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Ciudad Real-Octubre 2020
NuestraHistoria
Edad Contemporánea CAPÍTULO VI egún algunos estudios, entre 1834 y 1840 unas 85 partidas carlistas actuaron dentro de los límites de nuestra provincia, que, generalmente, estaban conformadas por un reducido número de guerrilleros, que, en muchos casos, acababan uniéndose a otras más numerosas, sobre todo tras sufrir importantes bajas en sus enfrentamientos con los leales a Isabel II. De este modo, fueron numerosos los núcleos de nuestra provincia que, en mayor o menor medida, padecieron las consecuencias de los ataques carlistas y entre ellos podemos mencionar algunos como Villarrubia de los Ojos, que en abril de 1834 sufrió un duro ataque por parte de la partida de “El Locho”, que, tras ser rechazado en esta localidad,
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huyó hacia Ruidera, donde padeció una dura derrota frente a los liberales en la Loma de los Muertos, debiendo huir hacia el Valle de Alcudia y más tarde hacia Pozoblanco, desde donde pasaría a Portugal y desde allí a Inglaterra, donde moriría exiliado. Desde comienzos de 1835 empezaron a proliferar partidas carlistas por los Montes de Toledo, cobrando especial protagonismo en el territorio abrupto situado entre Fuente el Fresno y Villarrubia de los Ojos al ofrecer entornos óptimos para el refugio, por lo que famosas partidas carlistas como la de “Palillos” y la de Basilio Antonio García frecuentaron este territorio de la provincia, aunque por su movilidad tuvieron un ámA la izquierda ataque y toma de Almadén por parte de fuerzas carlistas. A la derecha uno de los numerosos fusilamientos que tuvieron lugar en toda España en esta guerra fraticida que se desarrolló en tres etapas a lo largo del siglo XIX
Francisco Javier Morales Hervás Doctor en Historia
bito de actuación muy amplio. A partir de comienzos de 1837 la reorganización de algunas de las partidas carlistas más numerosas, como las lideradas por “Orejita” y los “Palillos”, incrementó el peligro de sus acciones, que, por un lado, se orientaban a cortar comunicaciones, asaltar correos y robar municiones y, por otro, a buscar botines atacando y saqueando núcleos como Bolaños de Calatrava en febrero o Puerto Lápice y Herencia que en el verano de 1837 sufrieron múltiples pérdidas materiales y humanas por las escaramuzas protagonizadas por algunas de estas partidas carlistas. La localidad de Fernán Caballero, también en el año 1837, sufrió el incendio de su casa consistorial y de su iglesia parroquial.