chicas eran hijas de un sacerdote que adoraba al Dios verdadero. Su nombre era Jetro o Reuel. La Biblia utiliza los dos nombres. Cuando Jetro se enteró de que un hombre egipcio había ayudado a sus hijas mandó ir a buscarlo para invitarle a comer.
Jetro invitó a Moisés a vivir y a trabajar para él. Moisés había pasado de vivir en un palacio a vivir en una simple cabaña. Ahora, después de ser príncipe de Egipto, se había convertido en un pastor de ovejas.
Durante ese tiempo Moisés se enamoró de una de las hijas de Jetro que se llamaba Séfora. Se casaron y tuvieron un hijo llamado Gerson.
Moisés pasó cuarenta años cuidando las ovejas y las cabras de Jetro. Durante todo ese tiempo aprendió a ser paciente y bondadoso.
Un día mientras Moisés cuidaba las ovejas cerca del monte Horeb, vio algo muy extraño. Había una zarza ardiendo, pero el fuego no la consumía. Moisés se acercó y entonces una voz le habló. Le dijo que era el Dios de sus antepasados. Dios tenía una misión para Moisés. Debía volver a Egipto y sacar a todos los hebreos de allí y llevarlos a vivir a Canaán.
Moisés trató de convencer a Dios de que estaba cometiendo un grave error. Ahora él era un simple pastor de ovejas que había huido de Egipto, donde seguramente todavía lo buscaban por asesinato. Él pensaba que no era la mejor persona para hacer ese trabajo. Dios le dijo que lo ayudaría. Le dijo lo que tenía que hacer y hasta lo que le tenía que decir al faraón. Pero Moisés no creía que fuera capaz de hacer lo que Dios le estaba pidiendo.
Reflexiona con tus hijos: Dios le pidió a Moisés que se quitara sus sandalias para mostrarle su respeto.
¿Cuál es tu comportamiento cuando oras, o cuando estás en la iglesia? ¿Te comportarías igual si estuvieras delante de tu futbolista preferido, tu cantante favorito u otra persona a la que admiras?
Recuerda que Dios es más grande que todos ellos, y como hizo Moisés, debes comportarte con respeto.
• Encuentra las 7 diferencias entre los dos dibujos
Reflexiona con tus hijos: A veces, cuando se nos pide que participemos en alguna actividad de la iglesia (decimotercio, coro infantil, oración, etc.) decimos que no porque tenemos vergüenza de hacerlo mal, y que se rían de nosotros. A Moisés le ocurrió lo mismo, pero Dios le prometió ayudarlo. Jesús también te dice, que con su ayuda y la de otros, las cosas más difíciles te pueden salir bien.
Pero Dios siguió insistiendo. Para llegar a convencerlo del poder que le estaba ofreciendo, hizo algunos milagros para ayudar a Moisés a creer en él y en su poder. Primero le dijo que tirara su bastón al suelo. Al hacerlo el bastón se convirtió en serpiente y cuando Moisés la agarró por la cola, se volvió a convertir en bastón.
Por si eso no bastaba le dijo que metiera su mano dentro de su túnica. Cuando Moisés la sacó, la mano tenía una enfermedad muy grave que se llama lepra. La lepra hace que tengas heridas y llagas en la piel. Dios le dijo que volviera a meter ya sacar la mano de la túnica y la mano estaba completamente sana.
Además, Dios le tenía preparada una sorpresa. Dios ya había avisado a su hermano Aarón para que fuera a encontrarse con él en el desierto. Aarón sería su ayudante.
Al final Moisés aceptó. Volvió a Madián a decírselo a su familia y despedirse de su suegro. Junto a su mujer y a su hijo y comenzaron el viaje de regreso a Egipto.
Como Dios había dicho, a mitad del camino su hermano se reunió con él. ¡Qué alegría! ¡Cuántas cosas que contarse y cuántas cosas que preparar! Ahora tenía por delante la difícil tarea de convencer a los ancianos israelitas de que Dios les iba a liberar y a conducir a Canaán y al faraón de que dejara en libertad a todo el pueblo hebreo.
• Acompaña a Moisés a reunirse con Aarón para luego ir a ver al faraón.
Aprende y comprende:
«No te ocurrirá nada malo ni plaga tocará tu casa».
(Salmo 91:10, Dios habla hoy)
Es importante saber que en el Antiguo Testamento los acontecimientos que no se pueden explicar con la lógica (o la ciencia de aquel momento) se atribuyen directamente a Dios, sean buenos o malos. Podemos explicar mejor algunas plagas como catástrofes que Dios predecía y establecía un plan de protección para su pueblo y todo aquel que creyera las palabras de Moisés. No podemos entenderlas como un castigo de Dios a todo el pueblo egipcio por la maldad de su gobernante o por ser idólatras.
TU LECTURA DEL DOMINGO
Nada más llegar a Egipto, Moisés y Aarón reunieron a los jefes de los hebreos (la Biblia los llama ancianos) para darles la noticia de que Dios iba a liberarlos y de que era hora de volver a la tierra que Dios había prometido a Abrahán.
Moisés les contó toda su conversación con Dios en Horeb y les hizo las señales que Dios le había mostrado: convirtió su vara en serpiente, apareció y desapareció la lepra de su mano y convirtió el agua en sangre. ¿Cómo reaccionaron los ancianos israelitas? (Lee su respuesta en Éxodo 4:31). ¡Qué buena noticia! ¡Por fin iban a ser libres otra vez!
Luego llegó el momento de visitar al faraón. Dios le había advertido a Moisés de que este faraón era terriblemente malvado.
Moisés sabía cómo hablarle al faraón y con mucho respeto le dijo que debía dejar salir a los hebreos para que pudieran adorar libremente a Dios. Pero el faraón se enfadó muchísimo cuando Moisés le dijo lo que quería. ¡No dejaría ir a sus esclavos a ningún lado! Entonces, como castigo, les dijo que debían ir ellos mismos a buscar los materiales para hacer los ladrillos. ¡Así no les daba tiempo a nada! ¡Era demasiado trabajo!
¡Pobres israelitas! Ahora las cosas estaban peor. Además, ahora los capataces tenían permiso para maltratarlos si no cumplían con su obligación (ver Éxodo 5:14)
Los israelitas se quejaron a Moisés y Aarón. En vez de conseguirles la libertad lo que estaban consiguiendo era un castigo mayor. Pero Dios volvió a hablarles les pidió que confiaran en él y pronto quedarían convencidos de que Dios es poderoso y que no hay nada que él no pueda hacer (ver Éxodo 6:6-8).
Moisés fue a ver de nuevo al faraón y el rey se volvió a burlar de ellos. Entonces Moisés y Aarón arrojaron su vara delante del faraón y se convirtió en serpiente. Faraón llamó a sus magos para que hicieran lo mismo. Entonces, Satanás hizo que las varas de los magos se convirtieran también en serpientes. Pero, de repente, la serpiente de Aarón se comió a las otras. Dios quería que el faraón supiera que su poder era más grande que el de sus magos. Pero el faraón se negó a dejar salir al pueblo de Israel.
Otro día, Dios le dijo a Moisés que se acercara al faraón cuando estuviera en la orilla del río Nilo. Una vez allí, en el nombre de Dios, Aarón tocó con su vara el río. ¿Qué sucedió? (Lo puedes leer en Éxodo 7:20)
• Colorea el dibujo de acuerdo a lo que has leído.
Algunas personas pueden hacernos creer que ellos pueden hacer los mismos milagros que hace Dios, pero eso es simplemente un engaño. Los magos de Egipto nunca pudieron limpiar el agua, ni hacer desaparecer a las ranas. Reflexiona con tus hijos sobre las diferencias entre los milagros y la magia.
Una vez más los magos egipcios hicieron lo mismo que Moisés. Pero no pudieron convertir la sangre en agua de nuevo. Durante días, los egipcios no tuvieron agua para beber, para cocinar, ni para lavarse. Tuvieron que excavar pozos para poder conseguir agua limpia. El rio tardó siete días en volver a traer agua limpia.
Después de aquello, Moisés se presentó ante el faraón con otra advertencia. Si no dejaba ir a su pueblo Egipto se llenaría de ranas. Y así pasó. Había ranas en sus camas, ranas en su comida, ranas en el agua que bebían. ¡Ranas en todos lados! ¡Eran demasiadas ranas para el faraón!
Los magos volvieron a hacer lo mismo que Moisés, pero no podían hacerlas desaparecer. Así que no le quedó más remedio que llamar a Moisés y Aarón y les dijo que le pidieran a Dios que quitara las ranas. Moisés le prometió al faraón que las ranas desaparecerían a la mañana siguiente. Y así pasó.
• ¿Qué le quería enseñar Moisés al Faraón? Añade las letras A y O y lo descubrirás
Los egipcios eran muy limpios y escrupulosos. Se bañaban con perfumes y limpiaban y desinfectaban sus casas todos los días. Te puedes imaginar cómo
se sintieron cuando se llenaron de ranas y luego cuando las ranas murieron todas a la vez dejando un olor apestoso.
Si algo odiaban los egipcios eran los insectos. Ponían hierbas aromáticas en las casas para evitar que entraran moscas, mosquitos o avispas. Incluso era normal que las personas más ricas se raparan la cabeza y usaran pelucas para evitar los piojos.
Pues eso es lo que Dios permitió que ocurriera. De repente todo el mundo tenía piojos en la cabeza. ¡Cómo picaban!
Después de unos días, Moisés se encontró con el faraón cuando iba hacia el río Nilo. Moisés volvió a pedir al faraón que dejara salir de Egipto a su pueblo. Si no lo hacía, Moisés le advirtió que habría una plaga de moscas. Como el faraón era muy terco, no les dio permiso para salir de Egipto y entonces… ¡llegaron las moscas!
Ningún sacerdote o mago podía librarse de las plagas, en todo caso multiplicarlas. Dios mostró al faraón y a los egipcios, que solo él podía librarles de ellas porque era el único Dios verdadero. Pero en su arrogancia, el faraón no podía aceptar que era inferior a Dios. Solo Dios puede salvarnos.
Moscas grandes y molestas cubrieron todo el país de Egipto, menos la tierra de Gosén donde vivían los israelitas. ¿Por qué? (Lee Éxodo 8:22)
El faraón volvió a llamar a Moisés y Aarón. Esta vez les prometió dejar salir al pueblo si no se iban muy lejos. Entonces Moisés oró.
• Sigue el vuelo de las moscas y descubrirás qué hizo Dios.
Pero de la misma forma que habían desaparecido las moscas, el faraón cambió de opinión y les prohibió, otra vez, salir de Egipto.
A Dios no le gusta que las personas le obedezcan por miedo. Quiere que le obedezcamos por amor. Por eso tenía tanta paciencia con el faraón y los egipcios.
¿Por qué obedeces tú a Dios y a tus padres: porque los quieres o por temor al castigo?
Dios estaba haciendo muchas cosas para convencer al faraón y a los egipcios de que él es el Dios verdadero. Y algunos egipcios ya se estaban dando cuenta.
Por quinta vez Moisés fue a pedir la libertad para su pueblo y le advirtió que si no lo hacía el ganado enfermaría. Como el faraón se volvió a negar, apareció una enfermedad que afectó a todos los animales domésticos. ¿Qué les pasó? (Léelo Éxodo 9:6).
La siguiente plaga que azotó a los egipcios fue muy dolorosa. Esta vez era la gente la que enfermaba. Les salían úlceras, unas heridas en la piel que escocían mucho. En Egipto había muchos médicos y todos estaban trabajando para curar esas úlceras. Hasta los mismos magos se pusieron enfermos.
Pero el faraón tampoco quiso obedecer a Dios y dejar salir al pueblo de Israel.
La siguiente vez que Moisés fue a hablar con el faraón le advirtió de una terrible tormenta de granizo. Dios avisó al faraón para que les dijera a los egipcios que metieran al ganado en lugares seguros porque iba a caer una tormenta con truenos, relámpagos y granizo que podría matar a los animales que quedaran en el campo. Después de tantas plagas, muchos egipcios estaban convencidos de que Dios era mucho más poderoso que los dioses que ellos adoraban, y muchos encerraron a sus animales para protegerlos. Pero al día siguiente todavía había mucha gente que no se creía lo que decía Moisés, y cuando llegó la tormenta, los granizos eran tan grandes, que les hicieron heridas.
• Ordena las letras y descubrirás la palabra que falta.
Dios quería enseñar al Faraón y a los egipcios que debían O _ _ D _ _ _ R
Los siervos del faraón no podían entender cómo podía ser tan terco. Todos sabían que el Dios de los hebreos era mucho más poderoso que los dioses que adoraban los egipcios. Cuando Moisés dijo que iba a haber una plaga de langostas el faraón no lo creyó. Las langostas son una especie de saltamontes que se comen todas las plantas que encuentran. ¿Qué le dijeron al faraón sus siervos? (Léelo en Éxodo 10:7). Pero el faraón no les hizo caso, llegaron las langostas y se comieron todas las cosechas.
El país estaba destruido. Las cosechas perdidas y una gran parte del ganado había muerto. El faraón mandó llamar otra vez a Moisés y Aarón. Le hizo creer que estaba arrepentido para que Moisés les quitase las langostas. Moisés oró para que las langostas se fueran y las langostas desaparecieron.
Pero cuando vio que ya no había peligro, el faraón volvió a cambiar de opinión.
La siguiente vez, los prodigios de Dios tuvieron que ver con su dios más poderoso, el dios del sol. Ra o Amón-Ra era el dios principal de los egipcios. Pues durante tres días, una intensa oscuridad cubrió Egipto. El sol no podía atravesar la oscuridad. Era como si el dios Ra (si era que existía) no tuviera fuerza suficiente para luchar contra el Dios verdadero.
Una vez más el faraón llamó a Moisés. Les dijo que se fueran, pero debían dejar todas sus cosas y su ganado en Egipto. Moisés le dijo que no, que debían llevarse todo. ¡El faraón se enfadó muchísimo! Dijo que, si volvía a verlo, mandaría matarlo.
• Coloca las palabras siguientes en el crucigrama. Todas son características del carácter del faraón. Si no conoces el significado de alguna de ellas, pídele ayuda a tus padres.
TERCO — IRACUNDO — TRAMPOSO — CRUEL — MENTIROSO —
ORGULLOSO — ENGREÍDO — SOBERBIO — CAPRICHOSO
Como habéis leído no hemos incluido la décima plaga, la muerte de los primogénitos en esta lección ya que es un poco difícil y no es necesario para la vivencia de fe de los niños de estas edades. Este episodio aparecerá completo en las lecciones de los mayores.
Muchos egipcios se habían dado cuenta de que el Dios de los hebreos los protegía de todas las desgracias que habían ocurrido. Pero el faraón y su orgullo seguían impidiendo la libertad de los hebreos.
Después de tantas y tantas catástrofes serían los mismos egipcios los que pedirían a faraón que dejase ir a los hebreos (ver Éxodo 11:8).
Dios habló con Moisés y le dijo que el pueblo debía estar preparado para irse porque lo tendrían que hacer rápido, cuando llegase la orden del palacio. Así que les dijo lo que tenían que hacer: debían tener todo el equipaje preparado para salir rápidamente en cuanto Moisés diera la orden y la cena de esa noche sería un cordero asado con hierbas amargas y pan sin levadura. Además, debería ser una fiesta que recordaran siempre (ver Éxodo 12:14).
Todas las familias de Israel hicieron exactamente lo que Dios les dijo. ¿Cómo crees que se portaron los niños cuando se estaban preparando para irse? ¿Crees que ayudaron en todo lo que podían? ¡Seguro que sí!
El día 14 de ese mes llegó la orden. Los egipcios estaban tan tristes y el faraón estaba tan enfadado que ordenó expulsar a todos los hebreos.
Por la mañana, más de un millón de personas salía de Egipto. Con los hebreos también había muchísima gente que, aunque no eran israelitas, prefirieron seguir al Dios de Israel antes que quedarse en Egipto con aquel malvado faraón (ver Éxodo 12:37,38). Dios había cumplido su promesa. El pueblo de Israel era libre.
Aprende y comprende:
«No temáis. Manteneos tranquilos y ved la salvación que el Señor os dará».
(Éxodo 14:13, Dios habla hoy)
Reflexiona con tus hijos sobre cómo nosotros también estamos en un viaje metafórico hacia la Tierra Nueva, una tierra prometida mucho mejor que la de los hebreos. ¿Sabes por qué?
TU LECTURA DEL DOMINGO
El faraón había dado la orden. Todos los hebreos debían abandonar Egipto esa misma noche.
Y los israelitas estaban ya preparados como les había pedido Moisés, con el equipaje hecho y la comida preparada para el viaje.
Ahora les tocaba despedirse de sus vecinos egipcios. Los israelitas habían sido esclavos por mucho tiempo y nunca se les había pagado por el trabajo duro que habían hecho. Moisés les dijo que antes de salir, les pidieran a los egipcios ropa, oro y plata, cosa que los egipcios hicieron de forma generosa y muy a gusto (ver Éxodo 12:35,36). Cuando los israelitas salieron de Egipto, no eran pobres. Ellos pudieron llevar todo su ganado y todos los regalos que los egipcios les habían dado.
¿Sabes cuántas personas salieron de Egipto? (Lee lo que dice Éxodo 12:37). No sabemos exactamente cuántas personas iban, pero si había 600.000 hombres, a eso habría que sumar todas la mujeres, niños y ancianos. Es probable que fueran más de dos millones de personas. Sería como si todos los habitantes de Barcelona hicieran las maletas y se fueran.
Además, no todos eran hebreos. También salieron con ellos un montón de gente (egipcios y de otros pueblos) que quería pertenecer al pueblo de ese Dios tan poderoso que había vencido a todos los dioses egipcios y al mismísimo faraón (ver Éxodo 12:38). ¡Por fin el pueblo de Israel era libre! ¡Ya no eran esclavos! ¡Iban rumbo a la tierra prometida!
Cada día Dios les mostraba el camino y los protegía por medio de una nube y una columna de fuego. ¿Cómo protege cada día Dios a nuestra familia? Explica a tus hijos alguna experiencia real de la vida familiar (padres, abuelos, tíos, etc.) que refleje la protección de Dios en momentos difíciles.
Por fin, los israelitas iban rumbo a Canaán. Tenían prisa por salir del territorio egipcio cuanto antes. Cuando miraron al cielo, ¿qué vieron? (Léelo en Éxodo 13:21,22).
Delante de ellos iba una nube muy extraña que se movía y les indicaba por dónde debían ir. Durante el día la nube les daba sombra y los protegía del calor del sol. Eso era muy importante porque en el camino no había muchos árboles donde descansar a la sombra, y eran muchas personas. Cuando llegaba la noche, la nube se convertía en un pilar de fuego y les daba luz para que pudieran ver. Era como una gran farola que iluminaba todo el campamento para que no tuvieran miedo. ¡Qué maravilloso! Era una forma de que todos vieran que, de día y de noche, Dios estaba con ellos.
Canaán no estaba muy lejos del país de Egipto. Podrían haber llegado en pocos días. Pero antes de ir a Canaán tenían una cita con Dios en otro sitio. Cuando Dios habló a Moisés en el monte Horeb, le había pedido que llevara al pueblo de Israel hasta allí. Allí tenía planes especiales para ellos. Los israelitas se habían acostumbrado a adorar a los ídolos de los egipcios. Dios les quería enseñar muchas cosas que habían olvidado mientras habían vivido en Egipto. Así que, en vez de ir directamente por el camino más corto, Dios les pidió que fueran a un lugar junto al mar Rojo. También los llevaba por el lugar más seguro, para evitar ser atacados por otros pueblos guerreros, como los filisteos. Ellos podían volver a retenerlos como esclavos.
• Durante la noche se ha perdido un personaje, descubre quién es para ir a buscarlo.
Mientras tanto en Egipto, el faraón estaba cambiando de opinión. Cuando se dio cuenta de la cantidad de personas que habían abandonado Egipto, el faraón se enfureció (ver Éxodo 14:5) . Cuando las demás naciones se enteraran de que los esclavos hebreos habían ganado al poderoso faraón, se reirían de él. Además, ahora no tenían bastantes trabajadores para construir sus palacios y ciudades y cuidar también de los cultivos. Así que decidió ir a recuperar a sus esclavos.
El faraón sabía que los israelitas no tenían soldados ni armas y el ejército egipcio era el más poderoso de la época. Estaba seguro de que, con sus carros, sus soldados y sus armas, podía capturar a los israelitas fácilmente y llevarlos de vuelta a Egipto. Ordenó que se movilizara su ejército y que se prepararan 600 carros. Él mismo los acompañaría para traer a los israelitas (ver Éxodo 14:6,7).
¿Crees que el ejército de faraón podía viajar más rápido que los israelitas? ¿Crees que sería fácil seguir la pista de tanta gente y tantos animales? Claro que sí.
Los espías del faraón le dijeron dónde estaban acampados los israelitas. Era el lugar perfecto para atacarlos porque estaban acampados junto al mar y al otro lado no había más que montañas. El faraón atacaría el campamento y los hebreos no podrían escapar. Puede que el Dios de los hebreos fuera más poderoso haciendo milagros, pero el faraón se creía más fuerte con sus armas y más inteligente.
Es difícil entender la violencia en el Antiguo Testamento si no la interpretamos a la luz del Nuevo. Muchas veces nuestros hijos nos hacen preguntas difíciles de responder sobre el tema. Mostrarles que desconoces la respuesta y que algún día la entenderemos, es preferible a darles una respuesta equivocada, que puede llevarlos a tener un concepto equivocado de Dios.
• A Dios no le gusta la guerra ni el abuso del poder de los gobernantes. ¿Por qué crees que le dio a Moisés una vara para mostrar su poder en vez de un arma o un ejército?
• Encuentra el bastón de Moisés en medio de este batiburrillo.
Cuando vivimos situaciones difíciles es normal tener miedo. No culpabilices a tus hijos diciéndoles que sus sentimientos de miedo son la consecuencia de la falta de confianza en Dios. Dios comprende nuestros miedos y los transforma en confianza. Ese milagro, es tan grande, como el separar las aguas del mar Rojo.
Los israelitas estaban acampados frente al Mar Rojo. Detrás de ellos había montañas.
De repente alguien exclamó: —¡Mirad!
Enseguida se extendió la noticia por todo el campamento. «¡Vienen los egipcios!». Allá en la distancia comenzaron a ver que el ejército egipcio marchaba hacia ellos. ¡Todos se horrorizaron! Algunos fueron a quejarse a Moisés porque estaban muy enfadados. Creían que por su culpa iban a morir. ¿Qué les contestó Moisés? (Lee Éxodo 14:13,14)
Entonces sucedieron dos cosas maravillosas. De repente, la nube que iba delante se puso detrás de ellos, entre los egipcios y los israelitas. Los egipcios no podían ver a los israelitas por la densa nube, pero el otro lado de la nube alumbró a los israelitas toda la noche.
Luego Dios le pidió a Moisés que extendiera su vara sobre el mar. Al hacerlo, un viento fuerte sopló y levantó el agua del mar como en dos grandes paredes. El fondo del mar quedó al aire y se secó formando un camino que llevaba hasta la otra orilla. ¡Qué milagro tan maravilloso! Rápidamente los israelitas cruzaron ordenadamente al otro lado mientras la nube los alumbraba. Una vez más Dios había mostrado que no hay nada demasiado difícil para él.
El faraón no estaba preocupado por aquella nube que no los dejaba ver. Creía que los israelitas estaban atrapados.
Tenían montañas por ambos lados, tenían el mar Rojo delante de ellos. No se podían escapar. Pronto él los apresaría.
Cuando el ejército egipcio llegó a la playa, se dio cuenta que los israelitas ya no estaban atrapados. Estaban terminando de cruzar el mar Rojo en medio de un camino seco. ¡Faraón estaba furioso!
—¡Perseguidlos! —les gritó a sus soldados (ver Éxodo 14:23).
El insensato y malvado faraón estaba decidido a salirse con la suya. Pero al intentar cruzar el mar, los carros comenzaron a romperse, las ruedas se salían de su sitio y los soldados no podían perseguir a los israelitas. Los mismos soldados comenzaron a huir porque se daban cuenta del poder de Dios.
Cuando los hebreos habían terminado de cruzar al otro lado del Mar Rojo, el agua volvió a su lugar. El camino entre dos paredes de agua desapareció y todos los que estaban en medio del mar se ahogaron.
¡Todos los egipcios que perseguían al pueblo de Dios desaparecieron! ¡La mayor parte del ejército de faraón despareció! Ya no había nadie que los persiguiera. Ya no debían tener miedo; Dios había vencido. ¿Qué sintieron los israelitas? Puedes leerlo en Éxodo 14:31
A la mañana siguiente, el mar llevó hasta esta playa un montón de restos del ejército egipcio.
• ¿Puedes encontrar una espada egipcia, una lanza, un casco, la rueda de un carro, un arco, un saco, el tocado de un egipcio y la corona del faraón?
Para agradecer a Dios todo lo que había hecho por ellos, todo el pueblo cantó y danzó de alegría. Estos cantos de alegría fueron repetidos siglo tras siglo por el pueblo de Israel. Como está escrito en el Apocalipsis 15:2-3, los seguiremos cantando en la Tierra Nueva. Intenta cantar himnos de agradecimiento a Dios con tus hijos y acompáñalos con elementos musicales sencillos, en los que puedan utilizar algún instrumento sencillo y su propio cuerpo.
El pueblo de Israel se encontraba a salvo al otro lado del mar Rojo. Los israelitas estaban felices y muy agradecidos. ¿Cómo demostraron su felicidad? ¿Qué habrías hecho tú? Lee algunos versículos en Éxodo 15:2,11,13.
En este cántico, el pueblo de Israel reconoce el poder de Dios su amor y protección con los que lo aman y es un canto de esperanza sobre que al final el mal nunca podrá vencer.
La música es una forma de adorar a Dios que aparece en todos los momentos especiales de la Biblia. Hay muchos pasajes de la Biblia que nos dicen que los ángeles adoran a Dios cantando, y también que en la Tierra Nueva cantaremos de alegría al ver que el dolor y la muerte ya no existen.
Dios desea que lo adoremos de forma alegre, de corazón. La música nos ayuda a recordar mejor las enseñanzas de Dios para nosotros, a sentir más profundamente lo que estamos cantando y a disfrutar de la compañía de nuestros hermanos y de nuestro Dios.
Una persona fue muy importante en esta celebración. (Lee en Éxodo 15:20 quién era esta persona y qué hizo). María es la primera profetisa que menciona la Biblia. Hay otras como Débora, Hulda, la esposa de Isaías o Ana. Y la primera vez que la Biblia habla de una profetisa está cantando y alabando a Dios.
Canta una canción que te guste agradeciendo a Dios todo lo que hace por ti.
Aprende y comprende:
«Poned vuestra confianza en el Señor; apoyaos en vuestro Dios».
(Isaías 50:10, Dios habla hoy)
Repasa con tus hijos las actividades que han efectuado durante el día y pregúntales en cuántas de ellas le han dado gracias a Dios o le han pedido ayuda. Dios no solo está a nuestro lado en los grandes momentos de la vida sino también en los pequeños. Recuérdales que lo normal para ellos no lo es para una gran parte de niños del mundo que no tienen alimentos, no pueden ir a la escuela, no tienen juguetes, se ven obligados a trabajar e incluso a vivir en otros países. Enséñales a ser agradecidos.
TU LECTURA DEL DOMINGO
Por fin, el pueblo de Israel estaba libre. ¡Eran libres! Habían cruzado al otro lado del mar Rojo. ¡Parecía demasiado bueno para ser cierto! Dios los había salvado de sus enemigos en una forma maravillosa porque quería que todas las naciones paganas supieran que él es poderoso y que cuida bien a sus hijos.
¿Quién los dirigía a Canaán? ¿Era realmente Moisés quien dirigía al pueblo?
¿Era él quien decidía el camino que deberían seguir? No. Era Jesús que por medio de la nube los dirigía. De esa manera los israelitas sabían que Dios estaba con ellos de día y de noche. Había prometido estar con ellos y protegerlos si escogían amarlo y confiar en él.
Por fin, los hijos de Israel iban rumbo a la tierra que Dios les había prometido. Pero antes tenían que hacer una parada en el camino. Tenían que ir a encontrarse con su Dios y olvidar los dioses de los egipcios antes de volver a la tierra de Canaán. Necesitaban aprender a vivir día a día con Dios, tenían que aprender a tener confianza en él.
Fe y confianza son dos palabras que significan casi lo mismo. Si tenemos un amigo o una amiga que conocemos bien y que siempre cumple sus promesas, aprendemos a confiar en esa persona. Tenemos fe en esa persona y nos gusta estar siempre en su compañía. Eso es lo que Dios quería para su pueblo: quería vivir en medio de ellos y ser su maestro, su protector y su amigo.
Delante de ellos estaba el desierto. Atrás dejaban el valle del Nilo, un lugar con mucha vegetación, huertos, cultivos y árboles. Pero el desierto del Sinaí es un lugar árido y rocoso. Llueve pocas veces al año y entonces se forman algunos arroyos, pero ni se podían comparar con el hermoso Nilo. Hay algunos oasis que los pastores o pequeñas tribus nómadas podían usar para llenar sus provisiones de agua y descansar unos días.
Los hebreos empezaban a estar preocupados. Ellos habían salido de Egipto con agua para unos pocos días. ¿Qué pasaría cuando se acabara?
Anduvieron tres días sin encontrar ningún oasis ni ningún pozo de agua. El ganado necesitaba beber o empezaría a morir de sed. El agua de las provisiones se estaba acabando. Ellos estaban acostumbrados a refrescarse cuando tenían calor porque en Egipto nunca faltaba el agua.
Después de tres días llegaron a un oasis. Por fin tendrían agua fresca para todos. Pero su alegría no duró mucho. ¿Por qué? Porque el agua no era potable. La Biblia dice que era amarga. Lee Éxodo 15:23
No se lo podían creer. Estaban muy enfadados con Moisés. ¡Vaya jefe que era! ¡Si ni siquiera podía conseguirles agua! Moisés les había ayudado a salir de Egipto, podían haber confiado en Dios, pero en vez de eso se dedicaron a protestar y a quejarse. Pero Moisés sí sabía que se podía confiar en Dios y que Dios no los había sacado de Egipto para que murieran en el desierto. ¿Qué crees que hizo Moisés? Oró a Dios. Y Dios le respondió y le dio la solución. Le dijo que cortara un árbol que había allí mismo y que lo echara en el agua.
¡Vaya solución! ¿Desde cuándo se puede hacer agua potable echando un árbol dentro del agua? Pero entonces ocurrió el milagro. El agua se volvió potable y buena para beber. El pueblo de Israel debía aprender todavía muchas cosas sobre Dios.
Seguramente necesitaron varios días para llenar de agua todos los recipientes que tuvieran y poder volver al camino. Mientras tanto, Dios aprovechó para empezar a darles instrucciones sobre cómo tendrían que organizarse.
No sabemos exactamente qué normas son las que Dios dio en Mara. Moisés escribió muchísimas de esas normas en los libros de Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Por ejemplo, las personas se debían reunir en 12 grupos, uno por cada familia de los hijos de Jacob. Por parte de José, tendría dos tribus, la de Efraín y la de Manasés, sus hijos. No contamos a los hijos de Leví porque formarían un grupo aparte. Es lo que llamamos las 12 tribus de Israel. Cada grupo acamparía siempre en el mismo orden y tendría un jefe.
Les explicó algunas normas para tener mejor higiene, por ejemplo, que no podían hacer sus necesidades dentro del campamento, o que cuando había alguna persona con una enfermedad contagiosa debía vivir apartada hasta que se curaba para no contagiar a los demás.
También había que tener normas para saber qué hacer cuando se cometían injusticias, asesinatos o robos.
Si cumplían todas esas normas vivirían en paz y tranquilidad, y serían un ejemplo para todos los pueblos que vivían alrededor de ellos.
Recuerda con tus hijos algunas normas que son necesarias para que todos podamos vivir bien: normas en la escuela, normas de tráfico, normas de higiene, leyes, etc. ¿Qué pasaría si nadie las respetara?
Comentad con vuestros hijos que muchas veces nos apetece comer cosas que no son las más saludables como refrescos o chuches. Pero no las podemos comer siempre. Hay alimentos que son súper ricos y mucho más saludables. Dios nos dio alimentos para estar sanos y fuertes como las frutas y las verduras que debemos apreciar.
• Encuentra las 7 diferencias.
Después de darles agua en Mara, ¿a dónde los dirigió la nube? (Lo sabrás si lees Éxodo 15:27). En ese hermoso lugar descansaron unos días. Los israelitas se dieron cuenta de que en la tierra por la cual viajaban no había muchas cosas para comer y que la comida que ellos habían traído de Egipto ya se les estaba acabando. Los israelitas comenzaron a preocuparse, como siempre. ¿De dónde sacarían comida cuando se les acabara? ¿Qué tal si no encontraban qué comer? ¿Y si se morían todos de hambre?
Se acordaron de las cosas que podían comer en Egipto. ¡Cuántas ganas tenían de comer aquellas cosas que les gustaban! Otra vez se enfadaron y se quejaron contra Moisés. Dios habló con Moisés y le prometió que, mientras estuvieran en el desierto, tendrían siempre comida. Esa misma tarde iban a tener lo que pedían.
Ellos habían pedido carne. Sabían que no podían matar a los animales que llevaban porque si no se quedaban sin leche y sin lana. ¿De dónde iban a sacar la carne entonces? De pronto, el pueblo escuchó un ruido como de alas. Enseguida vieron que miles y miles de pájaros volaban por todo el campamento: eran codornices. Volaban tan bajito que la gente podía estirar la mano y coger un pájaro. Los israelitas atraparon las codornices y comieron toda la carne que pudieron para la cena. Dios había cumplido la primera parte de su promesa.
Pero Dios sabía que no podían estar comiendo siempre de lo que cazaban. El plan de Dios era otro tipo de comida más sana y nutritiva. A la mañana siguiente Dios les tenía preparada otra sorpresa. Mañana lo veremos.
Dios también había dicho que iba a llover pan del cielo. Pero esa noche no hubo ningún ruido que pareciera lluvia. Al día siguiente, el pueblo salió de sus tiendas y ¿sabes qué fue lo que vieron? Vieron como una escarcha blanca por todo el suelo.
¡Todo el pueblo estaba asombrado!
Los padres llamaron a sus hijos para que vieran lo que Dios les había enviado. Nadie había visto nunca nada parecido, así que los israelitas le pusieron el nombre de «maná». Lo probaron. Lee en Éxodo 16:31 a qué sabía.
¡El maná estaba muy bueno! Y lo podían preparar de diferentes maneras.
Pero también había una serie de normas que debían cumplir.
1. Cada uno debía recoger lo que necesitaba. Si había personas que comían mucho podían recoger mucho maná y si había otras personas que comían poca cantidad solo tenían que coger lo que se iban a comer.
Pero hubo personas que no se fiaban de que al día siguiente hubiera otra vez maná en el suelo, así que decidieron recoger todo lo que pudieron y guardarlo por si acaso. ¿Qué pasó entonces? (¡Qué asco! Léelo en Éxodo 16:20). Con razón Moisés se enfadó. Si Dios había dicho que todos los días habría comida del cielo, ¿por qué no se fiaban de él?
2. Otra norma era que debían recogerlo a primera hora de la mañana. ¿Sabes por qué? Porque en cuanto salía el sol, el maná desaparecía.
Imagínate que durante todo el día hubiera maná por el suelo, pisándolo. Sería un poco asqueroso ¿no? Por eso Dios lo hacía desaparecer. Dios había pensado en todo.
• ¿Cómo era el maná? Colorea las cestas que dicen cómo era el maná según Éxodo 16:31.
Pero había otra norma importante.
El sábado debe ser un día tan especial que deberíamos evitar hacer todo lo que no sea realmente necesario. Explícale a tus hijos la razón por la que preparas el viernes la comida para el sábado. Eso nos recuerda la orden que les dio Dios al pueblo de Israel. Dios hacía cada sábado el milagro de que no se estropeara el maná para librarles del trabajo de cocinar. El sábado debía ser el día mejor de la semana, lleno de gozo.
3. Durante seis días, todos los días había maná en el suelo. Pero cuando llegara el viernes, ¿qué debían hacer? (Lee Éxodo 16:22).
El día siguiente era sábado. Dios les quería hacer ver que el sábado era un día especial de descanso. No debían preocuparse por la comida, ni por recoger maná. Debían recoger el maná para el viernes y para el sábado, cocinarlo y dejarlo todo preparado porque ese día el maná no tendría ni gusanos ni apestaría como había pasado otros días.
¿Todo el mundo obedeció? Siempre había algunos que tenían que hacer las cosas como ellos querían y no como Dios les había pedido. Así que cuando algunos desobedientes salieron el sábado por la mañana a buscar el maná, no encontraron nada. Ese día pasaron un poco de hambre.
El maná fue el principal alimento de los israelitas en el desierto. Durante los cuarenta años que vivieron en el desierto no faltó ni un solo día en el que no tuvieran maná para comer. Seguramente comerían más cosas, frutas, cereales que compraran a los mercaderes, leche, huevos, algunas veces carnes de animales que criaban o que cazaban, pero el maná les hacía recordar cuánto dependían del cuidado y la protección de Dios.
Versión de la Biblia utilizada “Dios Habla Hoy” (http://www.biblegateway.com/passage/?search=Génesis+25&version=DHH)
• MA XWELL, Arturo S. Las bellas historias de la Biblia. Interamericana, 1965, 10 tomos.
• THOMAS, Jerry D. Las 28 creencias fundamentales para mí. Editorial APIA. Junio 2007.
• V VAA. Comentario Bíblico Adventista. Editorial ACES. http://www.ellenwhitebooks.com/comentario/
• V VAA. Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo Día http://iglesiaadventistaagape.org/Documents/Diccionario % 20B % C3 % ADblico % 20Adventista % 20del % 20 Séptimo%20D%C3%ADa%20parte1.pdf
• WHITE, Ellen G.
• Patriarcas y profetas. Editorial ACES. Varias ediciones. http://patriarcasyprofetas.tripod.com/PatriarcasYProfetas.pdf
• La historia de la redención. Editorial ACES. Varias ediciones. http://marcosvidal2.blogspot.com/
• Génesis 21; 25: 12-17
• Patriarcas y Profetas, páginas 168-174.
• Génesis 23; 24; 25:7-11.
• Patriarcas y Profetas, páginas 168-174.
• Génesis 19-34; 26:34,35; 27; 28:1-5.
• Patriarcas y Profetas, capítulo 16;
• Génesis 28:6-22; 29:1-28.
• Patriarcas y Profetas, páginas 182-188;
• Génesis 29:31-35; 30-32.
• Patriarcas y Profetas, páginas 188-202.
LECCIÓN 6.DE VUELTA EN CANAÁN
• Génesis 33; 35; 37:1-11.
• Patriarcas y Profetas, páginas 203-210.
LECCIÓN 7. JOSÉ: UN JOVEN MUY ESPECIAL
• Génesis 37, 39.
• Patriarcas y Profetas, páginas 209-218
LECCIÓN 8. DE ESCLAVO A GOBERNADOR
• Génesis 40; 41; 42:1-9.
• Patriarcas y Profetas, páginas 219-225
LECCIÓN 9. EL GRAN REENCUENTRO
• Génesis 42-50.
• Patriarcas y Profetas, páginas 225-245.
LECCIÓN 10. MOISÉS: DE PRÍNCIPE A PASTOR
• Éxodo 1-4.
• Patriarcas y Profetas, capítulo 22.
LECCIÓN 11. DIOS MUESTRA SU PODER
• Éxodo 7-12.
• Patriarcas y Profetas, capítulos 23 y 24.
LECCIÓN 12. LIBRES AL FIN
• Éxodo 12:31-42; 13:17-22; 14; 15.
• Patriarcas y Profetas, capítulo 25.
LECCIÓN 13. DIOS CUIDA DE LOS ISRAELITAS
• Éxodo 15:22-27; 16.
• Patriarcas y Profetas, páginas 296-304.
«Descubro la Biblia... y encuentro a Jesús» es el material para 6 a 9 años de la serie «Mi Biblia, mi tesoro». El currículo «Mi Biblia, mi tesoro» ha sido escogido por voto de la XXI Asamblea de la Unión Adventista Española para ser utilizado en las clases de escuela sabática infantil de todas las iglesias del territorio de esta Unión durante el quinquenio 2022-2027. Este material impreso se puede conseguir por suscripción anual a la Editorial Safeliz a través de las librerías de iglesia. Aquellas iglesias que ya utilizaban este material deberán realizar la suscripción anual de escuela sabática a la Editorial Safeliz.
Para cualquier consulta podéis dirigiros a:
Departamento MIAF+ de la UAE (mjroth@adventista.es) o Sección Infantil de Aula7activa (infantil.aula7activa@gmail.com)
A Dios por todos los milagros que hemos visto y vivido a lo largo de la elaboración de este material.
A todas aquellas personas que con sus ánimos, su tiempo y su aportación económica han contribuido al proyecto. Sin ellos habría sido imposible llegar hasta aquí.
A las iglesias de Lleida y Madrid-Alenza, cuna y desarrollo del proyecto.
A la UAE y al Departamento MIAF+ y a los delegados de la XXI Asamblea de la Unión Adventista Española por la confianza depositada en este trabajo.
Te invitamos a comenzar una aventura junto a tus hijos con la Biblia como escenario. Cada semana descubrirás un nuevo tesoro en forma de historia bíblica en el que siempre estará Jesús, tu amigo y compañero de juegos y aprendizaje.
Usa el material como mejor se adapte a vuestra dinámica familiar y a la madurez de tu hijo pero intenta dedicarle un ratito todos los días.
Y, sobre todo, disfruta de estos momentos, pasadlo bien, divertíos y dejad que Jesús forme parte de vuestra vida.