Cabanillas nos quiere vivas
La isla Concha Soria
No recuerdo como llegué hasta aquí. Lo que sí sé es que el amor fue el motor y el motivo. Pero hoy, ahora, no me reconozco. Me ha abandonado la esperanza, la ilusión, la energía, la alegría... Mi único objetivo cada vez que sale el sol es alejar la angustia, vivir en calma, esperar que llegue la noche sin que aparezca el monstruo.Yo sé que no es su intención, pero no puede evitarlo, hay tantas cosas que no ayudan. No sé si estoy a la altura. Él es tan seguro, sabe tanto y me quiere a su manera, lo sé, sólo pretende que las cosas sean de esa forma que yo no entiendo. Y es que no aprendo, puede que lleve razón y sea la más torpe. Cuando nos fuimos a vivir juntos, ¡pensé que sería tan distinto! Estaba muy enamorada y convencida de que íbamos a cumplir todos esos sueños con los que me deslumbraba cada tarde. No soy feliz, pero no quiero que él se dé cuenta, y sonrío sin risa. Es lo que me ha tocado vivir. No necesito ni quiero que nadie sepa, cada uno vive a su manera, en algún momento esto cambiará, ¿o no? Quizá. Hace ya no sé cuánto tiempo que no hablo con mis hermanos, me he distanciado tanto de los míos… Y a mis amigas dejé de verlas porque nos alejamos del barrio y de sus vidas. Así que ahora vivo en mi isla, lejos de todo y de todos. Una bruma espesa rodea mi mundo, y desde aquí no puedo divisar otra costa, otro destino. El silencio, la monotonía y la soledad se han convertido en mis fieles compañeros. No hay puerto, no hay nave, no hay remos. ¿Cuál sería mi rumbo? Cierro los ojos, me alejo por un momento de la bruma y miro a través de los cristales de mi ventana. Unos pájaros vuelan alborotadamente de rama en rama recorriendo cantarines y juguetones los árboles cercanos. Siento envidia. ¿Dónde podría volar yo? ¿Volar? ¿Y abandonar mi isla? ¿Y qué me esperaría? Durante un breve instante ese pensamiento me invade y siento una emoción que hacía tiempo no sentía. Una mezcla entre vértigo y alivio. No me disgusta. Pero, ¿seré yo en algún momento capaz de abrir mis alas? ¿Tengo alas acaso? Vuelvo a cerrar mis párpados para intentar buscar entre la bruma, no sé si algo de mí queda ahí. Creo que sí, pero el miedo y la vergüenza no me lo ponen fácil. Entonces pienso en ellas. Y me repito que yo no soy como ellas, porque seguramente las cosas cambiarán, ahora estamos pasando un mal momento. Esas mujeres que salen en las noticias son distintas. A mí no me pasa lo mismo que a ellas. ¿O sí? 115