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“Miles de personas sufren el infierno de la miseria”

Amaia Modrego, Mercedaria Misionera de Berriz

Pamplonesa de 56 años, residiendo actualmente en el barrio bilbaíno de Otxarkoaga, tras sus periplos misioneros en América y África, concretamente en la región peruana de Cajamarca (1998-2000) y en la República Democrática del Congo (antiguo Congo Belga, Kinshasa, Zaire, desde 2003 a 2018). Amaia Modrego quiso hacer el seguimiento de Jesús, se interesó por canalizar su compromiso cristiano y llegó a la Orden Mercedaria de Berriz por su deseo de servir a Dios como misionera. Ya se cumplieron 27 años de su ingreso como mercedaria misionera. En su destino africano trabajó en un centro de salud ayudando en las salas de maternidad y en aspectos nutricionales, además de contribuir a la formación de jóvenes novicias. Al margen de sus tareas, disfruta tomando un café y charlando con amigas y religiosas, y guarda como un tesoro el enriquecimiento personal alcanzado por tantas vivencias con gentes de diversos países, lenguas y culturas. Le gusta leer, hacer punto, caminar por la naturaleza y sentir el aire libre aunque sin cantar, porque lo hace fatal, y así ‘no tener que abrir el paraguas’.

Quizá la principal tarea de una misionera, ¿es la de hacer de mensajera del Señor?

Me parece un poco osado, hablar de “hacer de mensajera del Señor”, el Señor está aquí y allí, en cada persona. Ser misionera, más que una tarea, para mí es el modo de seguir a Jesús y responder a su deseo de vida digna y plena para todas las personas, es compartir lo mucho recibido con quienes tienen menos oportunidades.

En la vida misionera pensar en clave de objetivos, que se puedan evaluar, es frustración segura, más bien son motivaciones y deseos que nos mueven. A mí, más allá de lo que haya podido hacer, me ha alentado el deseo de ser hermana, acortar distancias y crear puentes, trabajando codo a codo por humanizar lo que está a nuestro alcance.

¿Cómo acompañar hoy la misión?

El mundo ha cambiado enormemente y lógicamente no se puede seguir con el mismo planteamiento, pero no es fácil. Me gustaría que el protagonismo no se les de tanto a los misioneros y misioneras, sino a los pueblos sufrientes que siguen siendo explotados e ignorados.

Durante bastante más de un decenio vivió en la República Democrática del Congo. Además de servir, ¿qué aprendió de ellos?

Muchas cosas, una de ellas el valor del momento presente y de las cosas pequeñas pero importantes de la vida. He ido descubriendo y valorando su capacidad para vivir y celebrar intensamente cada momento: cuando toca llorar, se llora; pero por muy mal que lo estén pasando, cuando toca celebrar, se celebra la vida. Sobre todo, he aprendido a quererles.

A la hora de hacer balance, ¿podría recordar los momentos o los años más felices y los más críticos allí vividos?

Me cuesta separar lo uno de lo otro, se entrelazan. Momentos duros y críticos

Congo es dura y nos alcanza; la pobreza, la frustración e impotencia, el temor por la inseguridad y la violencia, esa tensión y lucha permanente por sobrevivir que se vive y respira, el dolor por tantas perdidas antes de tiempo… Pero momentos felices también muchos, a veces la sencilla alegría de estar ahí compartiendo mi vida con mis hermanas y hermanos congoleños, luchando juntos por la vida, testigos de pequeños milagros cotidianos.

¿Qué acogida le espera al Papa Francisco en su visita al país?

El pueblo congoleño ha sufrido y está sufriendo lo indecible, para ellos esta visita es enormemente consoladora y significativa. Es como bálsamo en una herida, o como la lluvia para la tierra reseca. Estoy segura que la gente le va a acoger con mucho cariño, con una enorme alegría y gratitud (con el kikelekele - gritos de alegría).

Cambiemos de escenario. ¿En qué tipo de servicios se desenvuelve en la actualidad?

Cuando vienes de África, ver las dificultades de los hermanos migrantes duele… En Berriz hemos iniciado un pequeño proyecto de huerta ecológica y en colaboración con Cáritas estamos facilitando formación agroecológica a sin papeles de la zona, que les interese el tema, con vistas a que les ayude a encontrar empleo en algún momento.

¿Qué futuras tareas le aguardan?

Tareas de lo más diversas, pero más que la tarea, lo que me gustaría es poder seguir compartiendo la vida y la fe con personas en búsqueda, crear espacios de acogida y encuentro con nuestros hermanos y hermanas migrantes y sobre todo, estar abierta a donde sople el Espíritu y como comunidad Mercedaria Misionera de Berriz nos pueda ir llevando, dentro de nuestras posibilidades.

¿Cómo pinta la campaña de Manos Unidas para poner stop a la pobreza, el hambre y la desigualdad?

Conozco Manos Unidas y se lo bien que trabaja por experiencia propia. La campaña siempre es un momento fuer-

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