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Swing Kids por Bobby Flores
from BeatHey Mag #10
by BeatHey
Los discs jockeys se inventaron en la Berlín de preguerra. Casi heroicamente. Estamos en 1936, los nazis empezaban a joder a todo el mundo. Unos años después ocupan la ciudad de Berlín. La vergonzante historia que sobrevino es conocida por todos.
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Berlín era en esos años la ventana por donde gran parte de la cultura occidental se iniciaría. Una ciudad muy influenciada por el movimiento artístico/arquitectónico Bauhaus liderado por el maestro LeCorbussier, la vida en módulos se hizo doméstica. También se genera el movimiento de la poesía doméstica, en el que los poetas ya dejaban de ocuparse del cielo o la eternidad de la gloria del amor, esas chorradas, y empezaban a dedicarle sonetos a la estufa, o a la silla, que después tomaba fragmentada el fabricante de sillas agregando unas poéticas palabras abajo de la marca en el cartel, dando origen a la publicidad.
De ninguna manera Berlín era rica, tampoco era pobre, no era justa y moralmente se estaba experimentando groso.
Los jóvenes avanzados, la intelligentsia berlinesa eran los Swingjugends, como despectivamente los bautizaron los nazis.
Judgens significa juventud, swing era algo que los nazis desconocían, pero despreciaban.
Los Swingjugends eran amantes del estilo de vida anglo/americano, se vestían como dandys londinenses con impermeables y pañuelos al cuello, también escuchaban jazz americano, Louis Armstrong, Charlie Parker, Thelonious Monk, Dixieland. Eran la vanguardia intelectual en ese desmadre ciudadano.
A los Swingjugends se los popularizó 50 años después como Swing Kids por un film de moderado éxito. Pese a las actuaciones de Christian Bale y Kenneth Branagh, a los premios que ganó su coreografía, la historia estaba contada muy Hollywood, y de Hollywood esta historia no tiene nada.
En Berlín a finales del ´30 los Swingkids empezaron a pasarla pésimo.
Obviamente a los nazis estos desalmados que se visten raro mientras escuchan música de otras culturas raciales eran material de exterminio.
Por lo tanto.
Empezaron a perseguirlos, de variadas maneras como irrumpiendo en los bares que frecuentaban a pedir el carnet nazi o directamente aplicando la violencia en las calles. Ciertamente prohibiéndoles los discos y los libros angloamericanos.
Como siempre pasa en las dictaduras violentas, los chicos comenzaban a procurarse todo lo que les estaba vedado de maneras ilegales, pero no injustas.
Ahí es cuando un grupo de Swing Kids, los que tenían gramófonos (esos tocadiscos de metal con una bocina arriba) corrompen a unos estibadores del puerto, que por poco dinero les desviaban los cajones donde llegaban esos discos.
Digamos que contrabandeaban discos de jazz.
Cuando los soldados abandonaban el puerto, los Swing Kids pasaban a recoger el valioso cargamento y muy canutamente los llevaban a alguna terraza, o algún sótano, y los reproducían a sus amigos avisados del evento, para que bailen, canten o simplemente compartan un gran rato con iguales.
Ellos fueron los primeros disc jockeys de los que se tenga registro.
Obviamente cuando las juventudes hitleristas se avivaron, empezó una brutal cacería.
De allí en adelante, ante las provocaciones y las burlas que los Swing Kids dedicaban a los svasticos, los nazis se calentaron y los empezaron a mandar a campos de concentración, o directamente a acribillarlos en grupo.
Los Swing Kids se la bancaron hasta que pudieron, pero llevaron las de perder siempre, así que no quedó ninguno.
Héroes de la resistencia intelectual al nazismo, deberían ser más recordados. Pero como me enseñaron cuando empecé en esto, en 1977, el mejor disc jockey es el que menos se ve.
Y a pesar de festivales, o redes, sigo pensando lo mismo.
Yo, digo, no es algo que recomiende.