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Los buenos tratos en la familia
LAGUNGO
Centro Diocesano de Orientación y Terapia Familiar
Durante muchos años la psicología centró su mirada en la patología, en las dificultades de las personas y los grupos, para así realizar un proceso de acompañamiento y sanación. No obstante, en la segunda mitad del siglo XX fue aconteciendo una mirada mucho más integral, donde la psicología no sólo se centraba en lo patológico, sino que también aportaba su reflexión al desarrollo positivo de las personas.
En ese sentido, los buenos tratos en el marco de la familia ha sido un concepto que ha ido cobrando cada vez más importancia y que aglutina a muchos profesionales, así como redes que tratan de impulsar esta cuestión.
El buen trato infantil es el resultado de las competencias que las madres y los padres tienen para responder a las necesidades de los menores, y también de los recursos que la comunidad ofrece a las familias para desarrollar esta tarea. Se trata de vivir experiencias en las que nuestros hijos e hijas se sientan queridos incondicionalmente y con capacidad para relacionarse con el entorno de manera sana.
Exige todo un aprendizaje de autenticidad e implicación emocional de los padres, dejándonos transformar desde el afecto y la ternura. Como Dios se conmueve con nosotros y mira responder a nuestras necesidades, no a nuestros méritos (Mt 20,1-16)
Participación del padre
En ese sentido, superando modelos de crianza tradicionales donde la figura del padre estaba más ligada a la autoridad y la de la madre al cuidado emocional, la propuesta del buen trato en la familia es una invitación a que los padres participen, igual que las madres, de estas competencias vinculadas a la protección y cuidado emocional. El padre, así, se convierte en agente activo en esta tarea de dar equilibrio emocional a los hijos y, así, favorecer su autonomía personal. La referencia al padre no es un concepto puramente individual, va más allá incluso de la figura masculina. Entendemos que es fundamental construir espacios y contextos de apego seguro desde las figuras parentales, en una red de apoyo comunitario, porque el apoyo social que reciben es clave en tiempos de crianza.
Nos apuntamos a la sugerente idea de la comunidad como “agente paternal” que favorece condiciones de vida y relaciones de buenos tratos. Hagamos un pequeño juego antes de seguir leyendo este artículo. Te invitamos a escribir un listado de palabras, a modo de lluvia de ideas, palabras que te vienen a la cabeza en relación al buen trato en la familia. Tómate tu tiempo… cuando la hayas completado te invitamos a seguir leyendo.
Otoitza Maitatua danak, maitasuna kutsatzen dau. Errukiz hartua dana, errukitsua izango da. Jasoten doguna gara. Horregaitik Jesus, zeure begirada eskatzen deutsugu, zure antzeko izan gaitezan.
Tras la tarea propuesta, una respuesta
Seguramente han aparecido palabras como escucha, ternura, cercanía, límites, comprensión, amor, apoyo, etc. Estas y, a buen seguro, muchas más podríamos escribir en relación al buen trato en la familia. Y, aunque este ejercicio no haya supuesto una dificultad grande, estaremos de acuerdo en el hecho de que lo realmente difícil es llevar todas estas actitudes y competencias a la práctica. Es en el día a día, cuando estamos a merced del oleaje de las emociones, del cansancio o del enfado, cuando es difícil ser asertivos, cercanos, cariñosos… Este es, sin duda, uno de nuestros grandes retos en la familia.
No queremos acabar esta reflexión sin tomar conciencia de cómo la propuesta evangélica de Jesús de Nazaret, el Reino de Dios, está directamente relacionada con el tema. El Reino de Dios o, expresado de otro modo, el proyecto de fraternidad universal pasa indefectiblemente por el buen trato, por la capacidad de mirar y sentir al otro como un hermano. Y esa experiencia de fraternidad, que Jesús nos pide que llevemos a cada uno de los ámbitos de nuestra vida, tiene su punto de inicio de la familia. Es en los primeros años de nuestra vida cuando aprendemos el significado de hermano, es cuando aprendemos el significado de buen trato •