vOL. 38 38 Vol#38 VOL 3 No. 3
AUTUMN / OTOÑO, AUTUMN / OTOÑO, 2019 2019
Clara Morera
Queridos amigos
lindenlanemag@aol.com http://www.lacasaazul.org www.lacasaazulcubana.blogspot.com
Clara Morera: “Oshun Kole retablo”
Founded in March 1982 by Heberto Padilla & Belkis Cuza Malé Publisher and Editor: Belkis Cuza Malé Assistant Editor: René Dayre Abella Copyright © 2019 LINDEN LANE MAGAZINE Una subscripción a LINDEN LANE MAGAZINE en los Estados Unidos: $70.00 para individuos, y $90.00 para instituciones. ISSN 0736 - 1084 It is a publication by Linden Lane Magazine & Press PO. BOX 101582 FORT WORTH, TEXAS 76185-1582 2
Con este número de otoño, Linden Lane Magazine les presenta la obra extraordinaria de nuestra artista invitada, CLARA MORERA. Clara es una exquisita e incansable creadora, que sorprende con la inspiración de sus temas, y el trabajo meticuloso de su técnica laboriosa, única, realmente impresionante. Sus trabajos en madera son verdaderas joyas de artesanía y pintura, con el más hermoso acabado, al igual que todo lo que pinta en papel, y otras medios y técnicas. El tema afrocubano es en ella una expresión auténtica de su conocimiento y su amor por la idiosincracia popular cubana, con la cual expresa emociones, sentimientos, creencias y valores personales. “Árbol de la vida” se titula su pintura de nuestra portada. La comparo a Wifredo Lam, gran pintor, quizás el más conocido a nivel internacional de la plástica cubana, que llevó a su obra los mitos afrocubanos de una manera universal y dramática. Los poetas de este número son Lucía Ballester, poeta cubana recientemente fallecida; Pedro Pablo Pérez Santiesteban; Rodrigo de la Luz, Chicho Porras (cuyo verdadereo nombre es Félix Rizo, también prosista, con varios libros publicados, y fundador y director de la revista Rácata), todos ellos forman parte de este grupo de poetas cubanos que hoy les presentamos, en compañía de Mariano Shifman, poeta y cuentista argentino. En prosa: Antonio Ramos Zúñiga, una reconocida figura de las letras cubanas, con varios libros publicados, y especializado en la historia de la arquitectura (arquitecto él mismo) de los castillos y fortalezas coloniales. Jorge Menéndez, con una historia personal que podría ser tema para un libro, recorre la Calle 8 de Miami. Jorge Gómez nos relata los “fantasmas de su infancia”. Madalina Cobián, cuentista residente en La Habana, con la que asistí en Guantánamo a la escuela primaria, nos presenta esta historia que intuímos real. Y Santiago Rodríguez (Chago), mi vecino de infancia, pintor y cuentista, con textos de su próximo libro. Por su parte, Luis de la Paz reseña los dos tomos de Archivos Guantanameros, la obra monumental de Augusto Lemus Martínez. Feliz otoño, con muchas bendiciones, Belkis Cuza Malé Directora de LLM
Clara Morera nuestra artista invitada
Clara Morera
Carta de Reinaldo Arenas
Clara Morera: “Oshun Kole
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CLARA MORERA
Teresa Dovalpage. Foto Delio Regueral
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CLARA MORERA 5
CLARA MORERA
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Clara Morera
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CLARA MORERA 8
Clara Morera: “Self Portrait as Oshun Kole”
Clara Morera: “Oshun Kole”(Colección Maya Islas) Clara Morera: “Mayimbe wint Sarabanda”
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Clara en su estudio
Clara Morera nació en 1944 en Camagúey, Cuba. Esudió en la Academia de San Alejandro, en La Habana, y fue miembro fundador de la Brigada Hermanos Saíz de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba). Ha estado muy activa, pintando y exponiendo desde su llegada a Estados Unidos en 1988. Reside en New York. 10
CLARA MORERA nuestra artista invitada del número de otoño 2019
LUCÍA BALLESTER (La Habana, 1949 - Miami, junio 2019)
soleado soy una brizna de hierba que me muevo con la obediencia triste de un pupilo ahora está llegando a mí de alguna forma esta necesidad de hacerme al viento de que sólo una abeja me transite
una suma de frágiles combates
y estoy en pleno campo recibiendo
yo no puedo pedir al poema que vuele aquí a este puente al exacto momento en que te he visto y una suma de frágiles combates socavaron mi voz y te he perdido yo no puedo pedir al poema que converja en mi suerte y deshaga tu historia
Palas Atenea
piscis estoy hueca
Sellé un pacto de honor con Palas Atenea
como si inaugurara un pabellón extenso
al principio dudó
en la soledad
luego
y algo remoto
cumplió su palabra se transformó en una mujer común abandonó su brillantez pulió la joya de la inteligencia en secreto
desesperadamente mío llamara de entre las aguas y los gritos tribales en la certeza de que nada es propio
yo a cambio
siquiera
le ofrecí
esta frialdad de muerte
todo mi tiempo
que ofrece el ojo del pez
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pasajero Bukowski es otro pasajero de la tierra rumbo al credo de las putas a bordo del alcohol ungido en la palabra como si reluciera un astro del hilo de saliva labio y cristal cada noche de viernes
una onza de amor rogué por una onza de amor a madre ajena y un viento gélido marcó mi cara se fue la calidez de mis arterias
Clara Moera: “Manto de Oshun”
Lucía Ballester se licenció en Historia del Arte por la Universidad de La Habana (1978). Trabajó en el Archivo General del Ministerio de Cultura de Cuba y como asesora literaria en el Municipio 10 de Octubre de la capital cubana. Salió de Cuba en 1991, vía México. Desde 1992 residía en Miami. Reconocida poeta, escritora y artista plástica, Lucía mantuvo una trayectoria artística que la convirtió en una mujer de inspiración renacentista dedicada a la creación, tanto en las Letras como en el amplio mundo del Arte. Autora de los poemarios: Áreas exclusivas señalizadas (México, 1990), En la décima noche de Saturno (La Habana, 1992), Poemas domésticos (Miami, 2005), Una suma de frágiles combates (Madrid: Betania, 2005), Ojos incendiarios (Miami, 2014) y Una onza de amor (Miami, 2018). También publicó un libro de dibujos: Criaturas en peligro (Miami, 2010). Como poeta participó, presentando sus poemarios, en la Feria Internacional del Libro de Miami (2007 y 2018). Trabajos suyos se publicaron en las revistas cubanas El Caimán Barbudo y Revolución y Cultura, en las mexicanas La regla rota y El Faro, y en las norteamericanas Catálogo de Letras, El Diario de la Mujer y Linden Lane Magazine. Como bien señaló Jesús Vega en las palabras iniciales a su poemario Una suma de frágiles combates: “Acercarse a la poesía de esta autora es como reanudar un diálogo con un viejo amigo, con un cómplice de secretas nostalgias a quien recuperamos inesperadamente en una mañana de sol. En estas páginas se dan cita los fantasmas más queridos, los ecos amorosos de un corazón en celo, los rumores distantes de la niñez, y, sobre todo, la presencia de esa región invisible de la que nos llega “el rumor enemigo” que describe José Lezama Lima. Y Lucía Ballester, con su madura esencia poética, nos da las claves de esta saga, de este recorrido al fondo de uno mismo, en busca de la eternidad por la palabra, porque, como bien nos dice en uno de sus poemas: “estamos justo a punto de ser vuelo / de ser amos del aire y de las aguas”. Lucía Ballester nació en La Habana en 1949 y falleció en Miami el 23 de junio de 2019. (Editorial Betania). “Nuestro más sentido pésame a toda la familia y amigos de Lucía Ballester, a su esposo, el pintor cubano Rogelio López Marín (Gory) -una obra suya se reproduce en la portada del libro de poesía Una suma de frágiles combates-, y al hijo de ambos, Adrián López Ballester, que ilustró las páginas interiores de este poemario. Lucía Ballester Ortiz ha muerto en el exilio -como tantos otros poetas y pintores cubanos- pero su trayectoria humana y su fecunda obra (literaria y plástica) ya se ha sumado a las figuras más representativas de la historia cultural cubana… Además de destacar -de manera esencial- entre las voces desterradas de Cuba”. (Palabras de homenaje y recordación de la Editorial Betania a esta autora).
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Mariano Shifman EL ALMANAQUE ESTÁ DESNUDO
EL SABOR DE LA MANZANA El gato que me observa sólo aspira a disfrutar su condición de gato. Recostado en el sol de lo inmediato, no ruega eternidad y no delira. Satisfecho de sí, mientras se estira, copula o duerme, cumple su mandato: ser lo que debe ser, sin aparato, sin ayer ni mañana. Sin mentira. Digo gato y abarco al reino todo, con excepción del hombre y la serpiente: ambos saben que el tiempo es otro lodo. Trocaría las artes y la ciencia por una vida anclada en el presente. Padre Adán: ¿me devuelves la inocencia?
“Mañana es viernes”, dicen con anhelo, y lo repiten todas las semanas: van al trabajo sin rozar el suelo; alivian sus fatigas cotidianas. Muy bien haría en compartir sus ganas, en gustar el futuro caramelo; y sin embargo, dichas tan livianas apenas si las pruebo con recelo. ¿Qué sentir? Que la tregua se avecina -una isla en el mar de la rutina-; y también que los días, uno a uno, se alejan, tan sin gloria y tan sin frenos. Y entonces digo, siempre inoportuno, que un viernes más es sólo un viernes menos. Clara Morera: “Angel with Heart”
UNA PARADOJA BORGEANA Profesaba Platón y el infinito, pero también el Sur y Juan Muraña; su mente urdió la irrevocable hazaña de convertir el arrabal en mito. Universal, porteño y erudito, lo deleitaba una pasión extraña: transitar la remota telaraña de las olas vikingas por escrito. Quizá gastó sus últimas miradas sobre una arcaica saga escandinava; o entre kenningar, runas y baladas. Mas la ceguera se extendió hasta el colmo: el mundo de las letras lo admiraba, excepto unos letrados de Estocolmo.
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LA COMEDIA SOCIAL Las diarias relaciones laborales -de nueve a cinco en el octavo pisome inclinan al difícil compromiso de parecer igual a mis iguales. Debo opinar de divas y pañales, del trago que me eleva al paraíso; si me muestro apartado o impreciso lo traducen por áridas señales. No es mi culpa, tampoco es culpa de ellos que el mundo actual sea obra de plebeyos: admito mi tenor de oveja negra. Jamás suspiro por un nuevo auto; soy tan extraño, que hoy por hoy me alegra una nueva versión de Tito Plauto.
Linden Lane Press / Colección Ensayo
ROBERTO ARLT Desde aquí, liberado de la “diaria”, hoy me permito el lujo de estos versos, las sílabas contadas y los tersos acentos: ya me usó la maquinaria. En carne y hueso fui un escriba paria, de aguafuertes por kilo, de dispersos desvaríos, de locos y perversos, de podredumbre, odios y urticaria… Los sabihondos leyeron cualquier cosa: me afiliaron a Rusia y a Boedo, como quien clava a una mariposa. El compromiso… me importaba un bledo. Lo digo en sílabas, lo dije en prosa: la rabia fue mi trama y fue mi credo.
Heberto Padilla. El poeta que engañó a Fidel Castro, publicado recientemente por LLP, es más que un ensayo biográfico. Es un homenaje al amigo y al escritor, a quien Benigno Nieto admiraba y quería como a un hermano. Pero Benigno Nieto no sólo fue un entrañable amigo de Heberto Padilla, a quien conoció cuando ambos eran jóvenes, en los años 50, sino un testigo importante de la vida del autor de Fuera del juego. A la venta en Amazon
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SÖREN KIERKEGAARD El apellido significa cementerio en idioma danés. Algo huele a podrido en Dinamarca, sobre todo en el alto presbiterio: distantes del kerigma, del misterio; fervientes defensores de su arca. Algo huele a podrido en mi comarca y en mi mente: rehén de un cautiverio que no alivian el dogma ni el salterio; de un temor y un temblor que son mi marca. Sacrifiqué el amor, el sol, la calma, y no sé si he llegado hasta mi alma. Mi destino es la culpa, la inquietud, el frío que atormenta en pleno junio, la angustia con remaches de ataúd. Mi gran pasión fue siempre el infortunio.
EL DESEO El deseo es un barco a la deriva en el río de azar que lo propaga; es difícil saber en dónde estriba ni cuándo sale a flote o si naufraga. Se extiende en conjunción copulativa (es su gramática exultante y vaga). Se afirma a veces sobre una evasiva y en otras, viento en popa, se encenaga. El cauce del deseo es tan profundo como la carne primordial del mundo: ardor de barro antiguo y sin dragado. Yo, tú, él, polizones del deseo, bailamos su implacable balanceo, ignorantes del rumbo y del calado.
Clara Morera: “El tiburón sangriento es perdonado”.
MARIANO SHIFMAN (Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina, 1969). Poeta, que ha incursionado también en el género de cuento, es Abogado y Licenciado en Letras. Autor de varios libros publicados: Punto rojo (Primer Premio XI Certamen Nacional de Poesía, Editorial de los Cuatro Vientos, Buenos Aires, 2005), Material de interiores (Proa Editores, Buenos Aires, 2010) y Cuestión de tiempo (Poemanía, Colectivo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 2016). Participó como invitado en el Festival de Poesía de San Nicolás de los Arroyos en el 2015 y en el Festival Internacional de Poesía de Mendoza en el 2018. Ha recibido otros premios de poesía, y su obra ha aparecido en distantas publicaciones literarias, tanto en Argentina como en otros países. Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, neerlandés, portugués y catalán. Reside en Buenos Aires, Argentina. 15
Pedro Pablo PÉREZ SANTIESTEBAN Otro domingo más… Detrás del banco la mariposa gris. El mar y yo, yo y el mar, y el tiempo que diluye los sueños. Tras el lunes, la esperanza que vuela hasta que llega el domingo con su abrazo, su silencio, tu voz y también mi soledad.
El agua me hizo… El agua se hace manantial en mis pupilas. Me encierra entre burbujas de algodón para que mis oídos no escuchen otras voces. El agua se hace densa, ya no calma la sed. Se desliza como lluvia por mis poros, aun cuando mayo no está en el calendario. El agua sin quererlo, me hizo isla otra vez.
¿Dónde están las amapolas? Este es el jardín donde no nacen amapolas —ni rojas ni amarillas—, solo tibias azucenas desbordan su aroma sobre la hierba seca. Este es el jardín donde no vuelan mariposas, tampoco anidan las palomas. Es raro, extraño, sin color, —atravesado—, como diría mi abuela. Pero es un jardín, aunque no existan mis flores.
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Clara Morera: “Ursula and the 11,000 Virgins”
La casa Esta casa tiene sonido, sonajeros que bailan en la noche. Detrás de cada cuadro hay memoria, un sueño, quizás una aventura. El piso cruje y no es madera, es llanto milenario adormecido. Es una casa con techo de cristal expuesto a la piedra del vecino. Esta casa tiene cimientos en la mar, oscila entre las olas al amanecer donde se abren las puertas para que invadan las palomas. Esta casa puede ser un barco de papel…
La inquietante soledad de los domingos Aunque hay sol en la ventana corre la brisa gris sobre los árboles. Una tenue melodía se oculta en el asfalto. Hay voces, pero el sigilo impera. Detrás del cuadro de la sala se pierde la memoria, mientras mi cuerpo levita sobre la fría madera. Me sorprendo buscando la sonrisa y encuentro soledad entre mis labios. —¿Qué día es hoy, que está despoblado el pensamiento? —Hoy es domingo —responde la voz en el silencio.
PEDRO PABLO PÉREZ SANTIESTEBAN. Holguín, Cuba, 1957. Escritor, poeta y periodista. Estudió Licenciatura en Contabilidad y Técnica Periodística. Su obra ha sido reconocida por El Centro UNESCO de Cultura de Puerto Rico. Obtuvo varios premios, entre ellos el Premio Internacional de literatura AG 2012. Su libro Del otro lado de las costas recibió el Primer Lugar en la categoría de Mejor Historia de Ficción en el «International Latino Book Awards 2014». Ha publicado más de 20 libros en Estados Unidos, Cuba y España, en los géneros de poesía y narrativa. Reside en Miami.
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JORGE GÓMEZ Los fantasmas y mi niñez Un patio, en el que se escucha una novela radial distante donde además murmuran varias mujeres en patios contiguos estableciendo un espacio catártico diario, que cuenta entre las pocas satisfacciones de la tortuosa y lenta vida diaria. Nunca estuve tan triste ni mas seguro, resguardado por las tapias blanquecinas y la diaria atención de mis abuelos maternos y bisabuela. Mis juguetes: la caja rustica de herramientas de mi abuelo donde mi amigo predilecto era el martillo,
una jicotea que desapareció misteriosamente, jugar con la pila de agua, y finalmente subirme en cualquier cosa que me permitiera mirar sobre el muro los patios vecinos donde poco o nada sucedía, hasta que me regañaban y me devolvían a tierra. Allí los fantasmas pululaban mayormente en la noche, aunque a veces una mujer etérea iba detrás de mi abuela en la mañana mientras ella se dirigía a la cocina. Yo curioso y asustado la seguía con la vista. Un pasillo angosto era el
Clara Morera: “The Sacred Family”
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camino hacia esta casa que era exactamente la penúltima. Al final vivía Julia con su hijo y su esposo donde todas las noches me permitían ver la televisión. Me comportaba sumamente bien por temor a estropear el magnifico privilegio. Las enormes cucarachas caminando por las paredes rompían a veces el encanto y la armonía de la escena, porque a Julia la espantaban tanto como las ranas a mi madre. Yo a veces con hambre sin atreverme a decirlo ausentaba mi atención al televisor pensando en el puesto de chinos que había en la esquina con frituras de bacalao y helado de coco que entonces era mi preferido.
¿Por qué estaba yo allí? Teniendo seis años, mis padres, obligados por la necesidad económica, decidieron marchar a Estados Unidos por un tiempo con el propósito de trabajar y reunir algún dinero para emprender un posible negocio posterior ya de regreso; decisión de la cual se arrepentirían hasta los últimos días de sus vidas. Yo sería dejado al cuidado de mi abuela y de cierta manera protegido financieramente por mi tía paterna Ligia que era la única que tenia una holgada posición económica. Desde el punto de vista práctico todo estaba muy bien calculado, excepto que a nadie se le ocurrió que el pobre niño que todavía no entendía nada de finanzas perdería de un manotazo a su mama y su papa. Desde ese día que se marcharon cada vez que sentía el ruido del motor de un avión pensaba que mi madre regresaba o se estaba yendo otra vez. A veces lo expresaba a mi pobre abuela y ésta se inventaba rápidamente un dulce o el parquecito de la esquina. Mi bisabuela se sentaba en una esquina de la verja contigua a la acera repasando el Rosario y otras veces revisando reiteradamente algún billete de loteClara Morera:“Baba”
ría. Mi abuelo tenía un pequeño estante casero donde vendía cigarrillos sueltos y recogía clandestinamente números de la bolita, para un señor nombrado Macías. A esto le llamaban una vidriera aunque no tenía nada de vidrios. Una vez vi cómo la policía le daba porrazos a Macías hasta que lo dejaron tirado en el piso. En la casa contigua, con un envidiable portal que daba a la calle, vivía Isabelina con su mamá. Isabelina era una maestra negra jubilada, dulce y cariñosa, que invertía mucho tiempo mostrándome láminas y leyéndome cuentos. Una vez, por algo muy vulgar y racista que yo había escuchado sobre una riña callejera, en boca de unos muchachos mayores que se sentaban al frente de la casa, en medio de mi comunión literaria con mi amiga maestra le objeté: “¡Isabelina negra!”. Mi abuelo me saltó encima regañándome fuertemente a lo que Isabelina intervino diciendo: “Por Dios, Carlos, el niño no sabe lo que dice, déjemelo a mí. Y me pasé todo el resto del día en su casa entre halagos, cuentos y láminas. Sin duda ese incidente influenció de muchas maneras en mi futuro carácter y personalidad. El niño se enfermaba frecuentemente, no quería comer. El médico de la familia, doctor Lambert, que era muy amigo de la tía Ligia, al reconocerlo exhaustivamente y no encontrar dolencia física preguntó dónde estaban los padres. -“Díganles que tienen que volver urgentementemente”. Dos días más tarde regresaron a La Habana. Mi padre me cargó junto a mi madre y me abrazaban y besaban, caminando hacia la puerta. Ya en el pasillo mi madre me dijo: “Ve y despídete de tu abuela y dale un beso”. Corrí inmediatamente para encontrar a mi abuela sentada en la mesa del comedor sollozando.
JORGE GÓMEZ (La Habana, Cuba, 1950). Estudió periodismo en Yonker, New York. Desde su llegada a Estados Unidos, en noviembre de 1978, ha trabajado y colaborado regularmente en revistas literarias y prensa de New York y New Jersey: Diario La prensa, diario Hoy, ambos de New York. En New Jersey fue Editor del semanario El Mundo de Hoy y en el también semanario Avance, columnista y responsable de la página editorial. Colaboró en España durante varios años con la Revista Hispano Cubana donde dejó un legado de decenas de artículos. Es autor de tres libros publicados en Estados Unidos: Ese irremplazable recurso de la morfina, poesía, El Máximo Líder, cuentos y Los factores del acoso, relatos. Actualmente vive en Miami. 19
ANTONIO RAMOS ZÚÑIGA ESCENA HABANERA: EL CARTEL
dijo: “Oui, fotogénico, el imperialismo y las ruinas”. Todos se rieron. “Así se habla Michel”, dijo Arcadio e hizo una pose al ver al francés tomarle una foto. “Un chico se acercó y fue directo al francés: “Compañero, Allá arriba, al final de la alta pared del viejo edificio, ¿quiere que te presente una nena?” había resurgido el anuncio: Enjoy Coca Cola. Desde la acera, Lara le dijo “oye chama, otro día, preséntanos lechón por la esquina de la calle Reina, se veía claramente, a pesar asado y Cuba Libre, si tienes”. del azote del tiempo. Siempre reaparecía a cuanta lechada le El chico sonrió y se fue correteando. daban para borrarlo, a cuanto cartel de patria o muerte le Alguien que pasaba se paró al ver que Arcadio y el francés pusieron para taparlo, e incluso se habló de demoler el muro charlaban mirando hacia arriba. cuando los obstinados trazos grises sombreados de rojo “Oigan, no miren mucho el cartelito que trae mala suerte” afloraron abracando la imagen exorcista de Fidel que tenía y siguió su camino. Pero al cabo de un rato otras personas plantada encima como medida revolucionaria infalible. habían concurrido por la curiosidad. Apenas quedaba publicidad del pasado capitalista en las “Lo taparon hace unos días, pero ha vuelto a salir, parece calles, así que este cartel fue decretado por Arcadio como una señal”, dijo un señor de bigotes. “ave fénix de la nostalgia habanera”. Un anciano intervino: “Arqueología diversionista ideológica”, agregó Vera. “Fue un fallo quitar la Coca Cola, porque es como el café, “Bueno, el caso es que hay pasados que no mueren”, dijo si tienes hambre te la quita, muy rica por cierto”. Lara. Una señora le salió al paso: “Conozco un lugar donde no han podido borrar la “Ay, viejo, la Coca Cola tiene droga, con ella los yanquis propaganda de la Pontiac. Hubiera preferido un cartel colonizan a los pueblos”. imborrable de chorizos el Miño o de “Déjame drogado entonces, Clara Morera:“Sta. Barbara”. leche condensada Nela”, dijo compañera”, replicó el anciano. Arcadio. “Miren, ese letrero no lo quita nadie. Miraron para Michel, el francés Saben que ahora los chinos toman socialista que les acompañaba, Coca-Cola”, dijo uno de los curiosos. ocupado en tomar fotos de ruinas Más transeúntes se fueron juntando al urbanas para una tesis. “¿Cómo va coro de personas que discutía mirando eso?”. “Fantástico”, chapurreó en a lo alto (al cielo, a los tejados, a las español. ruinas, al letrero inmortal). Un transeúnte se detuvo de El francés les tomaba fotos. Se pronto y siguiendo el rumbo de las aproximó a Arcadio, intrigado: miradas, comentó: “¿De qué hablan?” “¿Qué harán ahora con ese “De lo hermoso de las ruinas y del monstruo? Ya se acabó la pintura”. ron con Coca Cola”. “Seguro tumban el muro”, dijo El francés soltó un expresivo “Oh, Vera. increíble” y continuó con las fotos. “Ya lo tumbaron los alemanes, Tomó fotos de una acalorada discusión socio”, acotó el transeúnte y siguió entre un joven que hablaba linduras del de largo. letrero y un hombre de canas que El francés venía diciendo algo: acusaba con voz altanera a la Coca Cola “Muchas ruinas, terrible, de terrorista y agente de la CIA. Tomó hermoso, una acrópolis, Hiroshima, fotos de gentes flacas, gesticulantes, el bloqueo americano es salvaje”. vestidas como quiera, que hablaban a “También el bloqueo ruso”. gritos, lo mismo del cartel de Coca Cola “Cállate, Vera”, dijo Arcadio. que de la falta de comida, discutían de Lo llamó aparte: “Debemos ser Numancia, de la Perestroika, del considerados con Michel, es mi bloqueo yanqui, de los balseros, de la amigo, él se dará cuenta de todo”. falta de papel sanitario… hasta que Lara apuntó hacia el letrero de pasó algo. Coca Cola y le preguntó al francés: La pequeña multitud se volteó “¿Viste aquel testimonio histórico?”. pasmada hacia el letrero. Los carros que Michel primero tomó una foto y
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tras ser desmantelada la biblioteca del congreso por orden del gobierno. Pero ahora eran otros tiempos. A finales de los 80, la bohemia mente abierta comenzaba a orbitar en el snob literario disidente soviético y checo, así como en la ensayística liberal capitalista. Los baratos libros de uso se iban agotando y las polillas habían pasado del boom de las letras latinoamericanas a una frenética curiosidad por los contenidos contestatarios. Fue cuando Camacho vio en el “arte reaccionario y contrarrevolucionario” y en sus heraldos vetados una mina de oro que le condujo al trapicheo de todo lo que oliera a lista negra y samizdat* ruso, checo y polaco. Ofertó a Milan Kundera, Vaculík, Sajarov, Pasternak, Solzhenitsyn, Bukovski, Brodsky, pura escritura prohibida. Se atrevió a vender a granel fotocopias de La nueva clase, de Milovan Djilas, El hombre rebelde, de Albert Camus, Camino de servidumbre, de Friedrich Hayek, Carta a Fidel Castro, de Fernando Arrabal, y las obras de George Orwell, Ayn Rand, Arthur Koestler, Hannah Arendt, Jorge Luis Borges, Cabrera Infante, Reinaldo Arenas y Heberto Padilla. También había circulado, jugándosela, el filme anticomunista de Costra Gavras: “La confesión”. Mary fue la primera que le dijo: “Ten cuidado, no te A Mendel, el de los libros metas con el monstruo, que Rubén cayó preso por leer a Ravines”. Pero ya era tarde para cerrar el negocio. Los ultra “No hay lectura más exquisita que la prohibida”, fue lo que lectores clamaban por los escritos de exiliados, desertores y dijo Camacho en la tertulia de los viernes en casa de Mary. revisionistas y por los clásicos poléTodos le ponían atención, gracias a él la Clara Morera: “Santísimo pájaro” micos, Sartre, Lezama Lima, Foucault, lectura no había muerto. Vendía y trocaba Marcuse, Trotski, Mañach, Gramsci, libros en falta y lo último en literatura Jorge Edwards, Werner Jaeger, Vargas proscrita, erótica y esotérica, más revistas Llosa, Carlos Alberto Montaner, Aron, extranjeras, entre ellas Playboy y Hola. Zamiatin, las biblias apócrifas. Por eso se las daba de “librero de la “¿Y usted que lee, Camacho?”, se cultura libre”. Y en cierto modo lo era, interesó Iván, un joven que se autoprolos comelibros y los disidentes les clamaba escritor independiente y agradecían tenerlos actualizados. nacionalista literario, hijo de una amiga “Dime, Camacho, si tienes de Mary. Archipiélago Gulap, de Solzhenitsyn, “Leo a Cirilo Villaverde, a veces a primera edición parisina en ruso de 1973, Goethe, a Ortega y Gasset, lo que me te doy lo que pidas”. No era la primera caiga que sirva”. vez que Chano, también librero, le ponía “¿Y qué cree de la literatura del en apuros, intentando quitarle la aureola hombre nuevo? de mago de los libros. “Y yo te doy lo “Si te refieres al realismo socialista, que me pidas si tienes cartas y autógrafos diría que es un irrealismo ruso intereoriginales de Fidel”. No dijo que tenía un sante, prefiero Tres tristes tigres que a cliente coleccionista de New York Sholojov”. interesado en papelería de comunistas Algunos rieron. Otros pusieron cara famosos. de espanto. Una espigada joven se acercó Chano sonrió y anunció que tenía el y le entregó un sobre de manila: “Me último libro de Frederick Forsyth, El gustaría que leyera mis escritos, soy cuarto protocolo, a buen precio. Aún feminista, la mujer nueva”. Sonrió vendía de este autor las novelas Chacal y sutilmente burlona. Odessa, y otras que eran populares en los “Claro, si todo es nuevo a mi alrededor 70, como El Padrino, de Mario Puzo, y Papillón, de Henri Charrière. En realidad . *Literatura prohibida, hecha a mano o meChano tenía más libros que nadie, lo canografiada, que se distribuía clandestinamente recordaban sacando en carretilla cientos en la Unión Soviética y en los países comunistas de libros del Capitolio Nacional en 1987, de Europa del Este. pasaban se detuvieron. Y en el foco de la cámara del francés apareció alguien conocido trepado a un muro cerca del letrero. ¡Increíble! Era el chico de la nena levantando una botella de Coca Cola en la mano. Gritaba, pero no se le podía escuchar. Bajó del muro y se acercó a los espectadores que le aplaudieron unos, y le advirtieron otros que no lo hiciera más. No hizo caso, simplemente dijo: “Un dólar por cabeza por el show”. En Francia, los colegas de Michel se rieron mucho con sus anécdotas cubanas y admiraron sus fotos de ruinas revolucionarias. Pero ninguno entendió que la Coca Cola fuera el refresco favorito de los cubanos si había sido abolida por la revolución, que se supiera. Mucho menos entendieron que un niño hiciera un show de Coca Cola y pidiera por ello un dólar por cabeza. “Es que así es allá”, les dijo Michel. “¿Cómo es, un show?” “No, allá es un mundo aparte, lo increíble, todos miran al norte, creo que esperan que Santa Claus los ayude a desaparecer las ruinas”.
GUSANERÍA DE LIBROS
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menos yo, de lo que me alegro”. Camacho dijo permítanme un momento y abandonó la sala. “Tenemos varios pedidos, Camacho”, dijo Mary cuando le vio sirviéndose un trago de “chispatren” en la cocina. “Hay interesados en Carlos Franqui, Belkis Cuza Malé, Baquero, Lydia Cabrera. Me encargaron algo del sindicato Solidaridad y “Conducta impropia”, de Néstor Almendros y Jiménez Leal. Ah, hay gente loca por informarse de lo que pasa en la Unión Soviética”. “Nunca había visto tanta hambre de libros, Mary. Hay que pensar en una imprenta por si se cae Fidel. Di que sí a todo tipo de pedidos, hay que surtirse de libros como sea”. Como sea quería decir putear por libros, robar en las bibliotecas, regatear con particulares, pero Mary lo hacía a su modo, conseguía de todo con sus amigos intelectuales de la UNEAC, a cambio de dólares. También le regalaba libros un enamorado de la embajada de México. Mary solía preguntarse de dónde sacaba Camacho libros extranjeros por montones cuando la isla estaba más cerrada que nunca a la penetración de libros tabú. Hubo una tertulia en casa de Fernando, el cineasta, que disgustó a Camacho la noche que iban a escuchar nuevas canciones de Celia Cruz y Willy Chirino. Una tal Sireni, rebuena y poetisa, reaccionó molesta cuando un tal Donato, apolíneo y filósofo, opinó que Martí había sido el culpable de la esquizofrenia antiamericana de Fidel Castro. “Martí fue el primer gen de la tiranía inmortal que vivimos”, enunció el joven. “Quée, mejor infórmate, chico. Martí era un demócrata limpio”. “Pero es cierto que criticaba a Estados Unidos”, metió baza otro presente. “Es el ídolo de Fidel”, dijo quien afinaba una guitarra. “Hablen bajito”, pidió Alejo, el pintor de arte que no se perdía ninguna tertulia. Alba encendió un cigarro, sin dejar de mirar fijo al filósofo: “A ti te lavaron el cerebro o qué”. “¿Qué tú crees, Camacho?”, intervino Ramiro. “Camacho di algo”, se escuchó una voz en la terraza. “Respeto las opiniones, no soy el areópago”, respondió Camacho. “Viejo, así no se vale”, protestó Alejo. “Martí era un demócrata antimarxista —dijo Mary—, pero por desgracia es el ídolo de ángeles y demonios por igual. No hay cubano que no lo quiera, es nuestro apóstol elástico”. “No era antiamericano, era antiimperialista, que no es lo mismo y de ahí la confusión”, dijo Alberto, el matemático. Camacho pidió la palabra: “Lo que importa es su grandeza, si las nuevas generaciones no lo quieren es porque no leen sus Obras Completas, tengo una edición de afuera en rebaja”. Entonces, vieron al joven filósofo incorporarse de la butaca y expresarle a Sireni: “Somos del mismo bando, te lo juro” y le dio la mano. Estallido de aplausos. Más tarde, Donato compró las Obras completas y le susurró a Camacho: “Me gusta tu amiga”. Camacho frunció el ceño: “Lo malo que es lesbiana, olvídate” y pidió que pusieran música de Benny Moré para quitarse el disgusto. Fue el hijo de un general quien hizo sonar la alarma. Un hijo con melena crespa de león, vestimenta cochambrosa friki y el Che grabado en una mochila. Tocó en casa de Mary en busca de Camacho. “Aquí no vive, ¿para qué lo quieres?”
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Dijo que venía de parte del artista Alejo, quería comprar discos y algo de leer de tema contracultural. Más tarde, al conocer a Camacho, se le abrió: “Quiero comprar material serio sobre la Perestroika y las disidencias políticas”. Para quitárselo de arriba, Camacho le recomendó visitar las librerías de viejo de Centro Habana. “Cuídate, esos libros son candela”, advirtió al joven. “Lo sé, pero conseguirlos es de vida o muerte, y si usted me ayudara”, extendió la mano y enseñó un paco de dólares. “No soy maceta de libros, muchacho, ve a la librería Canelo, allí hay de todo”. El joven no se movió del umbral de la puerta. Miró inquieto hacia la calle y sacó un pliego de papeles de la mochila. “Le vendo estas cartas, son del Che, mire, la letra es del Che, o se las cambio por libros disidentes”. “¿Dónde las conseguiste?”, preguntó Camacho, empezando a intrigarse.
Una selección de las traducciones que el poeta cubano Heberto Padilla (1932-2000) realizó en los años setenta en Cuba. La introducción, selección y edición corren a cargo del profesor, poeta y ensayista cubano americano Gustavo Pérez Firmat. A lA VENTA EN AMAZON
“Mi padre es general, tiene muchas cartas, nos urge leer esos libros, me dijeron que usted era el bravo de los libros, ayúdeme”. Camacho lo miró perplejo. No le gustaba la facha del muchacho, pero sus palabras sonaban a genuino lamento, a petición sincera. “Ven mañana a ver si es posible’, dijo y fue cuando el muchacho se identificó: “Soy Vladimir, se lo agradezco”. Ya se iba a marchar cuando Camacho lo detuvo: “Oye, ¿tú crees en Dios?”. “Hace unos días le pido que me ayude”, fue su respuesta y se marchó apresurado. “Sí, es el hijo del general Blas, ya retirado, pero son tan gusanos como nosotros”, le dijo Alejo a Camacho mientras terminaba un cuadro al óleo en su estudio. “Le regalé libros del exilio, pero no sé por qué el general se ha vuelto obseso de la literatura ilegal”. Contó que se conocían desde niños y que el general había estado algo implicado en el caso del general Ochoa y temía perderlo todo si ocurría lo de la URSS y Rumanía. Quizás leía al enemigo para conocer más de sus futuros fiscales y verdugos. Ay de los vencidos… “Hay hambre de samizdat, como si los herejes comenzaran a ser justipreciados, ¿no te parece? “¿De dónde sacaste esa palabra? Justipreciado. Me gusta”, dijo Alejo. “¿Sabes qué tengo?” “Ni idea, no me digas que sigues con Gandhi y Lanza del Vasto”. “Tengo algo mejor que eso, “Nulo y vacío”, un samizdat cubano, me lo pasó Gumersindo, el cleptómano de libros”. Camacho no se pudo contener: “Si es original, dime cuánto quieres”. “Es genial, ¿sabes quién lo escribió?, Pablo Sánchez”. El nombre de Pablo Sánchez impactó a Camacho, el joven idealista sicodélico había sido uno de sus mejores clientes hasta que muriera molido a palos por la policía. Insistió en cuánto quieres y Alejo solamente quedó en prestárselo “para que veas lo mal que está el alma de este país”. Al final acordaron intentar editarlo en el extranjero. Días después Camacho y Vladimir cuadraron el negocio, incluso el general dio a entender que quería leer la lista negra completa de libros censurados, sin importar el precio. Camacho se predijo un futuro de librero rico, pero no previó los imponderables. Agotó su reserva de libros rápidamente y Alfonso, su proveedor al por mayor, por primera vez le habló claro: “Se cayó el negocio, Camacho, se chivó la fuente”. “¿Le pasó algo a tu contacto de la embajada?” “Coño, Camacho, perdona, la verdad es que mi contacto trabaja en la Biblioteca Nacional, allí pare la vaca”. “Cómo coño se te ocurre venderme libros robados de la bi…”. “Cálmate, robar libros no es robar, lo dijo Martí, mejor te cuento”.
Explicó que la vaca era el “fondo verde”, un depósito restringido atestado de libros y documentos del enemigo, donde los empleados y el mismo director de la biblioteca metían la mano. “Nada de saqueo, Camacho, es el bisne del siglo, puros best sellers. Lo malo es que denunciaron el hurto de libros. La biblioteca está en candela, dice el director que hay que parar el relajo de la cleptocracia nacional o nos van a robar la patria, qué cínico”. Camacho también se sentía cínico y pobre de espíritu. Alfonso, qué hijo de puta. Ni le consolaba la dudosa frase de Martí. Se emborrachó, se sintió nulo y vacío y Mary le tuvo que soportar que se declarase el último librero ladrón del socialismo. El negocio se iba a pique en medio de una crisis jamás vista, la Opción Cero, el Apocalipsis, cero comida, cero libros, cero Perestroika. Fue cuando, para su sorpresa, el general le propuso un nuevo trato: vender libros viejos, antigüedades y obras de arte a los coleccionistas extranjeros. “¿Y de dónde sacamos las obras de arte?”, le preguntó a Vladimir. “Directo de la mata, los comandantes y los museos tienen de sobra”, respondió el muchacho. Fue cuando por primera vez Camacho llevó a Vladimir a una tertulia, donde lo presentó como “pino nuevo capitalista” y “pichón de librero”. Clara Morera: “La Maga”
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El éxito del nuevo negocio fue lo más cercano a un maná. Mary y Camacho, haciendo un balance, se dijeron: “Este muchacho nos cayó del cielo”. Alejo, por su parte, había comenzado su carrera de copiador de obras maestras. Y el general se proponía escribir un libro mea culpa con seudónimo, que redactaría Mary. Esto fue poco antes de que el general cayera preso y su hijo se largara en balsa hacia Florida. En esa etapa, Alejo aceptó una invitación de una asociación internacional de artistas plásticos y jamás regresó de Italia. De haber regresado, habría sido encarcelado por plagiar arte, según dijo alguien en una tertulia. También Mary, muerta de miedo, había escapado en balsa por temor a caer presa, sin dejar ni una nota. Camacho no podía creer lo que pasaba, pero no temió tener el destino en contra. Esperó leyendo libros clandestinos a que la policía tocara a su puerta, lo cual no sucedió. Qué extraño, qué puñetera suerte. Entonces, para subsistir, vendió manuscritos inéditos y un par de libros prohibidos escritos por exiliados cubanos y en la tertulia del erudito autodidacta Ramírez fue cuando se enteró de toda la verdad. Su amiga Mary, tal vez bajo presión de la Seguridad del Estado o porque era una espía infiltrada, había delatado a todo el mundo, menos a él. Qué extraño, qué suerte. Camacho no solía hacerle mucho caso a la chismografía y hasta poco antes de morir habló maravillas de su amiga Mary, de su cafecito, de su chispatren y de su manera de putear para conseguir toda clase de gusanería de libros. “…te digo que un libro prohibido en tu país significa infinitamente más que los millones de palabras
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que vomitan nuestras universidades”. Milan Kundera
ANTONIO RAMOS ZÚÑIGA, La Habana, 1953. Novelista y periodista freelance. Licenciado en historia del arte, con especialidad en restauración de monumentos históricos y arqueología urbana. Trabaja como proyectista de arquitectura en Estados Unidos. Se le considera un experto en arquitectura de fortificaciones cubanas. Es miembro de la Asociación de Amigos de los Castillos de Puerto Rico. Actualmente investiga la documentación cultural cubana archivada en México. Ha publicado libros y obtenido premios en sus trabajos en distintas materias: arte, historia, periodismo, literatura, arquitectura, monumentos. Tiene publicaciones en revistas de España, Estados Unidos, Puerto Rico, Argentina, México, Alemania. Ha publicado varios libros, entre ellos La ciudad de los castillos, las novelas Cornatel, el secreto español, y Bonos chinos. Su libro de relatos Los Desafectos, y el poemario Legado del forastero y la antología periodística Cuba sin la ropa puesta, se encuentran actualmente en proceso de edición. Ha recibido varios galardones, y en 2015 obtuvo el tercer premio en el concurso de arquitectura The Landford/Old Post Office, de Miami. Ha sido profesor de arte y literatura en Cuba, México, Estados Unidos y Colombia. Reside en México y Estados Unidos.
SANTIAGO RODRÍGUEZ Presencia de Chano Pozo Perseguido hasta el delirio por santos cundengues, nichardo de crin espesa y atormentada, fugitivo y a la vez esclavo de la piel de chivo convertida en tambó, se largó al Niuyork revuelto y brutal como sus uñas largas cuando agarraba la yerga lisérgica, el humo de la ensoñación bajo la nieve, bajo el hampa de una clave de sol, ven a mí, música, suénala. Qué Margarita Prior, la Maggie de las noches habaneras, incluyendo una sentadita en el Malecón y el arroz frito del Polinesio, hoy tengo solo un buche de café en el estómago, no encuentro dónde cantar, lo restituya en nuestra memoria a través de un viaje simbólico por las aguas del Caribe hasta las huestes de Guanabacoa entonando cantos a Papá Orula, orunmila lade, yeyé yeyé moro ifá, orunmila lade. Porque nunca dejó la vida fácil de ser completamente espontáneo. Porque nunca le gustaron los macarrones y las salsas espesas, sino una fuente repleta de berros con vinagre y aceite de oliva. Enano gelsomino en las calles del jazz. Que se le coló Clara Morera: “Vases”
y lo cambió de pura ley. Porque el que nace para sonar o hacer ruidos dios es entre los mortales y su camino libre de obstáculos. Sin suficiente pan ni patria en las costillas. A bocanadas de escarcha y madrugadas impermisibles, pero con su destino a cuesta. Resiste, resiste, mi negro lindo. Se fajó y acabó mal. Una puñalada en el vientre o un tiro en el ombligo le arrancó notas de sangre a la historia de la música. Que no lo supo él mismo ni siquiera nunca. Y más que muerto, trapero, digamos como todos saben que fue su grito de guerra cuando tocaba, a la piiin…gá, caballeros.
Presencia de García Caturla Iba Juan por un camino a las afueras de Remedios con sus zambias y sus collares cuando con el enemigo dio. Miró bien al enemigo, parece listo, pero este no le respondió. Cuando le respondió ya de verás al suelo lo lanzó. Y en la manigua, al ojo de la lechuza, se enfrentaron a espuelas y qué sabe Dios. Lo cierto es que uno quedó muerto y el otro se jodió. Con un palo de mamoncillo el cráneo se lo partió. Junto a la orilla de un río, el Yayabo por demás, la policía lo descubrió. Todos hacia el pueblo fueron y el juez o fiscal Caturla lo condenó. El muerto no respondió. Y el condenado que no, que no, que no puede haber sido así, no. La historia la cuento yo que vide y no otro, ¡oh! Iba yo por un camino cuando el enemigo sorprendió. Por viejas rencillas de una gallina clueca que mi perro le comió. Y por la espalda traidora, aprovechando la ocasión, el dedo me empujó, para que te hagas hombre, cabrón. Ay qué honor, qué vigilia mi moral desarrolló. Agarré un palo de mamoncillo y se lo partí en dos. Me declaro inocente porque nada de lo que allí ocurrió se vio. El juez o fiscal Caturla, en su musaraña negra, qué ritmo, qué pentagrama, sin oír explicaciones la sentencia dictó. Y no estando el reo conforme de tantas leyes pasadas entre rejas y más rejas la venganza discurrió, cuando cumplió porque cumplió, a la puerta de su casa una tarde lo esperó y con un cuchillo de buey, arranca pescuezo, el corazón le arrancó. Pobre ojos azules, el fango se los comió. Pobre García Caturla, joven el hoyo te tragó. Pobre Mar de las Antillas, su muerte no reparó. Tres lúgubres danzas cubanas sonaron a su favor. Y tú que me decías que ese río no salía más, está en la calle, con su último detalle. La música perdió a un hijo grande. Dolor.
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Arriba, muchachitas, tienen que llegar al cielo y dar mucha cintura allá arriba, la sonrisa a todo meter mientras las llenan de luces y de cohetes. Cadencia, quiero cadencia ahora mientras sale la bolerista. Qué mienta, que me haga su maldad feliz. Yo ya me acostumbré a vivir de las mentiras.
SANTIAGO RODRÍGUEZ
(Guantánamo, Cuba, 5 de octubre 1940), Escritor y pintor, cursó estudios de ingeniería química en la Universidad de Oriente (Santiago de Cuba). Arribó a La Habana en 1965. Allí conoció a Antonia Eiriz y se inició en la pintura. Premio del Primer Salón de Pequeño Formato. Llega a Estados Unidos en 1990 y retoma intensamente el trabajo de escritor junto al de pintor. Su primera novela, La vida en pedazos, recibió numerosas críticas, algunas alarmantes. Amante fervoroso del cine, cinco libros de cabecera sobre el tema han hecho exclamar a muchos: “este señor ve películas hasta por los codos”, y la forma particular de interpretarlas y su audacia le pueden quitar el sueño a cualquiera. Chago, como le conocen todos, reside en Miami.
Cloud Editions Clara Morera: “Macorina Pon, Pon”
María Eugenia Caseiro COLORATURAS
Presencia de Rodney Una vez más este paraíso bajo las estrellas tiene el gusto de presentarles su grandioso show de fama internacional bajo la dirección de ese Ziegfield cubano, el gran Roderico Neyra, titulado, “Tití Mandinga”.
A cantar todos La noche de anoche por delante. Qué noche la de anoche por detrás. Tantas cosas de momento sucedieron por delante. Que me confundieron por detrás. Estoy aturdido por delante. Yo que estaba tan tranquilo por detrás. Disfrutando de esa calma por delante. Que nos deja un buen amor por detrás. Que ya pasó por delante. Qué tú estás haciendo de mí por detrás. Yo estoy sintiendo lo que nunca sentí por delante. Es muy profundo mi deseo de tí por detrás. Te lo juro por delante. Nada es nuevo para mí por detrás. La noche de anoche por delante. Revelación maravillosa por detrás. Que me hace comprender por delante. Que yo he vivido esperando por tí por detrás.
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CHICHO PORRAS Tú y yo .
Tú y yo podríamos Compartir un poco de silencio Hacer de nuestro espacio Un montón de aire hueco Donde no quepa jamás ni la mentira Ni el desamparo. Tú y yo podríamos manosear Las gotas de un aguacero, Para dejarnos transportar con el polen de las rosas Hacia las tiras blancas De las nubes de marzo.
Tú yo trataríamos de cruzar un río Bordear una montaña Subir un árbol Caminar sin cesar por un sendero Que, aunque sendero y rumbo No nos lleve a lugar alguno… Tú y yo sabríamos crear letras De un esquema, Sonidos de un eco Calor de una mañana de sol… Desnudarnos los dos Como si fuera la última vez
Clara Morera: “La Party-Papaya”
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Embarrarnos con el fango de una ciénaga Y saborear el agua de un mar Que todavía no tiene nombre… Nosotros, tú y yo, el mundo Las miles de visiones y revisiones Las penas y las tristezas La angustia y el sufrimiento… Así borrar de un solo golpe Con dos dedos de una mano La maldad que pudiese Reventar las ilusiones que nos llaman… Tú y yo y yo y tú Con una flor en la mano Con un espejo lleno de luz Con una noche de estrellas alternando Tú y yo y pan con la mesa que cojea, Una copa de sueños en la mano Unos labios llenos de plumas… Sabiendo que no estaremos nunca solos Que si volteáramos -por casualidad- la cara hacia el otro Lado de este mundo blanco y caracol Miles de hombres y mujeres Niños y viejos…. Estarían caminando sobre las huellas que vamos dejando atrás Con nuestros pies descalzos.
CHICHO PORRAS, poeta y escritor cubano, cuyo verdadero nombre es Félix Rizo. Ha publicado varios libros de cuentos, y es el fundador y director de la revista literaria Rácata. Vive entre Miami y Portugal.
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Cernuda Arte Exhibits at EXPO Chicago 2019 (Sept. 11, 2019 - Coral Gables, Fla.) - Cernuda Arte is proud to announce its participation in EXPO Chicago 2019, which will run from Friday, Sep. 20th - Sunday, Sep. 22nd with a VIP Vernissage opening on Thursday, Sep. 19th, in the Festival Hall at the historic Navy Pier. Cernuda Arte is honored to have been one of the founding galleries of this event, exhibiting every year since EXPO Chicago’s inception in 2012. In fact, the gallery's participation in Chicago-based art fairs extends back even further, making this their twelfth straight year of exhibiting at international art events in the Windy City. For EXPO Chicago 2019, Cernuda Arte has curated a major show of over 90 works by seventeen artists, ranging from emerging contemporary figures to internationally renowned deceased masters. Cernuda Arte will be presenting eight works by 20th century modern master Wifredo Lam, (1902- 1982), spanning more than three decades of the maestro’s life and spotlighting his multidisciplinary breadth by featuring paintings, ceramics, drawings, and sculptures. Wifredo Lam’s sprawling cross-cultural corpus explores social justice, beauty and spirituality through an inimitable style which references African, European, Caribbean, Asian and American art to develop a language all its own. Lam’s peerless run of blockbuster exhibitions in the last three years has included solo shows at Paris’ Centre Pompidou, Museo Nacional Reina Sofia in Madrid, London’s Tate Modern, and a feature in a group show at New York’s Solomon R. Guggenheim Museum, among others. Miguel Florido, (b. 1980), will be traveling to the United States as a visiting artist to attend EXPO Chicago 2019. Cernuda Arte has exclusively represented Florido worldwide for seventeen years (since 2002) and is proud to be presenting thirteen works by the virtuoso in their booth. His hyperreal style, at once poetic and meditative, has dazzled collectors internationally. Cernuda Arte will be exhibiting nine works by the visionary Juan Roberto Diago (b. 1971) in advance of the artist’s upcoming major retrospective at University of Miami’s Lowe Museum from Oct. 24, 2019 to Jan. 19, 2020. A leading member of the contemporary Afro-Cuban movement, Diago aims to course-correct historical narratives by giving voice to the marginalized in his provocative, mixed media
work. In addition to these special highlights, Cernuda Arte will be showcasing works by René Portocarrero, Gina Pellón, Manuel Mendive, Alfredo Sosabravo, Roberto Fabelo, Vicente Hernández, Irina Elén Gonzalez, Joel Besmar , Giosvany Echevarría, Sandro De La Rosa, Lilian Garcia-Roig, Clara Morera, Jorge Luis Santos, and Danuel Méndez.
Cernuda Arte
3155 Ponce de Leon Blvd Coral Gables, Florida 33134 Telephone: 305-461-1050 Fax: 305-461-1063 Email: cernudaarte@msn.com Gallery Hours: Monday - Friday 10:30 a.m. - 6:30 p.m. Saturday 12:00 p.m. - 6:30 p.m. We Buy, Sell, Certify, and Appraise Cuban Art 29
RODRIGO DE LA LUZ Personas Personas de una dignidad engañosa. Abrieron la gaveta de los trucos. Asomaron su rostro al mar sin viento de la noche. Afianzaron, multiplicaron sus poderes. No contentos con todos sus dominios; extendieron la cerca. La extendieron. La extendieron. La extendieron. Hasta robarse la opinión del mundo.
Paisaje del futuro Han construido una escuela para rubios. En lo que fuera la zapatería abrieron un local para la compra y venta de cocuyos. A la montaña sembrada de micrófonos la riegan día a día. (Corpulentos verdugos y sicarios enclenques). El indigente que abre la puerta del tranvía tiene un gran parecido a la guasasa. Grillos y grullas custodian el jardin. Hace unos días cuatro golondrinas cayeron por el embudo hacia el petróleo.
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Clara Morera:“El ángel del pueblo”.
Del amor y del odio Sobre tiesos caballos danzarás. El sol que baña al árbol, te bañará los senos. Proclamarás nuestro unión a grito vivo. Ungida toda tú como una reina gozarás de miradas y de aplausos. Seré tu admirador y al mismo tiempo me venerarás. Los más forzudos brazos sujetarán tu altura. Serás la filosófica extensión, la excepcional y noble libertad. Hay amor, tienes parecido a la gacela. Tu fino estilo, me ha convertido en un furtivo predador.
Clara Morera:“Baba”
Hermanos Dos sórdidos hermanos se incorporan. Concurren entusiastas. Realizan un acto de bondad y de fe. Otras veces gamberros y hostiles riñen por una deuda no saldada. Se enfrentan como tigres, escapan a una nube de insultos y soberbias. Despreciativos vuelven, aún cuando la ira no ha cesado. El enfado se asoma en esos rostros . Hace estragos terribles que luego poco a poco el amor vence: Atrás queda todo el abatimiento, la niñez inhumana, la crueldad inocente. Se respira de nuevo en una idea noble, transparente y amable. Se vuelve a la concordia, al dogmático amor, a la esperanza.
RODRIGO DE LA LUZ (Cuba, 1969), es poeta, escritor, y artista plástico. estudió actuación en el Teatro Nacional de Cuba. En el género de la plástica se destaca por su creatividad. Tiene pblicados cuatro poemarios y un libro de cuento. Ha participado en diferentes ocasiones en la Feria Internacional del Libro de Mami, donde presentó su libro Cien hombres, una mujer y otros delincuentes. Su voz ha estado presente en varios programas de radio, así omo su obra ha aparecido en revistas, tanto impresas como en el internet. Desde 1998 radica en Miami. 31
JORGE MENÉNDEZ Un paseo por la Calle 8
Salgo de mi edificio de bajos ingresos por la calle 8 hacia el west, o sea hacia el oeste por donde se pone el sol. Todo está lleno de romerillo y de poinsettias rojas en los arbustos. También los homeless ocupando los bancos por el camino y algunos Testigos de Jehova con sus revistas y folletos. A veces converso con los homeless, aunque a ellos no les gusta hablar sino que les den algún dinero, y los Testigos predican sin cesar sobre su religión y te enseñan versículos de la Biblia. No puedo descifrar el alma de los desamparados ni el fanatismo religioso de estos que no admiten ninguna discusión ni controversias acerca de sus creencias. La calle 8 está sucia, y cuando llueve se pone peor, los turistas pasan sin ver nada, hasta que no llegan al Parque del Dominó y a los museos donde están las pinturas y los frescos y caricaturas de Aristide, pero eso está más allá de la 17, y yo camino rumbo al oeste, hacia el supermarket Sedano para comprar algunas cosas que me hacen falta para mi frugal existencia de hombre solo y de la tercera edad. En uno de los bancos veo a la madre y a la hija hablando solas, son mujeres sin hogar, llenas de trapos y de cartones que les sirven como colchonetas por las noches, cuando se tiran o se acuestan para dormir en un banco, las dos una a cada lado, una apretada al lado de la otra en un alarde de flexibilidad. Las miro con lastima y les doy algo cuando puedo, pero la madre tiene mal carácter y me mira con
cierto asombro mientras apuro el paso para no verlas hablando con el viento, ajenas la una a la otra. Al fin llego al Sedano y compro mis cosas, regreso al edificio mirando las mismas cosas, el romerillo, las flores y los arbustos, la calle sucia, los homeless y los turistas que pasan. No puedo descifrar el alma de nadie, los Testigos me saludan y me conocen. Paso con cansancio y me meto en mi edificio de bajos ingresos y subo a mi apartamento del segundo piso donde me espera la soledad de siempre, la que cantaba el poeta y el cantante, la de Rolando Laserie y la de Góngora.
Los relatos de la Sierra Los relatos de la Sierra, como yo les llamo, se refieren a la llamada Ofensiva de Verano o fin de Fidel; un plan militar que redactó o creó el Estado Mayor de la tiranía de Batista contra los reductos rebeldes en la Sierra Maestra. Un plan que comenzó en el verano de 1958 y que tenía el objetivo de destruir para siempre la amenaza de una guerrilla que ya llevaba casi dos años de supervivencia en las montañas orientales. Este tema siempre me interesó, no sólo porque lo viví intensamente cuando caí prisionero de las guerrillas, pues yo era enfermero anestesista del Ejército constitucional, sino porque realmente constituye un milagro de sobrevivencia.
El Hospital Rebelde
Linden Lane Press
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El Hospital Rebelde Mario Muñoz se construyó
lindenlanemag@aol.com
rápidamente en la vertiente sur de la Plata para afrontar todos los problemas médicos y sanitarios que ya se presentaban cada día. Fue una obra eficiente y bien hecha, toda de madera y cubierta de un follage espeso que la hacía completamente invisible desde el aire y que nunca fue blanco de las bombas que los aviones dejaban caer por los alrededores. Mas que un hospital para enfermos y heridos fue también como un centro social y de reunión donde se albergaron oficiales prisioneros del ejercito enemigo, y donde se discutían ideas y conceptos de la lucha armada y hasta se oficiaron bodas y misas por el Padre Sardiñas, que fungía como sacerdote o capellán de la Sierra. El doctor Ordaz era evidentemente un ferviente católico y tenía además una capacidad de trabajo increible, porque cuando no estaba en sus labores de médico o de anestesista, agarraba un serrucho y se ponía a picar tablas como el que más y recuerdo que construyó un caminito como a 50 metros, lejos del Hospital, donde hizo una letrina sanitaria para uso de todos, que fue un éxito entre sus compañeros y que fue bautizada como "La via fecal". Con el tiempo por allí pasaron todos los médicos del Ejercito Rebelde: el Dr. Martinez Paez, que fue el primer medico de la guerrilla; el Dr. Vallejo, que había sido veterano de la Segunda Guerra Mundial, con su asistente, un enfermero de apellido Lara, y el Dr. Fabio Vázquez Rosales. El director siempre lo fue Raúl Trillo, en su papel de cirujano, y como su ayudante y alma del hospital, el Dr. Bernabé Ordaz. El mes de Julio fue un mes decisivo para la guerra. El día 10 comenzaba el combate del "Jigüe" y ese mismo día, un proyectil de mortero, disparado por el Coronel Sánchez Mosquera desde Santo Domingo, caía sobre una casita, situada en las faldas del Monpié, hiriendo gravemente a dos combatientes rebeldes que fueron a parar al hospital, donde fallecieron por
profundas quemaduras. Era la primera quincena de julio de 1958, por el oeste, el Batallón 18 del comandante José Quevedo entraba en el Jigüe luego de haber atravesado numerosas emboscadas desde su arribo a la zona de Operaciones por la costa Sur de La Plata. El Ejercito Rebelde lo sitió en aquel lugar y lo inmovilizó de tal manera que los hombres de Quevedo no podían moverse ni para tomar agua del rio Palma Mocha. Todos los refuerzos que le mandaron para librarlo del cerco fueron aniquilados por las emboscadas rebeldes desde la costa sur hasta el Jigüe. Al cabo de unos diez días de combate la situación era desesperada, tanto que hasta algunos rebeldes se permitieron entrar en las líneas defensivas del Batallón para brindarles a los sitiados un poco de agua y de comida. Esto desmoralizó tanto a aquella tropa que ya no tenían ninguna capacidad combativa y se dice que hasta el propio Fidel entró para conversar con el comandante Quevedo, darle una carta y pedirle la rendición honorable de su Batallón o la muerte por hambre y por sed. Asi fue la rendición del Batallón 18 en el Jigüe. Todas las armas fueron entregadas al Ejercito Rebelde: más de 400 fusiles Garand y Springfield, morteros y bazookas, ametralladoras calibres 30 y 50, carabinas M-1, etc, solamente podían retener sus armas cortas el comandante Quevedo y todos los oficiales rendidos de su tropa.
JORGE MENÉNDEZ (La Habana, 1935), de niño vivió durante un tiempo recogido en la Casa de Beneficencia. Tras realizar estudios de enfermero se alistó como tal en el Ejercito, y estando con las tropas, fue hecho prisionero por las guerrillas. Ha publicado en la revista habanera Ciclón, dirigida por Virgilio Piñera, y en otras. Reside en Miami.
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MADALINA COBIÁN Carlitos Malecón
El calor de la veraniega tarde me hizo caminar Prado abajo, buscando el Malecón. Mi amiga Rosita me seguía a corta distancia mientras me decía: “Ahora cuando lleguemos al Malecón, seguro que podremos encontrar un lugar donde tomar un refresco”. El sol seguía tan bravo que era imposible sentarse en el muro, como regularmente podía hacerse de noche, para coger fresco. Encontramos un kioskito con toldo en la acera de enfrente. Nos sentamos a una de esas mesitas con asientos pegados y una sombrillita. Era la única mesa que quedaba vacía. Las otras estaban ocupadas con gente joven, me parecieron a mí de primer momento, que tomaba cerveza o soda y escuchaba música en un grado alto de volumen. Mientras tomaba mi refresco, mirando al mar, comencé a relajarme y fue cuando reparé en las personas que me rodeaban. Las parejas no estaban compuestas por jóvenes precisamente. Más bien podríamos decir que estaban compensadas, equilibradas. Lo que le faltaba en edad a uno de sus miembros, le sobraba al otro. No había una uniformidad en la lengua. Se escuchaban fragmentos de
inglés, francés e italiano, y hasta el acento castellano de algunos, acento de charro en otros, mezclado con la jerga popular cubana. Pero había una lengua común denominadora entre ellos: la atracción mutua, que complementaba el acercamiento por medio del universal lenguaje mímico. Rosita y yo nos miramos y empezamos a tratar de adivinar de dónde era cada cual, a guisa de entretenimiento, mientras tomábamos el fresco y ya de paso hacer nuestras propias especulaciones sobre lo que estábamos viendo, pues era algo que nos divertía. Desde una mesa, un joven solitario, parece que tratando de adivinar lo mismo, nos miraba. Quizá pensando qué podríamos estar buscando ambas y en qué podría él ayudarnos. Parece raro encontrar en este país a dos mujeres, pasadas de las cinco décadas, buscando algo en que entretenerse, que no fuera precisamente lo mismo que buscaban los otros a su alrededor. Por la mente de nadie pudiera pasar que fuéramos dos viejas con calor. Por fin, se arriesgó y acercándose nos preguntó: “¿Canai hepiu? ¿gueryufrom?” “De dónde mismo eres tú, cubanito”.- contestó Rosita. “Y no queremos nada más que coger fresco”.--agregué yo.
ILUSTRA ESTE NÚMERO nuestra artista invitada Clara Morera
Clara Morera: “La Copa. Tree of Life”.
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El muchacho, de profesión “jinetero”, se echó a reír y nos dijo: “Disculpen, señoras. Es que aquí viene tanta gente… así que… ya ustedes saben… Yo me gano la vida buscando “puntos”… Tengo que hacer amistad con todo el que viene. Estoy luchando… hay que luchar”. Mi amiga Rosita, periodista al fin, no perdió la oportunidad de hacer una entrevista, con fines no oficiales, pero sí curiosos, y comenzó a hacerle preguntas sobre su profesión, que él contestó, satisfecho y seguro de que lo que estaba haciendo era lo que el momento exigía que se hiciera. El resultado de sus respuestas y anécdotas es la experiencia que él mismo viviera durante su estancia como paciente en el Hospital Calixto García de la Habana y nos narrara: “¿Te duele? ¿No puedes dormir? Si no puedes dormir, dímelo sin pena”. Así me decía el enfermero cada vez que pasaba frente a mí cama en la Sala de Observación del hospital Carlitos Carcía (forma en que los campesinos acostumbraban a llamar al hospital). Ahí tuve que venir a parar desde que empezó a asediarme este cólico nefrítico que ha lanzado por la borda mis planes de hacer un poco de dinero este fin de año y poder ir a visitar a mi madre allá al terruño pinareño, al que no quisiera ir más que por ese motivo, pues sólo de pensar en él, me empieza
una picazón en el cuerpo como si me estuvieran comiendo las santanillas y los mosquitos, tan peculiares de allí. Imagínense, yo vivo en la zona que fue habilitada para concentrar a los presos políticos que salían de las cárceles cercanas al Cabo de San Antonio. Mi abuelo fue uno de esos y por consiguiente, mi abuela y mi madre, muy niña, se establecieron allí y por fatalismo geográfico a mí me tocó nacer en ese lugar que detesto. Todo comenzó cuando vine a estudiar a la capital, pues nunca había salido del pueblo. La vida capitalina y la forma de hacer dinero fácil en la calle mediante esta empresa privada de complacencia al turista que yo mismo me creé y por la que han desfilado un gran número de muchachitas de mi barrio, que han venido a la capital buscando y huyendo de lo mismo que yo, me deslumbró hasta al punto que, aunque ya me gradué, no quiero volver a la oscuridad y subdesarrollo de la aldea natal, aunque tenga que seguir viviendo de alquiler en alquiler y en el suspenso de que si no lucho algo hoy para pagarlo, corro el riesgo de tener que mudarme mañana. Esto es vivir en suspenso, con la espada de Democles en la cabeza, pero lo prefiero al infortunio y desesperanza, al alcoholismo en que viven sumidos los hombres sin objetivo y los jóvenes sin futuro de mi pueblo, las mujeres pariendo todos los años y cocinando con leña y carbón, la rutina de trabajar, malcomer, malvestir, como única distracción la T V y encima
CLARA MORERA Clara Morera: “Adam, Eva, The Paradise, The Book”
Clara Morera:: “Do no me pintes faroles”
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de eso, maldormir, gracias a las santanillas y mosquitos. ¡Solavaya! ¡Pa’llá, pa’llá! Yo quiero para mí otra vida y si es posible, viajar algún día y conocer otras tierras y otras gentes, como lo hacen los que vienen aquí. Este negocito de encaminar a las chicas recién llegadas me ha salido bueno, aunque tiene sus desventajas. Cuando ellas se sienten fuertes o encaminadas o encuentran un “yuma” que se haga cargo de ellas, me barajan. Empiezan por esconderse para no pagarme la comisión y terminan por darme un “regalito” para que las deje en paz. O en el mejor de los casos, oficializan su situación con el ¨yuma¨ y continúan viéndose conmigo, cuando él no está. Entonces tengo que comenzar a buscar ¨puntos¨ nuevos, o de lo contrario servir yo mismo de ¨punto¨ cuando veo que me pueden dar la mala. Pero cuando caí enfermo, ni una se ha apareció a preguntar qué me pasaba ni en qué podía servirme. Esa primera noche, hacía rato que había un prieto grande dando vueltas por la sala. Haría como una hora cuando se le acercó al enfermero y le dijo algo. Ambos miraron hacia mí y al verme despierto, voltearon el rostro, pero alcancé a oír algo así como ¨tacos¨, que traducido de la jerga callejera al español, quiere decir zapatos. Bueno, cuando me ingresaron me hallaba en medio de una fiesta con mis amigos ¨yumas¨, luciendo mis zapatos Adidas, onda ¨retro¨, útimo grito de la moda, que costaban casi $100.00 y mi reloj Citizen del mismo precio, cuando me atacó el fuerte dolor que hacía días venía amenazando y por no desaprovechar la oportunidad de hacer unos dólares con mis amigos, no había atendido. Desde que entré, vi ciertas situaciones que se repiten constantemente en un cuerpo de guardia, sobre todo en estos días de fin de año, pero como nunca había permanecido tanto tiempo en uno, no había tenido oportunidad de analizarlas, como el guapo que entró con una puñalada en el pecho y al preguntarle el médico como se hizo la herida, contesta: “Me caí”. El médico lo remite al salón de operaciones para una intervención quirúrgica urgente pues presenta una hemorragia interna, pero no hay luz en esa parte del hospital y determina ponerlo en el salón de observación con una venoclísis en vena, hasta que se haya restablecido el fluido eléctrico. Un viejo con un dolor en el pecho, sentado al lado de un cajón, que hacía las veces de depósito de pomos de sueros vacíos, a un lado de la mesa de curaciones, espera ser atendido, mientras la enfermera carga un cubo de agua para lavarse las manos y proceder a suturar las heridas del cuello que le produjeran a una mujer al arrebatarle la cadena. No tiene hilo de sutura y se dirige al salón de operaciones a buscar, pero no puede entrar por la misma razón antes expuesta. Regresa y la dice a la mujer que sólo puede hacerle una cura superficial momentánea hasta que llegue la luz. Comienza con su trabajo. El prieto vuelve a pasar y me mira los zapatos. Sale. Vuelve a entrar en compañía de otro prieto que también me los mira. Comienzo a sentirme incómodo. El viejo comienza a estremecerse y a hacerle señas con la mano a la enfermera que se encuentra de espaldas. Creo que
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quiere decir algo, pero parece que no le sale porque no le escucho. Ella sigue ocupada. El anciano se agacha, toma unos pomos vacíos y comienza a lanzárselos. Ella, asustada, sale corriendo, llamando al doctor argumentando que el paciente se ha vuelto loco. El anciano se pone de pie y tambaleándose se dirige al maloliente baño. Entra por la puerta carente de seguridad y trata de cerrala con una mano, mientras que con la otra parece sujetarse el vientre. Cuando la enfermera regresa en compañía del médico, no lo encuentra. Deduce que se ha fugado. Regresa a la mujer herida en el cuello. Yo había puesto en duda lo que me había contado mi amigo Papito cuando estuvo allí producto de la paliza que le dio la policía. Lo tiraron en una cama sobre un colchón pelado, sin sábanas. Allí estuvo dos días con suero. No pudo tomar agua nunca porque no tenía vaso, ni pudo tomarse jamás la sopa, único alimento que le dan a los enfermos del cuerpo de guardia, porque no tenía cuchara. Pero ahora, creo todo lo que me contó. ¡Pobre Papito! Se puso fatal ese día. Mira que para vender aromatizantes (ilegalmente, por supuesto) tocar a la puerta de un policía oriental que acababa de sorprender a su mujer con otro hombre al que no había podido atrapar. Quizá pensando que el que tocaba era el susodicho amante de su esposa, o quizá para descargar la rabia que tenía acumulada, lo abofeteó y luego lo pateó por el trasero. Papito, por supuesto, se defendió y arremetió contra su agresor con todas sus escasas energías. A los gritos de la mujer, de casi todos los apartamentos del edificio, comenzaron a salir orientales que eran familia del ofendido policía y a su vez eran también gendarmes, y quizá pensando que él era el fugitivo amante, o por solidaridad regional o machista, o tribal, se abalanzaron hacia él golpeándole con los puños mientras lo introducían en la perseguidora para llevarlo a la estación, acusado de venta ilegal de productos y de agresión. Dentro del carro, dos de ellos, sentados a su derecha e Clara Morera. “Adam, Eva, The Paradise”
izquierda, continuaron produciéndole golpes en el estómago y en la cara. Sólo una miembro de la familia no lo golpeó, porque no llegó a tiempo. Pero se apresuró en ir a la estación y al hallarlo en el suelo, lo pateó en el vientre. Después de levantarle un acta, lo llevaron al hospital y ahí lo dejaron. Cuando dos días después su padre se enteró, solicitó al médico un certificado de lesiones, que de muy buen gusto se lo expidió y con este documento y Papito a rastros, se presentó en la estación de policía para hacer la denuncia de agresión a su hijo. Pero al realizarla, correctamente, como es debido, cometió el error de entregar el certificado al carpeta, que parece haber sido de la misma tribu, porque inteligentemente lo desapareció y cuando al otro día fue llamada a prestar declaración, no apareció la evidencia legal de sus lesiones, por tanto, no había delito por el cual acusar. Me parece estar viendo las imágenes como en este momento. Ahora oigo una algarabía y un corre-corre. Por lo que he escuchado parece que fue un accidente automovilístico, porque hay muchos casos graves y han llamado a varios médicos de distintas especialidades, pero lo que más indicio me da que lo fue, es la presencia del equipo de limpieza, de vecinos, de amigos, que esperan como buitres, con los ojos bien abiertos. Pero eso no es lo peor. “Pero, mira, que es por tu bien, para que no te haga hematomas”. --Insistió. “No quiero. Yo estoy bien así. Deje las cosas como estaban. Lo dije de tal forma, que los dos negros antes mencionados volvieron el rostro hacia mí, para luego mirarse uno al otro. El enfermero no siguió insistiendo. A su regreso a la mesa, vi cómo miró a los prietos con una mirada que parecía decirles: “Hice todo lo posible”. Con estos truenos no hay quien me haga dormir en todo el tiempo que me quede aquí --me dije y seguí despierto. No me fue fácil conseguir los zapatos. Cuando conocí a aquel ¨yuma¨ a quien serví de guía y anfitrión, después de entrar en confianza y compartir de forma espléndida conmigo, con la que yo reciproqué, a mi manera, no pareció haber quedado del todo satisfecho con lo que pude ofrecerle, pues me prometió doscientos dólares si yo le conseguía un par de lesbianas para pasar la noche. Recurrí a mis ¨amiguitas¨ recién llegadas de mi pueblo y le resolví el problema. Al otro día fui a visitarlo al hotel y disimuladamente buscar mi paga y me lo encontré pagando con tarjeta de crédito porque se le había acabado el efectivo. Aquello me dio mala espina y presumí que mi comisión se había ido al piso, pero esperé. Me invitó a cenar esa noche en el Habana Libre y acepté, pero le dije que tenía que ir a mi casa a cambiarme de ropa. Así lo hice, pero en lugar de ponerme los zapatos, me puse un par de chancletas viejas. Cuando llegué a su hotel le dije que no podía ir porque los zapatos se me habían roto y entonces gustoso, me ofreció prestarme uno de los cuatro pares nuevos que tenía en su maleta. Escogí éstos y nos fuimos a cenar. Pagó la cena también con tarjeta de crédito y volvió a repetir que se había quedado sin efectivo lo que me hizo convencerme del rumbo que había tomado mi comisión. Muchos de los ¨yumas¨ que vienen últimamente a hacer turismo aquí a Cuba se creen que el cubano, dado a la
necesidad en que vive, piensa y actúa todavía como los indios, que se deslumbraban por un pedacito de espejo y se sometían fácilmente. El cubano ya no es así y si se da cuenta que el turista quiere timarlo, le da alante. Por eso, en muchos casos, si los turistas no se cuidan se los comen por un pie. Eso fue lo que le pasó a mi huésped. Después de la cena, pedí permiso para ir al baño, bajé, tomé un taxi hasta mi casa y hasta el sol de hoy. Después de lo que he aprendido a hacer, imposible que yo me deje “palmar”, por tres vividores. Yo si no estoy en eso que dice el versito: Soy cubano; soy popular. Soy policía; soy oriental. Soy habanero; soy jinetero. Soy pinareño; soy anormal. Yo seré del campo, pero el tiempo que llevo en la capital me ha servido para convertirme en un “guajiro cepillao”, y me sé buscar la vida igual que el más cujeao de los “jineteros”. Y aunque sé que allá en el campo mi abuela me hubiera curado el riñón con caña mexicana, mastuerzo, corazón de hombre, guizaso de caballo, o pelusa de maíz, y hubiera estado lejos de todos los peligros a los que me estoy exponiendo, no me voy para allá ni por lo que dijo el cura. En La Habana aunque sea en el Carlitos García. El estómago y el sexo son los dos órganos del cuerpo que más el ser humano se preocupa por complacer: Mientras haya hambre y lujuria, siempre habrá dinero fácil. Lo que hay que saber hacer es no ensuciarse con delitos de robo, sangre o agresión. Todo lo demás es normal”. Y así terminó su narración el “jinetero”. Cuando mi amiga y yo abandonamos el Malecón, en silencio y sin ponernos de acuerdo, ambas estabamos pensando en el futuro de nuestros respectivos hijos.
MADALINA COBIÁN
(Guantánamo, Cuba, 1942). Es cuentista y escribe también para niños. Hace años llevaba un blog, http:/enelatardecerdetuvida.blogspot.com/ que merece ser leído, aunque no hay colaboraciones recientes suyas. Reside en La Habana.
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NOTA DE LIBRO Augusto Lemus Martínez. Archivos Guantanameros. Tomos I y II. Ediciones Exodus, 2018. Hace muchos años le pregunté al historiador Octavio R. Costa (1915-2005), cómo lograba escribir sus libros sin tener acceso a las fuentes primarias, es decir, a los sitios propiamente dichos, a los archivos en las bibliotecas y colecciones privadas de Cuba, más cuando había salido al exilio muy al principio del desastre castrista que ya cumplió seis décadas. Me dio una explicación muy convincente: escribía a pesar de todos los obstáculos porque se sabía con el compromiso de documentar parte de la historia de Cuba y profundizar en algunas de sus figuras fundamentales, y fundacionales de la identidad y nacionalidad cubana, como Manuel Sanguily, Antonio Maceo y Juan Gualberto Gómez, por solo citar algunos. A pesar del tremendo esfuerzo, en sus libros se advierte una realidad un poco desoladora, errores históricos por la falta de ese contacto esencial y directo entre la historia y el historiador, entre las fuentes y los archivos.
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Nota de Teatro
Por eso siempre he sentido una admiración mayor por los investigadores, porque sé la dedicación que requiere hacer su trabajo, que no permite el lujo de tomarse libertades, pues no se trata de literatura, no se está recreando un episodio de la historia, sino documentándola, lo que continuamente pone en juego la propia credibilidad del compilador a la hora de brindar un dato. Sin lugar a dudas, nuestro mayor historiador, el más laborioso, el ejemplo a seguir, y quien logró una misión absolutamente monumental lo fue Leví Marrero (1911-1995), con obras de la envergadura de Cuba economía y sociedad y La tierra y sus recursos. En esa corriente del investigador escrupuloso en el dato, riguroso en el cotejo de distintas fuentes, en estar en un sitio y dedicar horas y días, hasta meses para lograr a veces unos pocos datos, está Augusto Lemus, que ha dedicado una parte importante de su existencia a escudriñar la vida de Guantánamo, su ciudad natal y de lo que él denomina “la Guantanameritud”. La publicación de los dos primeros tomos de los Archivos Guantanameros (Ediciones Exodus, 2018), con más 700 páginas de documentadas fichas, es el fruto de ese desempeño y dedicación. Estos dos volúmenes iniciales, que corresponden solamente al mundo de las letras, es apenas el principio de un proyecto mayor, el cual Lemus tiene bien adelantado. Como se sabe, el propósito de Augusto Lemus y sus Archivos Guantanameros es trazar la vida social, política y cultural de Guantánamo. Si estos dos tomos abarcan las letras, le seguirán otros enfocados en las artes, la prensa, la sociedad, el gobierno, los deportes y la
geografía. Augusto ha afirmado que: “En todo momento cada tomo rebasa el concepto estrecho que pudiera sugerir lo de Archivos Guantanameros, pues involucra a personas de todas las latitudes de algún modo vinculadas con el Alto Oriente, la actual provincia de Guantánamo y partes de las de Santiago de Cuba y Holguín. Sé que Augusto Lemus ha realizado estudios sobre los músicos y la música en la región, incluso rescatando las partituras dispersas de la obra de José Gallart Carcasés y poniendo en orden los archivos personales del investigador y músico Rafael Inciarte Brioso. Su trabajo ha sido tan dedicado, que también realizó investigaciones sobre el Changüí y La Tumba Francesa, que tanta influencia ejercieron en lo que antes se conocía como la provincia de Oriente. Todo esto formará parte de los volúmenes dedicado a las artes, donde sin duda alguna, aparecerá mi querida y admirada Zenaida Manfugás, una de las glorias de Guantánamo y de Cuba. Estos dos tomos de Archivos Guantanameros, denotan que llegó hasta donde las fuentes le permitían para lograr la mayor amplitud en las fichas. Tenemos algunas donde se registra el bautizo de un personaje, la fecha, la iglesia y hasta el registro. En otras se evidencia que no logró alcanzar lo que sin duda alguna deseaba conseguir, pero cada ficha es una gran conquista de un hombre que ha trabajado con ahínco y amor patrio y regionalista. Como en todo libro, el lector halla sorpresas y hace
descubrimientos. Se revela que el poeta Félix Anesio es en realidad el seudónimo de Hermes Díaz Trujillo y que la escritora y fotógrafa Ena Columbié, es en realidad Ena Milagros Ruíz Columbié. Son curiosidades, pues de ambos autores citados lo importante es su obra, su legado, pero lo que ha hecho Augusto con estos registros, explica y le da sentido al rigor de una recopilación investigativa de esta magnitud. La labor de un investigador es incluir en cada ficha la mayor cantidad de datos posibles sin omitir lo que para otros podría resultar irrelevante. Buscar datos en registros, archivos, bibliotecas y casas particulares, es, para decirlo con un refrán popular: “buscar una aguja en un pajar”. Por ello es que todo libro de historia no es más que la satisfacción de encontrar una de esas agujas, y en resumen, se abraza como un gran sueño, la idea de poder despalillar todo el pajar. Augusto Lemus es el historiador de Guantánamo desde el exilio, y eso son palabras mayores. Estos Archivos Guantanameros, le dan ese honroso título. (*): Palabras de presentación del escritor Luis de la Paz en el acto de lanzamiento de los Archivos Guantanameros el sábado 19 de enero, en Art Emporium, Miami.
LUIS DE LA PAZ
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