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TU LECTURA DEL MIÉRCOLES
Jesús continuó explicando otra parábola parecida a la anterior.
«También se parece el Reino de los Cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró» (Mateo 13:45, 46)
En tiempos de Jesús las perlas eran joyas raras. El proceso natural para formarse una perla es que un granito de arena entre dentro de una ostra en el fondo del mar. Ese granito de arena molesta a la ostra que suelta una sustancia para protegerse.
Cuando esa sustancia entra en contacto con la arena se va formando una bolita muy parecida a la concha de la ostra.
Los pescadores de ostras tenían que bajar buceando hasta el fondo del mar para coger las ostras. Pescaban muchas, pero solo unas pocas tenían en su interior la valiosa joya.
Por eso eran muy caras.
El reino que Jesús nos ofrece es así de perfecto. Es un reino en el que no van a existir las cosas malas de nuestro mundo. Ya no habrá niños que mueran de hambre, ni enfermedad, ni guerras. Ya no verás morir a nadie; ni a tus abuelos, ni a tus padres, ni a tus amigos, ni a tus mascotas… porque viviremos para siempre.
Podremos hacer todas aquellas cosas que nos gustan; jugar con los animales, viajar a otros planetas y muchas cosas más.
Y mientras ese momento llega, Jesús nos promete que vivirá en nuestro corazón.
Para los padres
Ilusionad a vuestros hijos por vivir en la Tierra Nueva. Si nuestros hijos no desean vivir en ella deberíamos preguntarnos si hemos sabido trasmitirles lo que significa vivir con Jesús. Debemos expresarnos en positivo cuando hablemos de ese momento porque en ocasiones los niños asocian el vivir en la Tierra Nueva con un mundo aburrido y sin ningún atractivo.