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Etnografía

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“La misión empieza en casa”

Juan Carlos Igunza, misionero en la amazonía brasileña

El misionero Juan Carlos Igunza Uskola, salesiano de Barakaldo ha estado disfrutando de unas semanas de descanso con su familia en Bizkaia, pero para cuando esta revista vea la luz, ya estará en Brasil.

Durante su estancia entre nosotros, visitó la delegación de Misiones y la encargada de sensibilización del ámbito, Mertxe Agirre conversó con él. En este tiempo de “descanso” tuvo la oportunidad también de visitar los colegios de los salesianos, en el marco de la campaña del DOMUND, donde compartió su testimonio misionero, en África y América, con el alumnado.

Juan Carlos comenzó su andadura misionera hace más de 40 años. Ha vivido 36 años en África y desde 2019 está en Brasil en la zona amazónica del país americano.

Su compromiso misionero con el continente africano está vinculado a una propuesta hecha por San Juan Pablo II a los salesianos en los años 80. Les pidió que fueran a África. Esta invitación del papa puso en marcha a los Salesianos. A cada provincia religiosa se dio un país africano. Juan Carlos formó parte de del primer grupo de salesianos que fueron a Benín en 1980. Desde entonces, ha vivido en diferentes países de África, como Benín, Togo, Costa de Marfil, Mali, R.D. Congo y Burkina Faso, país del que tuvo que volver en 2016 por cuestiones de salud.

Durante un periodo de más de dos años, Juan Carlos fue párroco del sector de Peña Castillo en Santander. En ese tiempo se fue recuperando de su salud, pero su deseo era regresar a la Misión. En 2019, coincidiendo con el 150 aniversario de la primera expedición misionera de los salesianos pidió volver a Misiones pero en lugar de regresar a África lo destinaron a América, concretamente a Brasil, a la Misión de San Marcos en la reserva de “Sangra Douro, en la región centro-oeste del país, en Mato Grosso, uno de los veintiséis estados que, junto con el distrito federal, forman la República Federativa de Brasil. Allí Juan Carlos comparte la vida y la tarea con los pueblos originarios de la Amazonía brasileña, en concreto con la cultura Xavante.

Le ha tocado vivir todo el proceso de la pandemia, ha pasado la enfermedad, así que todavía está conociendo aquella realidad; sus gentes, su cultura tan distinta a la nuestra.

Un poco de Historia

Nos cuenta que los Xavantes son una tribu orgullosa de su cultura. El primer contacto que se tuvo con ellos fue en 1957. Estaban desapareciendo por las enfermedades que les transmitían desde fuera, como el sarampión, la tuberculosis y por otra parte las guerras internas. Ellos fueron quienes pidieron ayuda a la Misión para recuperar sus tierras.

Como ha sucedido en muchas Misiones, al principio se construían escuelas, centros de salud pero más tarde, se fue trabajando también el respeto a las culturas indígenas, a su forma de vida... Son tenaces con sus tradiciones y ritos y están agradecidos a la Misión católica por su apoyo.

JUAN CARLOS IGUNZA

Tarea pastoral

La evangelización pasa por comprender su cultura. Estos pueblos amazónicos creen en un Dios creador, pero no tienen símbolos. Lo manifiestan a través de cantos y danzas. Creen en las fuerzas del bien y del mal. Dentro de la tarea pastoral el sacramento del bautismo está unido a su rito de iniciación, un rito al que llegan después de pasar por diferentes pruebas y situaciones. Así se convierten en personas adultas. “Dialogando vamos conectando con los valores del Evangelio. Se trata de ir haciendo comunidad entre culturas distintas”. De hecho, en la comunidad de salesianos de la Misión están un alemán, un vietnamita, un gallego, un vasco y un brasileño. Trabajan estrechamente con los agentes de Pastoral Xavantes. Visitan 66 aldeas.

Sus luchas y su generosidad

La realidad de los pueblos indígenas es dura, reclaman sus tierras. Los Xavantes pudieron recuperarlas con el apoyo de los misioneros, pero hay otros grupos que no tienen tierras y se encuentran en zonas marginadas, o que están cerca de la ciudad y hay casos de suicidios de jóvenes que no aguantan la situación. También existen otras experiencias de vida, indígenas que van a universidad y vuelven a las aldeas a apoyar a su gente y a poner en práctica su formación. Como el caso de un cineasta indígena que, después de ir a la universidad a estudiar cine, volvió a su aldea. Consiguió dirigir documentales que explican la situación de los pueblos indígenas y los presentó en diferentes países. Hubiera podido quedarse en la ciudad viviendo bien, pero ha optado por volver con su gente y apoyarles.

JUAN CARLOS REPARTIENDO LOS ÓLEOS A UNA NIÑA

Realidad social

Les preocupa la supervivencia del grupo, importancia de la descendencia. Son una cultura pacífica, no violenta, tampoco tienen una autoridad, sino

que es una autoridad compartida. Todos los años, los ancianos se reúnen y toman decisiones que afectan al grupo. Se considera anciano al que tiene nietos, por tanto, muchos de ellos tienen poco más de 40 años. Juan Carlos cuenta que a él le han aceptado en ese grupo de ancianos como padre espiritual. Nos muestra unos símbolos: 2 collares:

El que lleva una pluma marrón es signo de la identidad de un pueblo.

El collar que lleva una pluma negra, de buitre, representa el reconocimiento de la autoridad, es la persona que ha terminado su proceso y por ello tiene un peso moral.

El CIMI

El equipo misionero de salesianos pertenecen al CIMI: Consejo Misionero Indígena, desde el CIMI defienden los derechos de los pueblos indígenas, velan para que no haya abusos. Los grandes agricultores y ganaderos no aceptan que los indígenas tengan tierras sin explotar, por tanto, intentan comprarlas. No valoran que haya espacios sin explotar. Hay pueblos como San Pablo a los que se les han expropiado sus tierras. La Iglesia desde el CIMI vela por el reconocimiento de esos derechos: “O los respetamos en su personalidad, en su ser o nos morimos un poco todos. Estamos cometiendo un genocidio cultural.”

En 1988 se reconocieron, por primera vez, en la constitución de Brasil, los derechos de los pueblos indígenas, pero hay que seguir luchando por ellos.

GRUPO DE CATECÚMENOS Y JUAN CARLOS EN MEDIO DE ELLOS PINTADO DE ROJO

Le pedimos que nos dé un mensaje sobre África, continente al que ha dedicado 36 años de su vida:

África es el mayor continente, un continente acogedor y muy sufridor al que le ha tocado y le sigue tocando vivir situaciones límite, pero es capaz de superarlas. Tiene un sentido comunitario muy grande a nivel de familia, de ayuda y colaboración.

Juan Carlos ha vivido en países de diferentes religiones y ha visto que es posible la armonía entre religiones, de hecho, sus mejores amigos han sido musulmanes. Siempre se sintió bien acogido en África.

De África sólo se vende el sufrimiento y no se muestra todo lo bueno que hay en muchos países. Son más las realizaciones que las desgracias, hay hechos que lo verifican. Su vida no es folklore.

Sobre la Misión

La Misión empieza en casa. Es acercar el Evangelio a las personas con las que vivo. Es necesario vivir a Jesús en nuestro ser para poder comunicarlo e ir donde Dios nos llama. La Misión es disponibilidad, es abrir caminos.

Es admirable ver a algunos curas de aquí cómo intentan preservar la fe, la comunidad, en esta realidad. Eso también es Misión •

Mertxe Agirre Delegación de Misiones

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