MI BIBLIA, MI TESORO-Lecciones para el estudio de la Biblia- año A, 2º trimestre-9 a 12 años B/N

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MI BIBLIA, MI TESORO LECCIONES PARA EL ESTUDIO DE LA BIBLIA

9 - 12 años 2º Trimestre · Año A


Proyecto «Mi Biblia, mi tesoro» Textos: Esther Villanueva Luis González Mercedes Gascón

Revisión teológica: Roberto Badenas

Ilustraciones: Ferni David Park (cuadro «Aprende y comprende»)

Diseño: Isaac Chía

Maquetación: Daniel Nieto

Es un proyecto de Aula7activa, editora digital de AEGUAE (Asociación de Estudiantes y Graduados Universitarios Adventistas de España), en colaboración con el Ministerio de la Infancia de la UAE (Unión Adventista Española).

Todos los derechos reservados. Se permite la impresión de esta publicación solo para uso personal. No está autorizada la difusión digital. Los archivos informáticos de las publicaciones electrónicas no pueden ser manipulados bajo ningún concepto.

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Índice Lección 1

Isaac, el hijo prometido

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Lección 2

Una cita a ciegas

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Lección 3

Mentiras en la familia

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Lección 4

El nuevo hogar de Jacob

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Lección 5

La familia de Jacob

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Lección 6

Jacob vuelve a Canaán

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Lección 7

José

40

Lección 8

De esclavo a gobernador

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Lección 9

Tiempo de perdonar

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Lección 10

Moisés

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Lección 11

Dios protege a su pueblo

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Lección 12

¡Libertad!

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Lección 13

Sombra, luz, agua y comida

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“Mi Biblia, mi tesoro” es un método para acercarnos al Dios revelado en la Biblia. Ahora es el momento de cultivar hábitos de estudio de la Biblia. Dedicad un tiempo breve cada día a estudiar la Biblia con vuestros hijos. No los dejéis solos. Con vosotros es mucho más divertido. Van a tener preguntas, van a necesitar ayuda para buscar los textos bíblicos y necesitan saber que la Biblia es importante no solo para ellos, los niños, sino que también vosotros, los adultos, lo sentís como una necesidad vital. No hagáis del estudio de la Biblia una imposición. Nada que tenga que ver con Jesús y la Biblia debe ser una imposición. Adaptad el material que tenéis entre manos a la edad de vuestros hijos, a sus gustos y a sus intereses. Ahora es el momento de acercar a vuestros hijos a Dios. Disfrutad de esos momentos. Que cuando sean mayores recuerden con cariño esos minutos de complicidad entre vosotros, ellos y Jesús.

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1 LECCIÓN

Aprende y Comprende

ISAAC, EL HIJO PROMETIDO TU LECTURA DEL DOMINGO Habían pasado pocos meses desde la visita de los ángeles y de Jesús al campamento de Abrahán. ¿Recuerdas que los visitantes le habían dicho que Sara tendría un hijo? A Sara le entró la risa porque ya era muy mayor. Pero al poco tiempo descubrió que estaba embarazada. ¡No se lo podía creer! ¡Era una mujer de 90 años y estaba embarazada!

«Pero benditos son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza» (Jeremías 17: 7, Nueva Traducción Viviente) Pasaron los meses y nació un niño. Puedes imaginarte la alegría que había en el campamento. El nacimiento del hijo de Sara fue toda una noticia. Sara era muy feliz. ¿Qué pensaba Sara en aquel momento? (Léelo en Génesis 21: 6). Le pusieron de nombre Isaac. ¿Quién eligió el nombre del bebé? (Lee Génesis 17: 19 y lo sabrás). Dios mismo había elegido el nombre para el niño, hacía más de un año, antes incluso de que se quedara embarazada. Dios había cumplido la promesa de darle a Sara un hijo a pesar de que por su edad era ya imposible. Pero para Dios no hay nada imposible, ¿verdad? Recuérdalo siempre, Dios siempre cumple sus promesas y no hay nada que se lo pueda impedir.

Piensa un poco Los médicos y psicólogos afirman que vivir con esperanza y confianza da seguridad y equilibrio en todos los aspectos de nuestra vida y, por tanto, es muy beneficioso para la salud. Confiar en Jesús y en sus promesas es un privilegio.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL LUNES La alegría de Sara y de Abrahán por ver cumplida la promesa de Dios, se convertía en tristeza para Agar e Ismael. Desde que nació Ismael, Agar y Sara no se llevaban bien. Agar reclamaba la herencia de Abrahán para su hijo, el hijo mayor. Ahora Sara, la esposa principal, también tenía un hijo y no estaba dispuesta a que Isaac compartiera la herencia con el hijo de una esclava. La hostilidad era evidente. La rivalidad entre las dos mujeres afectó también a Ismael. Ismael había crecido siendo el único hijo de Abrahán, recibiendo todas las atenciones. Cuando nació Isaac, Ismael era ya un adolescente. Conforme Isaac crecía y se llevaba más atenciones, Ismael sentía celos de su hermano. Llegó la fiesta del destete. Era una fiesta para celebrar que el niño dejaba de ser bebé y se convertía en niño, normalmente cuando cumplía entre 3 y 4 años. Pero Ismael no estaba para fiestas. ¿Qué hizo Ismael? (Léelo en Génesis 21: 9). Eso enfureció a Sara. Tanto se enfadó que habló con Abrahán y le pidió algo muy cruel. (Léelo en Génesis 21: 10).

Abrahán no estaba dispuesto a hacer lo que Sara le pedía porque Ismael era su hijo y lo amaba tanto como a Isaac (ver Génesis 21: 11). ¿Y Dios? ¿Qué pensaría Dios de todo esto? Dios había elegido el nombre de Ismael (ver Génesis 16: 11). Lo había cuidado desde antes de nacer y se había preocupado por él. También le había prometido a Agar que su hijo tendría una gran descendencia (ver Génesis 16: 10). Dios amaba tanto a Ismael como a Isaac. Y en ambos cumplió la promesa de ser un gran pueblo. Sabemos que los descendientes de Isaac son los judíos (entre otros). Los judíos se han esparcido a lo largo de la historia por todo el mundo mezclándose en muchas ocasiones con los habitantes de los lugares donde vivían. Sabemos que los descendientes de Ismael son los árabes (entre otros). Los árabes fueron nómadas durante siglos y a partir de la llegada del islam también se esparcieron y mezclaron con otras etnias, incluso con judíos. Si eres español, seguramente tendrás genes tanto de judíos como de árabes. Así se ha cumplido la promesa de ser un pueblo incontable, como las estrellas del cielo.

Piensa un poco Aunque debemos tratar de evitarlos, es normal que algunas veces sintamos celos de nuestros hermanos, de nuestros amigos o de los compañeros del cole. A todos nos gusta que nos traten bien y hasta nos gustaría ser los «favoritos» de los padres o de la profe. Pero tus padres o tus profesores no podrían elegir a un «favorito» porque os quieren a todos por igual. Y recuerda que, si a ti no te gusta que nadie te desprecie, que te trate mal o que se burle de ti, no debes hacerlo con los demás o pedir privilegios especiales para ti.

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LECCIÓN  |

1 TU LECTURA DEL MARTES

Abrahán no sabía qué hacer. Amaba a sus dos hijos por igual, pero la convivencia entre Sara, Agar e Ismael se hacía insoportable. Abrahán consultó con Dios. ¿Qué le dijo Dios a Abrahán? (Léelo en Génesis 21: 12, 13). Dios lo tranquilizó. Ismael tenía unos 17 años. En aquella época se lo consideraba un joven adulto que ya podía ganarse la vida fuera de la casa de su padre. Además, contaba con la seguridad de que Dios iba a cuidarlo y cumpliría su promesa de hacer de él una gran nación. La despedida debió ser tremendamente triste. Abrahán, que era rico y generoso, seguro que les dio todo lo necesario para que pudieran comenzar una nueva vida. No sabían dónde vivirían ni cuándo se volverían a ver, pero tenía la confianza de que Dios estaría con ellos. Agar e Ismael tomaron camino hacia el sur y de pronto se vieron perdidos. Tal vez se equivocaron

de camino, pero se encontraron en medio del desierto sin pueblos ni campamentos cercanos. Caminaron sin rumbo hasta que se les acabó el agua. Cuando parecía que iban a morir de sed, un ángel habló a Agar. ¿Qué le dijo? (Búscalo en Génesis 21: 17, 18). Entonces, a pocos metros, Dios le hizo ver que había un pozo de agua. ¡Qué alivio! ¡Cuántas gracias debieron de dar a Dios por haberlos cuidado! Pocas cosas sabemos de Ismael y de su vida fuera del campamento de su padre (ver Génesis 21: 20, 21). Ismael no se fue a vivir muy lejos de su padre, tan solo a unos días de camino, en el desierto de Parán. Posiblemente, de vez en cuando, tuvieran noticias el uno del otro. Fue un buen cazador y se casó con una mujer egipcia. También sabemos que Ismael tuvo 12 hijos y vivió 137 años (ver Génesis 25: 12-18).

Atraviesa el desierto con Agar hasta llegar al manantial de agua. Ten cuidado de no pisar ni piedras ni arbustos.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MIÉRCOLES Abrahán y su grupo cambiaban el campamento de lugar cada poco tiempo. Todo el mundo en la región de Canaán conocía el campamento de Abrahán. Allí donde iba no tenía problemas con sus vecinos; todo lo contrario. Cuando estuvo en Hebrón se hizo amigo de tres hermanos, Mamre, Escol y Aner quienes le ayudaron a liberar a Lot y a los habitantes de Sodoma cuando lo reyes del norte atacaron el valle del Jordán ¿te acuerdas? También el rey de Sodoma le había estado muy agradecido y le había respetado por liberar a sus ciudadanos. Abrahán nunca se aprovechó de nadie, aunque tenía un grupo muy numeroso de siervos que podían haber impuesto su voluntad por la fuerza. Su comportamiento y respeto por todos hacía que los demás habitantes y gobernantes de Canaán lo tuvieran en gran estima. Los cananeos veían que Abrahán adoraba al único Dios Creador y que Dios lo cuidaba y protegía. Así que todos querían ser aliados de Abrahán, porque sabían que podrían contar con él en caso de peligro. Una vez, acamparon cerca de la ciudad de Gerar. El rey Abimelec y Abrahán ya se conocían porque ya habían acampado cerca de esa ciudad algún tiempo atrás. Cuando el rey se dio cuenta de que Abrahán había vuelto, quiso hacer un pacto con él. En aquella época había muchos grupos de

guerreros-bandidos que atacaban las ciudades y a las caravanas. Así que el rey, acompañado por su capitán Ficol, se acercó al campamento de Abrahán. ¿Cómo saludó el rey a Abrahán? (Léelo en Génesis 21: 22). A continuación, le ofreció un pacto de caballeros (Conocerás en qué consistió ese pacto, sobre algo que temía Abimelec, si lees Génesis 21: 23, 24). Abrahán aceptó el pacto, pero tenía un problema que contarle al rey. Hacía algún tiempo los pastores de Abrahán habían excavado un pozo cerca de Gerar. En aquel tiempo, quien excavaba el pozo tenía derecho a sacar toda el agua que necesitara. Pero los siervos del rey se habían apropiado del pozo y ahora no les dejaban sacar agua para el ganado y todas las personas del campamento. Abrahán tenía derecho a estar enfadado y podría haber atacado con armas a los siervos de Abimelec para recuperar el pozo. En vez de eso, ¿qué hizo Abrahán? (Léelo en Génesis 21: 27-30). Abimelec y Ficol regresaron a su ciudad y Abrahán se quedó a vivir allí en Beerseba durante mucho tiempo. Luego, para que no volviera a haber confusiones, Abrahán plantó un árbol. Sabrás qué árbol era leyendo Génesis 21: 33 o eliminando todas las letras U, N y F de abajo:

UntfamuafruiScfno

Piensa un poco Cuando tenemos a Jesús en nuestro corazón podemos, y debemos, ser amables y simpáticos y tratar de ayudar siempre que alguien nos necesite, como lo hizo Abrahán. De esa manera, los que nos conocen podrían tener más interés en conocer también a Jesús.

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LECCIÓN  |

1 TU LECTURA DEL JUEVES

Pasaron los años e Isaac creció feliz en el campamento. El siguiente relato es un hecho sorprendente. La Biblia no dice cuántos años habían pasado. Elena White, la escritora adventista, dice que Abrahán tenía como 120 años, por lo que Isaac debía ser un joven de unos 20 años. Un día, Abrahán escuchó la voz de Dios que le mandaba algo muy extraño: debía ofrecer a su hijo Isaac en sacrificio y para ello tenía que ir a la región de Moriah, a tres días de camino. Abrahán no entendía nada. En el culto a los dioses cananeos sí que se realizaban sacrificios humanos, pero el Dios de Abrahán hasta entonces solo había pedido el sacrificio de corderos. Abrahán habló con su hijo y le dijo que debían ir a

hacer un sacrificio a Moriah. Prepararon el equipaje y la comida necesaria para el viaje y se pusieron en marcha acompañados de dos siervos. Por el camino, Abrahán no podía dejar de pensar en la razón por la que Dios le había hecho semejante petición. Le había costado mucho tiempo entender que Isaac era el hijo de la promesa. Por él había mandado a Ismael a vivir lejos y ahora Dios le pide que lo sacrifique. Al final llegó a una conclusión terrible, pero sin perder la confianza en Dios. (Lee Hebreos 11: 19 y sabrás qué pensaba Abrahán que iba a suceder). Cuando llegaron a Moriah, ¿Qué les dijo Abrahán a los siervos? (Léelo en Génesis 22: 5). Abrahán estaba convencido de que Dios iba a hacer un gran milagro, aunque no sabía qué, y que ambos volverían a casa sanos y salvos.

Piensa un poco Abrahán no entendía la petición de Dios, pero obedeció porque confiaba en él. Algunas veces nosotros tampoco entendemos por qué debemos obedecer a nuestros padres o maestros, pero lo hacemos porque confiamos en ellos.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL VIERNES Abrahán preparó la leña, el cuchillo y el fuego, y emprendió, junto a su hijo, el camino hacia la cima del monte. Pero estaba faltando algo. Según Isaac, ¿qué faltaba? (Lee la pregunta del joven en Génesis 22: 7). ¿Qué le contestó su padre? (Léelo en Génesis 22: 8). Cuando llegaron al lugar del sacrificio y comenzaron a construir el altar, Abrahán tuvo que explicarle a su hijo lo que Dios le estaba pidiendo. Seguramente también le explicó su confianza en que Dios podía devolverle la vida. La decisión de Isaac no fue fácil. Si hubiera querido, con salir huyendo hubiera sido suficiente. Un joven de 20 años podría haberse ido y su anciano padre no podría hacer nada por impedírselo. Pero Isaac no se negó a hacer lo que Dios les había pedido. Cuando Abrahán fue a coger el cuchillo, oyó una voz que le llamaba. ¿Qué dijo la voz? (Lee Génesis 22: 12).

Y allí cerca, sin que lo hubiesen visto antes, había un carnero enredado en un arbusto. Ese era el animal que debían sacrificar. Abrahán e Isaac respiraron aliviados. Habían confiado en Dios y Dios les había respondido. Él no era un Dios de muerte como los dioses cananeos. Él es un Dios de vida. Él no desea la muerte. Ni siquiera el sacrificio de los corderos era algo que le gustara a Dios. Los sacrificios de corderos, no eran para contentar a Dios sino un símbolo para recordar que un día, el mismo Hijo de Dios vendría a la Tierra, nacería, viviría como ser humano y moriría para que nosotros pudiéramos tener vida eterna. ¿Cómo llamó Abrahán a aquel lugar? (Lo sabrás si lees Génesis 22: 14). Luego Abrahán e Isaac volvieron al campamento junto con los siervos.

Encuentra el carnero que se convirtió en holocausto.

Piensa un poco Abrahán e Isaac confiaron en Dios. Tú también puedes confiar de la misma manera. Aunque a veces no entendamos el porqué Dios permite que sucedan cosas malas, debemos estar seguros que él siempre controla la situación y nos dará lo que necesitemos. Obedecer es una cuestión de confianza en su cariño hacia nosotros.

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2 LECCIÓN

UNA CITA A CIEGAS

Aprende y Comprende

TU LECTURA DEL DOMINGO Pasaron los años y Sara y Abrahán eran cada vez más ancianos. Sara murió a los 127 años. Abrahán estaba muy triste. También Isaac (ver Génesis 23: 1, 2). Pero ahora tenían un problema. Sara y Abrahán habían sido nómadas, es decir, vivían yendo de un lugar a otro sin tener una casa construida ni propiedades. Por eso Abrahán no tenía un lugar donde enterrar a Sara. En aquel momento vivían cerca de la ciudad de Hebrón, y Abrahán fue a ver a los gobernantes de la ciudad para pedirles que le vendieran unas tierras donde poder enterrar a su amada esposa. ¿Sabes lo que le contestaron? (Léelo en Génesis 23: 6).

Aprende y comprende: «Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos» (Salmos 32: 8)

Los habitantes de Hebrón admiraban a Abrahán. Sabían que era un hombre bueno y que adoraba a Dios. También sabían que Dios era poderoso y que cuidaba y protegía a Abrahán. Por eso le ofrecieron el mejor de los sepulcros. Abrahán solo tenía que elegir el lugar.

Abrahán eligió la cueva de Macpela que pertenecía a un hombre llamado Efrón. Efrón respetaba mucho a Abrahán y quiso regalarle las tierras donde estaba la cueva, pero Abrahán insistió en pagarle un precio justo. Desde que habían salido de Ur de los Caldeos no había tenido un lugar que fuera de su propiedad. Abrahán pagó cuatrocientas monedas de plata por el terreno donde estaba la cueva de Macpela y luego enterró allí a Sara.

Abrahán fue un hombre muy amigable. Marca los nombres de algunos de sus amigos. Los puedes encontrar en Génesis 14: 13, 18; 20: 2; 21: 22 y 23: 8.

Piensa un poco A Abrahán le conocían como «el amigo de Dios». Fue honrado, amable y respetuoso con todo el mundo y por eso lo querían, lo admiraban y lo respetaban. Su vida daba testimonio de Jesús, aunque a veces se equivocó, como todos nos equivocamos. Nosotros, a pesar de tener creencias y costumbres distintas a los demás, también podemos ser queridos, respetados y admirados por los demás porque reflejamos a Jesús, como lo hizo Abrahán.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL LUNES Isaac ya había cumplido 40 años. Abrahán quería que Isaac tuviera una esposa que amara a Dios y las chicas de Canaán adoraban ídolos. Abrahán sabía que una esposa que no adorara al Dios verdadero podría traer ídolos y otros dioses, lo que significaría traer problemas al campamento. Abrahán se acordó de la esposa de Lot y de las esposas de Ismael. Eran mujeres que no amaban a Dios y que no obedecían las Normas de la Felicidad. Abrahán e Isaac querían una mujer que enseñara a sus hijos a amar y obedecer a Dios. Mientras Abrahán pensaba en quién sería una buena esposa para Isaac, se acordó de que, en su tierra, muchos de sus parientes todavía amaban y adoraban a Dios. ¡Puede que allí hubiera una joven para Isaac! Decidió compartir esta idea con su siervo Eliezer. Eliezer había vivido con Abrahán desde antes de nacer sus hijos. Era el jefe de todos los trabajadores y estaba encargado de todo lo que era de Abrahán. Era como su administrador, su hombre de confianza. Le pidió que viajara hasta la cuidad donde vivía su hermano Nacor, en Mesopotmia, y que buscara allí una esposa para Isaac entre sus parientes (ver Génesis 24: 4).

Eliezer comenzó el viaje. Tenía que recorrer cientos de kilómetros para llegar al país donde vivía la familia de Abrahán. El viaje duraría muchos días, seguramente semanas. Como buen administrador que era, había organizado una caravana con diez camellos. Los animales estaban cargados de regalos, tiendas de campaña y alimentos para un largo viaje. Seguramente elegiría también a un grupo de personas que le acompañaran en un viaje peligroso: podía encontrarse con ladrones que le robaran los animales y las riquezas que llevaba. Pero Eliezer no estaba preocupado por los peligros del viaje. Lo que le interesaba era hacer bien su trabajo. Esperaba encontrar una chica simpática, alegre, amable, guapa y trabajadora. Además debía creer en el Dios verdadero.

Curiosidades El relato no menciona el nombre del criado. Suponemos que era Eliezer ya que era el siervo de Abrahám con más confianza (ver Génesis 15: 2).

Todos los camellos de la caravana de Eliezer están marcados con la A de Abrahán. Pero hay un intruso en este grupo. Descúbrelo.

Piensa un poco Debes aprender lo importante que es elegir buenas compañías. Hay amigos que pueden ayudarnos y hacernos mejores personas y nosotros, como cristianos, también podemos ser una buena influencia para ellos. También debemos saber reconocer a aquellos amigos que no ayudan, que son interesados, que se aprovechan o que nos enseñan conductas negativas. Entonces debes ser fuerte y evitar que su mala influencia te perjudique.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MARTES Después de muchos días de viaje, Eliezer y la caravana llegaron a la ciudad de Nacor. Era por la tarde. Habían viajado todo el día con mucho calor y estaban todos bastante cansados. A las afueras de la ciudad había un pozo y Eliezer se quedó allí descansando. De repente empezaron a llegar muchas chicas jóvenes. Todas iban con su cántaro porque venían a buscar agua al pozo. Ahora quizás podría elegir una chica para Isaac. Pero ¿cómo la elegiría? No conocía a ninguna de ellas. ¿Sabes qué hizo? ¿Qué habrías hecho tú? Hizo una oración. Eliezer recordó que, aunque él no conocía a las chicas, Dios las conocía a todas y Dios sabría cuál era la adecuada.

agua del pozo para diez camellos, ¡con lo que beben! Si había alguna chica que hiciera eso, no solo estaría siendo simpática y amable, sino que también era muy trabajadora y generosa. Cuando terminó de orar echó un vistazo a todas las chicas que había cerca del pozo y se acercó a una de ellas que le pareció muy bonita y le preguntó: —Por favor, ¿podrías darme un poco de agua? La chica le sonrió, bajó el cántaro y le dio de beber. Eliezer le dio las gracias y se volvió hacia donde estaban sus camellos. Entonces, ¿qué le dijo la chica? (Léelo en Génesis 24: 19). ¿Te puedes imaginar la cara de Eliezer? Eso era justamente lo que había hablado con Dios.

¿Haces tú también una oración cuando tienes algo difícil que hacer o decidir? Recuerda que Dios siempre te puede ayudar. (Lee la oración de Eliezer en Génesis 24: 12-15). El siervo de Abrahán habló con Dios y le propuso una prueba. Él se acercaría a una chica y le pediría agua. Si la chica le daba agua a él y a todos los camellos, esa sería la elegida. No era una prueba fácil. Imagínate que tú vas a sacar agua de un pozo y que un señor desconocido te pide agua, posiblemente le des un poco de tu agua, pero ni se te pasaría por la imaginación empezar a sacar

Piensa un poco Cuando oramos abrimos nuestro corazón y nuestra mente para que Dios nos ayude a encontrar las soluciones. Acostúmbrate a orar cuando tengas algo difícil que hacer como un examen, te sientas en peligro o tengas miedo porque es la primera vez que haces algo, o tengas decisiones que tomar o no sepas cómo actuar. Confía en que el Señor te ayudará y te protegerá de alguna manera.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MIÉRCOLES La chica volvió al pozo, empezó a sacar agua y a echarla en el abrevadero. Luego Eliezer llevó a los camellos y bebieron toda el agua que necesitaban. Eso debió ser mucha agua porque cada camello es capaz de beber hasta noventa litros de agua de una vez. Imagínate la cantidad de veces que tuvo que sacar agua y el tiempo que debió estar allí. ¡Menudo trabajo! Cuando terminó, Eliezer sacó del equipaje un anillo y dos brazaletes de oro y se los dio como agradecimiento por todo el esfuerzo y trabajo realizado. ¡Vaya cara que puso! Eso no se lo esperaba. Aquella chica no había trabajado por una recompensa. Solo quería ayudar. Después de entregarle las joyas, Eliezer le preguntó su nombre y quién era su familia. — Soy Rebeca. Mi padre se llama Betuel y mi abuelo Nacor. Eliezer no se lo podía creer. Era bonita, simpática,

amable, trabajadora y además era nieta del hermano de Abrahán. ¡Ella también adoraba al Dios verdadero! Eliezer comprendió que Dios había preparado todo para que encontrara a la chica perfecta. Y ¿sabes qué hizo entonces? (Léelo en Génesis 24: 26). Lo primero que hizo Eliezer fue agradecer a Dios por cómo lo había dirigido. ¿Tú te acuerdas de orar para darle las gracias a Dios por todo lo que te cuida y te ayuda? Rebeca, mientras tanto, había vuelto corriendo a casa a enseñarle a su familia los regalos del rico extranjero. Cuando su hermano Labán se enteró, salió corriendo hasta el pozo para invitar al extranjero a que se quedara en su casa a pasar la noche. Eliezer aceptó gustoso.

Encuentra qué objeto de los que sirven para contener agua no está repetido.

Piensa un poco El trabajo de acarrear el agua era muy pesado, pero Rebeca lo hacía con entusiasmo y alegría. ¿Y tú?, ¿te enfadas cuando te piden que ayudes en casa o que les hagas un favor? Cuando lo haces, ¿lo haces feliz o refunfuñando? Recuerda que el funcionamiento de la casa depende de todos: poner la mesa, hacer las camas, tener la casa recogida... Todos tenemos nuestra responsabilidad, los padres la de traer a casa todo lo necesario para vivir y los hijos la de estudiar y aprender, no solo lo que dicen los libros sino también a hacer pequeños trabajos y encargos que os servirán cuando seáis mayores. Porque el que no aprende a hacer las cosas sencillas tampoco sabrá hacer las complicadas. Además, es vuestra parte para que la familia sea una familia feliz.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL JUEVES Una vez en casa de Rebeca, Labán mandó descargar los camellos y les dio de comer. Luego atendió amablemente a Eliezer y a sus compañeros de viaje. Les llevó agua para lavarles los pies, como era la costumbre, y les sirvió comida. Pero Eliezer no pudo esperar a comer para contarles quién era y porqué había venido hasta la ciudad de Nacor. Les contó que era el siervo de Abrahán y que venía a buscar esposa para Isaac. Les contó cómo había hablado con Dios y cómo Rebeca había hecho y dicho exactamente lo que Eliezer había pedido a Dios. Labán y Betuel se dieron cuenta de que Dios mismo había elegido a Rebeca.

Cuando estaban llegando cerca del campamento de Abrahán, Rebeca vio a un hombre que se acercaba a ellos por el campo. Era Isaac. ¡Qué nervios! ¿Le gustaría o no? ¿Se enamoraría de él? No sabemos muy bien cómo fue el encuentro de los novios, pero la Biblia dice que Isaac amó mucho a Rebeca. (ver Génesis 24: 67). Poco tiempo después se casaron.

Estuvieron de acuerdo en que Rebeca se fuera a Canaán a casarse con Isaac, pero era Rebeca la que tenía que decidir. Ella no conocía de nada a Isaac. No sabía si le iba a gustar o no. No sabía si podría llegar a quererlo. Llamaron a Rebeca y le preguntaron. ¿Sabes que respondió? (Lo sabrás si lees Génesis 24: 58). Rebeca decidió confiar en Dios. Eliezer tenía prisa por volver y contarle a Abrahán cómo Dios había dirigido su viaje. Entonces Rebeca preparó su equipaje, avisó a sus siervas y pronto estaba dispuesta para el viaje. Eliezer dejó los regalos que Abrahán le había dado para su familia y todos volvieron desde Mesopotamia hasta Canaán, seguramente por el mismo camino que hacía muchos años recorrió Abrahán hacia la tierra prometida por Dios.

Piensa un poco Esta historia nos ayuda a entender que nuestro Dios es un Dios maravilloso. Él tiene un plan muy especial para cada uno de nosotros. ¿Has pensado cuál es su plan para ti? Igual que a Eliezer y a Rebeca Dios guiará tus pasos. Recuerda el versículo de memoria.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL VIERNES Abrahán vivió todavía treinta y cinco años después de la boda de Isaac. Estaba contento porque pudo ver cómo su hijo era feliz con su nuera Rebeca y también pudo conocer a sus nietos Jacob y Esaú de los que hablaremos la semana que viene.

por qué ir. Pero Ismael acudió rápidamente. Ismael amaba a su padre y quiso acompañar a su hermano en esos momentos tan tristes para los dos. Aunque habían vivido separados, olvidaron sus diferencias y despidieron juntos a su padre.

Aunque era anciano decidió casarse de nuevo con una mujer llamada Cetura. Con Cetura tuvo 6 hijos más (encontrarás sus nombres en Génesis 25: 2). Cuando crecieron se fueron a vivir hacia el este, en las tierras entre Canaán y Mesopotamia. De esa forma se cumplió la promesa de Dios de que sus descendientes poblarían toda esa región (ver Génesis 15: 18).

¿Dónde lo enterrarían? El único terreno que era propiedad de la familia estaba al norte, cerca de Hebrón. Era la cueva de Macpela donde habían enterrado a Sara.

Abrahán vivió 175 años. Cuando Abrahán murió, lo primero que hizo Isaac fue avisar a su hermano Ismael que no vivía muy lejos de allí. Isaac podría haber sido orgulloso y como él era el heredero de su padre pudiera no haber querido que Ismael estuviera cerca. O Ismael podía haber sido orgulloso y pensar que después de haber sido separado del campamento de su padre, él no tenía

Isaac e Ismael decidieron viajar hasta Hebrón y enterrar a Abrahán en la misma sepultura que a su esposa Sara. Tuvieron que viajar hacia el norte y pasaron por lugares y ciudades en los que conocían muy bien a Abrahán. Posiblemente mucha gente se acercó para dar el pésame a Isaac y a Ismael. Después del entierro cada uno volvió a su campamento. Ismael a la región de Parán e Isaac se quedó a vivir en la región entre Cades y Bered, cerca del pozo llamado «El viviente que me ve», donde el ángel habló a Agar antes de que naciera Ismael.

Encuentra en la sopa de letras el nombre de los ocho hijos de Abrahán, el «padre de multitudes».

Piensa un poco Isaac e Ismael eran muy distintos. Lo único que les unía era el cariño hacia su padre. Habían tenido sus diferencias, pero no se guardaban rencor. Y cuando se necesitaron estuvieron juntos. ¡Qué ejemplo para todos nosotros!

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3 LECCIÓN

MENTIRAS EN LA FAMILIA

Aprende y Comprende

TU LECTURA DEL DOMINGO Rebeca comenzó una nueva vida en el campamento de Isaac. Tenía que aprender muchas cosas nuevas, pero su nueva vida junto con su marido era apasionante.

«No andéis engañándoos unos a otros» (Colosenses 3: 9, La Palabra)

Abrahán e Isaac le contaron cómo Dios les había prometido muchos descendientes y que especialmente los herederos de Isaac debían reflejar el carácter de Dios y así ser bendición para todas las naciones (ver Génesis 12: 2, 3).

Isaac sabía que su hermano Ismael tenía 12 hijos y que sus hermanos, hijos de Cetura, también tenían hijos. Pero Rebeca y él no, y eso lo entristecía. La Biblia dice que Rebeca era estéril, como su suegra Sara. Isaac y Rebeca no perdían la esperanza de tener hijos. Él mismo había sido un niño nacido cuando era imposible y confiaban en que Dios volvería a hacer el milagro. ¡Tenían tantas ganas de tener un hijo! Durante muchos años oraron a Dios para que repitiera el milagro. Después de 20 años, una mañana, Rebeca le dio una asombrosa noticia a su marido: estaba embarazada. ¡Cuántas gracias le dieron a Dios! Pero algo no iba bien. Rebeca no se sentía bien pues tenía muchas molestias. En aquel tiempo los médicos no tenían aparatos para escuchar al feto, o ecógrafos para ver cómo está el bebé. No había forma de saber si el bebé de Rebeca estaba sano o no. Tenía miedo de que su embarazo no terminara bien y decidió consultar al Señor. Y Dios le contestó. (Lee en Génesis 25: 23 lo que Dios le dijo a Rebeca). ¡Qué extraña profecía! Dios le decía que iba a tener dos hijos y que las diferencias entre los hermanos iban a ser muy grandes: un pueblo más fuerte que el otro y que el hermano mayor sería el siervo de su hermano pequeño. Pasaron los meses y cuando llegó el momento Rebeca dio a luz dos niños gemelos. Los llamaron Esaú y Jacob.

Piensa un poco Durante 20 años Rebeca confió en la promesa de Dios de darle un hijo. Luego, cuando tuvo miedo y se sintió mal, acudió a su amigo Dios para que le ayudara. Tú también puedes acudir a Dios cuando te encuentres mal, estés preocupado o tengas algún problema. Tal vez no te hable como le habló a Rebeca, pero seguro que te ayuda a sentirte mejor, a pensar con más claridad y, quién sabe, hasta puede que vivas un milagro.

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TU LECTURA DEL LUNES Algunas veces los gemelos son idénticos y se comportan casi igual. Otras veces los gemelos son distintos, no solo en su aspecto sino también en su carácter. Dios le dijo a Rebeca que sus hijos no serían iguales. Y eso lo vieron desde el momento mismo de su nacimiento. Primero nació Esaú. ¿Cómo era el niño? (Lo sabrás si lees Génesis 25: 25). Mientras nacía Esaú algo sorprendió a la partera: el segundo niño tenía su mano agarrada al talón de Esaú. Eso no era muy normal. Luego nació Jacob. Los dos niños estaban sanos y fuertes. Eso era lo único que les importaba a los padres y al abuelo Abrahán. Los niños tuvieron una infancia feliz, como todos los

niños del campamento. Pero conforme iban creciendo las diferencias entre uno y otro eran cada vez mayores. (Puedes leerlo en Génesis 25: 27). Esaú era un hombre muy activo. Seguramente, sería un hombre musculoso y fuerte. Le gustaba salir de caza y conocer bien la naturaleza. Era valiente y no le importaba enfrentarse a peligros o incluso a enemigos. Salía temprano por la mañana, y después de recorrer muchos kilómetros buscando animales para aprovechar su carne y su piel, volvía al campamento a descansar y no quería que nadie lo molestara. Jacob, sin embargo, era un hombre tranquilo. Prefería cuidar de las cosas del campamento: vigilar los rebaños, hacer útiles y herramientas, cuidar de las huertas y de los sembrados, curtir las pieles de los animales que traía su hermano y cocinar.

Piensa un poco ¿Por qué son diferentes todas las personas? Cada persona es especial porque tiene un talento, un don o una forma de hacer las cosas distinta. Así podemos aprender unos de otros, ayudarnos y respetarnos en nuestras diferencias. Lo que hacía Esaú era importante, y lo que hacía Jacob también. MBMT

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LECCIÓN  |

3 TU LECTURA DEL MARTES

En ese tiempo era costumbre que uno de los hijos recibiera una parte doble de la herencia, normalmente el hijo mayor (ver Deuteronomio 21: 17). Esa parte más grande de las riquezas y de las posesiones del padre se le llamaba «primogenitura». Al morir el padre, el hijo primogénito se convertía en el jefe de la familia, de los siervos e incluso de los hermanos que quisieran quedarse en el campamento. Pero para Abrahán y para Isaac había otra razón por la que el nombrar a un hijo «primogénito» era muy importante. El primogénito debería ser el responsable de mantener viva la promesa que Dios había hecho a Abrahán. La promesa de Dios no era solo para Abrahán, era una promesa para todos sus descendientes. El primogénito debía encargarse de mantener la relación especial con Dios y era quien enseñaba al resto de la familia las Normas de la Felicidad de Dios y la promesa de que algún día, uno de sus descendientes sería el que

nos salvaría a todos del pecado. Era un gran privilegio ser nombrado primogénito y, como hijo mayor, Esaú era el candidato ideal. Pero Esaú no estaba muy interesado en todas esas historias de promesas, de grandes naciones o de un salvador. Prefería salir a la montaña y matar a un ciervo antes que sentarse a escuchar las historias y los consejos de su padre y de su madre. Sin embargo, para Jacob todas las historias del abuelo Abrahán y de sus padres eran importantes. Él soñaba con ser el primogénito de la familia no solo para cuidar del campamento, sino también para ver cómo Dios cumplía sus promesas. Seguramente Rebeca le contaría lo que Dios había predicho antes de nacer, que aunque había nacido el último, sería más importante que su hermano. Jacob estaba convencido de que si lo había dicho Dios, eso se cumpliría. Y la única manera de conseguirlo era teniendo el derecho de la primogenitura.

Sigue el camino del primer cuadro en el segundo y sabrás qué debía hacer el primogénito. Escríbelo aquí.

Piensa un poco La primogenitura era muy importante y una gran responsabilidad. ¿Por qué? Cada uno de nosotros debe vivir como si fuera el primogénito, manteniendo viva la esperanza de que un día Jesús volverá para vivir con nosotros para siempre.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MIÉRCOLES Cuando Esaú regresaba de una larga cacería venía muy cansado y tenía mucha hambre. Un día, al pasar frente a la tienda de Jacob vio que su hermano estaba cocinando unas lentejas con una pinta estupenda. ¡Qué rico! —Tengo muchísima hambre, Jacob. Dame de comer, por favor —pidió Esaú. Jacob miró a su hermano que llegaba sudoroso y sucio. Tal vez pensaba en lo brusco de su carácter y lo poco que le importaba lo que pasaba en el campamento. Jacob pensó que él sería mucho mejor jefe de la familia que su hermano. Se le ocurrió una idea.

Tengo tanta hambre que te la cambio por tus lentejas. Jacob quiso asegurarse de que su hermano hablaba en serio y se lo hizo jurar. Jurar es prometer delante de Dios que lo que dices se cumplirá. Por lo cual nunca podría cambiar de opinión. Esaú ni siquiera se lo pensó y le juró que le daría la primogenitura. Jacob le sirvió toda la comida que quiso. (Lee lo que dice la Biblia sobre lo que sentía Esaú en Génesis 25: 34). No volvieron a hablar sobre el tema ni les dijeron nada a sus padres.

Pero Esaú le contestó:

Pero Esaú seguía demostrando lo poco que le importaban las promesas de Dios. Cuando tenía cuarenta años decidió casarse sin pedir consejo a sus padres. Eligió dos mujeres cananeas que adoraban a otros dioses. (Puedes leer sus nombres en Génesis 26: 34). ¿Hicieron feliz a la familia? (Lee lo que ocurrió con ellas en Génesis 26: 35).

—Me voy a morir de hambre si no como ahora mismo. Y si me muero, ¿para qué me servirá la primogenitura?

Esaú no estaba siendo muy responsable para ser el futuro jefe del campamento.

—Si te doy todo el guiso de lentejas que quieras, ¿me venderás tu primogenitura? —le preguntó Jacob. Lo que estaba pidiendo Jacob estaba mal. Quien debía decidir sobre la primogenitura era Isaac, no ellos.

Encuentra las nueve diferencias entre los dos dibujos.

Piensa un poco Esaú no valoraba el inmenso honor que era ser el primogénito. Jacob sí. Pero en vez de poner su confianza en Dios y esperar a que su padre lo eligiera a él, pensó en conseguir la primogenitura por sus propios medios. Los seres humanos somos muy impacientes, pero Dios tiene un momento para cada cosa en nuestras vidas. Pídele que dirija tu vida, que te ayude a tomar decisiones y ya verás que él estará siempre contigo.

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LECCIÓN  |

3 TU LECTURA DEL JUEVES

Pasó el tiempo. Isaac ya era muy anciano y se estaba quedando ciego. Estaba seguro de que iba a morir en poco tiempo y quería nombrar a su primogénito. Para ello debía bendecir al hijo elegido orando y poniendo sobre él sus manos. Isaac llamó a Esaú. Le pidió que saliera a cazar y que le preparara una comida como a él le gustaba y le dijo que, después de comerla, le daría la bendición de la primogenitura. Esaú no le dijo a su padre que había hecho un trato con Jacob acerca de la primogenitura; seguramente ni se acordaba. Así que cogió su arco y salió al bosque. Rebeca lo estaba escuchando todo y no estaba de acuerdo con Isaac. Ella prefería que el primogénito fuera Jacob. También recordaba las palabras de Dios diciendo que Jacob sería el jefe y Esaú el siervo. Si Isaac bendecía a Esaú no se cumpliría la profecía, así que Rebeca decidió que Dios necesitaba ayuda.

Rebeca llamó a Jacob y le propuso un plan. (Lee ese plan en Génesis 27: 9-12). Jacob aceptó, aunque sabía que no era lo correcto. Poco tiempo después ya estaba todo preparado. Rebeca había pensado en todo, hasta había preparado un disfraz. (Lee en Génesis 27: 15, 16 cómo lo preparó). Jacob disfrazado de Esaú y con el guiso que había preparado Rebeca entró en la tienda de su padre. Tal como temía Jacob, su padre se dio cuenta de que algo andaba mal. Nada más entrar le preguntó quién era, y Jacob mintió. Pero Isaac no se fiaba y le hizo acercarse para tocarlo. Jacob se acercó. ¿Qué es lo que pensó Isaac? (Léelo en Génesis 27: 22). Jacob no dijo la verdad. Cuando llegó el momento de la bendición, Isaac volvió a preguntarle quién era y Jacob tuvo que mentir de nuevo. Finalmente Isaac bendijo a Jacob y le dio la primogenitura

Curiosidades Es posible que Esaú sufriera de un trastorno que se llama hipertricosis, o síndrome del hombre lobo, que es el crecimiento excesivo del vello por todo el cuerpo. Esta sería la explicación para que Jacob intentara «disfrazarse» de Esaú poniéndose la piel de los cabritos sobre los hombros y brazos

Piensa un poco Cuenta todas las mentiras que dijo Jacob ese día antes de salir de la tienda de su padre. ¿Crees que Dios hubiera solucionado el problema sin que Rebeca y Jacob lo trataran de ayudar? Por supuesto.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL VIERNES Nada más terminar la bendición, Jacob salió de la tienda. ¿Qué pasó entonces? (Lee Génesis 27: 30, 31). Esaú había vuelto feliz del bosque esperando la bendición de su padre. Preparó la comida y entró en la tienda de Isaac. Al principio Isaac se extrañó y preguntó que quién era. Cuando Esaú le dijo quién era, ¿cómo se sintió Isaac? (Lee su reacción en Génesis 27: 33). Esaú estaba furioso. Jacob le había engañado dos veces. ¿Cuál era el sentimiento de Esaú? (Léelo en Génesis 27: 41).

tantos problemas. Prefería que fuera a buscar esposa a Harán, donde ahora vivía su familia, como años antes lo había hecho Eliezer cuando fue a buscarla a ella. A Isaac le pareció buena idea y permitió que Jacob se fuera del campamento. Jacob se despidió de su madre y de su padre sin saber cuándo podría volver. Rebeca no se imaginaba que, por culpa de una cadena de mentiras, esa sería la última vez que vería a su querido hijo.

Solo era cuestión de tiempo y Esaú se vengaría. Pero alguien avisó a Rebeca de lo que pensaba hacer Esaú. Así que llamó a su hijo menor y le avisó de las intenciones de su hermano. Jacob poco podía hacer para defenderse de Esaú que era mucho más fuerte y sabía utilizar las armas. Solo le quedaba una solución: huir. Rebeca le recomendó que fuera a casa de Labán, su hermano, en Harán. Allí se podría refugiar hasta que su hermano se calmara. Luego, Rebeca mandaría a un mensajero para que regresara. Pero, ¿cómo le dirían a Isaac que Jacob debía huir? A Rebeca se le ocurrió otra «media verdad». Rebeca le dijo a Isaac que no quería que Jacob se casara con una cananea como las esposas de Esaú que les daban

Separa correctamente las palabras y podrás leer el consejo de Pablo en Efesios 4: 25, en la versión Palabra de Dios para Todos.

Piensa un poco A menudo, la mentira no viene sola. Se termina convirtiendo en una cadena de mentiras que no sabemos a cuántas personas va a afectar. Pero sí podemos estar seguros que tarde o temprano las mentiras nos perjudicarán a nosotros mismos y probablemente también a terceras personas. Es fácil de comprender que las personas mentirosas no son de fiar porque nadie está seguro de si dicen la verdad o no. ¡No merece la pena ser un mentiroso…!

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4 LECCIÓN

EL NUEVO HOGAR DE JACOB

Aprende y Comprende

TU LECTURA DEL DOMINGO Había cuatro personas que estaban sufriendo por todas las mentiras y engaños que estudiamos la semana pasada: -Isaac sabía que él no debía haber insistido en darle la primogenitura a Esaú y que eso provocó que sus hijos se pelearan. -Rebeca veía cómo sus dos hijos no se hablaban por culpa de sus intrigas y que su hijo mayor había prometido matar a Jacob en cuanto muriera Isaac.

Aprende y comprende: «Yo estoy contigo y te protegeré dondequiera que vayas» (Génesis 28: 15, Nueva Traducción Viviente)

-Jacob sabía que no debía haber escuchado a su madre. Se sentía muy arrepentido por todas las mentiras que había dicho y tenía miedo de que su hermano nunca lo fuera a perdonar. -Y Esaú, que sentía que le habían quitado todo lo que le pertenecía y permitió que el odio llenara su corazón.

Esaú odiaba profundamente a su hermano. Cuando se enteró de que Jacob se iba del campamento no le importó nada. No quería ni verlo. Cuando Jacob se despidió de su padre, Isaac volvió a bendecirlo diciéndole que no se casara con ninguna mujer cananea. Esta bendición aún enfadó más a Esaú. Se dio cuenta de que había desilusionado a sus padres al casarse con mujeres paganas. Entonces, para ganarse la aceptación de sus padres trató de agradarlos buscando otra esposa. Si Jacob iba a buscar esposa entre la familia de su madre él buscaría otra esposa entre la familia de su padre. Pero Esaú ya tenía dos mujeres. Si se casaba otra vez no haría sino empeorar la situación. ¿Dónde encontraría una mujer que no fuera cananea, que fuera de la familia de su padre y que fuera del agrado de sus padres? (Léelo en Génesis 28: 9). Esaú intentaba arreglar las cosas con sus padres, pero seguía equivocándose en las formas de hacerlo.

Piensa un poco Nunca podemos saber las consecuencias de una mala acción. Así es el pecado. Parece que hacer algo prohibido no tiene importancia, pero, generalmente, se convierte en una fuente de dolor y de otros problemas más graves. Aunque te hayas equivocado, no intentes arreglar las cosas tú solo. Pide ayuda a Jesús para que te ayude a tomar buenas decisiones y no hacer de tu error un problema más grave.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL LUNES Jacob salió de su hogar silenciosa y rápidamente. Comenzó su largo viaje rumbo a casa del tío Labán llevando pocas pertenencias. Jacob se sentía solo y triste. Seguramente tendría miedo porque sabía que podría encontrarse ladrones o animales salvajes por el camino. Echaba de menos a su hermano Esaú. Si no hubieran discutido seguro que le hubiera acompañado para protegerlo. Pero se acordaba de que gracias a las mentiras que había dicho, en vez de protegerlo, su hermano lo perseguía. Sabía que había actuado mal. Y estaba muy arrepentido. ¡Cómo le hubiera gustado echar marcha atrás en el tiempo y empezar de nuevo!

Después de tantos esfuerzos y tantas mentiras por conseguir la bendición de Dios y de su padre, por conseguir la primogenitura, Jacob se encontraba ahora huyendo de su casa. Sabía que nunca iba a poder heredar las posesiones y las riquezas de su padre. Tampoco sería el jefe de la familia. Jacob estaba seguro de que había perdido todo lo que más amaba: la primogenitura, a sus queridos padres y su hogar. También le había fallado a Dios, a su querido Dios. Reconocía que había hecho todo lo contrario a lo que dicen las Normas de la Felicidad y ahora creía que Dios había dejado de quererle. ¿Crees que eso es posible?

Solo el camino de la verdad nos lleva a la felicidad. Una pista: no te compliques con mentiras; a veces, la verdad es el camino más corto.

Piensa un poco No podemos saber el daño que puede hacer una mentira y mucho menos todas las mentiras que vendrán después. Por eso es mejor ser honrado desde el principio. Si no has hecho los deberes puede que tu profe te regañe o te ponga algún castigo, pero si le mientes y luego te descubre (que te descubrirá seguro) quedarás como un mentiroso. ¿Qué prefieres?

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LECCIÓN  |

4 TU LECTURA DEL MARTES

A los pocos días Jacob llegó cerca de una pequeña ciudad que se llamaba Luz. Se encontraba muy cansado, y se sentía más desanimado y asustado que antes. Aunque estaba oscureciendo no quería entrar en la ciudad y buscó un lugar tranquilo y seguro para pasar la noche. Buscó una piedra lisa y plana y se acomodó utilizando la piedra y su ropa como almohada. Se quedó mirando a las estrellas. ¡Qué lejos estaban! Se sintió muy solo y con miedo al futuro. ¿Estarían sus padres bien? ¿Su tío lo recibiría en Harán? ¿Podría volver alguna vez a su casa?

había hecho todo mal, Dios le estaba garantizando la primogenitura! Y mientras tanto Dios le hizo una promesa muy personal. Es una promesa que nos hace también a ti y a mí. (Léela en Génesis 28: 15). Jacob se despertó. Ya no estaba angustiado. Sabía que se había equivocado y que había pecado, pero su Dios lo seguía amando y le daba otra oportunidad. Dios seguía confiando en Jacob.

Esa noche tuvo un sueño. A su lado apareció una escalera que comenzaba en su cabecera y llegaba hasta el Cielo. De repente, aparecieron unos ángeles que comenzaron a subir por ella. Y veía que otros ángeles bajaban hasta llegar a la tierra. Jacob siguió con la mirada todo el recorrido de la escalera hasta que arriba del todo pudo ver a Jesús que le sonreía. De repente Jacob debió sentir una paz inmensa y escuchó que Jesús le hablaba. (Lee lo que le dijo Jesús en su sueño en Génesis 28: 13-14). ¡El mismo Dios que había hablado a su abuelo estaba hablando con él! ¡La misma promesa que le hizo a Abrahán se la estaba haciendo a él! Le estaba prometiendo una familia tan numerosa como el polvo de la tierra, le prometía que le daría esa misma región para que vivieran sus descendientes y le aseguraba que de su descendencia nacería el Salvador. ¡Aunque lo

¿Qué hizo Jacob cuando se despertó? (Lee Génesis 28: 18, 19). Antes de continuar su viaje, Jacob tomó la piedra sobre la que se había acostado para no olvidarse de ese lugar y levantó un monumento a Dios. Llamó a aquel lugar Betel, que quiere decir «Casa de Dios».

Piensa un poco La escalera del sueño de Jacob nos asegura que Jesús está siempre muy cerca de nosotros, tan cerca como en la cabecera de nuestra cama. Una de las mentiras más grandes de Satanás es hacernos pensar que cuando cometemos errores Dios deja de amarnos y de protegernos, pero eso no es cierto. Dios siempre nos ama incondicionalmente y nos cuida.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MIÉRCOLES Jacob salió de Betel y continuó su viaje hasta Harán, a unos 700 kilómetros de Canaán. Después de caminar varias semanas se detuvo a descansar frente a un pozo protegido por una gran piedra. Vio cerca de allí tres rebaños de ovejas, pero ninguno se acercaba hasta el pozo. Estaban esperando a que llegaran todos los rebaños de los alrededores para abrir el pozo y que todas las ovejas abrevaran al mismo tiempo. De esa forma se ahorraba mucha agua. Se acercó a uno de los grupos de pastores y les preguntó de dónde eran. ¿Qué le respondieron? (Lo sabrás si lees Génesis 29: 4). ¡Qué cerca estaba! Casi había llegado a casa de su tío. Les preguntó si conocían a su tío Labán y le dijeron que sí. Luego les preguntó si estaba bien. Entonces ellos señalaron a un rebaño que se acercaba. Era el rebaño de Labán. Podía preguntarle a la pastora; era Raquel, su hija.

Jacob esperó impaciente hasta que el rebaño de Raquel llegó al pozo. ¡Cuántas ganas tenía de conocer a su familia! Pero era la hora de abrevar a las ovejas y había trabajo que hacer. Así que rápidamente Jacob se ofreció a abrir el pozo para que las ovejas pudieran beber. A Raquel le gustó ese hombre tan fuerte y a la vez tan amable y servicial. Luego, mientras las ovejas bebían, Jacob se acercó a Raquel y se presentó. (Lee en Génesis 29: 11 la alegría y la emoción de Jacob por conocer a su prima). ¡Qué alegría también para Raquel! De vez en cuando, los viajeros traían noticias de Rebeca y su familia y ahora, por fin, podían conocerse. ¡Tenían tantas cosas que contarse! Así que en cuanto pudo, Raquel salió corriendo hacia su casa, para contarle a su padre que el hijo de Rebeca estaba muy cerca de allí.

Piensa un poco Jacob estaba cansado del viaje, pero ayudó a los pastores a sacar el agua del pozo. Y tú, ¿ayudas cada vez que tienes ocasión, aunque no te apetezca?

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LECCIÓN  |

4 TU LECTURA DEL JUEVES

Cuando Labán se enteró de que su sobrino estaba en Harán, salió corriendo a recibirlo. Lo saludó, lo besó y lo abrazó. Jacob se sintió bienvenido y querido. Sintió que estaba en como en casa. Luego Jacob comenzó a contar su historia y la razón por la cual había tenido que salir de Canaán para buscar una esposa creyente. Labán lo acogió en su casa y Jacob empezó a ayudar en todo lo que podía. Labán enseguida se dio cuenta de que su sobrino era un hombre trabajador y que hacía bien las cosas. Un mes después, habló con Jacob. Si quería quedarse en su casa y trabajar para él, merecía ganar un sueldo. Como quería que Jacob se quedara a vivir con él dejó que él eligiera su salario. Jacob también se quería quedar, pero por otra razón: en ese tiempo

se había enamorado de Raquel, la hermosa hija de Labán, y se quería casar con ella. El problema es que como había salido de casa de sus padres con pocas cosas, no tenía una dote que ofrecer a la familia de la novia. En aquel tiempo era costumbre que la familia del novio entregara una cantidad de bienes (dinero, joyas, ganado, tierras…) a la familia de la novia. Eso se llamaba «dote». ¿Qué le ofreció Jacob a cambio de la mano de Raquel? (Léelo en Génesis 29: 18). Labán estuvo de acuerdo. Iba a tener a un trabajador trabajando para él durante siete años sin pagarle nada. Y Jacob era un hombre muy inteligente y trabajador. Era un trato estupendo. Durante siete años Jacob trabajó para Labán. ¿Cómo se sintió durante ese tiempo? (Lee Génesis 29: 20).

Encuentra en el dibujo: una valla de madera, monedas, sandalias, una abeja, un cepillo de dientes y una trompeta.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL VIERNES Pasaron los siete años y llegó el momento de casarse con Raquel. Labán preparó una gran fiesta e invitó a todos los vecinos.

Cuando Jacob se quejó a Labán y le recordó su trato, ¿qué le dijo Labán? (Lee en Génesis 29: 26, 27, lo malvado y tramposo que fue Labán).

Seguramente se acordó de sus padres, y los echó mucho de menos. Todo estaba preparado cuando apareció la novia. Era costumbre, entonces, que las novias vistieran unos trajes muy lujosos pero que las tapaban por completo. Apenas se les veían los ojos y las manos. Pero Jacob sabía que debajo de todos esos mantos estaba la hermosa Raquel.

Había tenido siete años para haberle dicho a Jacob que, hasta que no se casara Lea, que era la mayor, no se podría casar Raquel, pero seguramente eso era una excusa para hacer que Jacob trabajara gratis para él durante más tiempo. Seguramente Jacob se acordó de cómo siete años atrás él mismo había intentado engañar a su padre haciéndose pasar por su hermano Esaú.

O al menos eso era lo que creía... En realidad, la mujer que Jacob estaba tomando por esposa era Lea, la hermana mayor de Raquel. Como la boda se celebraba por la noche, Jacob no se dio cuenta hasta la mañana siguiente que la mujer que había en su dormitorio no era su amada Raquel sino su hermana Lea. Jacob estaba furioso. Se sentía muy mal porque amaba a Raquel y ahora estaba casado con otra mujer. Jacob fue a ver a Labán. Había hecho un trato con él para poder casarse con Raquel y lo había engañado.

¿Qué crees que hizo entonces Jacob? (Léelo en Génesis 29: 28). ¿Cuántos años en total tuvo que trabajar Jacob por su amada Raquel? Catorce años. Seguramente esa segunda boda no sería como lo habían imaginado Jacob y Raquel. Por una parte eran felices porque se amaban y deseaban vivir juntos y tener una familia, pero no era la mejor manera de empezar un matrimonio con dos esposas, ¿verdad?

Piensa un poco Seguramente Jacob se acordó de cómo él mismo había querido engañar a su padre haciéndose pasar por su hermano Esaú. Los engaños y las mentiras solo dan problemas, no nos hacen más felices.

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5 LECCIÓN

LA FAMILIA DE JACOB

Aprende y Comprende

TU LECTURA DEL DOMINGO Jacob había comenzado una nueva vida con dos esposas. Pero en realidad solo estaba enamorado de Raquel. Lea se sentía menospreciada porque estaba casada con un hombre que no la amaba. Pero Dios sí la amaba y permitió que tuviera cuatro hijos en poco tiempo. Cada vez que tenía un hijo pensaba que Jacob la amaría un poco más. Se llamaron Rubén, Simeón, Leví y Judá.

«¡Ten confianza en el Señor! ¡Ten valor, no te desanimes!» (Salmos 27: 14, Dios Habla Hoy)

Ya hemos visto lo importante que era, para una mujer de aquella época, tener hijos. Pero mientras Lea era madre de cuatro niños, Raquel todavía no se había quedado embarazada. (Lee los sentimientos de Raquel en Génesis 30: 1). La envidia nunca es buena. Tan preocupada estaba Raquel por no tener hijos que se le ocurrió una idea. (Léela en Génesis 30: 3). ¿Te suena de algo? Sara, muchos años antes, había pensado lo mismo, y no fue una buena idea.

Pero Jacob aceptó el trato de Raquel y tuvo otros dos hijos con Bilha, que se llamaron Dan y Neftalí. Pero Lea no estaba conforme y quiso ser igual que su hermana. Ella también tenía una sierva que se llamaba Zilpa y que también podía dar hijos a Jacob. Así que se la dio por esposa. Zilpa también tuvo dos hijos con Jacob que se llamaron Gad y Aser. Luego, Lea todavía tuvo otros dos hijos que se llamaron Isacar y Zabulón. Después de 14 años, Raquel ¡por fin! pudo ser madre de un niño al que llamaron José. ¡Vaya lío de familia!

Encuentra en la sopa de letras los nombres de las cuatro esposas de Jacob y de sus once hijos.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL LUNES Cuando nació José ya habían pasado los 14 años que Jacob debía trabajar para Labán para pagar la dote de Raquel. Durante esos 14 años los rebaños de Labán habían crecido mucho y Labán era ahora un hombre mucho más rico que cuando Jacob llegó a Harán.

De todas formas, para asegurarse de que no perdía en el trato, Labán les pidió a sus hijos que cogieran a las ovejas y a las cabras manchadas y se las llevaran a otro sitio donde Jacob no las viera y se las quedara. ¡Qué tramposo!

Ahora Jacob quería volver a su casa, a Canaán y se lo dijo a su suegro.

Jacob, que no se fiaba de su suegro, y se dio cuenta del engaño, prefirió no decirle nada. Y siguió cuidando el rebaño.

Pero Labán sabía que todo lo que había ganado durante esos años era gracias a Jacob y no quería que se fuera. Así que lo convenció para que trabajara algún tiempo más para él. Esta vez le pagaría para que tuviera él sus propios rebaños. Labán le pidió que eligiera su paga. Jacob le dijo que le apartara las ovejas negras y las que tuvieran alguna mancha, y también las cabras con manchas o a rayas. Labán sabía que la inmensa mayoría de su rebaño eran ovejas blancas y cabras negras, así que pensó que hacía un buen trato con Jacob.

Cuando, al año siguiente nacieron las crías, ¡la mayoría eran manchadas! Y Labán tuvo que entregarle todas las ovejas y cabras manchadas. Entonces Labán cambió de opinión y le dijo que mejor se quedara él con los corderos y las cabritas rayadas. Entonces, a la siguiente vez que tuvieron crías, ¡la mayoría eran rayadas! De esa manera, durante 6 años, el rebaño de Jacob crecía muchísimo más que el de Labán, a pesar de sus trampas. Cuando Dios dirige nuestras vidas, todo es posible.

Colorea las ovejas y las cabras según las primeras condiciones de Jacob.

Piensa un poco Al leer la historia de Labán y su yerno Jacob, ¿crees que mereció la pena ser un tramposo? Haciendo trampas parece que puedes salir ganando, pero entonces no cuentas con la ayuda de Dios que es el ser más poderoso del universo. A Dios no le gustan las mentiras y por eso bendijo de una forma especial al pobre Jacob que las tuvo que soportar. ¿Verdad que no merece la pena ni mentir ni hacer trampas? Piénsalo.

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LECCIÓN  |

5 TU LECTURA DEL MARTES

Jacob había trabajado 20 años con Labán. Tenía dos esposas y once hijos. Jacob había trabajado mucho y Dios lo había bendecido. Jacob ahora era un hombre muy rico y tenía muchos animales. Pero los hijos de Labán estaban celosos de Jacob porque ahora él era mucho más rico que ellos.

Estaban ya cerca del monte de Galaad cuando Labán y sus hombres alcanzaron la caravana de Jacob.

Entonces Dios le dijo a Jacob algo en sueños. (Era una orden de Dios que puedes leer en Génesis 31: 3).

Labán tuvo que reconocer que Jacob tenía razón. Pasó allí la noche, y a la mañana siguiente se despidió de sus hijas y de sus nietos y regresó a Harán.

Jacob llamó a Lea y a Raquel y les contó lo que Dios había dicho. ¿Qué crees que dijeron ellas? (Lee su respuesta en Génesis 31: 14-16).

Labán le acusó de llevarse a sus hijas y a sus ovejas (ver Génesis 31: 43). Pero Jacob le respondió que ya estaba harto de tantos engaños. (Puedes leer todo lo que Jacob le dijo a Labán en Génesis 31: 38-42).

Pero Jacob no se fiaba para nada de Labán. Así que aprovechando que Labán y sus hijos estaban trasquilando las ovejas lejos de allí, preparó todos sus rebaños, todas sus riquezas y a toda su familia y salió huyendo de Harán en dirección a Canaán. Tres días después llegaron unos siervos de Labán a decirle a su amo que Jacob y sus hijas habían desaparecido con todos sus rebaños. Labán estaba muy enfadado y reunió a un grupo de hombres y salió en su persecución. A los siete días, estando ya muy cerca de Jacob, Dios habló a Labán. ¿Qué le dijo? (Léelo en Génesis 31: 24). Era una forma de decirle que dejara en paz de una vez a Jacob y a su familia.

Descifra el mensaje para saber cuál era una de las quejas de Jacob hacia Labán.

Piensa un poco No te desanimes nunca. Piensa en la historia de Jacob que acabas de leer. Dios nunca lo abandonó. Cuando tú estés triste, o disgustado, o no sepas muy bien lo que debes hacer, pídele ayuda a Dios, ora, y él te dará la respuesta de alguna manera.

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TU LECTURA DEL MIÉRCOLES Jacob estaba preocupado por regresar a casa. Deseaba volver a tener noticias de sus padres, pero todavía tenía miedo de su hermano Esaú que había prometido que lo mataría.

estaba verdaderamente arrepentido y que quería hacer las paces con él. (Lee el mensaje de Jacob a Esaú en Génesis 32: 4, 5).

No sabemos si Jacob tuvo un sueño como en Betel o vio realmente a los ángeles. La Biblia tampoco nos dice si esos ángeles se quedaron mucho tiempo con él, pero podemos estar seguros de que Jacob entendió que Dios no lo iba a abandonar.

Fíjate bien. Jacob trata a Esaú como su «señor», y él se llama a sí mismo «tu siervo Jacob». Cuando Jacob salió de casa de sus padres huyendo de su hermano Esaú, este pensó que cuando muriera su padre todas las riquezas se las quedaría él. Pero ahora Jacob no viene a reclamar a Esaú su primogenitura, ni sus derechos como hijo de Isaac. Lo primero que hace es reconocer que Esaú tiene todos los derechos de ser el jefe de la familia y heredero de Isaac.

Jacob decidió ser prudente y envió mensajeros a Esaú. Jacob aún se sentía culpable y triste por lo que le había hecho a su hermano. Al acercarse a casa quiso hacer todo lo posible para demostrarle a Esaú que

Jacob muestra que está arrepentido cuando quiere empezar de nuevo, olvidando que Esaú le vendió la primogenitura. El siguiente paso lo dará cuando pueda ver cara a cara a su hermano y le pueda pedir perdón.

Pero Dios seguía estando a su lado. ¿Cómo lo supo Jacob? (Lee Génesis 32: 1).

Acompaña al mensajero para llegar hasta Esaú.

Piensa un poco Reconocer los errores que uno pueda cometer es de las cosas más grandes que podemos hacer porque con ello estamos en el camino de solucionar los problemas que hemos ocasionado. Además, esa nobleza nos acerca a Dios.

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LECCIÓN  |

5 TU LECTURA DEL JUEVES

Pero las noticias que trajeron los mensajeros de vuelta dejaron muy preocupados a Jacob. (Lee la respuesta de Esaú en Génesis 32: 6). ¡Esaú se acercaba con 400 hombres! Jacob estaba convencido de que Esaú aún quería matarlo. Jacob tenía mucho miedo. Al parecer, durante los veinte años que Jacob había estado fuera de Canaán, su hermano se había convertido en un poderoso jefe. ¿Y si Esaú mataba a toda su familia? Jacob oró e ideó otro plan. (El plan lo encontrarás en Génesis 32: 7, 8). A pesar de la preocupación y la ansiedad, Jacob no se rindió. Deseaba reconciliarse con su hermano por encima de todo. Así que decidió enviar regalos a su hermano. (Puedes leer lo que le envió en Génesis 32: 14, 15). No eran regalos pequeños. Una tribu entera podría

vivir cuidando todo ese ganado. Jacob demostró ser muy inteligente cuando, en vez de enviar a todos los animales de golpe, los fue enviando poco a poco, de rebaño en rebaño. De esa manera podría saber hasta qué punto su hermano estaba enfadado. Si Esaú rechazaba los primeros animales, Jacob sabría que su hermano seguía con su intención de matarlo. Si los aceptaba, todavía quedaban esperanzas de que su hermano lo perdonase. Mientras llegaban los regalos a su hermano, Jacob quiso quedarse a solas para orar. Sabía que por mucho que él estaba actuando de forma prudente e inteligente, solo Dios podía hacer que su hermano lo perdonara. Reunió a sus esposas, a las siervas y a sus once hijos y los hizo ponerse a salvo al otro lado del río mientras él se preparaba para pasar la noche en oración.

Escribe sobre cada animal el número de cabezas de ganado que Jacob regaló a Esaú

Piensa un poco Cuando lees esta historia, ¿crees que Jacob estaba realmente arrepentido por haber engañado en su día a su padre y a su hermano Esaú? ¿Por qué lo crees? Esaú y Jacob eran hermanos y discutieron. Quizás te pase a ti alguna vez con tu hermano o hermana. Es importante que sepáis perdonaros y vivir como buenos hermanos. Merece la pena.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL VIERNES Jacob se quedó al otro lado del río. Quería estar a solas con Dios y hablar con él. Creía que todos corrían un gran peligro por lo que él había hecho hacía muchos años. Le dijo a Dios que estaba muy arrepentido. Le contó sus miedos y sabía que su hermano tenía mucha razón en estar enfadado con él, pero le pidió que hiciera que Esaú lo perdonara. De repente en medio de la noche, se dio cuenta de que había alguien a su lado. Jacob sabía que había ladrones y asesinos en ese lugar. Tal vez era uno de los soldados de su hermano. Jacob tenía tanto miedo que sin preguntar quién era comenzó a pelear con él con todas sus fuerzas. Creía que peleaba por su vida y por la vida de sus esposas e hijos. Toda la noche estuvieron peleando y Jacob no se dio por vencido en ningún momento. Un poco antes del amanecer, el extraño quiso terminar la pelea, pero como Jacob seguía peleando, hizo algo muy raro. ¿Qué fue lo que hizo? (Léelo en Génesis 32: 25).

robar con trucos o disfraces la bendición de Dios. Jacob realmente está arrepentido y desea comenzar una nueva vida en la tierra que Dios prometió a su abuelo Abrahán. Él desea que se cumplan las promesas de Dios en su familia y ha luchado con Dios y con los hombres para conseguirlo. Por eso, a partir de ese momento, se llamaría Israel («luchador con Dios»), no «engañador». Jacob sabía perfectamente con quién había estado luchando toda la noche. Por eso llamó a ese lugar Peniel, porque había visto a Dios (Jesús) cara a cara. Jacob no sabía cómo Dios lo protegería de Esaú. Pero como su abuelo Abrahán y su padre Isaac, sabía que no hay nada imposible para Dios. Es posible que una cojera o alguna molestia lo acompañara el resto de su vida pero eso le recordaría el perdón que Dios le había dado. Confiaría en él toda su vida.

Después de horas de lucha, aquel personaje simplemente le tocó el muslo, se lo dislocó de la cadera y quedó cojo. Entonces Jacob se dio cuenta de que su contrincante era alguien especial. Se dio cuenta de que Jesús mismo había querido acompañarle esa noche y Jacob había estado luchando con él. Ahora no quería que se fuera. Se aferró a él y le pidió su bendición. Pero Jesús hizo algo más por él. (Lee la conversación en Génesis 32: 27 y 28). «Jacob» significaba «engañador». Dios ya no ve a Jacob como a un mentiroso, o como el que tiene que

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6 LECCIÓN

JACOB VUELVE A CANAÁN

Aprende y Comprende

TU LECTURA DEL DOMINGO Después de aquella noche Jacob estaba dolorido, pero sonreía y estaba feliz. Cuando volvió con el resto del campamento le contó a su familia cómo había peleado con alguien que creyendo ser su enemigo, resultó ser Jesús mismo y que lo había bendecido. Pero enseguida, alguien dio la voz de alarma. ¿Qué vieron a lo lejos? ¿Qué hizo Jacob? (Lo sabrás si lees Génesis 33: 1, 2). Los dos hermanos, Esaú y Jacob se iban a encontrar cara a cara. ¿Qué hizo Jacob al acercarse su hermano? (Léelo en Génesis 33: 3).

Jacob ya no tenía miedo porque estaba seguro de que Dios lo protegería de su hermano. Pero sabía «No temeré mal alguno, porque que, de todos modos, tú estarás conmigo» (Salmos 23: 4) debía hacer todo lo posible para que Esaú supiera que estaba muy arrepentido por lo que había hecho. ¿Qué hizo Esaú al acercarse a Jacob? (Lee la sorpresa en Génesis 33: 4). Los hermanos se abrazaron y lloraron de alegría por haberse encontrado de nuevo. Se habían reconciliado. La familia y los siervos de Jacob estaban sorprendidos porque habían esperado una guerra entre los hermanos. Esaú le preguntó a Jacob por su familia y también le preguntó qué significaban todos los animales que le había enviado. Jacob le contestó que eran un regalo y que por favor los aceptara. Esaú se ofreció a acompañar a Jacob el resto del camino para que sus soldados lo protegieran de los peligros. Pero Jacob le dijo que no tenía miedo y que además tenía que viajar muy despacio pues llevaba animales y niños pequeños.

Piensa un poco Dios cumplió su promesa de llevar a Jacob de regreso a Canaán. Aquel joven que había salido de su hogar huyendo y sin posesiones ahora regresaba como un hombre rico, una gran familia y habiendo hecho las paces con su hermano. Estaba muy agradecido de que tanto Dios como su hermano Esaú lo habían perdonado.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL LUNES La Biblia no vuelve a mencionar a Rebeca después del regreso de Jacob a Canaán. Solo sabemos de ella que cuando murió fue enterrada en la cueva de Macpela (ver Génesis 49: 31). Creemos que Rebeca murió antes del regreso de su hijo a Canaán y por lo tanto no pudo ver cómo su amado hijo Jacob regresaba a casa.

Es muy posible que tuvieran noticias el uno del otro, no sabemos si con mensajeros de la casa de su padre o por los viajeros que pasaban por Harán, porque cuando Jacob mandó mensajeros a su hermano, no los envió a Hebrón, donde vivía su padre. ¿A dónde los envió? (Léelo en Génesis 32: 3).

Sin embargo, Isaac seguía vivo y vivió en Mamre, donde habían vivido mucho tiempo cuando aún vivía Abrahán.

La Biblia también dice que cuando Jacob y Esaú se separaron, Esaú volvió a Seir.

Esaú vivió un tiempo en Canaán con su padre. Allí nacieron seis de sus hijos (ver Génesis 36: 4, 5). Pero, parece ser que Esaú ya no vivía con su padre cuando su hermano regresó.

La Biblia volverá a mencionar muchas veces a los descendientes de Esaú, algunas veces como aliados y otras como enemigos. ¿Qué otro nombre recibe Esaú en la Biblia? (Lo encontrarás en Génesis 36: 8).

Encuentra en el mapa los distintos lugares que se mencionan en la vida de Jacob: a Lugar donde se encontraba el campamento de Isaac. a Lugar donde Jacob tuvo el sueño de la escalera. a Lugar en donde se refugió, se casó y nacieron la mayoría de sus hijos. a Lugar donde Labán alcanzó a Jacob. a Lugar donde se encontró con Esaú. a Lugar donde vivió Esaú.

Piensa un poco Aunque Esaú no vivió en Canaán, la promesa de Dios a Abrahán seguía cumpliéndose en él también. Esaú fue el padre de una gran nación, los edomitas o idumeos.

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LECCIÓN  |

6 TU LECTURA DEL MARTES

Jacob y su familia habían regresado a Canaán. Antes de cruzar el Jordán, se instalaron en Sucot, donde debieron vivir bastante tiempo porque construyeron casas (ver Génesis 33: 17). Luego se trasladaron un poco más al este y vivieron en Siquem. Pero Dios quería tener un encuentro personal con Jacob y le dijo que fuera a un lugar muy querido por Jacob. ¿A dónde le dijo Dios a Jacob que fuera? (Lo sabrás leyendo Génesis 35: 1). Jacob nunca olvidaría Betel ni la escalera con la que había soñado 20 años antes cuando huía de su hermano. Dios quería recordarle a Jacob que quería que él y su familia fueran diferentes a las demás naciones paganas que vivían a su alrededor. Cuando llegó a Betel construyó un altar en el lugar que él había marcado con la piedra. Y Dios se le apareció de nuevo para recordarle que su nuevo nombre era

Israel porque había aprendido a confiar plenamente en Dios. Y le volvió a repetir la promesa que había hecho a sus padres. Después, Jacob decidió mover el campamento en dirección a Hebrón, donde vivía su padre. Cuando llegaron cerca de Belén, Raquel, que estaba otra vez embarazada, se puso de parto. En aquel tiempo, sin la ayuda de los médicos, cuando un parto se complicaba podía ser muy peligroso tanto para la madre como para el bebé. Es lo que ocurrió con Raquel. El bebé nació sano, pero Raquel murió. Jacob estaba muy triste. Había trabajado catorce largos años para que Raquel fuera su esposa, y ahora, tan pronto, la perdía. ¡La amaba tanto! Era tan importante para él como su mano derecha. Cuando nació el bebé Jacob lo llamó Benjamín que quiere decir «mano derecha». Raquel fue enterrada allí, cerca de Belén.

Vamos a organizar este lío de familia. Escribe el nombre de cada persona junto a su dibujo. Para ayudarte puedes leer Génesis 35: 23-26.

Piensa un poco Cuando amamos a Dios y escogemos obedecer sus Normas de la Felicidad, ¿seremos iguales o diferentes a las demás personas? ¿En qué somos diferente cuando obedecemos las Normas de la Felicidad de Dios? Muchas veces nos fijamos en las diferencias externas (ropa, peinado, comida…) y olvidamos que nuestro corazón y nuestro comportamiento con los demás también deben ser diferentes.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MIÉRCOLES Isaac tenía ya 180 años. Cuando Jacob recibió noticias de que su padre estaba muy débil fue a visitarlo. Jacob cuidó de su padre con mucho amor hasta que Isaac murió. Durante muchos años Esaú había estado esperando que muriera su padre para matar a su hermano Jacob. Pero las cosas habían cambiado: Jacob había reconocido su error y había pedido perdón, y Esaú había perdonado a su hermano. Cuando Isaac murió, sus hijos y sus nietos estaban con él y juntos lo enterraron (ver Génesis 35: 29). Ahora que Jacob y Esaú habían hecho las paces, tal vez

pensaron que podían volver a vivir juntos. Pero eso no podía ser. (Lee las razones en Génesis 36: 6, 7). Los dos hermanos tenían grandes posesiones y muchas personas que dependían de ellos entre familia, siervos y soldados. Jacob tenía muchos empleados para poder cuidar de todos los rebaños y Esaú tenía un grupo de al menos 400 soldados. Eran como dos pequeñas ciudades. Así que Esaú decidió quedarse en Seir. Jacob y Esaú debieron separarse como Lot y Abrahán. Seguramente mantendrían el contacto pues no vivían demasiado lejos.

Piensa un poco Antes era muy complicado tener noticias de la familia o de los amigos cuando se iban a vivir lejos. Hoy tenemos teléfono e internet para estar siempre comunicados y saber cómo se encuentran nuestros seres queridos. Cuando hables con ellos hazles saber lo mucho que los quieres y que oras por ellos.

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LECCIÓN  |

6 TU LECTURA DEL JUEVES

Jacob tenía 120 años y una gran familia que atender. Amaba profundamente a todos sus hijos, pero José, hijo de Raquel, era especial. Le recordaba mucho a Raquel y además era un chico amable, cariñoso y trabajador. Pero sus hermanos empezaban a estar enfadados con él. Especialmente Dan, Neftalí, Gad y Aser, los hijos de las siervas. ¿Por qué? (Lo sabrás si lees Génesis 37: 2). José solía pastorear las ovejas con ellos y se enteraba de todas sus pillerías. José amaba a sus hermanos y se sentía triste cuando veía las malas decisiones que tomaban. Seguramente hablaba con sus hermanos para que cambiaran su conducta, pero no le hacían caso. Luego, cuando volvía a casa y hablaba con su padre, le contaba lo que

habían hecho sus hermanos. Pero en vez de cambiar, los hermanos de José se enfadaban con él aún más porque lo veían como un chivato. Jacob tenía una relación especial con José y es posible que pasaran mucho tiempo juntos. Por eso le hizo un regalo. (Léelo en Génesis 37: 3). Era un regalo caro. En aquella época el teñir de colores una tela era carísimo. Tampoco debía ser una prenda para trabajar en el campo o cuidando ovejas porque se podía estropear. Los hermanos de José se pusieron celosos por la túnica que Jacob le había regalado a José. Sabían que solo los jefes usaban túnicas como esa. Todos pensaban que a lo mejor quería dar la primogenitura a José.

Piensa un poco A veces, los hijos piensan que los padres quieren a otro hijo más que a ellos. Pero, por lo general, los padres aman a todos sus hijos igual. Acuérdate de que cada hijo es diferente, por eso los padres los tienen que tratar de manera diferente. Seguro que tú tampoco tratas a tu padre y a tu madre de la misma manera, los quieres igual, pero son personas diferentes.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL VIERNES José era servicial, responsable, tenía buen carácter, ¡y era guapo! Además, había elegido obedecer a Dios. Sus hermanos estaban cada día más celosos. Una noche, José tuvo un extraño sueño. ¿Qué soñó? (Lee el extraño sueño en Génesis 37: 6, 7). Los hermanos estaban hartos de él. ¡Lo que faltaba! Ahora el «niño de papá» pretendía reinar sobre sus hermanos. Entonces, sus hermanos lo aborrecieron todavía más. Otra noche tuvo otro sueño. ¿Cuál fue este sueño? (Léelo en Génesis 37: 9).

Cuando se lo contó a sus hermanos se enfadaron muchísimo otra vez. ¡Ya estaba bien de tantas tonterías!, pensaron. Parecía que José se estaba volviendo orgulloso. ¡Hasta su padre lo reprendió! (ver Génesis 37: 10). Jacob no quería que su hijo se convirtiera en un chico engreído y que tratara mal a sus otros hijos. Pero en el fondo, Jacob sospechaba que, aunque era un sueño muy extraño debía tener un significado muy especial y se quedó pensativo (ver Génesis 37: 11).

Piensa un poco Jacob estaba seguro de que Dios estaba intentando decirle algo a su hijo, a sus hermanos y a él mismo, pero no lo entendía. Dios también puede hablarte a ti, aunque seas solo un jovencito o una jovencita, porque Dios tiene planes para tu vida.

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7 LECCIÓN

JOSÉ

Aprende y Comprende

TU LECTURA DEL DOMINGO Jacob y sus hijos eran pastores. Cuidar rebaños no era fácil. A veces los pastores debían pasar muchos días lejos de casa en busca de pastos para los animales, algunas veces a decenas de kilómetros de su hogar. En cierta ocasión, mientras cuidaban el ganado, estuvieron ausentes más tiempo de lo que esperaban. Jacob estaba preocupado y pensó que algo podía haberles pasado. Sabía que sus hijos querían ir cerca de Siquem, pero eso estaba muy lejos de casa, como a unos 100 kilómetros.

«El Señor estaba con él y hacía que todo le saliera bien» (Génesis 39: 23, Dios Habla Hoy)

Jacob llamó a José que se había quedado en el campamento y le pidió que fuera a ver cómo estaban y si había algún problema con las ovejas. Jacob confiaba en José porque sabía que le diría la verdad.

Después de un largo viaje, José llegó a Siquem, pero no encontró a sus hermanos por ningún sitio. Un hombre lo encontró perdido y le ayudó. Cuando preguntó por sus hermanos, aquel hombre le dijo que habían estado por allí, pero que se habían ido a otro lugar llamado Dotán, un poco más al norte. Cuando por fin los encontró se alegró al ver que sus hermanos estaban bien. Sabía que su padre también se iba a sentir muy feliz Pero los hermanos de José no estaban nada contentos. Es difícil creer lo que pensaban hacer. (Léelo en Génesis 37: 18-20).

Tacha todas las letras I, U, Z y B y descubrirás los planes de los hermanos de José:

Piensa un poco José no debió ser ningún niño mimado. Viajar él solo 100 kilómetros con el peligro de asaltantes o de fieras no era un trabajo para cobardes ni para débiles. Aunque tienes mucho que estudiar, tú puedes aprender desde ahora mismo a hacer muchas cosas en casa y a ser responsable en algunas tareas.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL LUNES Los hermanos de José no se alegraron de verlo llegar. Todo lo contrario. Desde que lo vieron llegar planificaron matarlo. Pensaban que allí, tan lejos, nadie se enteraría. Rubén fue el único que no estuvo de acuerdo. Calmó a sus hermanos y les propuso que lo echaran a una cisterna. Una cisterna era un pozo bastante profundo hecho en el suelo que servía para guardar el agua de lluvia. Rubén pensaba volver a buscarlo cuando sus hermanos no se dieran cuenta y sacarlo de allí (ver Génesis 37: 22). Cuando llegó a donde estaban sus hermanos, José se dio cuenta de cuánto lo odiaban. Le quitaron su valiosa túnica y lo metieron en el pozo. Luego se sentaron tranquilamente a comer mientras Rubén volvía a vigilar a los animales. De repente, los hermanos vieron que se acercaba una caravana de mercaderes ismaelitas que venía desde Galaad por la ruta que iba a Egipto. ¡Y Judá tuvo una idea que pensó que era brillante! (Léela en Génesis 37: 26, 27).

La idea les gustó a todos los demás hermanos. No solo se iban a deshacer de un chico tan molesto, sino que iban a ganar bastante dinero. Sacaron a José de la cisterna y lo vendieron a los mercaderes como esclavo por 20 piezas de plata. Seguro que en el mercado de esclavos de Egipto podrían venderlo por mucho dinero. Por la tarde, llegó Rubén y fue a la cisterna a buscar a su hermano. ¡Qué disgusto! Rubén era el mayor de los hermanos y se sentía responsable de todos sus hermanos, incluido José. ¿Cómo pensaba Rubén solucionar el problema? Podría ir detrás de los mercaderes y pedir que le devolvieran a su hermano. Pero los hermanos no querían devolver el dinero. Además, si José hubiera quedado libre, le contaría a su padre todo lo que había pasado y tal vez los echaría a todos de casa.

¡Este dibujante no se entera! Encuentra los ocho errores que ha cometido en el dibujo.

Piensa un poco José no se merecía lo que le estaban haciendo sus hermanos, pero sus hermanos eran muy envidiosos. La envidia que le tenían a José les hizo cometer grandes pecados. La envidia está relacionada con los celos, el disgusto por los éxitos de los demás, la rabia, el rencor… Si te dejas atrapar por la envidia no serás feliz y cometerás muchos errores.

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LECCIÓN  |

7 TU LECTURA DEL MARTES

Ahora el problema era cómo decirle a Jacob que su hijo favorito no volvería a casa. Tenían que esconder sus malvados planes y no se les ocurrió otra cosa que fabricar una gran mentira.

se lo imaginó. ¿Qué otra cosa le podía haber pasado?

Tenían la túnica de colores. ¿Qué hicieron con ella? (Léelo en Génesis 37: 31).

Cuando los hermanos volvieron, pensaron que iban a vivir tranquilos ahora que José ya no les molestaría. Pero cuando vieron la tristeza de su padre Jacob y que nada lo consolaba, se sintieron miserablemente infelices y culpables. Pero habían dicho tantas mentiras que ahora tenían miedo de decir la verdad. Si Jacob se enteraba de lo que habían hecho con José intentaría buscarlo, pero iba a ser imposible encontrar a un esclavo en un país tan grande como Egipto y eso haría que su padre se sintiera mucho más abatido. Estaban arrepentidos, pero ya no podían hacer nada por su hermano ni por su padre.

Luego se la dieron a un mensajero para que se la llevara a su padre y dijera que se había encontrado la túnica y que le parecía que era la de José. Ni siquiera se atrevieron a ir a su padre con la mentira, enviaron a un siervo para que mintiera por ellos. Cuando Jacob vio la túnica, la reconoció enseguida. Vio la túnica llena de sangre y enseguida se imaginó lo que había sucedido. (Lee lo que pensó Jacob en Génesis 37: 33). Nadie le dijo a Jacob que su hijo estaba muerto, pero

Jacob se sentía solo. Había muerto su querida Raquel, luego su padre y ahora su querido hijo José, en el que confiaba.

Encuentra en la sopa de letras las palabras en mayúscula. Los efectos de la mentira son:

- REMORDIMIENTOS - CULPABILIDAD - ANGUSTIA para que no se descubra el ENGAÑO - El mentiroso sentirá RECHAZO y ENEMISTAD - El MIEDO a que lo descubran producirá nuevas mentiras como si de una ADICCIÓN se tratara - DOLOR en los demás al sentirse engañados - INCREDULIDAD y falta de confianza de los demás

Piensa un poco Los hermanos de José pensaron que al deshacerse de su hermano serían felices porque ya no les molestaría más. Pero la realidad es que su pecado y las mentiras que fabricaron después para tapar sus errores, los hicieron sentirse desgraciados. Por duro que parezca, cuando has hecho algo incorrecto lo mejor es decir la verdad.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MIÉRCOLES Mientras tanto, el pobre José viajaba con los mercaderes rumbo a Egipto donde le venderían como esclavo. Estaba tan triste que parecía que su corazón se iba a romper. José imaginó lo triste que iba a estar su padre cuando él no regresara. Tal vez pudo pensar en que él no se merecía ser esclavo, que no había hecho nada malo. Tal vez se preguntaba por qué Dios había permitido que lo trataran así de mal. Pero luego pensó en todas las promesas que Dios había hecho a su bisabuelo, a su abuelo y a su padre. Recordó todas las historias que le habían contado de cómo Dios siempre había estado junto a ellos en todo momento, especialmente cuando habían tenido problemas. Y recordaba cómo su padre le contaba que, si permanecía fiel a Dios, Dios lo ayudaría en todo lo que hiciera. José tomó la decisión de que, no importa lo que le pasara en su vida, él siempre amaría y obedecería a Dios. Cuando llegaron a Egipto lo llevaron al mercado de esclavos y allí un hombre lo compró. ¿Quién fue?

(Averígualo leyendo Génesis 37: 36). Potifar era un hombre importante y rico: nada menos que el jefe de la guardia del faraón. Era un hombre acostumbrado a mandar y a que todo el mundo lo obedeciera. Cuando José llegó a la casa de Potifar tenía mucho que aprender. Lo primero, tenía que aprender el idioma, pero no le importó. Empezó haciendo las labores más sencillas de la casa. Las costumbres no eran las mismas que en casa de su padre, la forma de limpiar, de cocinar, de comer, de relacionarse con las personas. Seguramente se equivocó muchas veces, pero Potifar estaba asombrado de lo rápido que aprendía el muchacho. Tan contento estaba Potifar con José que cada vez le encargaba cosas de mayor responsabilidad. Hasta que por fin un día ¿qué hizo Potifar? (Lee Génesis 39: 4). ¿Cuál era el secreto de José? (Léelo en Génesis 39: 3).

¿Puedes encontrar la única silueta que coincide completamente con el dibujo?

Piensa un poco Desde que entró el pecado en nuestro mundo, a veces pasan cosas malas incluso a la gente buena. No porque Dios lo quiera sino porque el pecado nos rodea. Pero a pesar de que las cosas puedan ir mal nosotros siempre podemos escoger amar y confiar en Dios y portarnos bien pase lo que pase.

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LECCIÓN  |

7 TU LECTURA DEL JUEVES

Potifar confiaba en José, y José confiaba en Dios. Seguro que Potifar aprendió mucho acerca del Dios que adoraba José.

una buena persona. Admiraba a José por su trabajo, pero también le gustaba mucho porque era muy guapo y apuesto.

¿Hasta qué punto confiaba Potifar en José? (Lee Génesis 39: 5, 6).

Un día se le acercó y le propuso que se acostara con ella. Él era un esclavo y debería haber obedecido a su dueña. Pero José sabía muy bien que no podía traicionar ni a Potifar, que confiaba en él, ni a Dios.

El ser esclavo en Egipto en aquella época no quiere decir que viviera en un barracón y le estuvieran dando latigazos. Para los egipcios los esclavos eran trabajadores que no recibían salario ni tenían posesiones, pero tenían derecho a ser tratados correctamente. El dueño podía venderlos a otras personas y no podían irse a otro lugar sin el permiso de su amo. Pero, si llegaban a tener la confianza del amo, disponían de mucha libertad y podían llegar a ser personas muy importantes porque hablaban en nombre de su dueño. Eso es lo que le pasó a José. Potifar confiaba tanto en él que dejaba en sus manos la administración de su casa, de sus tierras y de sus empleados y esclavos. Un día las cosas cambiaron. La esposa de Potifar no era

Pero la mujer de Potifar no se conformaba y le seguía insistiendo. ¿Qué es lo que hizo José? (Lo sabrás si lees Génesis 39: 10). La mujer de Potifar estaba muy enfadada. Ella era una egipcia rica y poderosa, acostumbrada a salirse siempre con la suya y José era un simple esclavo, así que planeó vengarse de él. Lo acusó delante de los demás siervos de intentar violarla. Aunque José intentó defenderse, él era un esclavo y su palabra no servía para nada. Cuando Potifar lo supo se enfadó mucho. ¿Qué hizo? (Lee Génesis 39: 20).

Encuentra nueve diferencias entre los dos dibujos.

Piensa un poco ¿Has pensado lo fácil que hubiera sido para José el haber pecado? Nadie lo habría sabido. Piénsalo bien… ¿Nadie? Dios sí lo sabría porque él lo sabe todo. Y José había decidido ser amigo de Jesús. A los amigos no se les debe traicionar nunca, aunque nadie te vea. José decidió que el amigo más importante que tenía era Jesús y no quiso traicionarlo por nada del mundo. Decide ser amigo de Jesús, el ser más poderoso del universo.

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TU LECTURA DEL VIERNES Potifar podía haberlo vendido a otra persona, o podía haberlo mandado al campo a trabajar en las labores más duras que se hubiera imaginado. Sin embargo, conocía a José y le estaba muy agradecido por cómo había hecho prosperar su hacienda. Pero no tenía más remedio que que darle un castigo: no podía permanecer más en su casa y lo envió a la cárcel con los presos del rey. Allí José se podría haber desanimado fácilmente. De nuevo le estaba pasando algo malo que no merecía. ¿Te imaginas? Era como para desesperarse. Pero una vez más, José escogió mantenerse sereno y confiar en Dios. Es posible que José trabajara dentro de la prisión porque para eso era un esclavo. Tendría que limpiar

las mazmorras, preparar y repartir la comida entre los presos y todo lo que le pidieran que hiciera. Hasta en la cárcel José hacía bien su trabajo. Tanto que el jefe de la prisión se dio cuenta de que era una persona especial. Pronto se ganó la confianza de su jefe también en la cárcel. ¿Qué es lo que hizo entonces el carcelero? (Lo sabrás si lees Génesis 39: 22). Potifar había dejado todo en manos de José y se había despreocupado porque confiaba en él. Ahora el carcelero confiaba tanto en José que lo dejó todo a su cargo. ¿Cuál era la razón de que todo el mundo confiara en José? (Puedes leerlo en Génesis 37: 23).

Piensa un poco ¿Acompañó Dios a José en la prisión? ¿Te has sentido desilusionado cuando esperas algo y no se cumple? ¿Qué hiciste? ¿Lloraste, te quejaste o refunfuñaste? ¿Te enfadaste? ¿O fuiste capaz de seguir tranquilo? ¿Cómo se portó José? No dejes que tu relación con Dios dependa de cómo van las cosas o de si haces lo que quieres o te gusta. No dejes de confiar y hablar con él y, tarde o temprano, todo irá mejor.

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Aprende y Comprende

DE ESCLAVO A GOBERNADOR TU LECTURA DEL DOMINGO José pronto llegó a conocer a todos los presos. Hablaba con ellos y era amable, así que los presos también le contaban sus cosas. Un día fueron encarcelados dos importantes personas. ¿Quiénes eran? (Génesis 40: 1-3).

«Pon tu vida en las manos del Señor; confía en él y él vendrá en tu ayuda» (Salmos 37: 5, Dios Habla Hoy)

El copero y el panadero no eran simples criados del palacio. El panadero era el jefe de la cocina. Él se encargaba personalmente de la alimentación del rey. El copero se encargaba de servir los alimentos al rey y de vigilar que ningún veneno ni alimento en mal estado llegara a la mesa. Eran oficiales de máxima confianza del rey de Egipto. No sabemos de qué delito se les acusaba, pero debió ser muy grave para que el faraón los encarcelara.

Un día, los dos hombres tuvieron un sueño la misma noche. Cada uno soñó algo distinto, pero eran sueños tan impresionantes que los recordaban perfectamente por la mañana, y además los hacía sentirse muy mal. Los egipcios creían que los sueños eran mensajes de los dioses. Era tan importante para ellos conocer sus sueños que hasta había sacerdotes especializados en interpretar sueños. Pero en la cárcel no había ningún intérprete de sueños que los pudiera tranquilizar. Esa mañana José los vio preocupados y les preguntó qué les pasaba. Entonces le contaron su preocupación por no saber el significado de sus sueños. José sabía muy bien que Dios puede comunicarse a través de algunos sueños, así que les pidió que le contaran lo que habían soñado (ver Génesis 40: 8).

Sigue el camino formado por las letras y descubrirás qué le dijo José al panadero y al copero.

Piensa un poco En la cárcel, José estaba rodeado de delincuentes, pero para él eran personas a las que atender, escuchar y ayudar. Tú también puedes ayudar a otros niños, aunque se porten mal y sean traviesos. Tú puedes ser una buena influencia para ellos.

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TU LECTURA DEL LUNES El copero le contó su sueño. (Puedes leer el sueño en Génesis 40: 9-11). En ese momento Dios le reveló lo que quería decir. José le explicó que los tres racimos de uva eran tres días, y en tres días el faraón lo llamaría para que ocupara otra vez su puesto. El copero respiró de alivio y esperanza. Estaba muy agradecido a José por haberle interpretado el sueño. Pero José tenía que pedirle un favor. (Sabrás el favor que José le pidió si lees Génesis 40: 14). José sabía que el copero tenía mucha influencia y mucho dinero. Tal vez podría comprarlo y sacarlo de la cárcel para hacer otros trabajos. Incluso podría comprar su libertad para poder volver a casa con su padre.

Luego, al saber las buenas noticias, el panadero quiso contarle también sus sueños. (Puedes leerlo en Génesis 40: 16, 17). Pero las noticias para el panadero no eran tan buenas. Los tres canastos eran también tres días, pero al cabo de esos tres días, el panadero sería ejecutado. Pasaron tres días. El faraón dio una fiesta porque era su cumpleaños. Entonces mandó un mensajero a la cárcel para llamar al copero y al panadero para darles la sentencia: el copero fue declarado inocente y volvió a trabajar en el palacio del rey; y el panadero fue declarado culpable y fue ejecutado ese mismo día. José estaba contento porque esperaba salir pronto de la cárcel. ¿Qué hizo el copero del rey? (Lo sabrás si lees Génesis 40: 23).

Descubre quién es el copero y quién es el panadero por su sueño.

Piensa un poco Si te das cuenta, José era una persona muy amable y servicial. Allá por donde iba siempre procuraba ayudar a quien lo necesitase. No le importó tener que andar muchos kilómetros para hacer lo que su padre le pidió, después ayudó a Potifar, y hasta en la cárcel ayudaba a su carcelero, y a sus compañeros de cárcel. José es uno de los personajes de la Biblia al que deberíamos imitar. ¿No te parece? MBMT

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LECCIÓN  |

8 TU LECTURA DEL MARTES

José se sintió desilusionado. Pasó dos años más en la cárcel, pero en ningún momento se desanimó ni dejó de confiar en Dios. Entonces, una noche, el faraón tuvo un sueño. Estaba paseando junto al Nilo y vio cómo del río salían siete vacas gordas y hermosas y se quedaban en la orilla a pastar. Luego del mismo río salieron otras siete vacas flacas y feas y cuando se acercaron a las vacas gordas las vacas flacas se comieron a las gordas. ¡Qué pesadilla! ¿Cuándo se ha visto que una vaca se coma a otra? (ver Génesis 41: 1-4). El faraón se volvió a dormir y tuvo otro sueño. Vio una planta que tenía siete espigas de grano gordo y fuerte. Luego de la misma planta crecían otras siete espigas con el grano pequeño y fofo. Entonces las espigas pequeñas devoraban a las espigas grandes. ¡Otra pesadilla! (ver Génesis 41: 5-7). Por la mañana estaba preocupado por estos dos sueños y mandó llamar a los mejores sabios de Egipto, pero ninguno le podía decir qué significaban los sueños.

El rey estaba muy inquieto porque tenía la impresión de que esos sueños eran importantes. Cuando el copero del rey lo vio tan triste se acordó de José y de los sueños que le interpretó a él y al panadero.

José estaba tranquilamente haciendo sus trabajos en la cárcel cuando llegó un mensajero del faraón. ¿Qué le hicieron? (Léelo en Génesis 41: 14). José estaba desconcertado. No sabía lo que estaba pasando, pero de repente se encontró aseado y con unas ropas nuevas delante del rey más poderoso de la tierra, el faraón de Egipto.

Piensa un poco Al pobre José parece que todo le salía mal últimamente. Después del sueño del copero y del panadero del faraón, se pasó dos años más en la cárcel. Podía haberse desanimado y dejar de confiar en Dios. Sin embargo, nunca se desanimó y siempre confió en que Dios algún día actuaría ante tanta injusticia. Pronto cambiarían las cosas. José es un modelo al que podemos imitar para confiar en Dios, pase lo que pase.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MIÉRCOLES José estaba muy callado allí delante del faraón y entonces el rey le habló. Le preguntó si era verdad que él interpretaba sueños. Pero José sabía que él no podía hacerlo. Si había sabido el significado de los sueños del copero y del panadero no era porque él tuviera ninguna habilidad especial. ¿Qué le dijo al faraón? (Léelo en Génesis 41: 16). Mientras el rey le contaba a José sus sueños, Dios le iba dando la interpretación a José. Lo primero que le dijo es que los dos sueños significaban lo mismo y que esos sueños eran especiales porque venían de parte de Dios, no de los dioses egipcios, sino del Dios a quien José adoraba. Le dijo que habría siete años de abundancia en los que tendrían muchos alimentos, eso representaba las vacas gordas y las espigas llenas. Pero después vendrían siete años de hambruna, representados por las vacas flacas y las espigas marchitas. No habría suficiente comida para la gente a

menos que el reino se preparase durante los años de abundancia. José le dijo al faraón que Dios le había mandado estos sueños porque era importante que hiciera planes para que el pueblo de Egipto no pasara hambre durante los siete años de sequía y escasez. Dios le decía también cuál era la solución. Debía buscar a alguien que supiera planificar y organizar. Luego debía construir graneros especiales y pedir a todos los habitantes que entregaran una quinta parte de las cosechas para almacenarlas. Si se guardaba suficiente comida durante los años de abundancia, habría suficiente comida para todos durante los años de escasez y nadie se moriría de hambre. ¿Qué le pareció al faraón que un esclavo extranjero le diera consejos al rey de Egipto sobre cómo administrar el reino? (Léelo en Génesis 41: 37).

Al girar el dibujo han aparecido nueve diferencias entre los dos dibujos. Encuéntralas.

Piensa un poco José podía haber presumido de poder interpretar los sueños del faraón. Pero no. Se aseguraba de que el faraón supiera que era Dios quien estaba cuidando de él y de su pueblo. ¿Nos acordamos de dar gracias a Dios por todas las cosas y habilidades que tenemos o solo nos quejamos por lo que nos falta?

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LECCIÓN  |

8 TU LECTURA DEL JUEVES

José había interpretado el significado de los sueños según se lo había mostrado Dios. También le había dicho al faraón lo que habría que hacer para evitar el hambre. Ahora el faraón debía buscar a alguien inteligente para organizar todo el trabajo. El faraón consultó a sus consejeros. Es muy probable que preguntara al carcelero sobre si José era de fiar. Seguramente preguntaría también a Potifar, que era su amo, si se podía confiar en José.

volvió a la sala del trono y el rey le entregó su anillo con el que podía firmar órdenes y leyes como si fuera el mismo faraón, y, para que todo el mundo lo reconociera como el gobernador de Egipto, le entregó un collar de oro. Luego lo subieron a un carro y salieron por toda la tierre de Egipto para que todo el mundo lo viera y lo reconociera.

José no entendía lo que estaba pasando. Hacía unas horas estaba limpiando las mazmorras y ahora todo el mundo se estaba inclinando delante de él como el gobernador de todo Egipto.

El faraón le cambió el nombre. Ya no era un esclavo extranjero. El gobernador egipcio se llamaría Zafnat Panea. Además, como era costumbre en aquellos tiempos, el rey de Egipto le dio a José una esposa. Se llamaba Asenat. Con ella debía también recibir una cuantiosa fortuna porque era hija de un sacerdote egipcio.

Entonces prepararon una ceremonia especial de investidura. Lo llevaron a unas habitaciones del palacio y le dieron ropas carísimas de lino fino. Luego

Antes de que acabaran los siete años de abundancia, José ya tenía un par de hijos. ¿Cómo los llamó José y por qué? (Léelo en Génesis 41: 51, 52).

Al final el faraón tomó una decisión. (Lo sabrás si lees Génesis 41: 39-41).

Piensa un poco ¿Puedes nombrar algunas personas de Egipto que conocieron al verdadero Dios gracias a José? ¿Puede nuestro comportamiento ayudar a otros a conocer a Dios?

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL VIERNES Tal como lo había dicho Dios, durante los siguientes siete años hubo gran abundancia de comida en Egipto. José mandó hacer muchos depósitos en todas las ciudades para almacenar toda la comida que los egipcios debían traer. En España, estos almacenes se llaman silos. Al terminarse los años de abundancia, siguieron los siete años de hambruna. Pero José estaba preparado. Cuando el pueblo necesitó comida, ¿qué le dijo el faraón? (Lee Génesis 41: 55, 56). Egipto no era el único lugar donde había hambre. La sequía afectó a todos los países de alrededor y pronto corrió la noticia de que en Egipto había comida. ¿Qué es lo que hicieron los habitantes de los demás países? (Lo sabrás leyendo Génesis 41: 57).

En la tierra de Canaán también escaseaba la comida. Una familia muy especial se preguntaba qué hacer para solucionar el problema del hambre. (Léelo en Génesis 42: 1-3). Habían pasado 20 años desde que los hermanos de José lo habían vendido a los ismaelitas. Y ahora ellos hacían el mismo camino que su hermano. Cuando llegaron a Egipto preguntaron que dónde se podía comprar grano y los mandaron ante el gobernador Zafnat Panea. (Lee en Génesis 42: 6, 8 qué pasó). ¿No te suena de algo? ¿Los diez hermanos de José inclinándose ante él? Sí, José recordó los sueños que él mismo había tenido cuando era un muchacho.

Piensa un poco Los hermanos de José no podían ni imaginarse que el gobernador de Egipto, ante quien estaban inclinados en señal de respeto típico de aquella época, era su hermano José a quien ellos vendieron como esclavo hacía ya 20 años. Ahora era una persona poderosa. Esto nos debe hacer pensar que Dios nunca se olvida de nosotros, aunque pasen muchos años.

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TIEMPO DE PERDONAR

9 LECCIÓN

Aprende y Comprende

TU LECTURA DEL DOMINGO Una de las responsabilidades de José era el supervisar la venta de comida en Egipto durante los años de hambre. Un día llegaron diez hombres desde Canaán a comprar comida a Egipto. Ni por asomo se imaginaban quién era aquel egipcio que los recibió, pero José sí sabía quiénes eran ellos. José se acordó de su sueño en el que las espigas de sus hermanos se inclinaban ante la suya.

«Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman» (Romanos 8: 28, Traducción en Lenguaje Actual)

Por un momento quiso ir corriendo a abrazarlos a todos. Pero debía actuar con prudencia. No sabía si seguían siendo malvados o si todavía le guardaban rencor. Primero quería saber algunas cosas sobre su padre y sobre su hermano pequeño, Benjamín. José decidió investigar. Los interrogaría. (Lee en Génesis 42: 9 de qué los acusó el gobernador).

José pensó que si los acusaba de ser espías podría poner a prueba a sus hermanos para ver si todavía eran los hombres crueles que muchos años atrás lo habían querido matar. José aprovechó que sus hermanos no lo reconocían y actuó como un duro gobernante. Puedes imaginarte la cara de sorpresa de los hermanos de José al ser acusados, sin más, de ser espías, por el hombre más poderoso de Egipto después del faraón. No tenían escapatoria. Lo único que podían hacer era intentar convencer al gobernador de su inocencia. (Lee en Génesis 42: 10, 11 cómo le contestaron a José). Parecía que los diez hijos de Jacob habían cambiado. Estaban asustados y le hablaban con humildad.

José interrogó duramente a sus hermanos. ¿Puedes contar cuántos signos de interrogación aparecen en la imagen?

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL LUNES José quiso insistir un poco más. Quería obtener más información sobre su familia. ¿Qué le respondieron esta vez sus hermanos? (Léelo en Génesis 42: 13). A José el corazón le latía con mucha fuerza. Reconocían que eran doce hermanos. Eso quería decir que incluían a José como su hermano. Con esa frase supo que su padre estaba vivo y que también su hermano Benjamín se encontraba bien. Pero lo que dijeron sobre su otro hermano, sobre José, le impresionó mucho. La mayoría de las versiones de la Biblia dicen que «el otro no está con nosotros», «está desaparecido» o «no lo encontramos». José sin duda se dijo: «¡Claro! ¡Si vosotros me vendisteis como esclavo! ¡Cómo no voy a estar desaparecido!» Entonces, ¿qué ordenó José? (Léelo en Génesis 42: 17). Estando en la prisión, los hermanos tuvieron tiempo de reflexionar sobre lo que habían hecho en el pasado. ¡Cuánto les gustaría echar marcha atrás en el tiempo y recuperar a su hermano! Ahora ellos pensaron que también corrían el riesgo de convertirse en esclavos. Al cabo de tres días, estando José ya más calmado fue a verlos a la cárcel, una cárcel como en la que había

estado él durante varios años. ¿Qué trato les propuso? (Léelo en Génesis 42: 18-20). Comenzaron a hablar entre ellos en su propia lengua. José siempre había utilizado un traductor y no sabían que les estaba entendiendo perfectamente (ver Génesis 42: 23). Empezaron a decirse: «¿Veis lo que nos ha pasado? Eso es por culpa de lo mal que nos portamos con José. Si al menos hubiéramos hecho caso a Rubén… Nos merecemos el castigo». A José le dio un vuelco el corazón y de repente salió de donde estaban y lloró. Nadie entendía lo que estaba pasando. ¡El gobernador estaba muy raro! Cuando se calmó, volvió a la celda, eligió a su hermano Simeón, lo volvió a encarcelar y ordenó la libertad de los otros nueve hombres. Luego José ordenó que llenaran los sacos de trigo que habían venido a comprar y que les dieran comida para el camino. Ni los criados ni los propios hijos de Jacob entendían nada. Los había acusado de espías, los había encarcelado y ahora les daba comida para el camino. Pero es que, además, ordenó a sus criados que escondieran el dinero con el que habían pagado el grano en los sacos.

Piensa un poco Los hermanos no se dieron cuenta que, a pesar de su aparente dureza, la persona más poderosa de la tierra, José, se estaba interesando personalmente por ellos. Lo normal es que esta situación la resolvieran sus ayudantes. Incluso fue él mismo a la cárcel a visitarlos y ordenó darles comida para el viaje de regreso. José quería comprobar si sus hermanos seguían siendo tan crueles como antes o habían cambiado.

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LECCIÓN  |

9 TU LECTURA DEL MARTES

Los hermanos de José volvieron por el camino de Canaán a su casa, preocupados por haber tenido que dejar a Simeón en Egipto.

a Simeón. No estaba dispuesto a que su hijo pequeño desapareciera también.

Por la noche, se dieron cuenta de que el dinero estaba en los sacos. Entonces tuvieron miedo por si ahora el gobernador los acusaba de haber robado el dinero.

Estaban seguros de que su padre, Jacob, nunca dejaría que Benjamín viniera con ellos a Egipto. Pero si el hambre continuaba tendrían que volver a comprar más comida.

Cuando llegaron a casa de Jacob y le contaron todo lo que les había pasado, Jacob también se preocupó. Pero todavía más cuando le contaron que, para dejar libre a Simeón debían llevar a Benjamín a Egipto. Rubén le dijo que no se preocupara, que él se hacía responsable de que su hermano pequeño volviera sano y salvo a Canaán. Pero Jacob se opuso. Ya había perdido a José y

Efectivamente, pasado un tiempo, la familia necesitó más comida. Jacob no tuvo más remedio que dejar que sus hijos regresaran a Egipto. Pero Judá le recordó un problema: el gobernador les había exigido llevar a Benjamín con ellos. Judá prometió cuidarle mucho si lo dejaba ir con ellos. ¿Qué decidió Jacob? (Léelo en Génesis 43: 11-13).

En los dos dibujos están los hermanos de José, pero en el dibujo de abajo falta Simeón que se quedó retenido en Egipto por orden de José. ¿Sabrías identificar en el dibujo de arriba a Simeón?

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MIÉRCOLES Cuando llegaron a Egipto, y José vio a Benjamín se alegró muchísimo. ¿Qué pidió a su mayordomo que hiciera? (Léelo en Génesis 43: 16). Los hermanos se asustaron. Un hombre que los había tratado tan mal, ahora los invitaba a comer en su casa. Tal vez les estaba tendiendo una trampa. Hablaron con el mayordomo para contarle que habían encontrado el dinero en los sacos y que no era su intención robarle al gobernador, pero el mayordomo, que sabía lo que había hecho José, hizo como si no supiera nada. Luego mandó traer a Simeón. ¡Qué alegría, su hermano estaba bien! Cuando llegaron a la casa del gobernador todo fueron atenciones y cuidados, les lavaron los pies, cuidaron de los asnos y los sentaron en una mesa. Cuando llegó José le ofrecieron los regalos que Jacob había preparado, pero José solo quería saber cómo estaba su padre y si Benjamín había venido con ellos. ¿Qué pasó cuando José vio a su hermano pequeño?

(Léelo en Génesis 43: 30). ¡Qué hombre más raro!, debieron pensar los hijos de Jacob. Luego comieron y disfrutaron de la fiesta. En la mesa, durante la comida, los hermanos notaron algo interesante. Estaban sentados de acuerdo a sus edades desde el mayor hasta el menor. ¿Cómo lo habría sabido el gobernador? Y a Benjamín se le sirvió cinco veces lo que se les sirvió a los demás. ¿Por qué sería? José miraba y escuchaba. Los hermanos no parecían estar celosos. A la mañana siguiente, mandó llenar de grano los sacos de los hebreos y devolverles otra vez el dinero. Pero esta vez mandó colocar en el saco de Benjamín la copa de plata del gobernador. Los hermanos de José estaban contentos cuando salieron rumbo a Canaán a la mañana siguiente. ¡Benjamín estaba seguro! ¡Simeón iba con ellos! ¡Tenían comida! Casi no podían esperar para llegar a casa.

Piensa un poco José preparó un auténtico banquete para sus hermanos como si fueran personajes ilustres. Recuerda que José podría estar muy enfadado con ellos y, sin embargo, los llevó a palacio y pudieron comer y disfrutar de grandes privilegios. ¿Crees que José les perdonó? ¿Cómo debemos de tratar a otros, incluso a quienes se han portado mal con nosotros? Todos se merecen una segunda oportunidad.

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LECCIÓN  |

9 TU LECTURA DEL JUEVES

Pero apenas habían salido de la ciudad, una patrulla de soldados al mando del mayordomo de José los alcanzó. Parecía estar muy enfadado.

incluso al traductor. (Lee lo que pasó en Génesis 45: 2).

Los acusó de haber robado la copa de plata de su señor. Los hermanos no sabían qué pensar. Ellos no habían cogido la copa del gobernador. Estaban tan seguros que dijeron que si era verdad que ellos habían robado la copa, permitirían que mataran al ladrón y los demás se convertirían en sus esclavos.

No se lo podían creer. Estaban paralizados. Ahora comprendían el comportamiento tan raro del gobernador. ¡Seguro que ahora los metería a todos en la cárcel!

Entonces, les habló en su propia lengua y les dijo: «Yo soy José».

Pero no… Al contrario, José les dijo que se acercaran y

Pero las leyes egipcias no lo permitían. Solo el ladrón se convertiría en esclavo del gobernador. Comenzó a registrar todos los bultos, empezando desde el equipaje de Rubén, el mayor hasta el de Benjamín. Nuevamente el dinero de la compra había sido colocado en sus sacos, pero la copa no la encontraron hasta llegar a la alforja de Benjamín. ¡Imagínate el disgusto de todos los hermanos! José los esperaba en su mansión. Los trató duramente y entonces Judá habló por todos. El mismo hombre que hacía muchos años había tenido la idea de vender a José como esclavo le estaba rogando que le permitiera quedarse en lugar de Benjamín y sufrir el castigo que le correspondía a su hermano pequeño. Ahora sí, José estaba convencido de que sus hermanos habían cambiado. Pidió a todos los sirvientes que salieran,

los fue abrazando uno a uno. No tenían nada que temer. José no estaba enfadado. Durante todo ese tiempo, José se había dado cuenta de que Dios había utilizado la maldad de sus hermanos para que el pueblo de Egipto y los pueblos de alrededor pudieran sobrevivir a la sequía y al hambre.

Piensa un poco José había escogido mantenerse fiel a Dios a pesar de todas las cosas malas que le sucedieron. Esa confianza, Dios la transformó en bendición. Lee lo que dice Romanos 8: 28. Este versículo quiere decir que, aunque las cosas nos vayan mal, estemos enfermos o nos sintamos tristes, Dios nos sigue amando. Y aunque las cosas no mejoren, sabemos que, con él, todo será más fácil. Si permitimos que Dios nos acompañe, esas experiencias nos ayudarán a ser mejores y a estar más cerca de él.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL VIERNES Ahora tenían un mensaje que darle a su padre. (Léelo en Génesis 45: 9, 10).

contaba con Dios para hacer sus planes. (Puedes verlo leyendo Génesis 46: 1-4).

Cuando el faraón se enteró de que la familia de José estaba en Egipto y que iban a venir a vivir a Gosén, los llenó de regalos: carros, ropas, dinero, alimentos…

Jacob vivió 17 años más en Egipto. Fueron años muy felices. Al recordar su larga vida y las muchas cosas que habían sucedido, le dio gracias a Dios por haber estado con él y por haber hecho que todo terminara bien.

Cuando Jacob vio llegar a sus hijos con todos los carros cargados de riquezas se sorprendió muchísimo, pero todavía se sorprendió más cuando le contaron que su hijo José estaba vivo y que era la persona más poderosa de Egipto después de faraón. (Lee la reacción de Jacob en Génesis 45: 27, 28). Jacob tenía muchas ganas de ver y estar con su hijo José, pero quería estar seguro de que el plan de Dios era que él fuera a Egipto. ¿Cómo lo descubrió? Jacob siempre

Jacob vivió 147 años y José y sus hermanos lo llevaron a enterrar a la cueva de Macpela donde estaban enterrados Abrahán, Sara, Isaac, Rebeca y Lea. Luego volvieron todos a Egipto, a las tierras que el faraón les había dado. José fue un gran gobernante, respetado y querido. José envejeció y murió con 110 años en Egipto.

Colorea los espacios marcados con un corazón y sabrás el número de personas que tenía la familia de Jacob al llegar a Egipto (sin contar la mayoría de las mujeres, los niños o los siervos).

Piensa un poco La diferencia entre una vida feliz y una vida triste está en nuestras decisiones, no en la buena o mala suerte. Dios tiene un plan para ti, aunque no llegues a ser gobernador de un gran país, solo tienes que confiar en él y saber que para él todos somos importantes. En cualquier lugar o situación podemos ayudar a los demás a conocer a Jesús

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MOISÉS

LECCIÓN

Aprende y Comprende

TU LECTURA DEL DOMINGO Las familias de los hijos de Jacob siguieron viviendo en Egipto durante muchísimos años. La Biblia los llama «hebreos» porque eran descendientes de Heber (ver Génesis 11: 14-17; 14: 13) o «hijos de Israel», porque eran descendientes de Jacob a quien Dios le había dado el nuevo nombre de Israel. El título que la Biblia da a los reyes de Egipto es «faraón». La Biblia no dice cuáles eran sus nombres concretos. El faraón que había sido amable con José y su familia había muerto y sus sucesores olvidaron cómo José había salvado a Egipto del hambre. Había habido muchas guerras y los nuevos faraones odiaban a los hebreos porque les preocupaba que, en caso de una nueva guerra, los israelitas se levantasen contra ellos y se uniesen a sus enemigos.

«Ve, porque yo estaré contigo» (Éxodo 3: 12)

Pero el faraón no quería que los israelitas se fueran porque eran muy trabajadores. ¿Qué crees que hizo? Se reunió con todos sus consejeros y le aconsejaron que hiciese esclavos a todos los israelitas, hombres, mujeres y niños. ¡Ya no serían más amigos! Ya no serían dos pueblos compartiendo la tierra de Egipto en paz. El faraón estaba construyendo grandes edificios y obligó a los israelitas a fabricar el ladrillo necesario para su construcción. ¡Los israelitas trabajaban muy duro! Pero, aunque los israelitas eran esclavos, sus familias siguieron creciendo, y cada vez había más israelitas. ¿Sabes que hizo el cruel faraón? Promulgó una ley muy inhumana que decía que cuando naciera un niño varón israelita debería morir. Ordenó a las parteras que ayudaban a las mamás hebreas que si nacía una niña podía vivir, pero que cuando naciera un niño hebreo debían matarlo. Pero las parteras hebreas no hicieron lo que el faraón les pedía. ¡El faraón se enfadó mucho! Él mantuvo la orden y si cualquier egipcio sabía que había nacido un niño hebreo podía matarlo (ver Éxodo 1: 22).

Averigua el nombre de las dos valientes parteras que desobedecieron al faraón. Ordena las letras de acuerdo a los números que las acompañan o de acuerdo a las letras minúsculas.

Piensa un poco ¿Has pensado lo valientes que fueron las parteras? Si alguna vez alguien nos pide que hagamos algo que sea contrario a las Normas de la Felicidad que Dios nos dio debemos ser valientes y no hacerlo. Dios nos ayudará.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL LUNES Amram y Jocabed eran hebreos. Tenían un hijo que se llamaba Aarón y una hijita que se llamaba María. Pero un día, después de las órdenes del faraón, tuvieron otro niño varón. Amram y Jocabed conocían perfectamente las órdenes de que todo bebé varón tendría que morir. Pero ellos querían a su bebé y lo protegerían pasara lo que pasara. Durante tres meses Amram y Jocabed lo pudieron esconder, pero el bebé crecía y cada día resultaba más difícil mantenerlo oculto. Después de mucho orar, ¿qué decidieron hacer? (Léelo en Éxodo 2: 3, 4). Pensaron que lejos de la casa, escondido en la orilla del río podría tener más oportunidades de salvarse. Su plan era muy arriesgado y María fue una niña muy valiente al quedarse cerca del río cuidando a su hermanito. ¿Qué sucedió mientras María observaba? (Léelo en Éxodo 2: 5, 6).

María estaba muy asustada. ¡La princesa había encontrado a su hermanito! Vio cómo la princesa lo cogía en sus brazos y lo acariciaba. María se dio cuenta de que a la princesa le gustaba el niño. Tímidamente, María se acercó. ¿Qué le dijo? (Si lees Éxodo 2: 7 verás lo valiente que fue. ¡Una niña hebrea se atrevía a hablar a una princesa egipcia!). La princesa sonrió a María. Había decidido quedarse con el bebé y adoptarlo. ¿Cuál fue su respuesta? ¿Qué hizo María? (Léelo en Éxodo 2: 8, 9). María estaba muy emocionada y salió corriendo a avisar a sus padres. Jocabed volvió corriendo y se presentó ante la princesa quien le devolvió a su hijo con el encargo de cuidarlo como si fuera un príncipe. El plan que Dios les inspiró funcionó maravillosamente. Ahora Jocabed cuidaría a su propio hijo e incluso le pagarían por cuidarlo.

Curiosidades En este episodio la Biblia no menciona los nombres ni de los padres de Moisés ni de la niña que cuidó de él en el río. Sabemos sus nombres gracias a las genealogías que se registran en Éxodo 6, Números 26 o 1 Crónicas 6.

¡Este dibujante no se entera!

Encuentra todos los errores que ha cometido en el dibujo.

Piensa un poco Dios estuvo en todo momento con el pequeño. No fue una casualidad que la princesa pasara por allí y descubriera el cesto. También sabemos que la pequeña María no habría tenido el valor de hablar con la princesa si Dios no le hubiera ayudado. Pero lo que más debe importarte es que Dios también cuida de ti y te puede dar valor e inteligencia para resolver tus problemas.

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LECCIÓN  |

10 TU LECTURA DEL MARTES

Jocabed sabía que cuando el niño creciera, se lo llevarían a vivir al palacio. Por eso, aprovechó cada momento que pasaron juntos para que el pequeño aprendiera a amar y a confiar en Dios. Así sucedió. Cuando ya estuvo criado, posiblemente cuando comenzara la adolescencia, la princesa envió a por él para que fuera oficialmente su hijo. ¿Cómo lo llamó la princesa? (Lo sabrás si lees Éxodo 2: 10). La vida en el palacio era muy diferente a la vida en la humilde casa de sus padres. Tenía criados y ropas lujosas. También tuvo los mejores maestros de todo Egipto que le enseñaron la lengua de los egipcios y a escribir en jeroglífico. Aprendió matemáticas,

astronomía, música e historia. Sus maestros egipcios le enseñaron acerca de los dioses egipcios que adoraban, pero Moisés nunca los adoró. Moisés era muy inteligente y aprendía todo muy rápido. Todos admiraban a Moisés y a todos les caía bien. Moisés creció dentro del palacio con todos los lujos y se hizo un hombre importante y respetado. Pero no se olvidó de lo que aprendió de sus padres. Él sabía que su verdadera madre era Jocabed. Recordaba que era parte del pueblo de Dios y que el pueblo de Israel, algún día sería liberado y volvería a Canaán, la tierra que Dios le prometió a Abrahán.

Curiosidades No creas que aprender a leer y escribir en egipcio era sencillo. Los jeroglíficos eran dibujos que significaban una idea, pero también podían usarse como letras. Se podían leer de arriba abajo, de derecha a izquierda o de izquierda a derecha. Y además no tenían símbolos para escribir vocales. Sencillito, ¿no? Aquí tienes algunos ejemplos.

Piensa un poco La educación de Moisés durante los primeros años de su vida con sus padres fue la que más influyó en su carácter. Lo que aprendemos cuando somos niños lo recordamos siempre, sobre todo cuando se es anciano. Así que no te quejes e intenta aprovechar ahora para aprender cosas tan hermosas como el amor que Dios te tiene.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MIÉRCOLES Moisés tenía 40 años y todavía seguía visitando a sus amigos y familiares hebreos. Se dio cuenta de lo injustos que eran los trabajos a los que eran sometidos los hebreos. Pero un día, cuando vio que un egipcio maltrataba a un hebreo, hizo algo muy grave. (Léelo en Éxodo 2: 12). Moisés pensó que nadie se había enterado. Al día siguiente volvió y vio a dos hebreos peleándose. Moisés quiso intervenir para poner paz pero le sorprendió la respuesta que le dieron. (Puedes leerla en Éxodo 2: 14). Su crimen había sido descubierto, y seguro que pronto llegaría a oídos de la policía y luego del faraón. Efectivamente, el faraón no tardó en enterarse. El castigo por asesinar a un ciudadano egipcio podía ser la muerte, así que decidió salir huyendo de Egipto. Por el camino, Moisés pensó en la princesa que tanto lo había cuidado y en su propia madre, Jocabed. En aquel viaje decidió que siempre mantendría vivo el recuerdo

de todo lo que su madre le había enseñado, el amor, confianza y obediencia a Dios. Moisés viajó a un territorio al otro lado del desierto de Sinaí, a Madián. Madián se encontraba entre el sur de la actual Jordania y el nordeste de Arabia Saudí. Los madianitas eran descendientes de Madián, uno de los hijos de Abrahán y Cetura. Tal vez allí todavía habría adoradores del Dios verdadero. Moisés se sentó cerca de un pozo para descansar. Entonces llegaron unas pastoras con su rebaño para darles de beber. Luego aparecieron un grupo de pastores que las echaron para abrevar ellos a sus ovejas primero. A Moisés no le gustó que las trataran injustamente y decidió ayudarlas. (Léelo en Éxodo 2: 17). Aquellas siete chicas eran hijas de un sacerdote que adoraba al Dios verdadero. Su nombre era Jetro o Reuel. La Biblia utiliza los dos nombres. Cuando Jetro se enteró de que un hombre egipcio había ayudado a sus hijas mandó ir a buscarlo para invitarlo a comer.

Acompaña a Moisés en su huida desde Egipto hasta Madián.

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LECCIÓN  |

10 TU LECTURA DEL JUEVES

Jetro invitó a Moisés a vivir y a trabajar para él. Moisés había pasado de vivir en un palacio a vivir entre establos. Ahora, después de ser príncipe de Egipto, se había convertido en un pastor de ovejas. Durante ese tiempo Moisés se enamoró de una de las hijas de Jetro que se llamaba Séfora. Se casaron y tuvieron un hijo llamado Gerson. Moisés pasó cuarenta años cuidando las ovejas y las cabras de Jetro. El pastor tiene que cuidarlas y vigilarlas todo el tiempo para que no les pase nada. Durante todo ese tiempo su carácter cambió. Dejó de ser el joven impulsivo y se convirtió en un adulto paciente y bondadoso. En las montañas de Madián, cuidando su rebaño y con las enseñanzas de Jetro aprendió a vivir en compañía de Jesús, valorando los pequeños detalles que nos hacen felices. Creemos que fue durante ese tiempo cuando el Espíritu Santo lo ayudó para que escribiera el libro de Génesis. Un día, cuidando las ovejas en el monte Horeb, Moisés vio una luz extraña y se acercó. ¿Qué fue lo que vio? (Lo sabrás si lees Éxodo 3: 2).

Entonces Dios le habló. Se presentó como el Dios de sus antepasados y tenía una misión para él. ¿De qué se trataba? (Léelo en Éxodo 3: 7-10). «¡No, no y no! » Moisés discutió con Dios. Pensó que Dios debía estar muy equivocado. Ahora él era un simple pastor de ovejas que había huido de Egipto, donde seguramente todavía lo buscaban por asesinato. Él no era la mejor persona para hacer ese trabajo. Además, si tenía que convencer a los hebreos de que Dios lo enviaba, les tendría que dar un nombre. ¿Qué le contestó Dios? (Lee Éxodo 3: 14, 15). ¿Recuerdas el trimestre pasado cuando hablamos de los nombres de Dios? Decir «Yo soy» es como decir: «los demás dioses de los egipcios no son nada, son fantasías; solo yo soy real». Dios le dijo que él lo ayudaría. Le dijo lo que tenía que hacer y hasta lo que le tenía que decir al faraón. Pero Moisés no se creía capaz de hacer lo que Dios le estaba pidiendo.

Encuentra ocho diferencias entre los dos dibujos.

Piensa un poco Dios necesitaba que Moisés fuera humilde para poder llegar a ser un buen líder. Si Moisés confiaba en el poder de Dios, en vez de en su propia fuerza, Dios podría actuar. ¿Confiamos los que amamos a Dios lo suficiente en él? ¿Creemos que con su ayuda podremos hacer cosas increíbles? Lee lo que nos dice el rey David en Salmos 60: 12.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL VIERNES Pero Dios sabía que él era la persona adecuada. Para llegar a convencerlo, hizo algunos milagros para ayudar a Moisés a creer en él y en su poder. ¿Qué pruebas le dio Dios? (Asómbrate leyendo Éxodo 4: 1-9). Dios estaba mostrándole a Moisés algunas razones para que confiara en él. Pero Moisés seguía dudando de que él pudiera hacer lo que Dios le pedía. ¿Qué otra excusa le dio a Dios? (Léela en Éxodo 4:10). Moisés llevaba muchos años sin hablar ni el idioma de los hebreos ni el de los egipcios y nadie lo tomaría en serio. Algunas versiones sugieren que se le trababa la lengua o incluso que era tartamudo. Pero para Dios eso tampoco era excusa. Dios le dijo que él estaría a su lado en todo momento y que le

enseñaría lo que tuviera que hablar. Aun así, Moisés le pidió que enviara a otro. Pero Dios sabía que Moisés era la persona adecuada para ese trabajo, y una vez más Dios ya lo tenía todo previsto. (Lee en Éxodo 4: 14 la sorpresa que Dios le tenía preparada). Al final Moisés aceptó. Volvió a Madián a despedirse de su suegro. Preparó a su mujer y a su hijo y comenzaron el viaje de regreso a Egipto. A mitad del camino su hermano se reunió con él. ¡Qué alegría! ¡Cuántas cosas que contarse y cuántas cosas que preparar! Ahora tenía por delante la difícil tarea de convencer a los ancianos israelitas de que Dios los iba a liberar y a conducir a Canaán, y al faraón de que dejara en libertad a todo el pueblo hebreo.

Completa el dibujo uniendo los puntos desde el uno hasta el cuarenta.

Piensa un poco Dios no quiere que lo sigas y lo obedezcas porque sí, porque te lo digan tus padres o el pastor. Dios quiere que estés convencido de lo que haces. Desea darte todas las oportunidades para que tú comprendas que debes ser obediente porque confías en que, si él te lo pide, es lo mejor para ti y para los que te rodean.

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DIOS POTEGE A SU PUEBLO

11 LECCIÓN

Aprende y Comprende

«Nada malo te sucederá, no ocurrirá ningún desastre en tu casa» (Salmos 91: 10, Palabra de Dios para Todos)

TU LECTURA DEL DOMINGO Nada más llegar a Egipto, Moisés y Aarón reunieron a los ancianos de Israel para darles la noticia de que Dios iba a liberarlos y de que era hora de volver a la tierra que Dios había prometido a Abrahán. Los ancianos no eran necesariamente las personas con más años; eran como consejeros, personas con autoridad y experiencia entre los hebreos. Moisés les contó toda su conversación con Dios en Horeb y les presentó las señales que Dios le había mostrado: convirtió su vara en serpiente, apareció y desapareció la lepra de su mano y convirtió el agua en sangre. ¿Cómo reaccionaron los ancianos israelitas? (Lee su respuesta en Éxodo 4: 31). ¡Qué buena noticia! ¡Por fin iban a ser libres otra vez!

Ahora era el momento de visitar al faraón. Dios le había advertido a Moisés de que este faraón, al igual que los últimos faraones, era terriblemente malvado. (Lee la advertencia de Dios a Moisés en Éxodo 7: 3). En algunas versiones dice que Dios «endurecía el corazón de faraón» y en otras que «Dios hacía que se pusiera terco». ¿Por qué iba Dios a «endurecer el corazón» de alguien? Lo que Dios hace es cambiar el corazón de las personas para bien, no para mal. Hoy vamos a analizar esto. Imagínate que, estando en España, alguien te dice: «No te rayes». No te está diciendo que te tengas que dibujar rayas en tu cuerpo. Tú lo entiendes bien, pero si le dijeran esto a una persona hace 50 años no lo entendería. En la Biblia también aparecen expresiones que podemos comprender mal. Entonces, ¿cómo debemos entender la expresión de que «Dios endurecía el corazón del faraón»? Imagínate que metes en el horno un pedazo de cera y un pedazo de barro a un lado, y luego lo enciendes. ¿Qué sucederá? La cera comenzará a derretirse. Entonces podrás formar la figura que tú quieras para hacer una bonita vela. Pero, ¿qué pasará con el barro? El barro se pondrá cada vez más duro. Dios es como el horno que da calor. La cera es como el corazón de una persona que quiere amar y obedecer a Dios. El barro es como el corazón de una persona que se niega a escuchar la voz de Dios. Cada uno de nosotros escoge qué corazón tener. Esta semana veremos qué clase de corazón tenía el faraón.

Piensa un poco Jesús puede moldear tu corazón si tú le dejas, y así cada día podrás ser mejor persona y más feliz.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL LUNES Como Moisés y Aarón ya sabían cómo era el faraón, el plan era pedirle que dejara ir al pueblo a adorar a Dios en el desierto. Los egipcios eran muy respetuosos con todas las creencias y todos los dioses y lo normal es que el faraón lo hubiera permitido. Pero este faraón no era ni respetuoso ni comprensivo. ¡Se enfadó muchísimo cuando Moisés le dijo lo que quería! ¡No dejaría ir a sus esclavos a ningún lado! ¿Qué hizo entonces? (Lee la decisión de faraón en Éxodo 5: 7, 8). ¡Pobres israelitas! Ahora las cosas estaban peor. ¿Cómo iban a poder hacer la misma cantidad de ladrillos si ahora tenían que ir a buscar el material ellos mismos? Además, ahora los capataces tenían permiso para maltratarlos si no cumplían con su obligación (ver Éxodo 5: 14). Los israelitas se quejaron a Moisés y Aarón. En vez de conseguirles la libertad lo que estaban consiguiendo

era un castigo mayor. Pero Dios volvió a hablarles por medio de Moisés y los tranquilizó. Les pidió que confiaran en él y pronto quedarían convencidos de que Dios es poderoso y que no hay nada que él no pueda hacer (ver Éxodo 6: 6-8). Moisés fue a ver de nuevo al faraón y el rey se volvió a burlar de ellos. Entonces ¿qué hicieron? (Léelo en Éxodo 7: 10). Cuando Moisés y Aarón hicieron el milagro que Dios les había mostrado, delante del faraón, ¿qué sucedió? (Léelo en Éxodo 7: 11, 12). Satanás hizo que las varas de los magos se convirtieran también en serpientes, pero la serpiente de Aarón se comió a las otras. Dios quería que el faraón supiera que su poder era más grande que el de sus magos. Pero el faraón se negó a dejar salir al pueblo de Israel.

Encuentra en este lío de salón la serpiente de Aarón y seis serpientes de los sacerdotes. Y de paso encuentra también los seis bastones de los sacerdotes.

Piensa un poco Dios nunca nos va a obligar a confiar en él, como no obligó al faraón. Pero siempre nos da todas las pruebas necesarias para que nosotros valoremos si vale la pena confiar en él o no. Al faraón se lo demostró por medio de milagros o prodigios y no creyó. Puede que tú no vivas ningún prodigio tan grande como los que se vivieron en Egipto, pero tienes la Biblia y el testimonio de otras personas que viven y han vivido con Jesús. ¿Qué harás?

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LECCIÓN  |

11 TU LECTURA DEL MARTES

PRIMERA PLAGA: Dios le dijo a Moisés que se acercara al faraón cuando estuviera en la orilla del río Nilo. Los egipcios adoraban al río Nilo como si fuera un dios. El Nilo hacía de Egipto una tierra rica en la que los agricultores tenían grandes cosechas. Alrededor del Nilo encontramos zonas desérticas. El Nilo, para ellos, era la vida. Una vez allí, en el nombre de Dios, Aarón tocó con su vara el río. ¿Qué sucedió? (Lo puedes leer en Éxodo 7: 20-22). Una vez más los magos egipcios hicieron lo mismo que Moisés. Pero no pudieron convertir la sangre en agua de nuevo. Los egipcios no tenían agua para beber, ni para cocinar, ni para lavarse. Tuvieron que excavar pozos para poder conseguir agua limpia. Seguramente las ceremonias de los templos tuvieron que ser suspendidos porque muchos rituales tenían que ver con el agua del Nilo. ¿Cuánto tiempo estuvo el agua de Egipto convertida en sangre? (Lo sabrás si lees Éxodo 7: 25).

SEGUNDA PLAGA: Después de aquello, Moisés se presentó ante el faraón con otra advertencia. ¿Qué iba a ocurrir? (Léelo en Éxodo 8: 2). ¡Había ranas dentro de sus casas! ¡Ranas que saltaban en su comida! ¡Ranas que nadaban en el agua que bebían! ¡Qué asco!

¡Eran demasiadas ranas para el faraón! Los magos no podían eliminarlas con ningún hechizo. Así que no le quedó más remedio que llamar a Moisés y a Aarón y les dijo que le pidieran a Dios que quitara las ranas. Moisés le prometió al faraón que las ranas desaparecerían a la hora que el faraón había elegido. (Léelo en Éxodo 8: 9-11). Pero en cuanto desapareció el problema, el faraón no quiso cumplir su palabra.

TERCERA PLAGA: Los egipcios eran muy limpios, se perfumaban a menudo y limpiaban y desinfectaban sus casas todos los días. Te puedes imaginar cómo se sintieron cuando se llenaron de ranas y luego cuando las ranas murieron todas a la vez dejando un olor apestoso. Si algo odiaban los egipcios eran los insectos. Ponían hierbas aromáticas en las casas para evitar que entraran moscas, mosquitos o avispas. Incluso era normal que las personas más ricas se raparan la cabeza y usaran pelucas para evitar los piojos. Pues eso es lo que Dios permitió que ocurriera. (Lee Éxodo 8: 16, 17). Esta vez los magos egipcios tuvieron que reconocer que el Dios de los hebreos era más poderoso que los dioses paganos egipcios. ¡Incluso se lo dijeron al faraón! ¿Lo reconoció entonces? (Léelo en Éxodo 8: 19).

Piensa un poco Dios quería que el faraón y los egipcios entendieran que él era más poderoso que los supuestos dioses egipcios. En realidad, estaba poniendo en ridículo a esos dioses de piedra que no podían luchar contra esas plagas. Algunos ya empezaron a reconocerlo, pero no el faraón, porque el muy cabezota no quería quedarse sin esclavos ni un solo día.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MIÉRCOLES Dios estaba haciendo muchas cosas para convencer al faraón y a los egipcios de que él es el Dios verdadero y que desea que todos seamos libres.

QUINTA PLAGA:

CUARTA PLAGA: Pasó el tiempo y Moisés fue al encuentro del faraón para pedirle, otra vez, que dejara salir de Egipto a su pueblo. ¿Qué le dijo Moisés al faraón que iba a suceder? (¡Qué asco! Léelo en Éxodo 8: 21). ¡Llegaron las moscas! Millones de molestas moscas grandes cubrieron todo el país de Egipto, menos la tierra de Gosén donde vivían los israelitas. ¿Por qué? (Lee Éxodo 8: 22). El faraón volvió a llamar a Moisés y Aarón. Esta vez les prometió dejar salir al pueblo si no se iban muy lejos. Entonces Moisés oró y las moscas desaparecieron de repente. Pero de la misma forma que habían desaparecido las moscas, el faraón cambió de opinión y les prohibió salir de Egipto.

Por quinta vez Moisés fue a pedir la libertad para su pueblo y le advirtió que si no lo hacía el ganado enfermaría. Los egipcios tenían muchos conocimientos de medicina. Podían curarlo prácticamente todo. Tenían excelentes cirujanos y hacían operaciones muy complicadas. Eso no le pareció problema al faraón: los médicos y veterinarios eran muy inteligentes y no permitirían que le pasara nada al ganado. Entonces, apareció una enfermedad que afectó a todos los animales domésticos. ¿Qué les pasó? (Léelo en Éxodo 9: 6). El faraón fue a ver si el ganado de los israelitas también se estaba muriendo y se dio cuenta de que todos sus animales estaban vivos y sanos. En vez de aceptar que Dios era más poderoso que todos sus dioses, el faraón se enfadó mucho y endureció más su corazón (ver Éxodo 9: 7).

SEXTA PLAGA: La siguiente plaga que azotó a los egipcios fue muy dolorosa. ¿Qué ocurrió? (Lee Éxodo 9: 10, 11). Pero el faraón tampoco quiso obedecer a Dios y dejar salir al pueblo de Israel.

Piensa un poco Fíjate bien que lo que más enfurecía al faraón es que las plagas no afectaban a los hebreos. Dios protegía de forma especial las casas, los campos y el ganado donde vivían los israelitas. Dios deseaba que los egipcios se dieran cuenta de que su religión era falsa: todos los rituales y ceremonias de los sacerdotes paganos eran mentiras. Solo Dios tiene verdadero poder.

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LECCIÓN  |

11 TU LECTURA DEL JUEVES

SÉPTIMA PLAGA:

¿Hizo mucho daño la plaga de langostas? (Lee Éxodo 10: 15).

La siguiente vez que Moisés fue a hablar con el faraón le avisó de una terrible tormenta de granizo. (Lee en Éxodo 9: 18, 19 la fuerza de la tormenta). Dios le advirtió al faraón que les dijera a los egipcios que metieran al ganado en lugares seguros y que la gente permaneciera en sus casas porque se iba a producir una tormenta con truenos, relámpagos y granizo que podría matar a los animales y personas que quedaran en el campo. Después de tantas plagas, muchos egipcios estaban convencidos de que Dios era mucho más poderoso que los dioses que ellos adoraban, y muchos encerraron a sus animales para protegerlos (ver Éxodo 9: 20). Los siervos del faraón no podían entender cómo podía ser tan terco. Todos sabían que el Dios de los hebreos era mucho más poderoso que los dioses que adoraban los egipcios.

OCTAVA PLAGA: Cuando Moisés dijo que iba a llegar una plaga de langostas y que las langostas se iban a comer todo lo que había quedado después del granizo, ¿qué le dijeron al faraón sus siervos? (Léelo en Éxodo 10: 7).

El país estaba destruido. Las cosechas estaban perdidas y una gran parte del ganado había muerto. El faraón mandó llamar otra vez a Moisés y Aarón. Le hizo creer que estaba arrepentido para que Moisés les quitase las langostas. Pero tan pronto como desaparecieron, el faraón volvió a cambiar de opinión (ver Éxodo 10: 16-20).

NOVENA PLAGA: La siguiente vez, los prodigios de Dios tuvieron que ver con su dios más poderoso, el dios del sol. Ra o Amón-Ra, que era como se solía llamar al dios, era el dios principal de los egipcios. Pues durante tres días, una intensa oscuridad cubrió Egipto. El sol no podía brillar. Para los adoradores de Ra, su dios no tenía fuerza suficiente para luchar contra el Dios verdadero. Una vez más el faraón llamó a Moisés e intentó de hacer un trato con él. Moisés le dijo que no podía hacer tratos con él, que tenía que hacer todo lo que Dios había dicho. ¡El faraón se enfadó muchísimo! ¿Qué le dijo a Moisés, amenazándolo? (Lee Éxodo 10: 28). ¿Y qué le contestó Moisés sin asustarse lo más mínimo? (Lee Éxodo 10: 29 la valiente respuesta de Moisés).

Aprovechando la plaga de langostas se han colado otros animales en el dibujo. ¿Puedes verlos?

Piensa un poco ¿Crees que Dios quería al faraón a pesar de ser tan cabezota? ¿Cuántas oportunidades le había dado para que se arrepintiera? ¿Crees que le daría más oportunidades? Recuerda que Dios siempre nos da nuevas oportunidades.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL VIERNES ÚLTIMA OPORTUNIDAD: Pero Dios quería darle otra oportunidad al faraón para que colaborara con él. Su orgullo había arruinado a todo el país. Tal vez si Dios le advertía de una última desgracia, el faraón aceptaría su error y daría la libertad a los hebreos. Era algo terrible. (Léelo en Éxodo 11: 4, 5). Dios dio instrucciones a los israelitas de cómo prepararse para esa noche. Debían de tener todas las cosas organizadas para salir rápidamente en cuanto Moisés diera la orden. Tenían que tener todo el equipaje preparado y la comida debía ser algo que pudiera llevarse de viaje. La cena de esa noche sería un poco de cordero asado con hierbas amargas y pan sin levadura. Pero también les dio instrucciones sobre cómo librarse de la muerte que había anunciado. ¿Qué tenían que hacer? (Lee Éxodo 12: 21-23). Todas las familias de Israel hicieron exactamente lo que Dios les dijo. Todos ayudaban en los preparativos para salir de Egipto, incluidos los niños. Había mucho

que hacer y nadie debía estar parado. Seguramente, algunos egipcios que vieron que sus vecinos hebreos hacían todo eso, también pusieron sangre en sus dinteles porque habían aprendido que el Dios de los hebreos era mucho más poderoso que todos los dioses egipcios y que se podía confiar en la protección del Dios verdadero. ¿Qué sucedió a medianoche? (Léelo en Éxodo 12: 29). Todos los que pusieron la sangre del cordero en los dinteles estuvieron a salvo. Esta acción nos recuerda que todos aquellos que marquemos nuestra vida con la vida de Jesús, el cordero de Dios, seremos liberados del pecado y de la muerte cuando Jesús vuelva. El faraón estaba tan triste que “esta vez sí “ ordenó dejar ir a todos los hebreos. Esa noche todos los israelitas salieron de Egipto. Entre los hijos de Israel también había mucha gente que, aunque no eran israelitas, prefirieron seguir al Dios de Israel antes que quedarse en Egipto con aquel malvado faraón. Dios había cumplido su promesa. El pueblo de Israel era libre.

Completa la ilustración dibujando el interior de la casa el día de la última oportunidad.

Piensa un poco Cada año el pueblo de Israel celebra la Pascua para recordar esa asombrosa noche cuando Dios los había librado de su esclavitud. 1.500 años después, mientras en Israel se celebraba esta fiesta se hizo realidad la promesa de que Dios enviaría al Cordero, a Jesús para salvarnos. Jesús moriría durante la fiesta de la Pascua. Su amor, llevado hasta el extremo de la muerte, nos librará un día para siempre del pecado y el sufrimiento.

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¡LIBERTAD!

LECCIÓN

Aprende y Comprende

TU LECTURA DEL DOMINGO El faraón había dado la orden. Todos los hebreos iban a abandonar Egipto esa misma noche. Y los israelitas estaban ya preparados como les había pedido Moisés, con el equipaje hecho y la comida preparada para el viaje. Ahora les tocaba despedirse de sus vecinos egipcios. Los israelitas habían sido esclavos por mucho tiempo y nunca se les había pagado por el trabajo duro que habían hecho. Moisés les dijo que antes de salir, pidieran a los egipcios ayuda para su largo viaje: ropa, oro y plata, cosa que los egipcios hicieron de forma generosa y muy a gusto. (Puedes leerlo en Éxodo 12: 35, 36).

«No temáis. Manteneos tranquilos y veréis la salvación que el Señor os dará» (Éxodo 14: 13, Nueva Reina Valera 2000)

Cuando los israelitas salieron de Egipto, no eran pobres. Ellos pudieron llevar todo su ganado y todos los regalos que los egipcios les habían dado. ¿Cuántas personas salieron de Egipto? (Lee lo que dice Éxodo 12: 37). No sabemos exactamente cuántas personas iban, pero sí que había 600.000 hombres. A eso habría que sumar todas las mujeres, niños y ancianos. En total, es probable que fueran más de dos millones de personas.

Además, no todos eran hebreos. También salieron con ellos un montón de gente que quería pertenecer al pueblo de ese Dios tan poderoso que había vencido a todos los dioses egipcios y al mismísimo faraón (ver Éxodo 12: 38). ¡Por fin el pueblo de Israel era libre! ¡Ya no eran esclavos! ¡Iban rumbo a la tierra prometida! ¿Crees que el pueblo viajaba desorganizado? No. Recuerda que Moisés había aprendido a ser un líder, un gobernante, cuando había vivido en la corte del faraón. Sabía cómo organizar al pueblo. Cada persona sabía qué sitio ocupar cuando salieron de Egipto. Una multitud tan grande como esa no podía convivir sin orden y sin reglas. «Y los israelitas salieron de Egipto en buen orden como un ejército» (Éxodo 13: 18 Nueva Reina Valera 2000).

Piensa un poco Lee en Génesis 15: 13, 14 qué le dijo Dios a Abrahán. Ahora lee Éxodo 12: 40. ¿Qué te parece? Dios ya sabía lo que iba a suceder cuatrocientos años antes de que ocurriera. ¿No es fantástico saber que Dios siempre cumple sus promesas, aunque pasen muchos, muchos años?

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL LUNES Como vemos, Dios estaba cumpliendo la promesa de liberar a su pueblo y llevarlos de vuelta a Canaán. Ahora los israelitas también tenían que cumplir una promesa. Poco antes de morir, José había pedido algo. ¿Qué les hizo prometer? (Léelo en Génesis 50: 25). ¿Crees que los hebreos se acordarían de cumplir lo prometido? (Léelo en Éxodo 13: 19). ¿Y tú? ¿Te acuerdas de cumplir lo que prometes? Por fin, los israelitas volvían a Canaán. Tenían prisa por salir del territorio egipcio cuanto antes. Cuando miraron al cielo, ¿qué vieron? (Léelo en Éxodo 13: 21, 22). Delante de ellos iba una nube muy extraña que se movía y les indicaba por dónde debían ir. Jesús viajaba en medio de ellos en la nube. Durante el día la nube los protegía del calor del sol. Cuando llegaba la noche, la nube se convertía en un pilar de fuego y les daba luz

para que pudieran ver y calor para que no pasaran frío porque, como sabrás, en el desierto hace bastante frío por la noche. ¡Qué maravilloso! De día y de noche, Dios estaba con ellos. Canaán no estaba muy lejos del valle del Nilo donde habían vivido. Podrían haber llegado en poco tiempo, tal vez en unos días. Pero antes de ir a Canaán tenían una cita con Dios en otro sitio. ¿Dónde había dicho Dios a Moisés que debían encontrarse? (Lee Éxodo 3: 12). Dios le había pedido a Moisés que llevara al pueblo de Israel hasta el monte Horeb o monte Sinaí. Allí tenía planes especiales para ellos. Así, que en vez de ir hacia el norte, por el camino que bordeaba el mar Mediterráneo, Dios les pidió que fueran a un lugar junto al mar Rojo.

Encuentra en la sopa de letras las palabras relacionadas con el milagro que acompañaría al pueblo de Israel durante todo el tiempo que durara su viaje.

Guía Protección Calor Sombra Presencia de Dios Luz

Dirección Refugio Columna Fuego Nube Día Noche

Piensa un poco Si Dios cuidaba a los israelitas de día y de noche, ¿crees que no te cuidará a ti también? ¡Por supuesto! Recuerda siempre que Dios te tiene asignado un ángel para que te cuide y te proteja. Con Dios nunca estarás solo.

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LECCIÓN  |

12 TU LECTURA DEL MARTES

Cuando la nube los dirigió al mar Rojo en vez de por el camino normal, el pueblo comenzó a ponerse nervioso. ¿Por qué los llevaba Moisés por allí? Ese no era el rumbo correcto. Pronto se encontraron en un lugar donde tenían montañas a cada lado y el mar Rojo por delante. Allí acamparon. Pocas horas después, cuando el farón se dio cuenta de la cantidad de personas que habían abandonado Egipto, se enfureció (ver Éxodo 14: 5). Cuando las demás naciones se enteraran de lo débiles que habían sido dejándose ganar por los esclavos hebreos les perderían todo el respeto. Además ahora no tenían bastantes trabajadores para construir sus palacios y ciudades y cuidar también de los cultivos. Así que decidieron ir a por sus esclavos y recuperar el oro y la plata que les habían dado.

El faraón sabía que su ejército era el más poderoso de la época y que los israelitas no tenían soldados que pelearan por ellos. Estaba seguro que su ejército podía capturar a los israelitas fácilmente y llevarlos de vuelta a Egipto. Ordenó que se movilizara su ejército y que se prepararan 600 carros de guerra. Él mismo los acompañaría para traer a los israelitas (ver Éxodo 14: 6, 7). El ejército de faraón podía viajar más rápido que los israelitas. Iba a ser muy fácil seguir la pista de dos millones de personas y muchísimos animales. Los espías del faraón le dijeron dónde estaban acampados los israelitas. Era el lugar perfecto. A un lado las montañas, al otro el mar. No tendrían escapatoria. Puede que el Dios de los hebreos fuera más poderoso haciendo «magia», pero el faraón se creía más fuerte con sus armas y más inteligente.

Piensa un poco Si lo piensas fríamente, los egipcios eran mucho más poderosos que los israelitas, que no tenían ningún ejército para defenderse. Esta era la lógica del faraón para perseguirlos e intentar capturarlos. Sin embargo, no contó con que quien está de parte de Dios es el más poderoso. Faraón era el rey de Egipto, pero Dios era el rey del universo. ¿Quién te parece más fuerte? Pues ya sabes: alíate con el más poderoso, que es Dios.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MIÉRCOLES Los hijos de Israel estaban acampados frente al mar Rojo. Detrás de ellos había montañas. De repente alguien dio la voz de alarma: «¡Vienen los egipcios!» Efectivamente, todo el ejército egipcio se aproximaba rápidamente. Sabían que no tenían escapatoria, no había forma de huir a ningún sitio. Algunos comenzaron a culpar a Moisés de haberlos llevado a morir en el desierto (ver Éxodo 14: 11, 12). ¿Qué les contestó Moisés? (Lee Éxodo 14: 13, 14). De repente, la nube que iba delante de ellos se puso detrás. ¿Para qué? (Léelo en Éxodo 14: 19, 20).

Los egipcios tuvieron que parar porque no podían ver a través de la niebla, pero al otro lado de la nube hubo luz toda la noche. Luego todos vieron a Moisés acercarse a la orilla del mar. ¿Qué pasó entonces? (Lee Éxodo 14: 21, 22). El viento era tan fuerte que levantó el agua del mar. Se levantaron paredes de agua a cada lado y dejaron un camino por en medio del mar. ¡La tierra estaba seca y el viento no molestó ni puso en peligro a las personas! Los israelitas cruzaron al otro lado alumbrados por la nube. Una vez más Dios había mostrado que no hay nada demasiado difícil para él.

Piensa un poco Imagínate que tú estés delante del mar y que de repente se abre un camino seco por en medio del mar. ¿Cómo se sentirían los israelitas? Todavía hoy lo siguen recordando como uno de los grandes milagros de la Biblia. Recuerda siempre el dicho que dice: «La fe mueve montañas». ¿Verdad que merece la pena confiar en Dios? La fe es el motor que nos dará energía de parte de Dios para afrontar las dificultades que puedas encontrar en la vida.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL JUEVES El faraón estaba contrariado por la espera, pero en cuanto se levantara la niebla caería sobre los israelitas y los obligaría a volver o los mataría. Estaban atrapados entre las montañas y el mar. Al menos eso es lo que el faraón creía. Pero cuando el ejército egipcio llegó, se dio cuenta que los israelitas habían huído. Estaban terminando de cruzar el mar Rojo en medio de un camino seco. ¡El faraón estaba furioso! Ordenó que sus soldados persiguieran a los israelitas a través del camino abierto en el mar (ver Éxodo 14: 23). Pasara lo que pasara esos esclavos debían volver a Egipto.

Pero Dios había prometido liberar a su pueblo. ¿Qué sucedió con el ejército egipcio? (Léelo en Éxodo 14: 24, 25). ¡Unos carros de combate que eran el orgullo del faraón y el temor de sus enemigos, se estaban quedando sin ruedas! Trataron de dar la vuelta pero era demasiado tarde. Los hebreos habían cruzado al otro lado del mar Rojo. ¿Qué ocurrió entonces? (Lo sabrás si lees Éxodo 14: 28, 29). Los israelitas vieron cómo el mar los separaba de sus enemigos. Ya no había nadie que los persiguiera. Ya no debían tener miedo: Dios había vencido. ¿Qué sintieron los israelitas? (Puedes leerlo en Éxodo 14: 31).

El pueblo de Israel estaba a salvo al otro lado del mar Rojo. Encuentra en el dibujo restos del ejército egipcio que el mar ha llevado hasta la orilla: Dos flechas, dos escudos, dos arcos, una rueda de carro, una espada, una lanza y un carcaj o aljaba (contenedor de flechas).

Piensa un poco ¡Qué poco inteligente es enfrentarse a Dios! El faraón era el monarca más poderoso de la tierra pero no comprendió que Dios lo es aún más. Conclusión: Dios es el mejor aliado que puedes tener.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL VIERNES ¡Ahora sí! El pueblo de Israel estaba a salvo al otro lado del mar Rojo. El ejército egipcio ya no los podía perseguir más. ¿Cómo demostraron su felicidad? ¿Qué hubieras hecho tú? Moisés compuso un canto de triunfo y de gratitud. El himno relata de forma poética cómo Dios había cuidado a su pueblo y cómo los había salvado del faraón y les había dado la libertad. (Lee algunos versículos en Éxodo 15: 2, 11 y 13). En este cántico, el pueblo de Israel reconoce el poder de Dios, su amor y protección con los que lo aman y es un canto de esperanza sobre que el mal nunca podrá vencer. La música es una forma de adorar a Dios presente en todos los momentos especiales de la Biblia. Hay muchos pasajes de la Biblia que nos dicen que los

ángeles adoran a Dios cantando, y también que en la Tierra Nueva cantaremos de alegría al confirmar que el dolor y la muerte ya no existen. Dios desea que lo adoremos de forma alegre, de corazón. La música nos ayuda a recordar mejor las enseñanzas de Dios para nosotros, a sentir más profundamente lo que estamos cantando y a disfrutar de la compañía de nuestros compañeros y amigos y de nuestro Dios. También otra persona se sumó a la celebración. (Lee en Éxodo 15: 20 quién era esta persona y qué hizo). María es la primera profetisa que menciona la Biblia, como Débora, Hulda, la esposa de Isaías o Ana. La primera vez que la Biblia menciona a una profetisa lo hace alabando a Dios con la música.

Piensa un poco ¿Tú crees que Dios quiere que estés contento? ¡Naturalmente! Dios quería la felicidad para todo el mundo cuando creó al ser humano. Así que si eres alegre estás cumpliendo los deseos de Dios para ti.

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13 LECCIÓN

SOMBRA, LUZ, AGUA Y COMIDA

Aprende y Comprende

TU LECTURA DEL DOMINGO Por fin, el pueblo de Israel era libre. Habían cruzado el mar Rojo y estaban lejos de los egipcios. Dios los había salvado de sus enemigos por medio de milagros para que ellos y todas las personas que conocieran la historia supieran que él es poderoso y que cuida bien a sus hijos.

¿Quién los dirigía a Canaán? Parecía que era Moisés quien dirigía al pueblo, pero no era él quien decidía el camino que deberían seguir, no. «Poned vuestra confianza en el Era Jesús que por medio Señor; apoyaos en vuestro Dios» de la nube señalaba la (Isaías 50: 10, Dios Habla Hoy) ruta a seguir. De esa manera los israelitas sabían que Dios estaba con ellos de día y de noche. Había prometido estar con ellos y protegerlos si escogían amarlo y confiar en él. Por fin, los hijos de Israel iban rumbo a la tierra que Dios les había prometido. Pero antes tenían que hacer una parada en el camino. Tenían que ir a encontrarse con su Dios y olvidar los dioses y las formas de adoración de los egipcios antes de volver a la tierra de Canaán. Necesitaban aprender a vivir día a día con Dios, tenían que aprender a tener confianza en él. Fe y confianza son dos palabras que significan lo mismo. Si tenemos un amigo o una amiga que conocemos bien y que siempre cumple sus promesas, aprendemos a confiar en esa persona. Tenemos fe en esa persona y nos gusta estar siempre en su compañía. Eso es lo que Dios quería para su pueblo. Deseaba vivir en medio de ellos y ser su maestro, su protector y su amigo.

Piensa un poco El pueblo de Israel necesitaba aprender a vivir cada día con Dios. ¿Lo necesitamos nosotros hoy? ¿Lo necesitas tú? ¡Claro que sí! Todos lo necesitamos. ¿Y cómo se aprende a vivir con Dios? Cuando oras, estás hablando con tu amigo Dios. Así que antes de salir de casa, habla con él. Antes de dormirte, antes de comer, cuando tengas un problema o algo no te guste o cuando quieras darle las gracias por algo que te ha ocurrido: en cualquier momento habla con él. Dios cuidará de ti como hizo con los israelitas. Hazte su amigo.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL LUNES Delante de ellos estaba el desierto. Atrás dejaban el valle del Nilo, un lugar con mucha vegetación, huertos, cultivos y árboles. Pero el desierto del Sinaí es un lugar árido y rocoso. Llueve pocas veces al año y entonces se forman algunos arroyos, pero ni se podían comparar con el hermoso Nilo. Algunas veces podían encontrar diminutos oasis que los pastores o pequeñas tribus nómadas solían usar para llenar sus provisiones de agua y descansar. Los hebreos empezaban a estar preocupados. Ellos habían salido de Egipto con agua para unos pocos días. ¿Qué pasaría cuando se acabara? Anduvieron tres días sin encontrar ningún oasis ni ningún pozo de agua. El ganado necesitaba beber o empezaría a morir de sed. El agua de las provisiones se estaba acabando. Ellos estaban acostumbrados a refrescarse cuando tenían calor porque en Egipto nunca faltaba el agua. Por fin, a los tres días llegaron a un oasis y tendrían agua fresca para todos.

Pero su entusiasmo no duró mucho. ¿Por qué? (Lee cuál era el problema en Éxodo 15: 23). No se lo podían creer. Estaban muy enfadados con Moisés. ¡Vaya jefe que era! ¡Si ni siquiera podía conseguirles agua! Moisés los había ayudado a salir de Egipto, podían haber confiado en Dios, pero en vez de eso se dedicaron a protestar y a quejarse. Pero Moisés sabía que se podía confiar en Dios y que Dios no los había sacado de Egipto para que murieran en el desierto. ¿Qué crees que hizo Moisés? Oró a Dios. Y Dios le respondió y le dio la solución. (Léela en Éxodo 15: 25). ¡Vaya solución! ¿Desde cuándo se puede hacer agua potable echando un árbol dentro del agua? El pueblo de Israel debía aprender todavía muchas cosas sobre Dios, entre otras cosas que para él no hay nada imposible.

Termina de dibujar la ilustración según lo que ocurrió en Mara en el relato de hoy.

Piensa un poco Moisés hizo lo que todos debemos hacer cuando necesitamos ayuda, ¿verdad? Una vez más Dios mostró que no hay nada demasiado difícil para él. Cuando nos falta algo, se lo podemos pedir a Dios. Cuando tenemos algún problema, le podemos pedir a Dios que nos ayude porque no hay nada demasiado difícil para él.

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LECCIÓN  |

13 TU LECTURA DEL MARTES

Seguramente necesitaron varios días para descansar, lavar la ropa y llenar de agua todos los recipientes que tuvieran y poder volver al camino. Mientras tanto, Dios aprovechó para empezar a darles instrucciones sobre cómo tendrían que organizarse. Si hacían caso de las normas e instrucciones de Dios ¿Qué ocurriría? (Lee la promesa de Dios en Éxodo 15: 26). No sabemos exactamente qué normas son las que Dios dio en Mara. Moisés escribió muchísimas de esas normas en los libros de Éxodo, Deuteronomio, Levítico y Números. Pero posiblemente fueran las más básicas. Las personas se debían reunir en 12 grupos, uno por cada familia de los hijos de Jacob. Por parte de José, tendría dos tribus, la de Efraín y la de Manasés, sus hijos. No contamos a los hijos de Leví porque formarían un grupo aparte. Es lo que llamamos las 12 tribus de

Israel. Cada grupo acamparía siempre en el mismo orden y tendría un jefe. Les explicó algunas normas para tener mejor higiene, por ejemplo, que no podían hacer sus necesidades dentro del campamento (ver Deuteronomio 23: 12, 13), o que cuando había alguna persona con una enfermedad contagiosa debía vivir apartada hasta que se curara para no contagiar a los demás (ver Levítico 13). También había normas para saber qué hacer cuando se cometían injusticias (Deuteronomio 25: 13-16), homicidios (Números 35) o robos (Éxodo 22), o qué hacer para no sobreexplotar las tierras de cultivo (Levítico 25). Si cumplían todas estas normas vivirían en paz y tranquilidad, y serían un ejemplo para todos los pueblos que vivían alrededor de ellos.

Curiosidades En realidad, el pueblo se organizó en torno a 13 tribus. La tribu de Leví debía encargarse del cuidado y de los rituales del Tabernáculo y por lo tanto vivía en el centro del campamento, alrededor del Santuario. Cuando entraran en Canaán ellos no tendrían un territorio sino que deberían vivir entre las demás tribus. Ellos deberían ser los encargados de hacer un trabajo parecido al de los pastores actuales.

Encuentra en la sopa de letras los nombres de las doce tribus de Israel. Si necesitas ayuda puedes encontrar la lista en Números 1. También encontrarás el nombre de Levi, la «decimotercera» tribu.

Piensa un poco Todo tenía que estar bien ordenado, organizado. Porque Dios es un Dios de orden. Por eso a Dios le gusta que tengas tu cuarto ordenado, tus libros y tus cosas.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL MIÉRCOLES Después de aprovisionarse de agua en Mara, ¿a dónde los dirigió la nube? (Lo sabrás si lees Éxodo 15: 27). Allí descansaron unos días. Los israelitas, que nunca había salido del valle del Nilo, se preocuparon porque en la tierra por la cual viajaban no había alimentos. No había frutas, ni podían pescar y la comida que ellos habían traído de Egipto ya se les estaba acabando. ¿De dónde sacarían comida para dos millones de personas (tanta gente como en una gran ciudad moderna) y sus animales? ¿Se morirían de hambre? Recordaban las cosas que podían comer en Egipto: dátiles, frutas, cebollas, verduras, pan de cebada... En el desierto no había nada de eso. Otra vez se enfadaron y se quejaron contra Moisés. ¿Qué querían comer? (Lo sabrás si lees Éxodo 16: 2, 3). Moisés pidió consejo a Dios y Dios le prometió que,

mientras estuvieran en el desierto, tendrían siempre comida. Esa misma tarde iban a tener lo que pedían. Ellos habían pedido carne. Sabían que no podían matar a los animales que llevaban porque si no se quedaban sin leche y sin lana. ¿De dónde iban a sacar la carne entonces? (Lee lo que pasó esa misma tarde en Éxodo 16: 13). De pronto, se escuchó un ruido en el cielo. Miles y miles de pájaros volaban por encima del campamento: eran codornices. Pero algo raro les pasaba: volaban a ras del suelo y era muy fácil cazarlas, casi era tan fácil como estirar la mano y coger un pájaro. ¡Vaya banquete que tuvieron para la cena! Pero Dios sabía que no podían estar comiendo siempre de lo que cazaban. El plan de Dios era otro tipo de comida más sana y nutritiva. A la mañana siguiente Dios les tenía preparada otra sorpresa.

¡Este dibujante no se entera! Encuentra siete errores que ha cometido en el dibujo.

Piensa un poco Los quejicas son personas que amargan la vida de quienes viven a su alrededor. Estar siempre quejándose, como hicieron los israelitas en el desierto es desagradable. Es mejor pensar en todas las cosas buenas que tienes, estar siempre contento y así harás felices a quienes te rodean.

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LECCIÓN  |

13 TU LECTURA DEL JUEVES

Dios había prometido que tendrían pan. Todos sabemos que el pan se hace con harina y la harina con trigo u otros cereales. ¿De dónde iban a sacar el cereal en medio del desierto? ¿Cómo iban a poder molerlo? Pero Dios es mucho más práctico y se inventó otra cosa. Al día siguiente, cuando se despertaron, ¿sabes qué fue lo que vieron por todo el campamento? (Lo sabrás si lees Éxodo 16: 14, 15). ¡Qué raro! Nadie había visto nunca nada semejante, así que los israelitas le pusieron el nombre de «maná». Lo probaron. ¡Era delicioso! (Léelo en Éxodo 16: 31). Piensa a qué deliciosa comida te recuerda a ti y compártelo con tus compañeros en la clase el sábado.

recoger mucho maná, y si había otras personas que comían poca cantidad solo tenían que coger lo que se iban a comer. Pero hubo personas que no se fiaban de que al día siguiente hubiera otra vez maná en el suelo, así que decidieron recoger todo lo que pudieron y guardarlo por si acaso. ¿Qué pasó entonces? (¡Qué asco! Léelo en Éxodo 16: 20). Con razón Moisés se enfadó. Si Dios había dicho que todos los días habría comida del cielo, ¿por qué no se fiaban de él?

¡El maná estaba bueno, muy bueno! Y lo podían comer crudo o cocinar de diferentes maneras.

Otra norma era que debían recogerlo a primera hora de la mañana. ¿Sabes por qué? (Lee lo que pasaba en Éxodo 16: 21).

Pero también había una serie de normas que debían cumplir. Cada uno debía recoger lo que necesitaba. Si había personas que necesitaban comer mucho podían

Imagínate que durante todo el día hubiera maná por el suelo, pisándolo. Sería un poco asqueroso ¿no? Por eso Dios lo hacía desaparecer.

Encuentra ocho diferencias entre los dos dibujos.

Piensa un poco ¿No sientes curiosidad por conocer a qué sabía el maná que Dios les daba a los israelitas? Ahora no lo tenemos pero Dios nos bendice también hoy dándonos la comida cada día. Piensa que muchos niños en el mundo pasan hambre. Nosotros somos unos afortunados. Tú tienes que darle las gracias a Dios por la comida de cada día y pensar en quien la necesita.

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LECCIÓN  |

TU LECTURA DEL VIERNES Pero había otra norma importante. Durante seis días, todos los días había maná en el suelo. Pero cuando llegó el viernes, ¿Qué debían hacer? (Lee Éxodo 16: 22). El día siguiente era sábado. Dios les quería hacer ver que el sábado era un día especial de descanso. No debían preocuparse por la comida de ese día, ni por recoger maná. Debían recoger el maná para el viernes y para el sábado, cocinarlo y dejarlo todo preparado. ¿Y sabes lo más extraordinario? ¡Que la comida que recogían el viernes para el sábado no se pudría como ocurría los demás días! ¿Sabes por qué hizo Dios este doble milagro? Si lo sabes explícalo en la clase el sábado y si no pide a tus padres o abuelos que te lo expliquen.

¿Todo el mundo obedeció? Siempre había algunos que tenían que hacer las cosas como ellos querían y no como Dios les había pedido. Así que cuando algunos desobedientes salieron el sábado por la mañana a buscar el maná, ¿qué encontraron? (Lee Éxodo 16: 27). El maná fue el principal alimento de los israelitas en el desierto. Durante los cuarenta años que vivieron en el desierto no faltó ni un solo día en el que no tuvieran maná para comer. Seguramente comerían más cosas, frutas, cereales que compraran a los mercaderes, leche, huevos, algunas veces carnes de animales que criaban o que cazaban, pero el maná les hacía recordar cuánto dependían del cuidado y la protección de Dios.

Resuelve el crucigrama con las cosas que necesitas de verdad: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9.

Cosas que comes y te dan fuerzas. Lugar para vivir. Adquirir conocimientos. Personas con las que compartir amistad. Hacer algo para divertirse. Pausa, reposo. Grupo de personas con la que vives y amas. Tiempo que está por venir. Alguien en quien confiar por encima de todo.

Piensa un poco El sábado sigue siendo un día importante para estar con Jesús y con los demás. ¿Cómo puedes pasar un sábado feliz en compañía de Jesús? ¿Cómo dejar de pensar en las cosas que siempre hacemos los demás días de la semana?

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Para saber más Lección 1

Génesis 21: 8-34; 22: 1-19. Patriarcas y Profetas, páginas 136-151.

Lección 2

Génesis 23; 24; 25: 1-11. Patriarcas y Profetas, páginas 168-174.

Lección 3

Génesis 19-34; 26: 34, 35; 27; 28: 1-5. Patriarcas y Profetas, capítulo 16.

Lección 4

Génesis 28: 6-22; 29: 1-28. Patriarcas y Profetas, páginas 182-188.

Lección 5

Génesis 29: 31-35; 30-32. Patriarcas y Profetas, páginas 188-202.

Lección 6

Génesis 33; 35; 37: 1-11. Patriarcas y Profetas, páginas 188-202.

Lección 7

Génesis 21: 8-34; 22: 1-19. Patriarcas y Profetas, páginas 136-151.

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Lección 8

Génesis 40; 41; 42: 1-9. Patriarcas y Profetas, páginas 219-225.

Lección 9

Génesis 42-50. Patriarcas y Profetas, páginas 225-245.

Lección 10

Éxodo 1-4. Patriarcas y Profetas, capítulo 22.

Lección 11

Éxodo 7-11; 12: 1-42. Patriarcas y Profetas, capítulos 23 y 24.

Lección 12

Éxodo 12: 31-42; 13: 17-22; 14; 15. Patriarcas y Profetas, capítulo 25.

Lección 13

Éxodo 15: 22-27; 16. Patriarcas y Profetas, páginas 296-304.


IMPORTANTE PARA LAS IGLESIAS Debido a que “Mi Biblia, mi tesoro” puede usarse de forma alternativa en las iglesias como material de estudio de las Escuelas Sabáticas Infantiles, rogamos encarecidamente que se sigan los siguientes pasos de implantación: 1.- Estudiar el material detenidamente. El proyecto debe ser conocido por padres, maestros de escuela sabática infantil y responsables de la iglesia. 2.- Llegar a un acuerdo consensuado por amplia mayoría de todas las partes (padres, maestros y responsables). 3.- Obtener un voto del consejo de iglesia local a favor del uso de “Mi Biblia, mi tesoro”. 4.- Contactar con infantil.aula7activa@gmail.com para autorizar la copias. El seguimiento de estos pasos previos a la implantación de “Mi Biblia, mi tesoro” favorecerá la implicación de toda la iglesia en el proyecto educativo de los niños, a la vez que asegurará la continuidad del proyecto en la iglesia local, independientemente de los cambios en los responsables de los departamentos.

Agradecimientos A Dios por todos los milagros que hemos visto y vivido a lo largo de la elaboración de este material. A todas aquellas personas que con sus ánimos, su tiempo y su aportación económica han contribuido al proyecto. Sin ellos habría sido imposible llegar hasta aquí. A las iglesias de Lleida y Madrid-Alenza, cuna y desarrollo del proyecto.

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MI BIBLIA, MI TESORO Acompáñanos en un viaje por el fascinante mundo de la Biblia. Descubrirás historias maravillosas que ocurrieron hace mucho tiempo pero que siguen enseñándonos cosas nuevas. Y sobre todo descubrirás a Jesús, tu amigo y compañero de viaje. Lee cada día el apartado correspondiente y compártelo en familia. Pregunta a tus padres, dales tu opinión, escucha sus experiencias y juega con ellos. Y cuando vayas a la iglesia comparte con tus compañeros y maestros lo que has aprendido.

www.aula7activa.org


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