Bajalta Photo Journal - No.04

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No. 04

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12/2015

ISSN 2327-9982


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Editor de Fotografía | Photo Editor: Leopoldo Peña Diseño Editorial | Editorial Design: Elizabeth Moreno Fotografía de Portada y Contraportada| Cover and Back Cover Photo: Angélica Escoto Colaboradores | Contributers

Fotografía | Photography

&

Textos | Writing

Alex Esponoza, Angélica Escoto, Najib Joe Hakim, William Camargo, John Urquiza, Leopoldo Peña, Elizabeth Moreno Traduccion y Corrección de Estilo | Translation and Style Correction: Leopoldo Peña Contacto | Contact: colectivobajalta@gmail.com web: www.bajalta.com facebook page: Colectivo Bajalta No. 04 - 12/2015 ISSN: 2327-9982 Todas las imágenes y textos publicados en Bajalta Photo Journal son propiedad de los autores publicados (fotógrafos, colaboradores y editores) y están protegidos por las leyes de propiedad intelectual. Ninguna fotografía o texto puede ser reproducido, editado, copiado o distribuido sin el permiso de sus autores legales. Todos los derechos reservados. All images and text published in Bajalta Photo Journal are the sole property of the featured authors (photographers, contributors and editors) and protected by copyright law. No image or text can be reproduced, edited, copied or distributed without the express written permission of its legal owner. All rights reseved.

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CONTENIDO | CONTENTS Editorial

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Leopoldo Peña

Oaxacalifornia

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Alex Espinoza

Desierto Mar

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Angélica Escoto

Home Away from Home Little Palestina by the Bay

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Najib Joe Hakim

Anaheim: The Happiest Place on Earth

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William Camargo

Eviction from Paradise

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John Urquiza

Southeast

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Leopoldo Peña

Los Campos 107 Elizabeth Moreno

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Es costumbre, quizás no solamente de la sociedad estadounidense, catalogar y denominar negativamente a áreas pobladas por nuevos y antiguos residentes de status precario, tanto político como económico. Es también una costumbre que dichas áreas sean objeto de una incesante vigilancia y de miradas foráneas que intentan forjar una imagen que evidencie no solamente la precariedad social sino la amenaza que tales áreas presentan a la sociedad en general. Tampoco es inusual que tales imágenes producidas por miradas foráneas, circulen dentro y fuera de los contextos en que fueron producidas, y de esa manera, visiones estereotípicas y percepciones estereotipificantes circulan a través de la permeabilidad de los limites sociales. La Fotografía, como concepto y práctica, comparte una larga historia con este tipo de ejercicio que construye lazos sociales con representaciones visuales. De hecho, la historia de la Fotografía muestra que las fotografías resultaron del deseo de tener una innovación tecnológica que precisara la transcripción de lo foráneo y distante al tacto humano. Sin embargo, por mucho que este deseo indique sobre la creatividad humana, también dice mucho sobre la necesidad de tener un medio para ver e interpretar aquello con lo cual no nos atrevemos a convivir. Y, cuando finalmente se obtuvo la manera de trascribir lo foráneo, la transcripción solo fue posible como un proceso en negativo: la luz resultó un efecto pictórico, y lo real se convirtió en una impresión en negativa. Así que bien se puede argüir que el sentido negativo que se transfiere en imágenes fotográficas, es propiedad inherente de los funcionamientos teóricos y técnicos en la Fotografía. Pero eso sería no dar cuenta que toda práctica fotográfica es conducida por un acervo ideológico y político, aun cuando se asevere una mera intención estética como única finalidad. Sería imposible, entonces, sostener que las imágenes que presentamos en esta edición están libres de indicios de mirada foránea. Sin embargo, sí podemos defender que todas las imágenes fueron realizadas con la intención de contrarrestar la reduplicación de significados negativos que surgen de la mala representación. Nuestros colaboradores, William Camargo, Angélica Escoto, Alex Espinosa, Najib Joe Hakim, John Urquiza y los editores, Elizabeth Moreno y Leopoldo Peña, presentan imágenes que ilustran entornos; espacios sociales y geográficos, que reconocemos como nuestro Hábitat, el ambiente que vivimos, en el que vivimos y del cual somos parte.

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It is a custom, perhaps not exclusive to American society, to apply negative labels to areas populated by recent arrivals and long-standing residents of precarious political and economic status. It is also a custom for such areas to be the object of incessant surveillance and foreign gazes that seek to extract an image as to evidence not solely the social precariousness but the social threat such areas pose to larger society. And it is no less of a custom that such images taken by foreign eyes, circulate within and outside the social contexts in which they were produced, and thus, stereotypical visions and stereotyping perceptions circulate through and through permeable social boundaries. The immediate result of such deployment of vision is that social spaces become hinged on the negative meaning disseminated through the image. Photography, as concept and practice, has a long history of enabling that sort of construction of social bonds and imagery. In fact, the history of Photography tells us that photographs came about from a desire for technical innovation that would allow precise transferring and transcription of what was foreign and beyond human touch. Yet, as much as this desire speaks of human creativity, it also suggests much about the human necessity to have means to see and interpret that which we don’t dare live among. And, when such transferring was possible, it came to be only as the result of a negative transferring: light became pictorial effect and the real became a depiction as a negative impression. Hence, one could argue that the negative meaning carried out by photographic images, is inherently linked to Photography’s technical and theoretical workings. But that is to forget that modern photographic practices are linked to ideological and political inclinations, even when a purely aesthetic and objective intention is asserted. It would be impossible, then, to argue that the images presented in this issue are exempt of any traces of foreign gazing. However, we do argue that they were crafted intending to work against the reduplication of negative meaning arising from misrepresentations. Our collaborators, William Carmago, Angelica Escoto, Alex Espinosa, Najib Joe Hakim, John Urquiza and the magazine editors, Elizabeth Moreno and Leopoldo Peña, present images that illustrate social and geographic environs; spaces we refer to as our Habitat, the milieu we live, live in and are part of.

Leopoldo Peña

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Oaxacalifornia Alex Espinoza

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Juana Ramírez pertenece a la etnia triqui, migró hace más de una década a Baja California. Ella como miles de migrantes han sido obligados por cuestiones político-sociales a salir de sus comunidades de origen en busca de mejoras en sus condiciones de vida. Es por esto que trabajan como jornaleros en los campos del valle de San Quintín, en un hábitat que han construido tanto en la unidad territorial como en lo socio-cultural al punto que esta región ha comenzado a definirse como un lugar físico y simbólico conocido como Oaxacalifornia. Cerca de 90,000 jornaleros en su mayoría de etnias provenientes de Oaxaca y Guerrero trabajan en San Quintín, región semidesértica. El poblado de San Quintín tienen un alto índice de tuberculosis, desnutrición y drogadicción. Para casi 100 mil habitantes no hay drenaje; esto aunado a la falta de agua trae consecuencias de salud publica graves. En contraste con estas condiciones, en el valle se encuentran grandes plantaciones de diferentes hortalizas y frutas, la mayoría de ellas campos de fresas o frutos rojos destinados a la exportación. A inicios del 2015 los jornaleros iniciaron un movimiento para exigir sus derechos, lo cual puso de manifiesto las carencias y precarias condiciones de trabajo en las que miles de ellos viven. Sus exigencias hacia el gobierno y los empleadores eran tan básicas como ser registrados al seguro social o ganar el mínimo estipulado. En México se estima que hay mas de 2 millones de jornaleros que viven en condiciones de semiesclavitud, trabajando sin contratos ni prestaciones sociales. Muchos de ellos reciben entre 50 y 100 pesos por mas de diez horas de trabajo. Tal es el hábitat de miles de migrantes que han hecho esta tierra suya tratando de continuar con sus tradiciones. En la comunidad de San Quintín, el uso de las plantas medicinales por parte de mujeres es común y forma parte de su identidad étnica. Muchas de ellas son parteras, las cuales han sido instruidas por las abuelas durante años hasta adquirir la destreza necesaria para brindar su atención a las mujeres embarazadas de su comunidad. Doña Juana – como es conocida - es partera y utiliza plantas medicinales tradicionales para ayudar en su comunidad. Esta práctica la aprendió mediante sueños cuando vivía en Oaxaca. Las mujeres triqui se caracterizan por su conocimiento ancestral en la confección de ropa para hombres, mujeres y niños. Tejen en telar de cintura, confeccionando vestidos para su uso y venta. Ellas están trabajando con el apoyo de ONG’s en la mejora de un terreno que les fue otorgado para formar un parque. La intención es que logren apropiarse de este espacio y éste a su vez beneficie a la comunidad como un lugar de cohesión social. Ellas quieren construir un vivero de plantas medicinales para su uso. La Casa de la Mujer Indígena trabaja con el objetivo de brindar atención a la población femenina de la región brindando servicios de salud y orientando temas relativos a violencia de genero y intrafamiliar. Oaxaqueños de diferentes etnias han encontrado su lugar en San Quintín.

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Juana Ramírez is a Triqui woman, who migrated more than a decade ago to Baja California. She, like thousands of other migrants, was forced by socio-political issues to leave the communities of origin in search of better living conditions. For this reason that they work as day laborers in the fields in the San Quintin Valley, in a habitat that they have built in socio-cultural and territorial unity to the point that this physical and symbolic space is now known as: Oaxacalifornia. About 90,000 day laborers members of ethnic groups from the states of Oaxaca and Guerrero work in San Quintin, a semi-deserted region. The town of San Quintin has a high rate of tuberculosis, malnutrition and drug addiction. There is no drainage system for almost one thousand habitants, which, coupled with the lack of water, presents severe public health consequences. Compared to these conditions, in the valley, there are large plantations; the majority are strawberry fields and other berries destined for exportation. Early in 2015, the day laborers began a movement to demand labor rights, a movement that exhibited the scarce and precarious working conditions affecting thousands of them. Their demands presented to the government and employers were as basic as asking to be registered in the social security system or the right to earn the minimum wage. In Mexico, there are an estimated 2 million day labors that live in quasi-slavery conditions and working as un-contracted laborers they don’t receive social benefits. Many of them receive between 50 to 100 pesos for workdays that last over ten hours. Such is the habitat of thousands of migrants who have taken hold of this territory in order to continue their traditions. In the San Quintin community, medicinal plant and herb use by the community’s women is frequent and is part of their ethnic identity. Many of the women are midwives, who have been trained by their grandmothers throughout the years until they acquire the necessary dexterity to provide assistance to pregnant women in their community. Doña Juana, as she is known, is a midwife and uses traditional medicinal plants to help in her community. This she learned through dreams when she lived in Oaxaca. Triqui women are known for their ancestral knowledge in the production of clothing for men, women and children. They weave on waist looms, producing garments for sale and personal use. They are working with support by an NGO to condition a plot allocated to them for the construction of public recreational area. The goal is to take ownership of the space so that it can benefit the community as site of social cohesion. They want to set up a nursery of medicinal plants. The House of Indigenous Women (Casa de la Mujer Indígena) works to support the female population by providing them health services and educational information related to domestic and gender violence. Oaxaqueños from diverse ethnic groups have found a home in San Quintin.

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Desierto Mar AngĂŠlica Escoto

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Para no perderse, enajenarse, en el desierto hay que encerrar dentro de sí el desierto. Hay que adentrar, interiorizar el desierto en el alma, en la mente, en los sentidos mismos, aguzando el oído en detrimento de la vista para evitar los espejismos y escuchar las voces”. (María Zambrano, Bienaventurados) Elijo la Península de Baja California para reflexionar el sentido y la existencia de un desierto como analogía de un proceso personal. Desierto mar es una mirada a mi interior a través de la fotografía, es la huella física de un referente único: la memoria. En ése paisaje inhóspito mi pulsión fotográfica se presentó como un deseo deliberado para salir de la rutina citadina y no es hasta ocho años después cuando reviso mis negativos que descubro que en Desierto mar está el soporte a mi memoria como fotografía y mi fotografía como memoria. Las imágenes forman una crónica exploratoria de un confín exótico en ese ecosistema único, dramático y lleno de sorpresas infinitas. La complejidad de su belleza estructura, mi férreo monólogo sobre la dualidad der ser madre y equilibro en esa luz pura y presuntuosa, los ciclos de abundancia y escasez de mis sentimientos. “¿Dónde principia el viaje?” Se pregunta Cavafis en su famoso poema a Itaca, y se responde azorado que la travesía es la esencia misma del viaje. Asumo el desierto en mis ojos en los largos e inacabables viajes con la familia y en el trayecto, decido contemplarlo con mi cámara análoga, el gozo de la espera por este acto fotográfico se entrelazan íntimamente con el paisaje símbolo de creación, introspección, inmensidad, soledad, muerte, fantasmas y espejismos. En esta “isla biológica”, con asombroso y extravagante hábitat, estructuro mis enfrentamientos y descubro la sexualidad en la flora, la fuerza y fragilidad en la fauna, los juegos rutinarios de mis hijas en un diario onírico, y el desasosiego de estar entre la línea del mar y el desierto.

Desierto mar es un viaje de vida. Mis dos hijas, Tony –mi compañero- y yo recorremos la península baja californiana desde el 2002 tres veces por año ininterrumpidamente sin apresurar nunca la llegada como aconseja Cavafis.

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In order not to get lost or alienated in the desert you ought to enclose the desert within oneself. You ought to deepen, tointeriorize the desert on the soul, on the mind, on the senses themselves, sharpening the hearing versus sight in order to avoid the mirages and listen to the voices.” (Maria Zambrano, Bienaventurados—The fortunate ones) I choose the Baja California Peninsula to reflect on the meaning and existence of the desert as an analogy of a personal process. Sea Desert is an internal gaze through photography; it’s the physical footprint of a unique source: memory. On that inhospitable landscape, my photographic pulse presented itself as a deliberate desire to escape from an urban routine and it is not until eight years later when I go over my negatives that I discover that in Sea Desert, I find the support to my memory as photography and my photography as memory. The images form an exploratory chronicle of an exotic realm on that unique and dramatic ecosystem that is full of infinite surprises. The complexity of its beauty structures my stern monologue about the duality of being a mother and I balance in that pure and presumptuous light the cycles of abundance and scarcity of my feelings. “Where does the trip begin?” asks Cavafis on his famous poem to Ithaca, and he answers to his amazement, that the journey itself is the essence of the trip. I receive the desert in my eyes on the long and never ending family trips, and on the way, I decide to contemplate it with my analog camera. The enjoyment of the wait for this photographic act intertwines intimately with the landscape: symbol of creation, introspection, immensity, solitude, death, phantoms and mirages. On this “biological island”, with an amazing and extravagant habitat, I structure my clashes and discover the sexuality on the flora, the strength and fragility of the fauna, the routine flavored games of my daughters on a dream-like diary, and the uneasy feeling of being between the edge of the sea and the desert.

Sea Desert is a life voyage. My two daughters, Tony—my partner, and I have traveled through the Baja California peninsula since 2002 three times a year uninterruptedly, without ever rushing the arrival, as Cavafis suggests.

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Home Away from Home Najib Joe Hakim

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SUZY ABU-NIE Journalist Shafat, Palestine to San Francisco, CA I was born here. Yet I think for most of us children of immigrants in general, not just Palestinians, we have dual identity issues. Because you think you’re American-American, but you’re always going to be considered the ‘other’ here… 40


DURAID MUSLEH Tech Management ‘Ajul, Palestine to San Francisco, CA I come from a village called ‘Ajul near Birzeit. It’s in the mountains. From the high peaks, you can see the coastline and the Mediterranean… 41


WAJIH SAADEH Retired Professor of History Birzeit, Palestine to Daly City, CA

JUMANA HASSAN Business Consultant Beitunya, Palestine to Burlingame, CA

Yet I don’t feel I belong to the States at all... You know, when I came to America, they used to picture the Arab as a man with a camel, and he has a tail. I saw some pictures in the newspapers.

I’m from a small town, it’s called Beitunya. It’s about 20 miles from Ramallah. I don’t remember nothing about it when I left because I was so young. But going back I was very saddened to see it in such bad shape. 42


GEORGE BISHARAT Professor of Law Jerusalem, Palestine to Berkeley, CA

LUBNA MORRAR Activist Beit Duqu, Palestine to San Leandro, CA

It’s a form of progress. It was meaningful to me that he acknowledged our loss at least. And I think if Israelis were able to come to grips what had been done, what had been done for them.

I think for me being in the US, we grew up feeling there is nothing but home. That’s kinda the goal I grew up with. There is nothing but Palestine, you know? So, like, if we don’t go back home, where do we go? 43


Pequeña Palestina en la Bahía A diferencia de la mayoría de proyectos que tartan con el llamado “Conflicto Árabe-Israelí”, Hogar Distante, no es sobre posibles soluciones. El proyecto busca equilibrar las condiciones y elevar la percepción de la humanidad palestina a un nivel que el israelí, el judío, y el estadounidense no conciben. Suena raro que esto se tenga que discutir, ¿no? Créanme, tiene que ser discutido. Es lo que intento estimular al ponerlos a escuchar las voces de palestinos que viven entre nosotros en el Área de la Bahía en California. Por favor mírenlos a los ojos mientras escuchan. Es probable que después de escuchar vean las cosas de diferente manera. Quiero presentar cómo estas personas sienten y viven el “Hogar”. Cómo acortan la distancia con el ‘hogar de origen’. Cómo sus memorias y sus ideas sobre Palestina chocan con su vida cotidiana en Estado Unidos. Y cómo el mismo sonido de su aliento resiste la deshumanización, desposesión y la ocupación que ellos experimentan. Al escuchar sus palabras y al leer entre líneas, encontrarán muchas cosas sorprendentes. Encontrarán un apego a la familia que ni la distancia temporal ni espacial logra fracturar. Encontrarán un profundo aprecio por lo que los Estados Unidos les ha ofrecido en términos de derechos y oportunidades, junto a una determinación en el empleo de sus nuevos derechos para cambiar la difícil realidad de las políticas estadounidenses hacia Palestina. Y quizás mas sorprendente, encontrarán que cada uno, ya sea que hayan nacido en Palestina o nunca hayan respirado el aire iluminado de la Tierra Santa, se refiere a ella como el “hogar de origen”. La gente en el ‘hogar de origen” también se siente conectada con los que están en el exilio. En el sitio web del proyecto en Facebook, una mujer palestina de Nazaret que vivía en el Área de la Bahía escribió, “¡Extraño estar con ustedes! Estoy orgullosa de esta iniciativa maravillosa. Nos hace sentir a los que estamos en Palestina aun mas fuertes y nos provee con mas resiliencia. !Bien hecho!” En su lecho de muerte, mi padre expresó un deseo de mirar el mar una vez más. Inicialmente creí que quería ver el océano en la costa de Virginia cerca de su hogar en un suburbio de la capital estadounidense. Pronto me di cuenta que decía “mar” y no “océano”. Y quizás lo que realmente esperaba era visitar una vez mas su tierra natal en Jaffa, la perla ubicada en la costa palestina del Mediterráneo. De algunas de estas historias, aprendí por qué él y otros palestinos están tan apegados a su tierra natal. La respuesta está en el entremedio de sus respiros. Escuchen.

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Little Palestine by the Bay Unlike most projects dealing with the so-called “Arab-Israeli Conflict”, Home Away from Home is not about solutions. It’s about leveling the playing field. It’s about raising the perception of Palestinian humanity to the level that the Israeli, the Jew, the American take for granted. Odd that this even needs discussion, isn’t it? Believe me, it does. That is what I hope to encourage by having you listen to these voices from Palestine who live among us in the Bay Area. Please look into their eyes as you listen. You just might see things differently afterwards. I want to portray how these people feel and live “Home”. How they bridge the distance to “back home”. How their memories and ideas about Palestine collide with their daily lives in the US. And how the very sound of their breath resists the de-humanization, dispossession and occupation they experience. Listening to their words and reading between the lines, you will find many surprising things. You will find an attachment to family that the distance of time and space cannot sever. You will find a profound appreciation for what the US has offered them in rights and opportunities, coupled with a determination to use their new rights to change the harsh reality of America’s policies toward Palestine. And perhaps most surprising, you will find that each one, whether s/he was born in Palestine or never ever breathed the illuminated air of the Holy Land, refers to it as “back home”. The people “back home” also feel connected to those in exile. On the project’s Facebook page, one Palestinian woman from Nazareth who once lived in the Bay Area wrote, “I miss being with you guys! So proud of this wonderful initiative. It makes us here in Palestine even stronger and provides us with more resilience. Way to go!” On his deathbed, my father expressed a desire to look upon the sea one more time. At first I thought he meant the ocean on the Virginia coast near his suburban DC home. I soon realized he used the word “sea”, not “ocean”. And perhaps what he was actually hoping for was another visit to his birthplace in Jaffa, the former pearl sitting on the Mediterranean coast of Palestine. From some of these stories, I learned why he and other Palestinians feel so attached to their homeland. The answer is between the breaths they take. Listen.

https://soundcloud.com/jaffa-orange-photography/tracks

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SANDRA NASSER Real Estate Birzeit, Palestine to Castro Valley, CA I was born in San Francisco. In 1964, when I was one year old, my parents decided to go back home to Palestine, to a village called Birzeit, which is a few miles north of Ramallah. 46


NORA TALEBI Pharmacist Shafat, Palestine to Danville, CA That’s why people are always surprised when I say I’m Palestinian or I’m Muslim. It opens doors. Then you can talk to them about whatever; whether it’s Islam or being Palestinian.. 47


TENAYA NASSER FREDERICK College Student Birzeit, Palestine to Castro Valley, CA What being a Palestinian American has meant for me probably more than anything else is that it’s put me from Day One at a sort of an antagonistic relationship with the country I’ve been born and raised in…. 48


ELIAS TUMA Retired Professor of Economics Kafr Yasif, Palestine to Auburn, CA Well, [America] is home. For me it is home.

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JOE EADEH Deli Owner Jaffa, Palestine to Burligame, CA People always asked me “where are you from?” “Where you from?” “Where you from?” I say, “I am Palestinian.... I’m a Palestinian.” They say, “When did you come here?” I say, “I came here before you were born!” I am going to be 65 years old this year. No retirement card for me. We still have to work hard. 50


LEENA BARAKAT Social Impact Strategist Anepta, Palestine to Foster City, CA I grew up hearing stories about the intifada and what’s going on with our people back home. I wanted to see it for myself. I was 18 when I went. 51


AMIN AFTIM SABA Retired Business Administration Lydda, Palestine to San Jose, CA In Lydda, the Muslims and Christians, they were living together peacefully. The majority, they were Muslims in Palestine, as you know, but we used to be in good terms with them. We know each other and they will live here a Muslim, here a Christian doesn’t matter‌ 52


AMIN MUWAFI Retired Mathematics Professor Qalqilya, Palestine to San Francisco, CA I was born in 1923 and we had what we call, a lot of land. We had an orange grove, which was planted in 1927 by my father and his four older brothers‌

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Anaheim: Photos of the Happiest Place on Earth William Camargo

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La ciudad de Anaheim en California es conocida mayormente por Disneyland, por ello, la mayor parte de las 50 millas cuadradas que comprende la ciudad no son presenciadas por los millones de turistas que imbuyen la ciudad para escapar su realidad por un fin de semana. Mis fotografías muestran a la gente, los paisajes y espacios que he presenciado diariamente desde mi niñez hasta la edad adulta. Muestran mayormente una perspectiva mexicoamericana de la ciudad, cuya población es 52% hispana, y usualmente ignorada. Para este proyecto aun en proceso, contacté a personas que conocí en el pasado. Entre ellos hay viejos amigos de la preparatoria, familiares, y otros miembros de la comunidad. Los paisajes y las escenas urbanas que estoy fotografiando son sitios de mi niñez. Son sitios icónicos a los cuales me habitué recorriéndolos diariamente mientras caminaba de mi casa a la escuela o mientras visitaba amigos. Anaheim está poblada de inmigrantes y sectores demográficos de bajos recursos, los cuales han sido ignorados con frecuencia. Durante el verano del 2012, a causa del un doble asesinato cometido por la policía de Anaheim en el cual dos hombres desarmados perdieron la vida, la ciudad presenció los primeros disturbios en su historia. Esta fue una de las primeras ocasiones que la ‘mayoría no-escuchada’ expresó su descontento y fue escuchada a lo largo del sur de California. Mis fotografías muestran la realidad de la ciudad y la gente, y no de las áreas que son conocidas por turistas.

Anaheim California is mostly known for Disneyland, therefore most of the 50 mile square radius might not be seen by the millions of tourists that imbibe the city to escape reality for a weekend. My photographs show the people, landscapes, and scenes I encountered everyday from childhood to adulthood. It shows a predominantly Mexican-American perspective of the city, which is now 52% Hispanic, and often ignored. For my ongoing project, I started contacting people from my past. These people include old friends from high school, family, and other members of the community. The landscapes and street scenes I am photographing include areas from my childhood. They are landmarks I became very familiar with, as I used to pass them everyday walking home from school or visiting friends. Anaheim is populated by an immigrant and low socioeconomic demographic, that often has gone unheard. During the summer of 2012, the city saw it’s first street riots in its history, due to the killings of two unarmed Hispanic men by Anaheim police officers. This was one of the few times that the unheard majority rose to voice its opinion and was able to be heard across Southern California. My photographs show the reality of the city and the people, not the areas that are known by tourists.

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Eviction from Paradise John Urquiza

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El tramo de media milla del Arroyo Seco entre la Avenida 52 y Vía Marisol en Highland Park donde treinta y cinco personas de color hacían hogar, fue arrasado por la “guerra contra la pobreza.” Esta fue la tercera de una serie de ‘limpias’ que redujo la población de setenta y cinto personas. Entre ellos obreros pobres, trabajadores indocumentados, jóvenes, ancianos, hombres y mujeres solteras, parejas y también familias. Hace menos de un año, este tipo de desalojos violentos se desconocían, como tampoco se conocía el índice de indigencia en la comunidades de Los Ángeles. La población de desamparados ha incrementado dramáticamente un 12% en toda la ciudad. El aumento está relacionado a la etapa de recuperación de la gran recesión. En busca de mayores ganancias la recesión ha traído consigo aburguesamiento. La especulación inmobiliaria ha duplicado y triplicado el alquiler en muchas áreas de Los Ángeles. Jóvenes blancos profesionales de las industrias del entretenimiento, tecnológicas y creativas migran a vecindarios tradicionalmente de clase obrera para obtener una experiencia cultural y alquileres mas bajos. Como resultado de las ganancias posibles, inversionistas y propietarios están aumentando el alquiler y desalojando múltiples generaciones de residentes. Para entender la gravedad de la situación es necesario deprenderse de toda percepción sobre quien es un indigente. La comunidad que se desarrolló en Arroyo Seco estaba compuesta mayormente de residentes locales. Muchos tenían entre 20 y 30 años e incluso había una pareja lgbt con un hermano de 18 años, quien ocupaba una tienda de campaña adjunta. Otros grupos de hermanos y hermanas de la familia también vivían en el Arroyo. Entre las personas de 40 a 50 años de edad cuyo promedio de indigencia era de cuatro a ocho años, había un joven quien trabaja en staples. Algunos de los ancianos en el grupo han vivido desamparados por varias décadas. También había una pareja de sesenta años de edad. La problemática de alcoholismo y abuso de sustancias se exagera. El mayor problema es que no tienen hogar. Un grupo de residentes en cuatro tiendas habían sido vecinos en la avenida 57 antes de ser desalojados hace algunos años. La comunidad que habían construido un tanto colectivamente tenía vista a la zona verde silvestre, a la antigua corriente del Arroyo Seco y a la autopista 110. Algunas tiendas tenían corriente eléctrica, en otras había gallinas con nidos con huevos y en muchas otras había estufas de propano. La serie de limpias fue iniciada por residentes pudientes en las comunidades de las colinas cercanas, quienes usan el arroyo como un espacio recreativo. Estos mismos residentes se quejaron de que la vista desde la autopista estaba estropeada por los asentamientos de indigentes y presionaron servidores públicos para que ordenaran la primera ‘limpieza.’ el último desalojamiento ha dejado solo algunas personas quienes viven con miedo y escondiéndose entre la maleza.

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The half mile stretch of the Arroyo Seco in Highland Park between Avenue 52 and Via Marisol where thirty-five mostly people of colour called home was wiped away by the “war on poverty”. The third in a series of “sweeps” cut the population down from seventy-five. Among them were the working poor, undocumented workers, young adults, elderly, single men and women, couples as well as families. Less than a year ago these types of violent displacements were unheard of, much less homelessness at this scale in the communities of Los Angeles. The homeless population has dramatically increased 12% across the city. The sharp rise is linked to the great recession’s recovery. In the pursuit of profits after years of stagnation it has brought with it gentrification. Land speculation has doubled and tripled rents in many parts of Los Angeles. Young white professionals from creative, tech and entertainment industries migrate into traditionally working class neighbourhoods for a cultural experience and cheaper rents. As a result of the immense profit potential investors and landlords are raising rents and evicting multiple generations of residents. To understand the gravity of the situation, one must dispel all perceptions of who the homeless are. The community that developed in the arroyo was populated mostly by local residents who have been housed. Many were in their 20s and 30s including an lgbt couple with her 18 year old brother in the adjacent tent. Other brother and sister family groups lived in the Arroyo. The 40-50 year olds whose average homelessness was about 4-8 years, included a gentleman who is currently working at staples. Of the few in the senior population, some had been on the streets multiple decades. It also included a recent couple in their 60s. The issue of substance abuse and alcoholism is greatly exaggerated. Their greatest handicap is losing their home. One group of residents in four tents had all been neighbours on Avenue 57 before being evicted less than a year before. The community they built somewhat cooperatively had a view of the wild parkland, the ancient Arroyo Seco stream and the 110 Freeway. Some tents tapped into electricity others had chickens with baskets full of eggs and many had propane stoves. The series of sweeps were initiated by the wealthy residents of the hillside communities who use the Arroyo as a recreational area. These same residents complained that the view from freeway was marred by the homeless encampments and pushed elected officials for the first sweep. This final third sweep has left only a few living in hiding and fear among the brush.

www.theironyandtheecstasy.me

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Southeast Leopoldo Pe単a

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These photographs are “taken” from within; looking through and looking onto geographic spaces defined and shaped by multiple waves of immigrants. I am one of them, and I live attempting to refute dehumanizing perceptions and attempting to photographically craft my own perception of the larger space I recognize as my habitat, which is generally, Southeast Los Angeles.

Estas fotografías están tomadas desde una mirada interna; una mirada a través y sobre una geografía definida y moldeada por múltiples olas de inmigrantes. Yo soy uno ellos, y vivo tratando de refutar percepciones deshumanizantes y a la ves tratando de crear fotográficamente mi propia percepción del espacio amplio que yo reconozco como mi hábitat, el cual generalmente es, el Sureste de Los Ángeles.

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Los Campos Elizabeth Moreno D.

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Los campos pesqueros de Baja California Sur conforman un imaginario y un paisaje humano de gran relevancia para entender la población de la península en el último siglo. Muchos de los nuevos californios son descendientes de pescadores o rancheros, o ambos, ya que las familias acostumbraban migrar de los ranchos a la costa, según las temporadas de pesca o la escasez de agua y recursos tierra adentro. La mayoría de los campos son hábitats temporales, enclavados entre el desierto y la sal. En cada uno de ellos se encuentra el esfuerzo del hombre por convertir este espacio en su hogar, adaptándose a este entorno un tanto arisco. Este hábitat tiende a desaparecer o modificarse considerablemente en un corto tiempo, debido a la venta de tierras costeras y a la inversión turística nacional y extranjera.

The fishing camps in Baja California Sur shape an imaginary and a human landscape of great importance in order to understand the population of the peninsula in the last century. Many of the new californios are descendants either from fishermen or ranchers, or both, since families used to migrate from the ranches to the coast, according to the fishing seasons or due to the lack of water or resources inland. Most of the camps are temporary habitats, nestled between desert and salt. In each one of them we can find the human effort to convert this space into “home”, adapting to this difficult environment. This habitat is expected to disappear or be considerably modified in a short term due to the selling of the coastal land and to the national and international tourist investment.

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