Cabanillas nos quiere vivas
Testimonio Anónimo. Leído el 25/11/2019 en la Plaza del Pueblo de Cabanillas
Soy una mujer inmigrante en España, con ciudadanía comunitaria y estudios universitarios. Comencé hace un año y medio una relación de pareja con un hombre también con ciudadanía comunitaria y estudios universitarios. Durante el primer año la relación fue muy positiva, él era muy cariñoso y se mostraba solidario, empático, sensible. Pero los últimos seis meses de la relación comenzó a tener actitudes que salían desde un lugar de machismo, posesividad, control y agresión. En un principio las actitudes eran aisladas y sutiles, pero cuanto más avanzaba en el tiempo estas actitudes iban escalando en frecuencia e intensidad. Él quería saber todo lo que hacía yo durante el tiempo que no estábamos juntos, intentó grabarme con un móvil escondido, dejaba papeles doblados en la puerta para saber si yo había salido del piso, me secuestró el móvil en varias oportunidades, cuando no estábamos juntos me escribía todo el tiempo para saber qué hacía, además me coaccionaba para tener relaciones sexuales no aceptando nunca un «no». Me criticaba actitudes cotidianas, me manipulaba para que hiciéramos juntos todas las actividades. De ese modo se fue convirtiendo de un novio amoroso y comprensivo en un violento acosador. Sin darme cuenta cuando, todo se desmoronó.Yo estaba enamorada, porque él tenía una personalidad un tanto bipolar, tan pronto era cariñoso como agresivo. Me sentía anulada, insegura, infeliz, no tenía energía para levantarme cada día. Un día me miré al espejo y no me encontré. Yo no estaba en mi cuerpo. Ahí me di cuenta de que estaba en la modalidad de indefensión aprendida, que estaba soportando tanto dolor que la única manera para sobrevivir era estar ausente de mi propia vida. Había comenzado a pensar que yo me merecía eso, ser infeliz. Un día, cuando era la quinta vez que me dejaba encerrada bajo llave en el piso que compartíamos, me levanté, y algo dentro de mí tuvo un impulso de supervivencia. La noche anterior había intentado ahorcarme, me dijo que era una broma. Entonces, esa mañana, cuando él decidió que tenía el derecho a coartar mi libertad y dejarme encerrada cual esclava, llamé al 016, hablé con algunos amigos y rompí el silencio. Pedí ayuda, porque ya no tenía recursos ni herramientas para sobrellevar la situación. Llegué a esto después de innumerables veces de intentar hablar el problema con él, de ofrecer ayudarlo para que acudiera a asistencia psicológica, de suplicarle que cambiara sus actitudes. Ese día marcó un hito, en mi vida y en la de él. Porque es un maltratador, universitario, que nunca tuvo problemas económicos, que se pone el cartel de feminista y progresista de mente abierta, pero es un maltratador sistemático estructural. Que busca víctimas con perfiles simi67