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TU LECTURA DEL LUNES

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Para saber más

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Muchas veces podemos pensar que los cristianos somos tan pocas personas que apenas podemos hacer nada para cambiar este mundo. Podemos pensar que en este mundo hay tanta maldad que no se va a notar nada que tú te portes bien. Es como si las cosas buenas desaparecieran en medio de las cosas malas.

Pero volvamos al ejemplo que puso Jesús sobre la sal. ¿Alguna vez has comido un plato de sopa sin sal? La diferencia de sabor es muy grande. Pero ¿has visto tú sal en un plato de sopa? ¿Cuánta sal hay que poner para que la sopa tenga buen sabor? Apenas una cucharadita. ¿Y en la ensalada? Basta con espolvorear un poco de sal para que las verduras tengan otro sabor.

Imagina que este mundo es una olla de sopa. El pecado y la maldad de este mundo hacen que la sopa no sepa muy bien. Pero si unas pocas personas ponen en práctica las enseñanzas de Jesús y viven el Reino de Dios en sus corazones todas las personas que estén a su alrededor se pueden contagiar de ese «buen sabor» que ofrece el «cristiano-sal».

Cuando Jesús nos dice que nosotros somos sal, nos está diciendo que somos algo muy importante para él y para todas las personas que nos rodean.

Jesús te pide que seas una buena sal, que allí donde estés hagas que todos se sientan alegres y contentos de estar a tu lado, porque haces que sus vidas tengan mejor sabor. Cuando ayudas a alguien que te necesita es como si le pusieras un poquito de sal en sus vidas.

Para los padres

Las parábolas que se estudian esta semana se pueden ilustrar fácilmente con elementos que tenéis en vuestra casa. Utilizad la luz, la sal (cocinando la comida preferida de tus hijos sin sal) y la levadura (haciendo un pan con levadura y otro sin ella). Deja que tus niños participen en el proceso de elaboración y nunca olvidarán estas parábolas.

Tu Lectura Del Martes

Jesús utilizó otro ejemplo para enseñarnos cómo podemos cambiar el mundo que nos rodea. Imagina que entramos en un sitio que está muy oscuro. A nadie le gusta la oscuridad, porque no sabemos qué hay en ese lugar oscuro, podemos tropezar o hacernos daño. Nos encontramos inseguros y hasta nos puede dar miedo. Pero si encendemos una luz todo cambia, aunque sea una luz pequeña como una linterna, nos sentimos mucho más seguros.

Jesús nos dice:

«Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder» (Mateo 5:14).

Si alguna vez has viajado por la noche, enseguida te das cuenta cuando te acercas a una ciudad porque ves el resplandor de las luces. Y, si esta ciudad está en una montaña, la ves desde muy lejos. Si las luces estuvieran apagadas pasarías de largo sin darte cuenta de que allí vive un montón de gente.

Jesús quiere que seamos luces para que la gente nos pueda ver y alumbremos al mundo. Pero ¿qué ha de ver la gente? Cuando somos simpáticos, amables, educados y divertidos hacemos un mundo mucho mejor. Cuando ayudamos a los demás, les hacemos la vida más fácil y agradable. Eso es ser una luz en medio de la oscuridad.

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