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COLD IS BACK
¿Verano o invierno? ¿Frío o calor? Seguro que en más de una ocasión ambas posibilidades se han situado ante ti para ser elegidas. Lo cierto es que no resulta sencillo definir una opción “ganadora” entre los que prefieren un atardecer de verano o la fresca brisa de una mañana infernal, quizá porque no exista esa respuesta. Pero cuando la segunda pregunta se traduce al ámbito de la salud, surgen múltiples y adicionales dudas razonadas. Otra opción es el campo de la belleza, donde la crioterapia estética (también llamada criolipólisis) es el uso de la exposición controlada al frío para reforzar los resultados de un tratamiento. Desde su origen, la crioterapia se ha aplicado en procesos estéticos gracias a su efecto antiinflamatorio, vasoconstrictor y analgésico. Es conocido y valorado que la exposición controlada al frío activa el metabolismo y la circulación, además de promover una serie de reacciones que rejuvenecen la piel. Y es que el empleo del frío en estética no es nuevo. Los baños en agua helada para reafirmar la piel se utilizan desde la época egipcia. Sin embargo, las modernas cabinas de crioterapia permiten alcanzar temperaturas más bajas de forma más segura y sin las contradicciones y efectos de los baños de agua (con el baño, el cuerpo tarda en recuperar su temperatura, con la cabina apenas necesita tres minutos). Uno de los tratamientos más demandados es la crioterapia corporal de cuerpo entero. Actúa estrechando los vasos sanguíneos del rostro, lo que ayuda a mejorar la circulación y a reducir la inflamación, al tiempo que ayuda a ce-
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rrar los poros, mejorando la textura y haciéndolos más pequeños y menos perceptibles. Cuando deja de aplicarse el frío durante el tratamiento, la piel comienza a oxigenarse y a tonificarse por sí misma. Se ha demostrado su eficacia en la reducción de la celulitis, la aparición de manchas en la cara y el cuerpo, la mejora de la calidad de la piel y la eliminación de toxinas de la epidermis. En la crioterapia estética, el cuerpo se expone a temperaturas frías durante cortos periodos de tiempo (tres minutos). El procedimiento es muy sencillo: apenas consiste en colocar una máscara de hielo en la zona a tratar. Esto provoca una vasoconstricción -menor flujo sanguíneo-, estimulando la actividad metabólica y conduciendo a la quema de calorías y a la reducción de la grasa. Este proceso también aumenta la producción de colágeno en el tejido subcutáneo, lo que mejora la calidad de la piel. Con ella, se rejuvenece y combate diversos trastornos de la epidermis (manchas en la cara y el cuerpo), elimina toxinas y oxigena las células. Este frío es un gran aliado para eliminar el exceso de grasa y toxinas del cuerpo. Como necesita mantener su temperatura a 37 °C, cuando hace más frío en el exterior se acumula más grasa de lo habitual. El metabolismo se ralentiza, por lo que el consumo de energía se reduce y eso hace que aparezca la sensación de cansancio. En una sola sesión el cuerpo empieza a eliminar la grasa acumulada para equilibrar el cambio brusco de temperatura. Es posible hacer desaparecer