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FRAGILIDAD DE LA DEMOCRACIA EN EL MUNDO

El evento Democracia bajo amenaza, en la Asamblea de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU), agosto de 2022

Recopilaci N

DE PARTICIPACIONES DE PONENTES DEL EVENTO

Ángel E. Álvarez

Coordinador del Observatorio de la Democracia en América Latina de AUSJAL

Introducción

El Observatorio para la Democracia en América Latina de la AUSJAL, es un programa de investigación que invita a la cooperación de académicos de las universidades de la región con miras a consolidar la línea de trabajo iniciada en 2020 con el proyecto Desencanto con la democracia en América Latina, liderado por el padre Francisco José Virtuoso, entonces rector de la Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela (Virtuoso y Álvarez, 2021). Como resultado de las actividades de investigación y reflexión llevadas a cabo durante el 2021 y parte del 2022, el Observatorio ha identificado la necesidad de recolectar y analizar lo que los ciudadanos entienden por democracia a fin de contribuir a dar viabilidad de proyectos y programas de formación sociopolítica y fortalecimiento de buenas prácticas democráticas.

De forma inmediata, el Observatorio se propone, en primer lugar, describir las ideas y valores de ciudadanos con capacidad de incidir en los modos en los que en la sociedad se concibe la democracia. En segundo lugar, se busca determinar hasta qué punto hay correspondencia entre las aspiraciones de cambio social, político y económico, que existen en América Latina, y las distintas concepciones y valoraciones de la democracia.

Los esfuerzos de investigación del Observatorio, a largo plazo, se dirigen al estudio de los valores y percepciones de la democracia por parte de los ciudadanos de los países latinoamericanos, mediante estudios muestrales probabilísticos comparables realizados con una mirada multidisciplinar. Pero antes de llegar a ese ambicioso destino, daremos un primer paso centrado en estudiar las cogniciones y valores de los líderes comunitarios y sociales. La importancia de este primer paso es doble. En primer lugar, los líderes están en posición de aportar información y conocimiento acerca de aquellos asuntos, ideas, experiencias y logros relevantes en sí mismos y también útiles para conocer, así sea de modo indirecto por ahora, las concepciones y valoraciones de los grupos de ciudadanos con los cuales los líderes se comunican representan o son voceros. En segundo lugar, aunque no pueden confundirse las opiniones de los líderes con las del resto de los ciudadanos, lo que los dirigentes sociales y de las comunidades piensan, sirve de insumo para orientar futuras pesquisas de la opinión pública con un lenguaje más cercano al del público que aquel resultante de la mera realización de pruebas piloto para corregir cuestionarios elaborados por académicos y expertos.

¿Qué sabemos acerca del estado de la democracia en América Latina hoy?

La democracia contemporánea es un concepto multívoco referido a una realidad multidimensional que acontece en el contexto de Estados diversos y sociedades heterogéneas. La relación entre la democracia y sus contextos sociopolíticos no es simple, lineal, ni siempre armónica. El disenso sobre los significados de la democracia es inherente al propio funcionamiento de la democracia contemporánea (DeWeil, 2000). En la literatura de ciencia política se han producido listados amplios, taxonomías y modelos complejos que buscan identificar al menos, algunas de las muchas definiciones de democracia (Collier y Levitsky, 1997; Held, 2006; Lijphart, 1999). Ha habido importantes esfuerzos por medir comparadamente diversas dimensiones y variedades de democracia (Coppedge, Lindberg, Skaaning y Teorell, 2015; Freedom House, 2019; Center for Systemic Peace, 2022). Estas bases de datos son de gran ayuda a la hora de elaborar conjeturas acerca del estado de la democracia y sus tendencias. A partir de las elaboraciones sobre variedades de democracia se ha medido el apoyo de las élites políticas a la democracia en América Latina (Bohigues, 2021). No obstante, en un estudio realizado con base en datos de encuestas de 2006-2007, se identificaron más de tres decenas de definiciones de democracia en el público latinoamericano, además de un número importante de ciudadanos para los cuales la palabra democracia carecía de significado (Carrión, 2008, pp. 23-30). En suma,

© ausjal.org

la democracia es un concepto intrínsecamente conflictivo y una realidad en permanente cambio. Por ello, a priori, no hay forma de determinar qué entienden los ciudadanos por democracia y cuál es el nivel de disenso sobre las reglas del juego político que una democracia puede manejar.

Sea lo que sea que en la sociedad se entienda por democracia, es sabido que a finales del siglo XX, durante la llamada “tercera ola” de las democratizaciones, la democracia liberal parecía haber ganado la batalla a sus históricos enemigos a la izquierda y a la derecha del espectro político occidental (Dunn, 2005). Poco más de dos décadas después, la democracia está siendo simultáneamente celebrada y criticada por el público (Coicaud, 2019; Wike y Fetterolf, 2021). Y, al mismo tiempo, se observan retrocesos de la calidad de la competencia democrática y tendencias autocráticas en gobiernos electos e incluso respaldados ampliamente por la mayoría (Diamond, 2020; Carothers y Press, 2022; Boese et al., 2022).

América Latina no escapa de esta tendencia global. En la región hay claras evidencias de desencantamiento con la democracia en general y retrocesos de todas las variedades de democracia para las cuales hay indicadores comparables. La ola de democratizaciones en América Latina alcanzó su punto más alto en 2001. Ese año, 17 países de la región alcanzaron valores de democracia iguales o superiores a 0.5 en la escala de 0 a 1 de los indicadores del Proyecto V-DEM (Coppedge, Lindberg, Skaaning y Teorell, 2015). Veinte años después, 14 países obtuvieron un puntaje de 0.5 o más en la misma escala. Aunque el número de democracias electorales sigue siendo grande, desde mediados de la década actual, la democratización latinoamericana ha mostrado signos de debilitamiento en la mayoría de los países. Entre 2001 y 2021, el nivel de democracia electoral retrocedió en trece países y mejoró solo en seis casos y, en todos, menos del 1 %. Esta observación resulta aún más preocupante cuando se tiene en cuenta que el nivel de democracia, en la mayoría de los países de América Latina, ha sido inferior a 0.8 en promedio por veinte años. Las únicas excepciones han sido Costa Rica (0.91), Uruguay (0.89), Chile (0.86) y Brasil (0.83). Sin embargo, incluso en estos países se observan retrocesos en los índices de democracia de V-DEM y la calidad de estas democracias ha sido evaluada críticamente. Los déficits, nudos y problemas sociales de la democracia en Chile (Barrientos, Garrido,

Jiménez, Galaz y Mella, 2021) y en Brasil (Lacerda et al., 2021), contrastan con los valores relativamente altos que en promedio han alcanzado estos países en los índices de democracia postransiciones. Mientras en muchos países de la región, los indicios de retroceso democrático son evidentes, los progresos observados en unos pocos casos son menores. Cuando se contrasta los niveles de democracia en 2021 con los de la cúspide de los procesos de democratización veinte años antes, observamos que solo cuatro países (Perú, República Dominicana, Colombia y Paraguay), registran niveles ligeramente más altos de democracia electoral que en 2001.

En la región se observan altos grados de polarización ideológica (Barreda y Ruiz, 2020), y crisis presidenciales ocurridas que han influido en el deterioro del respaldo a la democracia (Helmke, 2020; Blanchard, 2018). Sin embargo, la polarización, las protestas, conflictos no resueltos, tensiones entre poderes y la inestabilidad política no se ha traducido en colapsos violentos como los observados durante los sesenta y setenta del siglo XX (Linz y Stepan, 1978). Gobiernos de izquierda y de derecha se han alternado pacíficamente en muchos países de la región. Los porcentajes de participación en elecciones en la mayoría de los países latinoamericanos son relativamente altos, aunque parecen haberse estancado (Espí, 2019). No obstante, las votaciones también han servido para la elección de gobiernos iliberales (Smith y Ziegler, 2008; Carrión, 2008).

Desde una perspectiva estrictamente minimalista de la democracia (Przeworski, 2019), los problemas antes mencionados pudieran no ser motivos de alarma. Desde este punto de vista, mientras las elecciones libres sean la norma, no podría hablarse de crisis de la democracia (Landemore, 2020). A lo sumo, se podría decir que el descontento obedecería más a crisis de comprensión popular de lo que es la democracia, que a una crisis de la democracia (Riordan, 2017). Es más, las democracias están natural y permanentemente en crisis (O’Donnell, 2007).

Sin embargo, lo que preocupa de la situación actual en la región es que, además de retrocesos en el nivel de democracia, hay claras señales de desencanto de la población con la democracia (Corporación Latinobarómetro, 2022). Cierto es que, en la mayoría de los países de América Latina, las elecciones son hoy el procedimiento ordinario para decidir quien ejerce los más altos cargos ejecutivos y legislativos. No obstante, los latinoamericanos le han restado apoyo tanto al funcionamiento específico de la democracia en sus países, como apoyo difuso a la democracia como forma de gobierno. La democracia sigue siendo la forma preferida de gobierno en comparación con el autoritarismo, pero según los datos recientemente reportados por Latinobarómetro (correspondientes a 2020), el porcentaje de ciudadanos que apoyan la democracia es actualmente menor que hace dos décadas y media en la gran mayoría de los países. En ocho países (Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá y Paraguay), menos de la mitad de los ciudadanos apoyan la democracia y en diez países (Argentina, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y República Dominicana), el apoyo a la democracia cayó 10 o más puntos porcentuales en 20 años. La pérdida de apoyo a la democracia es generalizada en la región, con solo dos excepciones: Chile y Venezuela.

Hacia el estudio de los valores democráticos de la ciudadanía

Con base en la evidencia disponible, se puede afirmar que hay retrocesos en la cantidad de democracia y en el apoyo a la misma por parte de la mayoría de los ciudadanos en la mayoría de los países latinoamericanos. Lo que no sabemos es, qué aspectos o modelos de democracia son los que sufren de crisis de apoyo específico y difuso. Para avanzar en el conocimiento de las percepciones y valoraciones de la democracia entre los latinoamericanos es preciso consultar a los ciudadanos mediante estudios diseñados con tal fin.

Entendemos por líderes sociales y comunitarios las cabezas visibles de organizaciones (formalmente registradas o no), que impulsan o participan en la promoción de la igualdad y la democracia, sea que promuevan causas relacionadas con ciertas poblaciones o acciones y programas específicos, o que defiendan intereses comunes y transversales de la sociedad. Para distinguir entre líderes sociales y líderes comunitarios se puede recurrir a una diferenciación entre dos tipos de orden que, aunque formulada hace muchos años por Manuel García-Pelayo, aún está vigente: la organización y la ordenación. Las organizaciones son sistemas estructurados de forma racional e intencional. La ordenación, en contraste, es una forma de orden “inmanente a la realidad misma” (García-Pelayo, 1974, p. 10). En el mundo contemporáneo, las redes presenciales (que surgen de la interacción directa), y virtuales (las que surgen en plataformas digitales), son ordenaciones teóricamente diferenciables de las organizaciones racionalmente diseñadas a priori para unos determinados fines explícitamente formulados. En la práctica, las organizaciones pueden orientarse a fines distintos a los explícitamente expresados e incluso, en su interior, pueden generarse órdenes informales y tácitos. Es más, las organizaciones pueden coexistir y articularse intencionalmente con comunidades ordenadas de manera informal o inmanente. Por ello, la distinción entre orden y organización puede ser vista como un asunto de grado más que de clase. En la virtualidad de las redes sociales, las organizaciones no solo tienen presencia sino pueden formar parte de comunidades no intencionalmente estructuradas. Más aún, los algoritmos de las redes pueden imponer una cierta organización racional, intencional- mente diseñada por los administradores para poner en contacto a individuos que no están formalmente organizados ni directamente relacionados. Los algoritmos pueden propiciar la interacción prolongada entre personas que, eventualmente, pueden decidir organizarse de manera intencional y formalizada. Las posibilidades de combinación entre comunidades y organizaciones son múltiples y constituyen un problema empírico que no se resuelve con una tipología simple, pero la misma sirve de base en estas etapas preliminares de la investigación.

Con base en la diferencia entre organizaciones formalizadas y comunidades ordenadas, se puede distinguir entre líderes sociales (aquellos que dirigen organizaciones), y líderes comunitarios (que ejercen vocería e influencia en comunidades físicas y virtuales). Las organizaciones sociales están, por lo general, formalmente constituidas y usualmente registradas de manera legal. Los líderes organizacionales son electos o designados mediante procedimientos institucionalizados (sean por estatutos internos o por normas jurídicas). Tienen el poder de definir, comprometer y actuar en nombre de los intereses de los demás integrantes del grupo social que representan y que tienden a estar formalmente afiliados y registrados como miembros de la organización. Ejemplos de líderes sociales son los secretarios generales, presidentes y directivos de sindicatos, organizaciones campesinas, asociaciones empresariales y gremios profesionales. Por el contrario, los líderes comunitarios ejercen vocería (es decir, promueven la causa de, por ejemplo, un género, una etnia, una identidad cultural, una localidad o un estatus social), pero no ejercen poderes formalizados expresamente en normas o acuerdos. Son seguidos y tienen influencia sobre las personas que se identifican como parte de la comunidad, pero sus actos y declaraciones no comprometen oficialmente a otras personas con quienes comparten los valores.

El estudio de cogniciones y valoraciones de la democracia por líderes sociales y comunitarios se hará a través de encuestas nacionales en línea, mediante muestreo no probabilístico. Aunque el muestreo probabilístico es el modelo ideal en los estudios cuantitativos, en ciertas condiciones resulta conveniente usar otras estrategias. El trabajo contará con la interlocución de universidades afiliadas a la AUSJAL, así como la de la CPAL y los grupos de acción social, tanto en la fase de recolec- ción de la información como en las etapas de análisis, difusión y uso del conocimiento adquirido como insumo de programas de formación y acción sociopolítica.

La información será recolectada mediante encuestas por muestreo no probabilístico. Este tipo de estudios tienen algunas limitaciones bien conocidas: la participación es voluntaria y no es posible saber qué grupos o individuos no participan ni por qué. No se conoce el error de muestreo y a partir de la muestra no se pueden hacer estimaciones insesgadas ni inferencias válidas para toda la población. Sin embargo, este tipo de estudio permite la recolección de información en línea de forma rápida y económica, y resultan muy útiles en investigaciones de carácter exploratorio que buscan principalmente identificar problemas, desarrollar hipótesis, definir rangos de alternativas de variación en las cogniciones y valoraciones de objetos socialmente relevantes (como lo es la democracia), y recopilar datos no inferenciales que sean de utilidad para programas de acción social y para la formación sociopolítica (Patton, 2015).

En consecuencia, aunque este estudio no aspira a producir generalizaciones, sus conclusiones prometen ser valiosas a los fines de comprender e incidir en la visión de la democracia que tienen las comunidades y sus activistas. Su importancia será mayor, tanto para el conocimiento como para la acción social, en la medida en que el conjunto de organizaciones incluidas en la muestra refleje la máxima diversidad posible en términos de tamaño, áreas específicas de actuación, la región en la que actúen y la población a la que se dirija su trabajo.

Como indicó el padre general Arturo Sosa, S.J., en la presentación del libro Crisis y desencanto con la democracia en América Latina, ya mencionado antes, el Observatorio debe “dar seguimiento a los problemas, evaluar tendencias y contribuir a construir propuestas que orienten las transformaciones que conduzcan a la democratización de la política” y sus materiales deben servir de base “para proyectos de incidencia y programas de formación sociopolítica para aquellos grupos de población cuyo empoderamiento es prioritario” (AUSJAL, 2021). Para mejorar las posibilidades de tener incidencia, el estudio que proponemos busca también profundizar nexos entre el Observatorio, nuestras universidades y las necesidades de formación y acción de las organizaciones sociales y comunitarias.

La democracia debe estar bajo observación. Su salud está debilitada en muchos países de la región y del mundo. Pero la observación no debe plantearse como una reacción coyuntural a una crisis pasajera. Las tensiones sociopolíticas son síntomas crónicos de la dolencia democrática que puede escalar hasta el cuestionamiento de las bases mismas del orden político. La observación no puede ser mera contemplación, sino un medio para identificar tratamientos oportunos que permitan el fortalecimiento de las instituciones, la equidad socioeconómica y el desarrollo de culturas democráticas entre líderes y ciudadanos.

Referencias

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Ponencia de Matthew Carnes, S.J.

Profesor en el Departamento de Gobierno y en la Escuela de Servicio Exterior de Georgetown. Director del Centro de Estudios Latinoamericanos de Georgetown de 2016 a 2022

Siempre es un reto seguir a alguien con una visión tan completa como la de la Dra. Bachelet y la contribución que ha hecho a nuestro planeta. También estoy muy agradecido por el debate que estamos teniendo y por este proyecto, al padre Francisco Virtuoso, que ha sido una especie de punta de lanza, y a Ángel, que trabaja con investigadores de 22 universidades de nueve países de América Latina. Han sido capaces de hacer algo increíblemente importante, que es profundizar en los recientes desafíos a la democracia que son particulares de América Latina, pero no particularmente en América Latina. De hecho, son compartidos por todas las Américas, incluido Estados Unidos y todo el mundo.

Una cosa que aprecio de este estudio (Crisis y desencanto en la democracia) es que profundiza y examina la experiencia particular de cada país dentro de América Latina. Y quienes conocen la región saben que los países son increíblemente diferentes y que algunos están experimentando un resurgimiento de la democracia, mientras que otros están experimentando un retroceso increíble.

También es un ejemplo de cómo puede ser la colaboración cuando reunimos a la red jesuita, así que cuando no hacemos esto como investigadores aislados, como universidades aisladas, sino que dialogamos unos con otros, aprendiendo de las preguntas, aprendiendo de las experiencias, y luego pensando colectivamente ¿Cómo podemos marcar la diferencia en el futuro? ¿Cómo podemos ser agentes de la restauración de una especie de confianza en la democracia, de una democracia implicada y de una participación en la democracia que pueda permitirle florecer más en el futuro?

He tenido la oportunidad de leer el informe, tuve la suerte de recibirlo en nuestro Centro de Estudios Latinoamericanos, se trata de un trabajo ejemplar; quiero destacar, una idea principal y luego ofrecer algunas reflexiones generales para nosotros mientras pensamos en la democracia en todo el mundo.

Lo principal, algo que el Dr. Álvarez resumió y que la Dra. Bachelet ha destacado es esta palabra que “Desencanto” y que forma parte del título: Desencanto en la democracia. Este desencanto, esta decepción con la democracia y lo que esto significa es que en toda la región ha habido una creciente desconfianza o decepción con lo que la democracia está ofreciendo actualmente.

Como dijo muy bien la Dra. Bachelet y no es que la desconfianza se base simplemente en las instituciones democráticas, las formas en que se celebran las elecciones, aunque estas importan mucho, tiene algo que ver con el acuerdo social básico que ofrece la democracia, resultados económicos, la sensación de polarización y desigualdad en los resultados y en las oportunidades en toda la sociedad.

Como muchos saben, América Latina es la región que ha sido más desigual durante los últimos cientos de años. Y eso no se ha reducido mucho, algunos años ha disminuido un poco, pero en general no se ha reducido, y esa división hace que la gente se sienta cada vez más excluida. Incluso, si juego a este juego como se supone que se debe jugar, incluso si tengo la oportunidad de votar como cualquier otra persona, no mejoran los resultados que experimento a diario y eso conduce a la desconfianza.

Esto lleva a una preocupación constante sobre cómo puede ser mi futuro. Se resume en una serie de resultados diferentes en el informe y entre los que destacan: polarización ideológica, cuando la gente tiene la sensación de que se trata de una batalla en la que el ganador se lo lleva todo, una batalla desigual; en las crisis presidenciales puede que este presidente sea, quien nos de todo o quien termine con todo. A menudo, existe un mesianismo en términos de candidatos presidenciales diciendo: “Yo seré el que arregle esto”, “Yo soy el único que puede hacerlo”. Corrupción, donde los que tienen y tienen acceso son capaces de acaparar más y más para sí mismos, aumentando la desconfianza de los demás.

Una creciente personalización en la política que está muy impulsada por quien es el candidato o la candidata, en lugar de una visión compartida del partido político o una misión social compartida a través de todo el creciente populismo en su región.

En algunos casos existen restricciones a los derechos políticos a las libertades civiles, especialmente por parte de los que están en el poder, como el padre Arriaga, S.J, destacó, también una crisis real en el estado de derecho, una creciente sensación de que algunas partes de algunos países son ingobernables o no tienen un sentido de seguridad y un sentido del estado de derecho por parte del Estado, esto conduce a una desconfianza aún mayor.

Este modelo, este conjunto, esta constelación de instituciones y esfuerzos democráticos no han dado lugar a que la gente sienta que tiene más futuro aquí. Como si pudiera confiar en que si juego bien a este juego se obtendrán resultados en el futuro. El informe lo diagnostica muy bien. Algunas de las reflexiones generales sobre la democracia que rescato son: la calidad de la democracia y sobre lo que podríamos hacer al respecto.

En primer lugar, observo con cierta obviedad, que la democracia no tiene nada de inevitable, ni de teleológico, por utilizar el término griego, no tiene un dinamismo interno que vaya a suceder o deba suceder, de hecho, es un trabajo muy duro y puede descarrilarse de muchas maneras distintas.

Digo que es un punto obvio, pero no lo era para la mayoría de nosotros, porque después del final de la Guerra Fría, vivimos un periodo, resumido tan bien en esa visión de Fukuyama, este momento del fin de la historia –uno casi inevitable–, pensábamos que una vez que las sociedades fueran liberadas se volverían más democráticas y la gente encontraría maneras de resolver las diferencias; esto significaría que las voces que nunca antes fueron incluidas de nuevo, serían incluidas, significaría un crecimiento más equitativo y simplemente estaríamos avanzando.

Pensábamos que sería bastante fácil, pero lo que hemos visto en los últimos años es que no es así en absoluto, de hecho, puede haber elementos de la democracia que lleven a socavar la democracia, el control por parte de presidentes fuertes, la capacidad de controlar legislaturas o destituir legislaturas, la capacidad de nombrar jueces o destituir jueces, todo ello puede llevar a resultados poco democráticos, ni inclusivos.

Y podemos ver muchas maneras en las que la gente puede desencantarse –como mencioné sobre la democracia–, por lo que la democracia en sí misma no es fácil, no tendríamos que esperarla así, y quizás América Latina experimente esto de una manera particular, dada su transición en gran parte de los países, de un régimen autoritario a la democracia, y algunos sintieron que simplemente habían sido liberados y que esto seguiría avanzando, pero vemos que la capacidad de cumplir no siempre ha dado sus frutos. En resumen, ese es el punto uno: la democracia no es fácil, ni es inevitable.

El segundo punto es que las instituciones importan, pero no son una garantía en sí mismas. Instituciones como las constituciones, las normas de votación, la protección de los derechos de la prensa, los tribunales, entre otras, son importantes y pueden ser increíbles protecciones y controles del equilibrio de poder de quienes están al mando, pero tam- bién pueden cosificarse, crear expectativas imposibles de cumplir, ser instituciones que empiecen a sembrar las semillas de su propia destrucción. Por un lado, pueden significar que algunos tienen un poder desproporcionado, por otro, puede haber tentación. Es un momento muy interesante para pensar en esto, en el caso de Chile. La Dra. Bachellet mencionó las movilizaciones masivas de 2019, que siguieron a movilizaciones previas en años anteriores, pero las movilizaciones masivas son el resultado en ese país, dejando ver que las instituciones eran insuficientes.

La constitución actual es insuficiente para el momento (agosto de 2022) y por eso el referéndum popular ganó abrumadoramente para reescribir la constitución, pero ahora existe la difícil tarea de escribir la mejor constitución, lo más democrática posible y hacerlo en un plazo. Inicialmente, tenían nueve meses, ahora tienen un poco más de tiempo para terminarla.

Pronto se someterá a referéndum popular, un referéndum democrático, y existe el peligro de que en este increíble esfuerzo por crear una constitución que responda mejor a las necesidades actuales, no a las de 1980, como la anterior, se caiga en la tentación de intentar meter hasta el último detalle y hacer todas las promesas posibles a todos los grupos, lo que puede llevar a algunos a pensar: “Bueno, mi grupo no ha sido plenamente incluido”, “No estoy seguro de cómo va a desarrollarse”, o “Tengo dudas sobre la posibilidad de llevar a cabo una reforma de tal envergadura”.

Ahora mismo estamos ante un momento muy delicado en Chile, en el que las encuestas actuales muestran que esta nueva constitución posiblemente pierda y, si lo hace, qué tipo de descontento veremos entonces; estará ligado de nuevo a las viejas instituciones que teníamos antes y que todo el mundo reconoce que son insuficientes.

Así que, de nuevo, las instituciones importan, pero no son garantías y no es fácil acertar con ellas, como para conseguir las instituciones electorales adecuadas, conseguir el tipo de participación adecuado. En esencia, no tenemos una visión completa de lo que esto significa.

En tercer lugar, la democracia, como todas las formas de gobierno, solo tiene éxito en la medida en que es capaz de ofrecer todas las demás cosas que la gente quiere para su vida, así que la democracia debe, como cualquier otro gobierno, ofrecer el tipo de posibilidades económicas que la gente desea.

Tiene que ofrecer el tipo de inclusión social y oportunidades de movilidad social, y cuando no lo hace, la gente no solo responsabiliza al gobierno actual, no solo al sistema económico, sino también al sistema político, y esas preocupantes estadísticas –que citó el Dr. Álvarez y que hemos visto durante muchos años–, muestran la gran desconfianza en la democracia y a veces la preferencia por la autocracia en América Latina, por la promesa de que la autocracia podría ser capaz de cumplir más rápidamente que la democracia.

Así que la democracia tiene que cumplir, aunque está luchando como cualquier otro tipo de gobierno durante la pandemia, durante la ralentización del crecimiento en los últimos meses, durante las respuestas a la guerra de Ucrania, se enfrenta a los mismos retos que cualquier otro gobierno, pero las democracias están obligadas a rendir cuentas de una manera que es mucho más difícil hacerlo con los autócratas y, por último, y podría ser el punto más importante, me parece que realmente nos enfrentamos a un reto generacional en la democracia.

Me llamó mucho la atención el punto del Dr. Álvarez, que 2001 fue un punto de inflexión, donde la democracia y el número de países que contaban como marginalmente democráticos en América Latina comenzaron a disminuir. Ahora bien, los jóvenes de hoy, casi todos los estudiantes de nuestras universidades en todo el mundo, nacieron o alcanzaron la mayoría de edad después de 2001.

Solo han conocido un tipo de democracia: la democracia en declive, la cuestionada, la que no funciona bien, la que retrocede y, por tanto, nuestra generación, llegó a la edad adulta pensando que la democracia era inevitable, ellos están llegando a la edad adulta pensando que la democracia es profundamente defectuosa, y que una democracia no puede ofrecer eso.

La democracia se verá a menudo asediada y ese es el verdadero reto. Esa es la decepción, el “desencanto” que tenemos que abordar. Porque cuando desconfías del sistema, cuando crees que esta democracia está montada contra ti, entonces empiezas a desconfiar de todos los demás, desconfías de otros ciudadanos. Cabe preguntarse si están intentando sacar más provecho de esto que uno mismo. Empieza a crear una mentalidad de “el ganador se lo lleva todo”, así que si mi bando gana estas elecciones, vamos a usar el gobierno para nosotros porque no sabemos si lo tendremos la próxima vez y si el otro bando gana, van a tirar todo lo que hicimos y lo van a tomar para ellos, esta mentalidad de “el ganador se lo lleva todo” se hace más y más fuerte.

Esta polarización puede empezar a producirse: “O estás conmigo o estás contra mí”, y puede llevar a la sensación de que no compartimos ningún tipo de visión o proyecto común como país.

Esto socava el contrato social básico de la democracia, como dijo la Dra. Bachelet, el contrato social en el que decimos que si trabajamos juntos, podemos hacer más, en lugar de eso, vemos un tipo de democracia en la que todo el mundo siente que juntos estamos amenazados, así que mejor hacer menos juntos que es extremadamente problemático.

Algunos de mis colegas de la Universidad de Harvard han escrito recientemente sobre cómo fracasan las democracias, y si no has leído el libro de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, How Democracy is Die (2019), vale la pena. Conconluyen con un punto muy importante: dicen que un elemento que hemos perdido en la democracia en muchos países es una especie de confianza y una especie de tolerancia mutua, porque la democracia exige que confíe en el otro, en que si gana no utilizará el gobierno completamente contra mí, y que confíe en que si gano, tendré la tolerancia de no utilizar el gobierno completamente contra él, nos comprometeremos una y otra vez, confiando en que el sistema de votar dentro y fuera a los diferentes candidatos, a los diferentes partidos, nos permitirá avanzar juntos de forma algo vacilante, pero juntos, de forma constructiva y colectiva.

Esa idea es algo que se ha perdido fundamentalmente en este momento de “desencanto”, de desconfianza en la democracia, así que me parece que tenemos un poco de misión ante nosotros, pero es una para la que estamos particularmente bien preparados y lo digo porque, en primer lugar y a nivel amplio, las instituciones religiosas, como la nuestra, la Compañía de Jesús, se dedican a la idea de reunir a personas diversas bajo una visión común de un Dios que nos ama primero, que valora la dignidad de cada uno de nosotros primero, que nos apoya a largo plazo, que nos da esperanza y noso- tros, como instituciones jesuitas, tenemos un sentido de las formas en que podemos crear espacios.

Siempre vuelvo a una frase de la 34ª Congregación General, en la que se hablaba del modo en que la Compañía de Jesús está llamada a formar comunidades de solidaridad, comunidades que reúnan a la gente a nivel local, a nivel global, para sentir ese sentimiento común de que estamos juntos en esto.

No se trata de que el ganador se lo lleve todo, estamos juntos en esto, y juntos podemos habituarnos y cultivar esas prácticas de escuchar, de colaborar, de confiar los unos en los otros, de tener a veces discusiones en las que uno de nosotros gana y el otro pierde, pero tenemos que permanecer en la conversación, podemos aprender los unos de los otros y podemos crecer y podemos probar y experimentar.

Me parece que estas comunidades de solidaridad son lo que nuestras universidades están llamadas a ser, y me parece también que las preferencias apostólicas universales (PAU) están bien preparadas para empezar a abordar parte de esta crisis de la democracia. Me encanta esa frase en la que deja la una de las cuatro PAU, la idea de viajar con los jóvenes hacia un futuro lleno de esperanza.

Si hay algo que falta ahora mismo en nuestro momento democrático es esa falta de confianza, así que ¿cómo hacemos para que la gente confíe más en los demás? Creo que es cuando los traemos a nuestros campus y comparten misiones y oportunidades juntos, creo que es cuando trabajamos con ellos para que se conviertan en los líderes que pueden dar forma a políticas que sean inclusivas y que incluyan a todos, creo que es cuando les ayudamos a soñar con un mundo en el que no es necesario que el ganador se lo lleve todo, sino que cada vez más pueden ver oportunidades de crecimiento compartido y oportunidades compartidas.

Ponencia de la Dra. Carla Eddé

Vicepresidenta de Asuntos Internacionales de la Universidad Saint Joseph (Líbano)

Soy del Líbano, de la Universidad Saint Joseph de Beirut. Desde niña escucho: “En este momento, Líbano está atravesando una de las fases más críticas”, esta es una de las razones por las que elegí estudiar historia, ¿por qué Líbano es un país tan inestable? La respuesta obvia es, porque tiene 20 grupos religiosos diferentes reconocidos oficialmente.

Por supuesto, eso la convierte en una sociedad plural y muy dividida. Otra razón es que vivimos en una región en la que las guerras y los conflictos han sido recurrentes desde la Primera Guerra Mundial, pero aun así esto no es suficiente para entender por qué Líbano es un país tan frágil. La respuesta –la más fácil, pero creo que la más convincente– es porque es una democracia y es una extraña, así que, sí, es una democracia; las constituciones no son suficientes para garantizar los derechos humanos, pero la libertad de religión, de conciencia, de fe, la libertad de expresión y opinión y de asociación están inscritas en nuestra Constitución, tenemos libertad política, que nos permite organizar actividades políticas, partidos políticos para presentarse a las elecciones y así sucesivamente, tenemos también unos medios de comunicación pluralistas y otros componentes esenciales para una democracia.

Sin embargo, estamos en el mismo o en el otro lado, tenemos también la violencia como medio para lograr objetivos políticos, el magnicidio, asesinato de periodistas, de activistas miembros de la sociedad civil, de nuevo, son muy comunes y la violencia contra manifestaciones específicas que ocurrieron hace dos años, que también son amenazadas y ocurren con bastante frecuencia, la justicia no está aquí y la impunidad es parte de nuestro sistema.

De ahí la situación a la que nos enfrentamos a diario en mi universidad de Beirut. Entonces, ¿qué hacemos al respecto? ¿Cómo promueve la USJ la democracia y los derechos humanos? Por supuesto, intentamos hacerlo en las tres dimensiones de nuestra misión: enseñanza, investigación y servicio a la sociedad.

Pondré dos ejemplos: se trata de 12 créditos obligatorios para todos nuestros estudiantes de licenciatura, que se componen de cursos sobre ciudadanía y derechos humanos, ética, diálogo interreligioso y otro sobre cultura general, esto es obligatorio para todos nuestros estudiantes.

Desde 2017, somos coordinadores del Máster Árabe de Derechos Humanos y Democracia, es la primera vez que este máster se implanta en la región árabe y en el mundo árabe. Forma parte del campus global de Derechos Humanos, financiado por la UE.

También, hemos puesto en marcha el primer centro de mediación profesional en el Líbano y Oriente Medio, que ofrece formación para personas, por supuesto, fuera de la universidad, pero también para el personal y los estudiantes, este es obligatorio para todos los candidatos que una vez que quieren presentarse a las elecciones del cuerpo estudiantil.

Una de las guerras más largas de la historia libanesa es la guerra civil de 1975-1990, empezamos a documentar la guerra durante la guerra y esto era, por supuesto, una tarea peligrosa de hacer, así que continuamos y fuimos los primeros en publicar sobre las personas desplazadas en todo el país durante el conflicto.

Continuamos con ese esfuerzo después de la guerra, y fuimos los socios científicos del Centro Internacional para la Justicia Transicional cuando se trataba de cartografiar la violencia masiva y la violación de los derechos humanos en el Líbano desde 1975 hasta 2008.

Por otra parte, hemos puesto en marcha el Observatorio de los Derechos y la Protección de la Infancia y la Juventud; son muy dinámicos, publican estudios y han desempeñado un papel decisivo en la elaboración y redacción de nuevos procedimientos, procedimientos estándar para la protección de los niños, especialmente en los campos de refugiados. Hemos realizado ese proyecto con UNICEF y con el Ministerio de Trabajo del Líbano, que solicitó nuestra experiencia.

Así que esto es, de nuevo, la investigación y la experiencia y el servicio a la sociedad cuando se trata de los servicios, la sociedad, otras actividades se han implementado. Somos especialistas en la capacitación de formadores para ONG –locales y su personal–, en los campos de refugiados palestinos y sirios, pero también en los ámbitos de la sociedad civil y los derechos civiles. También formamos a funcionarios de la administración pública y militar, especialmente en zonas remotas del país donde el extremismo va en aumento.

Y otro ejemplo sobre nuestra clínica jurídica, por supuesto, es un servicio de aprendizaje para nuestros estudiantes, para los de nuestra Facultad de Derecho, pero también han sido muy proactivos después de la explosión de Beirut, recibimos cientos de víctimas para ayudarles a tratar de obtener los derechos, estos son unos pocos ejemplos dotados de nuestra creencia en Emmanuel.

Seguiremos promoviendo la resistencia cultural y los derechos humanos porque seguimos pensando que el Líbano sigue siendo necesario en Oriente Medio, aunque sea una democracia tan extraña.

En cuarto lugar, unas elecciones y unos partidos disfuncionales se insertan a su vez en una sociedad profundamente desigual, en una esfera pública dominada por una prensa sensacionalista y unos medios sociales que no rinden cuentas.

Quinto, tenemos un público que es plenamente consciente de estos graves problemas y que expresa niveles históricamente bajos de confianza en nuestras instituciones democráticas.

Así pues, la crisis está a la vista de todos. ¿Hasta qué punto es grave? Bueno, en un modo esperanzador, es extremadamente grave, pero no existencial. Las instituciones democráticas de Estados Unidos ya han superado crisis importantes en el pasado, pensemos en el escándalo Watergate hace tan solo 50 años, presidentes criminales e intento fallidos de permanecer en el poder a cualquier costo; el dinero y las personalidades siempre han desempeñado un papel exagerado en las elecciones estadounidenses.

Vicepresidente para el compromiso global y director del Centro Berkley para la Religión, la Paz y los Asuntos Mundiales de la Universidad de Georgetown (EE.UU.)

¿Cómo podemos, como instituciones jesuitas, en nuestra misión educativa, marcar una diferencia positiva?

Para responder a esta pregunta analizo la crisis de la democracia en Estados Unidos, desde cinco observaciones rápidas y poco originales: en primer lugar, tenemos un expresidente que todavía se niega a aceptar la legitimidad de las últimas elecciones y que ha alentado el asalto al Capitolio de Estados Unidos; punto número dos, vemos un sistema electoral profundamente defectuoso alimentado por inyecciones de dinero que privilegia las personalidades y los ataques personales sobre el debate reflexivo.

En tercer lugar, los partidos políticos profundamente polarizados dentro de este sistema electoral viciado, son incapaces de encontrar un terreno común en cuestiones que van desde la política económica a la justicia social, medioambiental y racial.

La polarización de los partidos no es nada nuevo, la profunda desigualdad social ha sido una constante histórica en los Estados Unidos y si nos fijamos en la desigualdad racial estructural, por ejemplo, en este país ha sido mucho peor en épocas anteriores, en otras palabras, sigue siendo un problema enorme, que ha sido peor.

Las redes sociales son nuevas, por supuesto, pero los medios sensacionalistas no lo son. Si nos fijamos en los trastornos de finales de los sesenta y principios de los setenta, la década de la Gran Depresión de los años treinta, por ejemplo, o las décadas posteriores a la Guerra Civil de finales del siglo XIX, las crisis de la democracia en los Estados Unidos tienen precedentes.

Hay aspectos alarmantes sobre esta crisis en particular, dada nuestra identidad y de dónde venimos, es que desde la perspectiva del pensamiento social católico, el principio del bien común, que en realidad ha sido defendido históricamente, al menos a nivel retórico en todos los partidos de Estados Unidos, es parte de la tradición republicana, con “r” minúscula, en la cultura política estadounidense.

La decadencia del principio del bien común es una preocupación real, está perdiendo el soporte en nuestro discurso público, encontrando cada vez menos residentes a medida que los políticos de izquierda y derecha expresan su crítica mordaz y su cinismo sobre la posibilidad o incluso el valor de encontrar un terreno común, y eso me parece muy preocupante.

¿Qué hay que hacer? ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cuál es el papel de las instituciones jesuitas en Estados Unidos y en las llamadas democracias establecidas y de larga tradición frente a la crisis que he descrito y que creo que existe en diversas formas sintomáticas y en otras democracias establecidas desde hace mucho tiempo en todo el mundo?

Un punto de partida es que nuestro historial como universidades jesuitas en Estados Unidos no ha sido estelar hasta mediados del siglo XX, me atrevería a decir que estaban estrechamente alineadas con la democracia estadounidense y la apoyaban como instituciones defectuosas, a menudo con un espíritu conservador.

Esta postura patriótica era en parte la precaución de una minoría en un país de mayoría protestante. Las instituciones jesuitas han servido durante mucho tiempo como vehículos para el progreso social, ya que las oleadas de emigrantes, especialmente de Europa y América Latina, aumentaron la población católica de solo el 1 % en la fundación de los Estados Unidos a su más de 20 % actual, el empuje patriótico y conservador de la educación jesuita señalan la lealtad a la democracia en un momento en que la iglesia mundial en su conjunto aún no había abrazado o –desde luego–, no había abrazado plenamente las normas democráticas.

Me gustaría trazar un paralelismo con la carrera de John F. Kennedy, que en una ardua batalla para convertirse en el primer presidente católico del país hizo hincapié en que él no era, “un candidato católico”, sino “un candidato a la presidencia que casualmente también era católico”. Es interesante recordar que Biden es apenas el segundo presidente católico y fue el primer vicepresidente católico de la historia de Estados Unidos.

Y esta lógica política cautelosa en la búsqueda de la respetabilidad, también ha estado en juego un tipo de ethos psicológico de las instituciones jesuitas, al menos hasta mediados del siglo pasado, que ayuda a explicar por qué no hemos liderado espacios realmente para críticas evangélicas proféticas (prophetic gospel critiques) de los defectos de la democracia estadounidense a lo largo de nuestra historia.

Afortunadamente, por supuesto, las cosas han cambiado desde el Concilio Vaticano II, desde el compromiso de la iglesia con la democracia, la revigorización del pensamiento social católico, y el nuevo camino trazado por la Compañía de Jesús, desde el padre Pedro Arrupe y bajo sus sucesores, pero todavía hay mucho por hacer y mucho se está haciendo hoy en la era del papa Francisco.

En el contexto de los problemas mundiales que vamos a debatir, incluida la crisis de la democracia, en los últimos años ha sido sorprendente ver cómo nuestras universidades en Estados Unidos –y creo que se refleja en todo el mundo–, han adoptado posturas públicas claras en apoyo de los inmigrantes y refugiados, contra el racismo, a favor de la justicia medioambiental, por mencionar algunos.

También estamos todos en un proceso de reflexión sobre cómo explorar nuevas formas creativas para integrar la promoción de la justicia en nuestra misión educativa central, la formación de ciudadanos y líderes como agentes de cambio. Como la famosa frase del padre Kolvenbach, la que menciona que la medida de nuestras universidades era en quiénes se convertían nuestros estudiantes.

En ese contexto, el tema de la educación para la ciudadanía global es cada vez más importante para la crisis actual de la democracia y también está marcada por un desagradable auge del nacionalismo en los Estados Unidos y en todo el mundo.

Uno de nuestros activos, pero es una de nuestras bendiciones como instituciones jesuitas, es que realmente somos parte de la tradición internacional de siglos de antigüedad con un horizonte global.

Dada la magnitud de los retos mundiales a los que nos enfrentamos –desde el cambio climático y la desigualdad social, hasta la salud mundial, la paz y la seguridad–, estarán de acuerdo en que tenemos que encontrar formas creativas y aprovechar nuestra red para educar a nuestros estudiantes, para la ciudadanía y el liderazgo, en un mundo dividido, lo que el padre Sosa en la Asamblea de Bilbao llamó “educación universitaria orientada a la ciudadanía universal”.

Tenemos que encontrar formas creativas de educar a nuestros estudiantes en este nuevo contexto de ciudadanía y, a su vez, para dejar que nuestros estudiantes nos eduquen, para quienes un horizonte global viene naturalmente a través de la ubicuidad de la tecnología digital y están entusiasmados por un idealismo apasionado por la democracia, los derechos humanos, la justicia social y medioambiental a nivel local, nacional y mundial.

Nuestros estudiantes, que son y sin duda heredarán nuestras instituciones democráticas disfuncionales y nuestro mundo fracturado, que esperamos hagan un mejor trabajo que nosotros a la hora de gestionarlas y sanarlas en el futuro.

Ponencia del padre Joye James, S.J.

Antiguo secretario de la Asociación Jesuita de Educación Superior de Asia del sur (JHEASA)

Por supuesto, todos esperamos con interés el proceso latinoamericano de la democracia desde los años 60, cuando tuvimos la conferencia del CELAM en Colombia, en 1968, en Benín.

Después en el sur de Asia, en particular en India, observábamos con bastante interés cuál era el proceso político que estaba teniendo lugar en América Latina. Por supuesto, Paulo Freire, Néstor Paz y Camilo Torres eran los héroes de nuestro tiempo en aquella época, en los años setenta.

En los setenta también tuvimos el resultado de este proceso ocurrido en América Latina, pero particularmente en Chile; Allende siendo elegido y siendo asesinado por el grupo del ejército de Pinochet, más tarde en los años ochenta, encontramos en Nicaragua que el gobierno sandinista llegó al poder como un gobierno de izquierda. En ese gobierno había dos sacerdotes, ministros, Fernando Cardenal –él era jesuita– y su hermano Ernesto Cardenal, y todos recordamos la historia de cómo Roma vino pesadamente sobre ellos en ese momento.

La democracia está en gran amenaza, en una gran crisis y ¿cómo vemos esto? Partamos de lo que está sucediendo en los países del sur de Asia, en particular la India. La India es la mayor democracia del mundo con 1,4 mil millones de personas y la mayor tasa de votantes, pero una vez que terminan la votación y el gobierno es elegido, el gobierno se convierten en autocrático. Algunos de los síntomas que están sucediendo en el país son los que describo a continuación.

Una de las cosas que encontramos como un síntoma de un proceso no democrático que está sucediendo en nuestros países, es que no existe un sistema electoral transparente, por ejemplo, con las máquinas de votación electrónica que se utilizan en las elecciones, pues estas máquinas fueron inventadas por Japón, pero nunca los utilizaron.

El mal uso del gobierno, de las agencias que se supone que son independientes, por ejemplo, la Agencia de Investigación Criminal, la Agencia Nacional de Investigación, incluyendo el Poder Judicial, hace dos años, cuatro jueces del Tribunal Supremo, en una entrevista, mencionaron que las cosas que están sucediendo en el Tribunal Supremo no son favorable al proceso democrático. Es la primera vez que sucede algo así en el país.

Los representantes electos de los partidos de la oposición están cargados de dinero. La gente puede comprar diputados y parlamentarios para que voten a favor del gobierno, y el número de grupos elegidos localmente ha visto mermado su poder. Los partidos gobernantes son ignorados por la Comisión Electoral.

La Comisión Electoral es un organismo independiente, pero de alguna manera se ha convertido en un siervo del gobierno en el poder. La prensa ha perdido su poder de publicar y criticar al gobierno, una vez que publicas algo, te arrestan y te meten en la cárcel; hay un par de intelectuales que han sido arrestados y puede que recuerden que un jesuita fue asesinado, fue un asesinato judicial, fue acusado de un crimen que nunca cometió. Todos lo conocemos, estaba en la cárcel y murió allí el año pasado, el 5 de julio, se convirtió en una noticia internacional.

Existe la Ley de Prevención de Actividades Ilegales, debido a ella no se puede ir a cualquier otro tribunal y el que está detenido es puesto en la cárcel sin juicio; 18 personas, intelectuales de nuestro país, todavía están en la cárcel, no tienen acceso al sistema judicial en este momento.

Las instituciones democráticas y constitucionales se han derrumbado y nuestro país se ha convertido en siervo de un ejecutivo autocrático; se presiona a los medios de comunicación y a los periodistas para que no se opongan a las medidas del gobierno; varios periodistas y profesionales de los medios de comunicación languidecen en la cárcel simplemente por hacer su trabajo.

El Poder Judicial se está desmoronando bajo la presión del ejecutivo autocrático atraído por los beneficios posteriores a la jubilación. Dos de nuestros jueces del Tribunal Supremo, cuando se jubilaron, uno se convirtió en gobernador de un estado, otro se convirtió en miembro del parlamento.

Por lo general, estas situaciones suceden y afectan a sus juicios en el periodo previo a la jubilación. Varias leyes agrícolas, de la corte de trabajo, la Ley de regulación de la contribución extranjera y la abrogación del Artículo 3-70, están afectando el área democrática. Todas estas leyes han sido aprobadas por el gobierno en turno sin ningún tipo de discusión en el Parlamento. Las leyes fiscales y las leyes de contribuciones extranjeras han restringido el funcionamiento de la sociedad civil, no permiten registro en las organizaciones prominentes como Oxfam, Commonwealth Human Rights Initiative, Amnistía Internacional, todas han sido suspendidas, no son capaces de funcionar en nuestro país en este momento.

No se trata de una situación de emergencia declarada. Recuerden que en 1975 la Sra. Gandhi, entonces Primera Ministra, declaró la situación de emergencia durante 18 meses, tras los cuales se celebraron elecciones y la Sra. Gandhi fue reelegida. Así que la democracia a nivel de base estaba floreciendo, pero personalmente, esa no es una situación y la India no es la única a este nivel, está sucediendo en todo el mundo.

Y sabemos que después de todo lo que se ha dicho y hecho, la democracia es la mejor forma de gobierno que tenemos, pero ¿cómo manejamos este caso de los gobiernos democráticos elegidos se convierten en autocráticos y nadie les puede desafiar, las leyes se están haciendo con ese formato.

La violencia contra las minorías tribales está aumentando debido al incremento de los discursos de odio y la polarización política en el país.

En otros países de Asia se pueden ver algunos síntomas parecidos a los que he mencionado de la India, por ello mencionaré los de países vecinos como Sri Lanka, Pakistán, Bangladesh, Nepal, etcétera.

¿Qué ha pasado en Sri Lanka? El sistema democrático se ha derrumbado y el poder popular ha hecho que el presidente huya del país. Sri Lanka se estaba convirtiendo en un país autocrático gobernado por la familia Rajapaksa, era un asunto de familia, sin embargo, el sistema político corrupto se ha derrumbado y Sri Lanka se enfrenta hoy a un futuro incierto.

Bangladesh está gobernado por la Liga Awami, que era famosa en la época en que se formó el gobierno en 1971; cuando formaba parte de Pakistán, hubo una gran guerra. India se puso del lado de Bangladesh y fueron liberados y la Liga Awami fue el partido gobernante. Están amenazando a la oposición y ese es el tipo de democracia que está ocurriendo allí.

Pakistán tiene un gobierno elegido democráticamente que sobrevive bajo la sombra de un poderoso ejército que ha gobernado el país durante muchos años, así que de repente el general del ejército se convierte en presidente o primer ministro y toma el poder, esto ya es historia allí.

Nepal como una democracia fracturada, con un frágil gobierno de coalición que funciona bajo la Constitución laica desde 2015.

En Myanmar, el ejército tomó las riendas del gobierno tras derrocar al gobierno electo del premio Nobel y demás.

Bután es una monarquía constitucional democrática, que es parcialmente democrática, ya que tiene una asamblea nacional elegida en Afganistán hace dos años. Como sabemos, los talibanes, el grupo musulmán ortodoxo, se ha hecho con el poder y no hay gobierno elegido en este momento.

Los jesuitas estamos muy implicados en el movimiento yihadista, con el Servicio Jesuita a Refugiados, pero tuvimos que retirarlos a todos, eran unos diez jesuitas los que estábamos allí y los colaboradores y esa es la situación allí.

Y como el padre Sosa mencionó, no se puede separar el proceso democrático de la economía del país. Si la economía se hunde, la democracia se hunde y eso es lo que ha ocurrido en los nuevos países pequeños con el proceso democrático.

Todos los países del sur de Asia están sufriendo esta crisis constitucional y el declive de la constitucional moral y la convención de prácticas.

Pakistán y Nepal se enfrentan a crímenes similares y, en más de una ocasión, el asalto a las instituciones y la dilución de las disposiciones constitucionales para adaptarse a la visión de un líder fuerte que disfruta de una amplia mayoría garantizaron una victoria aplastante, y un líder carismático no garantizan necesariamente ni la democracia ni la laicidad ni la prosperidad de ningún país hoy en día.

La democracia, en cualquier caso, es más que un juego de números, la India no puede considerar que es inmune a los fenómenos meteorológicos extremos, en el entorno económico, como los que están causando estragos en Sri Lanka, el Banco de la Reserva de la India ha advertido recientemente que muchos de los estados de la Unión India están bajo la carga de la deuda y la necesidad de adoptar medidas fiscales severas para evitar la espiral de la crisis.

Desgraciadamente, la partitocracia, la política y las compulsiones electorales hacen imposible afrontar hoy los retos de la racio- nalidad. No es ningún consuelo para los indios que sufren, que les digan que lo que están viviendo es un fenómeno global y que poco puede hacer nuestro gobierno al respecto, que no tiene la magia necesaria, que no sabe cómo salir de esta crisis y que es una crisis real a la que se enfrentan los países del sur de Asia en nombre de la democracia.

Ponencia de la Mtra. Sophia Opatska

Vicerrectora para la aplicación de la estrategia de la UCU en la Universidad Católica Ucraniana

Soy ucraniana y ese es mi superpoder. Así es como empiezo todas las presentaciones de los últimos cinco meses. Como estoy segura de que todo el mundo ahora sabe dónde está Ucrania, cómo se encuentra, y todo el mundo sabe cómo se comunica nuestro presidente. Sé mucho sobre la crisis y la fragilidad de la democracia, ya que fui testigo de cómo un país que pretendía ser democrático, resultó ser un Estado terrorista.

Durante los cinco meses de la guerra de Rusia en Ucrania, hemos sido testigos de todo tipo de violaciones sistemáticas de las normas del derecho internacional humanitario, del derecho internacional y de los derechos humanos; ataques deliberados y discriminatorios contra civiles a los que utilizan como rehenes y escudos humanos, ejecuciones y violaciones, reclutamiento forzoso y secuestros, ataques contra personal e instalaciones médicas, uso de armas prohibidas y muchas cosas más.

Y cada vez que pensamos que lo hemos visto todo, obtenemos un nuevo nivel de emociones. Y entonces la posición que probablemente no es todo.

Como sucedió el 29 de julio de 2022, cuando 53 militares ucranianos cuya evacuación de Azovstal fue facilitada por la ONU y la Cruz Roja fueron torturados y asesinados para destruir pruebas de tortura en la prisión rusa de Olenivka (región de Donetsk).

Los ucranianos sabían desde la anexión de Crimea, en 2014, y la invasión del Donbás, que la democracia es frágil y que, si crees en ella, tienes que estar dispuesto a defenderla: la dignidad humana, la libertad de expresión, la sociedad civil, las elecciones libres, cosas que a menudo se dan por sentadas en muchísimos países. Entiendo todas las preocupaciones sobre la democracia, pero creo que no estamos decepcionados con la democracia, estamos luchando por la democracia.

Muchos de mis amigos, compañeros de trabajo, alumnos y exalumnos, que son cristianos y rezan todos los días, ahora mismo, en lugar de dirigir empresas, escribir un código, enseñar, desarrollar comunidades a través de proyectos de la sociedad civil y crear valor para los demás, sostienen armas en sus manos, luchan y rezan. Lo hacen para proteger a nuestras familias, para proteger a Ucrania y para proteger al mundo entero del terrorismo y el imperialismo rusos.

Algo que no apareció en un par de semanas, meses o incluso años, un fenómeno de Putin que existió y se desarrolló durante 22 años mientras los líderes políticos de otros países iban y venían pero no hacían lo suficiente para detenerlo. Por otra parte, es el renacimiento de un sistema totalitario bastante irreflexivo de los soviéticos que destruyeron a millones de personas en el siglo XX, pero nunca rindieron cuentas por estos crímenes.

Lección número uno: la libertad y la democracia no pueden darse por sentadas.

Segunda lección: los criminales de guerra deben ser condenados, y solo después de que se haga justicia y se rindan cuentas podremos pasar a la reconciliación.

Cinco meses después de la invasión rusa, el sistema educativo de Ucrania y los campus universitarios siguen bajo la amenaza de mortíferos ataques con misiles y bombardeos de las fuerzas rusas. Si se entra en el sitio web https://safeschools.in.ua se puede ver que más de 2,000 instituciones educativas han sufrido bombardeos y bombardeos y 216 de ellas han sido destruidas por completo. Esos son del 6 de agosto 2022, así que ya podría haber cambiado. Al menos 183 lugares religiosos fueron destruidos total o parcialmente por los rusos. Iglesias, mezquitas, sinagogas y edificios educativos y administrativos de las comunidades religiosas de Ucrania.

El viernes 15 de julio, al menos diez misiles rusos (con un coste de 3 millones de dólares estadounidenses cada uno), alcanzaron dos universidades en la ciudad meridional de Mykolayiv. Este es solo un triste caso en una aterradora serie de ataques aéreos dirigidos contra las universidades ucranianas desde la invasión del 24 de febrero. El mensaje que transmiten estos ataques es nada menos que claro: si las universidades son fronteras de cara al futuro, no habrá futuro para Ucrania.

La propia Rusia tiene retos insuperables a la hora de enfrentarse a su propio futuro al reajustar y remodelar constantemente su propio pasado mientras se muestra manifiestamente atemorizada e incapaz de abrirse al futuro. Lamentablemente, la falta de futuro de los rusos se ha convertido en una fuente maligna de destrucción mortal y prácticas genocidas a escala masiva. Institucionalmente hablando, el mundo no oye ninguna palabra de condena por parte de las universidades rusas de los crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso y sus dirigentes políticos.

Al contrario, el sindicato ruso de rectores ha respaldado a los dirigentes rusos en su decisión de invadir Ucrania. Y puedes encontrar en una de las páginas web la larga lista de instituciones rusas que lo hicieron. Tendrás que desplazarte durante mucho tiempo para ver toda la lista.

¿Qué podemos hacer para evitar la crisis y fortalecer la democracia?

Nosotros, las universidades, si se me permite decirlo en un negocio generacional, significa que creamos el impacto más duradero y transgeneracional. Quizás el impacto más importante y transformador cuando se trata de personalidades humanas, vidas humanas, vidas sociales y comunitarias.

Una sociedad libre es un logro moral. Un logro moral que no puede alcanzarse de una vez por todas y para siempre. Requiere el esfuerzo y el compromiso de todos. Es una especie de victoria moral que se espera de todos y en todo momento.

En esencia, esto es lo que se desarrolla ahora en Ucrania. Es un combate moral y espiritual por la libertad y la dignidad, y por eso nuestra victoria moral es tan importante para Ucrania y para el mundo entero.

Nosotros, como comunidad universitaria, estamos en el combate. Este es el momento adecuado para que seamos auténticamente lo que somos y quienes somos al defender lo que es verdadero, bueno y santo. Esta es la fuente de nuestra resistencia y la esperanza para el futuro.

En este tiempo de crisis nos sentimos bendecidos por la solidaridad de muchas personas, instituciones, fundaciones, asociaciones, entre ellas algunas que están aquí presentes. Gracias a todos.

El volumen de trabajo de la Universidad Católica Ucraniana se ha triplicado. Queremos asegurarnos de que la educación de clase mundial en nuestra universidad continúe al 100% a pesar de las brutales y horribles realidades de la guerra.

Empleamos todas nuestras facultades y a toda nuestra gente ayudando a proporcionar ayuda humanitaria masiva a miles de personas de forma ininterrumpida.

La universidad ya trabaja en futuros planes de recuperación de Ucrania para convertirla en un Estado moderno con el ser humano en el centro.

El próximo curso académico será de transición para nosotros como institución. Tenemos que sobrevivir y ayudar a salvar el país. Por esta razón, hemos centrado todos nuestros esfuerzos en desarrollar un modelo de colaboración internacional de este tipo, que no aumente la fuga de cerebros de Ucrania, sino que mantenga a nuestros estudiantes en el extranjero, pero que les siga permitiendo estudiar y estar conectados con nuestra universidad.

Trabajamos activamente con el objetivo de triplicar el número de becas basadas en las necesidades para garantizar el acceso a una educación superior de calidad a las familias ucranianas que sufren penurias durante la guerra, incluidos los estudiantes desplazados. Al mismo tiempo, queremos desarrollar los nuevos campos de especialización necesarios para afrontar los retos de la recuperación y la transformación de posguerra. Cualquier recuperación del país tras la guerra dependerá de su capacidad para retener, comprometer y formar profesionales.

Ucrania necesitará especialistas en los llamados campos emergentes, como los estudios sobre refugiados, los estudios sobre seguridad, los estudios sobre resiliencia, la ayuda internacional al desarrollo, los estudios sostenibles, los estudios europeos, para hacer frente a los retos de la posguerra. Hubo un momento en que, como universidad, nos planteamos seriamente la idea de una universidad en el exilio. Esperamos no tener que hacerlo. Creemos en nuestra victoria y sabemos que no cederemos ni nuestra tierra ni nuestra identidad al enemigo o a los terroristas.

Pero hemos aprendido mucho en este periodo de tiempo en los últimos meses. Y lo más importante, que hemos aprendido y me gustaría repetirme:

Una sociedad libre es un logro moral, un logro moral que no puede alcanzarse de una vez por todas y para siempre, requiere el esfuerzo y el compromiso de todos, Es una especie de victoria moral que se espera de todos y en todo momento.

Ponencia del padre François Pazisnewende Kaboré, S.J.

Presidente de la Asociación de Colegios y Universidades Jesuitas de África y Madagascar y de la Universidad Jesuita de Ciencias de Kosyam (Burkina Faso) La democracia no solo está en crisis, al menos en África está agonizando, vengo de un país donde tal vez somos el último país en el mundo que experimentó un golpe de Estado. Se trata de Burkina Faso, y durante el último año, es decir, de 2021 a 2022, ha habido ocho golpes de Estado en el continente africano.

Y en cinco de ocho, de estos casos, gobiernos legítimos y democráticamente elegidos fueron derrocados por militares. Y de hecho, volviendo a Burkina Faso, el 24 de enero, el único presidente elegido democráticamente en Burkina Faso fue derrocado por un golpe militar y desde su independencia, Burkina Faso ha sufrido no menos de siete golpes de Estado.

De los nueve presidentes que gobernaron el país, solo dos son civiles y el primer presidente elegido democráticamente dejó el poder para evitar el derramamiento de sangre entre los militares leales y los putschistas, como ya he mencionado África occidental, por sí sola, ha experimentado cinco golpes de estado y esto ha sucedido en países que se encuentran entre los más pobres, según el Índice de Desarrollo Humano.

Ahora, sospecho que te sientes tan mal, pero por favor, olvídalo y recuerda que, en primer lugar, Burkina Faso es un hermoso país situado en África Occidental, cuyo significado es “país de gente recta” (upright people), no porque seamos rectos allí, sino porque aspiramos a ser rectos.

Cabe mencionar también a los países “estables” de África. en los que los presidentes llevan en el poder más de 40 años. Y todos los demás presidentes más longevos llevan 40 años en el poder, 38 años, 36 años y solo 29 años el más joven.

Se habrán dado cuenta de que he intentado dibujar dos extremos: los países muy inestables y los muy “estables”, y todos ellos afirman ser países democráticos, por lo que, obviamente, también hay países en el medio, entre los que encontramos países que experimentan algún tipo de democracia según las definiciones que se han mencionado [antes en la conferencia] por mis predecesores.

Y de los 54 países africanos, más de dos tercios viven en regímenes autoritarios y antidemocráticos, pero ¿por qué? ¿Y qué podrían hacer nuestras universidades al respecto? De hecho, según todas las normas, índices y criterios, la mayoría de los países africanos viven en países autoritarios y no democráticos. Veo cuatro factores determinantes de la no democracia en África, el primero es la juventud, tanto la juventud de las personas en los países, pero también la juventud de los países como de las naciones.

Como todos ustedes saben, el 75 % de la población en África tiene menos de 25 años y esto hace que sea muy fácil manipular a la población a través de los medios de comunicación. Los países africanos también son naciones muy jóvenes, excepto Etiopía; la mayoría de nuestros países llevan menos de medio siglo experimentando la democracia, y supongo que la experiencia de Estados Unidos el 6 de enero demuestra que esa transición pacífica no se da ni siquiera en todos los países.

El segundo factor determinante de que no haya democracia en África es la dependencia de la historia, lo que quiero decir aquí es que el régimen militar y los regímenes autoritarios se han convertido en el modo por defecto de transición del poder en África, hasta el punto de que nadie piensa que la democracia sea una opción.

La tercera razón es la maldición de los recursos. La mayoría de los países africanos, como saben, tienen muchos recursos que son explotados por empresas internacionales con el apoyo directo e indirecto de las naciones de estos países. Estas naciones a menudo apoyan regímenes que favorecen sus intereses, por otra parte también podrían apoyar una transición no democrática del poder.

En tales situaciones, la inestabilidad sociopolítica debilita el poder de negociación de los gobiernos legítimos que entonces estarían dispuestos a vender sus recursos de forma gratuita para sostenerse y sobrevivir. En este sentido, existe una pugna por los recursos africanos, incluida una pugna por la juventud de África, ya que asistimos a una competencia espiritual y religiosa.

Toda África Occidental y Central, y parte de África Oriental, también está siendo devastada actualmente por la agresión islámica. El último factor determinante de la no democracia en África es la pobreza, la vulnerabilidad y el aumento de las desigualdades. El 9.2 % de la población mundial vive en la pobreza, es decir, con 1.9 dólares al día, pero en este contexto, África tiene tasas de pobreza del 50 % en las zonas rurales y del 10 % en las zonas urbanas.

Así que la pequeña parte de los que experimentaron la democracia están bastante desencantados porque nunca les ha aportado desarrollo económico. Ahora bien, teniendo en cuenta estos factores determinantes, ¿qué podríamos hacer como universidades desde el punto de vista de las recomendaciones políticas? La primera recomendación política es la educación cívica y política de los jóvenes, tenemos que replantearnos la democracia electoral y todo el proceso de democratización en África, y la experiencia ha demostrado que las elecciones son siempre, si no con frecuencia, momentos de incertidumbre en África. Lo que llamo educación es un tipo de educación integral que ayude a los jóvenes y a sus líderes a ser agentes de un cambio cívico y político positivo dentro de sus países. La segunda recomendación sería la creación de empleo y el desarrollo de la iniciativa empresarial en los muy jóvenes, la población ociosa es un peligro para todos.

Todos recordamos la Primavera Árabe, y cómo los jóvenes que no tienen esperanza en un futuro mejor, prefieren suicidarse, que vivir una vida con sentido, así pues, el espíritu empresarial no solo proporciona puestos de trabajo, sino también agencia.

La tercera recomendación política sería la gobernanza y la ética para los líderes, con el fin de romper el ciclo de violencia, depredación y codicia política, lo que requiere la formación de los líderes para una mejor gobernanza y ética, porque todos sabemos que la gente no hace el mal solo porque no lo sabe, es una elección moral, pero también es cierto que algunos líderes políticos no necesariamente tienen la formación adecuada para comprender todas las consecuencias a largo plazo y el alcance de sus acciones.

En ese sentido, una buena formación sobre gobernanza, liderazgo y espíritu empresarial podría ayudar, y esa formación también debería centrarse en los militares y los líderes militares, porque la sensación es que la mayoría de ellos tienden a formarse en todos los paradigmas.

La última recomendación que sugeriría es el desarrollo económico, papa Pablo VI, en Populorum progressio, mencionó que desarrollar es el nuevo nombre de la paz.

Cuando las personas experimentan el bienestar económico y social, tienen interés en la paz y la democracia y, en la línea de la paz, tenemos que acompañar a los jóvenes, para entregarles un futuro lleno de esperanza. También tenemos que desarrollar el sentido de que África es un hogar común para todos los africanos, y que todos tienen derecho a vivir bien, aprovechando los abundantes recursos del continente.

Durante la Congregación General 35 de los jesuitas, y con las “UAP’S”, alguien dijo que África era una prioridad. África sigue estando en primera línea porque tiene la concentración de jóvenes más importante del mundo. Tenemos unos recursos naturales bastante importantes, no solo para África, sino yo diría que para todo el mundo, solo la cuenca del Congo está considerada como el segundo pulmón del mundo.

Para concluir, he mencionado que la Diócesis Democrática de África no es tan bella como esperamos. Y los factores determinantes que he destacado muestran cómo podemos contribuir como universidades mediante la educación cívica y política de los jóvenes, mediante la formación laboral y empresarial, mediante la gobernanza, la promoción y el desarrollo económico.

Nuestras universidades en África están llamadas a ser agentes de cambio, agentes de paz, agentes de reconciliación y mi esperanza es que nos basemos en la experiencia de nuestras universidades hermanas de la red de la IAJU, así que espero poder contar también con el apoyo y la colaboración de todas nuestras asociaciones regionales. Muchas gracias.

Ponencia de Johannes Eka Priyatma

Expresidente de la Asociación de Universidades Jesuitas de Asia-Pacífico

Tengo el honor de compartir –sutilmente– mi comprensión de la democracia en Asia-Pacífico. Soy de Indonesia, por lo tanto, mi perspectiva será influenciada por el contexto indonesio.

En primer lugar, la región Asia-Pacífico es muy diversa en cuanto a cultura, religión, lengua, tamaño del país, población, modelo de gobierno y nivel de desarrollo económico. Hay una diversidad similar en los tipos de régimen y el desarrollo de los gobiernos demócratas. Al mismo tiempo, Asia-Pacífico tiene un gran potencial para contribuir al desarrollo de la democracia, ya que cuenta con dos países muy poblados, China e Indonesia.

Además, Indonesia es el país con mayor número de musulmanes del mundo, pero curiosamente no es islámico, sino un país democrático laico.

En los últimos diez años, la mayoría de los países de Asia-Pacífico han mantenido su tipo de régimen y disfrutan de estabilidad política, excepto Myanmar, que se convirtió en un régimen autoritario tras el golpe militar de 2021.

En la última década, el creciente nacionalismo ha llevado a la infusión de religión y política en Asia-Pacífico, especialmente en Indonesia. Estas tendencias contribuyen al debilitamiento de la democracia al socavar el pluralismo, aumentar la polarización de la sociedad y, en el peor de los casos, agudizar los conflictos.

Así pues, en todos los países en los que, si el nacionalismo conocido, étnico y religioso desempeña un papel significativo en la política, también se ha producido una polarización cada vez mayor, especialmente en el Sudeste Asiático, esta tendencia podría agravar aún más los impactos socioeconómicos pandémicos, intensificando la polarización social existente y acarreando graves consecuencias para la población minoritaria.

Recientemente, el fenómeno de una mayor movilización nacionalista, a veces acompañada de una dimensión religiosa, ha ido creciendo tanto en los países democráticos como en los no democráticos. En las democracias esto es motivo de preocupación, ya que va en contra de la tendencia progresista de una profundización de la ciudadanía universal y de una gestión inclusiva de la diversidad. La otra cuestión es que no podemos negar que la democracia se ha visto significativamente afectada por la disrupción digital.

Esto incluye la aparición de nuevos y poderosos mecanismos de control y manipulación, desde potentes tecnologías de vigilancia, hasta noticias falsas, bots en línea y rastreo no regulado de contactos. Todos estos fenómenos abundan en la región de Asia-Pacífico y traen consigo nuevos retos para todos los aspectos de la vida pública y privada, las instituciones, el marco jurídico, las prácticas de los medios de comunicación y el marco de rendición de cuentas. En varios países de la región, la democratización no ha servido como antídoto contra la corrupción, las razones son múltiples y no solo están relacionadas con las normas formales o el desarrollo institucional, sino también con las normas sociales heredadas y el funcionamiento interno informal de la política, por lo que se requieren resultados más comparativos.

Basándose en estas oportunidades y retos, las universidades jesuitas de Asia-Pacífico se enfrentaron a algunos retos. En primer lugar, animar a los estudiantes a participar activamente en una variedad de organizaciones sociales, a través de estas actividades, los estudiantes podrían crecer de forma natural y desarrollar su capacidad de liderazgo público. Sin embargo, no es fácil animarles a ello, ya que suelen estar ocupados con sus actividades académicas y prefieren participar en actividades orientadas a la diversión y es seguir desarrollando sus pasatiempos.

En segundo lugar, en consonancia con el creciente papel de los medios sociales y la tecnología digital en la vida política, tenemos que desarrollar nuestro pensamiento crítico y de los estudiantes, a través de una selección competente y mejor discernimiento y reflexión de la información altamente intensiva de los medios sociales.

Sería bueno que también animáramos a nuestros alumnos a participar activamente en la lucha contra los engaños y las noticias falsas.

En tercer lugar, el etnonacionalismo es un fenómeno mundial en la política y en Indonesia, en lo que se denomina política de identidad, deberíamos animar a los estudiantes y profesores a participar activamente en alguna organización que no se base en una religión, raza o etnia común o similar. No es fácil para nuestros niños cristianos que son minoría porque cada grupo de esta actividad les hará una minoría en su organización o su actividad.

Por supuesto, como universidad, nuestro contenido debe ser la investigación y la publicación. Desde hace años, en el caso de mi universidad, hemos establecido un centro de estudios sobre democracia y derechos humanos, así que estamos de acuerdo con lo que hacemos en respuesta a lo que hoy en día pasa con la democracia y política.

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