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Capítulo IV. Los neandertales
Fue el trabajo de Marcelin Boule, 83 realizado a principios de este siglo y centrado en los restos neandertales de La Chapelle-aux-Saints, el que marcó más intensamente la idea que sobre esta etnia se hizo mundialmente famosa.
Hombres encorvados, con las piernas arqueadas, de cráneo bajo y apariencia simiesca, fueron los que aparecieron en las reconstrucciones más habituales; a esto se añadía mucho pelo, greñoso y descuidado, una mirada perdida de naturaleza incierta, intermedia entre el mono y el hombre, y quedaba fraguado el mito del hombre-mono.
Esta imagen aún perdura, aunque comenzase a ser puesta en entredicho en los años cincuenta, y hoy esté totalmente superada.
Los neandertales no son considerados como un grupo homogéneo de fósiles y se diferencian fundamentalmente dos grupos: los orientales (como los de Shanidar), y los clásicos, europeos (tales como el de La Chapelle-aux-Saints «el viejo», como es conocido). 63,84
Lo cierto es que los restos de «el viejo» de La Chapelle, se corresponden con los de un hombre con una severa y muy extendida osteoartritis que le deformó mucho los huesos. No es precisamente el fósil que habría de representar a una población sana y así, hoy, el aspecto del neandertal ha cambiado de modo radical. Su cabeza, aun sin ser idéntica a la de un hombre actual, tampoco tiene aspecto de simio y además, bien peinado y afeitado, sólo nos parecería un poco tosco. El esqueleto poscraneal, salvo por su manifiesta fortaleza, no es muy diferente del actual. 85,86,87
Muchas de las diferencias esqueléticas con nosotros se deben a la mayor robustez de esta etnia y a posibles deformaciones causadas por algunas enfermedades padecidas. 26,85 Vértebras, costillas, omóplatos, huesos de los brazos, huesos de las manos, huesos de las piernas y pies, prácticamente todos los huesos revelan, por medio de las marcas dejadas por las inserciones musculares y su propia estructura, que estos hombres debieron ser mucho más fuertes que el hombre actual. 1
Pasamos a detallar algunas de las evidencias de esta mayor fortaleza física. El músculo redondo menor, que inserta en el húmero y el omóplato, deja profundas huellas en ambos huesos. La inserción, en el omóplato, se sitúa en un surco ventral en el 60% de los neandertales, frente al 20% en los hombres actuales, en los que es mayoritaria la inserción ventral. Esto supone la posibilidad de un movimiento mucho más vigoroso en el neandertal, que permitiría una mayor eficacia en el lanzamiento de objetos.
El fémur, un hueso de la pierna, presenta una sección circular en el neandertal, en tanto que, actualmente, la sección es ahusada anteroposteriormente, en la mayoría de los casos. El motivo parece ser una mayor fuerza de los músculos de la pierna implicados en los movimientos laterales, lo cual crearía una tensión en el hueso en sentido lateral.
Además de las diferencias de fortaleza física, pueden destacarse otras. Una discrepancia que se ha presentado muchas veces como definitoria de las grandes diferencias entre esta etnia y el hombre actual, se refiere a tiempos de gestación distintos en uno y otro tipo de hombre. A los neandertales se les han llegado a atribuir tiempos de hasta catorce meses, debido al mayor tamaño del canal de nacimiento que se encuentra en la pelvis, lo cual permitiría el paso de una cabeza hasta un 25% mayor que las propias de nuestro tiempo. Sin embargo, otra interpretación llevaría a pensar que las diferencias en la tasa de crecimiento sería la que marcaría las diferencias en el tamaño, concluyéndose la etapa intrauterina en nueve meses.
Con el descubrimiento de la pelvis del neandertal Kebara 2, muy completa y poco deformada, con un canal pélvico dentro de los límites de medida del hombre actual, vuelve a considerarse un período de gestación propio del hombre actual. 88
La dentadura en esta etnia es muy similar a la nuestra, aunque incisivos y caninos son más grandes y es muy frecuente encontrarlos muy desgastados, debido, probablemente, al uso
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para desgarrar tirando con los dientes, masticar cuero u otras actividades similares a las que realizan en la actualidad algunos grupos humanos de población.
La apariencia de los neandertales debió ser de la de un hombre de gran fortaleza física, pero hombre. El cerebro debió de ser donde se manifestasen con más claridad aún las características humanas de estos hombres prehistóricos. No ha quedado ningún cerebro para estudiar estos fósiles, pero sí hay ciertas huellas de él en la cara interna del cráneo, el molde endocraneal. Según nuestra opinión, ha sido frecuente el abuso sobre el significado de estas impresiones, porque no son siempre las mismas en cráneos de una misma población, además de que su interpretación puede ser muy difícil debido a la subjetividad a la que se presta.
Fig. 4.1. Cráneo del neandertal de La Ferrasie I.
Elliot Smith estudió en el primer cuarto de nuestro siglo moldes endocraneales de neandertales, y llegó a la conclusión de que el cerebro no era el de un hombre como nosotros, sino el de un hombre con una inteligencia inferior, dado que las proporciones de las diferentes partes de este órgano le parecían muy distintas en unos y otros. 85 Prejuicios. Los moldes endocraneales nunca han dado una información lo suficientemente incontrovertible como para asegurar que los neandertales fuesen intelectivamente inferiores a nosotros, pero así lo exigía la teoría de la evolución en aquellos momentos y, así se encontró lo que se necesitaba, y no fue el único caso. El mismo G. E. Smith hizo un informe sobre el molde endocraneal del Hombre de Piltdown, que le reveló características ciertamente inferiores a las del hombre actual, 64 para resultar, al final, que el Hombre de Piltdown era un montaje: los huesos del cráneo eran realmente los de un hombre actual, aunque Elliot Smith lo encontró tan arcaico como sus ideas evolucionistas exigían.
Si bien es cierto que el cráneo de los neandertales es diferente del de cualquier etnia actual, tenía menos frente y era más largo, su cerebro debió ser fundamentalmente igual.
Aunque sólo fuese por las realizaciones de estos hombres, ya tendríamos motivos para dudar de sus capacidades inferiores. Sin embargo, sobre moldes endocraneales de neandertales, hoy no se encuentran diferencias significativas con el hombre actual. 89
Sobre su comportamiento también se han aprendido cosas: hombres sociables, con sentimientos ciertamente positivos entre ellos, existían lazos familiares o de amistad y, muy probablemente, practicaban actividades religiosas. Ha podido comprobarse que se sustentaba a los ancianos y se invertían esfuerzos y recursos en cuidar a los enfermos. «El viejo» de La Chapelle fue mantenido por su comunidad durante mucho tiempo, como lo demuestra el avanzado proceso de artritis que presenta, que no le debió permitir su automantenimiento.
También enterraban a sus muertos, lo cual supone el cuidado de los restos de alguien sobre el que existía aprecio, e incluso en algunas tumbas aparecen ofrendas tales como cuernos de cabra o flores; tal es el caso de los enterramientos de la cueva de Shanidar.
No nos cabe duda, como es general entre los antropólogos actuales, de que los neandertales fueron, simplemente, otra raza de entre las que existen o han existido en la historia de la humanidad. El haber sido considerados como inferiores pertenece a la esfera de las pasadas pretensiones de inferioridad de grupos poblacionales actualmente existentes o de las mujeres, y hay antropólogos que se atreven a denunciar como racista el tratamiento que se ha dado a los restos de neandertales. 90
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