Vol. 35 No.4
WINTER / INVIERNO, 2016
Homenaje a René Portocarrero
“Madonna con ángeles y niño”, 1945
Queridos amigos: lindenlanemag@aol.com http://www.lacasaazul.org www.lacasaazulcubana.blogspot.com
René Portocarrero: “Flores”, 1964
Founded in March 1982 by Heberto Padilla & Belkis Cuza Malé Publisher and Editor: Belkis Cuza Malé Assistant Editor: René Dayre Abella Copyright © 2016 LINDEN LANE MAGAZINE Una subscripción a LINDEN LANE MAGAZINE en los Estados Unidos: $70.00 para individuos, y $90.00 para instituciones. ISSN 0736 - 1084 It is a publication by Linden Lane Magazine & Press P.O. BOX 101582 FORT WORTH, TEXAS 76185-1582 2
Para celebrar en Linden Lane Magazine el nacimiento del niño Jesús, les presentamos este número de Navidad, con la obra de algunos de los poetas y prosistas cubanos que habitan en tierras del exilio. No podemos dejar de recordarles que aunque los tiempos han cambiado, la literatura que se hace fuera de Cuba sigue siendo parte dolorosa de nuestro entorno. Entre los poetas que nos acompañan ahora está Ángel Gaztelu, sacerdote y un clásico de la poesía cubana, perteneciente al grupo Orígenes, fundado por José Lezama Lima. Gaztelu murió en Miami, luego de abandonar su querida Habana y la iglesia a la que había dedicado muchos años de su pasión por Dios y las artes. Estos poemas de Gaztelu cuentan con una introducción de Gabriela Díaz Gronlier, escritora y ensayista cubana, y aparecieron antes en su blog. Y tenemos también a los poetas Ena Columbié, Efraín Riverón, Waldo González López, y un poema mío escrito en 2011 para el canadiense Leonard Cohen, en ocasión de haber recibido el Premio Príncipe de Asturias. Cohen falleció en noviembre pasado. Armando Añel y Carolina Hospital (ésta última en inglés) aportan la prosa en este número, y el poeta y luchador por los derechos humanos en Cuba, Ernesto Díaz Rodríguez, nos ofrece “Poesía nacida entre rejas”, de la que él y otros son sus rmejores exponentes. Este texto fue leído en el reciente encuentro sobre el tema, celebrado en Miami. En 1977 entrevisté en La Habana a la escritora cubano italiana Alba de Céspedes, nieta del patriota Carlos Manuel de Céspedes. A pesar de su “adhesión” a la Revolución, Alba mantuvo a través de los años el contacto conmigo y con Heberto Padilla. Y esta entrevista es muestra de ello. José María Heredia, uno de los grandes poetas cubanos, también escribió teatro, y Matías Montes Huidobro nos habla del aporte de Heredia al teatro cubano. Para finalizar, Manuel Díaz Martínez escribe una nota sobre 33 revoluciones, el libro póstumo de Canek Sánchez Guevara. Fallecido en el 2015, Canek había colaborado hace unos años en LLM, con un texto crítico sobre la revolución que ayudó a crear su abuelo, el Ché. Ilustran este número René Portocarrero, uno de los pintores cubanos más conocidos y celebrados del siglo pasado; Leonard Cohen, que cultivaba también la pintura; Ena Columbié con sus fotos de Guantánamo, y Astrid Alcayaga, pintora cubano chilena, sobrina nieta de la gran Gabriela Mistral. Gracias a todos los colaboradores y a los que nos leen. Sin ustedes sería imposible la existencia de nuestro magazine. En un par de semanas entraremos en el Vol. 36 de LLM. No nos olviden, recuerden que somos una publicación sin apoyo de ningún tipo, ni de instituciones del gobierno, ni de fundaciones privadas. Eso, claro, nos da libertad de expresión, pero hace más difícil nuestra labor. Gracias y bendiciones, Belkis Cuza Malé, Directora.
oesías del P Padre Ángel Gaztelu Gorriti
René Portocarrero; “Figura Orante”, 1937 Tomo prestada de la heráldica de Fernando el Católico la frase “tanto monta” para resaltar dos particularidades de la biografía de Ángel Gaztelu que son importantes para comprender su poesía: Gaztelu fue sacerdote y poeta, poeta y sacerdote. No hay orden de prioridades porque Dios se encuentra presente en sus dos vocaciones con la misma intensidad. Ángel Gaztelu nació en Navarra en 1914 y con trece años emigró a Cuba acompañando a su familia. En la Isla -que consideraba su patria- estudió en el Seminario Conciliar de San Carlos y San Ambrosio de La Habana, ordenándose como sacerdote en 1938. Murió en Miami en el año 2003. El Padre Gaztelu formó parte del consejo de redacción de la revista de arte y literatura Orígenes (1944-1956) y publicó sus poemas bajo este sello editorial. Era amigo personal de José Lezama Lima, a quien conoció en 1932. Amigo y discípulo del escritor, pues, como él mismo reconociera, Lezama lo introdujo en el mundo de la buena literatura, lo orientó en sus lecturas y lo estimuló para que publicara sus poesías. Hoy dejo aquí estos poemas del Padre Gaztelu, seis
María Gabriela Díaz Gronlier poemas que son como seis azucenas, la flor siempre presente en sus poesías. Azucena, flor en la que encarnan la inocencia y el candor, flor que cuando aún no ha brotado, cuando se muestra en botón, significa hermosura y perdón. La obra poética de Gaztelu nos cautiva por su sensibilidad, elegancia y lirismo, porque despierta nuestros sentidos, por la forma en que se acerca al hombre, a la naturaleza y a toda la Creación. Por la Gracia de Dios, Ángel Gaztelu fue ordenado “tanto monta”- sacerdote y poeta, poeta y sacerdote. Ilustro los poemas con cuadros del habanero René Portocarrero intentando abarcar la mayoría de las técnicas pictóricas que utilizó. Portocarrero fue amigo personal de Gaztelu y colaboró activamente en los proyectos parroquiales del poeta. El cuadro que encabeza esta pequeña introducción se titula Figura orante y es de 1937. Y como el arte me lo permite, así, como el orante de Portocarrero, imagino yo al joven seminarista Gaztelu.
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EL ROSTRO DEL MAGNIFICAT DE BOTICELLI. Tu frente de alumbrarnos nunca cesa, absorta el alba en tu candor reposa: nieve y espejo la azucena ilesa copia tu hechizo y agua melodiosa. Como la luz que en el trigal se espesa granándose en la espiga rumorosa: como el ala del día y su promesa mansamente doblándose en la rosa. Vuelcas la plenitud de tu rocío al aire de tu clara primavera. Gracias por el celeste señorío de tu rostro invadiendo la ribera de nuestra sombra, como el áureo río de la luz invadiendo la vidriera.
PAISAJE Ventana, a la luz lanzas
tus brazos, abres tus hojas, Te entregas también ventana como un pájaro sus alas
haces la estancia sonora. a las yverónicas del aire, Traes las voces de la calle, con las familiares telas los ruidos de los pasos,
los perfumes vegetales: tendidas en las solanas, ese cotidiano río -oh polícromo oleaje-.
de los cabeceantes carros y los salomónicos gritos de los pregones frutales. Te entregas también ventana a las verónicas del aire, con las familiares telas tendidas en las solanas, -oh polícromo oleaje-. Allá, a lo lejos, un árbol derrama su alzada copa sobre los rojos tejados: flechando su fresca fronda llegan azorados pájaros. Allá una aérea espadaña fija su aguja de piedra, donde tenue luz morada quiebra el perfil de la tarde. Desde la esquila lejana llueve -sombra y sueño- el ángel.
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René Portocarrero: “Mujer de perfil”,1979
CANCIÓN -En Ávila, mis ojos… Folklore castellano, siglo XV. Miraba la noche el alma y era tan fina su pena, que deshojaba la calma remota de la azucena. Nunca, noche, comprendí, como anoche tus querellas, cuando en tu raudal bebí efusión de tus estrellas. (Y fue sin pausa mi llanto, -el perderlas fue la causa-. Y al hallarlas gocé tanto que fue mi llanto sin pausa.)
DE COMO EL SILENCIO FUE SONORO LA NOCHE DEL NACIMIENTO Era el silencio por la noche plena al filo del feliz alumbramiento, como rabel que de afinado suena al menor y sutil tacto del viento. Velaba su Rocío la Azucena pesando en su cogollo el firmamento; y a su peso la nieve, ya serena, doblaba su candor y cielo atento. Destellando extremadamente bella, asombrando la esfera en manso vuelo caía al suelo la mejor estrella. Resuelto en lenguas de alta plata el hielo, era rabel de amor por la Doncella, que adormecía en su regazo cielo.
Desde que así me has tocado noche de agudas centellas, ya no tengo más cuidado, ni sueño que tus estrellas. Ojos que me habéis mirado tan profundamente el alma, que toda la habéis ganado para vuestra noche y calma. Lumbres que me habéis herido con ímpetu tan certero, que morir a lo vivido es vivir por lo que muero. -Miraba la noche el alma y era tan clara su pena que deshojaba la calma y sueño de la azucena.
SONETO Campo claro de luna gobernado gana y extiende mi secreto empeño, gozo de nieve ya por siempre amado, nadando la honda agua de mi sueño. Que dichoso así el cielo convocado, dulce emigrando por su dócil ceño, por donde va mi río abandonado, de tanta claridad, seguro dueño. Oh fuente, flor de luna, sensitiva hija del alba y su estelar sosiego guíame por tu cielo a la deriva,
Ángel Gaztelu Gorriti nació en Navarra, España, en 1914 y con trece años emigró a Cuba acompañando a su familia. En la Isla -que consideraba su patria- estudió en el Seminario Conciliar de San Carlos y San Ambrosio de La Habana, ordenándose como sacerdote en 1938. Fue colaborador de la revista Orígenes, y como poeta es considerado un clásico de la literatura cubana. Murió en Miami en el 2003.
Mientras el labio te suspira y nombra, por tu clara provincia y flor de fuego suéñame al amor de tu eterna sombra.
María Gabriela Díaz Gronlier nació en La Habana en los años sesenta, y es no sólo una insaciable lectora, sino que escribe relatos y ensayos literarios, y lleva un blog sobre arte y literatura. Estos poemas de Gaztelu y las pinturas de Portocarrero fueron tomadas de su blog: http://www.elcopoylarueca.com. Reside en Madrid.
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VOZ EN EL DESIERTO
René Portocarrero: “Crucifixión con mariposas”, 1942
Hay un camino de luz que guía a todo hombre que va por el mundo: el camino hacia la casa del Padre. Un camino real trazado por el dedo de Dios, el dedo de Dios que rasga las tinieblas de toda noche y abre el camino del agua hacia el Espíritu. Tal la escala por donde asciende toda pura forma, desde el rumor del agua batida por el ángel, hasta el esplendor de la alígera gloria del Espíritu: escala florida y fragante de la palabra, desde el río en la forma bautismal de la Paloma, hasta el arrobo pentecostal de las lenguas de fuego. Hay un solo camino desde el principio, es el del Espíritu flotando sobre las aguas, hasta el fin y corona de los signos por la fuerza y gracia de la palabra. Y se oyó en el medio del camino la voz de Juan a orillas del Jordán, el río del perdón, testigo de las voces y signos de Juan el Bautista, el hombre enviado de Dios, heraldo de la luz y su atalaya divino.
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Y su voz sonó poderosa por el desierto: ¿Qué es lo que saliste a ver en estas soledades? ¿Alguna caña batida por el viento? Tal era Juan, como una caña no en debilidad, sino en docilidad, siguiendo el sesgo y forma del Espíritu, vibranteal rumor de la Paloma. Tal su voz, como sonar de muchas cañas secas, batidas por el viento del desierto, voz de muchas cañas secas arrasadas por el fuego del espíritu. Y desde remotas tierras acudían las gentes, atraídas por el fuego de sus palabras. Y era de verlas en temor y temblor bajar al Jordán, lustral y misterioso. Era el inicio del nuevo rito, el estreno del rito lustral del agua cobrando su real y gracioso sentido. La voz de Juan sonoba sobre el rumor del río: -Ya estáis limpios: dejad las aguas, como ellas limpian vuestros cuerpos, limpiad con las de la penitencia nuestras mentes y sentidos..
Levantad vuestros ojos y mirad: que el que ha de venir, está ya en la puerta y llama, trayendo el real bautismo de la gracia y el triple testimonio del agua, de la sangre y el Espíritu. Mirad clamaba Juan, que yo para eso nací, para dar testimonio de la luz; yo, que vi el espíritu descender como paloma y reposar con sus siete rayos sobre su frente. Alzad vuestros ojos y ved al que pasa. Ese es el Cordero de Dios, el que quita los pecados del mundo.
fueron hacia el Cordero, suspirándole: ¿Dónde moras, Rabí? Desde ahora y para siempre permite te sigamos donde vayas: Tus caminos serán nuestros caminos, y tu casa será nuestra casa. -Venid y ved. Yo soy el camino que lleva a la casa-. Y le siguieron absortos y hechizados como quienes avanzan por caminos de sueños. Avanzaban con el día. Un tropel de pájaros hacia la tarde rompió por el sendero.
Y algunos de los discípulos del Profeta limpios ya por el agua de la penitencia, como empujados por las palabras ardientes del Profeta,
René Portocarrero: “Vírgen y niño”.
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Ena Columbié. Guantánamo, Cuba. Poeta, escritora y artista. Licenciada en Filología. Ha obtenido numerosos premios y publicado Dos cuentos (1987), El Exégeta (1995), Ripios y Epigramas (2001), Ripios (2006), Las Horas (2011), Solitar (2012), Isla (2012), Luces (2013) y La Luz que conduce a los poetas (2013) Obras suyas también se encuentran en antologías y publicaciones periódicas y seriadas. Codirige las editoriales, EntreRíos y AlphaBeta. Como pintora y fotógrafa ha expuesto en varios países de Latinoamérica, en EEUU y España. Reside en Miami, Florida.
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Ena Columbié
REFUGIO A Mar
Cómo puedo mujer pedir suplicante al lobo que aúlle para que escuches y corras a enroscarte en el portal en busca de cobijo justo donde la humedad es lenta como llanto de muerte. Eres una casa afilada en el horizonte clavada en las piedras del tiempo asida a la profundidad del sacrificio con dientes de ardilla. El dominio está en embestir desde tu ancla para ir al rescate de las aguas y erguirte a pesar de los brazos rotos. Mar recónditas aguas caudal de redes y silencios escucha los aullidos.
BOHEMIO Le gritan sin mesura esperando que se detenga pero no escucha o hace que no escucha se refugia en el instante en que la música lo abraza y olvida el látigo las voces sobre su cabeza. Su verso súbito lleva el aroma de un otoño de dolor sube el volumen de su mente para sentir y canta. No quiere desmentir a nadie escribe los mensajes y espera que crezcan los rumores para que luego vayan muriendo por ellos mismos. Cada cual transforma el mundo en lo que quiere si prefieres la madrugada la noche argenta déjale disfrutar de la tarde que no enceguece a nadie la tarde que cae en picada zanjando los caminos a veces roja a veces sepia a veces profetizando la lluvia. El bohemio huele la tormenta se encierra en la música y el alcohol siempre la música es la salvación que le acomoda el impulso con que hace frente a la rutina. En los parques contrastan los grises con el verde. 9
L’ISLA En las rocas hay una mujer mirando las puestas de sol, todas las tardes. Bioy Casares
En la Isla hay una planicie donde existe un hall para turistas repisas de mármol verde espejos bolsillos que se llenan. Ventanas alabastros lijados por sudor columnas bombillas peceras hombres y mujeres sonriendo por las manos. En la Isla hay una parte honda donde encierran a los hombres construcciones angulares y piedras con puntas que hieren. Nada armoniza en el corredor de tantos ojos piso sobre piso techo sobre techo hombre sobre hombre sobre hombre. La Isla es una montaña por descubrir una usina abandonada de vidrios rotos rejas invisibles que provocan a Dios y una mujer que se empeña en ver las puestas de sol todas las tardes.
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SOLA A Mireya
La tarde estival anuncia el aguacero nubes ligeras retan a la poeta que se duele de mal antiguo. Desconsuelo y oquedad cobijan las horas mientras ella busca la palabra que delate su corrosivo desprecio. Su rostro palidece es blanco sagaz que se pierde evocando yéndose… —Íngrima— escribe entonces le vuelve el rubor y puja por la pesquisa. Es necesario decir qué siente una mujer al ver que el cielo sobre su cabeza ha olvidado los celestes los malvas los rosas de seda antigua. Un gris triste y denostado quedó del ocaso de sol tibio como si una lamprea chupara los matices. —Estática— vuelve a escribir y respira hondo se aplacan las brasas de su pecho. Ya puede inventar los colores de su soledad.
Belkis Cuza Malé Together Para Leonard Cohen, por su premio
Leonard Cohen: The End of the Day
Tanto que has amado, tanto que has vivido y sólo ahora tu voz te devuelve a mi casa; tú inventaste el amor, inventaste la vida, inventaste a ese hombre que canta que canta para mí, y la brisa y el mar entran contigo y la vida eterna y el pasado y las nubes y tú con tu sombrero neoyorkino, dime por Dios quién eres, de dónde sales, quién toca el piano, la guitarra, por qué estoy llorando si apenas te conozco. Miami, 2011
Belkis Cuza Malé (Guantánamo, 1942), poeta, escritora, Leonard Cohen: Back in Montreal
periodista, pintora y editora, fundó y dirige Linden Lane Magazine.
Leonard Cohen: It was the Hat En memoria del gran poeta, compositor y cantante canadiense Leonard Cohen (1934-2016), fallecido el pasado 7 de noviembre. 11
Efraín Riverón Juana Borrero. Frágil y tensa como ninguna. De última luna la más intensa. Mirada inmensa, gris de ilusiones. Contradiciones en su memoria: !Mueven su historia otros pulmones!
Dulce María Loynaz Por última vez el agua reflejará mi paisaje. Dulce M. Loynaz.
Dulce María Loynaz de luz, carne en la cruz de poesía Lo que te ungía pule cantares, y hace collares con tu hermosura, el agua oscura del Almendares.
Belkis Cusa Malé Y a vagar siempre, toda de negro, ella. Belkis C. Malé.
Algo glacial su rostro fijo, de un acertijo sentimental. Todo es vital para su hechura, y en la negrura que la apacienta, un sol alienta su vestido
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Astrid Alcayaba: Pirámide
Astrid Alcayaga: Roly
Elena Tamargo
Llueve...
Y otra campana traza mis compases de espera. Elena Tamargo.
Pálida en flor. Suave de sueño, único dueño: Siempre el amor. Cáncer. Dolor. Fuerza desnuda. Alza sin duda de donde arranca, su frente blanca de blanca viuda.
Juegas
Llueve...Tal vez en Paris no llueva ni caigan nieves en este jueves, -un jueves dolorosamente gris. Sabor a menta y anís hay en la copa-cuchillo, y en el abierto pasillo como sombra escurridiza, vas y vienes en ceniza, cigarrillo a cigarrillo.
Juegas a ser y no ser, a escabullirte, a fingir otra dimensión. Mentir jurando a nunca volver. Te desdoblas sin ayer, sin espacio en el presente, y para que me atormente me mueves las piezas raras, de un ajedrez con mil caras y ninguna permanente.
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De la otra parte de la locura Anda el día cerrado, turbulento, (Cáscara de cielo de otra cáscara) como si detrás de cada máscara el hombre averiguara su por ciento. Humea en los alambres un lamento de pájaros y adioses circulares. ¿Quién se desmiente haciendo malabares con las hojas, la luz, el aire, el lento color de las paredes en el fondo de todo lo cuadrado y lo redondo? ¿Adónde irá el alma que no vuelve? Anda el día cerrado...¡Bien cerrado! Dijérase que un vientre se revuelve y una espera los brazos ha cruzado.
Nunca hubo Para Elena Tamargo
Tanta sal en otra mejilla, tanto vidrio magullado en el silencio de los huesos. Afuera llovía, como adentro, la sangre. La noche sobre las hojas del patio, los sueños y su apéndice, descendía unánime. Detrás de sus dientes la sonrisa con que le juro a las rosas morirse cierto sábado de cualquier semana.
Palabras sobre el allanamiento político en casa una mañana de octubre de 1971 A mi familia
Era blanca. Sublime. De su altura aprendieron a ser las nimiendades, pero un día sin Dios las tempestades tronaron, rasgaron su hermosura. Lo que fuera felíz mordió amargura, volvióse sangre de una puñalada, y entre la niebla de una risotada (nada festiva) popiamente mierda, la mano abrumadora de la izquierda la dejó sin color en la barriada.
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Astris Alcayaga: Expo-07 Efraín Riverón. nació en Güines, la Habana, el 15 de Diciembre de 1942. Tiene varios libros publicados, y entre los más recientes están De la palabra y el espejo (2012), Hombre que mira (2013) y El otro lado del rostro (2016). Reside en Miami
Waldo
González López CASABLANCA A Enrique Pineda Barnet, silbando la melodía Él y Ella penetran en su mundo. Surgen translúcidos en el viento de la noche y luego parten entre las brumas. Ignoran que todo se perderá según pasan los años. Avivan el fuego que los consume y más tarde los convertirá en cenizas entre el polvo, acaso ya solo recuerdo de estas horas irrepetibles.
ERAS A Fermín Carlos Díaz Y un hálito de nostalgia te agredía entonces, dejándote en vilo frente al abismo de un tiempo indetenible. Y eras de pronto un duende de rarezas y misterio, donde recalaba toda la ausencia del frágil otoño, la inclemencia de tu gesto vago, hacia parajes entrevistos entre la niebla feroz de la melancolía.
Astrid Alcayaga: Expo-08
LA MAGA A Carmen Serrano Coello Llegó para quedarse entre nosotros: esta nostalgia de adolescentes ya nos salva de las horas. Otra vez somos los inocentes hechiceros.
LUZ A Pedro Valdés Piña, titiritero amigo Una salvaje nostalgia instala su inquietud, se adueña de todo. Mi hijo no lo sabe, pero ahora estoy más cerca de sus sueños, de su risa. Evoco los idus de entonces que regresan en ráfagas.
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BOCETO Al pintor y dibujante Lázaro Noris. A la memoria del poeta y narrador Alberto Acosta-Pérez
Una suerte de alegría aliada a la nostalgia, un bosquejo del azoro cotidiano. Un nuevo rumbo para el sueño, una pena que ya se aleja entre la solitaria bruma. Una querencia como la trágica sonrisa de los pobres. Unas pupilas que se quedan sin remedio aferradas a un tiempo tenaz, inesperado. Unas manos que te alumbran bajo la piel, un irse quedando en el recuerdo.
Waldo González López. (Puerto Padre, Las Tunas, Cuba, 1946). Poeta, ensayista, crítico literario y teatral, editor, antólogo y periodista cultural. Licenciado en Literatura. Hispanoamericana (Univ. de La Habana, 1979). Autor de 20 poemarios, un volumen de ensayos, tres de crítica literaria y otro de crónicas, antologías de poesía y poesía para niños, décima, cuento y teatro de autores extranjeros y dos de teatro. Entre sus 20 poemarios, figuran: Salvaje nostalgia, Casablanca, Las palabras prohibidas, Estos malditos versos, Ferocidad del destino, El sepia de la nostalgia, Umbral de la nostalgia (libro de arte, con sus poemas ilustrados) y Trazo estos signos en la arena. Reside En Miami.
Tres libros de
ANTONIO RAMOS ZÚÑIGA
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Al calor de las mujeres largas El megáfono los despertó demasiado temprano, a esa hora en que la madrugada deja paulatinamente de serlo y el día, no obstante, se resiste a asumir su papel. Poco antes de las seis de la mañana. Él, perdido en las sinuosidades de un sueño que no consiguió evocar posteriormente, asumió el aviso como una especie de pistoletazo de arrancada. Sólo que no respondió sumándose a la carrera. A la voz mecánica, femenina, casi dulce del altoparlante. Fue ella la que reaccionó primero: ¿Oyes? ¿Estás oyendo? ¿Qué es lo que dice? ¿Qué es eso? ¿Qué? La voz los invitaba a abandonar la buhardilla. Seguramente, evacuaban el edificio.
Astrid Alcayaga: Comunication 2011
Armando Añel
Era propio de la naturaleza de ella reaccionar con presteza y asumir las labores organizativas. Saltó de la cama, a un tiempo dormida y despierta. Sin solución de continuidad, puso manos a la obra. Cuestión de segundos: él intentaba aún amueblar el episodio, establecer una lógica que desbrozara la anécdota, cuando ella decidía ya qué se llevarían consigo. El altoparlante clamaba urgente, sereno pero perentorio. Por añadidura, él dormía la mayor parte de las veces desnudo –ella en pijama, o en alguna clase de ropa interior y con el albornoz a su alcance—, por lo que estaba en desventaja con respecto a su pareja. Según la voz, debían cargar con unas pocas pertenencias imprescindibles y
dejar inmediatamente el inmueble. Rápido, ahora mismo, eso es ya, para luego es tarde. Se vistió torpemente, tropezando. La voz decía: Por favor, no tomen los ascensores, diríjanse a las escaleras y bajen de prisa, en fila india, sin volverse... Pero el edificio no tenía ascensor. Monótono, una y otra vez, el altoparlante insistía. Por favor, insistía. Lo primero que había hecho ella cuando se quedó por primera vez sola en la buhardilla, pocos días después de conocerlo, fue inutilizar la claraboya de la cocina. Más bien no fue lo primero que hizo: fue lo primero de que se arrepintió. Y no solía arrepentirse demasiado. Boqueando, había querido abrir una brecha en la cerrazón de aquella cueva de ratas. Intentó entornar la ventana, pero ésta se le resistió. Empujó entonces de un seco golpe fervoroso y la puertecita salió despedida por los aires, hasta aterrizar en el alero del tejado inmediato, en perfecto equilibrio, fuera del alcance de casi todo el mundo. Todavía no era su buhardilla, su refugio, su territorio, y ya lo estaba profanando. Desconstruyendo. Descoyuntando. Se iba a enterar el muy cabrón, de eso estaba segura. Llovería a cántaros por aquel hueco infame. Navegarían por los siglos de
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los siglos sobre aquella arca de porquería, que haría aguas interminablemente. Y a ver cuánto costaba la reparación. Lo segundo fue obligarlo a que se lavara la boca antes de hacerle el amor. El rabo entre las piernas –justo allí donde debía estar, pero minúsculo, cariacontecido—, él se dirigía al cuarto de baño y comenzaba a cepillarse con parsimonia, entre pausa y pausa de sopor dentífrico, dando de largas, sabiendo que ella no aceptaría una limpieza superficial. Y no podía entender su postura, mucho menos con tanta pasión de por medio. ¿Pero ahora?, preguntaba él una vez interrumpidos sus avances, sin creerse del todo lo que escuchaba. Ahora mismo, acentuaban ella y su sonrisa de nácar. Y debía obedecer, ahorrarse los peros. No había forma de invertir el orden de los factores a la vista de un producto de tan exquisita facturación. La intermitente llovizna madrileña solía anegar los alrededores de la cama, pues no hubo reparación y habían sustituido la puertecita de la claraboya de la cocina con la puertecita de la claraboya del dormitorio, que contaba con la protección adicional –ciertamente circunstancial— de un cartón tabla resquebrajado. De manera que de cuando en cuando paladeaban unos despertares acuáticos, pasados por el agua de la expiación y la ignominia, como acostumbraba a decir él. Mujeres largas De cualquier manera, deseaba desde tiempo inmemorial a las mujeres largas. Tenía un compromiso, disfrutaba a su persistente y pretenciosa manera el advenimiento de las mujeres largas. Era más que un sueño o un deseo, porque se sentía destinado, conformaba un destino común. Las mujeres largas habían nacido para finalmente, tras innumerables rodeos y reticencias, azares, escaramuzas, fuegos de artificio, rendirse ante sus avances. Pero quién no ha oído hablar de las mujeres largas. Quién no ha soñado alguna frente al mar, en el avión de vuelta a casa o en una de esas madrugadas en las que las imágenes se suceden empantanándose, cediendo terreno a los escenarios grotescos, o singularmente hermosos, de su imaginación desbocada. Quién no ha imaginado el edén de las mujeres largas, llevado de sus brazos, viajando en sus recuerdos, olisqueando la flor de sus sexos. Los pétalos de las mujeres largas en ebullición silenciosa, el extraordinario cariz de la belleza enaltecida por un golpe de suerte, de fiebre, de sopor. Lo sabía todo sobre ellas. Sonreían frente a los espejos, odiaban comer, sufrían incansablemente sobre la boca del váter, pujando, tapándose la nariz, sonrojadas por el dulce vapor de sus flatulencias. Entre las nalgas de las mujeres largas el excremento suele enseñar la puntita
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moribunda, como el merengue en la puerta del colegio. Inconsistente, grácil, la mierda no es la mierda en el esfínter de las mujeres largas, sino un equívoco, un bluf. Las mujeres largas arqueadas, apoyando un pie en la bañera mientras se limpian el ano, sonriéndole a la cámara. Al espejo que es la cámara. Todo no es más que una película, deducen. Una película que alguien algún día, más temprano que tarde, habrá de estrenar. En la buhardilla Había sido el primer domicilio que ocupara en solitario tras su llegada a España, si se exceptuaba un apartamento de la zona de La Moncloa en el que se refugió durante veinte días, al segundo mes de su arribo al país. Sin embargo, no le tenía cariño. No conseguía abandonarse a aquel espacio cerrado, asomado al cielo de Madrid como un submarino al fondo de culo de botella de un crucero vacacional. Y eso que la buhardilla disponía de recovecos inimaginables, ofrecía proyecciones de rara factura y aun aceptaba, gustosamente, el tic innovador de sus inquilinos. Luego había llegado ella, desde el acanalado Estocolmo, con una manera de asumir la realidad más saludable y/o ecológica. Venía a terminar unos trabajos filológicos a los que no paraba de dar vueltas desde hacía cuatro años: un estudio tan interesante como enrevesado, centrado en cierta publicación de principios de siglo que apenas le dejaba algo de tiempo para ocupaciones más prosaicas. Él no encajaba en el marco de sus previsiones. Hasta que por fin encajó. Ella lo hizo reafirmarse en el lugar común: lo esencial es invisible a la (primera) vista. Nada, cuando se conocieron, anunciaba la rotundidad corporal de un organismo delicadísimo, al que él comenzó a explorar con la punta de los dedos. Su vestido disimulaba eficazmente sus curvas. Parecía hecho para disimularlas. En principio la deseó –si es que podía llamársele deseo a aquel sentimiento mezcla de curiosidad y atracción por lo desconocido- como puede desearse el abrazo de un cisne. Se imaginó poseyéndola de costalazo, sosteniéndole una de las piernas en alto mientras el cuello de la palmípeda caía lánguido, flotante en la irrealidad de un escenario paradisíaco. Temiendo partirla en dos mitades angelicalmente análogas. Pujando contra su sexo con la levedad de una pluma. Ella era un cisne y él una oca. Pero las ocas son muy vistosas y tienen mucha clase, aseguraba ella: al menos en el acanalado Estocolmo, te juro que es así. Sus mujeres Porque las mujeres de él no eran lo mismo. Desde hacía mucho tiempo ya no eran lo mismo. La fatiga infinita
que le producía contemplar el monótono trajín de las mujeres comunes. Mirarlas completar su rutina, recoger la mesa, lavar la vajilla. Empinando el trasero, pasar el paño húmedo sobre el mostrador, detenidas contra las hornillas, alrededor de los encendedores. El trasero empinado, mustio por el peso de años y años de miradas escrutadoras, paulatinamente hastiadas, indiferentes por fin. Miradas que rebotaban como pelotas de goma. La carne que ya no es más carne –que lo es sólo paralelamente, en otra dimensión, para otros ojos–, que antes de recurrir al disimulo se abandona a la desfachatez. Carne tirada, ajena para siempre. Al principio sus mujeres apostaron por la fuerza de la costumbre, su singular manera de rendirse a la promiscuidad de la ternura. Por las mañanas lo besaban con fruición, sus mamas cálidas contra su pecho, minuciosamente serviles. Por las mañanas llevándole el desayuno, murmurando elogios, requiebros, tenues críticas constructivas, sus muy particulares enfermeras. Registrándole los bolsillos de los pantalones, oliéndole los calzoncillos, descifrando los códigos de sus furtivas anotaciones telefónicas, hallaban una forma de compartir
su soledad, su desesperanza. No las guiaba el rencor o cualquier otra variable de los celos, sino la conciencia de estar penetrando los secretos de él con la precisión del escalpelo la carne del enfermo terminal. Querían saber de qué estaba hecho. En la buhardilla Comenzó a despertar por las noches presa de la claustrofobia. A no dormirse presa de la claustrofobia. A boquear, lo mismo que ella, en busca de aire. De alguna porción de naturaleza viva. Trampa. La buhardilla empezaba a cercarlo, como un ataúd. Intentaba conciliar el sueño pero una de cada dos veces las paredes, el techo, el entorno subversivo de aquella cueva de ratas se cerraba sobre él, ahogándolo. Trampa. Salía entonces al pasillo, a la sala diminuta. Se asomaba a la ventana del recibidor y respiraba un poco. Era un goldfish chocando, entrampado, contra el cristal de un frasco de mermelada. Y enseguida un pez peleador batiéndose con su propio reflejo. Estaban haciendo trampa. De alguna manera y sin que fueran demasiado conscientes de ello. Habían cedido a la
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trampa de entramparse, a su vez enmarcada – empapelada— en la trampa que era la buhardilla. Así las cosas, el papel de regalo en que los envolvía la buhardilla era una trampa. Ellos eran una trampa. Habían caído, mansitos, en la trampa de sí mismos. La buhardilla les costaba, en octubre de 1999, doscientos cuarenta euros mensuales. Agua y electricidad incluidas. En la pequeña cocina eléctrica de dos hornillas, sin olla de presión ni azúcar prieta, él le había enseñado cómo se hacían de verdad los frijoles negros. Pero ella no encajaba esa clase de demostraciones. No había nada más estrambótico, menos biodegradable, que una barriga repleta de frijoles negros. Lo atestiguaba aquella buena película, dijo. Mujeres largas Así que quién podía entrometerse. Sabía que disfrutaban los domingos, el alago sistemático, los gimnasios. Había descubierto que más allá del placer que le proporcionaba inundar sus vaginas alienígenas, podían enseñarle mucho. A dudar, por ejemplo. La duda, como una serpiente desenroscándose, lo asaltaba frente a las mujeres largas. Supeditada a ellas, parte intrínseca de su presencia, llegaba para quedarse. Imposible no dudar de aquellos cuerpos, de aquellas pupilas, de su interminable y festinada floración. La feroz elegancia de las mujeres largas, salvaje como un pececito en cautiverio, arrasaba con todo, lo devolvía a su destino común de hombre común. Por alguna extraña razón tendría a las mujeres largas, pero por alguna extraña razón. Inconcebible. Demasiado bueno para ser verdad. A las mujeres largas las pierde la naturaleza. La prestancia de él, enérgica, elemental, remedaba esa naturaleza, era la naturaleza misma. El árbol que crece. La sangre que corre. La mueca que escupe sobre la tierra mojada. En la buhardilla No parecía un incendio. No percibían ninguna de las señales que anuncian el fuego, el inequívoco tufo de la materia chamuscada. Poco a poco, mientras descendían las escaleras, comenzaron a tomar conciencia del equívoco. O del engaño. Era un viejo edificio de cuatro plantas, sin ascensor, tortuoso y barato. Los escalones, vastos y de una madera pulida por el uso, temblequeaban bajo sus pies. La escalera se inclinaba ligeramente hacia el vacío. Todo resultaba endeble. Ella se detuvo a mitad de camino, ya casi despierta, en el segundo piso. Él llegó hasta el final o, más exactamente, el principio. Receloso, salió a la calle. Era un domingo de noviembre con todo Madrid tendido a los pies del lunes. No había demasiado frío, ni un alma a la que amparar. Un silencio ensordecedor agitaba las pequeñas cosas, las salpicaduras del vidrio, las colillas, los sedimentos, la nocturnidad y
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alevosía del sábado anterior. Procuró desesperadamente retener los pormenores del sueño interrumpido, pero la trama y hasta los personajes escapaban una vez más, hacia ningún lugar, por la puerta de salida que siempre le fabricaba su torpeza. Le hizo señas a ella, para tranquilizarla. No pasaba nada, o parecía que no pasaba nada. Y es que no pasaba nada: sólo algunos papeles ni siquiera arrastrados por el viento. No había viento en Madrid, o eso parecía. Habían sido pillados, como se decía en Madrid. O eso sentía que pasaba. Quizá el altoparlante se limitaba a anunciarles, en clave alegórica, la caída de la buhardilla. La voz había advertido claramente: por favor, no tomen los ascensores, diríjanse a las escaleras y bajen de prisa, en fila india, sin volverse. Un mensaje que parecía hecho a su medida. Sobre todo a la de ella. La buhardilla, había que reconocerlo, hacía aguas por sus cuatro costados. Un naufragio del que debían escapar más temprano que tarde. De una vez y por todas. Por favor.
Armando Añel (La Habana, 1966). Ghost Writer, editor, fue periodista independiente en Cuba. En 1999 recibió el Primer Premio de Ensayo de la fundación alemana Friedrich Naumann. Ha sido columnista de periódicos como Tiempos del Mundo, Libertad Digital y Diario las Américas, y editor de revistas como Perfiles, Encuentro de la Cultura Cubana, Islas y, actualmente, Puente de Letras y Herencia Cultural Cubana. Ha publicado las novelas Apocalipsis: La resurrección, La novela de Facebook y Erótica, la compilación de relatos Cuentos de camino, los poemarios Juegos de rol y La pausa que refresca, el libro de ensayos La conciencia lúdica y las biografías Instituto Edison: Escuela de vida y Jerónimo Esteve Abril, apuntes y testimonios, entre otros. Vive en Miami, donde dirige el portal Neo Club Press.
Filatelia Cubana e Internacional www.ilastamps.com
Carolina Hospital The Pearl Necklace
I was born into a middle class family of educated Cubans forced to emigrate to the United States. We had no wealth when we arrived, but the aspiration and expectation of an upperclass lifestyle shaped in the United States. My mother suffered the inequities of being considered lower rank, not because of a lower intellect or even career, since my dad was a practicing engineer, but because of language and culture. She often spoke of her own father, who died in Havana before she married, as a man of great insight and capacity, a judge, who spoke to her of the world, whom she felt in her heart could have been, should have been a diplomat, a representative of her small, but exceptional, island. Now she had to beg the monsignor for her daughters to enter parochial school and for the local civic institutions to allow her to volunteer. It was not easy being Cuban in Miami in the 60’s. By 1976, tired of the tug-o-war at home, I married. We didn’t have much, a used car, a tiny one bedroom rental, and two large tuition loans, but we were happy: independent, optimistic,
Astrid Alcayaga: Ropa vieja IV and in love. Our first Christmas morning together, we gathered our presents and drove to my parents’ two story house to open gifts with the family. My husband’s face beamed with anticipation as I ripped open his gift wrapping. The velvet box revealed an iridescent, perfectly white pearl strand, which made my mother shriek with pleasure. The smooth large freshwater pearls cooled my skin as he fastened the string around my neck. He was glowing with pride at this gift, a symbol of his affection and his accomplishment.
I suppose to him I was behaving like my mother’s spoiled child, unappreciative and entitled, when I asked him to take it back. We could hardly afford our bills, how could he have spent so much, I demanded. He tried to explain how much it meant to him to declare his love, but I didn’t budge. So he traipsed back to the store dejected. The story of the returned gift has become a recurrent comic tale at family dinners. Forty years later I embrace the gesture of that young man trying to impress his beloved. 21
Forty years later I would have been delighted to gift that strand of pearls to my newly wed daughter. But back then, pearls pleased my mother, not me. They mirrored the life she longed for, that I desperately rejected. A pearl strand meant an apron and cribs, not the plan of writer and professional I had designed for myself. Becoming a wife was already a dangerous deviation, if I accepted the necklace, what would he imagine next?
Sea Horse Mall Saturday mornings we headed
to the stores after our instant Nescafé con leche and Cuban toast smeared in butter. Back then Dadeland was an open air mall. A 20 ft dragon statue rising from the middle of a fountain marked the center. My husband insists it was merely a horse up on its hind legs. Perhaps so, but it was no normal horse. Small scallop shell looking wings jutted from its back. His muscular mounting image terrified me, almost as much as not speaking a word of English when we first arrived in Miami. The first months at the parochial school, I clung to my older sister’s pleated uniform skirt waiting for the classrooms to open. When Sister Francesca arrived to lead the rows of students arranged by grades into the
Puerta de Golpe. Heberto Padilla
building, Tessie had to tear away my little arms. Reluctantly, I joined my own line, marching with my younger classmates into silence. It was mother who coached me every afternoon until the tears transformed into complete sentences in English. This Saturday our destination was Burdines, before the days of Macy’s. I don’t recall what mami was buying, only her stern glare and stinging voice chastising me for correcting her stumbling words as the clerk struggled to understand her thick accent. Like the raging Sea Horse, she reared up against her fate. For years, she had tried to improve her own English with cassette tape lessons and community classes, but the Spanish trills and
Mi antología personal de
Una selección de los poemas de Heberto Padilla, con algunas fotos personales y entrevista realizada a Padilla en 1987 por el poeta y escritor peruano Miguel Angel Zapata.
https://www.createspace.com/4154294 22
gutturals stuck to her like cane molasses. Carolina Hospital (La Habana, Cuba, 1957): poeta, novelista, ensayista, editora y profesora de literatura y composición del Miami Dade College. Reside en los Estados Unidos desde 1961. Libros publicados incluyen “No Excuses! A Brief Guide to Freshman Composition” (Sonoran Desert Books), “The Child of Exile: A Poetry Memoir” (Arte Público Press), “A Little Love” (novela de Warner Books), y las antologías “A Century of Cuban Writers in Florida” (Pineapple Press) y “Los Atrevidos: Cuban American Writers” (Linden Lane Press). Estas “memorias cortas” o “flash memoirs” son parte de su nueva colección “Key West Nights and Other Aftershocks”.
ILUSTRAN ESTE NÚMERO René Portocarrero (1912-1985), uno de los pintores modernos cubanos más popular. Sus obras se encuentran en los museos más prestigiosos del mundo, pues figura entre los afamados pintores de Cuba por la riqueza inagotable de su creación. Realizó más de 20 exposiciones personales y 60 colectivas.
Leonard Cohen, poeta, novelista, compositor y cantante, nacido en 1934, en Canada, y fallecido en
noviembre, tiene una apreciable obra pictórica.
Ena Columbié (Ena LaPitu) poeta, pintora y fotógrafa. Ha expuesto en varias oportunidades. Reside en Miami.
Astrid Alcayaga nació en La Habana en 1974, de padres chilenos. Su tía abuela fue Gabriela Mistral. Ha realizado varias exposiciones en Chile, y en Miami, ciudad esta última donde reside.
LEONEL MENÉNDEZ ÁLVAREZ
En el Barrio de los Mangos Un libro delicioso “La espontaneidad, la gracia de su obra es realmente impresionante”. Julio Benitez Los interesados en adquirirlo, pueden escribir a losmangos@ymail.com 23
Astrid Alcayaga: Comunications 2011
POESÍA REJAS NACIDA ENTRE Ernesto Díaz Rodríguez
Hace ya varios años fui liberado de las prisiones del régimen comunista de Cuba, después de haber permanecido entre rejas, como prisionero político, durante más de 22 años. Me encarcelaron por mi amor a las instituciones democráticas; por no resignarme a ser esclavo y luchar porque en mi país tuviésemos los mismos derechos que hoy tienen los ciudadanos de esta gran nación norteamericana y los pueblos que gozan de libertad en América Latina. Los derechos de todas las naciones del mundo donde existe un orden de civilización y justicia, y un mínimo de respeto, al menos, por la dignidad de la persona humana.
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Soy un poeta que se forjó en prisión y es bueno que todos ustedes lo conozcan porque eso les ayudará a entender por qué he escogido el tema que hoy les ofrezco bajo el título: “POESÍA NACIDA ENTRE REJAS”. Soy poeta entonces, debo reconocer, casi por accidente. Aunque de acuerdo a lo que escribió mi entrañable amigo Ángel Cuadra en el prólogo de mi poemario La campana del alba, puede interpretarse que yo había nacido con la poesía germinando en mis venas. En aquella ocasión dijo Ángel Cuadra: “Antes de convertirse en prisionero Ernesto no era poeta. Bueno…modifico lo que acabo de decir, Ernesto no escribía poemas; pero sí era un poeta. Porque poeta, en el más profundo sentido de la palabra es aquel que ve la vida y las cosas de una forma más real e integral. Entonces podríamos hablar de la poesía no escrita que se realiza cada día con un gesto, con un hecho, con una actitud; y aquella otra poesía que se da a conocer por el oficio del poeta”. La poesía para mí significa belleza, significa armonía, y significa consuelo ante el dolor espiritual y la desesperanza. Tengo razones para asegurar que significa, también, supervivencia física. Hace ya algunos años, en los momentos cuando agonizaba a consecuencia de una prolongada huelga de hambre, casi a punto de entrar en estado de coma, intenté ponerme de pie para forzar mi organismo a resistir. Tan débil me encontraba que caí al suelo y perdí el sentido. Nunca podré saber por cuánto tiempo permanecí en ese estado de total inconsciencia, pero recuerdo que al volver en mí sentí unos deseos irresistibles de escribir un poema a los niños y valiéndome de una punta de lápiz que había conservado escondida escribí de un tirón estos versos:
Niños de todos los pueblos
venid a jugar conmigo. En este bosque de rejas haremos cuatro caminos: Uno de tierra muy blanca, blanca, blanca como el nido de la mariposa blanca, y la azucena y el filo de la espumita plateada que hay en mi copa de vino. Otro azul como los mares donde los viejos marinos cantan a la madrugada mientras las olas, en rizos van cayendo a sotavento mansas como el manso trino de las campanas de Pascua, mansas, mansas como el trigo y la abeja y la gaviota, y el elefante del circo, mansas como la paloma, mansas como el cielo mismo. Niños de todos los pueblos venid a jugar conmigo. En este bosque de rejas haremos cuatro caminos: Uno de miel y sonrisas, de sorpresas y suspiros y le pondremos ventanas siempre abiertas al rocío al ojo del arco iris a las estrellas y al trino
Linden Lane Press
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del canario y el sinsonte y a la música del grillo. Otro verde, verde claro como el aire que respiro. Verde como la esperanza de la reina y del mendigo. Verde siempre, siempre verde como los cinco sentidos. Verde como la garganta del limonero y el pino. Verde-verde, verde casto como las manos de un niño. En aquel momento no sólo pensaba en mis hijos, ya de perfil borroso por el tiempo, pues me había visto impedido de verlos desde que ingresé en la prisión, sino que pensaba, además, en los niños de Cuba, muchos de ellos devorados por los tiburones al intentar sus padres, en gesto desesperado, llevarlos en frágiles balsas a través de un océano borrascoso en busca de tierras de libertad. Y pensaba en los niños de todos los rincones del mundo que agonizan en espantosa miseria sin que hasta el momento se tenga una conciencia universal que contribuya a poner fin a la tragedia humana que representan estas desamparadas criaturas. Y porque los niños son los más agradecidos me siento muy feliz de haber escrito varios poemarios dedicados a ellos, de manera muy
especial El carrusel y La campana del alba. De Mar de mi infancia, Iluys otro libro de versos donde renacen los mejores recuerdos de mi niñez, he tenido el placer de traer a este encuentro algunos ejemplares, que he obsequiado entre ustedes, para que compartan estos hijos de mi imaginación que me nacieron entre rejas, en parto de apacible luz que compensó todas las horas inútiles de sombra que me fueron impuestas con ensañamiento vil por luchar por la libertad de mi pueblo. En cuanto a La campana del alba, de todos mis libros el que más arraigado llevo en el corazón, aunque hasta el momento han sido publicadas cinco ediciones, lamentablemente no dispongo de ningún otro ejemplar. ENCUENTRO CON LA REALIDAD Durante muchos años no tuve conciencia de cuántas dificultades debieron ser vencidas para lograr entre rejas una creación literaria consistente. Primero porque el mismo ejercicio de la supervivencia demandaba de mi mente una concentración constante. No era tarea fácil navegar por las aguas borrascosas de un presidio tan deshumanizado y cruel y sobrevivir, aún después de múltiples naufragios. Pero ese milagro fue posible gracias a la bondad de Dios, y a la fortaleza espiritual que representan para un prisionero político un ideal de libertad bien definido, el anhelo de un orden de justicia y el amor a su pueblo. Esto y el respeto a sí mismo, que pudiera resumirse en dos palabras: dignidad humana, son ingredientes básicos para sobreponerse a toda caída, a toda adversidad. Y no tuve conciencia hasta más tarde sobre las dificultades que debieron ser vencidas para producir esa creación literaria, porque las obligaciones que me impuse a mí mismo en función de la libertad de mí Patria y en defensa de los Derechos Humanos han venido devorando desde mi excarcelación una parte considerable de mí tiempo. Una de las divisas que enarbola con más fuerza el PEN Club Internacional es el derecho a la libertad de expresión. La creación literaria, y me atrevo a asegurar que todos aquí así lo entendemos, ha de estar en función del mejoramiento de los valores humanos, no en ejercicio exclusivo de apoyar un sistema político o de rendir constante tributo a un determinado gobernante, aceptando todas las imposiciones de censura y condicionamientos oficiales. No, eso no es literatura. Literatura es algo mucho más serio. Por eso en los estatutos del PEN, que es una institución de reconocido prestigio internacional, la libertad de expresión es un derecho que tiene prioridad. Y esto explica por qué el capítulo del PEN Club de Cuba, que preside el Dr. Ángel Cuadra, valeroso poeta que durante 15 años guardó prisión en nuestro país por negarse, como él mismo expresara, a “poner su poesía de rodillas”, temporalmente ha sido asignado a los escritores cubanos en el exilio. Confieso con un poco de asombro, que he podido percibir que en algunos países, fundamentalmente en América Latina, una parte considerable de la población ignora la falta de libertades y la magnitud de la tragedia que sufre el pueblo
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de Cuba. Y no es algo de lo que se les pueda culpar. Eso se explica por el volumen de desinformación que durante más de 57 años el régimen comunista de Cuba ha venido proyectando sistemáticamente hacia el exterior como parte de su adoctrinamiento político. Se habla así de los supuestos “logros de la Revolución” en materia de salud, educación y servicios sociales. Pero se desconoce que en la Cuba de ayer, aunque es cierto que existían regiones rurales donde la asistencia médica estaba muy lejos de cubrir los requerimientos mínimos aceptables, los servicios médicos eran de los más eficientes y las facilidades para la población en instalaciones hospitalarias eran de las mejores en toda América Latina. Esto incluía una diversidad de clínicas particulares donde por solo unos tres pesos al mes (equivalentes a 3 dólares) todo el núcleo familiar tenía la oportunidad de disfrutar de servicios avanzados, incluyendo el derecho a todo tipo de intervenciones quirúrgicas. Y existía desde entonces la enseñanza gratuita a todos los niveles, incluyendo los centros universitarios, sin el condicionamiento actual del sometimiento ideológico a una filosofía de política oficial humillante y excluyente. LA OTRA CUBA Como parte de mi quehacer literario en función de la libertad de mi patria, he viajado por múltiples países ofreciendo conferencias sobre la tragedia que sufre nuestro pueblo, entre otros: Venezuela, Argentina, México, Panamá, Costa Rica, Bolivia, Colombia, República Dominicana, España, Francia, Inglaterra, Bélgica, Italia, Alemania, Polonia, Rumania,
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Hungría, Suiza, Rusia y Bielorrusia, donde me arrestaron en el mismo aeropuerto y me mantuvieron encerrado en un calabozo. Luego de varios días de confinamiento, felizmente fui deportado a Varsovia. Y digo felizmente porque en esa ciudad de Polonia tenía a varios amigos solidarios con la causa de la libertad de Cuba, entre ellos el senador Zbigniew Romaszewski, y Mariam Sharlesvki, sucesor del ex presidente Lech Walesa en la dirección del sindicato de trabajadores Solidaridad. Radicaba también allí en Varsovia una filiar del Instituto para la Democracia en la Europa del Este, principal promotor del evento al que yo había sido invitado para ofrecer una conferencia sobre la Cuba oprimida. Por supuesto, se trataba de una actividad clandestina, en la sede de un monasterio, bajo el régimen comunista de Alexander Lukashenko, un vulgar asesino, similar en la maldad y en la insaciable criminalidad al tirano Fidel Castro. Bien, gracias a esos valerosos amigos y a mi disposición a asumir el riesgo que fuera necesario, poco antes del amanecer ya me encontraba nuevamente viajando clandestinamente de regreso a Bielorrusia, esta vez en un tren, justo a tiempo para hacer mi entrada feliz en la sede de la conferencia. Fue un viaje muy provechoso, porque a mi regreso a Polonia pude dejar establecida en Varsovia, a cargo de un cubano exiliado dispuesto a luchar, una delegación de Alpha 66 y coordinar también, con un escritor de ese país, que dominaba perfectamente el español, una traducción al idioma polaco de mi obra testimonial Rehenes de Castro. Para mí ha sido de suma importancia ese otro trabajo dentro del ámbito literario y la lucha en defensa de los derechos
humanos que, en cumplimentación de la estrategia de acciones frontales con que a través de los años Alpha 66 se ha enfrentado a la tiranía, he tenido la oportunidad de llevar a cabo. Porque considero de mucha utilidad dar a conocer en el escenario internacional la realidad de esa otra Cuba cautiva, marginada por gobiernos e instituciones y esa prensa indolente que de una u otra forma han estado haciendo alianzas de complicidad con el régimen comunista que oprime a nuestro pueblo. Lamentablemente para nosotros significa dolor y representa a un mismo tiempo vergüenza ajena esa amarga realidad de los muchos que en el mundo, entre ellos el Papa Francisco, se han prestado a servir de resonancia a la falsa propaganda de ese engendro diabólico que hace sólo unos días se llevó el diablo al infierno. Ese engendro del mal que por tantos años nos impuso el destino y hoy es polvo infernal anclado en la inmensidad de la nada. Como parte de esa otra Cuba que aún en el exterior no se conoce lo suficiente, tuve la oportunidad de asistir a ese importante evento que fue el II Congreso Internacional sobre Patrimonio Histórico e Identidad Cultural, donde pude exponer en el marco del Segundo encuentro Latinoamericano del PEN, mis experiencias como escritor marginado en mi propio país y compartir las vivencias que significaron para mí el haber tenido el privilegio de escribir una voluminosa obra testimonial y nueve volúmenes de poemas durante los 22 años, 3 meses y 19 días que cumplí sentencia como prisionero político en Cuba.
de la carne lacerada; de la orfandad que impusieron a mis hijos; de los más de 7 años que me mantuvieron desnudo, en confinamiento solitario, por negarme a claudicar de mis principios; a pesar de mis poemas que me hurtaron una y otra vez los carceleros. Ese es el precio de la libertad, que en nuestro afán por buscar la verdad y defenderla pagamos algunos inmerecidamente. Un precio en sacrificio que a veces nos parece demasiado costoso, pero que resulta insignificante si lo comparamos con la inmensa satisfacción espiritual de haber cumplido con las obligaciones que nos impone nuestra propia conciencia. Y entonces valoramos estas realidades y nos inspiramos a escribir versos como estos: No es posible llorar cuando la piedra se resigna a ser ojo del pozo. Yo no soy más que la espina de la rosa, ni más que el gajo seco donde hace su nido la torcaza. Cada cosa ha de estar en su sitio: la piedra en el brocal, la flor junto a la espina y la paloma dando abrigo a su nido. Si estoy aquí,
Imagino que no ha de constituir ningún secreto que bajo un sistema de gobierno autoritario la no aceptación de la censura impuesta constituye un delito. Mucho más grave aún la creación literaria entre rejas, que invariablemente suele interpretarse como un acto de desafío a la autoridad gobernante y, en consecuencia, una invitación involuntaria a la represión. Y esta represión puede ser muy diversa, no solamente en Cuba sino en cualquier país que sufre de una dictadura, no importa el matiz de la misma. Para mí hay una gran similitud entre la extrema izquierda y la extrema derecha. Todo es un mismo círculo de autoritarismo, una misma desventura, y ambas conllevan a una idéntica desgracia nacional. LIBRE ENTRE REJAS Pero no he venido esta noche a hablar de cosas tristes, sino de poesía. La poesía en función de alegrar el espíritu, de oxigenar el alma, de tender un puente de luz entre la soledad absurda de una celda, como fue mi vivencia, y la fiesta multicolor de ese arco iris mágico, cuajado de rocío, que es la imaginación de los poetas. Y he venido para contarles cómo no hay rejas ni cadenas capaces de impedir la libertad del espíritu, la libertad de la esperanza y de la fe, la libertad, inclusive, de la creación cuando la conciencia humana está resueltamente decidida a ser libre. Les aseguro que también en la cárcel yo fui un hombre libre. Libre entre rejas. Lo fui a pesar de todas las adversidades:
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incrustado en el centro de la noche… ¡este es mi lugar y mi tiempo! (En el rincón oscuro de mi celda, como reafirmación exacta de lo cierto, con sus propios metales la araña teje su universo). O se nos antoja, simplemente, repetir estos versos que una vez escribió la valerosa poeta cubana María Elena Cruz Varela, quien sufrió persecución, encarcelamiento, torturas y destierro tan sólo por atreverse a hacer uso de su derecho a la libertad de expresión: Porque ya nada sé. Porque si alguna vez supe deshecha entre las zarzas he olvidado. Aquí duelen espinas. Aquí duelen los cardos. Aquí dejo mi olor. Olor de perseguido. De animal acosado por todas las jaurías bestiales del infierno. Porque ya nada sé. Porque apenas me palpo una rodilla y ya no sé más nada. Y soy esta ciudad que se derrumba. Y soy este país de locos náufragos. Dejados en su nave a la deriva. Porque ya nada sé. Los perros devoraron mi memoria. ¿A dónde voy? ¿A dónde vamos todos? ¿A dónde van? ¿A dónde? ¿Sabe alguien a dónde dirigirse que no sea tan sólo un espejismo? A ver: ¿Quién me indemniza? ¿A quién puedo condenar al destierro por haber arruinado mi manzana. La manzana de todos? ¿Cuál es Caín? ¿Y Abel? ¿Quién el bueno? ¿Y el malo? ¿Por qué tapian con hiedra mis opacas pupilas? y ya no veo nada más. Y ya no sé más nada. Y si alguna vez supe entre zarzas ardientes y jaurías sangrientas lo he olvidado.
JULIO MATAS
OTRA VEZ EL MAR Me gusta la transparencia del océano. Durante mi temprana adolescencia y en los albores de mi juventud trabajé como pescador. No lo hice por necesidad económica, sino por una mezcla de rebeldía contra las autoridades gubernamentales y de amor a la inmensidad del mar. Por eso confesé en la introducción a un poema: “Amo tanto la libertad / que anhelando graduarme de ingeniero / abandoné mis estudios / y me hice pescador”. Fue la época más feliz de mi vida. Me fascinaba el olor de
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la brisa, el ondular vibrante de las olas, el vuelo de las gaviotas, el apacible azul del cielo, la lluvia pertinaz en primavera, siempre con su tintineo de alegres cascabeles. De esas vivencias se fue impregnando mi alma, se alimentaron mis arterias…, y brotaron las espigas de mi poesía, años más tarde, convirtiendo el dolor de la áspera soledad en rosas blancas. De todos mis poemas escritos en prisión los que más siempre he querido son los que dediqué a los niños. Gracias a ellos mi alma atormentada se llenó de luz. Y en más de una ocasión volví a sentirme niño nuevamente. Y cabalgué sobre las olas en un potro de nácar, y fui alondra, y clavel y gota de rocío. A pesar de tan prolongado encierro puedo considerarme un hombre dichoso, un privilegiado, tal vez, del destino, porque tuve la oportunidad de conocerme a mí mismo y de descubrir la extraordinaria potencialidad del ser humano para sobreponerse ante la adversidad y las miserias del cuerpo y del espíritu. Creo que esto es lo más importante que hoy quería decirles. Compartir mi experiencia con ustedes ha sido para mí un acontecimiento bien gratificante, porque son personas identificadas con Alpha 66 en sus inquietudes y grandes añoranzas de hacer de Cuba un país donde la felicidad, el progreso y la paz puedan, en igualdad de condiciones para todos, más allá de las preferencias políticas, las creencias religiosas y las estructuras filosóficas donde enmarcamos nuestra actitud de cada día, ser realidades al alcance de todos los cubanos. Gracias por el honor de haberlos tenido entre nosotros, compartiendo este encuentro con la realidad histórica de la poesía del presidio político de Cuba, a la que esta noche de confraternidad y renovadas esperanzas he tenido el placer de presentarles bajo el título: “Poesía nacida entre rejas”. Miami, diciembre 3 de 2016
Ernesto Díaz Rodríguez nació en Cojímar, Cuba, en 1939. Estudió mecánica automotriz en la Escuela de Artes y Oficios de La Habana. Por enfrentarse a la dictadura comunista de Cuba fue condenado a 40 años de cárcel. El 23 de marzo del 1991, después de más de 22 años en las prisiones de Fidel Castro, gracias a una vigorosa campaña internacional, encabezada por el PEN Club francés, que en 1989 le otorgó la condición de Miembro de Honor, fue puesto en libertad y se le impuso destierro.Desde entonces reside en Estados Dramatur Unidos. Ha recibido numerosos premios por su labor en defensa de los derechos humanos, y entre sus libros publicados se destacan Un testimonio ugente, La campana del Alba, El carrusel, Mar de mi infancia, Rehenes de Castro, y Piedra sobre piedra. Sus extraordinarias memorias, Rehenes de Castro, fue publicado por Linden Lane Press.
Belkis Cuza Malé
Entrevista a ALBA DE CÉSPEDES se detiene en su infancia.
La Gaceta de Cuba, La Habana, noviembre-diciembre de 1977, pp. 26-27. Alta, rubia, con una personalidad fuerte, fumando cigarro tras cigarro, subiendo y bajando la voz hasta el susurro, con marcado acento italiano, la mujer que está sentada ahí enfrente, que mueve graciosamente sus manos, refleja allá, en el fondo claro de sus ojos, la visión de su antepasado, de un abuelo que, intuido ahora en su descendiente, no ha perdido ni vivacidad, ni energía. Es Alba de Céspedes, escritora, de madre italiana y padre cubano. Y aquí está ella para hablarnos –en esta tarde lluviosa, mientras el laurel mueve graciosamente sus ramas y hace correr aún más la brisa húmeda– un poco de su vida de escritora famosa que ha conquistado a miles de lectores en todo el mundo.
JULIO MATAS
“El hecho de ser nieta de Carlos Manuel de Céspedes fue muy importante para mí, porque en mi casa se hablaba siempre de política. Es muy raro el caso de que a una niña de cinco años el padre le diga: “Mira, Alba, también una mujer puede ir presa”. Yo le contesté: “Yo nunca iré presa, estate tranquilo, porque yo no robo, no mato a nadie.” Porque para una niña de cinco años una persona va presa si roba o mata. Sólo los asesinos, los bandidos. Y él me explicó a los cinco años que había razones políticas, que uno podía ir también preso. Es muy raro eso en las familias. Una niña es una niña, crece, se casa y se acabó. Yo empecé a escribir a los cinco años. Comprendí que era algo grave que había hecho, porque le dije a papá: “Yo no lo haré nunca más”. “Lo harás siempre”, fueron sus palabras. Yo he leído mi poema después de no sé cuántos años, porque uno cuando tiene Alba de Céspedes
“En una obra, en una novela, lo que me interesa son los problemas. Yo empiezo una novela y pienso escribir sobre un hombre o una mujer y enseguida veo a todo el mundo. Eso me pasó en mi primera novela, Nadie vuelve atrás; me metí en un lío, porque sin darme cuenta fueron ciento cincuenta personas. Pienso en un mundo de tres personas, y enseguida veo el mundo desde el punto de vista social, es decir, dónde vive esa persona. Si te veo y escribo de ti, enseguida –no sé por qué, no lo hago de propósito– me sale tu familia, de dónde vienes, de qué centro vienes y ahí está el problema de un grupo. Para mí es muy difícil ver a una persona aislada de sus orígenes”. El tintineo de las tazas de café, la luz azulosa que se ha posado suavemente sobre nosotros, parecía retrotraernos al tiempo de su abuelo, al mundo del quitrín y de las cargas al machete. Entre el humo del cigarrillo y el aroma del café, la conversación
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quince años piensa que son una porquería y que los de quince años son buenos Al contrario, son malos y aquellos son buenos. Papá guardaba un álbum con algunas de las poesías. En mi primer poema yo decía: “Ya es la noche y están las mujeres que han trabajado tanto, están en sus grutas…”. Porque yo quería decir como un bohío, una casa muy pobre; yo decía gruta porque yo no sabía. Y hay otro que para mí es muy importante. Es en un jardín y están los niños –esta poesía está hecha como una cosa muy alegre–, yo tenía siete años–. Están los niños y las niñas, con flores. Los alrededores son también muy bonitos, pero afuera de la reja hay un niño humilde y bello que mira mucho las flores. Este para mí es más importante que todos, allí están mis ideas políticas. La escribí en italiano. Entonces papá, al leer la primera poesía me dice: “¿Por qué tú escribes en italiano?” Y yo le contesté: “Porque la poesía es italiana”. Y te voy a decir por qué. Porque yo estudiaba entonces en Italia, estudiaba poesía italiana. Entonces papá me dijo: “No, la poesía es también española”, y enseguida me dio muchos libros de poesía española y escribí dos poemas en español, pero eran tan malos que papá me dijo:
“No, no, sigue escribiendo en italiano”. En 1936, Alba de Céspedes publicó Concerto, una colección de sus primeros cuentos. Luego vinieron Nadie vuelve atrás (novela), Fuga (cuentos), El mejor de los maridos (novela), Cuaderno prohibido (novela), Invitación a cenar (cuentos), Antes y después (novela), El remordimiento (novela), La muñeca (novela), Chansons des filles de mai (poemas) y Sans autre lieu que la nuit (novela). “Empecé a escribir y a leer y entonces me casé a los quince años, y a los veinte –con la ley cubana– el 8 de septiembre de 1931, me divorcié. Le dije a mi papá que yo lo que quería era trabajar, que iba a escribir. Y él me dijo una cosa muy justa y que mucho se lo agradezco: “Mira, a mí las señoritas que escriben un álbum no me gustan. Yo no te voy a dar dinero. Si quieres escribir tienes que vivir de tu trabajo de escritora. Porque las señoras que se quedaban escribiendo en un álbum hacen cosas estúpidas. Te voy a dar dinero un año y después al año siguiente, la mitad. Y si tú no haces nada, entonces vuelve a casa.”Y tuve la suerte de que mi
Belkis Cuza Malé
VIDA DE TULA Vida de Tula quedó finalista en el Premio Nacional de Biografía de la UNEAC en 1968, a la vez que Fuera del juego, de Heberto Padilla, resultaba ganador del Premio de Poesía. Vida de Tula, con prólogo del propio Heberto Padilla, había permanecido inédito hasta ahora. LINDEN LANE PRESS A la venta en Amazon
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primer cuento que envié –era en el 34– a un periódico de la noche, importante, y lo publicaron. Yo no conocía a nadie allí, tú no puedes imaginarte, pero era un periódico muy importante. Y me pagaron. Y en ese mismo año pasé al periódico más importante de Roma y fui periodista. Seis meses después ya era periodista profesional, y me dijeron que no necesitaba examen porque había publicado en todos los periódicos. Desde entonces, desde los veinticuatro años, vivo con mi dineroC Con esta mujer inteligente, con esta cubana que no ha dejado de serlo, a pesar de que todas sus obras las escribe en italiano, la conversación gira siempre en torno a su mundo de origen, a su isla, a la esquina de L y 23, a los recuerdos:. “Yo nací en Roma, cuando papá era Ministro, pero soy cubana, porque era en la Embajada. Me casé en París, porque papá estaba de embajador en París, y cuando ellos vinieron aquí por los años treinta, o un poco antes, creo, yo estaba en Italia, casada escribiendo. Cada año, más o menos, yo venía aquí. Después de la muerte de papá estuve tres meses, mamá estaba muy enferma y se imaginaba que vivía todavía en el tiempo en que papá estaba vivo. Volví unos meses después porque tenía una casita que me había dejado mi padrino. Porque mamá no tenía casa, estaba en L y 23, pero como inquilina. Y mamá se fue después para esa casita mía, en Marianao, en la calle 12. Mamá murió en el 56, yo vine y estuve aquí seis meses. Después, cuando triunfó la Revolución, volví por primera
Astrid Alcayaga: Comunication 2011 vez en 1967, pero desde el 65 ya me habían invitado a venir, aunque no podía, porque cuando estoy acabando una novela no puedo moverme. Vine en el 68, 69, en el 70, y ahora. Soy ciudadana cubana, claro. En realidad, nunca me he ido de Cuba y aparezco como vecina de Almendares, aunque ahora soy vecina del hotel donde vivo.” Ha dejado de llover. El tiempo es agradable, la conversación toma otros rumbos. Alba es una gran conversadora, una mujer que tiene mucho que decir. Pero es también la mujer más sencilla del mundo. Su elegancia, maquillaje, son expresión de su personalidad. A su lado uno siente que la 33
vida y los problemas no le han sido ajenos: “Estuve presa en Italia, formé parte de la resistencia francesa. Nunca he sido fascista. Siendo extranjera pude abandonar esos países, justificándome. Pero yo realicé siempre actividades antifascistas, y una noche vinieron…habían escuchado por el teléfono y afortunadamente sólo fue aquello, porque había más. Estuve presa un mes y medio. Me pedían más, pero papá fue maravilloso. Él estaba entonces en España (es decir, cuando había embajador de Cuba, antes de Franco), y naturalmente lo llamaron por teléfono. Entonces escribió una carta donde decía que “si mi hija está presa la culpa es mía, porque mi hija se crió en la idea de la libertad, porque es de una familia de patriotas, de una familia que luchó siempre affavor de la libertad desde el siglo pasado”. Era una carta bonita. “Estuve también durante el fascismo, con dos agentes a la puerta. Tres turnos, de ocho horas cada uno. Si tenía que ir a comprar cigarros, tenía
que decir: “Voy a ir a comprar cigarros.”Entonces ellos me acompañaban. En todo el edificio me miraban con miedo. Dos años, figúrate. “Después, cuando me vinieron a coger presa de nuevo, yo había huido de Roma. Mi marido y yo atravesamos la línea alemana. Estuvimos escondidos en una montaña, a mil metros de altura. Ahora es maravilloso, entonces, claro, era muy duro. Porque los alemanes mataban a todas las personas que descubrían. Hemos atravesado la línea y llegamos a Bari, que estaba libre, y durante un año y medio (porque toda Italia estaba libre) hablé por la radio patriota, que transmitía todos los días, también bajo los bombardeos alemanes, porque los alemanes bombardeaban las líneas de los Aliados. Y después al volver a Roma, he fundado la primera revista de política y literatura de la Italia nueva, de la Italia libre. En la revista han colaborado Togliatti, Croce, y todos los escritores italianos. La revista se llamaba Mercurio. “Durante once años he trabajado en el periódico La stampa, de Turín. Ahora vivo
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Amelia Peláez * René Ariza * Virgilio Piñera * Recuerdos de La Habana (fotosde la CHC) * Cuento de Lydia Cabrera * Ensayo de E. Labrador Ruiz * Partitura de María La O de Ernesto Lecuona * Revista de Cayo Hueso circa 1898 * Carta de Gertrudis G * Obituario y poema de José Lezama Lima * Carta a su hermana Eloisa de José Lezama Lima * Poema de Yadil Rodríguez * Ensayo de Yuray Torentino Hevia * Poemas de Franky de Varona * Ensayo de José Prats Sariol * Poema de O. T. Soca * Cuento de Roger Salas * Poemas de Alina Galiano * Pinturas de Sandra Dooley * Poemas de Francis Sánchez * Poemas de Gustavo Pérez Firmat * Homenaje al pintor, maestro Armando Gómez Peña * Cuento de Yoan Vega * Cuento de Cristiano M. Jaime * Poemas de Carlos Pinta * Ensayo del Dr. Abel Sierra Madero * Décimas de Maria Magdalena Cabrera Zamora * Pinturas de Agustín Miguelez * Cuento de Eric Beira * Poemas de Chicho Porras * El arte fotográfico de Rank Uiller Helix Infinitum por el escultor Armando Guiller * Dos cuentos de Osmán Áviles * Ensayo de Orlando Jiménez Leal * Ensayo en inglés de Rafael Díaz Casas * Dos cuentos de Rafael Piñero * Fotografía de María Badías 34
en París, y como mi marido tiene una casa en la URSS, durante cuatro años él fue allí Ministro frontera francesa, entre la frontera francesa y Consejero de la Embajada de Italia, y yo iba y Turín, un lugar que fue la cuna de la resistencia venía. “Nadie vuelve atrás estuvo prohibida en Italia, italiana, voy a verlo a menudo”. durante el fascismo y también Fuga. He hecho De Italia salta rápidamente a su país, su entusiasmo muchos guiones para el cine. El diálogo de Las por la Revolución la lleva a hablar de lo que le ha amigas, de Pavese, es mío. De Nadie vuelve atrás impresionado en esta nueva visita. se hizo una película, pero como estaba prohibida no lleva mi nombre. De La bambolona (La “Oriente está tan cambiado, que es casi imposible muñeca), también, con Tognasi. Cuaderno decir qué es lo que más me ha gustado. Tengo que prohibido se ha hecho para la televisión francesa decir, sin embargo, que todo lo que se ha hecho en y ahora tengo el contrato con un discípulo de el campo de la educación es extraordinario. Rossellini (Rossellini va a revisar, también la También me ha impresionado mucho el hecho de película), para hacer de nuevo Nadie vuelve atrás, que todo el mundo esté al corriente de la historia, en Italia. que antes nadie sabía nada. Y todos lo que se ha “De Cuaderno prohibido yo misma he escrito hecho en el dominio de la medicina, de la una obra de teatro que se ha representado en asistencia social. Por ejemplo, se me habían muchos países. perdido los espejuelos. Yo tendría que pagar 150 “En Cuba tengo un contrato que he hecho hace pesos para comprar allá unos espejuelos. Pues, algunos años con el Instituto del Libro, pero puede mira, la pérdida de unos espejuelos es grave, ser que por falta de papel haya sido más importante porque aunque la seguridad de escritores italianos publicar otras cosas, y no libros traducidos. No sé me los devuelve, lo hace un año después. nada. Tengo ese contrato firmado para utilizar la El hecho de que aquí nadie hable de dinero es traducción española de Cuaderno prohibido, que fundamental para mí, porque para los europeos aunque no es muy buena se puede revisar un poco. llegar a acabar el mes es muy difícil. Llegar a Y aquí, hasta ahora, se han publicado en Bohemia pagar el alquiler, la comida, todo lo que compran uno o dos cuentos míos”. a plazos, los impuestos (porque nosotros pagamos Y a pesar de que la entrevista ha finalizado, y de impuestos por todo), es muy raro, imposible. que la lluvia lavó las puertas y ventanas, han Naturalmente, hay gente que puede, pero no son quedado como vibrando en el aire sus palabras, su escritores, son otras cosas. dulce voz: Cuando yo hago el balance de todo lo que se ha “A favor de la Revolución lo hago todo, todo lo hecho aquí y de lo que se hará, me maravillo. Lo que puedo. También te lo diría, no aquí, en que importa es el número, no el bienestar de una cualquier sitio, en un rincón. Si fuera necesario persona, sino el bienestar de muchos. dar mi vida por la Revolución, la daría”. Cuesta trabajo lograr que Alba de Céspedes hable Belkis Cuza Malé (Guantánamo, 1942), poeta, de la escritora Alba de Céspedes, de sus éxitos. escritora, periodista, fundadora y directora de LLM, Pero, poco a poco, entre pregunta y pregunta, se trabajó durante diez años como redactora en La completa la respuesta. Gaceta de Cuba. Seis años después del llamado “Cada año se hacen muchas tesis sobre mi obra. Decirte de la crítica sería absurdo, pues tengo volúmenes de todos los países. Me han traducido a 33 idiomas. Hay idiomas como el japonés, el turco, el griego, el árabe. Yo creo que pronto me van a traducir al ruso. Con mi marido estuve en la
“Caso Padilla”, Alba de Céspedes concedió esta entrevista a Belkis, y mantuvo siempre la amistad epistolar con ella y Heberto Padilla. Aparecida originalmente en 1977, ahora la volvemos a publicar, gracias a la gentileza de la investigadora y profesora Lledys González, que prepara una ponencia sobre Alba de Céspedes.
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Matías Montes Huidobro José María Heredia (1803-1819) “El campesino espantado” (1818). La identidad nacional en un par de páginas. Muy temprano en las letras cubanas, José María Heredia forma parte del nacimiento del teatro cubano, con una insignificante obrita de visión ingenua, aparentemente inocua pero al mismo tiempo desoladora de nuestra existencia nacional, y particularmente habanera, con una perspectiva callejera del quehacer colectivo, como quien se introduce en una picaresca. La importancia protagónica de La Habana, en el imaginario popular, que de lo nacional salta a proporciones míticas, está ya presente, dada por un joven adolescente que no deja de asombrarse desde la perspectiva distanciada de un campesino espantado. Aunque los valores dramáticos de El campesino espantado, que escribe cuando tiene quince años, son realmente limitadísimos, particularmente frente a la producción monumental de su autor, la importancia de Heredia en las letras cubanas lo hacía merecedor de la inclusión que se hizo en La enciclopedia de Cuba. Su producción dramática incluye Atreo, Eduardo IV, Los últimos romanos y varias piezas inconclusas: Aristodemo, Moctezuma y Guillermo Tell, La muerte del César. Las peripecias del inocente campesino en contraposición con la malicia urbana, en este caso habanera, es indicativo de un par de cosas. Una de ellas es la más genérica de una aproximación realista, o cuando menos semi-realista, que se va a mantener por su cuenta en la escena cubana. La sucesión de episodios y encuentros de Juan, le da el corte de “apropósito” o lo que será después sketch radiofónico, asociado a la línea de lo popular, lo callejero, con su dosis de picardía que lo vincula a la picaresca en general y a la más inmediata, la de “resolver”, que ha sido tan representativa de la existencia cubana hasta el día de hoy, especialmente en los últimos años del Siglo XX, casi como modo de vida. La Habana ocupa ese papel protagónico dentro de lo cubano, una condición muy
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marcada inclusive por los que no lo eran, gibareños, camagüeyanos, sagüeros, matanceros, pinareños, que también señalan un péndulo significativo de la identidad nacional; una condición de “guajiros” de diversa categoría que van a dar una textura diferencial en oposición a “lo habanero”, siguiendo las pupila normativa del costumbrismo. El carácter “callejero” de una escena que se desarrolla en una calle no especificada, apunta ya a la metrópoli como escenario, iniciándose un discurso urbano de clase, que tiende hacia lo delictivo y lo mafioso. Precisamente el fango de las ruedas de lo que en el fondo no son más que “carretas pintaas” denota un enmascaramiento teatral de la realidad citadina, como se pone en evidencia por el sentido opuesto que se le da a lo que se dice: cada cual lo interpreta a su manera. De ahí que el “encuentro” presente de entrada un problema léxico, que se acrecienta con una malicia interna en el uso e
interpretación del lenguaje de acuerdo con los intereses de cada cual. JOSÉ: Jesús, qué pueblo tan grande, y qué casas tan bien hechas. Y las Iglesias, qué lindas, de oro y plata toitas llenas. Aunque too me ha salpicao con el fango de las ruedas de las carretas pintáas que se usan en esta tierra. El episodio con el esclavo anticipa además juegos verbales, que acabará convirtiéndose en un discurso obsesivo de los cubanos, conducente a no entenderse, al equívoco de la interpretación verbal que nos es característico. Detrás de nuestro lenguaje hay un subtexto que requiere el desentrañamiento, que es nuestro complejo modo de ser que no es tan simple como su engañosa superficie parece decirnos. En este episodio la confusión se acrecienta a niveles étnicos,
además de la ciudad vs el campo. El “chi chino” (“¿sí señor?, ¿qué sí que no?”) del esclavo, configura una contradicción que no comunica nada, quizás por hablar idiomas diferentes, o estar “recién llegao de Guinea” y que por hablar en bozal sólo conoce unas pocas expresiones. Este “malentendido” se convierte en una falta tal de entendimiento entre el campesino y los dos hombres que se llevan preso al esclavo al “Consulado”. transformado en “Can Salado” por el guajiro. El realismo evoluciona hacia un juego absurdista “piñeriano”, que se acrecienta de otra forma verbal cuando los hombres le piden al esclavo que diga si es cimarrón (“Di negro ¿eres Cimarrón?”), y al repetirlo el esclavo lo toman como una declaración de la culpa. De esta manera, casi de modo casual, en unas poquísimas páginas, Heredia hace un complicado recorrido (creo que sin deliberada intención) por aspectos claves del ser nacional y el teatro, [lo urbano habanero] demostrando irónicamente que las confusiones verbales y el pobre entendimiento del receptor puede tener graves consecuencias, como si repitiéramos un texto que no conocemos, como es
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VISIÓN 21 /21 Baltasar Santiago Martín Tomos I y II Este libro escrito en español e ilustrado con fotos a todo color incluye las entrevistas realizadas por el autor a bailarines de ballet, cantantes de ópera, actores y actrices, pintores, escritores y poetas, tanto cubanos como latinoamericanos, desde finales del 2013 hasta agosto del 2016, así como reseñas de libros y espectáculos artísticos de ballet, ópera, zarzuela y teatro presentados en Miami, Londres y Praga en ese mismo período.
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frecuente que hable la gente. Dentro de todo este sainete, Heredia no pierde la oportunidad de destacar la condición del negro en la sociedad cubana, que es la vertiente más seria del diálogo: HOMBRE 2: Todos los que se encuentra fuera de casa, al punto al Consulado los llevan. Allí se dan cuatro pesos al que los trae, y los dejan con su grillete, pasando gran trabajo y hambre fiera hasta que su amo lo saca de aquel lugar de miserias. Es sorprendente que Heredia haya podido decir tanto en una secuencia dramática que apenas llega a los quince minutos. No sólo respecto al teatro cubano, sino sobre la condición social, económica y política que reflejaba el coloniaje muy negativamente. El campesino espantado tiene mucho subtexto a partir del adjetivo “espantado” que hay en el título, porque en realidad es para espantarse. Condiciones básicas de la vida cubana y del carácter nacional están presentes [hasta hoy] y no importa si el joven de quince años que escribe la obra hiciera todo esto de forma casual, porque lo que escribió es el resultado. Esto coloca a Heredia en un lugar prominente en las letras cubanas ya que, según indica Virginia P. Suárez Piña en un trabajo reciente consultado por la internet, “El personaje del negro en tres obras del teatro colonial en Santiago de Cuba”, publicado por la Universidad de Oriente (Santiago [94] 2001), es Heredia el que introduce al negro “en la literatura de Santiago de Cuba en el período colonial”; y considerar, además, la posibilidad de que se deba a Heredia el usarse la palabra “cimarrón” por primera vez en nuestro teatro, que como he indicado juega papel tan importante en El campesino espantado. No hay en la obra de Heredia, quizás a consecuencia de sus quince años y de su personalidad, un tratamiento cínico del materialismo cubano, a pesar del “fango” que se desprende de la calesa habanera, representativa de una específica clase social. El significado apunta en otra dirección, a lo que no se dice, como si fuera un fango que nos ensuciara a todos. De ahí que El campesino espantado tenga más bien un tono ingenuo que resulta refrescante, sin la chocante sordidez que
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podemos detectar en el fondo de nuestra conducta, por lo cual resulta enigmática e inquietante.
Matías Montes Huidobro (Sagua La Grande, Cuba, 1931). Dramaturgo, narrador, poeta, y ensayista. Profesor Emérito de la Universidad de Hawaii, donde enseñó de 1964 a 1997. Ha publicado entre otros: Desterrados al fuego (1974), premiada y publicada por el Fondo de Cultura Económica, en México; Esa fuente de dolor (1997), Premio Café Gijón; así como libros de cuentos, poesía, ensayo y teatro. En el 2013 su obra La sal de los muertos se estrenó con gran éxito en Miami, en la sala de teatro Akuara, tras permanecer inédita desde que la escribió en La Habana en 1960. Su libro Un salmo quisiera ser, publicado por Linden Lane Press, en 2015, recoge toda su poesía. Este texto sobre José María Heredia fue publicado originalmente en su libro Del Areíto a la Independencia. Reside en Miami.
Nota de Libro Canek Sánchez Guevara:33 Revoluciones. Madrid: Alfaguara, 2016 Publicado por Alfaguara, ya está a la venta un libro que la editorial nos presenta como “una revolución literaria”. Se titula 33 REVOLUCIONES y su autor es Canek Sánchez Guevara (La Habana, 1974- México, 2015), nieto del Che Guevara. En la nota de contraportada de esta edición leemos que “33 REVOLUCIONES es la brillante obra póstuma de Canek Sánchez Guevara. Como si de un vinilo de 33 canciones se tratara, esta novela cuenta el día a día de un hastiado burócrata en una isla caribeña donde hay una constante verbalización: todos sus habitantes dicen lo mismo con distintas palabras; doce millones de discos rayados que se repiten una y otra vez. En el país nada funciona y a nadie parece importarle, pero el inconformismo del protagonista le hace distanciarse de los que lo rodean y buscar una salida de esa isla asfixiante”. He comenzado a leer el libro y tengo la sensación de estar penetrando, a través de un túnel, en la pesadilla que dejé en Cuba cuando salí al exilio. Se ha incorporado a esta edición un oportuno glosario de cubanismos que ayudará a muchos lectores a no perderse ni un solo matiz del estilo narrativo de este talentoso nieto disidente del Che.
MANUEL DÍAZ MARTÍNEZ
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