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Misioak
Autor del mosaico del altar del santuario de Urkiola
El 30 de enero de 2022, Peli Romarategi cumple 100 años de vida. Nació en el Casco Histórico de Vitoria y estudió en la “Escuela de Artes y Oficios” lo que orientó su vida hacia el trabajo artístico, comenzando con la ebanistería.
Peli siempre ha destacado por ser fiel a sus compromisos. Por un lado, en una época especialmente difícil (guerra civil y posguerra) era dantzari y euskaldun; su apoyo a la cultura de su pueblo le supuso la cárcel. Por otro, su compromiso con los empobrecidos le llevó, con 33 años, a embarcarse en la aventura de las Misiones Diocesanas Vascas en Ecuador. En Ecuador es donde Peli desarrolló la mayor parte de su obra en mosaico y vitral.
Realizó casi 100 obras artísticas (desde pequeños sagrarios a enormes retablos de miles de teselas) que lucen en iglesias, capillas, casas de religiosas… en los más de treinta años que estuvo allí. En sus obras, captó la voz de los empobrecidos y dignificó capillas y casas con sus murales y vitrales. Aquellas sencillas construcciones se llenaban de luz y color con elementos sencillos, pequeñas piedras y trozos de cristal que en las manos de Peli se convertían en obras de arte.
En el año 1988 Peli regresó a Euskadi y siguió trabajando, esta vez en el Santuario de Urkiola, que era gestionado por los misioneros regresados. Allí encontramos su obra más representativa en nuestra tierra. En años posteriores, siguió haciendo mosaicos con diversas temáticas y formato más pequeño.
En diciembre de 2020, la Diputación Foral de Álava concedió a Peli Romarategi el Premio Blas Arratibel a su trayectoria como artesano: “Peli Romarategi es fiel exponente del trabajo artesano, personal, paciente y vocacional durante más de sesenta años dejando su huella, imborrable, en decenas de vidrieras, murales y piezas de madera”. Peli, ¿por qué fuiste a Ecuador como misionero en 1955?
Yo tenía una vocación misionera desde que comenzaron las Misiones Diocesanas en 1948. Quienes llevaban el caminar de Misiones, me mandaron para Ecuador y allí fui.
Cuando llegaste a Ecuador, ¿dónde te enviaron?
Me destinaron a Ventanas-Los Ríos, un cantón-ayuntamiento recién creado; tenía que acompañar al sacerdote, Jesús González, que estaba solo. Allí estuve 14 años como cocinero, catequista, artesano, y todo lo que hiciera falta. Había que comenzar por habilitar la casa para vivir allí.
De todas mis obras en Los Ríos, la que más aprecio es la Virgen de Ventanas, porque fue la primera: allí comenzó mi proceso de dignificar las Iglesias que habíamos construido.
¿Cómo comenzaste este proceso de expresar la fe a través de arte?
José Mari Zunzunegui era profesor del Seminario de Donosti y todos los vera-
PELI ROMARATEGI nos venía a Ecuador para ayudarnos: él decía que no teníamos dinero para traer grandes obras de arte al Ecuador, pero que había que hacer obras de arte dignas. A través de los murales y vitrales, quise vivir y expresar la fe, con la gente sencilla. Lo mejor de tu experiencia como misionero.
Lo mejor ha sido la convivencia entre compañeros y compañeras y con la gente de las comunidades cristianas; me he sentido muy a gusto haciendo murales y vitrales; Josu Beitia fue un gran compañero cuando instalamos el taller en Bahía de Caráquez-Manabí.
Peli, ¿cómo te sentiste los 20 años que estuviste en Urkiola?
Me gustó la idea de ir a Urkiola porque es zona euskaldun y pensaba que era fácil hacer comunidad con quienes estaban allí. Tenía miedo al frío, pero ya me dijeron que los fríos y la nieve no eran como los de antes.
Yo ya le conocía a José Mari Muñoz desde el Seminario cuando él era seminarista y preparó un cirio de Pascua que me quedó grabado en la memoria. Sus dibujos fueron toda mi inspiración para las obras en Manabí y en Urkiola: el mérito del artista es suyo: yo sólo soy el artesano. Tuve una gran ayuda para realizar el mural, las vidrieras y la capilla pequeña en Carlos García y Antonio Madinabeitia. Háblanos de tu vida actual en la residencia sacerdotal de Gasteiz.
Ya estoy mayor y necesito muchos cuidados: me siento muy agradecido a todo el personal que nos ayuda aquí. Desde aquí, he seguido la reconstrucción del mural y el vitral de Pedernales, en Manabí tras el terremoto. Me ayudan en las videoconferencias y he podido dar indicaciones a quienes han realizado esas obras, que ya están terminadas: me he sentido muy a gusto ayudando a que aquellas obras vuelvan a lucir en todo su esplendor tras el devastador terremoto •
Juan Carlos Pinedo, Misionero con Peli en Ecuador
Peli Romarategi en Urkiola
Cuando Peli regresó al País Vasco, Joseba Legarza le propuso ir a Urkiola para rematar la basílica que se había confiado a los misioneros vascos. El diseño del mural que se preparó para ello es del sacerdote-artista Jose María Muñoz y la obra es de Peli, fruto de una labor callada y artesana de dos años. El mosaico tiene 170 metros cuadrados y más de 850.000 teselas. El Santuario está situado en un entorno natural extraordinario, todo su interior refleja esa maravilla exterior. El mosaico recoge el devenir cíclico de la Vida a través de las cuatro estaciones del año con mucho dinamismo y agitación, con una manifestación de color inacabable. Un árbol negro y seco hunde sus raíces en el invierno de la muerte para dar paso, en la resurrección, a una blanca cruz que se sobrepone sobre toda la realidad. Está definitivamente abierto el camino de la Esperanza. Evidentemente ésta es una interpretación de todas las posibilidades que atesora esta extraordinaria obra de Peli y ésa es otra de las virtudes de sus obras, la libertad de poder dialogar de tú a tú con la verdad y autenticidad que desprenden en todas direcciones.