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La ruta en El Cashan oeste

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Guanajuato

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Los Pou y Ponce logran una de las mejores ascensiones de su carrera, al lograr la primera escalada a la cara norte del Cashan oeste.

La tercera apertura de este verano en los Andes ha sido la guinda a un mes de éxitos para la cordada vasco-murciana. Cuando parecía que los tres alpinistas habían tocado techo con la interesantísima exploración, primero, y apertura, después, de “Burrito Chin de los Andes”, al Cerro Tornillo de 4 900 m y “Cabeza Clava” al Huanka Punta de 4 670 m de altitud, al sur de la Cordillera Blanca (la zona de San Marcos), se sacan un as de la manga y consiguen la primera ascensión a la perseguida cara norte del pico Cashan Oeste de 5 686 m. Un nevado famoso y cercano a la capital andina de Huaraz, que nunca había sido ascendido por esta vertiente dada su compleja dificultad técnica.

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El trío recibió la información de la existencia de este objetivo de los madrileños Carlos Cabeza y José Carlos Gómez Menor, que habían abierto hace unos años un ¿Qué? La primera ascensión a la cara norte del Cashan Oeste de 5 686 m, tras abrir la ruta “Andean Kingdom” 7a+/800 m. ¿Dónde? Cordillera Blanca, Andes, Perú. ¿Quiénes? Los hermanos Pou (Eneko e Iker) y Manu Ponce. ¿Cómo? En estilo alpino y en libre (dos días ininterrumpidos de ascensión). ¿Cuándo? En julio del 2019.

La pared es impresionante, de roca granítica de máxima calidad, y la ruta que trazan para surcarla busca los puntos más débiles, que permiten superar con mucha visión una pared técnicamente muy difícil, que en varias ocasiones alcanza el 7º grado.

espolón de roca cercano. La pared es impresionante, de roca granítica de máxima calidad, y la ruta que trazan para surcarla busca los puntos más débiles, que permiten superar con mucha visión una pared técnicamente muy difícil, que en varias ocasiones alcanza el 7º grado.

Les cuesta dos días enteros llegar a la cumbre, dur- miendo en la mitad de la pared, en una pequeña repisa en la que apenas caben los tres, y en la que hay tan poco espacio que no queda otro remedio que dejar los pies sus- pendidos al vacío. ”La noche fue terrible, de lo peor que recuerdo. No te- níamos espacio para todos, nos resbalábamos, era imposi- ble mantener una buena postura, y menos mal que lleva- mos dos sacos para dormir de The North Face que, aunque unidos, sólo nos tapaban mínimamente. Las horas pasaron lentas y a las seis de la mañana, cuando empezó a amane- cer, ya estábamos dispuestos para salir corriendo de allí”, relata Iker todavía emocionado, en la segunda jornada, por el cansancio y la mala noche del día anterior.

”El cuerpo no respondía con la energía y la vitalidad que nos habría gustado. Además había que sumarle la altitud. Estuvimos escalando todo el tiempo por encima de los 5 000 metros sobre el nivel del mar, y los movimientos explosivos de la escalada se hacían muy penosos”, rememora Eneko.

A pesar de todo, haciendo uso de su gran experiencia alpina, lograron continuar su ascenso descifrando cada pieza, cada movimiento, que poco a poco los va dejando más cerca de la cumbre, hasta que a las 15:30 de la tarde alzan con alegría los brazos en señal de victoria en lo más alto de la montaña. No hay mucho tiempo para celebraciones, en dos horas y media sería de noche, y ni siquiera saben por dónde van a bajar… Retornar por el lugar de ascenso es impensable: han dado demasiadas vueltas por la pared con continuas y largas travesías.

Hay que bajar en línea recta desde la cumbre y probar suerte… Es lo que tienen que hacer por ser los primeros en pasar por aquí… Todo es aventura e incertidumbre.

Hacen rapeles muy largos a 60 m tratando de huir. Pasar otra noche en la pared sería muy peligroso, van muy cansados y con muy poco agua; derretir nieve no es una opción, están en una zona muy vertical en la que no hay ningún nevero. El último rapel resulta impresionante. Casi no hay visión para saber si las cuerdas llegan al suelo porque la noche está prácticamente encima, pero deciden arriesgar –no hay otra opción– y tirar un rapel volado que resulta en 60 m exactos, que es el tamaño de las cuerdas hasta el glaciar. ¡Qué suerte!

Descienden la morrena muy rápido. Mientras están bajando, se dan cuenta de que este corredor es muy peligroso por la caída de piedras. Al estar llegando al enorme bloque, a su campamento base, 45 minutos después, escuchan un enorme estruendo a sus espaldas: ¡Madre mía! Es en el corredor que acaban de cruzar… Se caen bloques enormes por donde han pasado hace apenas unos instantes… ”No tenemos ni energía para pensar en ello. Estamos a salvo y eso es lo importante”, nos cuenta Manu Ponce.

A la mañana siguiente, interiorizan su gesta: han logrado una de las mejores ascensiones de su carrera, abierto una vía de mucha dificultad a una altura considerable y en un lugar remoto de la cordillera andina. ”Son de esas actividades que solo consigues cuando, a través de los años, se acumula experiencia, preparación física y mucha motivación. Hemos hecho algo muy grande y somos conscientes de ello”, nos dice Eneko.

Eso que ellos llaman muy grande ya tiene nombre: se llamará “Andean Kingdom” (en honor a sus amigos Luciana Juárez y Micher Quito y la agencia de turismo activo que dirigen en la capital Huaracina), cuenta con 800 m de escalada, una dificultad de 7a+, y es otro sueño conseguido…

Vista desde un lado del cráter hacia el otro; en medio los conos de las últimas erupciones volcánicas.

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