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DISCOVERY SALA BIT
POR MARTA PEIRANO
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¿Y SI TRUMP NOS MOSTRARA EL CAMINO?
LA ESTRATEGIA DE EE. UU. DE OBLIGAR A LAS PLATAFORMAS CHINAS A VENDER SU NEGOCIO Y SUS DATOS A EMPRESAS LOCALES PODRÍA SERVIR DE GUÍA A LA UNIÓN EUROPEA.
onald Trump anunció es-
Dte verano que, por orden ejecutiva, dos de las plataformas más populares del planeta debían desprenderse de su división estadounidense o someterse a un bloqueo total. En el momento de escribir estas líneas, TikTok y WeChat, propiedad de las empresas chinas ByteDance y Tencent, tienen hasta el 12 de noviembre para venderle esa parte del negocio a una empresa local. Además tendrán que destruir todas las bases de datos que afecten a usuarios de Estados Unidos; y esto incluye a la que adquirió ByteDance cuando compró la empresa norteamericana Musical.ly en 2017.
LA ORDEN SOSTIENE QUE LAS OPERACIONES DE LAS DOS EMPRESAS CHINAS CONS-
TITUYEN un peligro para la seguridad nacional. De momento, Trump ha presentado la misma clase de pruebas que George W. Bush sobre las armas de destrucción masiva antes de invadir Irak. Lo cual no quiere decir que no haya motivos para creer que una aplicación como TikTok pueda llegar a ser una amenaza. Para empezar, es la primera aplicación china que rompe la barrera asiática y se come el mercado occidental. Fue la app más descargada del mundo durante la cuarentena. Es la red social que más crece entre los mileniales, con más de cien millones de usuarios estadounidenses. Y es el lugar donde se coordinaron varios miles de ellos para boicotear el primer mitin poscovid de la campaña de Trump a la presidencia de 2020, cuando acapararon todas las entradas y dejaron el estadio vacío, lo que produjo la indignación del mandatario y la hilaridad del planeta en general. Más importante todavía: TikTok y WeChat son los hijos asiáticos de las grandes plataformas estadounidenses, los herederos del capitalismo basado en la extracción de datos que inventaron Google y Facebook. Trump conoce la clase de información que gestionan las empresas estadounidenses sobre otros países, y lo que sus agencias de inteligencia hacen con esa información. Nosotros también lo sabemos gracias a Edward Snowden, que facilitó documentación acerca de sus operaciones.
TRUMP TAMBIÉN ENTIENDE QUE LA LEY DE CIBERSEGURIDAD NACIONAL QUE EL PARTI-
DO Comunista chino aprobó en 2017, diseñada para obligar a las plataformas a ceder sus datos al Gobierno, está inspirada en la Ley Patriota que aprobó Estados Unidos después del ataque a las Torres Gemelas, en septiembre de 2001. En otras palabras, el presidente norteamericano está incurriendo en un fenómeno psicológico por el que acusamos a los demás de nuestras propias faltas y defectos: proyectar.
TRUMP NO TIENE PRUEBAS QUE JUSTIFIQUEN
LA SOSPECHA, PORQUE LAS MISMAS leyes de propiedad intelectual que protegen a las GAFA (acrónimo de cuatro grandes compañías tecnológicas estadounidenses: Google, Amazon, Facebook y Apple) de ser auditadas por Europa protegen a sus homólogas chinas de ser investigadas por EE. UU. Nosotros, sin embargo, tenemos pruebas persistentes de que el Gobierno norteamericano y sus aliados espían al resto del mundo a través de Google, Facebook, Amazon o Microsoft. ¿Y si exigimos que nos vendan su parte para no poner en peligro la seguridad nacional?
ESTA ES UNA DE LAS PARADOJAS DE LA ERA
TRUMP: NOS PUEDE REPUGNAR su estrategia de mafioso de Las Vegas y su desvergonzado uso del gobierno para ningunear a los enemigos y beneficiar a los colegas. Pero al mismo tiempo podemos creer que ha sentado un prece dente maravilloso. Si Europa lo sigue y obliga a las grandes plataformas a vender su negocio europeo a nuestras tecnológicas locales con todos sus datos, no solo reforzaría su débil escudo geopolítico. También recuperaría la soberanía de sus infraestructuras críticas, conseguiría las herramientas para afrontar los retos del siglo XXI y protegería a los ciudadanos del saqueo del capitalismo digital. Como dice Tim Wu, padre de la neutralidad de la Red, una cosa es defender la igualdad y otra ser unos pringados.
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