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Historias de gigantes

Capítulo VI. El hombre en las eras geológicas

Historias de gigantes

Según la revelación bíblica, los hombres fueron gigantes en los albores de la humanidad y, probablemente, hasta el diluvio. Sin embargo, los restos fósiles no nos han permitido desvelar las características físicas del hombre antediluviano. Existen restos de seres gigantescos, pero son muy pocos y de escasa significación; a pesar de ello, los repasaremos.

En el año 1935, G. H. R. von Koenigswald, paleontólogo holandés, encuentra los primeros dientes de un ser enorme, y que por la morfología de las piezas, parecen tener relación con el hombre. El hallazgo no se realiza en una excavación, sino en una farmacia china, donde se encuentran a la venta huesos y dientes destinados a la elaboración de preparados populares para los que, son imprescindibles los «huesos de dragón». A los tres primeros molares, siguió una ingente cantidad de dientes, todos ellos conseguidos en colecciones de «huesos de dragón».

Sin conocer la cara del animal, origen de las piezas, se denominó Gigantopithecus blacki.

La descripción detallada de los tres primeros molares encontrados corrió a cargo de Franz Weidenreich, mientras Koenigswald permanecía como prisionero de los japoneses durante la segunda guerra mundial. En general, los dientes del gorila son los mayores entre los antropoides, mayores también que los del hombre; y los molares del ser recién descubierto superan en tamaño a los del gorila. El área de la superficie oclusal de la muela es hasta cuatro veces la superficie del correspondiente molar humano, y con unas características que llevaron a Weidenreich a decir: «Gigantopithecus no es un antropoide sino un homínido típico». 25

Propuso, por tanto, que en lugar de Gigantopithecus, se le llamase Giganthropus.

En 1952, Koenigswald, ya liberado del cautiverio, publica otra revisión sobre los tres molares, en la que corrobora la similitud morfológica con los molares humanos, pero no aproxima estos restos al hombre, por encontrar en ellos rastros de especialización. 141

Comienza a haber más luz cuando se encuentran las mandíbulas de estos animales, la primera de ellas, como los primeros molares, en China, en 1956. Posteriormente se encontraron otras dos mandíbulas; y en 1968 una cuarta en la India, pero atribuida a otra especie: Gigantopithecus bilaspurensis. Aunque la cifra de dientes encontrados hasta ahora supera el millar, no hay más restos que éstos. La mandíbula III, la mayor de todas, encontrada en China, se atribuye a un macho viejo (véase figura 6.1), y en ella, como en las otras mandíbulas, se observa una morfología muy propia de los simios.

Fig. 6.1. Comparación de la mandíbula de Mauer, con la de Gigantopithecus blacki III.

El tamaño de este animal se estima entre los dos metros y medio y los tres metros y medio según los investigadores pero, en cualquier caso, nos hablan de un gigante, aunque no humano. La forma de la arcada dentaria, el colmillo y la falta de mentón son, entre otros caracteres, los que llevan a pensar que se trata de un mono antropomorfo. 142 Hay investigadores que encuentran en los dientes de este animal una similitud mayor con los del australopitecino que con los del gorila, 143 pero no creemos que tuviera más relación con el ser humano que la de haber vivido en la misma época.

De cualquier forma, estos restos no son ni abundantes ni lo suficientemente representativos como para darnos una visión aproximada de cómo fue este animal. Lo que sí se puede

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