CUENTOS CORTOS DE CUARENTENA

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Concurso de cuentos realizado el año 2020, en marco de la pandemia del coronavirus. Se recibieron un total de 1400 cuentos, seleccionando los 100 que a continuación se presentan. Integrantes del Jurado Alejandro Moreno Jashés Víctor Munita Fritis Rolando Cubillos Basaure María Cecilia Simunovic Ramírez Heriberto Mancilla Soto

Instituciones Convocantes Kinross Chile. Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio región de Atacama. Diseño y producción Azabache Producción Arte Cultura.


los mejores 100 cuentos del concurso

CUENTOS CORTOS DE CUARENT NTEENA


El confinamiento que hemos vivido en nuestro país nos ha permitido un tiempo de reflexión necesario para mirarnos a nosotros como individuos y como comunidad. Nos hemos dado cuenta de las cosas simples de la vida y de lo importante que son. Pasar más tiempo con nuestra familia y con quienes queremos, extrañar y añorar cosas que antes nos parecían cotidianas, darnos cuenta de que necesitamos poco para ser felices y estar tranquilos. En esta época de introspección, la imaginación es una buena terapia para sobrellevar nuestro encierro y esa fue justamente la invitación que como Kinross quisimos realizar a nuestra comunidad atacameña. Alegorías, remembranzas y añoranzas de grandes y chicos están plasmadas en las siguientes páginas. Historias que invitamos a leer y que forman parte de una época que difícilmente sacaremos de nuestra memoria y que como empresa queremos compartir con todos ustedes, mientras esperamos volver a reencontrarnos.

Rolando Cubillos

Vicepresidente y Gerente General Operaciones Kinross en Chile


La literatura es una ventana a nuevos mundos y también un espejo del alma. Es una oportunidad maravillosa para plasmar en letras todo lo que imaginamos, queremos y anhelamos. Cuentos Cortos de Cuarentena es precisamente eso, un desafío hermoso que nos permite a todos dejar volar la imaginación y crear ese mundo soñado, narrar nuestras vivencias y compartir, a través de historias, lo que la vida nos ha ofrecido en momentos tan complejos como el que vivimos. Quiero agradecer de corazón a todos los soñadores que participaron, al mundo privado por la confianza y por ayudarnos a promover la literatura en Atacama. Tenemos una inmejorable oportunidad para seguir creando juntos un mundo en el que todos podamos ser mejores personas.

María Cecilia Simunovic

Seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio Región de Atacama



Primer lugar categoría adultos

Rutina diaria para mi salud mental No sé qué día es. No sé qué hora es. Despierto cuando el sueño se va y me duermo cuando vuelve. Como cuando tengo hambre, descanso cuando lo necesito. Si quiero llorar, lloro; si quiero reír, río. Y como un río, fluyo.

Rosa Santander Rubio 45 años, Caldera.

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Segundo lugar categoría adultos

Repite Mañana: Despierto. Desgano. Ventana. Copiapó. Comida. Resignación. Clases. Pantalla. Incomprensión. Hipocresía. Llantos. Cocina. Reclamos. Almuerzo: Familia. Sabor. Hablar. Preguntar. Especular. Pensar. Esperanza. Lavar. Música. Cantar. Ordenar. Televisión. Noticias. Coronavirus. Decepción. Contaminación. Emocional. Leer. Inconstancia. Tarde: Trabajo. Hermanos. Entretener. Pelota. Cuidar. Amar. Ejercicios. Fallar. Agua. Piel. Secar. Esperar. Exterior. Padres. Interior. Noche: Pan. Té. Frío. Acostar. Soportar. Película. Quizás. Imaginar. Insomnio. Descontrol. Oscuridad. Soledad. Miedos. Encierro. Dormir. Soñar. Frenesí. Pesadilla. Sudor. Mañana: Despierto. Desgano. Blas Órdenes Álvarez 25 años, Copiapó. 8


tercer lugar categoría adultos

Final 1, 2… mi corazón palpita con tanta fuerza como si se fuese a escapar de mi pecho. 3, 4… mi respiración se acelera, mi frente comienza a sudar a raudales. Al cabo de unos segundos me debo despojar de mi gorro y mi mochila. 5, 6… mi camisa se empapa increíblemente, mis piernas flaquean. 7, 8… caigo de rodillas, me acurruco en posición fetal, mis ojos se cierran, mi vida se escapa. Quiero buscar las fuerzas que me faltan, pienso en mi familia, mi mascarilla se sofoca, mis lentes se empañan, está llegando mi final. ¡Dios, ayúdame! ¡No me abandones! ¡Por fin! ¡Llegué al noveno piso! Tendré que dejar esta pega de repartidor de delivery. Les tengo pánico a los ascensores. ¡Terapia! John Hervera Rodríguez 46 años, Huasco.

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Primer lugar categoría infantil

Otra tarde El niño por la ventana miraba, veía los perros pasar. El padre televisión miraba, un partido estaba viendo. La madre descansando estaba, esperando a que la tarde acabara. «¡Qué aburrido es acá adentro!», exclamó el niño. «¡Qué aburrida tarde!», exclamó la madre. «¡Qué aburrida la cuarentena!», exclamaron todos. De repente, el niño un muñeco agarró y con este jugó. De repente, el padre tomó el periódico y de este leyó. De repente, la madre tomó su celular y con este chateó. «¡Ya sé qué hacer!», exclamó el niño. «¡Ya sé qué hacer!», exclamó el padre. «¡Ya sé qué hacer!», exclamó la madre. Siempre hay algo que hacer. Quédate en casa. Martín Ledezma 13 años, Copiapó.

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Segundo lugar categoría infantil

Presentimiento Todos dicen que han pasado muchos años desde que ocurrió, pero para mí todo sigue igual. Esos escalofríos que recorren mi cuerpo cada vez que alguien toca el timbre de mi casa o cómo mi corazón se acelera cuando escucho voces de personas que a veces vienen a mi casa y me gritan que estoy trastornada. Vivo con miedo, todo lo que toco, todo lo que respiro y todo lo que escucho me aterra. Estoy acostumbrada a no salir, obvio, después de tres años en cuarentena total y luego encerrada hasta el día de hoy. En ocho años te habitúas. Mi cabeza palpita en todo momento, porque yo lo siento. ¡Lo sé! Sé que ese virus está cerca de mí.

Francisca González Aravena 13 años, Copiapó.

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Tercer lugar categoría infantil

Coronavirus Llegó el día en que los jurados elegirían al ganador de la mejor historia sobre el coronavirus. Pero había un cuento en particular, era de un niño un tanto misterioso. Este predecía el futuro, pero había algo particular, decía que las historias de los niños, todas trágicas, se volverían realidad. Él decía que su libro era el antídoto. Los jurados al escuchar esto no le creyeron. ¡Qué imaginación! No le prestaron atención. Solo uno se interesó por el libro, pero lo dejó pasar, por los comentarios de los otros jurados. Días después de la elección empezaron las tragedias, se cumplió la profecía. Cuando el único jurado que se interesó por el cuento lo fue a buscar, ya no estaba.

Alejandra Osorio Vélez 12 años, Copiapó.

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Mención honrosa «Creatividad»

La cuarentena es para todos Así que Cenicienta limpia el piso todos los días con jabón antibacteria. El Gato con Botas se compró otro par de botas por internet, así puede dejarlas afuera antes de entrar a su casa. Le dijeron que el virus vive en la suela del calzado y sus amigos secuestraron los vehículos para que se fueran a casa. Caperucita salió con un permiso especial para consentir a su abuela, que está pasando la cuarentena sola. La Bella Durmiente se durmió toda la cuarentena. La bruja no pudo envenenar a Blancanieves, porque lavó la manzana con unas gotitas de lavandina antes de darle el primer bocado, y así están pasando la cuarentena.

Matías Mendoza Cortés 12 años, Caldera.

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Mención honrosa «Talento mujer»

Pierina más allá de los sueños He viajado más allá del horizonte. He sorteado los peligros más grandes de la tierra. Viajé a la luna y de ahí a Marte. Fui a lo profundo de la tierra, y he visto dinosaurios. He sido una princesa y también una doncella guerrera, pero hoy más que nunca, elijo ser la heroína que todos necesitan. Seré una doctora o enfermera, lo que sea necesario para combatir la criatura malvada proveniente del noroeste. Con mi traje azul, escudo facial, mascarilla mágica y poción de jabón, venceré al enemigo. El futuro es esperanzador, y puedes unirte a mi causa. «¡Pierina, ordena esas cosas! ¡Lávate las manos y ven a tomar el té!», dijo su mamá.

Pierina Enria Cabeza 10 años, Copiapó.

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Mención honrosa «Adulto mayor»

Incertidumbre Confinamiento, cuarentena, trazabilidad, toque de queda. Palabras en desuso en el lenguaje cotidiano. No necesito que me digan: «¿Qué te asusta? Si para morir nacemos». Lo cierto es que me falta la calidez de lo cercano, los aromas, los abrazos, las lágrimas de Margarita al otro lado del teléfono diciendo: «Abuela, ¿Cuándo nos veremos?». Esta mascarilla que amordaza mis palabras e impide la conversación. Preguntas, respuestas, lo incierto. Muere un poco de mí cada noche. Lavo mis manos mientras Pilatos sigue riendo. No quiero seguir contando muertos. Son las 22:00 horas del día 75. Trago una pastilla al dormir. Al final, ya no es necesario tener sueños.

Hilda Olivares Michea 70 años, Chañaral.

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Mención honrosa «Talento joven»

QR-IC Llegó el 2021 y nadie tenía la cura para el COVID-19, virus que contagió a más de 22.693.502 personas y mató a 2.000.000. Pero en junio llegó la esperanza de la «Imagen Curativa»: un Código QR que se proyectó el 30 de junio en las TV del mundo. Quienes no tuvieran acceso, continuarán esperando una cura. Dramático. Ese día, millones se pararon frente a la TV y recibieron la proyección del código QR-IC. Después hubo festejos, ya que a los 14 días no había rastro del virus. Pero el día 18 de julio comenzó un rebrote en todo el mundo, más letal. El virus mutó. Sólo los pobres y escépticos, que no vieron la TV, se salvaron. Mario Durán Prado 15 años, Copiapó.

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Mención honrosa «Talento infantil»

Mi amiga Soledad En casa casi siempre estábamos mi madre y yo, pero ella trabaja y por necesidad me deja con Soledad. Me despierto y ella está, almorzamos juntos, juega mis juegos y me deja ganar. De vez en cuando es mala consejera, ya que por su culpa me reta mamá. Llegó a vivir conmigo en esta pandemia. Hacemos muchas travesuras. Muchos están con sus familias, yo con Soledad. Bueno, los fines de semana ella se va y llega mamá. A veces no me gusta mucho su compañía y me hace llorar. Extraño mi colegio, a mis amigos, mi familia y poder salir a jugar. Me pregunto si muchos niños como yo tienen de compañera en cuarentena a la Soledad.

Dylan Trigo Castillo 11 años, Diego de Almagro.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Extraño Extraño caminar por las calles de la ciudad durante el día, sentir el aire tibio, parar en un parque y sentarme en una banca a la sombra, mientras veo pasar a la gente indiscreta que habla de forma enérgica y ruidosa. Extraño caminar de noche, cuando solo hay unos pocos autos que pasan produciendo luces pasajeras que alumbran los sitios, caminar de forma ruda y con soltura si aparece un hombre extraño al final de la calle, sentir el aire helado y el ambiente quieto. Extraño estar allá fuera, y cómo quisiera cruzar mi ciudad caminando.

Karla Ramos Carrizo 22 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Cumpleaños Las trillizas se fueron a no sé dónde, dejando sus bicicletas abandonadas. El chico con la camiseta de Vidal ya no hace golazos en arcos ficticios a mitad del condominio, y los hijos del doctor no juegan a las pilladas entre los autos. No hay manitos acariciando mi perro ni ruidos de intrépidas patinetas. Ayer un grito agitó mi rutina. Era la pequeña del frente, la que no responde «holas» ni muecas amistosas. «Tengo una torta por mi cumpleaños», dijo desde su ventana antes de que la entraran de un tirón. Pienso en los regalos que no llegarán y recuerdo tristes happy birthday lejanos. Extraño el «ruido» infantil, más ahora que el reloj anuncia otra noche de toque de queda.

Christian Palma Pizarro 46 años, Copiapó.

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Punto de vista Nunca he sido tan feliz, salvo esa vez en la playa. Pero esa fue solo una tarde. En cambio ahora, ella está todo el día conmigo, pues trabaja desde casa y podemos levantarnos tarde, regalonear, cocinar, e incluso jardinear en el patio. Pero sin dudas, lo que más me gusta es cuando cae la noche y nos sentamos juntitos en el sillón grande. Es allí cuando me siento pegado a su cuerpo y me dice que me quiere acariciándome suavemente. Sin embargo, hay ocasiones en las que la he visto muy triste y preocupada frente al televisor y no logro entender por qué, pues para mí este tiempo ha sido el mejor de mi perruna vida.

Selma Majmut Alcota, 50 años, Copiapó.

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Monstruo Hola, soy Basilio Alva, y vivo en la comuna de Tierra Amarilla. Hoy les voy a contar una historia de terror. Resulta que hay un monstruo dando vueltas por el mundo y tiene el poder de ser invisible. Le gusta atacar abuelitos, lo que me da mucho miedo porque tengo tres abuelitas. Este monstruo recibe un nombre bastante curioso: «Coronavirus». Esto, dado que es como la corona de una princesa. Mi hermana dice que hay formas de combatir este monstruo. Quedándose en casa para no toparse con él. Este monstruo es cochino y no le gusta el agua ni el jabón. Por ende, nosotros debemos ser muy limpios para así evitar a este feo monstruo.

Basilio Zaid Ávalos 6 años, Tierra Amarilla.

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Coronavirus Si piensas en esta pandemia, piensas en muertes, enfermos, pobres. Pero eso no es todo, el coronavirus ha hecho impactantes cambios en el mundo, buenos y malos. Nos terminó de abrir los ojos frente a la contaminación que producimos. Vimos que nadie es intocable, ni siquiera las grandes empresas. Los ingeniosos lograron adaptarse a las circunstancias, cambiando el rubro de sus negocios. Nos hizo notar cuánto queremos a nuestros adultos mayores, tomando medidas para que ellos no se enfermen. Nos hizo añorar el abrazo fraterno o un simple estrechón de manos. Nos mostró lo importante que es invertir en investigación científica y en salud. Y lo más importante es que nos mostró que algo tan pequeño puede cambiar el mundo entero.

Juan Espinoza Veas 28 años, Copiapó. 22


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Cielo Debido a esta cuarentena, me he puesto a pensar en tantas cosas que puedo crear imaginando, al punto de sorprenderme a mí misma. La verdad de las cosas es que me ha gustado bastante el tiempo de contingencia en casa, ya que he creado mi propio mundo imaginario donde puedo ir a veces para relajarme, y he decidido llamarlo «cielo». También, he inventado una amiga para poder ir con ella, y con quien hablo lo que sea sin temor a lo que esté pasando. Lo mejor de este mundo es que no hay personas ni cosas malas, todo es tranquilo y feliz. Simplemente, el mundo «cielo» es un lugar perfecto para mí, y eso es lo más importante.

Tais Vega Rosales 13 años, Caldera.

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Sentir diferente Un zorro, con la sabiduría y astucia que solo le han dado los años, me preguntó: —¿Qué se siente estar extinguiéndose? —Mmm. —¿Qué se siente estar confinado como animal en zoológico?— insistió—. —Mucho miedo. —Le respondí. —¿Y tú crees que el resto de los animales no siente lo mismo cuando derribas su casa, ensucias sus aguas y sacas su piel? —replicó. —Mmm… no lo sé. —¡Evoluciona, chimpancé con Iphone! —Me gritó. Desperté.

Sergio Devia Matta 30 años, Copiapó. 24


Cuentos Cortos de Cuarentena

Recetario Durante la pandemia me he dedicado a desempolvar recuerdos. He removido desde flores marchitas, hasta las cartas que prometí no volver a leer. Hace días atrás encontré el recetario de mi bisabuela. Ella escribió detalladamente cada una de sus recetas y las indicaciones de su preparación. Una receta me llamó la atención, pues lleva el nombre de mi abuela. «Merengue Hilda con amor». - 4 claras de huevo. - 1 taza de azúcar granulada. - Ralladura de limón. Mientras me dirijo a la cocina con el recetario en mano, sorprendo a mi abuela raspando la fuente en la que mi mamá hizo merengue hace pocos minutos atrás. Pienso que por más que pase el tiempo, algunas cosas no cambiarán.

Juan Blanco Sánchez 25 años, Copiapó. 25


Los mejores 100 cuentos del concurso

Trámite Fui a hacer un trámite, había gente pasando cerca de mí. Llegué a la casa, con las puntas del índice y pulgar tomo el gancho del cierre de la cartera, lo deslizo. Igual tuve que meter la mano entera para hallar las llaves. Empujo la puerta para abrirla, me saluda mi gato y le toco la cabeza. «Ya toqué varias cosas», pensé. «¿Y si estoy desparramando el virus?». Me lavo las manos, limpio la manilla de la llave, la manilla de la puerta, las llaves, las cartera, el lugar donde empujé la puerta. Entro de nuevo a la casa, suspiro mientras me siento en el sillón. Ya aliviada cierro los ojos y de sobresalto recuerdo: ¡no limpié al gato!

Natalia Aguirre Skarlis 31 años, Vallenar.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Alturas Luego de que en el mundo fuese comprobado que la única forma de sobrevivir al covid-19 es en una altura de a lo menos 5 mil metros, los habitantes de la región de Atacama comenzaron a poblar las inmensas extensiones de cerro que rodeaban la región. Dicen que ahora desde allí es posible ver los vestigios dejados en las antiguas ciudades deshabitadas, y las transformaciones que le suceden: formaciones de minerales, ruinas, vegetación y tránsito de animales desérticos que ven en estos sitios abandonados un nuevo hábitat.

Karla Ramos Carrizo 22 años, Copiapó.

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Vecinos Toda mi vida he vivido en la Juan Pablo II, acá en Copiapó, y nunca congenié con mis vecinos. De hecho, no pasábamos más allá de yo decirles «hola» o de ellos pedirme un cigarrillo. Escandalosos los sujetos, siempre con sus pichangas y el asado a media cuadra. El punto es que mi viejo quedó sin trabajo, y mi mamá, con contrato suspendido. No sé cómo, aún no entiendo el por qué, pero todos los días hemos parado la olla gracias a los vecinos. La señora Rita, del negocio, nos da el pan y el té, y entre todos los cabros armamos la olla común, limpiamos la sede y repartimos los almuerzos a todos los que llegan con su platito.

Romina Castro Guardia 26 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Demencia de cuarentena Terminé de pintarle las uñas y preguntó: —¿Su mamá, dónde está? —Le acabo de pintar las uñas. —Le dije. Iba olvidando a cada uno de sus cuatro hijos, no se acordaba de mi nombre. Ahora tienen la cuarentena de motivo para no venir a verla. La demencia nos conviene, hubiese sido triste envejecer con la memoria intacta y saber que algunos de sus hijos ni siquiera se acuerdan de su cumpleaños, le contaba a Lucas mientras le servía la comida. —Tienes toda la razón, querido Lucas. Si ella muriera de COVID, seríamos los únicos en despedirla. Evitaríamos el llanto de culpa y arrepentimiento de ellos. Él abrió aún más grandes los ojos, mientras movía su cola.

Elba Gutiérrez Roo 46 años, Vallenar. 29


Los mejores 100 cuentos del concurso

Serie Estoy tratando de ver Dark. El Mauro me evangelizó con la serie, pero dura una hora. Y veo cómo casi todos tienen cuarentena, ven sus series, terminan proyectos, tienen largas horas de sueño. Y yo, que tenía una vida de trabajo inestable, presentaciones artísticas anuales, salidas itinerantes. En febrero, a comienzos del COVID-19, me ofrecieron un trabajo soñado. Sueldo estable, un equipo que dirigir, negocio nuevo. Pero ya casi en estos 6 meses me encuentro esclava de la rutina y añoro mi rutina anterior, que no era rutina sino una aventura de vivir la vida. En fin, veré los resúmenes de la serie, que es inentendible, y daré mi crítica al mundo en cuarentena.

Gabriela Torrez Núñez 38 años, Copiapó.

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Mi cuarentena Nuestra vida era normal en la Tierra, y de repente el virus llegó. Entonces, todo el mundo tuvo que quedarse en casa, pero no todos estaban haciendo caso y el virus se hizo cada vez más fuerte. Los días empezaron a ser aburridos en casa y yo estaba muy triste porque no podía salir en mi bici. Deseaba volver al colegio para ver a mis amigos pero, por culpa de la gente porfiada, debíamos seguir en casa para que el virus no entrara a nuestro cuerpo y así poder seguir sanitos. En las noches le pido al Señor Jesús que nos proteja y que el virus nunca llegue a nuestras vidas para que podamos volver a ser felices.

Giuliana Saltori Revello 6 años, Copiapó.

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Mi abuelito Mi abuelito trabajó de pirquinero desde su juventud hasta su vejez. Vivió la mayor parte de su vida en Pueblo Hundido. Al momento de llegar la pandemia a Chile él tenía 87 años y padecía de silicosis desde hace varias décadas. Siempre me contaba sus historias, cuando acampaba en los cerros y cómo conoció a mi abuelita. Tras pasar los meses, la noticia del COVID se hacía cada vez más mediática. Hasta que un día llegó el primer infectado a nuestro pueblo. Mis abuelos, como de costumbre, fueron el sábado a la feria a vender sus productos para llegar a fin de mes, ya que sus pensiones no cubrían todo. Ahora me pregunto: ¿por qué tuvieron que morir?

Benjamín Rojas Araya 17 años, Diego de Almagro.

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Un viejo en pandemia En la televisión informan hace ya varios días respecto a la pandemia que nos aqueja. Me siento nervioso, abatido y melancólico. Le sirvo un té a la vida y a la muerte, los invito a pasar al living y les insisto que debemos conversar. Es paradójico, pero siempre andan juntas y de la mano. La vida estaba contenta conmigo, me decía que había tenido un buen vivir y buenos hábitos, la muerte esperaba paciente. Golpearon la puerta. Eran la fe y la esperanza. Me pidieron disculpas por haber llegado tarde. La fe insistió en que era el momento de ayudar al prójimo, y la esperanza me llamó a ser optimista.

Dinka Ahumada Chirino 39 años, Copiapó.

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Pasos Es una noche de invierno, el viento desordenado suena entre los árboles, tal como si fuese un fantasma enfría mi casa, no transitan personas por calle El Palomar. No escucho motores ni murmullos, solo escucho mis pasos. Cada vez mis pasos suenan más y más fuertes, mi respiración se agita, la mascarilla me ahoga, me detengo, respiro. A lo lejos escucho pasos, no veo a nadie. Mi corazón se acelera, el temor me alcanza, calle sin salida. Me persiguen, grito: «¡Noooo!». Escucho una voz que me dice: «Señorita. Documentos. Son más de las diez, está infringiendo el toque de queda de la pandemia. Acompáñeme, está detenida».

Susan Chau Villegas 46 años, Copiapó.

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Acompañante Sin mirar atrás y bajo el oscuro manto de la noche, salí solo de mi casa con rumbo a una fiesta, con el único objetivo de perderme bajo un montón de luces de muchos colores y llenar mi sistema con alucinógenos y alcohol. Aunque no había mucha gente que conociera, eso no me importaba, solo quería borrarme, aunque fuera por un momento. Al pasar algunas horas me fui de aquel lugar, con la mente completamente fuera de su lugar. Volví a mi casa y simplemente me dormí. Al llegar la mañana siguiente desperté con un acompañante que había estado presente en la fiesta y que no recordaba que había llegado conmigo; su nombre era Covid.

Melissa Jerónimo Marcial 24 años, El Salvador.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Soy Dicen que no soy un ser vivo, por necesitar de una célula para reproducirme. Aún así, estoy aquí. Hoy me sentí cansado en la baranda de un paradero. Afortunadamente pude refugiarme en una mano amiga. De pronto estaba en un lugar más tibio, húmedo y oscuro. Un lugar ideal. Rompí las barreras, allí era confortable, tranquilo y seguro. De repente, ya no estaba solo, había muchos iguales a mí. Aún así, percibí que no estaba bien multiplicarnos tanto. El oxígeno comenzó a faltar, unos sujetos amenazantes nos envolvían, el lugar se estremecía y un calor nos quemaba. De pronto el ruido, la humedad y la seguridad desaparecieron… ¿Soy o no soy?

Priscila López Tapia 48 años, Copiapó.

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Gatitos En Villacat había tres gatitos: Gloria, Sergio y Dimas. Una mañana, mamá gritó: «Gatitos, llegó covid, escondámonos». Los gatitos se escondieron, ellos preguntaban qué era «covid». Mamá les explicó que era un resfriado peligroso, que debían usar mascarillas, lavar sus patas con agua y jabón, y no salir de casa. Pero ellos recordaron que eran los únicos que tenían televisión, así que se armaron de valor, se pusieron trajes protectores y salieron a avisar a sus amigos que se lavaran las patas, se vacunaran y se escondieran. Cuando llegó covid, los tres gatitos lo atacaron con jabón y agua. Covid, derrotado, se fue de Villacat. Así, los gatitos se convirtieron en guerreros valientes salvando a sus amigos.

Javiera Salinas Araya 7 años, Copiapó. 37


Los mejores 100 cuentos del concurso

No te siento ¿Dónde estás? Te busco y no te encuentro. Estás en mis pensamientos y no lo siento. Mi mente se vuelve loca, se me seca la boca como el viento. Mis pasos ya sin ganas, mi cabellera con tantas ganas y no te encuentro. Mis ojos ya sin ver, no te puedo entender y tú como invisible ser. ¡No te siento! Mi voz suena tan vacía, ya no entiendo tu poesía y tú con tu hipocresía. ¡No te entiendo! ¿Dónde te encuentras, mi terrible Soledad?

Alejando Bustamante Cruz 50 años, Vallenar.

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Amor - Senescencia Desde mi ventana, como todos los días, veo cómo mis mascotas recorren el patio. Pero hoy es diferente, faltan ustedes jugando y revoloteando, mis niñas preciosas. ¿Quién nos separó? Un diminuto enemigo que nos encierra y nos priva de abrazar y besar. ¿Qué nos quitó? La ilusión, la llegada de un nuevo ser a nuestras vidas. Partió antes de salir del vientre de mamá. Días largos, pausas, reflexión, melancolía. Añoro lo vivido, los hijos, nietas y afectos. Quizás era necesario detenerse y valorar. Con Esperanza retomaremos lo que quedó en pausa y los abrazaré y besaré. El enemigo partió, nos ha dejado un nuevo transitar por la vida, con calma y mucho amor. ¡Ese tiempo ya llegó!

Evelyn Llewellyn Rojas 68 años, Copiapó. 39


Los mejores 100 cuentos del concurso

200 años no son nada El niño repasa la lista de artefactos que debe llevar al colegio. Ahí aparecen: su sincronizador de plasma (que activa molecularmente), comida biocinética, su microdón (con el cual puede simular rutas de vuelo), su intercomunicador de litio (que le permite estar conectado en imágenes 5KD), y su lente de líquido neuronal (con el cual controla todos sus aparatos tecnológicos). Antes de salir, mira las fotos de las generaciones de su familia que estudiaron en el bicentenario Colegio San Lorenzo y piensa en lo difícil que fue vivir en Copiapó cuando la pandemia de COVID-19 azotó la ciudad. Respira hondo, ajusta su cápsula de nanopolímero y se sube al transporte que se eleva sin hacer ruido.

Pablo Letelier Meza 50 años, Copiapó. 40


Cuentos Cortos de Cuarentena

Un silencio interminable Al salir a las calles siempre hay mucho ruido: el de los vehículos, el hablar sin cesar de las personas, y un sinfín de sonidos más que se apagaron de un momento a otro. Un silencio aterrador, inquietante, angustiante, que acalló países completos, que rompió con la rutina, que se interpuso en los planes de miles de personas para continuar con su vida normal y su día a día. Nuevamente el hombre, que se cree dueño de todo lo que ve y lo que toca, invencible y amo del universo, se desplomó ante un ser diminuto, microscópico, que hace temblar, llorar, orar. ¿Cuándo se irá? ¿Cuándo volverá todo a la normalidad? ¿Será este mi peor sueño o la aterradora realidad?

Katherine Figueroa Adaros 27 años, Diego de Almagro. 41


Los mejores 100 cuentos del concurso

Sentimientos encontrados: síntoma del COVID-19 Su presencia detuvo mi rutina diaria y provocó en mí el síntoma de sentimientos encontrados. Este síntoma te hace sentir dichoso por todo lo que tienes y a la vez molesto de todo lo que injustamente te privan; encantado de tener un día más de vida, decepcionado por la mala calidad de salud que te brindan. Agradecido de estar trabajando, cansado del sueldo mísero que no te alcanza ni para lo esencial; maravillado por las redes sociales, triste de que no sirvan para dar y recibir contacto físico. Agradecido de estar rodeado de familia y amigos, temeroso de poder contagiarlos. Y es así como un microscópico rey desatado te contagia de sentimientos encontrados.

Nicole Álvarez Pérez 26 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Así pasamos la cuarentena En esta cuarentena hemos tenido muchos cambios como familia. Mi papá quedó sin trabajo, pero aún se esfuerza para que no nos falte nada. Mi mamá aún trabaja y también se esfuerza, pero nosotros también hemos aprendido a cocinar y a limpiar la casa para que mamá llegue a descansar, y papá para que no se preocupe más. Tengo un hermano mayor que sufrió un accidente y tampoco puede trabajar, pero ayuda a mi papá con su pequeño taller en casa. Me gustaría hacer más, pero lo intentamos.

Iair Arcos Peralta 11 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Nuevos buenos días 270 días. Ese es el tiempo de espera. Los primeros 60 se fueron entre protestas y barricadas, hubo 30 que fueron solo paz. Luego llegó lo impensado y los 180 días que te quedan aún por vivir en mi vientre pasan entre mascarillas, alcohol y encierro. Aún es incierto el destino, solo sabemos que el 14 de agosto llegas a este mundo y quiero que siempre recuerdes que tus días siendo yo están marcados a fuego en el corazón de toda la humanidad. ¿Será que tú eres el pilar de un nuevo comienzo?

Johanna Campos Pallante 30 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

El fantasma de cuarentena Me desperté. Eran las 9:30 y ya estaba llegando tarde a clases virtuales, cuando de repente sale un niño que no era de la clase en la pantalla. Reinicié el tablet, pero no, el niño seguía en la pantalla. Cerré la ventana, pero ahora el niño estaba en la computadora. Corriendo, fui a lavarme la cara. Me asusté aún más cuando el niño estaba en el espejo, pero esta vez su traje estaba manchado de rojo. No se veía muy bien, pero sabía que era sangre. Ese niño era el que había causado todo esto. Por culpa de él mi amiga dejó de serlo esa noche de pijamada durante la cuarentena en que no le creí.

Emiliana Monje Vargas 10 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Una carta Copiapó, 30 de junio de 2020

Querida Cami:

¿Cómo has estado, amiga mía? Como sabrás, hemos estado en casa por una pandemia a nivel mundial. Al estar en casa, he sabido de amigos que han estado haciendo ejercicio, y de otros que comen sin parar por la ansiedad. Lo que quiero decir es que al estar encerrados, tenemos más tiempo para estar con nosotros mismos, aprender qué nos gusta y qué no. Si quieres cambiar algo para bien, ¡inténtalo! He sabido de personas que lo único que quieren es quedarse acostados porque no se motivan ¡con nada! Me gustaría que me contestaras: ¿por qué la gente pierde la motivación en algo? ¿Qué se siente y cómo puedo ayudar? Te quiero, adiós.

Mabel Gallegos 15 años, Copiapó. 46


Cuentos Cortos de Cuarentena

El telar La señora Juana me esperaba en la puerta de su casa, en la comunidad indígena a la entrada de Caldera, con una enorme sonrisa. Los colores de sus mantas eran paisajes del desierto de una belleza inigualable, pero uno de ellos sobresalía por la oscuridad de sus colores. Cuando me lo puse, sentí un gran miedo, angustia y tristeza, y luego, una gran fortaleza que no comprendí. Juana me contó que lo tejió en la cuarentena de la gran pandemia del 20 donde perdió a sus seres queridos. Así descubrí cuál era la magia de su telar, que mudo en un rincón vibraba cómplice del secreto.

Jorge González Castro 65 años, Caldera.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Cambio de vida Este año iba a ser como todos los anteriores para Francisca. Donde trabajaba seguiría siendo la envidia de sus colegas, la más eficiente de las trabajadoras, con una familia feliz y la más adulada por sus colegas hombres. Para ella y para el mundo, ella lo tenía y lo iba a seguir teniendo todo. Pero casi todos esos planes y su vida perfecta, el Covid los eliminó de raíz. Como muchos, de su trabajo fue despedida y los conflictos de pareja comenzaron a ser pan de cada día. Al estar más en su hogar, tristemente descubrió que su quinceañera hija sufría de bulimia, y que su correcto esposo era un usuario ocasional de cocaína.

Yanet Alfaro 35 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Mi cuarentena

Hola, mi nombre es Ian, soy una persona bastante sociable, y desde que comenzó la pandemia he estado en casa, ya que mis amigos no me escriben y mis padres trabajan horario completo, así que paso todo el día solo. Un día decidí subirme al techo a observar la ciudad. Comencé a tararear: ¿Mami qué tú quieres? Aquí llegó tu tiburón. Observando las calles desoladas comencé a bailar, me invadió una sensación alegre, nunca me sentí tan feliz. Comencé a reír cuando vi que no tocaba la superficie. Rápidamente mi cuerpo cayó impactado contra el suelo y todo se volvió negro. «Ian, despierta…Ian.» Era la voz de mi abuelo, él había fallecido hace tres años.

Tyhare Azola Codoceo 19 años, Diego de Almagro. 49


Los mejores 100 cuentos del concurso

Todo fue solo un sueño Ser doctor es complicado, en especial cuando la mujer que amas está bastante mal. Todo por un virus que en poco tiempo se hizo mundial, matando a miles de personas. Ella a ratos se mejora, pero vuelve a decaer. Solo quiero que se mejore pronto, de verdad lo espero. Desde hace algunos días que su condición no empeora, eso está bastante bien, diría yo. Pronto, si sigue mejorando, volverá a casa. Semanas más tarde, ella vuelve feliz y yo, de vuelta de mi turno, la veo sonriente en casa, o al menos eso pensé un momento. Vuelvo a despertar y ella no está a mi lado. Vuelvo a una realidad donde ella jamás volverá.

Allelén Olivares Araya 12 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Rey Covid XIX Y de pronto, el Rey Covid XIX invadió al mundo entero. Con enfermedad y muerte impuso su corona como virus. No hubo Muralla China, ni océano, ni extensa frontera que su avance resistiera, usando el beso como espada y el abrazo como armadura. Mas con dolor y terror nos enseñó sobre igualdad, sometiendo a pobres y ricos, a democracias y dictaduras. Sobre solidaridad, necesitándonos unos a otros, viejos a jóvenes para sobrevivir. Sobre respeto a la naturaleza, pues encerrando al hombre fueron al fin libres los animales. Y los bosques ya no fueron de fuego, ni los cielos de humo, ni los mares de plástico eterno. Y aprendimos, finalmente, que valía más una vacuna que un misil.

Christian González Carriel 49 años, Copiapó. 51


Los mejores 100 cuentos del concurso

Mi Paraíso Era una mañana nublada y fría, algo mucho mejor al calor de esta ciudad. No había mucha gente en la calle, lo que significaba que la tenía para mí solo. Rápidamente empiezo a correr por la vereda como si fuera mía, disfruto del sonido de los árboles moviendo sus hojas a causa del viento. Esto era un paraíso para mí… hasta que me despertaron. Ya llevaba meses en esta cuarentena, extrañaba salir y disfrutar de mi ciudad. Por lo que estaba listo para enojarme con quienquiera que me hubiera despertado. Pero, al girarme, vi a mi hermanita levantándome, para que fuera a desayunar y a disfrutar otro día con ella… En mi paraíso preferido.

Bastián Espinoza Pino 16 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Siempre hay una luz Dicen: “Este es el peor año”. En mis vacaciones fui con mi hermana y mi papá a Iquique. Al segundo día llaman, era mi prima, informa que a mi abuelita, Edith, le dio un infarto. Mi corazón se rompió. Ese mismo día viajamos de regreso a Copiapó. Cuando llegamos nos dicen que falleció mi abue, mi corazón se destruyó, el dolor me atrapó. Todo esto, más la cuarentena, es horrible. No puedo salir, estoy atrapada en cuatro paredes. Amaría ver a mi abue, a mi familia y no puedo. ¡Estoy harta! Todo es triste, pero una luz siempre me alumbrará. Mi mamá. La mejor, siempre me levanta, la amo. Cuando sientan que todo acaba, llegará quien los ayude.

Amaya Aguirre Chau 12 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

El no tiempo Son las dos de la mañana, estoy tratando de dormir. La ansiedad en pandemia no es buena amiga. He pasado por todos los estados de ánimo, como en un círculo, y vuelvo al estado inicial. Siento que el tiempo se detuvo, que estoy en un no tiempo. ¿Para qué? Tal vez sea para aprovechar de mejorar o terminar lo que he dejado inconcluso. De pronto algo interrumpe mis pensamientos, es mi gata que maúlla porque quiere salir al jardín. Abro la ventana, son las cinco de la mañana, el frío invade mi pieza y me estremezco. Siento cansancio, vuelvo a mi cama y, como todos los días, vuelvo a dormir.

María Claudia 48 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Pandemia e inocencia perdida Mami está en el cielo, ahora somos tres. Mi hermana dijo que hay un monstruo afuera y por eso no podemos salir ni tampoco hay escuela. Odio a los monstruos. Mi casa en Copiapó, chiquita y sin comida. Papi siempre tomando. Me asusta. Mi hermana dice que Papi está enojado porque no tiene trabajo. A veces ella llora. Yo también lloro en las noches. Mami estaba muy enferma, el COVID la atrapó y desapareció. Pero no fue así. Mami intentó salvarme, pero Papi la detuvo. Ellos pelearon, él la lastimó y de pronto ella solo quedó quieta. Odio al COVID, porque me mantiene encerrada con el monstruo más espeluznante. Shhh, ahí viene. «Hija, es hora de jugar».

Vierka Caracciolo Tonsic 21 años, Chañaral. 55


Los mejores 100 cuentos del concurso

La rutina Son las 7:00 a.m. y ya no tengo la necesidad de colocar alarma, me despierto sola. Voy a la cocina, me preparo mi pan tostado con mantequilla y mi taza de té, salgo al balcón y veo cómo la ciudad despierta. Ya son las 11:00 a.m. y no sé en qué se me ha ido el tiempo. Cierro los ojos, ya son las 2:00 p.m., hora de almorzar. Abro los ojos y son las 6:00 p.m. Ya no quiero cerrar mis párpados, porque el tiempo se desvanece, siento que no avanzo y que no hago nada productivo. ¡Adivinen! Volví a cerrar los ojos y ya son las 10 de la noche. Es hora de dormir.

Daniela Hervia De la Barra 28 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

El ataque del coronavirus Era un lindo día en Sibertrón, pero algo salió mal. El experimento 616 no resultó. Los robots intentaban encontrar una cura para revivir a los caídos. Era algo llamado coronavirus, que arrasó con toda la raza cibertroniana, solo quedan muy pocos. «Tendremos que salir a buscar provisiones», decía Jas. «Ok, salgamos de aquí», respondían los demás. «¡Cuidado, puede estar aquí el antídoto! ¡Con esto podremos destruir al coronavirus!», respondían. «Robots, intenten sobrevivir para no ser atacados por el coronavirus. Corran, estamos a salvo». Escapamos. «Tengan cuidado, este es nuestro único antídoto, llamado “matriz”». En una semana se lo aplicamos a toda la población cibertroniana y todos están bien. «¡Lo logramos!».

Joaquín Román Aravena 10 años, Copiapó. 57


Los mejores 100 cuentos del concurso

Un monstruo Todos los días veo llegar a papi con algo raro en la casa. —Papi ¿qué tienes en la cara? —¿Quieres ver? —Bueno, ven acá. Se acercó a mí y poco a poco se descubrió la cara. Sus ojos cambiaron, cada vez que se acercaba más a mí mi corazón latía fuerte. Me agarró de un brazo y dijo: «¿Esto es lo que quieres ver?». ¡Me quería comer! Bajo esa tela que cubría su boca tenía dientes afilados, por donde escurría saliva que caía al piso. Corrí hacia mami, gritando que papá quería comerme. —¡Cómo se te ocurre, hija! —Eso fue lo único que dijo. Por la noche veo pasar sus pies a ver si estoy despierta, por debajo de mi puerta.

Tanhia Villalobos Araya 33 años, Diego de Almagro. 58


Cuentos Cortos de Cuarentena

Delirio en la alcoba Tengo una leve sospecha, o quizás la certeza, de las interminables noches que me sorprenden cada día de este confinamiento, acompañado de los estrepitosos sonidos que provienen de las alturas. Se deben a las consecuencias del insomnio generado por el encierro al que sucumbe mi vecino en compañía de su perro, o su caballo, o las cuatro vacas. ¡En fin! Debe ser un animal, o varios, dado el impacto sonoro y difuso que orquestan todas las noches. Todo transcurre mientras intento descifrar el sentido que tiene mi estancia en un lugar al que no pertenezco, más allá de un sueño convertido en pesadilla, y del que despierto sin haber dormido en tres meses.

Ronis Socarras Soto 34 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Pompas de jabón Apareció una vez un virus muy malo que nos atacó y contagió a todos con su maldad. No era rey, pero tenía corona y era cruel con las personas. Se esparció por todo el planeta, y arrebató las sonrisas y abrazos de la gente que asustada se quedaba en sus casas en cuarentena para evitar la muerte. Pero unos superhéroes de trajes blancos con superpoderes defendieron a la población en una gran lucha con pompas de jabón y mucha desinfección. Muchos héroes de verdad superaron la ficción trabajando para salvar a los humanos del peligro y desorden que el virus ocasionó. Colorín colorado, si te cuidas y te quedas en casa no serás contagiado.

Dylan Trigo Castillo 11 años, Diego de Almagro.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

El viaje al otro coronavirus Había un niño llamado Benjamín, que vivía muy feliz en la ciudad de Copiapó con su familia. Pero en las noticias se dio a conocer un peligroso virus llamado «coronavirus», que podía matar gente y que se estaba expandiendo por todo el mundo. Mi familia y yo estábamos asustados por la posibilidad de morir por este virus. Las autoridades de Chile dieron cuarentena al respecto, entonces, nos encerramos en nuestra casa hasta que pasara el virus. Una noche, sentí un ruido extraño de la puerta de la cocina, me levanté y entré. Era un portal para el futuro, donde todos estaban bien, entonces nosotros también lo estaremos pronto.

Benjamín Labarca Bravo 12 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Un sueño Ahí estaba yo, inconsciente en la camilla. No sabía qué pasaba, solo entendía que me faltaba el aire y que estaba en un sueño. Hola soy Joaquina. Un día estaba en mi casa y me empecé a sentir mal, ahora estoy en el hospital, al parecer estoy contagiada, lo último que recuerdo es haberme desmayado. Sé muy bien lo que pasa a mi alrededor, pero no estoy despierta. Lo único que entiendo es que estoy en un sueño, junto a un niño que se hace llamar Martín. No sé muy bien quién es, pero se ha vuelto mi amigo estos días. Sé que todo está en mi imaginación, pero se siente todo muy real. Siento como llueve, quizás pronto despertaré.

Ignacia Berríos Morales 15 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Todo pasará Extraño días en que todo parecía divertido: chutear pelota con Juan y Nico, jugar con mis compañeros con los que a diario nos juntábamos en el colegio: ¡Todo cambió! ¿Qué pasaría? Creo que siguen las vacaciones, en casa estamos todos; solo mamá sale. Creo que visita a un enfermo. Ella se mimetiza, con lentes, guantes, mascarilla. Su cabello con una cofia blanca le da el toque perfecto para ser embajadora de la luna. Quizás visite a los extraterrestres que llegaron a la tierra a traernos alimentos. Cuando llega, hasta Micaela, la perra, se pone contenta. ¡Solo me divierto jugando online! Cuando le pregunto: «¿Volveremos al colegio mamá?», ella besa mi frente y dice: «Ya volverás, mi niño. Debemos esperar ¡Todo pasará!».

Eidher Muñoz Cordero 12 años, Copiapó. 63


Los mejores 100 cuentos del concurso

¿Quién está afuera? El lugar sombrío y ensordecedor intimidaba. En su interior, los órganos conversaban entre sí. El riñón estaba preocupado. De repente, los páncreas al unísono preguntaron si se acordaban de la canción: «El violador eres tú». El corazón recordó ese momento y se asustó, pero las vísceras saltaban de alegría. El hígado refunfuñaba, le molestaba el desorden. El colon sorbía una hierbita para calmar los dolores que le producía la batahola. Mientras platicaban, alguien golpeó la puerta. «Ve a ver», le dijo la vejiga al apéndice. Después se acordó de que no estaba. El pulmón fue, abrió la puerta, no encontró a nadie, solo una turba que decía: «¡Covid! ¡covid!». No entendió el griterío. Volvió asustado al lugar sombrío.

Héctor Olmos Carvajal 56 años, Copiapó. 64


Cuentos Cortos de Cuarentena

Esperando la visita El enfermo mira a la enfermera y le pide agua. Ella ya solo le moja los labios con un algodón. El tubo que está en su boca no se puede mover, se vuelve a dormir. Son solo algunos momentos de una extraña lucidez que le permiten darse cuenta de que está solo y enfermo, ese coronavirus que se le metió en el cuerpo, que saltó de otra persona directo a su garganta y sus pulmones. Está grave y esperando ver a los suyos para decirles que ya pronto se va. No sabe cuándo son las visitas, quiere decirles que los ama, que se cuiden. Y que le digan al jefe que no podrá ir a trabajar. Yasna Maturana Araya 49 años, Caldera.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Veo muerte, veo destrucción Veo desobediencia hacia la salud. Miro por la ventana cómo se cruzan y se pegan a su prójimo. No previenen ni se cuidan. No tienen miedo. Los observo y analizo, y una pregunta retumba en mi mente: ¿quieren morir? Me decepciono por cómo actúan; al no pensar nos arrastran a todos al verdugo. Ese virus que gracias a tus actos nos abraza felizmente provocando miedo, caos, desesperación, la ruina de muchos y la caída de varios, mientras él rebota feliz de uno a otro hasta tocarnos a todos y acabar con nuestra existencia. ¿Quieren morir? Me vuelvo a preguntar, mientras aún observo desde mi ventana.

Victoria Araya Chun 37 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

15 días antes de nacer en cuarentena Hace días atrás, antes de nacer, sentía a mi madre muy preocupada, con mucha angustia. La escuchaba que lloraba. No sabía si era de felicidad o de pena. Escuché que hablaba con alguien sobre mi nombre. Creo que me llamarán COVID-19, ¡qué bonito nombre! Pero todos hablarán de mí, ¡qué raro sentir a mi madre tan ansiosa! Hoy escuché que iré a Copiapó, porque naceré. ¡Qué emoción, conoceré a mi familia! Pero la doctora le dijo a mi madre que le harían cesárea, que está helado aquí. Me da mucho frío y solo un beso he recibido. ¡Bienvenido al mundo! Y mi nombre es Diego, nunca fue COVID-19.

Susana Michea Morales 37 años, Caldera.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Realidades En un mundo convulsionado y confuso, divago. Mi hijo Dennis me interrumpe bruscamente. Vio en la caja idiota la friolera de 180.000 casos COVID y 3.500 fallecidos. Horrorizado, me pregunta cómo un virus puede llegar a provocar esto. Respiro hondamente, le señalo una y mil explicaciones, ninguna le convence. Como un as bajo la manga, le recuerdo los aluviones que tuvimos que enfrentar en Atacama, que sacaron lo mejor y lo peor del ser humano. El hambre, el frío, la desesperanza. Solo atina a mirarme. Sus ojos nublados expresaron el reencuentro con imágenes y sentimientos. Nos abrazamos como nunca lo habíamos hecho, comprendimos que era hora de cuidarnos a conciencia. A mis padres –sus abuelos– los queremos vivos. Horst Kallens Beals 48 años, Copiapó. 68


Cuentos Cortos de Cuarentena

Al despertar Durante la tarde de aquel día mi madre se encontraba agotada por el encierro. Se limitó a recostarse como ya era usual en el sofá, entonces, algo pasó. Se sumió en un profundo sueño y de golpe se levantó. Extrañada, se incorporó hacia la puerta, de donde provenían sonidos extraños. Al salir presenció la más inexplicable situación: carretas y caminos de tierra, personas con atuendos estrafalarios la miraban intrigados. Ella, que llevaba consigo su mascarilla color gris, se preguntó por qué estaban estas personas allí y sin las medidas necesarias. Se le acerca un hombre y le dice: «Usted, mi dama, es la sexta persona en el día que hemos visto con ese cubrebocas».

Laura Tapia Báez 20 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Al fin lo entiendo Esta cuarentena ha cambiado la relación con mi madre, pues antes de que empezara pensé que ella quería controlar mi vida. Pero ahora me di cuenta de que tengo mucha suerte. A pesar de que ella trabaja mucho, ha encontrado la manera de pasar tiempo conmigo. Al principio me molestaba mucho, mas un día mi madre me dijo algo que cambió todo lo que pensaba de ella: «Las dos siempre estaremos juntas, a pesar de todo». La cuarentena ha cambiado nuestras vidas, pero para mí ha sido algo bueno, ya que al fin asimilé la suerte que tengo. Aprendí que madre hay una sola y que la mía siempre va a estar conmigo, sin importar las circunstancias.

Valentina Olivares López 15 años, Tierra Amarilla.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

El poder de una sonrisa Corría descalzo y feliz por las dunas acarameladas. Disfrutaba sentir aquella granulada caricia por su piel y no tardó en demostrarlo, dejándose caer por aquella ladera, riendo al sol y a las escasas nubes que circulaban por aquel diáfano cielo nortino. Sus mejillas rosadas, su cabello alborotado y sus ojos brillantes eran el claro reflejo de aquellas emociones que sus labios jamás podrían expresar. Pero pronto acababa el día, aquel escape fugaz a tanta monotonía que agobiaba su pequeño ser. Miró triste cómo el majestuoso astro se iba ocultando tras los cerros en llamas, pero una voz cercana le señaló: «Volveremos». Su sonrisa iluminó lo que el sol ya no tocó ese día.

María Gutiérrez Flores 31 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Teletrabajo Había una vez un niño llamado Lucas. Él siempre estaba muy triste porque anhelaba compartir más con su padre, como lo hacían sus amigos. Pero pasan los días y a Lucas –emocionado, porque viene el descanso de su padre– le llega la noticia de que, debido a la pandemia, su padre empezará a hacer teletrabajo en su casa. Lucas no lo podía creer. Él estaba muy feliz porque su padre iba a empezar a compartir todos los días con él y así ellos podrían jugar a la pelota, cocinar juntos, y jugar play.

David Ehremberg Olave 11 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Reloj «Tic tac», suena el reloj. «Tic tac», una víctima. «Tic tic», un latido. «Tic toc», nadie se salva. Por más que trates de escapar, él te encuentra. por más que no trates de respirar, el aire llega a tus pulmones. «¡Debes huir!», gritan. «Escóndete, enciérrate». Pero el miedo se hace presente. Él puede venir y te puede llevar. Él, con solo un contacto o un acercamiento, a alguien puede atrapar.

Javiera Maldonado Rebolledo 15 años, Diego de Almagro.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Soy inocente Dicen que fue mi culpa, que yo traje el virus al mundo, que por eso hoy ustedes están en cuarentena. Pero no entiendo, solo salí de mi casa una noche fría común y corriente, siguiendo las reglas de mamá: «Aléjate de la ciudad y no te acerques a extraños». ¿Y qué sucedió? Me secuestraron y me llevaron muy lejos de mi hogar. Yo solo podía pensar que mamá estaría muy enojada si supiera que me atraparon unos humanos y que querían que yo fuera su cena. Si tan solo hubiera caído en esa sopa, alzaría la voz para decir que solo fui un murciélago inocente. Ahora que conocen mi historia, ¿aún creen que el culpable fui yo?

Fabiola González Zapata, 23 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

La nueva historia de los amigos científicos Los científicos Carlitos y Felipe estaban fabricando un jabón que no necesitaba agua para lavarse las manos, cuando llegó el coronavirus al mundo. Ellos estaban desesperados, ya que no podrían seguir trabajando en su proyecto desde su oficina. Entonces, instalaron un laboratorio en sus casas, y decidieron detener la fabricación del jabón. Pasaron días sin salir de sus hogares. Cada uno creó la mitad de una máquina del tiempo. Cuando terminaron, unieron sus partes. Viajaron al futuro para averiguar la cura contra el coronavirus. Lograron encontrarla, la llevaron al pasado y empezaron a crear dosis rápidamente. Fue así que lograron entregarlas a todo el mundo y así acabar con el coronavirus.

Josefa Toloza Rojo 11 años, Copiapó. 75


Los mejores 100 cuentos del concurso

Esperanza en tiempos de oscuridad En un pueblito vivía una niñita llamada Abi. Era huérfana y su abuelo la criaba. Ellos eran muy pobres, así que Abi ayudaba a su abuelito a recoger cartón, y así se ganaban unos pesos. Pero un día, sin que nadie lo pensara, llegó el virus, y Abi estaba muy triste. Ya no tenían nada que comer. Su abuelito no podía quedarse de brazos cruzados y salió a pedir a la calle; lamentablemente, se contagió. En unos pocos días el abuelito fue internado, los doctores no daban esperanza. Entonces, Abi lloró y cayó una lágrima sobre su abuelito. Y ocurrió un milagro: su abuelito fue sanado por el amor de esta niñita.

Matías Cuello Campillay 12 años, Vallenar.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Ema Pequeña, tierna, peluda y juguetona es mi perrita regalona. Esta cuarentena no sería tan entretenida sin ella. Me sigue a todas partes y me come el calcetín. Ella salta, come, mordisquea y luego, agitada, se dedica a descansar. Su camita ya no quiere, prefiere la de mamá, quien le hace y cambia ropa como una hermana más. Lo mejor de este encierro es pasar más tiempo con mi Ema y mi papá. Pero con lo del virus no hemos podido volver a nuestra vida normal.

Samuel Moreno Sepúlveda 8 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

La súper máscara Hernán es un niño muy creativo y le encanta la tecnología. Cuando vio en las noticias que había llegado al país un virus muy contagioso, inmediatamente buscó en internet de qué se trataba. Él siempre visitaba a sus abuelitos, y pensó que tendría que fabricar la mejor protección: ¡una súper máscara! Le consiguió a su madre materiales para hacer la máscara y así nunca se contagiaría y menos a sus abuelitos. Entonces, comenzó a trabajar. Cortó un plástico y muchas decoraciones, le agregó un chip y una pantalla donde podía ver la temperatura de los demás. Hernán estaba feliz porque visitaría a sus abuelitos. Ahora sí que no habría ningún problema, todo estaría bien.

Exequiel Medina Vásquez 9 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Error Mi padre hace una semana me pidió que lo reemplazara en su trabajo. La conversación que tuvimos la reproduzco en mi mente una y otra vez. «Cuida mi trabajo, hijo, llevo más de 10 años salvaguardando el primer cementerio laico de Chile.» Papá, ¿por qué siempre repites lo mismo? Todos lo sabemos. Le toqué su hombro y le mentí. No te preocupes, todo estará bien. En el instante en que salí de casa, ya había enviado a mi grupo de amigos la ubicación. Hace tanto tiempo que no nos reuníamos por el exagerado confinamiento del coronavirus, que juntarnos no le haría mal a nadie. Qué equivocado estaba, el ataúd que eligieron para mí no es nada cómodo.

Daniela Norambuena Araya 33 años, Caldera.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Apestoso asesino Desde que supo que se había contagiado del virus, pero con la fortuna de ser un asintomático, su instinto psicópata y criminal emergió con ímpetu y cinismo. Salía a la calle sin mascarilla, a comprar tonterías, casi por nada, solo para enfermar y, por qué no, a matar. Su predilecto modus operandi era lamer, cuando nadie lo veía, todo objeto que encontrara en la calle. Así esparció la enfermedad y la muerte por toda la ciudad. Pues para desgracia, el infame poseía el maligno don de ser un «supercontagiador». Cuando escuchaba en las noticias el drama epidémico que estaba azotando a sus coterráneos, levantaba los brazos y se decía a sí mismo, con un diabólico orgullo: «Soy un campeón».

Yanet Alfaro, 35 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Un monstruo invisible Uno, dos, tres… Escondido debajo de la cama, temblando con la respiración agitada, el pequeño Marcos cuenta bajito. Escuchó a su mamá en una conversación por la mañana que un monstruo les acechaba. «Lo más terrible de todo», según ella, «es que no lo podían ver». No sabe cuánto tiempo estará ahí, solo, desamparado, y sin ninguna armadura como la de sus superhéroes favoritos. Solo le quedará contar, quizás así amanezca más temprano. Total, debajo de la cama se siente seguro. Por ahora no cree que el monstruo lo vea ahí. Y sigue en un susurro…cuatro, cinco, seis.

Patricia Reveco Estay 52 años, Vallenar.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Rutina Despierto, me baño, desayuno, trabajo, almuerzo, sigo trabajando, descanso y voy a dormir. Todo sigue igual de monótono. Nada ha cambiado.

Daniel Aguirre Araya 16 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

La invasión Un día en el planeta Luz ocurrió algo extraño. Todos sus habitantes comenzaron a sentirse mal sin explicación alguna. Muchos expertos trabajaron día y noche para controlar lo que estaba pasando, hasta que descubrieron que era un virus letal llamado «El Rayo». No encontraban la cura, y se estaban dando por vencidos, hasta que un día llegó la heroína «Milagros», quien prometió vencer a este virus y salvar al planeta. Fue una lucha dura, hasta que un día encontró la solución: quedarse en casa y lavarse las manos con agua y jabón. Todos los habitantes siguieron este consejo y, luego de un tiempo, se logró vencer al temido «Rayo».

Paz Chanampa Molina 7 años, Tierra Amarilla.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Un día en pandemia Me dijeron que sería un tiempo triste, solitario, y que vendrían días peores. Pero estaban aquellos que buscaban escenarios de unión. Vi a un hombre cantando en el balcón y levantando el espíritu. Gente aplaudiendo al hombre de blanco que iba a la batalla. Las verduras se esforzaban por poner su mejor sazón en las ollas comunes. El extranjero se sentía acogido, los lagos y ríos se mostraron transparentes, la red social me enseñó a hacer pan amasado, la solidaridad nos tomó de las manos y el cielo me invitó a meditar. La quietud y el encierro me llamaron a estar en calma y se propusieron cuidarme. El planeta dijo que nos daría un respiro.

Dinka Ahumada Chirino 39 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Mi papá es un monstruo El hombre yacía muerto en el suelo, mientras que un charco de sangre se formaba a su alrededor. Su ahora viuda esposa lloraba desconsoladamente mientras abrazaba a su hija, quien segundos antes había disparado a su padre. «No te preocupes, mami», murmuró la pequeña, comenzando a acariciar las mejillas de su madre. «El monstruo ya no nos va a golpear». La pequeña niña observó el cuerpo de su padre con pesar, lo único que podía pensar en esos momentos era que odiaba aquel día que su padre comenzó a trabajar en casa debido a la pandemia.

Leonor Ramírez Sotomayor 16 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Mundo digital Hoy me levanté pensando si voy a vivir en un mundo real o virtual. Estoy envuelto en el teletrabajo y clases de papá, el pedido virtual del supermercado de mamá, las clases online de mis hermanos, los videojuegos. Cada vez siento menos contacto, menos abrazos, porque solo con un sticker le digo a mi tío cuánto lo quiero. Me alejo de los más cercanos y me acerco a los lejanos. Cuando nos sentamos a la mesa no dialogamos, no nos miramos a los ojos. Recibo mensajes para bajar a almorzar o apagar la tele. Un día despertaré y veré que era un sueño y podré volver a jugar en la calle, abrazar a mis amigos. Espero estar viviendo solo un sueño.

Mateo Letelier Soto 11 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

El pacto Hoy he decidido hacer un pacto, algo que cambiará mi destino. He negociado con una abeja para tomar su lugar y ella el mío. ¿Será que la cuarentena me tiene en delirios? Quizá mis ganas de respirar aire frío. Me parece un trato justo, ella descansa mientras yo recorro dunas y ríos. Vuelo hacia la playa, abrazo el calor copiapino. Sin pensarlo demasiado la transición ha corrido. ¡No lo puedo creer, estoy volando! Es hora de emprender camino. Emocionada y confundida, no sé adonde me dirijo. ¡Lo tengo, hay solo un lugar! La casa de mis seres queridos. Polinizo sus jardines y el pacto ha vencido. Al día siguiente me llama mi abuela, una linda flor ha crecido.

Javiera Jorquera Véliz 23 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

¿Será verde? La calle está sucia en Catorce de Julio y los autos, peor. El Yango no ha podido limpiarlos. Con mascarilla y todo no lo dejan acercarse. Aunque dice que esto del coronavirus no es tan malo, que la gente usa el tiempo para pensar. «Comer caldo de cabeza», como dice él. «¡Oiga!», gritó hoy. «Me gustó pensar y también encontrarle la gracia a esta cuestión. ¿Por qué no me pagan unas luquitas y le dejo la calle limpiecita? Total, no tengo más donde ir, y el bicho es mi amigo, hasta lo vi el otro día en el río, no sé qué me pasó. Pero lo confundí con un camarón, pero pensándolo bien, era más verde».

Macarena Salinas Herrera 38 años, Vallenar.

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Toto regresa Hacía tiempo que Toto desapareció por estos lados. Pasaron veinte años desde que partió a las minas, al fallecer su esposa. Sus hijos tenían vida propia y como amaba los cerros y la libertad, cogió sus pilchas y enseres personales, partiendo sin indicar rumbo alguno. Tenía 70 años, muy conversador, bueno para contar historias mineras. Recordaba lugares recorridos, realizando diversos trabajos. Comenzó en las salitreras; siempre tenía divertidos chascarros para contar. Cuando regresó, escuchó de la pandemia y de cómo cuidarse, evitando contagiarse. Pero notó que las personas eran porfiadas y no obedecían órdenes. Decepcionado y triste, juntó sus cosas y nuevamente desapareció. Seguramente, en algún cerro, armaría su ruco y se juntaría con otros mineros, lejos de los contagios.

Jorge González Lizondo 74 años, Copiapó. 89


Los mejores 100 cuentos del concurso

Tic Tac Nervioso, miro el reloj colgado en la pared del departamento de María. 21:15, aún queda tiempo para besarla, pero se escurre entre tazas de té y evasivas. Estamos nerviosos, nos conocemos hace mucho, pero esta noche todo es nuevo. «¿Más?» «Sí», digo por inercia, mientras pienso en sus labios. Todo igual. Voy al baño, mi smartwatch chino muestra que son las 21:27. Mojo mi cara, me unto pasta en los dientes. Salgo decidido, pero ella teclea en su celular stickers de corazones. Me voy, digo, mientras el imperceptible tic tac retumba en mis oídos, como un palpitar en estéreo. 21:47, me acerco. Un abrazo da paso a un beso, seguimos. Tic tac, «¿Dónde va? ¡Está usted detenido!».

Christian Palma Pizarro 46 años, Copiapó. 90


Cuentos Cortos de Cuarentena

¿Niño malo? Así, tal cual, como un niño malo que no te deja salir, que no te deja abrazar con el alma. El que no acepta un apretón de manos, el que no te deja ver quién eres. ¡Sí, no se puede! Llevas algo en tu cara, ¿es un disfraz? ¡No! Es un escudo que te protege de él, del niño malo. No es tan así como hablan. Me quedó la duda cuando un día me lo dijo mi princesa Mamá. Yo creo que esa cosa solo viene a defender el planeta, los animales, el aire, los árboles, porque hemos sido muy descuidados y sin sentimientos. Quedé pensando, ¡Y cuánta razón tiene! Ahora piensen: ¿quién es el niño malo?

Lita Rojas Castro 54 años, Vallenar.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

¿Qué será de él? Hoy comienza otro día para ver a mi dueño, para jugar juntos. No lo he visto muy bien, ya no quiere jugar conmigo. Cada vez lo veo más desanimado, y no sé cómo ayudarlo. Algunas veces tose, se marea y me dice que jugaremos mañana. Y viene la familia de mi dueño a verlo cada vez más seguido. Vienen con mascarillas diciéndole que todo pasará. Un día se escucharon muchos ruidos, eran alarmantes. Comenzaron a bajar muchas personas desde dentro de un camión; ese camión tenía demasiadas luces. No entendía qué pasaba, las personas que estaban ahí se estaban llevando a mi dueño. Desde ahí no lo he vuelto a ver, ¿qué será de mi dueño?

Fabián Ferrufino Robledo 16 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Tiempo —Hijo, ¿quieres más leche? —No mamita, no tengo tiempo. —Si quieres te preparo unas galletas, hijo. —No, gracias mamita. —Le digo que ya no me queda tiempo. —Pero, ¿Por qué, hijo? ¿acaso tienes mucho qué hacer que no te puedes quedar un momento más? —No es eso, mamita. Lo que pasa es que mi alarma ya va a sonar. Te he extrañado mucho, mamita. Elvin Montalbán Castillo 49 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

El regalito El corazón se le detuvo cuando vio aparecer la camioneta en la esquina. Estaba terminando de barrer la calle, conocía esa silueta. Cuando se bajó el conductor, se tranquilizó reconociendo al «chofer del CESFAM». Detrás de esa ropa de seguridad: delantal, antiparras, mascarilla. Traía sus lentes oscuros, esos que nunca se sacaba. Se preguntó a qué irían… Ya hacía una semana que había terminado su cuarentena. «Buenos días», dijo el acompañante. Le costó reconocerlo. Era el director. «Le traemos un regalito de parte del Equipo de Salud». Le entregó una caja con alimentos, útiles de aseo y verduras. Su cara cambió y por fin rompió en llanto, esta vez de felicidad, habían sido días muy difíciles.

María Zelada Cubillos 52 años, Copiapó 94


Cuentos Cortos de Cuarentena

Cordura Lo odio, siempre siendo molesto. —Y dígame, Don Psiquiatra, ¿puedo llamarlo así? —dice burlonamente —¿Cómo le ha ido con sus pacientes después de la cuarentena? —No te metas. —Se encuentra de buen humor hoy, ¿te tienen agotado? Todos le hablan de eso, ¿verdad? —¡Calla! —ordenó. Tengo que deshacerme de él. —Esa es mi labor, ¿no? Recordarte que eres el único con cordura. Queriendo callarlo, tomó el objeto que estaba más cerca y apuntó en dirección a él, pero la puerta se abrió de golpe, y bajó el objeto rápidamente. —¿Señor? —dice mi asistente preocupada —¿Con quién habla? —Con nadie —le sonrió amablemente antes de que cerrara la puerta. Siempre estaré contigo Don Psiquiatra, de eso se trata la esquizofrenia.

Anónimo, 16 años, Vallenar. 95


Los mejores 100 cuentos del concurso

Reencontrándonos madre e hija Así van transcurriendo estos días de pandemia, en donde para muchas personas se vuelven grises los días. Para mí ha sido distinto. Sé que existe una carga emocional por todo lo que sucede, pero trato día a día de verle el lado más generoso a esta cuarentena obligada. Si bien es cierto que sigo trabajando, manejando enormes camiones en donde se requiere precisión y concentración, luego llegan esos días de descanso junto a mi hija. Largas horas de conversación llegan a nuestro hogar queriendo pintar el mundo de colores. La magia de escuchar y ver lo grande que estás, mi bella Florencia, no logran empañarse, ya que pienso que sin esta pandemia no podríamos estar tanto tiempo juntas. Flor Retamal Carreño 37 años, Copiapó. 96


Cuentos Cortos de Cuarentena

¡El monstruo! Una fría noche, en Copiapó, Ana imaginaba al malvado ser que había llegado a su ciudad. Alguien sucio, que contagia todo y daña personas. ¿Cómo se verá? Se preguntaba. Debe ser un cochino. Probablemente juega con tierra y no se lava las manos. ¡Si supiera todos los microbios que tiene esta! Es rápido, porque contagia a muchos. Obviamente corre con cuatro patas. Seguro estornuda sin taparse la boca, ¿Podrá ser un animal? Ellos no saben hacerlo. Su madre le dijo que podría pegarse en la ropa. ¿Cómo? Pues pelos, sus pelos enferman la ropa. Unos ladridos llaman la atención de Ana, quedando de frente con su modelo monstruoso. «Firulais, ¿tú eres el coronavirus? ¡Perro malo, a lavarte las patas!»

Maite Díaz Véliz 14 años, Copiapó. 97


Los mejores 100 cuentos del concurso

La puerta Era una casa grande y hermosa, pero su grandeza era un problema. La familia era pequeña y muchas partes de la casa estaban deshabitadas. La cuarentena trajo consigo más vida a la enorme mansión, pues los niños pasaban todo el día en la casa. Cada día descubrían una nueva habitación y esto les encantaba. Cada habitación era una completa aventura. Un día como cualquier otro, llegaron a una habitación lejana a la entrada principal de la casa. Los infantes titubearon antes de entrar. Al ingresar la habitación estaba vacía, Lo único que había era una puerta. Al pasar a través de ella observaron un planeta devastado. Vieron la fecha en un periódico: 24 de junio de 2025.

Mateo Martínez Gutiérrez 16 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Ella Cada domingo caminábamos juntos a la iglesia. El árbol de su antejardín se veía grande hace un tiempo atrás, ¿en qué momento llegó y terminó el otoño? La saludaba desde mi ventana, temía contagiarla. Mi mamá tampoco se acercaba, le dejaba lo necesario para el día y averiguaba como se sentía. Siempre decía estar bien; yo la he notado cabizbaja, lenta y más delgada. Yo, al contrario, pienso en pasteles todo el día. Ella me tira besos y abrazos cada vez que me mira. Hoy fueron a visitarla, la doctora decidió que trasladarla al hospital era mejor para ella, estaba pálida. No me miró, solamente levantó su mano, se despedía. Sabía que yo la miraba desde mi ventana.

Priscila López Tapia 48 años, Copiapó. 99


Los mejores 100 cuentos del concurso

El viaje Llegué a casa después del trabajo, cansado, un tanto alérgico y con fiebre. Supuse que era resfrío. Luego empeoré, y como estaba solo, me fui a la posta. No entendí qué hacían conmigo al dejarme solo en una fría sala de hospital. Dos días después, ya no estaba. Solo y desde alguna parte me veía entubado en esa cama y sin nadie. Solo, y tras el cristal mi esposa lloraba. Trataba de decirle que estaba allí, que nos reuniríamos luego, que ya despertaría, pero no escuchaba. De pronto, la tuve a mi lado, en ese mismo y calmo lugar. «¿Y los niños?». Con mamá, le respondí. No hubo lugar en las alas del ser alado que me trajo hacia ti.

Mauricio Leiva Muñoz 56 años, Copiapó.

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Cuentos Cortos de Cuarentena

Un diálogo —¿A ti te afectó el distanciamiento social? —¿El qué…? —¿Y no ver a tus parientes y amigos? —¿Mis qué…?

Anónimo, 30 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

El toldo 07:50 —Aquí falta uno. ¿Quién llegó? —Ya voy, dice la enfermera, arreglándose gorro y mascarilla. —¡Vamos! ¡Todos juntos! ¡Ahora, a levantar! Listo. ¡En el penúltimo hoyo! —¿Te ayudo? —¡Sí! ¡Ya tengo una ampolla en los dedos! —Ya, a poner la protección ahora. Vamos a tener que coser el velcro de nuevo. Por favor mañana trae aguja e hilo (a la administrativa), para que no se vuelen como al principio. 08:05 Falta la silla 6. —Pasen al toldo rojo las personas que vengan a médico y dentista. Todas deben realizarse el triage para ingresar a las consultas. —Pasen al toldo azul las personas que vengan a retirar medicamentos y leche… —Por favor, guarden la distancia social.

María Zelada Cubillos 52 años, Copiapó. 102


Cuentos Cortos de Cuarentena

Videollamada Digito la videollamada. Al verme en el reflejo del teléfono me percato de cuánto he engordado en estas semanas de encierro. Estoy nervioso, debido a que no sé si me podrán contestar. Se acabó el tiempo, debo volver a llamar. Al volver a marcar me invade una sensación de angustia; no los he podido ir a visitar como acostumbraba hacerlo, y no sé si podrán responder esta llamada. Durante el día he tenido varias reuniones online, pero ninguna fue más importante que esta. Por fin veo el rostro de mi madre, quien le dice a mi padre: «¡Mira, es gordito!». Al escucharlos y verlos me vuelve la tranquilidad de que volveré a estar comunicado con ellos.

Osvaldo Carvajal Rodríguez 47 años, Copiapó.

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Los mejores 100 cuentos del concurso

Amor higienizado No sabía qué corbata ponerme, la azul que combinaba con la mascarilla de puntos, o la verde que combinaba con la de cuadros. Era nuestra primera cita, después de dos meses chateando. Mi vecina me invitó a cenar, estaba nervioso ¿Quién pensaría que, en medio del confinamiento, la mujer que siempre desviaba la mirada cuando yo la saludaba empezaría a tener una relación a distancia conmigo? Esa noche, con una lámina de nylon dividiéndonos, conversamos, coqueteamos y hasta nos enamoramos. Para la segunda cita, cubriendo nuestras bocas con papel film, nos besamos. En la tercera cita llenamos el jacuzzi de cloro y ahí hicimos el amor. Es lo último que recuerdo antes de llegar al hospital, doctor.

José Palacios Yáñez 23 años, Copiapó. 104


Cuentos Cortos de Cuarentena

El juego Sentía una leve brisa en el rostro, pero no le prestó mucha atención, pues era imposible y además estaba por llegar al refugio. Caminó casi corriendo, ansiosa por dar fin a su misión. La volvía loca estar afuera, pero no tenía salida, pues todos debían jugar. Entró apresuradamente y cerró con ímpetu la puerta. Se recostó en la pared y dejó escapar todo el aire que había estado conteniendo. Lo había logrado –con dificultades– pero definitivamente lo había logrado. Lamentablemente su alivio fue efímero. Dejó caer estrepitosamente las compras. Su reflejo le devolvía la mirada y consternada observó al culpable: un agujero condenador que tenía en su máscara. Después de tantos meses luchando y sobreviviendo, ella había perdido.

Leslie Barraza Bórquez 23 años, Copiapó. 105


Los mejores 100 cuentos del concurso

Romper y quebrar Que la carne no se pegue al hueso, que la cabeza no se golpee. Los dedos quebrados y las encías rotas; en eso pensaba el Toño una y otra vez. Imágenes de huesos, carne, líquidos y dedos quebrados vuelven una y otra vez. Tiempo, un poco más de tiempo necesitaba. Extrañaba esos días en que ganaba ocho lucas por atender el negocio de sencillo, tomar la micro al Palomar y regar el hibisco del jardín. Pero ahora, sólo pensaba en romper y quebrar, porque así quedó con esto.

Mariela Retamal Muñoz, 35 años, Copiapó.

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