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Entrevista Mons. Agrelo
Arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo
El pasado 17 de noviembre, el franciscano Mons. Santiago Agrelo, arzobispo emérito de Tánger, pronunció una conferencia en Arrupe Etxea, en Bilbao. Fue una buena oportunidad para conocer, de primera mano, el mensaje de este defensor incansable de los derechos humanos en general y de las personas migrantes, en particular.
Ordenado presbítero con 24 años y tras una vida dedicada sobre todo a la docencia, fue nombrado arzobispo con casi 65 años. Una circunstancia que recibió como “extraña”, ya que nunca había ocupado puestos de responsabilidad de gobierno. Es suficiente escucharle durante cinco minutos para comprender la razón del nombramiento de este religioso para un lugar donde aprendió a leer el Evangelio en una patera.
En Tánger se enfrentó a una nueva realidad
Nueva en cuanto a que yo nunca había estado en Marruecos. Solo de manera esporádica para dar ejercicios espirituales a los religiosos y religiosas que trabajaban en la Diócesis. La provincia franciscana de Santiago tenía, desde el siglo XIX en Marruecos una presencia estable. Una custodia que dependía de la provincia, en la que estaban presentes religiosos de la provincia. Era un compromiso que asumíamos los religiosos de Santiago al profesar. Antes de hacer los votos hacíamos juramento de ir a Tierra Santa y a Marruecos cuando dispusieran los superiores, como una especie de cuarto voto. Lo que era sorprendente es que a un profesor de toda la vida lo nombrasen para obispo en una diócesis.
¿Qué supuso para usted ese cambio de rumbo?
Fue una sorpresa agradable. Me emocioné cuando me llamó el nuncio y me dijo que el papa me había nombrado arzobispo de Tánger. Para una persona como yo, que estás casi haciendo los bártulos para retirarte de la enseñanza, de repente te llaman a una responsabilidad nueva. Me sentí muy ilusionado. Le escribí al papa diciéndole “me siento como Abraham llamado en la ancianidad a tener hijos”. Yo que estaba preparando el retiro. Le dije que iba a hacer todo lo posible por cuidar a todos los hijos que se me encomendaban en ese momento.
Cuéntenos sus inicios allí
Lo primero, aprender a vivir en una Iglesia en minoría, pequeña. Ese aprendizaje se hace rapidísimamente y es agradable. No te imaginas lo que es pertenecer a una pequeña comunidad cristiana con una gran presencia en la sociedad, muy respetada por el mundo musulmán. Es un impacto muy positivo e inmediato. Luego tienes que aprender a colaborar con los que son realmente el rostro de aquella Iglesia: los institutos religiosos, sobre todo los femeninos.
El obispo es como si desapareciera en aquella realidad eclesial, eres simplemente uno que acompaña el trabajo de los demás. Les acompañas desde la fe, les ayudas a acercarse a la palabra de Dios. Luego aparecieron casi de inmediato los inmigrantes en ese camino ¡Ese sí que un verdadero impacto!
Con los inmigrantes fue encontrarme con mucho sufrimiento y dificultad para abordar los problemas que padecen tanto ellos, como sobre todo ellas. No hay ningún tipo de colaboración por parte de las autoridades políticas o en los programas de los partidos. Es una lucha en soledad para, simplemente, hacer un poco más tolerable la vida de estas personas que están abandonadas. Y lo que es peor, están acorraladas y perseguidas y se les ponen todas las trabas y dificultades. En ese sentido para la Iglesia, el inmigrante, además de ser un compromiso y una responsabilidad, es un motivo de satisfacción. Sabes que estás haciendo un trabajo en el que nadie te acompaña y que es necesario.
“ES HORA DE QUE CONFESEMOS QUE ESTAMOS AHOGANDO A CRISTO EN EL MEDITERRÁNEO. SOLO SI SE CURA LA CEGUERA DE NUESTRA FE RECONOCEREMOS A CRISTO ENTRE LOS POBRES”
La inmigración ¿una riqueza?
Yo creo que los inmigrantes para la Iglesia en Marruecos representaban y representan una riqueza inestimable. En la catedral más de la mitad de las personas que participaban en la celebración eran inmigrantes. A mí me parecía la camiseta de la Juventus: blanco y negro. La presencia de los subsaharianos en la catedral era una evidencia y no solo por el color sino también por el calor que aportan a la celebración: el canto, la danza...
¿Cómo construir un futuro juntos?
Desde un punto de vista político la situación está muy difícil porque los partidos políticos frente a la inmigración, sin excepción, han tomado una posición de rechazo: las fronteras se cierran. Lo que a mí me interesa es el cambio de la conciencia personal. Pero también se me antoja imposible. Entonces, queda el espacio de la fe que es donde me quiero mover y donde tengo más esperanzas. Es decir, los que comparten la fe en Cristo Jesús, los que tienen como programa de vida el Evangelio de Jesús. Ahí tenemos necesidad de una clarificación de lo que significa ser cristiano. Con inmigrantes o no. Simplemente ser cristiano. El tener una mirada que te permita identificar a Cristo en el que está a tu lado. Identificar a Jesús en el que está a tu lado, sea inmigrante o no. Tu familia, tu marido, tu mujer, tus hijos, tus padres, en tu propio ambiente. Si tienes la capacidad de ver con los ojos de la fe en el otro al que realmente es, es decir una presencia viva de Cristo Jesús para ti, entonces empezamos a tener esperanza para los inmigrantes, porque los veremos por lo que son.
¿Disponemos de información de lo que pasa en las fronteras?
Eso es un problema enorme, si la sociedad viese lo que sucede en una frontera no lo toleraría de ninguna manera. En lo
Harrituta geratu nintzan gotzain izentau ninduenean. Nire bizitzan irakasle lanak egin dodaz gehien bat.
Etorkinak aberastasun bat dira. Ez badogu hori holan sentitzen gure kristinautasuna hutsala da.
“ME SORPRENDIÓ MUCHO LA CONFIANZA. NUNCA NOS HABÍAMOS ENCONTRADO. LA CONVERSACIÓN CON EL OBISPO DE BILBAO, ADEMÁS DE SER PROLONGADA, QUE LO FUE, FUE DE MUCHA FAMILIARIDAD Y CONFIANZA, COSA QUE AGRADEZCO MUCHÍSIMO”
Tras su jubilación ha vuelto a Galicia, a Santiago
Sí y estoy muy ocupado en el servicio de la casa. Es inmensa y somos solo 7 frailes. El superior cuenta conmigo. Tengo 80 años, pero gracias a Dios, todavía puedo con todo y voy a la catedral todos los días un par de horas a confesar a peregrinos. Al menos mientras dure el Año Santo ese servicio hay que prestarlo •
que vamos de año todas las semanas hay muertos: Canarias, Mar de Alborán, Estrecho, o en las vallas...
¿Por qué lo toleramos? Primero, porque no se deja ver el sufrimiento del inmigrante y segundo, porque al inmigrante se le criminaliza. Se hace sentir a la sociedad como amenazada por el inmigrante que llega. Se dice que son delincuentes y traen hacia aquí lo que no quieren en sus países de origen, que son mafiosos… Entonces, vas interiorizando la idea de que si es un inmigrante es un peligro para ti. Luego, está el hacerlos invisibles reduciéndolos a la categoría de ilegales, sin papeles, irregulares, un modo que les despersonalizamos de tal manera que no existan para nosotros.
TRAGEDIA DE MELILLA
“A esa situación en la que tantas personas han muerto los hemos empujado nosotros. Lo hemos hecho conscientemente, con nuestras políticas. Es increíble que ni siguiera tengamos constancia de cuantos pierden la vida en los caminos de la inmigración, ni siquiera tenemos constancia de cuántos murieron el 24 de junio. Es de vergüenza. Dos estados soberanos que conocen al detalle los movimientos de los ciudadanos porque tienen servicios de información, tanto Marruecos como España, que a estas alturas no sepamos cuánta gente murió el 24 de junio en la frontera de Melilla, quiere decir que es una corrupción moral y política, una corrupción de la humanidad, ¿está todo al servicio de qué, si no está al servicio de los pobres?” ¿Qué cambió en usted en esos años en Tánger?
Para mí fue un vuelco en muchas cosas. Mientras estuve aquí tuve la misma visión de la inmigración que tiene la mayoría de la sociedad. Desde la infancia estuve siempre en relación con el mundo de la pobreza. Tanto en Santiago como en Roma me moví en ambientes donde la pobreza era de casa y con gentes pobres y, sin embargo, con relación a los inmigrantes dije ¿cómo es posible Santiago que llegases a pensar que era normal que matasen inmigrantes en la frontera de Ceuta cuando en 2005 tirotearon a cinco inmigrantes allí? Necesito recordarlos de manera especial. Llego a Marruecos y me cruzo con gente que había estado en la frontera aquel día del tiroteo y dices, Dios mío, ¿cómo es posible? yo tenía que haber estado entre aquellos inmigrantes que fueron tiroteados, ayudándoles a salir del apuro y no pensando ¡estaban en el lugar equivocado y las fuerzas del orden hicieron lo que tenían que hacer! Que es lo que piensa la mayoría de la sociedad.
LA CONFERENCIA DEL ARZOBISPO EMÉRITO LLEGÓ DE LA MANO DEL ÁREA DE MIGRACIONES DE LA DELEGACIÓN DE CARIDAD Y JUSTICIA Y EL CENTRO LOIOLA.