6 minute read
Arizmendiarrietaren hilabetea
Juan Manuel Sinde. Presidente de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa
Juan Manuel Sinde, de Bilbao, 71 años entre pecho y espalda, ingeniero para siempre y un día y, además, presidente de la Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa, creada en 2016. El anfitrión del premio que lleva el apellido del sacerdote que hizo posible lo que conocemos como Experiencia Cooperativa de Mondragón, el primer grupo empresarial de Euskadi y décimo de España. El premio se entregó a la empresa `Alcorta Forging Group´ el pasado 29 de noviembre.
¿El legado del sacerdote José María Arizmendiarrieta sigue vigente o necesita una actualización a causa de los cambios en el mundo laboral?
Arizmendiarrieta nos dejó la constatación de que la preocupación por el desarrollo de las personas en la empresa no solo favorece a las mismas, también contribuye al éxito empresarial. En la medida que el desarrollo técnico ha revalorizado el papel de las personas como claves para la competitividad de las empresas, ese legado es, si cabe, más importante que nunca, aunque precise una adaptación permanente.
¿Qué aspectos resaltaría de la personalidad de Arizmendiarrieta?
Partía de los valores de la cultura tradicional vasca: trabajo, esfuerzo, sacrificio, ahorro y austeridad en el gasto. Tenía una gran inteligencia y visión a largo plazo, lo que le llevaba a proyectar objetivos muy ambiciosos, que hacía compatibles con la atención a los detalles de la vida ordinaria, que podían preocupar a las personas de su entorno. Conciliaba ambición, humildad y cercanía a las personas.
¿Qué pinta el cooperativismo a esta altura del s. XXI?
El cooperativismo nació hace 175 años y hoy es una realidad incuestionable a nivel mundial. Por otro lado, los valores de cooperación, solidaridad, preocupación por las personas y por el Bien Común, característicos del mismo, están trascendiendo el cooperativismo jurídico y van siendo asumidos progresivamente por las empresas convencionales más inteligentes. Su aportación se extiende, por tanto,
JUAN MANUEL SINDE
incluso fuera de sus estrictos límites societarios.
Si nos atenemos a la voz de los sindicatos y de la calle, las empresas tardan en cargar las pilas de la ética, ¿qué falla?
Las empresas tienen un primer problema permanente que es el de la supervivencia, lo que les lleva en ocasiones a tener una visión a muy corto plazo al tomar decisiones. Las que miran a largo plazo se dan cuenta de que la ética es muy beneficiosa para la sostenibilidad y el éxito empresarial. Es importante, para ello, mejorar la formación ética de los directivos.
La transformación de la sociedad que persigue la Fundación es un objetivo tan loable como ambicioso, ¿también utópico?
La transformación de la sociedad será algo progresivo, una tarea siempre inacabada. Nuestro papel será implicarnos para contribuir a esa transformación. Ponemos el foco en impulsar la cooperación, no sólo en la empresa, sino también entre empresas, la cooperación público privada y la cooperación para la inclusión social de los más desfavorecidos. Es nuestro granito de arena en la inacabada obra de la Creación.
¿Existe una exigencia de cambiar el ‘modus operandi’ de las empresas o quizá de los empresarios?
Se precisa pasar de una cultura de confrontación a otra de colaboración y participación de los trabajadores en las decisiones y los resultados. Ello afecta a los sistemas de gestión de las empresas, pero también al “modus operandi” de accionistas, directivos y trabajadores. El cambio afecta a todos, aunque el liderazgo natural debe estar en los empresarios y directivos.
El humanismo cristiano parece ser una figura del pasado que cobra actualidad, pero choca con los mercados globales desalmados…
Es cierto que, a nivel planetario, las empresas y los países con gran poder de mercado imponen situaciones injustas. Para que el humanismo cristiano trascienda, la empresa es imprescindible, como han señalado varios Papas; evolucionar hacia una autoridad económica mundial, que, dependiendo de la ONU, se haga cargo de los problemas del conjunto de la humanidad.
La apuesta por lo que han bautizado como empresa inclusivo-participativa requiere un pausado tratamiento y una reflexión con diversos agentes sociales. ¿No serán demasiados obstáculos en la carrera por el nuevo modelo?
Nuestro reto sería que todos esos agentes sociales, en lugar de obstáculos, se vayan convirtiendo en aliados del cambio empresarial que estamos proponiendo. Ya hay personas que se han dado cuenta que el nuevo modelo es bueno para todos y lo están aplicando de forma progresiva. Son además, los más conspicuos y los que ven a más largo plazo, por lo que estamos muy esperanzados de cara al futuro •
Ernesto Díaz
Kudeaketaren eredu legez partaidetza inklusiboa aintzat hartzen daben enpresak saritu gura doguz
Lorenzo Mendieta Martín. Director general de Alcorta Forging Group
En este 2021, Alcorta Forging Group ha cumplido 110 años desde sus orígenes fundacionales por las familias Alcorta y Unzueta. En este cambiante mundo empresarial, parece que la empresa se ha asentado sólidamente y otea el futuro con serenidad y el optimismo que permiten los tiempos. Lorenzo Mendieta Martín, ingeniero industrial bilbaíno de 51 años de edad, desempaña el cargo de director general.
Echando la mirada hacia atrás, retrocediendo a 1911, ¿cómo imagina el nacimiento de la empresa elgoibatarra y cuáles fueron sus actividades iniciales?
Alcorta nació como un proyecto de colaboración entre dos empresas familiares de Elgoibar, Alcorta y Unzueta, para producir diferentes tipos de escopetas. Posteriormente y siempre alrededor del proceso de forja, la empresa ha fabricado todo tipo de productos como cuchillos, machetes, herramientas de mano y finalmente piezas para el sector del automóvil.
Fabrican componentes y forjados de acero dirigidos a la industria de la automoción de varios lugares del mundo. ¿De qué manera se adapta la empresa a la cultura y maneras de hacer en cada país?
Alcorta exporta el 85% de su producción a Alemania, Francia, Norteamérica… Nuestra intención es ser una empresa que no pierda el arraigo a su origen, pero sepa adaptarse a la cultura y valores de los lugares donde hacemos negocios.
¿Sus sistemas de gestión resultan coincidentes con valores que respalda la Fundación Arizmendiarrieta?
Hemos estado en contacto con la Fundación los últimos años y es evidente que hay una sintonía muy fuerte entre los valores que defienden y los que hemos tratado de desarrollar en Alcorta. La participación en un proyecto compartido, la comunicación, coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, son elementos esenciales que compartimos. En Alcorta Forging Group, las personas, los trabajadores… ¿El equipo humano es joya más valiosa que los veintitantos millones de piezas salidos de su factoría?
Por supuesto, son la clave y el centro del proyecto. Tratamos de hacer coherente el proyecto empresarial con los proyectos de las personas que trabajan en Alcorta. Además nos comprometemos tanto con las necesidades de de quienes aquí trabajan como con las de nuestro entorno más cercano.
¿Qué tipo de participación tiene la empresa en obras sociales y hasta qué punto le preocupa el entorno medioambiental?
Tratamos de ser cercanos a las necesidades sociales que nos rodean, colaborando activamente con multitud de asociaciones (Banco de Alimentos, Cruz Roja, entidades deportivas de Elgoibar, Escuela de Música…). Somos una empresa medioambientalmente responsable (certificada ISO 14.001) con numerosos programas anuales de mejora y eficiencia energética, reducción de residuos, etc.
¿Qué supone este reconocimiento de la Fundación Arizmendiarrieta?
Una gran alegría para todo el equipo de Alcorta. Que una Fundación con el peso y los valores de Arizmendiarrieta, que nace de una experiencia empresarial única en el mundo, nos reconozca por nuestro compromiso en la participación de las personas en el proyecto, es un orgullo y nos anima a seguir profundizando en el modelo •
Ernesto Díaz