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San Isidoro del Campo, un monasterio con mucha historia

“En nombre de dios amen Sepan quantos esta carta vieren

Conmo nos don Alfonso peres de gusman Et dona Maria Alfonso su muger, queriendo faser monesterio que sea de monges de cis tel en la iglesia de sant esidro que es cerca de Sevilla la vieia principalmente a onrra e a servicio de dios e de santa maria e de todo la corte celestial e a onrra de sant eisidro e en rremi sion de nros pecados. Otorgamos que damos pora este monesterio esta dicha iglesia con todas sus casas. Et damos a este moneste rio todo el heredamiento que es en su termino segunt que nos don alfonso peres e dona maria alfonso lo avemos. Et otrosi les damos santy pons con todos sus derechos segunt que yo don alfonso peres lo conpre de la Reyna dona maria e segunt me es otorgado de nro senor el Rey don ferrando.” El establecimiento del monasterio de S. Pedro de Gumiel de Izan (Burgos) fue obra de los monarcas Alfonso VIII y de Fernando III. La preferencia El desplazamiento de la guerra cada vez más hacia el sur fue dejando a S. Pedro de Gumiel al margen de los acontecimientos políticos y militares. De la colaboración de la orden de Calatrava en la conquista habría de surgir la abadía filial de San Isidoro que le dispensaron los dos poderosos mo- del Campo, dependiente del monasterio de narcas castellanos explica también la fun- S. Pedro de Gumiel y gracias al Privilegio ción rectora que el monasterio asumió en la concedido en 1298 por el Rey Fernando IV, Sacra Milicia de Calatrava. como vimos en la carta precedente, datada

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en 1301, Alfonso Pérez de Guzmán, conocido como Guzmán el Bueno, y su esposa María Alonso Coronel fundaron este monasterio, que fue cedido a los monjes cistercienses.

El historiador cisterciense Ángel Manrique nos dirá que, “durante un tiempo, la Iglesia de S. Pedro permaneció infecunda, pero 107 años después de su admisión en el Císter tuvo una hija en la provincia Bética, cerca de la Sevilla gloriosa el Monasterio de S. Isidoro, ilustre y primera fundación de los Duques Asilanos o Asindanos (vulgarmente de Medina Sidonia) y también sin duda promovida por la orden de Calatrava y seguramente pedida por ellos. Habiéndose difundido enormemente la orden de Calatrava por toda la Bética y no soportando separarse nunca de nosotros a quienes pudiera consultar en todo y por quienes podía ser instruida en las reglas, es prueba de que la Sacra Milicia contribuyó en algo para que S. Pedro acudiese a Colonia”

El monasterio de S. Isidoro del Campo, en Santiponce, cerca de las ruinas de Itálica, fue fundado en 1301 por Alonso Pérez de Guzmán y su mujer doña María Coronel, que lo entregaron al abad de S. Pedro de Gumiel. En la Biblioteca de la Real Academia de la Historia (Sign. 9/5469) se conserva un interesante Memorial manuscrito sobre el monasterio de S. Isidoro del Campo compuesto por un religioso de dicha casa en el año 1596. Según la carta fundacional reproducida en este escrito, fechada el 14 de febrero de 1301, el monasterio fue obra de D. Alonso Pérez de Guzmán (el Bueno) y de su mujer Dª María Alfonso Coronel, que lo entregaron al abad de S. Pedro de Gumiel, con la condición de que éste pondría en la nueva filial 40 monjes, de los cuales 20, por lo menos, serían de misa. Los monjes elegirían al abad, signando al abad de Gumiel el derecho de confirmar la elección y de hacer la visita e inspección anual. Los fundadores reservaron para sí y para sus descendientes el derecho de patronazgo y el privilegio de ser únicamente ellos y los de su linaje los que se enterraran dentro de la iglesia. El monasterio, que quedó obligado a cantar diariamente 10 misas por el ánima de los fundadores y en remisión de sus pecados, recibió por juro de heredad, y con poder temporal y espiritual sobre los vasallos, Sevilla la Vieja (Itálica) y el lugar de Santiponce, “con todos sus heredamientos y tierras calmas, viñas y olivares, y mil fanegas de pan de renta alrededor del monasterio”. La escritura de fundación del monasterio de San Isidro, o Isidoro, del Campo se conserva en el Archivo Ducal de Medina Sidonia, según la cual Alonso Pérez de Guzmán compró el lugar a la Reina doña María de Molina para darlo a la orden del “cistel”, con cuantos heredamientos adquirió en el término, la Iglesia y demás edificaciones.

Como se trataba de fundar un abadengo, tuvo que solicitar licencia de la Corona, concediéndola Fernando IV a 27 de Octubre de 1298. Los monjes podrán “haber vasallos, que labren o moren en sus heredades, e que haya ganados y todas las otras cosas que pudiesen haber, y que sean quitos e franqueados, ellos y sus ganados y todas las casas, en todas las partes de nuestros reinos”.

En 1301 Alonso de Guzmán entrega el monasterio, en su nombre y en el de María Alfonso, su mujer, al abad de San Pedro de Gumiel, por el “amor que avemos a vuestra orden”. El Abad no podrá delegar la visita en terceros, girándola personalmente, ni disponer, “de ninguna manera”, la venta o empeño de los bienes de la fundación, cuyo patronato se reservan los fundadores para sí y sus herederos. En cuanto a los sucesivos patronos, solo podrán tomar propiedades del Monasterio con licencia de los monjes y el Abad, que será electivo entre la comunidad, quedando al de Gumiel el derecho de presentación y ratificación. D. Alonso y su esposa eligen por sepultura la iglesia, “entre el altar y el coro”. Solo podrán enterrarse en

ella “los de nuestro linaje”, con ciertas cortapisas, pues se les prohíbe hacer “sepulcro alto”, o “entre nos y el altar”.

Por espacio de 130 años y 7 meses (hasta el 27 de septiembre de 1431) estuvo en manos de los cistercienses, en cuya fecha el conde de Niebla, don Enrique de Guzmán, descendiente del fundador, a pesar de las protestas de la casa patriarcal de Morimundo, desposeyeron a los monjes blancos, colocando en su lugar a los frailes de S. Jerónimo en la rama escindida de esa orden bajo la iniciativa de fray Lope de Olmedo, y que promulgaba una espiritualidad profunda basada en una gran devoción por las Escrituras haciendo énfasis en su lectura y meditación, y señalando la necesidad de una experiencia redentora como eje central de su vida.

Se distinguían de las órdenes mendicantes, dominicos o franciscanos, en conceder mucha importancia al trabajo manual como medio de sostenimiento, convencidos de que Dios podía ser buscado en cualquier lugar, sin importar la condición del buscador. En España a esta orden le llaman de los Isidro, tomando la denominación de dicho monasterio por ser la más principal casa que tuvieron en España. La mutación fue confirmada en mayo de 1435 por Eugenio IV.

Entre 1550 y 1562 se formó en este monasterio un famoso movimiento espiritual que fue acusado de protestantismo, contándose entre sus monjes los célebres Casiodoro de Reina, Cipriano de Valera, Antonio del Corro...

En 1557 el monasterio de San Isidoro del Campo, se convirtió en causa de vergüenza para toda la orden religiosa, puesto que de él, huyeron hacia la luterana Ginebra una docena de frailes, perseguidos por protestantismo por la Inquisición. Los nombres de los frailes huidos son: Fray Francisco de Frías, prior que fue en aquel monasterio, fray Pablo, procurador, fray Antonio del Corro, fray Peregrino de Paz, prior que fue en Écija, fray Casiodoro, fray Juan de Molina, fray Miquel Carpintero, fray Alonso Bautista, fray Lope Cortés, y fray Juan de León, quien fue capturado y desterrado a España años más tarde. Entre los fugados hay que destacar a Casiodoro de Reina, autor de la primera edición de la Biblia del Oso, nombre que se le dio por aparecer en la página del título, un oso comiendo miel de un panal, publicada en Basilea en 1559. Esto hace que en la actualidad el Monasterio sea más conocido fuera que dentro de nuestras fronteras, y es lugar de interés y visita por los evangélicos de todo el mundo.

Tras este episodio, que tanto influyó en el intento de una Reforma en España, la casa Medina Sidonia trasladó su principal sede a Sanlúcar de Barrameda con el fin de evitar, en lo posible, que se le relacionara con los movimientos protestantes, y se produjo en el monasterio una contrarreforma aún más radical que en la mayoría de los reinos de España.

Más de siete siglos de historia, llenos de importantes episodios y avatares, tienen como centro los espacios intramuros del Monasterio de San Isidoro del Campo, sus personajes y vivencias, sus luchas y decisiones comprometidas con la verdad y la libertad. Es necesario seguir adelante en la investigación de los hechos y la recuperación y difusión de tan valioso patrimonio histórico y cultural.

Patio de los Naranjos. Exterior del Monasterio.

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