Bethel
La gente que sigue a Jesús — Revista conmemorativa de aniversario — Agosto 2023“En Dios haremos proezas” Bethel, una obra de fe
“En Dios haremos proezas” Bethel, una obra de fe
DIRECTORIO DE ESTA EDICIÓN
DIRECTOR GENERAL
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DIRECCIÓN EDITORIAL
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COORDINACIÓN EDITORIAL
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CORRECCIÓN DE ESTILO
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ARCHIVO FOTOGRÁFICO
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RESTAURACIÓN
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COORDINACIÓN DE PRODUCCIÓN
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SECRETARIA DE DIRECCIÓN GENERAL
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Iglesia Bautista Bethel Fundada en 1963
Campamento Bethel Fundado en 1983
Colegio David Livingstone Fundado desde 1985
Centro Comunitario Oasis de Vida Fundado en 2010
Hace 60 años un grupo de dieciséis hermanos se organizaba como Iglesia en un culto en la Primera Iglesia Bautista de la Ciudad de México, ubicada en las calles de Mina y Héroes, siendo el comienzo de los milagros que Dios ha hecho en esta su Iglesia.
La Iglesia Bethel celebra hoy su 60 aniversario, un tiempo lleno de bendiciones inigualables.
A lo largo de estas seis décadas, Dios ha derramado abundantes frutos sobre esta congregación. Aunque sus miembros se consideren siervos inútiles, carentes de recursos humanos y sabiduría terrenal, llenos de faltas y pecados, reconocen la grandeza y el amor del Dios en quien han creído y confiado.
Durante estos 60 años, la Iglesia ha ofrecido a Dios su trabajo sacrificial y dedicación en su obra. Han trabajado con sinceridad de corazón, reconociendo que es Dios quien multiplica y guía sus esfuerzos, permitiéndoles vislumbrar su voluntad para con ellos.
En incontables horas, días y noches, han planeado, orado y trabajado incansable-
mente. Sin embargo, han sido testigos de cómo Dios, como el dueño de su Iglesia, ha sido el responsable de su crecimiento.
La vida del pastor Manuel Martínez es otro motivo de alegría y agradecimiento para la Iglesia Bethel. Durante estos 60 años, ha sido nuestro pastor y el siervo de Dios establecido en esta Iglesia por Él mismo. Ahora, al cumplir 65 años de ministerio, deseamos celebrar y expresar nuestra gratitud a Dios por la vida de este siervo ejemplar que ha sido un ejemplo para todos nosotros. Reconocemos y agradecemos a Dios por la vida de nuestro amado pastor.
Hoy, a través de esta revista, se desea testimoniar a todos la bondad de Dios y mostrar la posibilidad que cada Iglesia tiene de realizar grandes obras en Su nombre, siempre y cuando se rindan sinceramente en las manos de Dios, guiándose no por tradiciones humanas o conveniencias, sino por el Dios que los ha llamado como siervos y les ha prometido, al igual que a Abraham y a Josué: “Todo lo que toquen vuestras manos será bendecido”, “Todo lo que emprendan, en ello serán bendecidos y prosperados”.
Pastor José Luis Sosa
Semblanza publicada por Revista Bethel junio 1988 y escrita por la Hna. Orelia V. de Mercado
Escribir una biografía no tiene ningún objeto. No se obtendría algún resultado positivo.
Los números y las palabras de una biografía son vacíos y fríos, a nada conducen; no inspiran, no engendran ni sentimientos ni emociones.
El propósito de estas líneas es llevar a los miembros de esta preciosa y querida Iglesia, y a los lectores amigos, una breve semblanza de la vida del pastor Manuel Martínez Garibay, que abarca desde los albores de la juventud hasta estos días finales de 1988.
Su vida física se ve bien a pesar de las tres delicadas operaciones que ha sufrido.
Los años no han hecho mella en él; sigue mirándose el mismo joven (unas cuantas, pocas, por cierto, líneas en el rostro, y unos pocos kilitos en el cuerpo) que tomó bajo su cuidado y responsabilidad la Iglesia Bethel en 1963, año en que se organizó.
Lo conocí cuando tenía aproximadamente dieciséis años y era Consejero de un Capítulo de Embajadores del Rey de la Unión Femenil Dorcas de la Primera Iglesia Bautista de esta Ciudad. Entregado a su responsabilidad, enamorado de la obra y, más que eso, apasionado de ella y de su puesto.
Sigue siendo igual; los años, los trabajos, las experiencias no han menguado el apasionamiento por su Señor. El trabajo, los planes, sus propósitos, sus sermones muestran lo mismo. La obra del Señor Jesucristo ocupa el primer lugar en su vida, sobre la familia, la persona, la salud, el descanso.
¿Qué diría el Señor Jesucristo si cada obrero, pagado o laico, se apasionara de su labor y dejara a un lado la indiferencia, ese desamor, esa frial-
dad con que se trabaja en la obra de Cristo que les es encomendada?
En aquellos días nunca hablé ni platiqué con él. Lo había visto de lejos, lo había oído hablar, platicar, reír; alguna vez oí sus carcajadas sin saber el porqué de su risa, y me dejó una grata impresión. La risa, la carcajada, muestran la educación, la preparación, las costumbres, la sinceridad y, aunque no se crea, manifiestan los sentimientos. Risa sana, limpia, clara, o risa mordaz, vulgar, hipócrita.
Unos días antes y después de la organización de la Misión Bethel, tuve la oportunidad de hablar con él, participándole la elección que, como pastor, la Iglesia había tenido a bien hacerle.
Realmente desde entonces empecé a conocerle. Y es esto lo que me animó a presentar una semblanza del pastor Manuel Martínez G., a través de hechos pequeños, al parecer sin importancia, de realidades y experiencias vividas durante veinticinco años. Angustias, inquietudes, problemas y miles de gozos que salen a flote en esta obra de Dios, del Espíritu Santo y la obra personal del hombre.
“Mi don es el de la organización”, decía este joven pastor al principio de aquella época. Esto es verdad, pero hay que agregar otros dones que el Espíritu Santo le ha dado y que han florecido durante este largo período de veinticinco años.
La Iglesia se organizó con dieciséis miembros y una asistencia media entre las treinta y cinco y cuarenta personas.
Los días del pastor se repartían entre visita pastoral y atención a las actividades normales de la Iglesia, carente absolutamente de todo: local para las reuniones, medios económicos, material humano para la realización del trabajo.
Todo había que empezar, todo había que desarrollar, todo había que preparar, y fue así como organizó el pastor un “minúsculo” instituto o seminario, en el que se inscribieron unos seis jóvenes: dos de ellos trabajan en Bethel y uno es el pastor de una Iglesia Bautista de Texas. Las mismas asignaturas que se impartían en el Seminario se daban aquí. El director y el maestro de la mayoría de las clases era, naturalmente, el pastor Martínez.
Todo se hacía ordenada y disciplinadamente. A su vez, con programas definidos y buenos métodos de enseñanza, se realizaban las prácticas necesarias y posibles. Y en esta hermosa experiencia fue surgiendo y desarrollando otro don: el de la enseñanza.
El pastor fue estudioso, fiel en la enseñanza, disciplinado, devoto y todo esto se exigía también a los alumnos.
La visita no se olvidaba. Fui a visitar a la hermana María Hernández, quien vivía con su madre, una anciana de más de noventa años.
La hermana María era la que trabajaba y era el sostén de ella y de su madre. El domingo anterior no habían asistido a los servicios; llegué a su casa casi a medio día y las encontré, cada una en su cama, enfermas. Después de lo que se hace en una visita, algo de conversación, frases de interés y de cariño y oración, me despedí preguntándoles: “Hermana, ¿qué desea que les traiga para que ustedes tomen algún alimento?”. La hermana me contestó muy satisfecha y con mucho gozo:
“La comida ya la tenemos, gracias, hermana. Unos momentos antes de que usted llegara se fue el pastor. Nos vino a visitar, fue al mercado y compró fideo, jitomates, cebollas, pollo y nos
dejó hecha una sopa y un caldito con dos piernitas de pollo”.
Con voz emocionada por el gozo, insistía: “Ya tenemos todo. El pastor nos visitó y nos dejó la comida hecha”.
Es verdad, el pastor sabía organizar el trabajo y la enseñanza, pero también sabía servir y amar con verdadera ternura.
Los primeros años de Bethel fueron muy difíciles, con muchas, pero muchas carencias; al parejo de ellas, muchas ilusiones, muchos proyectos, mucho gozo. La Iglesia sólo tenía un terreno chico que se había comprado cuando era misión.
Los servicios, los cultos, la escuela dominical se tenían en casa de la familia Zamora y se habían invadido la sala, el comedor, la cocina que no era chiquita, y ya no cabían los hermanos que asistían.
El terreno estaba enfrente de la casa; lleno de hierbas, de cascajo, de basura, de piedras. No había carretillas, ni palas, ni picos, ni rastrillos. No fue cosa sencilla limpiarlo, pero se hizo. Dios proveyó elementos, fuerzas y voluntad.
Se techó una superficie de 50 m2 para ocupar como templo. Por fortuna el terreno estaba cubierto, en tres lados, por las construcciones de los vecinos y sólo se hizo el techo de lámina, el piso, el frente con ventanales. Se envasaron las paredes y se tuvo un lugar para las reuniones.
Todo el trabajo se hizo con cuatro o cinco jovencitos, cinco o seis mujeres y el pastor. En la Iglesia había pocos varones con los que no se podía contar, debido a su trabajo diario.
Pero todo se hizo. El día de la inauguración fue un día desbordado de gozo. Se había trabajado hasta la madrugada. Quedaron las espaldas
y los pies doloridos, las manos hinchadas y ampolladas; se trabajó mucho. El pastor puso ejemplo de voluntad, esfuerzo, alegría, gozo, ilusión. Organizaba el pequeño grupo. No hubo ningún momento de desaliento. Sabía organizar, pero también sabía trabajar.
Alguien comentó hace pocas semanas sobre ese don de organizar del pastor y ese don de trabajar y hacer trabajar.
Ninguno puede permanecer sentado. Surge siempre su voz diciendo: “Allá hay que hacer esto o aquello”. Es un don especial saber mandar, pero requiere saber poner el ejemplo.
En estos tiempos, la oficina del pastor ocupa un lugar estratégico. Se pueden ver desde ahí las oficinas y los lugares de trabajo de los que laboran en la Iglesia.
Al parecer el pastor era una persona ilusa. Vivía sus días pensando en Bethel.
Un mediodía, pasando por la Avenida Azcapotzalco, vio en el número 187 una casa desocupada en un gran terreno como de 920 m2. El de Avenida Patria media
¿300 m2? y no podía ocuparse, según la ley, para el templo.
Dijo: “Vi una preciosa casa en un terreno no muy grande”. Llegó muy emocionado hablando de la preciosa casa de techo de dos aguas, construcción antigua, de tipo residencial porfiriano. Invitó de inmediato a ir a ver la preciosa casa.
Al abrir la puerta de entrada, salieron asustados, y dando topes por dondequiera, un buen número de murciélagos de todos tamaños, que volaban sobre las cabezas, dejando sentir ese aire helado exclusivo de estos animales. Las puertas y las ventanas enmohecidas hablaban de muchos años de abandono. Tan destruida estaba, que
alguien quiso alquilarla para filmar una película de Frankenstein.
Cuántos sueños e ilusiones nacieron de esa casa vieja y ese gran terreno. El pastor soñaba cada tarde. Cada noche se levantaba y se levantaba y se derrumbaba un templo para Bethel.
Todo parecía ilusorio, pero Dios aprobó tanta ilusión y se pudo comprar el terreno con su casa vieja. ¿Cómo? Sólo Dios lo sabe, porque no había dinero en la tesorería de la Iglesia. Pero se compró. Se barrió, se lavó, se sacudió, se pintó y se estrenó.
El día del estreno se sumió un tramo del pasillo de la entrada y cuatro hermanos fueron sacados del agujero, sin problemas y sin percances. Todo fue lleno de alegría y gozo. Fue la primera vez que la Iglesia comió reunida, todos los hermanos unidos y gozosos. La casa no tuvo compostura y tuvo que ser demolida; se ocuparon dos locales atrás, medio derruidos, pero reparados.
Sólo hace dos años la Iglesia pidió prestado al pastor para la celebración de bautismos y Cena del Señor. El pastor fue ordenado. Un pastor estudioso, que se preparó doctrinalmente muy bien.
Presentó un muy buen examen, un poco nervioso y un mucho emocionado, sobre todo en el momento de la imposición de manos. Emoción verdadera y legítima. Una Iglesia muy alegre; más que alegre, llena de gozo y de gratitud a este buen Dios que ha colmado a la Iglesia de bendiciones.
Años más tarde, cuando la Iglesia cumplió cinco años de organizada, estrenó templo definitivo.
Fotos ▶
1. Joven Pastor Manuel Martínez predicando en un campamento.
2. Pastor Manuel al final de las actividades dominicales en su auto.
3. Preparando los materiales para la escuela bíblica dominical.
4. Pastor de joven, practicando una de sus pasiones, el campismo.
5. Predicando como invitado.
6. Jóvenes de Embajadores del Rey.
7. Pastor Manuel como Director Nacional de los Embajadores del Rey .
8. Proceso de construcción del templo de Av. Azcapotzalco 187 que el Pastor manuel diseñó y supervisó.
La Iglesia trabajó mucho. Hubo mucho esfuerzo. Todos colaboraron, ninguno quedó con las manos cruzadas. Sólo se pagó la obra negra. Pintura, herrería, vidrios, techo, todo se realizó bajo la dirección del pastor. El costo se redujo grandemente de esta manera. Se trabajaba día y noche por turnos.
En este rumbo, especialmente en la Avenida Azcapotzalco, donde está situado el templo, al pastor le cambiaron el título: era el ingeniero que construía un templo. Un templo definitivo, después de tanto cambio y tanto trabajo.
Gracias, muchas gracias a Dios por todas sus bondades, por todas sus bendiciones derramadas a raudales, por su inmenso amor.
Gracias también al pastor Martínez por todo lo que ha hecho en favor de la Iglesia, sin medir esfuerzo, trabajo, servicio, amor.
La Iglesia feliz puede llamarse la Iglesia Bethel, pero en su felicidad, en su éxito, ha tenido también problemas. Es natural, porque la Iglesia Bethel está en este mundo; otra cosa será cuando esté reunida en el cielo.
Su paz, su tranquilidad, su felicidad se ha sacudido en ocasiones. En estas circunstancias Dios se ha manifestado con su inmenso amor y el pastor Martínez se ha revelado como el pastor llamado por Dios con verdadera vocación, con la decisión y la valentía que un pastor necesita para el buen cuidado de la Iglesia.
El pastor ha de tener la decisión para enfrentarse al problema que vive la Iglesia y ese enfrentamiento al problema exige una determinación, aunque ésta sea dura y sacuda las fibras más profundas del corazón.
Varias veces el pastor Martínez ha necesitado de esa valentía, de esa entereza y, por esta decisión, gracias a Dios.
Hay iglesias cuyo crecimiento se detiene, cuya vida se ve amenazada por falta de valor del pastor.
El pastor de la Iglesia ha sido valiente en todas las situaciones que requieren carácter, decisión, determinación, y ese valor va íntimamente ligado a la sabiduría que Dios da, a responsabilidad y al amor del pastor a su Iglesia. Una iglesia organizada que fue y sigue siendo obra de fe.
La Iglesia se organizó con todas las carencias posibles y su haber vacío; sin templo, sin mobiliario (sólo cuarenta sillas), sin materiales para la enseñanza, sin maestros, con una sola persona a tiempo completo: el pastor. Un pastor joven, entusiasta, ilusionado por y en este grupito de dieciséis personas que formaban la Iglesia.
Bethel, obra de fe; Bethel, obra de amor; Bethel, obra de la voluntad de Dios hecha realidad; Bethel, obra del amor grande y eterno de Dios y de nuestro Señor Jesucristo.
Pocas iglesias pueden marcar en cada uno de los días de su vivir la clara manifestación de la voluntad de Dios.
Veinticinco años después se levanta ante nuestros ojos asombrados una iglesia feliz, con gozo, con éxito, en contraste con aquella iglesia pequeña, eso sí, llena de amor de Dios manifestado en el amor de unos con otros. Éxito que hay que gritar a los cuatro vientos.
¿Y por qué tanto éxito? ¿Cuáles son los factores de su éxito?
Los factores del éxito son y serán los que el Señor Dios señala:
“Estaré contigo” “El libro de esta ley no se apartará de tu boca” “Antes de día y de noche meditarás en él” “Porque, entonces, harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien”
En veinticinco años de existencia, la Iglesia ha vivido esta preciosa y sabia fórmula, y ha sido, hay que reconocerlo, el pastor Manuel Martínez el que al frente de la Iglesia la ha puesto en práctica. Fiel a la Palabra de Dios, a la pureza de las enseñanzas bíblicas, esforzado y valiente en las necesidades, en el trabajo, en las dificultades; siempre planeando, pensando, organizando todos los campos de trabajo de la Iglesia.
Crecimiento material, crecimiento espiritual, crecimiento del Reino.
Su mirar no ha llegado sólo a la zona en la que está levantada la Iglesia. Se ha extendido a las colonias cercanas y más allá, a la periferia de nuestra gran Ciudad, y no se ha detenido allí, sino que su mirada ha ido todavía más lejos. Su sentir, su anhelo, su amor se han extendido a nuestra querida y necesitada patria.
El éxito alcanzado es fácil mirarlo; basta asistir un domingo a los servicios y actividades ordinarias y se contempla ese éxito en una Iglesia grande, feliz, activa. Quiera Dios conservarla así hasta la eternidad.
Gracias, mil gracias a Dios, rendidas con Él con toda humildad, con inmensa gratitud.
Gracias también al pastor Manuel Martínez G. del que con gusto escribo esta semblanza. Sé que no es un hombre perfecto, no es un pastor perfecto. En esta tierra no se encuentra perfección alguna, pero gracias a Dios por este pastor, por sus dones, por su amor, por su entrega a su Señor y por su entrega a esta Iglesia a la que ha amado sobre todas las cosas.
El pastor Manuel Martínez Garibay nació el 2 de enero de 1937, lo que significa que actualmente tiene 86 años. Creció en un hogar católico junto a sus queridos padres; es el mayor de 4 hijos, 3 hombres y una hermana. A los 13 años, experimentó una conversión significativa entregando su vida a Cristo. Fue bautizado el 21 de octubre de 1951 en la Primera Iglesia Bautista de México, por el pastor don Alejandro Treviño Ojeda. Durante sus años de estudio en la ESIA del Instituto Politécnico Nacional, sintió el llamado de Dios en su vida y tomó la decisión de dedicarse al servicio del Señor a la edad de 21 años.
Reconociendo que nadie es perfecto en este mundo, siempre hemos admirado la búsqueda del pastor por vivir una vida íntegra que refleje a Dios. Su testimonio se evidencia en su forma de hablar, sus relaciones personales y su testimonio como esposo, padre e hijo. Su carácter ha sido un ejemplo de vida cristiana, siguiendo el ejemplo de Cristo.
La vida del pastor ha sido ejemplar y, cuando ha cometido errores, ha sido humilde para reconocerlos y decir: “Me equivoqué, esto no era lo que Dios quería”. Su vida es un verdadero ejemplo de vida cristiana en nuestros tiempos.
El pastor siempre enfatizaba la importancia de apartarse de las tareas cotidianas y buscar momentos de intimidad con Dios en el campa-
mento. Allí, en oración, buscaba recibir la visión divina para el trabajo que se llevaría a cabo. Dios siempre le proporcionaba la guía necesaria para llevar a cabo Su obra. El pastor dedicaba varias horas cada semana para orar y clamar a Dios: “Señor, ¿qué quieres que haga?”.
El pastor nos enseñaba a no hacer nada a menos que estuviéramos seguros de que era la voluntad de Dios. No buscaba hacer lo que nos gustaba, sino lo que Dios deseaba. Así se organizaron centros de predicación, misiones y otras actividades, no en lugares donde se esperaba éxito según la lógica humana, sino donde Dios lo indicaba.
Se establecieron iglesias en lugares inesperados, se brindó apoyo a través de comedores para niños en las Águilas y Chimalhuacán, y se realizaron numerosas obras siguiendo la dirección de Dios. Todo esto fue posible gracias a la fe inquebrantable del pastor y a una Iglesia obediente, que demostraba a través de su carácter y trabajo que Dios los guiaba.
Además, el pastor se preocupaba por alimentar espiritualmente a la congregación. Durante muchos años, predicó personalmente en los servicios, asegurándose de que la Iglesia recibiera la Palabra de Dios. También implementó un Plan de Enseñanza que se extendió a otros países, impactando vidas y permitiendo que muchas personas fueran transformadas por el Espíritu Santo.
El pastor fue un hombre de fe y obediencia, que confiaba en Dios en todo momento. Su vida y ministerio son testimonio del poder y la guía divina.
Nuestro pastor ha demostrado habilidades destacadas en la administración, a pesar de no tener una formación formal en el campo. Siempre ha dado ejemplo al involucrar a todos y llevar a cabo una gestión planificada y organizada. Desde los primeros días de la Iglesia, se implementaron planes que resultaron ser una bendición para la obra de Dios.
Se establecieron diversas asociaciones y servicios, como la Asociación de Profesionistas Bethel, la Asociación de Servicios de Asesoría Jurídica Integral, consultorios dentales y médicos, y la Fundación Acción Infantil. Además, se abrieron comedores familiares en Chimalhuacán y Atizapán.
A pesar de los desafíos económicos, se inauguró una librería y dos panaderías, una de las cuales se ubicó en la esquina de Clavería, Azcapotzalco.
En 1986, se fundó el Colegio David Livingstone, siendo el primer colegio Bautista de la era moderna. Bajo la dirección de la esposa del pastor, el colegio ha experimentado un crecimiento constante y se ha convertido en uno de los mejores de la ciudad y la zona, siendo una bendición continua para la comunidad.
Tuvimos un pastor que puso el ejemplo. Siempre estuvo al frente de la Iglesia y su trabajo, ya sea en el colegio, las misiones o el campamento. No importaba si tenía una pala y un pico en la mano, una carretilla o una Biblia. Se dedicaba a realizar tareas sencillas como barrer, lavar y limpiar
nuestro templo, y muchos hermanos lo seguían en ese ejemplo.
Durante la construcción del templo, que él mismo diseñó con los recursos disponibles, el pastor estuvo siempre al frente. Trabajaba hasta altas horas de la noche junto a otros hermanos, y al día siguiente continuaba con tareas como seleccionar ropa y arreglar donaciones recibidas de otras iglesias que nos conocían. El pastor nos ponía a trabajar a todos, pero él iba delante, dando el ejemplo. Su esposa también lo apoyaba, atendiendo su hogar y a sus cuatro hijos, mientras trabajaba en dos escuelas del sistema educativo. Incluso, cuando se fundó el colegio, ambos trabajaron sin sueldo durante los primeros cuatro años.
Tuvimos la bendición de contar con un pastor de tiempo completo, siempre dispuesto a servir en el nombre del Señor y a inspirarnos a trabajar, servir y vivir para Él.
La faceta de maestro ha sido una bendición para el ministerio del Señor y nuestra Iglesia en la vida del pastor.
Siempre ha estado dispuesto a enseñar, ya sea a guías de patrulla para excursiones y campamentos, o a maestros de la iglesia para instruir en la Biblia. Aunque esto le causó dolores, en una ocasión tuvo que confrontar a un grupo de jóvenes maestros que, después de estudiar su lección los sábados, tenían reuniones de baile y consumían cerveza, comportándose de manera inapropiada. El pastor los instó a cambiar su actitud y estilo de vida, advirtiéndoles que debían dejar sus clases si no lo hacían. Optaron por abandonar sus clases y posteriormente causaron una división que resultó en el surgimiento de una nueva iglesia, que Dios utilizó para expandir su obra.
El pastor elaboró el Plan de Enseñanza Bethel con la colaboración de ocho hermanos que
ejercían la docencia en sus respectivas profesiones. Este plan fue adoptado por otras iglesias en México y, especialmente, en América Latina y Puerto Rico.
El pastor encontró bendiciones tanto en su trabajo ministerial como en su vida personal y familiar.
El 19 de abril de 1963, en la Primera Iglesia Bautista de Mina y Héroes de la CDMX, contrajo matrimonio con la profesora Ruth Torres Valdés, hija de los hermanos Manuel Torres López, quien fue tesorero de la Primera Iglesia Bautista de México durante muchos años, y la hermana Elisa Valdés de Torres, una gran impulsora del trabajo misionero en la misma iglesia. La profesora Ruth Torres se graduó como maestra en la Escuela Normal de Maestros en 1958, obteniendo mención honorífica en su examen profesional. Trabajó en la Secretaría de Educación Pública (SEP) hasta 1963, año en que contrajo matrimonio con nuestro pastor.
Además de su labor como maestra y directora en el Colegio Sara Alarcón y como maestra de Educación Especial en la SEP, fue directora voluntaria del Colegio David Livingstone desde 1963 hasta la fecha. El colegio comenzó con 43 alumnos y hoy cuenta con 950 estudiantes.
En la Iglesia, la profesora Ruth Torres apoyó todas las acciones del pastor. Fue maestra en diferentes grupos, desde cuna hasta adultos mayores, y fue muy apreciada por su dedicación. Cuando la Iglesia necesitó recursos para no perder la propiedad de la esquina, ella ofreció lo que tenía como herencia de sus abuelos.
Ha tenido una esposa fiel, trabajadora y educadora de sus hijos, respaldando con su ejemplo y vida el ministerio del pastor. El pastor ha experimentado la bendición de Dios como padre y esposo, y su esposa ha sido su compañera, dándole un ministerio fructífero.
Él ha sido un hombre irreprochable, que ha cumplido con las expectativas bíblicas y de la iglesia. Ha servido a Dios, sirviendo a todos nosotros con una vida de ejemplo y entrega.
En muchas ocasiones se le preguntó qué haría cuando la iglesia quisiera jubilarlo, y su respuesta siempre ha sido la misma: “Trabajar por el Señor donde Dios me ponga”. Sabemos que esto siempre será en Bethel, y como Iglesia esperamos contar con su dirección y consejo, incluso cuando ya esté jubilado.
El pastor, en pocas ocasiones, expresó que su tesoro está en los cielos, donde sin duda Dios tiene la corona de premiación, y en la Tierra su tesoro son sus hijos Manuel, Guillermo, Alieth y Jorge.
El pastor reconoce que Dios ha derramado bendiciones especiales en su vida, a través de la Iglesia que lo ha amado y respaldado a pesar de contar con recursos limitados desde el comienzo.
El pastor recuerda con humildad el momento en que sintió el llamado de Dios, y confiesa que inicialmente tuvo temores y preocupaciones sobre su provisión. Tenía planes de establecer una carrera y asegurar algunos bienes antes de entregarse por completo al ministerio pastoral. Sin embargo, Dios lo llamó y ha demostrado su fidelidad en abundantes bendiciones. El pastor ha compartido que, aunque él y su esposa no poseen grandes posesiones materiales, han experimentado la alegría de habitar en hogares acogedores y han sido provistos de todo lo necesario. Aunque no tienen riquezas terrenales, su mayor tesoro son sus cuatro hijos, quienes los cuidan y les brindan amor y apoyo incondicional.
Estas experiencias han fortalecido la fe del pastor y le han recordado que la verdadera riqueza se encuentra en una relación íntima con Dios y en el amor de su familia.
Fotos ▶
1. Pastor como direcor de misiones de la Primera Iglesia bautista de México.
2. Pastor Manuel con sus padres en las instalaciones de Clavería.
3. Hijos del Pastor en orden de aparación: Guillermo, Alieth, Manuel, Humberto.
4. Pastor dando una clase.
5. Pastor en la parte trasera del recién construido templo de Av. Azcapotzalco 187.
6. Familia del pastor. Jijos y su esposa.
7. Pastor Manuel sirviendo y compartiendo los alimentos en un campamento.
El salón del nuevo Colegio David Livingstone se encontraba listo para comenzar las clases. Antes de la llegada de los niños, un par de pájaros ya habían tomado asiento en los pupitres. No había ventanas, así que el acceso para las aves era sencillo. Algo más hacía falta… “Manuel, no tenemos gises”, le comentó Miss Ruth a su esposo, el pastor Manuel Martínez Garibay. Miss Ruth no sabía en ese momento que estaba comenzando la etapa que ahora recuerda como la más feliz de su vida.
Ruth Torres Valdés nació el 13 de noviembre de 1939 en el seno de una familia cristiana. Sus abuelos, Josué Valdés y Altagracia de Valdés, fueron pioneros de la obra misionera en Michoacán, aunque no era la región originaria de ninguno de ellos. “Dios es el que mueve las vidas y las va colocando”, señala Miss Ruth.
Su abuela pertenecía a una familia adinerada del pueblo General Cepeda, Coahuila, que tenía grandes extensiones de nogales y mucho ganado. Llegado el momento, se fue a estudiar al Colegio Inglés de Saltillo para señoritas, donde se formó como maestra. No se imaginaría que años después conocería a Josué Valdés, un joven de Guanajuato que había conocido a Cristo y cuya conversión le había costado el rechazo de su padre, quien mandó a hacer esquelas anunciando que su hijo había muerto.
Josué fue invitado por la Junta Bautista del Sur a dar sermones en Coahuila, pues era un gran defensor de las doctrinas Bautistas. Fue ahí donde Josué y Altagracia se enamoraron. Celebrar su unión no fue tan sencillo, ya que Altagracia estaba por casarse en un matrimonio arreglado, aunque no conocía aún al novio. Así
que los enamorados acudieron a la casa del juez de General Cepeda y ahí se casaron.
La recién formada familia tenía clara su misión: compartir la Palabra en Michoacán. Así que, con el apoyo de la Junta Bautista del Sur, se mudaron a esta región y comenzaron a regalar Biblias, tocando las puertas de las casas. Posteriormente, buscaron un espacio donde pudieran reunirse con las personas que deseaban continuar escuchando del evangelio. El hambre y las carencias eran continuas, pero nada impedía que se movieran en burro de un lado a otro para esta obra. De ahí, nacieron seis misiones que hoy son iglesias.
Años más tarde, Josué fue nombrado director del Seminario de Oaxaca, pero fueron fechas que coincidieron con el estallido de la revolución y la Junta retiró el apoyo económico que les había estado proporcionando. Esto los llevó a la Ciudad de México, donde se instalaron en una de las vecindades de la colonia Guerrero y después, gracias a la comercialización del maíz y del trabajo de Josué en su propia ladrillera, construyeron una casa en Clavería, en Egipto 120. Esta casa se vistió de gala el día del nacimiento de Ruth.
La niñez de Ruth estuvo llena de felicidad, dentro de un hogar cristiano. Más tarde, en su juventud, estudió en la Escuela Nacional de Maestros. A la par de su carrera profesional, en la iglesia de Mina, a la que asistía con su familia, tenía múltiples responsabilidades, como coordinadora de departamentos, maestra de escuela dominical y directora del coro infantil. Entre los muros de esta iglesia, cuyo estilo arquitectónico hacía pensar en las construcciones inglesas, fue que Miss Ruth y el pastor Manuel cruzaron miradas por primera vez.
Ella tenía 19 años y él 21. Primero, sólo se trató de saludos cordiales al cruzarse en las reuniones de la iglesia, que después se convirtieron en visitas a casa de Ruth. Así nació un noviazgo que duraría seis años, con salidas únicamente una vez a la semana, en las que podían platicar y a veces acompañar la conversación con un helado. ¿Qué días podían verse? Únicamente podía ser entre semana, pues los sábados y domingos Manuel los dedicaría a su trabajo en la iglesia.
La iglesia de Mina se llenaría de gente aquel domingo 19 de abril de 1963. Todos los asientos estaban ocupados, con asistentes que esperaban con ilusión la entrada de la novia. Ruth caminó en un precioso vestido blanco hasta el altar, donde Manuel la esperaba, extendiéndole el corazón y la promesa de una vida juntos de servicio al Señor.
Para ese momento, Ruth ya era conocida como “Miss Ruth”. Tenía plaza en el gobierno como docente de la escuela pública Víctor María Flores, junto a la Glorieta de Colón. En la iglesia de Mina, había sido consejera de Embajadores del Rey, y su experiencia como maestra en la escuela le permitió estructurar el sistema de enseñanza entre los niños de jardín y primaria de la congregación.
Al casarse, cambios significativos reestructurarían su vida y la identidad que el título de “miss” le había otorgado. Por un lado, dejaría su trabajo en la escuela para dedicarse a su nueva familia; por el otro, con un par de lágrimas, se despediría de la querida iglesia en la que había crecido y servido, pues recientemente había comenzado una misión a la que Manuel sería enviado: Bethel.
Ruth recuerda que, entre las viviendas que eran propiedad de su abuela, había un grupo de señoritas, a quienes la hermana Altagracia les hablaba del evangelio y las invitaba a las reuniones dominicales de esta misión. “Voy al servicio y a la reunión si no me sube la renta”, le respondían las señoritas. Y ambas partes cumplieron parte del trato. ¿Se imaginaría Ruth que esta misión sería pronto una iglesia, y que Dios la llevaría a ser esposa del pastor?
Tras una luna de miel en la que recorrieron por quince días varias zonas de Michoacán, a ambos les esperaba el trabajo: a ella en el hogar y a él en Bethel. Por tres años vivieron en Cuernavaca, donde Ruth se encargaba de atender a sus hijos y Manuel realizaba visitas continuas a la Ciudad de México. Cuando los hijos se encontraban ya en la universidad, se mudaron todos de regreso a la Ciudad, y una nueva etapa de vida comenzó para Ruth.
La docencia había sido una parte importante de Ruth, y Dios había preparado un regalo especial para ella a su regreso en la Ciudad de México: el título de “Miss Ruth”. El Colegio Sara Alarcón tenía un lugar para ella y, sin titubear, la recibió con brazos abiertos. Ahí laboró como maestra durante un año e inmediatamente fue nombrada directora, cargo que ocupó por dos años. Mientras estaba en la dirección del colegio, la jefa de sector se acercó a ella y le ofreció regresar al gobierno con plaza como docente. ¡Como antes!
Así, llegó a la primaria Nuevo León, en la calle de Nilo (Clavería). Si bien no entró desde el principio como maestra, no tardó mucho en estar frente a un grupo. Pero no duró mucho la experiencia pues, al año, Manuel le planteó la
necesidad que tenía el Colegio David Livingstone de una directora. No, no fue la transición más sencilla. Los cambios exigen renuncia y desprendimiento, pero si Dios va delante, cada paso que demos será para bien. Así que un equipo de cuatro maestras del Colegio Sara Alarcón acompañó a Miss Ruth al Livingstone, éste que ella nombra con un cariño entrañable “su colegio”.
“No tengo más que darle gracias a Dios por sus inmensas bendiciones, cariño y amor a mi vida”. —Ruth Torres de Martínez, 2023
Fotos ▶
1. Miss Ruth con sus abuelos.
2. Boda Miss Ruth & Pastor.
3. Miss Ruth con su familia.
4. Miss Ruth en la dirección del Colegio David Livingstone en la década de los 80's
La Iglesia Bautista Bethel fue establecida el 29 de junio de 1963 como resultado del amor de Dios en la vida de un grupo de creyentes. Fue iniciada por la hermana Altagracia Colunga Vda. de Valdés, quien, con gran entusiasmo, involucró a su hija, la hermana Orelia Valdés de Mercado, en el trabajo misionero en una zona empobrecida. En sus primeros meses, Bethel funcionó como una misión de la Primera Iglesia Bautista de la Ciudad de México, y varias señoritas de la iglesia colaboraron cada domingo. Durante dieciocho meses, las hermanas Valdés y Mercado llevaron a cabo el trabajo, el cuidado, las visitas, el testimonio y el servicio en el nombre de Cristo.
El apoyo del Dr. Francisco Mercado fue fundamental, y Dios obró el milagro. Así nació Bethel como iglesia denominacional.
Desde ese momento, Bethel se convirtió en la decimosexta iglesia organizada en la Ciudad de México y comenzó su andar como tal. Sin embargo, lo más hermoso de Bethel no fueron sólo las bendiciones materiales recibidas, sino las personas: humildes, sencillas, muchas veces sin preparación académica, pero apasionadamente entregadas al Señor y a su servicio.
Hermanos y hermanas de todas las edades colaboraron generosamente con sus ofrendas y trabajaron arduamente con sus manos callosas, ya sea usando una pala, una brocha o un pico. Hombres y mujeres dedicaron sus rodillas a la oración constante por Bethel y su labor.
Durante veinticuatro años, Bethel creció en unidad, evitando pleitos, divisiones y contiendas. Si bien enfrentaron problemas y necesidades,
siempre se mantuvieron unidos para regocijarse en los triunfos que Dios les otorgaba.
Bethel tiene un pasado inspirador que fue guiado por el Espíritu Santo a través de tres planes sexenales de trabajo. Aunque no todas las metas soñadas se cumplieron, estos planes llevaron a Bethel al lugar que ocupa en la actualidad.
Al recordar esos primeros veinticinco años (1963-1988), se pudo experimentar una alegría emocionada ante tanto amor de Dios y la entrega de los hermanos en Bethel.
Ahora, al contemplar el presente y el futuro, es necesario construir sobre el fundamento que es Cristo, no sólo en términos doctrinales, sino también viviendo y proclamando Su enseñanza en la vida de cada miembro. De esta manera, todos, sometidos a Dios y a su Iglesia, pueden ser de un mismo sentir, unidos en amor y dedicados con espíritu, alma y cuerpo para predicar al Señor que tanto nos ha amado.
Al celebrar nuestras “Bodas de Plata” con 25 años de dedicación a Dios, decidimos conmemorar este hito siguiendo la voluntad del Señor y trabajando unidos como Iglesia. Presentamos en oración nuestro Plan Operativo, “En Dios Haremos Proezas”.
Este plan era como un verdadero Plan de Batalla para nosotros. Aunque conscientes de su ambición, nos lanzamos a cumplir estas “proezas” confiando en el poder del Dios de los Ejércitos y buscando su gloria. Adoptamos lemas significativos, como “En Dios Haremos Proezas”, recordándonos que nuestra victoria no dependería de nuestras fuerzas, sino del poder
del Espíritu Santo. También proclamamos “Vida en Cristo es Vida Nueva”, como lema evangelístico, y nos inspiramos con himnos como “Al Frente de la Lucha” y “Dios, Yo Quiero Ser Cristiano”, expresando nuestra entrega y dependencia total de Dios en medio de la oposición.
Con una fuerte convicción de que Dios estaba con nosotros, nos lanzamos a cumplir nuestro plan operativo, confiando en su dirección y poder para alcanzar las metas que nos habíamos propuesto. Buscar el engrandecimiento del reino de Dios en la tierra, por medio del cumplimiento fiel de la gran comisión:
La Iglesia Bautista Bethel, consciente de que Dios le ha dado un propósito perfecto e inmutable, de que le ha dotado de una organización perfecta —ni un recurso de más, ni uno de menos— y que Dios provee los dones necesarios en el momento necesario —ni antes ni después—, se lanzó a esa batalla de crecimiento. Batalla que sólo pudo entenderse en el nombre de Dios, que sólo pudo emprenderse en la gracia de nuestro Señor Jesucristo y que sólo pudo ganarse en el poder del Espíritu Santo.
"Nuestro Dios está en los cielos. Todo lo que quiso ha hecho". —Salmo 135:6
Cada año que pasa, se confirma más y más en la vida de la Iglesia Bautista Bethel que la misma
no es otra sino la obra de Dios. Una obra de Dios que hace milagros, de un Dios que es el Todopoderoso y que se manifiesta por sus obras en la naturaleza, en la vida personal de cada creyente y muy en especial en la vida de su Iglesia.
Surgió de una pequeña misión y ha crecido, convirtiéndose en una iglesia evangelística con decisiones de fe y bautismos, una iglesia misionera que lleva el mensaje, y una iglesia que sirve y ayuda a los demás. Todo esto ha sido posible gracias a la soberanía de un Dios que hace milagros.
A través de la serie “Milagros de Dios”, se busca recordar los milagros que Dios ha hecho en Bethel, tanto en la vida espiritual como en la vida material de la Iglesia, reconociendo que Bethel es una obra de Dios sostenida y guiada por 60 años.
Después de la organización de la Iglesia Bautista Bethel el 29 de junio de 1963, surgió la necesidad de adquirir un terreno y una capilla apropiada. A pesar de contar con un fondo de quince mil pesos, el costo superaba los sesenta mil. Con fe y determinación, la hermana Mercado emprendió la búsqueda de un lugar y encontró uno al otro lado de la calle, cuyo costo ascendía a cuarenta y cinco mil pesos. La iglesia confió en que Dios proveería los recursos necesarios y, tras múltiples trámites, faltaban treinta mil pesos. Con el generoso préstamo del Dr. Francisco Mercado y el esfuerzo sacrificado de los hermanos, lograron
1. Algunos de los primeros asistentes a la Misión que posteriormente se convertiría en Iglesia bautista Bethel.
2. Costado del templo en construcción
3. Brigada de hermanos que por familia hacía la limpieza del templo.
4. Preparando ampaña evangelística.
obtener la cantidad requerida y adquirir un terreno de trescientos metros cuadrados.
La adquisición del terreno fue motivo de gran felicidad y gratitud para la Iglesia Bautista Bethel. Reconocieron que su obra era un testimonio del poder y la provisión de Dios. A través de la fe y el esfuerzo conjunto, experimentaron el cumplimiento de su sueño y la manifestación de los milagros de Dios en sus vidas. La Iglesia Bautista Bethel encontró en este proceso una confirmación de su propósito y una prueba de la fidelidad divina en su caminar.
A pesar de las limitaciones financieras y la falta de recursos para emprender nuevos proyectos, el pastor reflexionaba sobre las posibilidades de crecimiento en el terreno actual. Sin embargo, un día, mientras caminaba hacia su casa, se detuvo frente a una antigua casa en venta en la Avenida Azcapotzalco número 187. El lugar parecía perfecto para la Iglesia Bethel, con amplios salones en tres pisos y un jardín.
El terreno medía 720 metros cuadrados y el último precio solicitado era de $235,000 pesos. Aunque el costo de esa propiedad parecía estar fuera de su alcance, el corazón del pastor se llenó de esperanza ante la posibilidad de hacer realidad ese sueño.
Decidieron vender el terreno actual de la iglesia, el cual valía $45,000 pesos, pero aún necesitaban reunir una gran cantidad de dinero. El pastor buscó préstamos y donaciones, mientras que la hermana Mercado buscaba donativos y
ropa para vender. En dos meses lograron reunir $210,000 pesos, incluyendo la venta del terreno a un médico llamado Dr. Mercado, quien se los compró por un monto mayor. Además, recibieron un generoso donativo de la Junta de Misiones Foráneas de la Convención Bautista del Sur de E.U.A.
Sin embargo, cuando estaban a punto de adquirir la propiedad, recibieron la noticia de que debían pagar 20,000 pesos adicionales en impuestos y gastos notariales. A pesar de no tener los fondos necesarios, el pastor encontró una solución: vendió su automóvil, un Mustang, por el precio exacto que necesitaban. La iglesia luego reembolsó al pastor el dinero para comprar otro automóvil. Con gran alegría, esperaban ansiosos el día en que pudieran firmar las escrituras y tomar posesión de su nuevo templo.
Después de sólo tres años de tener su hermoso templo, la Iglesia se embarcó en una nueva misión: construir un nuevo edificio para albergar a cuatrocientas personas. Aunque carecían de recursos y dinero, el pastor y los miembros de la congregación aceptaron el desafío como la voluntad de Dios y se pusieron manos a la obra. Con gran entusiasmo, comenzaron la construcción, obtuvieron los permisos necesarios y la Iglesia comenzó a ofrendar generosamente. Durante un año entero, las familias se sacrificaron comiendo sólo arroz y frijoles para contribuir con todo lo que podían.
Cada domingo, en el patio, se recolectaban botellas, periódicos, muebles y otros objetos donados por los miembros de la Iglesia. Además, recibieron donaciones de ropa usada que se arreglaba y vendía, y los retazos de tela se destinaban a la limpieza o se vendían a imprentas. El amor y el esfuerzo de los hermanos permitieron que la obra avanzara y se superaran los desafíos financieros.
Durante un año, la congregación se sacrificó, comiendo arroz y frijoles para ofrendar el dinero que habrían gastado en comida. Además, el pastor utilizó un terreno que tenía en La Presa, Estado de México, con cerdos para vender y destinar los ingresos a la construcción. Se obtuvieron donativos y préstamos, y todos los días hubo trabajo constante en el templo. Aunque faltaba dinero al finalizar, una familia prestó un órgano eléctrico y la familia Elizazarrás sacrificó su jubilación para completar los detalles. Ambos recibieron bendiciones, consiguiendo un nuevo hogar y viviendo en él hasta su muerte.
El 30 de junio de 1968, bajo una lluvia abundante, la Iglesia Bethel dedicó su hermoso templo al Señor. Cada miembro de la congregación había trabajado, ofrendado y orado, unidos en su fe en un Dios de milagros. Confían en un Dios maravilloso que siempre los ha bendecido, buscando siempre agradarle y hacer Su voluntad. Bethel cree en un Dios que les dice:
“No te apartes ni a diestra ni a siniestra”; “Esfuérzate y sé valiente para hacer todas las cosas que te he mandado”; “Todo lo que hagas en ello serás prosperado”; “Yo estaré contigo”; “No te dejaré ni desampararé”. Este Dios es el Dios de Bethel, cuya obra puede ser vista en parte de su historia.
Un ingeniero jubilado que pasaba diariamente por la Iglesia Bethel ofreció vender una casa que pertenecía a su difunta hermana. Aunque su esposa era católica y no estaba interesada en nosotros, el ingeniero nos ofreció una parte de la propiedad que colindaba con nuestro templo, que eran 130 metros cuadrados. Sin embargo, no teníamos los fondos necesarios para comprarla. El pastor propuso que, a través de una campaña de timbres, colocáramos cartillas para que cada semana pudiéramos contribuir con una ofrenda sacrificial que nos permitiera adquirir esos 130 metros cuadrados adicionales.
Después de seis meses de comprar timbres cada semana y juntar el dinero necesario, pudimos comprar los 130 metros cuadrados de terreno al ingeniero. Sin embargo, Dios tenía algo más grande para nosotros. Un hermano externo se ofreció a prestarnos los $350 mil pesos adicionales que necesitábamos para adquirir todo el terreno, ampliando así nuestra propiedad en 500 metros cuadrados más.
La iglesia aceptó esta nueva bendición del Señor y, en un mes, tomamos posesión del terreno y la casa. Trabajamos juntos para acondicionarla y convertirla en un lugar habitable. Hoy en día, esa casa ha sido demolida para dar lugar a algo mejor. Es maravilloso ver cómo, cuando una iglesia trabaja unida con fervor y ofrenda con sacrificio, Dios provee más de lo que se necesita para glorificarse a sí mismo.
Una mañana, la vecina de la Iglesia se acercó al pastor ofreciéndole vender su casa a un precio muy accesible. Aunque la Iglesia no tenía los recursos en ese momento, poco después un her-
Fotos ▶
1. Demolición para construir nuestro templo.
2. Nuestro templo recién termiando.
3. Grupo de niños de una escuela bíblica de vacaciones integrado por vecinos.
4. Camperos: Ignacio González, Fernando Gamiochipi, Antonio Garza, Simón Ocaña,Francisco Valdéz Pérez
5. Primera cabaña-oficina de Campamento Bautista en Villa Alpina
6. Cimentación del comedor en campamento de Villa Alpina
7. Panorámica de un campamento.
mano se presentó con una donación de 25 mil pesos y sugirió utilizar el dinero para comprar la casa. Con la colaboración de la congregación, lograron adquirir la propiedad, lo que resultó en un espacio perfecto para actividades de la Iglesia. Esta historia es un testimonio de cómo Dios provee oportunidades y recursos cuando su pueblo trabaja en unidad y ofrenda con generosidad.
La iglesia enfrentó de nuevo la oportunidad de comprar una hermosa casa, pero carecía de fondos.
Un miembro de la iglesia sorprendió al pastor anunciándole que se iría de México y que le ofrecía regalar una propiedad que valiera 125 mil pesos que estuviera contigua a Bethel, mientras se presentaba la oportunidad de comprar una casa cercana por el mismo precio. Conmovido por esta coincidencia, el hermano entregó un cheque para la compra y, al día siguiente, se completó la adquisición y se obtuvieron 500 m2 adicionales de terreno. La congregación se maravilló por la provisión divina y expresó gratitud a Dios y al generoso hermano, renovando su confianza en un Dios de milagros.
El domingo siguiente, la Iglesia compartió la emocionante noticia y celebró cómo en tan sólo dos días Dios había obrado poderosamente. Agradecieron al hermano usado por Dios y pidieron sabiduría para aprovechar las nuevas bendiciones. Con renovado fervor, se comprometieron a avanzar confiando en un Dios que provee de manera sobrenatural, y la casa adquirida se convertiría más tarde en la Planta Educativa Bethel, un testimonio vivo del crecimiento y la transformación continua de la obra de Dios en la Iglesia.
Durante años, el pastor y la Iglesia anhelaron tener un campamento propio donde no tuvieran que buscar lugares temporales. En 1979, el pastor inició la promoción de un fondo, pero los recursos eran limitados. La Dra. Beatriz Saracibar se acercó al pastor para ofrecer ayuda y juntos buscaron un lugar adecuado. Después de explorar diversas opciones sin éxito, finalmente encontraron un lugar que cumplía con la mayoría de los requisitos, aunque carecía de agua. Con fe y determinación, decidieron visitarlo, confiando en que Dios proveería.
A pesar del alto precio inicial, el padre de la hermana logró negociar un precio más favorable. Sin embargo, surgieron desafíos financieros, ya que necesitaban encontrar treinta hermanos dispuestos a pagar mensualmente y el vendedor requería el pago completo. A pesar de las dificultades, el vendedor accedió a las condiciones deseadas debido a la importancia del propósito, y se fijó una fecha para firmar el convenio y realizar el primer pago, aunque sólo contaban con cuarenta mil pesos.
La fe en Dios y la confianza en su provisión llevaron a la congregación a perseverar y buscar soluciones. A través de la generosidad y compromiso de los hermanos, así como de una respuesta sorprendente del vendedor, se logró el milagro de adquirir el terreno deseado.
El pastor y tres jóvenes visitaron el terreno destinado a ser el campamento de la Iglesia, aunque en ese momento sólo veían árboles y no podían tener la visión completa. Sin embargo, los jóvenes se comprometieron a comprar diez lotes
y reunieron el dinero necesario, inspirando a otros a unirse en el esfuerzo. A través de ahorros personales, préstamos y tarjetas de crédito del pastor, se logró adquirir el hermoso terreno para el campamento.
Los hermanos que compraron los lotes lo hicieron por amor al campamento, y muchos de ellos donaron sus derechos de uso a la Iglesia. A pesar de las dificultades en los pagos, Dios siempre proveyó y permitió que se construyera una cabaña comedor-cocina para el campamento. Este testimonio revela cómo la fe, el esfuerzo conjunto y la provisión milagrosa de Dios hicieron posible la realización de este proyecto, demostrando la grandeza y fidelidad del Señor en todas las cosas.
Nuestro campamento siempre ha estado abierto para todos los camperos que desean asistir. Sólo pedimos sujetarse a las condiciones básicas de cuidado, orden y limpieza. La pileta levantada hace 36 años para poder llevar agua potable tiene un servicio efectivo. Las pipas de agua llegan a este lugar desde donde se distribuye el agua.
“Soñar no cuesta nada”, me decía un hermano, pero los sueños que Dios nos da, Él los hace realidad. Así fue: necesitábamos dos lugares prioritarios, un comedor y una cocina para dejar “el desierto” de años atrás. No teníamos dinero y sólo pedimos al Señor, quien nos contestó. Conocí a unos hermanos de la Universidad Bautista de Texas, quienes, al saber lo que hacíamos, se ofrecieron a ayudar: “Pastor, denos seis meses para preparar todo”.
Así fue, a los seis meses me indicaron que ya estaban listos siete hermanos adultos para venir a México y levantar el comedor. Ellos podrían poner todo el material si nosotros ayudábamos en la construcción. Fueron palabras que sonaron como música a nuestros oídos.
Hicieron los planes. Los hermanos vinieron por tierra con una suburban y un tráiler con herramienta y demás. Llegaron al campamento donde ya los esperábamos con ansia. Desplegaron sus conocimientos de construcción, pues la mayoría trabajaba en eso en Houston.
Después de planos y medidas, comenzamos la excavación en el lugar destinado para ello. Los jóvenes de la Iglesia trabajaron mano a mano con los hermanos que sólo contaban con 10 días.
El trabajo se adelantó y los hermanos se fueron, esperando regresar al año siguiente. Nos dejaron trabajos sencillos que hacer y ellos se fueron.
Con gozo supimos más tarde que fueron y consiguieron recursos para comprar todo el material necesario para concluir la construcción. Así, el siguiente año, nuestro comedor sin vidrios estaba listo para usarse. Piso de cemento y muchos sueños. Los hermanos volvieron enamorados de su trabajo, dejándonos una sierra y otras herramientas.
Los sucesos anteriores en campamentos realizados nos hablaban de una cocina que con botes alcoholeros y leña bajo las manos de las hermanas Rico y Lima nos preparaban los alimentos para 100 o 120 camperos. Todos comíamos en el suelo, con plato personal y vaso que cada uno llevaba. ¡Qué sabrosos eran los frijoles con pasto! Pero más tarde pudimos ver nuestro comedor y cocina funcionar como es debido.
El clima en el campamento es siempre frío, pero en nuestra historia de 36 años, sólo en una ocasión hemos visto nevar. Fuimos al campamento y subimos, aunque ya no pudimos regresar hasta días más tarde; la nube cubrió con su mano blanca todo el campamento. La pick-up del pastor quedó a medio camino hasta que logró subir. Fue un espectáculo maravilloso que no se ha vuelto a repetir.
Tiempo después, se levantaron algunas cabañas, adoptadas por hermanos que nos visitaron y pagaron su costo, como la cabaña Pratville y Montogomery, que fueron costeadas por pequeñas iglesias de Alabama, hasta donde fuimos con 12 adolescentes para conocerlos y para promover nuestro campamento. Dios nos proveyó para esas cabañas. ¡Qué diferencia poder dormir en una litera y bajo un techo! No en el suelo, bajo una tienda de lona o en una perrera.
Qué hermoso es saber que contamos con un Dios que hace milagros y maravillas, no solo proveyéndonos de instalaciones, sino que nos bendice con todo lo necesario.
Con visión y bajo la dirección de Dios, hoy contamos con un hermoso lugar que requiere de trabajos, manos y recursos para sostenerse. Sin duda, a través de usted, podemos unirnos y mantener ese lugar.
Desde hace 32 años se tiene este evento con marca registrada y que año con año podemos ver. Nuestro campamento vibra con siete u ocho mil personas visitándolo en los seis días
del evento. Es el evento que la Iglesia Bautista Bethel promueve en forma especial para dar el mensaje de amor que tanto necesita la humanidad. Un mensaje de paz, una paz que debe salir del corazón y llegar a todo lugar en donde estemos, sea el hogar, el trabajo o la sociedad en que vivimos.
Cada día se requiere que las palabras de Jesús se hagan realidad en muchas vidas: “Mi paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo lo hace... No como el mundo la da”.
Con más de 35 mil foquitos, se ilumina nuestro campamento para dar cabida a más de 5 mil personas que asisten en la semana del evento. El frío del invierno se ve opacado por el calor humano y por los eventos que se llevan a cabo, así como por los alimentos que se expenden. Para concluir, los fuegos artificiales sellan cada noche de los eventos con broche de oro.
Hace treinta y dos años, en una visita que realicé a la isla Victoria en British Columbia en Canadá, encontré un hermoso espectáculo en el verano con flores de todo el mundo y en el invierno con decoraciones navideñas alusivas; Buchart Garden’s es un lugar mundialmente conocido. El pensamiento surge de inmediato en esa ocasión: “¿Por qué no tener en México algo parecido?”. Así nace este evento, en un principio con una asistencia de 200 personas en un solo día.
Con el paso de los años, este se ha incrementado en número de días, con una asistencia de más de ocho mil personas.
Todo se hace por el resultado del amor de Dios, plasmado en vidas que han sido transformadas por el poder de Jesús.
Navidad en las Montañas no es una plataforma para cantantes, ni para obras diversas. Es un evento con presentaciones que pretende sensibilizar a la gente sobre la navidad y su verdadero sentido. Es para creyentes que lleven a gente inconversa con ellos y puedan continuar un trabajo de discipulado.
Es un espectáculo único en México, por el paisaje, la idea, la forma y todo lo presentado. Gracias a todos por su realización.
“Bien buen siervo fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré”.
En la primera década de la vida, Bethel ya tenía una tradición y trabajos de campismo. Estos eran muy innovadores dentro de las iglesias evangélicas en los años setentas. Estas le habían acarreado grandes bendiciones, buenos resultados en el evangelismo, y consolidaron su compañerismo, pero Bethel no poseía recursos económicos para adquirir un espacio propio, con instalaciones y equipo adecuado para formalizar este tipo de trabajo.
Todo se realizaba en llanos públicos con el apoyo integral y el servicio de los miembros de la Iglesia, pero se tenía visión y se soñaba con algo propio.
Diez años después, en 1982, Dios nos otorgó una gran bendición, ya que Él tenía grandes planes para Bethel, nuevamente, al contemplar el corazón de la Iglesia, la idoneidad de su visión en este tipo de trabajos, la disposición de sus miembros a servir y a continuar participando en lo material así como en ofrendas sacrificiales. Dios
Fotos ▶
1. Detalles de una de las primeras ediciones de Navidad en las Montañas
2. Construcción de las primeras cabañas en nuestro campamento en Villa Alpina.
3. Construcción de literas y detalles de las cabañas en Villa Alpina.
4. Detalle de la decoración de Navidad en las Montañas .
5. Oración con los voluntarios de Navidad en las Montañas antes de comenzar el evento.
6. Detalle del espectáculo de pirotecnia en Navidad en las Montañas
7. Una de las zonas de fogata de Navidad en las Montañas
bendice a la Iglesia cuando posee una visión por servir y abrir nuevos espacios para trabajar.
El Señor otorgó una de las grandes bendiciones para la Iglesia, que debería ministrar sabiamente. Bethel adquirió una fracción de monte, un bosque de coníferas en estado virgen, hermosas vistas, bellos espacios verdes de difícil acceso. No existían caminos directos, sólo veredas; servicios ni pensarlo, sin agua y con algo hasta la fecha: mucho frío. Dios nos otorgó lo que hoy es el Campamento Bautista Bethel. En aquellos años los miembros de la Iglesia tuvieron una misma y sola visión:
“Usar esta gran bendición de Dios de manera digna, para agradar su nombre y que todo hombre reconociera la grandeza de Dios. Preparar la tierra para sembrar buenas obras y multiplicar”.
Desde nuestros primeros días como Iglesia, Dios le ha dado a Bethel una visión aguda para idear planes, implantar programas y proyectos que contribuyan al alcance con éxito del objetivo y la misión de la Iglesia.
Posterior a recibir de Dios esta inmensa bendición, la Iglesia en pocos años vería este refugio en el bosque ser transformado bajo estrictos cuidados, programas ecológicos y forestales, en un hermoso campamento con servicios, instalaciones y equipo, que han servido para lograr los propósitos para los cuales fueron constituidos.
Toda obra material ha sido provista por el amor en corazones agradecidos al Señor y el trabajo de cientos de manos dispuestas a servir. Los frutos espirituales y las bendiciones han sido por su autor original: Dios. Miles de personas han visitado el campamento, y en su estancia han sido transformadas, se inspiraron y tomaron importantes decisiones a lo largo de todos estos
años. Se ha contado con la creación e implementación del proyecto Navidad en las Montañas.
¿Por qué realizar año tras año este proyecto navideño? La respuesta está claramente expresada en los resultados anuales que se han manifestado hasta la fecha. Años continuos de trabajo coronado en logros confirman su continuidad. Al crecer en número de asistencia, ha sido necesario mejorar nuestras instalaciones y equipo, con el propósito de que miles de personas reconozcan el nombre de Dios como autor y promotor de las acciones de “La Gente que Sigue a Jesús” y Grupo Bethel. La intención es proveer más servicios, el perfeccionamiento del evento con la aportación de nuevos conceptos y servicios, y administrar todo cuanto nos ha dado Dios.
La principal protagonista en Navidad en las Montañas es la pasión por servir a nuestro prójimo en nombre de Dios. Dar testimonio a toda persona del nombre de Cristo. Enseñar a la Iglesia las cosas que hemos aprendido para una edificación personal y edificar a la Iglesia para grandes obras.
El evento Navidad en las Montañas inicia dentro de nuestra iglesia con un culto especial, el cual lleva por nombre “Enciende una Luz”. Es un culto especial en el que cada creyente enciende una pequeña vela en la oscuridad conforme entra al culto, hasta que se prenden todas las velas, simbolizando el instrumento que somos para compartir esa luz que es la palabra de Dios a toda la humanidad, propagando su mensaje de salvación hasta llegar a lo último de la tierra. El culto se centra en una predicación con mensaje
evangelístico, para que todo invitado escuche el mensaje de salvación y se le invite a tomar una decisión para aceptar a Cristo en su corazón. El culto se refuerza con cánticos navideños.
Al término del evento, nos gozamos con momentos de compañerismo, mismos que nos permiten testificar la manera en que, como cristianos, solemos disfrutar en familia y hermandad de estas fechas. Nuestro compañerismo va acompañado de piñatas, desde la etapa de niñez hasta la etapa de adultos mayores, cerrando nuestra celebración con la distribución de unas ricas conchas y café.
Damos gracias a Dios por estos momentos de compañerismo, que nos dan la oportunidad de compartir y, en koinonía con nuestros invitados inconversos, disfrutar del inicio de estas fechas decembrinas.
En 1982, el pastor estableció un Jardín de Niños en Clavería 18, que eventualmente se convertiría en el Colegio David Livingstone. A medida que crecía el gozo y la alegría, surgía la necesidad de encontrar un nuevo lugar para la Primaria. El terreno en la esquina de Clavería y Avenida Azcapotzalco, lleno de hierba y ratas debido a la basura arrojada por los vecinos, había llamado la atención del pastor, quien creía que podría ser destinado para la Iglesia. Aunque parecía un sueño inalcanzable, surgió una oportunidad en 1975 cuando la persona que nos había regalado Clavería 12 había indicado: “Si se los venden en novecientos mil pesos, yo lo pago”. Sin embargo,
surgió un dilema cuando un grupo de hermanos de una iglesia recién organizada por Bethel se acercó al pastor, enojados y solicitando ayuda para su propia capilla y con amenaza de disolverse. El pastor explicó la situación a la Iglesia Peniel, dejando claro que la decisión no estaba en sus manos y que, si adquirían la esquina, sería bajo las mismas condiciones establecidas por el donante.
La historia nos lleva a un momento en el que la Iglesia enfrentaba obstáculos para adquirir un terreno. Después de una situación complicada con otro grupo de hermanos, el pastor oró pidiendo que, si no era la voluntad de Dios, no les concedieran el terreno. Dios respondió a la oración al no venderlo y estableciendo un precio fuera de su alcance. Sin embargo, ocho años después, se les ofreció la oportunidad de comprarlo por una gran cantidad de dinero en dólares. A pesar de las dificultades, la Iglesia se unió en una ofrenda especial llamada el “Domingo de Oro”, donde se entregaron objetos de valor. Con la ayuda de Dios y la generosidad de los hermanos, lograron reunir el 50% del dinero necesario y buscaron apoyo en una iglesia en Dallas, Texas.
Aunque no pudieron tener la reunión con la comisión designada, fueron recibidos con amabilidad y posiblemente recibirían ayuda. La historia refleja la perseverancia y la fe de la Iglesia en su búsqueda por obtener el terreno para la escuela, confiando en que Dios abriría puertas y proveería en medio de las dificultades.
Aquella noche, el pastor de Bethel oró con lágrimas, suplicando a Dios por un milagro. A la mañana siguiente, recibieron una triste noticia: no podrían hablar como habían planeado, y les ofrecieron solo tres minutos para saludar en el
culto en español y traducir al inglés. A pesar de esto, durante el culto, el pastor saludó a la Iglesia, indicando sólo de dónde eran e invitándolos a levantar sus ojos y mirar las regiones que estaban “blancas para la siega”. Un hermano desconocido entregó un cheque de sesenta mil dólares al misionero que los acompañaba, destinado a la Iglesia. Aunque había dudas sobre su autenticidad, el cheque resultó ser verdadero, lo que les permitió adquirir el terreno y construir la escuela. Con gratitud y asombro, regresaron a México, comenzaron los trámites y, en tan sólo un mes, iniciaron la Primaria.
Aunque se enfrentaron a obstáculos burocráticos, el favor de Dios se hizo evidente cuando el subdelegado permitió que comenzaran a limpiar y poner pisos en el terreno mientras se completaban los trámites. Tiempo después, el pastor enfrentó la amenaza de clausura de la obra, pero, confiando en Dios, invitó a los funcionarios de la Delegación a su oficina. A pesar de las expectativas negativas, los funcionarios mostraron interés en la Iglesia y, sorprendentemente, el jefe de Licencias decidió apoyarlos. Sin clausura ni problemas, pudieron comenzar la escuela en una semana y media, aunque sin puertas ni ventanas. Las licencias llegaron un año después por correo y, con la ayuda divina, completaron la construcción provisional, esperando el día en que Dios les permitiera tener un edificio adecuado. La presencia y la obra de Dios siempre han estado presentes en Bethel, manifestándose de maneras sorprendentes y llenas de fe. “LA IGLESIA TRABAJÓ, OFRENDÓ
SACRIFICIALMENTE, Y DIOS OBRÓ”.Después del devastador terremoto, una maestra vecina de Bethel les ofrece venderles su casa, una antigua propiedad semidestruida. A pesar de no tener dinero, comienzan a soñar con todas las posibilidades que podrían tener para utilizarla. La iglesia se anima y todos hacen sacrificios, pero las fuerzas y los recursos se agotan; sólo se reunía el 50% del costo. Parece imposible obtener la bendición, incluso si significa perder una cantidad de dinero dada como garantía.
Cuando ya casi se resignaban, reciben una llamada indicándoles que deben ir al aeropuerto para recoger a un hermano enviado por una iglesia en Los Ángeles. Después de mostrarle la ciudad y el trabajo realizado por la iglesia, el hermano deja una ofrenda que representa un 25% del costo de la casa. Aunque todavía les falta otro 25% y sólo les quedan dos días, los hermanos de la iglesia del hermano enviado de Los Ángeles envían el dinero restante a través de un giro bancario, completando el monto necesario. Dios obró un milagro en el último momento, permitiéndoles obtener la propiedad deseada y demostrando una vez más su fidelidad.
Los hermanos enviaron un ángel que observó y vio la necesidad, y luego Dios intervino para proveer lo necesario a tiempo. Con gozo y expectación, todos se pusieron manos a la obra, nivelando pisos, reconstruyendo paredes, techos y caminos. En tan sólo 15 días, aquella antigua casa se transformó en un lugar de bendición: un consultorio médico, un consultorio dental, capacitación en peinados, consultorio psicológico y un jardín de niños, todo lo que habían soñado.
Fotos ▶
1. Construcción de nueva planta educativa a principios de los años 90's.
2. Pastor inaugurando primera planta educativa en los 80's
3. Primeros años de actividad de nuestro colegio en los años 80's.
4. Hermanos ayudando a subir tabiques en un domingo para facilitar. los trabajos de la construcción de la nueva planta educativa Pastor. inaugurando la nueva planta educativa e los años 90's.
5. Pastor inaugurando nueva planta educativa
6. Grupo de maestros y directivos del colegio David Livingstone con Miss Ruth al frente durante una ceremonia de navidad.
Es maravilloso ver que Dios es el dueño de Su iglesia y que Él cumple Sus promesas cuando hacemos Su voluntad. Su iglesia camina de triunfo en triunfo. Una vez más, presenciamos que tenemos un Dios de milagros, un Dios de gran poder que espera encontrar instrumentos dispuestos y limpios para ser utilizados. ¡A Él sea toda la gloria!
Después de tener el terreno de la esquina de Clavería, empezamos a limpiarlo, pues era un casi basurero, y acudí a la delegación para pedir los permisos necesarios e iniciar los trámites para tener la licencia de construcción. El subdelegado muy cortésmente me dijo: “Pastor, empiece a trabajar, pues sin duda se llevará un buen tiempo para empezar a construir”. Así salí con un permiso verbal para principiar. Lo que no sabía el subdelegado era que teníamos muy poco tiempo para levantar lo que sería el Jardín de Niños inicial y los primeros años de la Primaria.
Trabajamos día y noche, pues nosotros sabíamos que sólo teníamos 3 meses para iniciar clases. Pusimos pisos para los salones y empezamos a levantar muros y a limpiar todo el terreno, quitando bardas viejas y mucha piedra. Así, cada día había de 20 a 25 adolescentes, jóvenes y hermanas, desde el amanecer hasta el anochecer.
Una mañana estábamos trabajando cuando llegaron 5 autos Ford blancos con una antena en su techo. Enfilaron en sentido contrario sobre Avenida Clavería y bajaron sus ocupantes, unas 12 personas de traje y corbata. Eran el delega-
do, el subdelegado, el jefe de Obras Públicas, el jefe de Licencias y así sucesivamente, puros jefes. Uno de ellos, con una gran altanería, dijo: “¿Quién es el encargado de esta obra?”. Con temor y temblor dije: “Yo”. “Pues saque inmediatamente a toda la gente. Vamos a clausurar y mientras tanto denme sus documentos”, dijo. Empecé a caminar hacia la oficina que estaba adjunta en la casa que habíamos comprado y arreglado provisionalmente, invitándole a pasar conmigo, a lo que contestó secamente: “No, traiga aquí sus documentos”.
Seguí mi camino de escasos 15 metros cuando escuché lo que me dijo: “Está bien, esperaré, iremos a su oficina”. Sí, esperó y pasamos a mi oficina, en donde le servimos un refresco y le platicamos lo que sería la esquina, una escuela, que no era un negocio, sino un servicio, que ciertamente cobraríamos y que no teníamos quién nos patrocinara. Cuando vio que los adolescentes, jóvenes y mujeres eran madres del que sería el Colegio, todo cambió. Le dije: “Licenciado, yo fui con usted (subdelegado) y me dijo que principiaramos”. “Sí, pero no que terminaran”, me contestó.
“Bueno, está bien. Les vamos a ayudar”, dijo finalmente. Se acercó el jefe de Licencias para que le firmase el acta de la visita y por ende aceptando todas las culpas. El delegado le dijo: “No, vamos a ayudar a esta gente. Déjalo así”. Me indicó que él personalmente vería por mis documentos, dándome la lista de lo necesario. “Pueden seguir adelante. En cuanto la licencia esté terminada, le aviso”, concluyó. Gracias les dimos a ellos, pero sobre todo a Dios, ya que nos indicaron: “Esta licencia tarda de uno a dos años”. Y ciertamente, cuando terminabamos el
2° año de Jardín e íbamos a empezar la Primaria (hace 35 años), nos llegó por medio de un mensajero enviado por el delegado nuestra licencia de construcción. No pagamos sino una suma pequeña de costos oficiales y todo lo demás nos fue concedido, en un abrir y cerrar de ojos.
Su fundadora Miss Ruth Torres Valdés, esposa de nuestro pastor Manuel Martínez Garibay, puso su corazón para levantar el colegio y ser reconocido como uno de los tres mejores colegios de la zona por la SEP, siendo reconocido no solamente por su calidad educativa sino por su calidad humana y espíritu evangelístico.
Al mismo tiempo en que podemos servimos unos a otros en el amor de Dios, nuestros ojos se levantan y podemos ver las necesidades del mundo que nos rodea y que se sintetizan en una: CRISTO en sus vidas. El servicio es una llave que permite mostrar a la gente ese amor y Dios lo recompensa con bendiciones especiales a su Iglesia.
En la vida de Bethel en 1983, vimos la gran necesidad de extender el Ministerio de Servicio a través de los niños, lo que nos llevó a organizar un Jardín de Niños con las instalaciones y equipo con que contábamos Este inicio dio lugar al Colegio David Livingstone que más tarde crecería a la sección de Primaría y luego Secundaria para llegar a el Bachillerato y sin duda pronto la Universidad.
A través del colegio y como plataforma de testimonio se ha logrado que muchas familias
se rindan al Señor, y cada año esperamos ver acrecentados estos resultados. Además de ello, esto ha sido bendición a la Iglesia, ya que, por los resultados del colegio, pudimos levantar la construcción del mismo que es nuestra planta educativa y hoy día nos sirve para los trabajos de la Iglesia.
El Colegio Livingstone cuenta actualmente con una matrícula de 550 alumnos y un equipo de 80 maestros comprometidos, altamente cualificados y entregados a su labor educativa. Estos maestros infunden valores y perspectivas elevadas en la vida de los alumnos, brindándoles una educación integral.
En cuanto a los estudios de idiomas, el colegio ha obtenido reconocimiento por sus programas de inglés avalados por Cambridge English (Language Assessment) y, desde 2018, ha incorporado el francés como parte de su currículo.
Cada nivel educativo cuenta con la siguiente estructura:
Lic. Carlos F. Rodríguez Brito es el Director General del Colegio.
Profra. Nubia Tejeda Celis lidera la coordinación del Jardín de Niños
Profra. María Leticia Arteaga Olguín está a cargo de la coordinación de la Primaria.
Lic. Anabel Pérez Pérez es la coordinadora de Secundaria.
Prof. Javier Antonio Herrera Hernández es el coordinador de Bachillerato Vespertino.
Lic. Hermelinda Galindo es la responsable de la psicopedagogía.
El Prof. Hiram Rangel se encarga de las actividades extracurriculares después de clases.
Profra. Yolanda Loyo Luévano es la Coordinadora de Proyectos Especiales
El Colegio Livingstone continúa destacándose como uno de los mejores en su zona y en la Ciudad de México, gracias a un ambiente laboral impregnado de respeto, educación y amor para todos. Esta actitud ha sido una bendición para la institución, incluso en medio de los desafíos que naturalmente surgen en cualquier entidad.
El pastor ha inculcado en el Colegio una imagen de educación, siempre buscando con amor encontrar soluciones a los problemas junto a las autoridades, padres de familia, alumnos y maestros. A sus más de 40 años, sigue siendo un ejemplo a seguir para los docentes, directivos y el personal del Colegio, combinando trabajo arduo, visión para la institución, rectitud y exigencia en las tareas realizadas. Sin embargo, lo más importante de todo es el amor que siente por el Colegio, las autoridades, los maestros y directivos, los alumnos y todo el personal de diferentes niveles.
En esta búsqueda de excelencia educativa, se tiene como aliados estratégicos a Knotion, la cual es un ecosistema educativa de vanguardia y de prestigio a nivel internacional; Oxford Education y Cambrige que nos permite certificar a los alumnos en en el idioma inglés bajo el marco europeo y recientemente celebramos alianza con la Universidad Bautista de Dallas, con la cual, nuestros alumnos y profesores van a poder tener acceso a mejores niveles educativos, becas, campamentos e intercambios estudiantiles.
En la actualidad, Miss Ruth Torres asesora al Colegio, y esperamos que la institución continúe avanzando con el personal que se ha formado, manteniendo la reputación y los principios que
han sido fundamentales en el Colegio Livingstone.
Además, se cuenta con un Consejo Consultivo el cual, conformado por especialistas en educación y administración y es el encargado de diseñar, asesorar y evaluar el Programa Operativo Anual que se está implementando desde hace unos años.
El lema del pastor ha sido claro: “Todo es posible si actuamos con amor en todo lo que hacemos: servimos por amor y con amor”. Se cumplen las reglas y se mantiene la disciplina necesaria, pero siempre con comprensión y el amor que emana de una vida basada en valores y valentía.
A través del tiempo podemos ver de manera tangible los milagros de Dios a Azcapotzalco 144: “La casa vieja”, actualmente como nuestro Jardín de Niños. A Clavería 12 actualmente como las Instalaciones de Primaria, Secundaria y Bachillerato y Azcapotzalco 187 actualmente como el Templo de la Iglesia Bautista Bethel.
Dios a través de la historia siempre ha llamado a jóvenes y hermanos que han de servirle como misioneros y pastores, quienes bajo la dirección de Iglesia y del pastor fueron preparados.
Dios llama dentro de la iglesia a pocos hombres y mujeres para servir de tiempo completo, pero cientos de sus miembros se alistan para cumplir con la obra misionera y extender el Reino de Dios en la tierra.
La Iglesia organizó el Instituto Bautista Misionero para capacitar a los jóvenes y señoritas
Fotos ▶
1. Miss Ruth con alumno del colegio David Livingstone en los años 80's.
2. Firma y presentación de convenio del colegio The Livingstone con la Dallas Baptist University.
3. Alumnos del colegio The Livingstone
4. Organizacion de la Iglesia Dios está aquí en Monterrey.
5. Iglesia Jesús de Nazareth organizada por Bethel.
6. Iglesia Dios es Amor organizada por bethel.
que, llamados por Dios, deseaban servir al Señor y trabajar al mismo tiempo en su Iglesia. Más de 20 jóvenes se prepararon y la mayor parte sirve al Señor en una iglesia.
En el 2009, Dios permitió la organización de 43 iglesias en diferentes estados del país.
Esta obra misionera da testimonio del amor de Dios y de cómo la Iglesia desde sus inicios tiene una visión clara y perfectamente definida de su misión.
IGLESIAS ORGANIZADAS 1963-2023
Bethel, “La gente que sigue a Jesús”, es la gente que habiendo tenido un encuentro personal con Él ha visto un cambio en su vida. Ahora perteneciendo a Él, le sigue en el cumplimiento de sus órdenes de marcha: “Id y haced discípulos…” (Mat. 28:18-20).
A la vez, nos dice ese mismo Señor: “Extiende el sitio de tus cabañas”. Bethel ha sido y es una Iglesia misionera que a través de su vida como tal ha organizado 47 nuevas congregaciones que sirven al Señor.
Desde su fundación en 1963, nuestra Iglesia, llamada Bethel, ha estado comprometida en hacer la voluntad de Dios en todo. A pesar de los deseos humanos de tener una gran Iglesia con miles de bautismos, hemos seguido el camino que Dios nos ha trazado, estableciendo misiones y pequeños grupos en lugares cercanos y lejanos.
Nuestra Iglesia se ha caracterizado por su sencillez material, pero ha sido enriquecida abundantemente por el Señor con innumerables bendiciones. No hemos buscado llegar a los estratos sociales más altos, sino que Dios ha traído a personas de estratos bajos, y nos ha elevado
espiritualmente, bendiciendo a estos hermanos sencillos.
Deseamos dejar claro lo que representa Bethel: una Iglesia misionera que ha vivido “un pasado inspirador” durante 60 años, con eventos significativos que han ocurrido. Actualmente, estamos viviendo un “presente de acción”, donde evidenciamos lo que Dios está haciendo, y tenemos “un futuro de victoria” por delante, con los eventos que aún están por acontecer, en la medida en que el Señor nos lo permita.
“El Señor ha sido para Bethel su refugio por sesenta años siendo esto nuestro primer testimonio”. Un paralelismo con lo que expresa el Salmo 90.
A lo largo de la historia de Bethel, Dios ha llamado a jóvenes y hermanos para que le sirvan como misioneros y pastores, preparándolos bajo la guía de la Iglesia y el pastor.
Las bendiciones que Dios nos concede en los campos misioneros nos enseñan que toda la Iglesia tiene un papel específico para servir y trabajar, ya sea detrás del púlpito, visitando o involucrándose en labores prácticas. De esta manera, los miembros de la Iglesia pueden expresar su amor y contribuir a la expansión del Reino de Dios en la tierra.
Durante los últimos 60 años, Bethel ha llevado a cabo un trabajo misionero comprometido y perseverante que ha dado como resultado la organización de 57 iglesias en diferentes regiones. Estas iglesias fueron establecidas con el objetivo de difundir el mensaje del evangelio y brindar apoyo espiritual a las comunidades locales.
1963-2023
1. Iglesia Bautista Adriel, D. F.
2. Iglesia Bautista Berea, Coacalco.
3. Iglesia Bautista Maranatha, D.F.
4. Iglesia Bautista Abarim, Tlalnepantla.
5. Iglesia Bautista Betsan, Tultitlan.
6. Iglesia Bautista Israel.
7. Iglesia Bautista Dios es Amor, Tlalnepantla.
8. Iglesia Bautista Hetziba, Tultepec.
9. Iglesia Bautista Shadai, Atizapán.
10. Iglesia Bautista Peniel, D.F.
11. Iglesia Bautista Belém.
12. Iglesia Bautista Ixoye, Chihuahua.
13. glesia Bautista Aposento Alto, Naucalpan.
14. Iglesia Bautista Valle Hermoso, Tamaulipas.
15. Iglesia Bautista Dios Fuerte.
16. Iglesia Bautista Esmirna, Cuautepec.
17. Iglesia Bautista Turicuaro, Michoacán.
18. Iglesia Bautista Príncipe de Paz, Hidalgo.
19. Iglesia Bautista Príncipe de Paz, Cuautitlán.
20. Iglesia Bautista Bethesda, Los Reyes la Paz.
21. Iglesia Bautista Evenecer
22. Iglesia Bautista Príncipe de Paz, Plazas de Aragón.
23. Iglesia Bautista San Rafael, Coacalco.
24. Iglesia Bautista Arenal.
25. Iglesia Bautista San Joaquín.
26. Iglesia Bautista Cancún, Quintana Roo.
27. Iglesia Bautista Mapastepec.
28. Iglesia Bautista Huizlat, Puebla.
29. Iglesia Bautista Tuzamapan, Puebla.
30. Iglesia Bautista Chiapas.
31. Iglesia Bautista Elienai.
32. Iglesia Bautista Getsemaní, Naucalpan.
33. Iglesia Bautista Dios con nosotros, D.F.
34. Iglesia Bautista Malacatepec, Puebla.
35. Iglesia Bautista San Martín. 36. Iglesia Bautista Bethesda.
37. Iglesia Bautista Renuevo.
38. Iglesia Bautista Dios está aquí, Monterrey.
39. Iglesia Bautista Berea, Morelia.
40. Iglesia Bautista Juárez Barrón. Edo. Mex
41. Iglesia Bautista Tecamac, Edo. Méx.
42. Iglesia Bautista Divino Salvador.
43. Iglesia Bautista Tamaulipas.
44. Iglesia Bautista Príncipe de Paz Cuautitlán
45. Iglesia Bautista Chimalhuacán
46. Iglesia Bautista Talabarteros Chimalhuacán
47. Iglesia Bautista los Patos Chimalhuacán
48. Iglesia Bautista la Loba Chimalhuacán
49. Iglesia Bautista Pescadores Chimalhuacán
50. Iglesia Bautista Cuidad Alegre Chimalhuacán
51. Iglesia Bautista Herreros Chimalhuacán
52. Iglesia Bautista Canasteros Chimalhuacán
53. Iglesia Bautista San Agustín Chimalhuacán
54. Iglesia Bautista las Torres Chimalhuacán
55. Iglesia Bautista Conalep Chimalhuacán
56. Iglesia Bautista Bethel Echegaray
57. Iglesia Bautista Alfarero
Dios condujo al hermano Ing. Juan Ramón Gastélum a la ciudad de Morelia, en el estado de Michoacán. Aunque sus actividades laborales lo llevaron allí, sin duda Dios tenía sus planes en movimiento.
El hermano Juan Ramón dejó un trabajo muy especial en el Colegio Águilas, en la Escuela Bíblica de la Iglesia y en el ministerio con los jóvenes en el campamento, así como en muchas otras actividades musicales.
En poco tiempo, surgió una nueva misión en la ciudad de Morelia, que comenzó a florecer rápidamente. Después de un tiempo, la Iglesia Bethel los organizó y con gran alegría vemos la expansión del Reino de Dios en muchos lugares en la actualidad. Actualmente han salido 16 iglesias de Berea.
Aunque se manifiesta de diferentes formas, el mensaje y el propósito son los mismos: “Dios ha bendecido grandemente esta nueva iglesia”.
Desde 1996, la Iglesia Bethel se dedicó a organizar el Colegio Águilas como un servicio de amor, gratuito y de calidad. Contábamos con instalaciones prestadas en un contrato de comodato por siete años, el cual finalizó al término del año 2002, a partir del cual se pagaría un alquiler mensual por ellas.
La comunidad donde se estableció el Colegio era de bajos recursos, por lo que comenzamos a brindar servicios de alimentos, despensas, atención médica y dental, asesoría y talleres tanto para niños como para padres.
Con el paso del tiempo, establecimos bases sólidas y comenzamos un trabajo misionero y evangelístico. Durante los primeros meses nos reunimos como Centro de Predicación, y más tarde nos convertimos en una Misión. El trabajo de Acción Infantil y del Colegio fue de gran ayuda para el desarrollo de la labor evangelística.
La misión contaba con alrededor de 60 niños y 25 adultos que estaban comenzando a conocer y crecer en el conocimiento de Dios. Eran familias que habían recibido a Cristo en sus vidas y ahora le servían y guiaban a otros hacia Jesucristo. Realizábamos actividades los días martes, con clases bíblicas para todas las edades, y los domingos teníamos clases bíblicas y un culto de alabanza.
Dios nos había bendecido mucho. Durante los últimos domingos, aquellos jóvenes que recibieron el mensaje de Dios regresaban, por iniciativa propia y sin ninguna presión externa, para escuchar la Palabra de Dios que es vida para ellos. Esa situación nos había impulsado a reflexionar y nos llenaba de entusiasmo, ya que entendíamos que Dios deseaba que trabajáramos con mayor fervor y estuviéramos dispuestos a esperar en su tiempo. Sabíamos que su anhelo era que muchas más personas recibieran su mensaje de salvación.
Los designios de Dios son inescrutables. Un trabajo nuevo se inició sin haberlo planeado. Dios tocó puertas y nos encargó esta tarea: predicar a la gente de la zona de Las Águilas, que había sido una zona de depósito de basura. Las personas del lugar eran pepenadores de basura; sus niños trabajaban con sus padres y hermanos.
En los tiraderos de Atizapán, Las Águilas, vimos los restos de necesidad y hambre en
los niños, llevándonos a dar desayunos a esos pequeños. No tuvimos dinero, pero Dios vio nuestro corazón y proveyó para que Banco de Alimentos nos vendiera comida a un peso por kilogramo. Íbamos a la Central de Abastos, dos veces por semana recogíamos los alimentos y se preparaban los desayunos que se podían elaborar. En ocasiones era fruta, en otras verdura y en otras una mezcla de varios según lo que nos ofrecían.
Los hermanos completaban lo necesario y una vez preparado se llevaba a esas zonas. ¿Cómo financiar esos trabajos? Teníamos las manos y los corazones de los hermanos que a las 6 de la mañana estaban dando de desayunar a los niños de Las Águilas, pero faltaban recursos económicos. Así surgió un pequeño restaurante junto al templo, que servía de base para la preparación de todo, y a la vez nos permitía tener ingresos para sostener el trabajo. Dos años existió y al cubrirse la necesidad se cerró.
Allí nos colocó Dios. Por nueve años, se predicó al Señor a través del servicio, llegando a ser conocidos por la gente del lugar como “gente buena”, y aun las autoridades nos pedían: “Hagan lo imposible por continuar, pues su trabajo ha surtido efectos positivos en la zona”. Pero sin duda no era lo que Dios quería.
Bethel sirvió en el nombre del Señor en la comunidad de Las Águila. Lo hizo con sacrificio, con amor, con entrega a esos niños que carecían de todo y que sobre todo no tenían visión ni aspiraciones más allá de seguir los vicios y la miseria.
Dios sin duda será quien haga la evaluación final de este servicio, pero nosotros podemos decir que, sin haber hecho todo lo que debíamos, hicimos lo que nos fue posible y dentro de nuestras posibilidades con la ayuda de otros hermanos y, en ocasiones, en pequeña escala, de instituciones de servicio ajenas a nosotros. Dios unió esfuerzos.
En la comunidad queda un testimonio de servicio y amor que sin duda Dios usará para la ganancia de almas nuevas que quizá no lleguen a Bethel, pero llegarán a los pies de Cristo, que es lo primordial. Servimos en el nombre del Señor y el Señor hará la obra.
Había hermanos que sabían hacer pan. Esto era necesario para los desayunos en Chimalhuacán y en el Colegio Águilas, pero ¿cómo hacerlo? Un hermano inició la tarea, convenciendo a dos y otros más. Empezaron a hacer el pan y, a través del Hno. Gastelum, se consiguió que la embajada de Dinamarca nos donara un horno para hacerlo. Posteriormente logramos comprar uno más. “Había pan para los desayunos y para vender en la zona y en Bethel”. Todos comprábamos pan; así ayudábamos a que se tuvieran los desayunos.
Fue una oportunidad de servicio que utilizó a hermanos que consideraban que no podían servir al Señor, a la vez que un medio para ayudar al sostén de este servicio. Esto nos permitió enseñar a hacerlo a otros y ver apoyada la obra de la escuela y misión.
El trabajo en Chimalhuacán comenzó de manera similar a otras misiones. Una familia de nuestra
Iglesia se trasladó a vivir a ese municipio del Estado de México y pidió que se estableciera allí un centro de predicación. Así se hizo, y Dios permitió el comienzo de lo que hoy en día es una maravillosa obra de Dios.
El entorno en Chimalhuacán era desafiante: charcos, canales de agua fétida, perros por todas partes, algunos vivos en los caminos y otros muertos en los canales. Todo esto parecía alejar a cualquiera. Recuerdo un día en que llegamos a Chimalhuacán y, debido al calor, dejamos las ventanas abiertas del automóvil en el camino. Sin embargo, las moscas cubrieron por completo el interior del vehículo. No había espacio para una mosca más.
Pero, en medio de todo eso, Dios tenía almas que necesitaban a Cristo y nadie les llevaba el evangelio. Después de tener un centro en Talabarteros, comenzamos la construcción de lo que esperábamos que fuera una capilla. En ese momento, una iglesia en Pasadena, Texas, se enteró de nuestro proyecto y ofreció ayuda con una donación de 75 mil pesos. Así comenzó la construcción.
El encargado de la construcción era un hermano asociado con una empresa especializada en proyectos rurales. Pronto nos informó que la capilla estaba casi terminada, pero, dos días antes de la dedicación, un movimiento de tierra hizo que el edificio se derrumbara, cobrando la vida de una hermana que estaba limpiando el templo. Aunque este incidente supuso un nuevo desafío, no hubo problemas legales, ya que la empresa constructora se hizo cargo de todo. Sin embargo, moralmente afectó el inicio del trabajo misionero en ese lugar.
Pero lo que era de Dios siguió adelante. Se dio a conocer nuestro proyecto “Chimalhuacán para Cristo” y comenzamos a trabajar en varios lugares simultáneamente, estableciendo centros de predicación y enviando misioneros pagados desde Tabasco.
Desafortunadamente, después de un tiempo, debido a situaciones internas en la Iglesia, algunos hermanos, autodenominados “pastores”, dividieron la congregación y se llevaron miembros de las misiones, causando dolor y tristeza. Sin embargo, ¡cuán maravillosa es la obra de Dios! Algunos jóvenes que más tarde se convertirían en directores de equipos misioneros votaron para que el trabajo no se cerrara, sino que ellos mismos asumieran la responsabilidad como directores.
Así, se organizaron hasta diez equipos que salían cada domingo del templo Bethel en CDMX, llevando consigo sus alimentos y refrescos, listos para llevar el mensaje de Cristo. Dios bendijo la obra de sus manos y continuó obrando poderosamente en diez barrios:
Talabarteros, Arenal, Los Patos, Conalep, Jacarandas, Canasteros, Ciudad Alegre, Herreros, San Agustín y Fundidores.
Cornerstone desempeñó un papel fundamental al apoyar a los misioneros, pero los jóvenes y adultos que servían decidieron destinar ese dinero para adquirir los terrenos que estaban a la venta. En ese momento, Manuel, el hijo del pastor, declaró: “Nosotros continuaremos con estas obras”, y se embarcaron en la búsqueda de lugares donde pudieran celebrar los cultos.
Lotes baldíos, cuartos en ruinas, esa era la realidad de cada misión, pero teníamos 10 lugares, algunos de los cuales fueron adquiridos por los jóvenes y pagados en cómodos abonos.
En Chimalhuacán, visualizamos que estos 10 lugares se convertirían algún día en 10 iglesias en la localidad.
En cada misión, hubo diferentes grupos que se fueron formando y cambiando a lo largo del tiempo, debido a la deserción de algunos y el agotamiento de otros. Sin embargo, nunca faltó la presencia de Bethel en cada uno de esos lugares. Aunque en ocasiones pareciera que el trabajo estaba a punto de extinguirse, siempre renació con mayor fuerza, aunque de formas diferentes.
En el andar con las necesidades, pudimos ver que hay personas cristianas y no cristianas que desean y pueden ayudar en proyectos específicos que se manejen con claridad y honestidad. Esto nos llevó a dar vida a una fundación que denominamos Acción Infantil, I.A.P., que cubriera los proyectos asistenciales dirigidos a los niños y a la familia.
Se hicieron los trámites necesarios y Dios nos permitió tener esta fundación que podía solicitar donativos en especie y en efectivo para fines definidos, la cual estaba supervisada por la Junta de Asistencia Privada del Estado de México.
A través de la Fundación Infantil, I.A.P., que creamos para poder brindar alimentos y servicios a los niños, establecimos cuatro comedores donde se les ofrecía una comida caliente todos los días. Se instalaron cocinas y las hermanas locales se encargaban de preparar los alimentos, mientras que un hermano, respaldado por Bethel, se encargaba de adquirir los suministros alimenticios en el Banco de Alimentos y llevarlos
para su preparación. Aunque algunos niños tal vez no necesitaban prioritariamente esta ayuda, dejamos en claro que Dios los amaba y que nosotros también.
“Sin embargo, la Tierra se movía” fueron las palabras de Galileo, quien, ante todos los que decían lo contrario, afirmaba con certeza: sí, la Tierra se mueve.
Llegaron días en los que parecía que los grupos misioneros, después de casi doce años, no veían resultados sólidos. Aunque había muchos niños y pequeños grupos de jóvenes y adultos, la obra no crecía como se esperaba.
Los grupos misioneros comenzaban a sentirse agotados, aunque nunca se dejaron de celebrar los cultos en ninguna misión. Sin embargo, muchos hermanos dejaron de asistir en el mismo número que al principio.
Un Plan de Acción del pastor fue implementado. Resultó ser muy sencillo: contar con dos lugares de culto los domingos y nueve durante la semana.
Se inició esta concentración en el barrio de Talabarteros bajo la dirección del pastor, y otra en el barrio El Arenal bajo la dirección del hermano C.P. Manuel Martínez Torres.
Los trabajos fueron bendecidos, pero esta fusión ocasionó que algunos hermanos de las misiones se alejaran al no ver con claridad la visión que se tenía.
Finalmente, en el año 2004, se decidió trabajar solo en el barrio El Arenal, concentrando allí a las 9 misiones que se tenían.
Más adelante, para continuar con la obra misionera, Dios bendijo al hermano C.P. Manuel Martínez Torres con prosperidad y generosidad para sostener económicamente el trabajo misionero. Él buscó misioneros y hermanos para apoyar el trabajo entre semana, visitar y reafirmar las decisiones de fe, y posteriormente brindar un discipulado más constante a los nuevos miembros.
Además, se inició la ampliación y mejora de las instalaciones en El Arenal, se reclutó a más miembros de la Iglesia para impulsar aún más el trabajo, reorganizando las actividades y adoptando nuevas formas de trabajo. Esto inspiró a muchos a regresar y atrajo a nuevos participantes en todos los centros. Durante este período, se pudo apreciar claramente la visión y se valoró aún más la responsabilidad del trabajo en las misiones.
¿Cómo sostener el trabajo? Inicialmente, la Iglesia cubría algunos sueldos, pero poco a poco el hermano C.P. Manuel Martínez Torres asumió todos los gastos. Esto requirió ajustes y se formó un equipo directivo compuesto por los hermanos José Luis Ramírez, Roberto Ramírez y C.P. Manuel Martínez Torres. Este equipo se encargó del ministerio del trabajo y, bajo la gracia de Dios, la obra comenzó a crecer de manera sólida y consolidada.
En un breve período, Campus Chimalhuacán alcanzó a cientos de almas, con un gran número de personas y hogares que se acercaron, expresando simpatía, profesando su fe y siendo bautizados. Un testimonio conmovedor es el del año 2008, cuando 52 personas recibieron el bautismo en un solo domingo, y en 2009 esta cifra se incrementó a más de 75 personas.
Como un principio dinámico: Nuestro Pastor nos ilustra: “La Enseñanza es el corazón de la Iglesia”. Este concepto práctico ha sido fortalecido por los directores del Campus y aplicado los modelos descritos en el Plan de Enseñanza Bethel.
Edificar en la doctrina de la Biblia a los hermanos les ha permitido una edificación personal e integral, así como una edificación congregacional.
Gracias a Dios, hoy podemos encontrar a un considerable número de hermanos que en el pasado fueron alumnos, hoy son transformados y moldeados por Dios, alistándose, capacitándose y trabajando al frente de los grupos de enseñanza, ya sea con la niñez, los adolescentes, los jóvenes y los adultos.
Se trabajó en 9 reclusorios en la ciudad de México habiendo visto milagros de Dios entre esa gente que se convirtió al Señor y sus vidas cambiaron. Más de 50 expresidiarios vieron sus vidas cambiadas y volvieron a sus hogares, cambiados y con una perspectiva diferente.
Esta obra misionera está ubicada en el Estado de México. Inició con una pequeña congregación en número pero pronto logró posicionarse y lograr su propósito, captar y llegar a los padres de familia del Colegio Americano de Echegaray, el cual les facilitaba las instalaciones para congregarse.
Siendo uno de los proyectos del Programa Misiones, contaba con objetivos y metas que pronto la convirtieron en el Campus Norponiente de la Iglesia.
Se realizan diferentes conferencias informativas, cultos de adoración, trabajos para la niñez y la edificación de nuestros hermanos mediante la enseñanza. Se encuentra actualmente a cargo de nuestro hermano Manuel Martínez Torres.
El hermano John Wetington conoció a unos hombres, padres de familia y hermanos de sangre, que emigraron a Estados Unidos por temas de trabajo. Después de predicarles de Cristo, les preguntó si les gustaría que se predicara el evangelio en su pueblo y, ante la respuesta positiva de los hombres, el hermano decidió iniciar un proyecto misionero en este lugar.
Hacia los años 2008-2009, el hermano John Wetington, establece contacto con el pastor Manuel Martínez Garibay para ver la posibilidad de trabajar en conjunto y abrir una misión en la comunidad Sta. Ma. Amealco, en el estado de Hidalgo.
Las condiciones y acuerdos bajo los que se iniciaron los trabajo en esta zona fueron que el hermano Jhon aportaría un terreno para la construcción del templo, una camioneta pick-up para el trabajo misionero y la Iglesia Bautista Bethel construiría un templo de 28 m de largo x 12 m de ancho y buscar al misionero que se dedicara de tiempo completo a la obra en ese lugar.
En ese mismo año, el pastor Manuel Martínez Garibay contacta al Hno. Israel Pérez Pérez para colaborar como misionero de la Iglesia Bautista Bethel en esta zona de Hidalgo, específicamente en Nopala, donde la Iglesia Bethel ya había iniciado una misión, y adicionalmente en Amealco donde apenas se comenzaría.
Y así, después de un par de actividades organizadas y realizadas por nuestra Iglesia Bethel en la comunidad de Amealco, en junio del 2009 se inicia formalmente la misión en este lugar.
La zona de Amealco tiene un contexto evangélico de entre 80 y 100 años aproximadamente, por lo que la mayoría de las personas de edad adulta, juventud y niñez han escuchado el evangelio. En 2009, iniciaríamos como la sexta iglesia en hacer obra evangelística, y como la única obra Bautista en este lugar. Actualmente, hay 5 iglesias, incluidos nosotros, en estar activos.
La Iglesia Bautista Bethel ha estado presente en la misión durante todos estos años de trabajo misionero, y lo ha hecho a través de equipos misioneros que han colaborado en la enseñanza, predicación y evangelismo. También han participado familias en específico para ciertos proyectos, como la construcción de una cancha, acondicionamiento para evitar que las aves ingresen en el interior del templo, etc.
Desde que se inició el trabajo en este lugar, se ha hecho trabajo tanto material como espiritual. En la parte material, nuestra Iglesia Bethel construyó un templo y a través de algunas donaciones particulares se ha construido una pequeña cancha y otros acondicionamientos en el templo.
En la parte espiritual, se ha predicado, evangelizado y se han realizado toda clase de actividades (talleres, escuelas bíblicas de verano, jornadas evangelísticas, etc.) con enfoque evangelístico con el fin de alcanzar almas nuevas, y de esta manera se han tenido alrededor de 30 bautismos en todos estos años.
En la actualidad, en la misión Amealco hemos tenido momentos de crecimiento y momentos de crisis. Se ha alcanzado una asistencia de hasta 60
Fotos ▶
1. Reunión de todas las misiones de Chimalhuacán en nuestro templo de Av. Clavería.
2. Proyecto "Panadería" impulsado por Acción Infantil para beneficio de la comunidad.
3. Actividades escolares en Colegio Águilas
4. Festival en Colegio Aguilas.
personas en los primeros años de trabajo misionero. Sin embargo, entre el 2013-2014, llegó una iglesia carismática y varias familias desistieron de la misión y se fueron a la otra iglesia.
Del 2016 a la fecha, hemos mantenido un pequeño grupo y actualmente la misión se compone de 20 personas aproximadamente (9 adultos y 11 niños), con quienes se ha estado trabajando.
La obra continúa y seguiremos trabajando hasta que el Señor nos lo permita o hasta que Él nos indique otra cosa. Estamos extendiéndonos a otras comunidades y el Señor dirigirá nuestros pasos. Somos instrumentos en las manos de Dios y anhelamos dar lo mejor de nosotros.
A finales del 2010, la hermana María Teresa Barrón inició el discipulado 1 con un grupo de 5 mujeres en su hogar. En marzo del 2011, le marcó a la hermana Saraí Cruz, coordinadora de Discipulado en la Iglesia Bautista Bethel, para solicitarle que un hermano acudiera a Coacalco a impartir el discipulado 2, a lo que la hermana respondió que estaba muy lejos. No pasó mucho tiempo cuando la hermana Saraí acudió a Coacalco para impartir el discipulado. Ya estando en el lugar, vio la necesidad y el campo listo para la siega: Dios tenía un plan para ese lugar. En ese tiempo un equipo misionero estaba trabajando en la zona del Ajusco en la CDMX. La hermana Saraí le preguntó al hermano José Luis Sosa en dónde se uniría al trabajo, si en el Ajusco o en Coacalco, a lo que el hermano respondió que en Coacalco.
Entre el 2011 y 2014, nuestras hermanas Cristina Aceves, Rita Salazar, Beatriz, Eva, Rosa
Aguilar y Edith Gómez Salazar obedecieron al Señor en la primera ordenanza. Continuamos con el discipulado 2 y en agosto del 2012 tuvimos la primera escuelita bíblica de vacaciones con el apoyo de nuestra hermana Jessica Soria Barrón y con las hermanas que tomaban el discipulado 2. Gracias a Dios tuvimos una asistencia de 40 niños y 17 profesiones de fe, de las cuales 2 familias asisten hasta el día de hoy.
Posteriormente, la Iglesia rentó una casa de interés social para continuar con el discipulado 2 e iniciamos con el discipulado 1. En ese mismo año iniciamos un centro de predicación con el apoyo de nuestros hermanos Jorge Estévez y Nancy Cante, Josué Israel Martínez y Alejandra Rojas. En el 2015, iniciamos con culto de predicación y clases dominicales con una asistencia de 12 hermanos aproximadamente. Posteriormente, recibimos el apoyo de 3 grupos de hermanos de nuestra iglesia, así como hermanos de nuestra iglesia que fueron invitados a predicar durante un mes.
En marzo del 2018, la asistencia promedio era de entre 50 y 60 hermanos, por lo que se rentó un salón de eventos sociales. Durante 2018-2020, el pastor Felipe Alvarado estuvo predicando hasta antes de la pandemia. Durante la pandemia, los hermanos que tuvieron a bien se conectaron a los cultos y clases en línea.
La misión retomó sus actividades después de la pandemia el 2 de octubre del 2022 en el terreno que la familia Mendoza Ramírez nos facilitó para la realización de nuestros cultos. Desafortunadamente, no regresaron todos los hermanos que asistían regularmente. La asistencia actual es de 25 a 30 hermanos. En el transcurso de este año, 4 hermanos se unieron a nuestra Iglesia
firmando el libro de miembros y 8 hermanos obedecieron al Señor a través del bautismo.
Gracias a Dios por la misión que permaneció fiel al Señor durante la pandemia. A Él sea la gloria; Él es quien la sostiene y sustenta.
Todo surgió en diciembre del 2018. La hermana Saraí Cruz estaba vendiendo boletos de Ticketmaster para Navidad en las Montañas, cuando llegó el matrimonio Romero González a adquirir sus boletos. Comentaron que la hermana Mercedes Robles les había comentado de una promoción. Ellos conocieron a la hermana Mercedes en la actividad de hospitales, cuando la Iglesia asistía a orar por los enfermos con Talita Cumi. La hermana Saraí les preguntó qué desde dónde iban a comprar los boletos y le dijeron que de Zumpango, a lo que la hermana respondió: “Está bien lejos”. La hermana Saraí los invitó a asistir al culto a la misión de Coacalco, a donde ellos asistieron en varias ocasiones.
Posteriormente, en el 2019 la hermana Saraí les visitó en su hogar e iniciaron el discipulado 1. La hermana Aurora González invitó a tomar el discipulado a su amiga Marisol Luna, quien tomó algunas sesiones. El matrimonio Romero González tuvo problemas, por lo que dejó la continuidad del discipulado. La hermana Saraí habló con la hermana Marisol Luna y su esposo José Antonio Pérez sobre la intención que tenía de abrir obra en ese lugar y les pidió que abrieran su hogar para impartir discipulado y dar clases
bíblicas a los niños, a lo que ellos accedieron. Iniciaron ellos como matrimonio el discipulado 1.
El 22 de febrero del 2020, se entregaron cajitas de Samaritan’s Purse a 16 niños, y 4 papás aceptaron a Cristo en su corazón. A la siguiente semana, regresaron a tomar clase los 16 niños bajo la compañía de esos 4 papás. Por la pandemia, se suspendieron las actividades, retomándolas el 3 de marzo del 2023.
Actualmente, tenemos 12 niños y 6 adultos. El sábado 15 de julio iniciamos cultos y clases sabatinos con el apoyo de las hermanas Albertina Márquez y Ángeles Valerio.
Confiamos en que Dios está trabajando en ese lejano lugar y como Iglesia Bautista Bethel nos estamos uniendo a lo que Él está haciendo en Zumpango para su gloria y honra.
Bethel ha experimentado notables avances en la proclamación del evangelio y el trabajo misionero en los últimos tiempos. Esto es una prueba fehaciente de que Dios obra y bendice de manera extraordinaria. Cada semana se presencian nuevas decisiones por Cristo. Estos logros son motivo de regocijo y gratitud, inspirándonos a continuar con fervor y dedicación en la misión de llevar el mensaje de salvación a más personas.
Cierto día, un joven de la sierra nororiental del estado de Puebla llegó a la Ciudad de México. Había decidido venir a trabajar una temporada, recién había concluido su preparatoria y comenzaban las vacaciones de verano. Él había decidido venir sólo por un mes, ya que lo estaban
preparando para ser líder social de la organización Antorcha Campesina. El joven ya llevaba varios años en sus filas, ya había trabajado para ellos y estaba más que seguro de que esa era su vocación. Era un líder nato y a sus 18 años ya dirigía grandes masas en las diferentes comunidades indígenas de la sierra. Sin embargo, había decidido salir a despejarse un mes y encontró un trabajo de chalán de albañil.
Uno de sus hermanos trabajaba en el Campamento Bethel, por lo que fue a parar ahí un mes. Al terminar ese mes, indicó que deseaba quedarse a trabajar, así que, después de platicar con él, decidimos darle trabajo como guardia de seguridad y velador de un colegio, donde se quedaba a dormir en un cuarto en la azotea del mismo.
Transcurrieron los días y en sus ratos libres comenzó a apoyar en las oficinas de Grupo Bethel. Al poco tiempo cambió de trabajo y pasó a ser el encargado de trabajos administrativos de Grupo Bethel; había capacidad en su vida. Asimismo, comenzó a asistir los domingos al templo, en donde aceptó a Jesucristo y su vida cambió. Dejó el alcohol, se reorganizó y empezó a corregir muchas cosas que no estaban bien en su vida. Pero no solo se quedó en eso, sino que buscó la manera de seguirse capacitando y en tres años logró concluir una licenciatura en Administración de Empresas.
Un día me dijo: “Pastor, mi abuelo nos vendió a mi hermano y a mí un terreno allá en la sierra de Puebla, en donde vivimos. Lo queremos donar a la iglesia para que tenga allí un lugar especial de servicio”. Eran seis hectáreas y desde luego acepté, prometiendo que un día me llevaría para conocerlo y ver qué se podía hacer.
Pasaron las semanas y un día, después de cinco horas de viaje en carro, llegamos al lugar. Para entrar en él, se debe subir una escalinata de piedra de casi mil escalones, por lo que tuvimos que descansar más de cinco veces, razón por la que le puse el nombre de “La escalinata al cielo”. Continuamos nuestro camino y al fin llegamos a la parte alta, donde nos recibió una planicie hermosísima llena de pasto y en medio de ella había unos matorrales verdes. Creí que era un ojo de agua, pero me dijeron que solo era un escurridero que todo el año tenía agua. Así surge el nombre de “Oasis de Vida”, en donde todo el que llega ahí encuentra “agua de vida” que cambia sus vidas solitarias y desesperadas en vidas nuevas con un visión diferente.
Así surgió una bendición más en la Sierra Norte de Puebla, que inició con un hermano, hoy misionero que es usado para obtener 6 hectáreas de terreno dónde se inicia el trabajo del Centro Comunitario Oasis de Vida. Que cuenta con un Jardín de Niños, un bautisterio al aire libre y las instalaciones básicas. Sobre todo cuenta con la presencia de casi 75 nuevos creyentes y niños de la zona indígena. Han terminado la construcción de su templo y dedicado a la obra del Señor. Está Misión se encuentra bajo la dirección de nuestro hermano Ramiro Gómez Pérez.
El proyecto del Centro Comunitario Oasis de Vida surgió en el año 2010, luego de una visita realizada por el pastor Manuel Martínez Garibay a una comunidad náhuatl de unos 4 mil habitantes. El lugar está cubierto por la vegetación exuberante del bosque tropical, rodeado de grandes montañas y cañadas, ubicado en la sierra nororiental del estado de Puebla. Esta comunidad se llama San Miguel del Progreso y pertenece al municipio de Huitzilan de Serdán. Su gente es muy amable, cálida y trabajadora, que da todo lo que tiene y puede para hacerte sentir bienvenido. El 100% de la población habla la lengua náhuatl.
Los pobladores suelen migrar a las grandes ciudades del país en busca de trabajo, donde se exponen a la discriminación, al maltrato e incluso se ven obligados a olvidar sus raíces y su cultura. Adoptan los vicios, modas, etc. Esto da como resultado una falta de identidad, de cultura y un desprecio por sus orígenes.
Por lo que el proyecto busca contribuir, en primer lugar, en la conservación, rescate y valorización de esta cultura que está llena de alegría, de color, de vida y de mucha riqueza histórica. En segundo lugar, contribuir al desarrollo económico y social de esta región que ha sido marginada durante mucho tiempo, por lo que tiene un rezago educativo, económico y hasta social, si se compara con el resto del país.
No existe mayor condenación para el ser humano que no tener acceso a las oportunidades de crecimiento, de sobresalir de su condición actual. Queremos hacer la diferencia, no sólo queremos quedarnos como muchos otros en la detección de las necesidades.
Causas son muchas, pero nosotros no estamos para buscar causas; estamos para buscar soluciones y frenar este paso a la desintegración familiar; al maltrato; a la falta de oportunidades, de empleos, de aprovechamiento de los medios y recursos naturales. Y brindar nuestro servicio comunitario con las salas de computo, biblioteca y consultorios medicos.
Se iniciaron los proceso de cultivo de café, de fruta y la producción de miel que muy pronto hará que los hermanos en ese lugar mejoren su vida. Ya se han empezado a ver los resultados.
Hay café para venta que esperamos mejorar cada día. Dios nos bendice y los hermanos han ayudado a Bethel en el Campamento, en los trabajos de mejoras del colegio y de otras tareas de albañilería.
Durante un período de 53 años, el pastor de la Iglesia Manuel Martínez Garibay mantuvo un liderazgo continuo, acompañado por jóvenes que respondieron al llamado de Dios para servirle. Con el paso del tiempo, algunos de estos jóvenes han dejado Bethel para asumir la dirección de otras Iglesias.
A partir del 44° aniversario de organización, el pastor formó el Equipo Pastoral, con el propósito de que, a su tiempo, algunos de ellos fueran ordenados al Ministerio Pastoral. A la fecha sirve al Señor con miembros que, siendo algunos profesionistas, tienen el llamamiento de Dios. Cada uno de los integrantes tiene a su cargo un ministerio, reuniéndose una tarde al mes por 5 horas, para ver por la marcha de la Iglesia. Entre sus tareas de cuidado pastoral hacia la gente, tienen una tarea específica establecida en la Escritura: “Adiestrar a los santos para la obra del ministerio, además de orar por los trabajos, problemas y necesidades”. En el tiempo en el que este equipo se formó, estaba integrado por los hermanos C.P. Felipe Alvarado Malpica, Ing. Jaime Priego Rosique, C.P. José Luis Sosa Godina y el Hno. Ramiro Gómez Pérez.
El pastor Manuel Martínez Garibay se dedicó a orar para discernir quién sería el ministro que se ofrecería voluntariamente y sería ordenado como pastor. Finalmente, recibió una respuesta y la confirmación de que el hermano Ramiro Gómez lideraría la misión Oasis de Vida en la Sierra de Puebla, mientras que el hermano
Jaime Priego se trasladaría a Querétaro debido a asuntos laborales. El hermano Felipe Alvarado continuaría apoyando en la misión de Coacalco y en la Iglesia en Clavería. Sin embargo, solo una mano se levantó en señal de disposición y valentía; fue la del hermano José Luis Sosa Godina, quien expresó con determinación: “Heme aquí, envíame a mí”. Esta respuesta se convirtió en la confirmación del Señor a las fervientes oraciones del pastor Manuel Martínez. El 18 de junio de 2017, José Luis Sosa Godina fue ordenado como pastor de la Iglesia Bautista Bethel.
Así, durante seis años, el pastor José Luis Sosa, dirigido por el Espíritu Santo, y bajo la guía y apoyo del pastor interino Manuel Martínez, ha coordinado el plan de trabajo año con año de la Iglesia.
En la Iglesia, todos compartimos una responsabilidad otorgada por el Espíritu Santo desde que fuimos llamados a Él. Este llamado personal nos brinda certeza y seguridad acerca de quiénes somos y para qué fuimos llamados.
Fuimos llamados a la salvación y reconocemos que Él nos ha hecho sus hijos, prometiendo nunca apartarse de nosotros, incluso si somos infieles, pues Él permanece fiel. Además, Dios nos ha colocado en su iglesia local con un propósito específico: ministrar en ella. Cada miembro es un ministro de la Iglesia.
La Iglesia trabajando conforme a dones y ministerios
Durante estos seis años, nuestra Iglesia ha permanecido con una estructura tradicional en la cual trabajamos. Sin embargo, hemos llegado a comprender que Dios tiene para su Iglesia una organización distinta, no basada en estructuras humanas, sino en las funciones que el Espíritu
Santo nos concede a través de los dones espirituales. Esto nos da la certeza de que podemos avanzar con éxito.
Es por esto que cada miembro es capacitado para servir en la función específica que Dios le ha asignado en la Iglesia, siguiendo la metáfora del cuerpo humano: “Todos los miembros son necesarios y en la Iglesia contamos con todos los recursos necesarios para cumplir el plan de Dios”.
La Iglesia se mantiene a través de varios ministerios en los que los miembros participan en su trabajo y actividades. En Bethel, los ministerios son apoyados por programas de trabajo dirigidos por codirectores.
En la Iglesia no hay improvisaciones, y cuando las hay vemos fracasos o resultados mediocres, lo cual está reñido con la Iglesia de un Cristo victorioso, que nos llama a ser más que vencedores.
Desde sus inicios, la Iglesia ha tenido planes de trabajo de seis, ocho o hasta diez años, lo que nos permite conocer el camino a seguir y hacer una evaluación imperfecta de los resultados de una manera real y no solo subjetiva.
Todavía tenemos un largo camino por recorrer, estamos en un proceso, pero ya estamos en un camino sólido para lograr la meta que nos propusimos para este año: que toda la Iglesia, incluidos todos los miembros, estén comprometidos con el plan de Dios y trabajemos juntos para cumplirlo.
Como bien sabemos, la medida de crecimiento de la Iglesia, la marca el Perfil Mínimo de cada miembro activo. Este perfil es conocido y se ha mantenido a la fecha bajo los siguientes parámetros:
• Asistir por lo menos a 80% de los cultos y clases de la Iglesia.
• Ser fiel ofrendador, separando, por lo menos, el diezmo de lo que Dios le dé, trayéndolo al alfolí.
• Descubrir sus dones espirituales, capacitándose para servir al Señor en la Iglesia.
• Ser co-director en un Programa de trabajo de uno de los ministerios durante el año.
• Ganar para Jesucristo a una persona nueva, discipulándole hasta que viva una vida en Cristo y gane a otra persona.
Bajo este perfil, la Iglesia trabajaría con el número de ministros que son igual al número de miembros en la Iglesia. Sin duda vemos una Iglesia cambiante, ya que los preparados pronto se van a organizar otras iglesias o misiones, lo cual requiere que se continúe con la capacitación de otros más y proseguir en el blanco.
El Plan de Trabajo de la Iglesia contempla perfiles para cada miembro, cualquiera que sea su función. Todos tenemos un perfil que mantener y buscar llenar en sus respectivas áreas: Ser, Conocer y Hacer, ya que de esta forma somos más eficientes para el Señor.
Luis Sosa Godina
Desde diciembre del 2019 escuchábamos de una rara enfermedad en las noticias. China era en ese momento el foco de esto y conforme pasaban las semanas obteníamos más información sobre cómo avanzaban los contagios en otros países. En marzo del 2020 finalmente las autoridades de salud nos mandaron a cuarentena, por lo menos hasta regresar de vacaciones de Semana Santa.
Tuvimos nuestro último culto presencial el 15 de marzo. Un día antes, el 14, habíamos tenido un evento con Irving Nost. Fue increíble que para el 22 de marzo iniciábamos cultos virtuales. En su momento pensamos que eso era un tema de unas semanas, sin saber que recién comenzábamos una pandemia que finalmente duraría dos años y medio, y que, a la fecha, no ha terminado completamente.
Ha llegado el momento de entregar cuentas. Y yo como pastor no soy la excepción. Todos estamos o debemos estar bajo autoridad, y esta Iglesia es la autoridad a quienes debo este informe.
Sé que su amor por mí los hará ser menos severos, pero les pido que sean objetivos y que, si algo de mi informe les causa dudas o si desean aclaraciones, se acerquen a mí y con mucho gusto platicamos hasta que estas se disipen.
Todo el tiempo de la pandemia fueron días tristes y alegres, duros, difíciles, hasta cómicos; lloramos, reímos y créame que más de una noche fue de insomnio por la preocupación por la Iglesia.
Cuando recién iniciaba, la incertidumbre nos hacía suponer muchas cosas, todas ellas a la postre equivocadas.
La confusión era mucha y no nos permitía planificar correctamente, así que decidimos establecer prioridades basadas en principios que nos permitieran tener un rumbo que, si bien en el momento no era claro, por lo menos sí pretendía que estuviera basado en la Biblia, y estas fueron esas prioridades:
1.- Que no se detuviera la adoración y comunión. Teníamos claro que sería complicado continuar con la adoración a nuestro Dios, pero se podían tener cultos aun sin tecnología, pues siempre los cristianos a través de los siglos han adorado en secreto o en las casas, en épocas de intensa persecución. Con esta convicción, hicimos todo lo pertinente para que siguieran los cultos, las clases, el discipulado, etc.
2.- Cuidar la salud de los hermanos. Esta fue también una prioridad muy importante, ya que entendimos que algunos hermanos enfermarían y debíamos estar al pendiente de suplir alguna necesidad especial en este sentido. Gracias a Dios, los enfermos fueron pocos y con cada uno estuvimos al pendiente en caso de tener que intervenir para ayudar de manera inmediata.
3.- Ningún necesitado en la Iglesia. Nos imaginamos que habría problemas económicos, ya que el cierre de negocios provocaría pérdida de empleos e incluso reducción de salarios. Por ello, nos propusimos tener 50 despensas disponibles, para posibles contingencias con los hermanos de la Iglesia. Esto se logró y fue de mucha ayuda, ya que pudimos bendecir aun a otras iglesias y a hermanos de otras congregaciones.
Gracias a Dios, el poner estas prioridades como foco de actuación nos permitió servir y, sobre todo, cuidar mejor a la Iglesia, ya que percibíamos estos puntos como cruciales para que no hubiera más complicaciones de las que ya de por sí había, al estar en medio de una pandemia y de una cuarentena.
Seguro es que se cometieron errores durante estos dos años y medio, yo mismo puedo mencionar algunos, como perder de vista a algunos hermanos, no tener un seguimiento puntual, no ser más duro con los cuidados de salud de algunos hermanos, y así puedo seguir. Asumo cada error cometido y les pido perdón por ello.
Cada error cometido fue completamente mi responsabilidad, y fue por el desconocimiento del momento o de las circunstancias, nunca fue por haber actuado de mala fe o con la intención de dañar a la Iglesia; ese consuelo me queda.
Usted verá en cada informe lo que se hizo y los resultados obtenidos. Pudieron ser más resultados y mejores, tal vez; lo cierto es que se trabajó con todo el amor y la entrega completa a nuestro Dios, por parte mía y de la oficina de la Iglesia.
Pronto cumpliremos 60 años, y la decisión ha sido que, durante este tiempo, trabajaremos bajo un plan emergente que ya estaba listo para darle el banderazo. Pronto habrá más pastores ordenados y yo solo seré uno más entre otros, así que seguro los próximos informes serán no míos sino de un grupo de pastores con igual consagración y autoridad.
Para nuestro aniversario 60 tendremos el Plan Bethel 2030 y seguro un bosquejo del Plan Bethel 2050. Y siempre los pastores debemos estar bajo la autoridad de la iglesia, así es el modelo de Dios y así seguirá siendo en Bethel. Uno o un equipo, siempre estaremos bajo la autoridad de la Iglesia.
Finalmente, le pido que me ayude con esto: si usted sintió que durante este período de pandemia en algún momento fui duro, indiferente, descortés o simplemente cree que le debo una disculpa, perdóneme o dígamelo para pedirle perdón personalmente.
Lea este informe y, cualquier duda que tenga, en la oficina tenemos todos los datos o yo personalmente le puedo aclarar lo que desee saber.
Finalmente, súmese al ministerio de Cristo. Hay un lugar para usted en esta Iglesia y sus dones los necesitamos para alcanzar al mundo que cada día se pierde.
Cuando contemplamos desde el presente el pasado de nuestra Iglesia, no podemos más que dar gracias a Dios porque él ha sido maravilloso y, a pesar de nuestra negligencia, a pesar de nuestros errores, a pesar de nuestro pecado, nos ha manifestado siempre su amor y su misericordia. Así podemos ver que el cumplimiento de las promesas del Señor no se hacen esperar: “Seré contigo todos los días hasta el fin del mundo”. Y esta ha sido la experiencia de Bethel, un pasado de inspiración, no por lo que somos nosotros, sino por lo que la Iglesia es en Dios; no por lo que somos cada uno en la Iglesia o por lo que hayamos sido, sino por lo que es Dios en nosotros. Aunque nosotros seamos infieles, Él permanece fiel. Y así podemos ver en el pasado cómo Dios obró, cómo nos fue llevando de la mano, cómo Dios nos llevó paso a paso hasta ver cristalizados los proyectos y los planes que Dios nos había dado. Fueron planes que crearon un pasado de inspiración, un presente de acción porque son actuales y un futuro de victoria porque sabemos que en Dios somos más que vencedores. Y sabemos que hasta ahora Él ha sido misericordioso y nos ha guiado.
¿Qué podemos decir del pasado?
Es evidente en los frutos en la vida de cada creyente a través de la manifestación del poder de Dios, pues son vidas que, de haber estado perdidas, hoy están a los pies del Señor. Son vidas que han salido de nuestra Iglesia para formar una nueva iglesia o para irse a otra, y Dios los ha guiado y los sigue guiando. Son vidas en las que hemos visto la mano de Dios. Cuando parece que la tempestad llega, siempre está nuestro Señor: “No temas, yo te levantaré. No temas ni desmayes, yo seré tu Dios”. Y cuando hemos dejado que Dios actúe, hemos podido ver sus grandes bendiciones. Cuando pensamos “bueno, pero eso fue un pasado”, es cierto, pero fue un pasado que nos inspira a vivir un presente de acción, un presente en el cual no podemos tener las manos cruzadas, sino que tenemos que seguir adelante y ver que el Dios de los cielos nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos.
En la historia de la iglesia hemos podido ver la mano milagrosa y poderosa de Dios. En la historia de la iglesia hemos visto el cumplimiento de las promesas del Señor. En la historia hemos visto cómo Dios se ha manifestado aún en contra de nosotros mismos para hacer su voluntad, y esto es lo que nos llena de gozo y de satisfacción, lo que nos llena de poder y nos permite saber que tenemos un Dios vencedor, un Dios triunfador.
¿Qué esperamos en los próximos años?
Dios nos ha permitido tener 60 años como iglesia, 60 años que han sido día en día de victoria y de triunfo. ¿Pero qué esperamos en el futuro? Después de la pandemia hubo mucha gente que murió, otros más que se fueron de la ciudad y otros más que se alejaron del Señor, pero damos gracias a Dios porque Él permanece fiel a nosotros y nos tiene en sus manos.
Cuando pensamos en el futuro, podemos pensar en el presente, un presente de acción
con menos gente que antes, pero podemos ver que Dios sigue obrando. Vemos almas nuevas que se entregan a Cristo, familias enteras que se reconcilian o vidas que se entregan al Señor para servirle en todo momento.
Siempre hemos pensado en la bendición de Dios en las vidas que sirven al Señor en el ministerio, pero aun en la pandemia o en los problemas el allanamiento de Dios ha sido fiel al haber encontrado eco en corazones que le están sirviendo.
¿Qué esperamos para el futuro? Esta es la pregunta que siempre se hace la gente, pero sabemos que en Dios somos más que vencedores. En Dios somos triunfadores y en las manos de Dios nada ni nadie nos puede apartar del amor suyo. Por eso es que la Iglesia, antes de cumplir 60 años, se ha dado a la tarea de revisar lo que ha hecho, errores, fallas, muchas, pero el perdón de Dios ha estado para con nosotros. Y ahora nos queda un presente de acción, un presente en el cual celebramos 60 años de vida como Iglesia, un presente en el cual esperamos que el Señor siga bendiciéndonos, pero también un presente de acción en donde esperamos ocupar el lugar que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Dios ha sido misericordioso y nos ha amado sobremanera. Dios ha sido misericordioso y nos sigue amando. Dios ha sido misericordioso y nos seguirá amando.
Tenemos momentos de confusión a veces, cuando hemos tenido que pensar: ¿qué estamos haciendo? ¿Cómo lo estamos haciendo? ¿Es esta la voluntad de Dios? O tenemos que decir: ¿qué pasa, Señor? ¿Por qué, por más que hacemos, no tenemos respuesta? Pero “estad quieto y conoced que yo soy Dios”, dice el Señor. Vemos un futuro
maravilloso para Bethel, maravilloso no por lo que logre adquirir sino por lo que logre tener: vidas entregadas a Él, familias consagradas a Él, jóvenes y señoritas que sirvan al Señor de tiempo completo y que puedan decir: “Heme aquí, Señor, envíame a mí”.
Tenemos gracias a Dios un futuro provisorio, un futuro en victoria que no está basado en nuestra capacidad ni en nuestro esfuerzo, sino que está basado en la persona de Cristo, que nos dice que “en Cristo somos más que vencedores”. Eso es lo que Pablo podía decir y lo que podemos expresar hasta este momento: “Con Cristo somos más que vencedores”. Por eso esperamos un futuro de triunfo y victoria. Que los éxitos que se han dado hasta ahora se consoliden y que los éxitos que Dios nos dé en el futuro puedan crecer.
Cuando miramos casi 60 años de la Iglesia funcionando, podemos ver que la mano de Dios ha sido misericordiosa, pero aun así podemos ver que nos falta mucho, que nos faltó mucho por hacer, y esperamos en Dios que ese futuro que tenemos antes de llegar al centenario de la Iglesia pueda verse coronado con triunfos y goces que nunca hemos tenido.
Es para mí un gozo el poder pensar en 100 años. Aun cuando no los podamos ver, podemos ver que Dios me ha permitido tener 60 años con la Iglesia organizada y poder ver que, a pesar de que ya las fuerzas muchas veces fallan en muchos aspectos, tenemos siempre un Dios que nunca nos falla y que nos dice: “Todo lo puedes en Cristo que te fortalece”. También tenemos al apóstol Pablo diciéndonos: “Todo lo que hagas prosperará, en todo serás bendecido”. Recordemos esto y esperamos en Dios que usted dé gracias al Señor por un año más de vida de
nuestra Iglesia y que usted pueda también, como nosotros, unirse al gozo de los creyentes al ganar almas para Él, haciendo la voluntad de Dios en un México que necesita de Cristo, en un México que necesita del amor de Dios.
Que Dios les bendiga. Es mi anhelo y mi oración diaria por los días que Dios me conceda de vida todavía.
En los últimos años, he conocido a algunos hermanos en Cristo de otras confesiones, y lo que más ha llamado mi atención es la claridad que tienen de cómo deben ser las iglesias, qué deben predicar, cómo lo deben hacer, qué enseñar, etc.
Me da la impresión de que esperan que todas las iglesias sean iguales. Gracias a Dios, esto no debe ser así y la evidencia bíblica así lo establece. Pablo le escribió a siete iglesias, cada una de ellas completamente diferente a las otras seis. Cristo también les mandó mensajes a siete iglesias y de la misma forma cada una era diferente entre ellas, con sus aciertos y errores, virtudes y pecados. Cada iglesia es única y hay tantos tipos de iglesias como iglesias existen. Bendito sea nuestro Dios que le gusta la auténtica diversidad. Bethel no podría ser la excepción. Somos una iglesia única, ni mejor, ni peor. Simplemente única porque así es nuestro magnífico Dios. Y cuando hablo de único, no es desde un punto de vista altivo o soberbio; simplemente, diferente a otras. Hemos sido bendecidos de forma única y nuestra historia así lo evidencia. Sin ser especiales, Dios nos ha llevado por caminos de bendición que se
iniciaron con el pastor que Él levantó aquí. No podemos separar las bendiciones del don que Dios nos dio, llamado Manuel Martínez Garibay. Un siervo que con su ejemplo nos ha enseñado lo que es poner a Dios en primer lugar, confiar en Dios, tener fe y en todo caso a trabajar en la obra de Dios. Gracias a Dios por la vida de nuestro pastor.
Ahora bien, ¿cómo saber qué nos hace únicos, sin ser presuntuosos? En una ocasión participé en una dinámica para redactar la misión de mi negocio. En esta, contestamos una pregunta que me parece muy poderosa: ¿cómo sería este mundo si tu negocio no existiera? Ahora me hago la misma pregunta: ¿cómo sería este mundo si Bethel no existiera? Tengo claro que Dios logra sus planes con o sin nosotros y Él ha decidido usarnos para ellos, así que responderé esta pregunta desde mi propia perspectiva y espero ser la voz de muchos hermanos míos.
Mi madre, que era una atea convencida y militante, conoció a Cristo en 1978, justo cuando yo cumpliría 10 años. Lo conoció en una pequeña iglesia (en ese entonces) llamada Berea, salida de Bethel. Por los esfuerzos misioneros de esta maravillosa iglesia, como familia conocimos a Cristo. Y todo fue bendición desde entonces y hasta hoy. Incluso, Dios me llamó a ser pastor en Bethel, algo que no podía ser ni en mis sueños más esquizofrénicos.
Pensar que Bethel no existiera me hace sentir la gran responsabilidad que tenemos de cumplir la misión que Dios tiene para nosotros. ¿Cuántos creerán? ¿Cuántos serán bendecidos? ¿Cómo hacemos la diferencia en la vida de otros? ¿Cuántos llamaría Dios al servicio? Al reflexionar de esta forma solo pedimos una cosa a nuestro Dios:
Fotos ▶
1. Pastor José Luis Sosa.
2. Momentos antes de iniciar el culto de ordenación del Pastor José Luis Sosa, junto con miembros del Consejo Pastoral, Diáconos y el Pastor emérito Manuel Martínez Garibay.
3. Culto de Ordenación del Pastor José Luis.
4. Reunión bimestral de mujeres en el Auditorio del colegio.
5. Jovencitas de nuestra Iglesia en la Escuela Bíblica Dominical.
6. Grupo de jóvenes de nuestra Iglesia.
ser fieles, incluso hasta la muerte. Bethel ha sido una iglesia que siempre ha seguido a Jesús, de ahí nuestro eslogan: “La gente que sigue a Jesús”. Con errores y con fallas, pero siempre siguiendo a nuestro Salvador.
Y ahora que podemos alzar los ojos y ver al futuro de Bethel, sólo podemos aferrarnos a la misma visión que hemos tenido por toda nuestra vida como iglesia: “Puestos los ojos en Jesús”.
Durante 60 (sesenta) años, Bethel ha sido una iglesia muy bendecida. En cada plan, en cada acción, en cada paso. Hemos visto la mano poderosa de Dios sosteniendo a esta iglesia que tanto amamos. El poder de nuestro Creador ha sido fuerte en el trabajo misionero, en el colegio, en el campamento, en la organización de iglesias. Pero, sobre todo, hemos visto ese poder al usarnos (gente común, pecadores, llenos de problemas y defectos) para hacer maravillas, sin ningún mérito, solo dependiendo del Señor.
Todo este año hemos contado las maravillas que Dios ha hecho en Bethel y hemos visto cómo desde el principio ha usado a personas comunes para alcanzar la visión que nos dio. La visión de nuestro Señor Jesucristo es clara: “Id y haced discípulos a todas las naciones”.
Esta visión nunca cambia. Es siempre nuestra misión como iglesia alcanzarla. ¿Pero cómo lo vamos a hacer? Dios le dio la visión a Moisés de conquistar la tierra prometida, pero usó a Josué para las batallas diarias. Así, Dios nos ha encomendado el ministerio de la reconciliación pero ha dado una visión clara a nuestra iglesia, a través de nuestro pastor, de cómo alcanzar al mundo para Cristo y conquistarlo con el evangelio.
La pregunta es: ¿tú te sumarás a esta visión, hermano? ¿Formarás parte de ella? ¿Serás un soldado en la conquista del mundo para Cristo? ¿O solo serás un espectador que aplaude o que abuchea? ¿Tomarás el arma para la batalla o tomarás asiento en la comodidad del templo? En este aniversario y después de pasar por una pandemia, como iglesia, hemos decidido lanzarnos a alcanzar mayores victorias en el nombre de nuestro Dios.
Sin miedo, sin dudas, con una confianza absoluta en Dios y en su Palabra. Y, como siempre, gente incapaz, con problemas, sin recursos, pero con una dependencia absoluta en el Dios que nos salvó. En los próximos años, con la bendición de Dios, organizaremos 100 iglesias; iniciaremos una agencia misionera internacional; organizaremos un orfanato, un hogar de retiro para ancianos y para pastores, la universidad, una fundación de ayuda, una fundación que otorgue becas, así como el Instituto Ministerial para preparar misioneros y pastores, pero, sobre todo esto, una gran cosecha de almas. Gente que venga a Cristo rendida para adorarle y para servirle.
Y todo esto será posible fundamentado en cinco principios:
Uno. La Biblia como única regla de fe y de práctica: la Biblia será nuestra guía y brújula de cada enseñanza, plan y acción en esta iglesia.
Dos. Discipulado personal: preparar a los hermanos para que cada día se parezcan más a Cristo.
Tres. Plan de enseñanza: un plan que nos equipe para trabajar y enfrentar con victoria los retos que se vienen.
Cuatro. Ministerio de cada creyente: para todos los miembros de esta iglesia “llevar la Palabra de Dios a la gente”.
Cinco. Planes pensados en la gente: un plan único con una estructura que se adapte a las personas y que supla las necesidades de cada miembro.
Hermano, ¿estás listo para tomar tu espada y conquistar este mundo con el evangelio? Si es así, alístate como soldado para las batallas que vienen y súmate.
Tenemos un gran camino y trabajo por delante, y es posible que en algún momento nos abrume la tarea, o la veamos imposible, pero, así como Josué animó al pueblo a entrar a la tierra prometida, así nuestro Josué, Jesús, nos anima a seguir adelante aunque veamos los gigantes que están delante. Él ya ganó la guerra; solo nos toca tomar la tierra.
¡ADELANTE, HERMANOS, HACIA LA VICTORIA EN CRISTO!
Que Dios nos bendiga.
Su pastor Jose Luis Sosa G.
En nombre de Cristo nos lanzamos por fe sabiendo que seremos vencedores en todo lo que emprendamos. Hasta aquí nos ayudó Jehová.
“Emprended grandes cosas para Dios, esperar grandes cosas de Dios.”
Con la experiencia de haber andado con Jesús y constatar a través de casi 30 años su poder, bondad, amor y poder de Dios, nos lanzamos a seguir caminando de la mano del Señor en el futuro, realizando proezas en su nombre. Tenemos un pasado de inspiración, un presente de acción y por fe tendremos un futuro de mayores triunfos.
Pastores en la iglesia
• Manuel Martínez Garibay Pastor Emérito
• C.P. José Luis Sosa Godina Pastor Ordenado
• C.P. Felipe Alvarado Malpica
Pastores asociados
• Lic. Carlos Rodríguez Brito
• Lic. Ramiro Gómez Pérez Pastor Misionero
Metas de nuestro Plan 2030
“La Gran Comisión”
• HACED DISCÍPULOS. Bautizándolos 250 · (Jerusalén) Trabajar suturando la zona Claveria Meta: 100 Nuevos creyentes
• JUDEA. Misiones actuales · Nuevas misiones Cd. De Mex. Amealco, Coacalco, Zumpango · Meta: 100 nuevos creyentes cada año.
• SAMARIA. Campo misionero Náhuatl Puebla · Centro comunitario: capacitación de 3 misioneros al año · Dos nuevas misiones cada año.
• HASTA LO ÚLTIMO DE LA TIERRA Campaña de oración y apoyo por medio oriente ofrenda especial, anual al matrimonio Russel y Noemi Savage.
• ENSEÑÁNDOLES · 300 alumnos inscritos tomando cursos Bethel · Creación de la escuela para padres · Curso reingeniería del matrimonio · Curso embajadores del Rey. Una graduación por año · Control de clases en misiones · Talleres en campamento diversos · Creación del Instituto Bíblico Bethel
1. Colegio David Livingstone
2. Preparatoria vespertina a matutina
3. Apertura de la Universidad Bautista.
4. Campamento Bautista Bethel
5. Navidad en las Montañas
6. Mantenimiento y mejoras constantes
7. Oración, la iglesia orando 15hrs. Diariamente.
Todos los demás programas en el plan de trabajo 2030 serán entregados a cada miembro de la iglesia.
En el nombre de Cristo nos lanzamos por fe sabiendo que seremos vencedores en todo lo que emprendamos.