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José Luis Yuste Morales

VIAJE A LAS MERINDADES

CON LA ASOCIACIÓN BEN BASO

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DEL 5 AL 9 DE DICIEMBRE DE 2019 “PUENTE CONSTITUCIÓN-INMACULADA”

JOSÉ LUIS YUSTE MORALES

Entre el Páramo burgalés y las estribaciones de la Cordillera Cantábrica, con encantadores paisajes tallados por limpias corrientes fluviales y poblaciones que se resisten al vacío rural, se encuentra, en esta ocasión, nuestro destino. Su rico Patrimonio monumental, artístico, histórico, natural y gastronómico hace que este territorio sea merecedor de nuevas oportunidades para seguir acogiendo al avezado viajero. Son Las Merindades de Castilla.

UNOS PREPARATIVOS ILUSIONANTES

Las Merindades es una extensa comarca que se extiende al Norte de la provincia de Burgos. Su riqueza natural y su variado y rico Patrimonio artístico -sobre todo románico- son un motivo más que suficiente para conocerla y disfrutarla.

Esta propuesta de viaje, en función del tiempo disponible, estaba pensada para tener un primer contacto con el territorio, suficiente para motivarnos a volver, eso que decimos siempre “que hay que dejar algo para volver”.

Contábamos con días más cortos de luz solar, por lo que no se podrían incluir en el viaje muchos senderos y es que, por aquéllas tierras y pequeños pueblos, las posibilidades de poder visitar edificios patrimoniales a finales del otoño serían complicadas. Y otra cuestión añadida: el escaso número de hoteles con capacidad para más de cuarenta viajeros en los pueblos de la zona.

A partir de ahí nos pusimos a trabajar con ilusión para diseñar un programa atractivo que pasara por llegar pronto a Madrid –en el AVE-, luego hasta Burgos –visitando algunos edificios emblemáticos de la ciudad- y continuar hacia el N, es decir, Las Merindades. La vuelta sería directa, hasta Madrid-Atocha, deteniéndonos en Oña y almorzando en Lerma, para embarcar en el tren hasta Sevilla. También pensamos compartir, con l@s viajer@s interesad@s, una documentación previa acerca de lo que íbamos a visitar, una manera de acercarnos al territorio de destino.

Con todos estos ingredientes encima de la mesa todo fue animarnos a la tarea, siempre con la fiel complicidad de nuestra socia y más que amiga Ascensión Benítez.

UNA APROXIMACIÓN AL TERRITORIO

La merindad fue una institución especialmente arraigada en Castilla que apareció en los siglos XI y XII, cuyo territorio estaba bajo la jurisdicción de un merino. Este distrito lo componía una villa importante que defendía los intereses de los pueblos de la demarcación. En la Montaña Burgalesa nos encontramos seis merindades: Castilla la Vieja (Núcleo principal: Cigüenza), Cuesta Urría (N.p.: Nofuentes), Montija (N.p.:Villasante), Sotoscueva (N.p.: Cornejo) Valdeporres (N.p.: Pedrosa) y Valdivielso (N.p.: Quecedo). Navarra tuvo 5 merindades hasta que Carlos III de Navarra (1.387-1.425) -también llamado “el Noble”- en 1.407, creó la de Olite. Aragón tuvo merindades pero sólo a efectos fiscales. Es, pues, una institución propia del antiguo condado castellano, que organizó sus territorios en merináticos o merindades.

Castilla y León, durante la Baja Edad Media, a efectos de gobierno, creó grandes distritos, los adelantamientos mayores, subdivididos a su vez en merindades menores que incluían municipios, señoríos y tenencias. El merino era la máxima autoridad económica, recaudatoria y tributaria del distrito, era pues, el mayordomo del dominio territorial. También entendía de causas judiciales menores. De alguna manera eran los sucesores de los “villicus” visigodos. Tal vez nos estemos remontando a la mítica Bardulia, -sin ánimo de polemizar, por supuesto- precedente del condado de Castilla. Estos merinos llegaron a estar bajo la autoridad de un merino del rey (maiorinus maior), juez superior sobre la circunscripción. En el siglo XIV quedó supeditado este merino mayor a la autoridad del Adelantado Mayor y, en tiempos de los RR.CC., fue abolido el cargo.

Son varios los valles que conforman esta montaña burgalesa: Valdivielso, Manzanedo, Toballina, Ebro, Nela, Losa, Sotoscueva o Mena. Nosotros nos centraremos en la visita de estos dos últimos. Al Norte, siempre, la Cordillera Cantábrica y al Sur los altos páramos burgaleses cuyos conjuntos montañosos más destacados son los Montes de la Tesla, la Sierra del Rojo, los Montes de la Peña y, lindando con las Encartaciones y con Vizcaya, los Montes de Ordunte. En estos más de 751 km2 la agricultura (cereales, patatas, frutales, forrajeras, legumbres, remolacha), la ganadería (pastos, vacuno, lanar, porcino) y la silvicultura (manufacturas de la madera) se encuentran entre sus actividades económicas tradicionales, cuyos centros comerciales se situaron en Villarcayo, Burgos y Bilbao.

BURGOS, CIUDAD PATRIMONIAL POR EXCELENCIA

Viernes, 6 de diciembre, Día de la Constitución, con sabor a Navidad

Desde la noche anterior, alojados en el Almirante Bonifaz y después de un buen desayuno tipo bufet, sobre las 9:30 h. nos recogió Noelia Alonso, nuestra guía viajera, en el hall del hotel.

En el bus nos ofreció su primera propuesta: un recorrido panorámico de la ciudad, para “ir haciendo boca” Nos encontrábamos cerca de la iglesia de San Lesmes y el río Vena, subsidiario del principal que pasa por la ciudad.

Nuestro circuito urbano comenzó por las orillas del río Arlanzón, por cierto con un buen caudal; seguimos por un conjunto de arbolados y animosos bulevares paralelos al río desde donde visualizamos las bellas torres de la Catedral, el potente Arco de Sta. María, la Audiencia, el Palacio de Isla hasta llegar al Puente de los Malatos, cuyo nombre nos recuerda a los que enfermaban haciendo el Camino de Santiago. Luego el Hospital del Rey, el Paseo y Parque de la Isla. Durante el recorrido ya pudimos ir comprobando que las explicaciones de Noelia eran muy completas y su grado de conocimiento de la ciudad muy alto.

Pasados unos 45 minutos ya estábamos en el maravilloso recinto del Monasterio de las Huelgas Reales para hacer nuestra visita. Este conjunto monacal, fundado en 1.187 por Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet para las “monjas bernardas” del Císter, aunque bastante rehabilitado, tiene aspecto de fortaleza, con elementos románicos, góticos, mudéjares y también renacentistas. En el exterior destacan la Puerta de los Caballeros y la Torre, próximos al sepulcro del fundador. Disfrutamos de las explicaciones en la Iglesia, con bellas capillas funerarias –san Martín o san Juan- y de su bello Claustro, obra gótica del s. XIII, con bóvedas de cañón apuntadas y ricas yeserías. El resto de dependencias –Sala Capitular –maravilla gótica-, las Claustrillas –bella factura románica-, el Coro de las Monjas, con su pavimento en madera original y las tumbas reales, nos fue explicado con todo detalle. En definitiva un disfrute para nuestros sentidos.

Terminada la visita hacia las 12:20 h., de nuevo al bus para visitar la Catedral de Sta. María. Por el Arco del mismo nombre llegamos hasta la Puerta del Sarmental. La Navidad se palpaba en el animoso mercadillo, indicador de un soleado día que invitaba a salir de casa. Este magnífico templo, ejemplo mítico del gótico español, en el mismo centro de la ciudad, se construyó sobre otro anterior, románico, que mandó erigir Alfonso VI en el siglo XI. Sus dos hermosas torres, de clara influencia germánica sorprenden y el interior, formado por tres naves con seis tramos y un crucero imponente, cubre un presbiterio alargado con siete capillas de gran belleza. La construcción del templo se sitúa entre 1.221 y 1.260, según los documentos de fundación. En el transcurrir del tiempo muchos artistas han intervenido, bien en reconstrucciones bien en su decoración y así tenemos varios ejemplos: Diego de Siloé en la impresionante escalera dorada (1.519), el cimborrio plateresco de Juan de Vallejo (1.567), Felipe Vigarny en la sillería del coro y la estatua yacente del obispo D. Mauricio, Gil de Siloé, autor del retablo de la capilla de Sta. Ana o la maravillosa bóveda calada y estrellada de Simón de Colonia (s. XV). El Retablo mayor es obra de Vigarny y Diego

de Siloé (siglo XVI). A pesar del gran número de visitantes que nos encontramos nuestra guía fue adaptándose de manera inteligente a nuestro recorrido. Rematamos la visita paseando por el claustro del s. XIII, con numerosas esculturas, la capilla del Corpus Christi y la sala capitular donde se recoge el Museo catedralicio.

Acabado nuestro recorrido y sabiendo que Burgos tiene para más, dirigimos nuestros pasos, con un sol espléndido y animadas calles, hacia el Paseo del Espolón, flanqueado de plátanos orientales entrelazados, para llegar a la escultura ecuestre del Mío Cid. Nos esperaban para almorzar en el salón Los Robles y, sobre las 16:50 h. salimos a pie hacia el Museo de la Evolución Humana, que Noelia también nos lo guio.

Hay que reconocer que los hallazgos encontrados en Atapuerca -y los que quedan por descubrir- tienen y tendrán una importancia capital en el conocimiento de nuestra Prehistoria. Hay que reconocer, además, el trabajo de los equipos científicos dedicados a documentar todas las fuentes que están apareciendo en los yacimientos de la Trinchera del Ferrocarril – “la gran Dolina”, “la sima de los Huesos” o “la sima del Elefante-, pero también hemos de reconocer, al menos en mi humilde opinión, que el “montaje”, que sin lugar a dudas la ciudad de Burgos lo merece, es algo impactante, escrito con otro lenguaje y al que no estamos habituados. Los materiales originales que en él se exponen, en la planta -1, como auténticas joyas “saben a poco” Todo él se completa con interesantes exposiciones temporales, zonas interactivas y espacios para la reflexión, que nos intentan poner al día de la importancia del descubrimiento del “homo antecessor” con sus 800.000 años de antigüedad. En fin, dejamos la ciudad de los tres Patrimonios de la Humanidad- el Camino de Santiago, la Catedral y Atapuerca- para salir de ella en dirección Norte. El tiempo atmosférico había cambiado y una fina lluvia caía sobre nosotros. Eran las 18:50 h. y ya de noche. Después del callejeo urbano –Avda. del Cid Campeador entre otras-, con un tráfico propio de día festivo, encaramos la carretera de Santander, la N-623, para salir de ella en Sotopalacios y acceder a la CL-629. Esta ruta era la conexión natural de las Merindades con la capital y en parte está flanqueada por una especie de miliarios, que a veces se distinguían en la oscuridad de la noche, y que no sólo indicaban el kilometraje sino también el nivel de la nieve en tiempos invernales. Noelia nos fue explicando con todo detalle por donde pasábamos –Peñahorada, Molina de Ubierna, Hontomín, etc.- y nos contó por qué Cernégula es llamado el “pueblo de las brujas”. Habíamos pasado del páramo burgalés a las zonas altas de La Mazorra y, al pie del Alto de San Cristóbal, Valdenoceda, con su sobria torre de los Velasco, de planta cuadrada y rematada de almenas, muy bien iluminada. Estábamos entrando en el angosto valle del Ebro, por el desfiladero de Las Hocinas.

Nuestra llegada a Medina de Pomar, hotel “La Alhama”, sobre las 20:20 h. nos permitió un primer descanso, saborear la estupenda cena que nos prepararon, e instalarnos en nuestras habitaciones, no sin antes conocer el programa del día siguiente. Se encuentra este establecimiento a algo más de 1 km de la villa, en pleno campo y, por iniciativa de sus propietarios, dispone de un “pequeño zoológico”, sobre todo aves.

EL VALLE DE SOTOSCUEVA

Sábado, 7 de diciembre

La bruma mañanera tardó en levantar dando lugar a un día soleado y con una temperatura más que soportable. Nuestro primer destino era el Complejo kárstico de Ojo Guareña, una formación subterránea de más de 80 km formada por la disolución de la roca calcárea debido a la acción de las aguas del río Guareña. Está considerado como el más importante de Europa. Antes de llegar tuvimos la ocasión de oír la interesante explicación que nuestro amigo y socio Cristóbal Raya nos dio acerca de la formación de las cavidades y sus procesos químicos naturales.

Nuestro recorrido fue el llamado “CuevaErmita”, de unos 400 m, con dificultad baja y de casi una hora de duración. Guiados por dos monitoras, presenciamos un audiovisual que nos ayudó a situarnos ante este magnífico Monumento Natural para luego continuar disfrutando de las formaciones geológicas del trayecto. Terminamos en la ermita de San Tirso y San Bernabé, auténtica maravilla del arte rupestre con pinturas murales en su bóveda pétrea, fechadas entre 1705 y 1877, que relatan los martirios y milagros de San Tirso, del cual se conserva una talla del s. XIII. La belleza interior se culmina con la armoniosa fachada de sillares, de aires barrocos, con el imponente fondo de las calizas ciclópeas.

Para seguir disfrutando, y ya muy cerca del mediodía, descendimos por el valle del Trema para visitar la iglesia románica de Butrera. Caminamos algo más de un km. hasta llegar al pueblo donde nos esperaba la persona que nos abriría el pequeño templo, en el que nos sorprendió, nada más entrar, un relieve románico de la Adoración de los Magos; el interior de la nave, con bóveda de cañón, capiteles, ábsides y las magníficas explicaciones de Noelia nos deleitó sobremanera. También los exteriores los visitamos, observando una buena conservación. De nuevo los 1.200 m. de vuelta, la atajea de un molino y un viejo puente en el bello bosque de ribera, para tomar el bus y dirigirnos hacia Espinosa de los Monteros.

Fue el conde Sancho García quien fundó la orden de los Monteros de Espinosa, allá por el año 1.006 –según la leyenda- y justo en su plaza mayor se le recuerda con un monolito. Paseamos por la villa, algunas compras de quesos y de las famosas “galletas italianas” Es tierra de buenos productos lácteos (aún se conservan las tradicionales relaciones con los ganaderos cántabros compartiendo los pastos). Con un estupendo almuerzo en “La Mantequería”, quesada incluida, concluyó la sesión mañanera.

Nuestro próximo destino del día sería Puentedey. Habíamos bajado por los valles del Engaña, del Trueba, del Trema y, ahora, al pie del río Nela, donde la erosión ha provocado un pintoresco paisaje sin igual. Disfrutamos con un buen paseo por sus orillas y con unas vistas espectaculares. Puentedey no nos dejó indiferentes.

Como quiera que teníamos visita concertada en el Monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar, a las 18:15 h. ya iniciamos nuestro recorrido entrando por el compás y la fachada de la hospedería, hasta el pórtico y el torno. Superando la puerta principal, Noelia nos puso al día de lo que supuso esta fundación para los Velasco –hacia el año 1.313 -, no sólo como enterramiento, sino como centro religioso y cultural de las Merindades. Conocimos la primorosa iglesia gótica con bóvedas estrelladas, la capilla funeraria del Condestable de Castilla, la sacristía, la sala capitular, el claustro, el museo y la sala “de profundis”, donde se encuentra la impresionante talla del Cristo yacente de Gregorio Fernández.

Para rematar la tarde-noche el bus nos dejó en el centro de la villa y tuvimos tiempo libre para gozar del ambiente pre-navideño de Medina. Por sus calles engalanadas apreciamos el rico Patrimonio monumental, aunque sólo fueran sus exteriores: casas con solanas de madera, la iglesia gótica de Santa Cruz, el convento de San Francisco y el imponente alcázar de los Velasco con dos poderosas torres cuadradas. Ya cerca de las 21:00 h. nuestra cena en el hotel nos esperaba, dando un buen final a un sábado luminoso y agradable.

POR EL VALLE DE MENA

Domingo, 8 de diciembre

Amaneció el día algo lluvioso, fresca temperatura y con la ilusión en los viajeros de tener nuevas y favorables impresiones. Después del desayuno, ya teníamos a Noelia, nuestra guía y a Luis, nuestro conductor del bus, dispuestos para emprender una nueva jornada patrimonial.

Nos enfilamos hacia el N, buscando la merindad de Montija, siguiendo el curso del río Trueba, para tomar dirección NE y subir el Alto de El Cabrio (740 m), excelente atalaya para ver el valle. Nuestra primera intención era subir al Santuario de la Virgen de Cantonad, patrona de la comarca. Se reunieron varias circunstancias para no poder hacerlo: carretera muy estrecha, las dimensiones del bus y dificultades para maniobrar en el alto, aparte la poca luminosidad de la mañana. Así las cosas nos encaminamos a Lezana de Mena.

Una fina lluvia y unas empedradas y solitarias calles nos recibieron. Destacaba en la pequeña población el torreón de los Velasco con su barbacana alrededor y cuidados jardines. Se trata de una edificación señorial del s. XIV, hoy propiedad particular, bien restaurada y conservada, de unos 20 m de altura y que domina la parte S del valle –la conexión comercial castellano-cántabra- En él destacan el arco apuntado de la planta baja, los merlones que lo rematan y algunas ventanas y saeteras en su robusta construcción.

Terminado nuestro paseo, proseguimos en el bus hacia Villasana de Mena. Ya Noelia nos hizo hincapié en las diferencias constructivas de este valle con respecto al de Sotoscueva, principalmente en la arquitectura popular y el uso de la piedra y la madera como materiales constructivos. Esta localidad, con sus conocidas tres calles principales: Encimera, Bajera y de Enmedio, a orillas del Cadagua, muestra un interesante Patrimonio. El convento de Sta. Ana, de las concepcionistas franciscanas, fundado hace más de 500 años, el palacio del Matienzo, la iglesia de Ntra. Sra. de las Altices y otro torreón de los Velasco.

En nuestro recorrido guiado pudimos comprobar la arquitectura tradicional menesa y dos interesantes curiosidades relacionadas con nuestra tierra sevillana. De una parte la pila de agua bendita de la iglesia, coronada con una losa tallada con la imagen del alminar de la mezquita aljama de Sevilla y, por otra el cuadro del donante, D. Sancho Ortiz del Matienzo, canónigo que fue de la Catedral hispalense y tesorero de la Real Casa de Contratación, allá por los siglos XV-XVI. Además nos impresionó contemplar el magnífico

relieve románico de la Adoración de los Magos en el altar de la iglesia, sin duda de la escuela del que vimos en Butrera.

Después de un paseo por el incipiente mercadillo de productos de la tierra –quesos, embutidos, frutas, dulces, etc.- continuamos nuestras visitas matutinas para disfrutar de dos platos fuertes. El primero de ellos la iglesia románica de Santa María en Siones de Mena. Data de finales del s. XII, obra en sillería, y algunos autores la relacionan con la Orden Templaria. El exterior, con portada de capiteles representando el Árbol de la vida y elegantes ventanas en el ábside ya nos hablaban de un interesante templo. Y, efectivamente, su interior, con dos magníficas edículas a ambos lados de la nave, decoradas profusamente y un presbiterio con doble arquería apoyada en esbeltas columnas, nos mostraban un refinado gusto artístico. Destacaban los capiteles con escenas de David y Goliat y Adán y Eva, así como de la vida cotidiana. El conjunto nos dejó a todos y todas impresionados.

El segundo de los platos fuertes, la iglesia románica de San Lorenzo de Vallejo de Mena, otra joya del románico burgalés, también de finales del XII o principios del XIII. Al parecer fue donada por doña Endrequina de Mena a la Orden de San Juan de Jerusalén, y se situaba en un ramal norteño del Camino de Santiago. En el exterior destaca el ábside, con arquerías de aire lombardo con ocho pilares y siete ventanas decoradas, algunas abocinadas. El interior, de una sola nave, cubierta por una bóveda ojival, y columnas con ricos decorados en sus capiteles. Nuestra guía nos ilustró sabiamente acerca de ambos templos. Nos encontrábamos muy cerca de la estación del ferrocarril de El Vigo, en la línea de vía estrecha que llevó, en sus tiempos, el carbón mineral procedente de las minas del N de Palencia y de León hasta los altos hornos de Bilbao. Hoy está abandonada, pero tan largo recorrido debe presentar maravillosos paisajes.

De nuevo a Villasana de Mena para degustar el almuerzo en el restaurante “Don Pablo” y de camino descansar de

una intensa jornada matutina. La sesión de la tarde estuvo dedicada al Valle de Manzanedo, en concreto, a las ruinas del Monasterio cisterciense de Sta. María de Rioseco, a orillas del Ebro y del Rudrón, un BIC desde 2.019, en sus orígenes del siglo XIII, pero con elementos renacentistas y barrocos. No siempre estuvo donde hoy lo vemos. Allá por el 1.184 fundaron en San Cipriano Montes de Oca, con el apoyo de Alfonso VIII, su nueva “casa”, resultando que el sitio no convenció a los monjes y, por medio de donaciones o mediante compras, se instalaron en este valle hacia 1.204. Debió de ser un centro importante de espiritualidad y trabajo el llamado “Coto de Rioseco”, con magnífica iglesia, varios claustros, hospital y hospedería, además de propiedades que les debían aportar buenas rentas. Desde la invasión napoleónica y la desamortización de Mendizábal comenzó su declive, abandono y expolio. Esta visita, muy “benbasiana” por cierto, completó una jornada plena de buenas impresiones. Este monumento está siendo recuperado con el esfuerzo de varias asociaciones de voluntariado y la Junta de Castilla y León con el fin de ponerlo en valor.

Ya de vuelta en el bus, agradecimos a Noelia su excelente disposición ofreciéndole algunos

detalles de recuerdo de nuestra Asociación así como un merecidísimo aplauso. La cena y los preparativos para el día siguiente nos ocuparon el resto de la tarde-noche.

HASTA MADRID POR OÑA Y LERMA. AGRADECIMIENTOS

Lunes, 9 de diciembre

Amaneció soleado y agradable temperatura. Después del desayuno emprendimos la marcha hacia Oña, dirección Sur, para pasar la Merindad de Cuesta Urría, buscando el Ebro. Antes de llegar a esta villa disfrutamos con los paisajes del desfiladero de la Horadada y la garganta del río Oca. Nos esperaba Antonio, nuestro guía para conocer la espléndida Abadía de San Salvador. Por el camino fue apareciendo una fina lluvia que nos acompañó por las solitarias y “potentes” calles de la población, hasta llegar a la plaza y dar comienzo a la visita.

Se trata de una fundación del conde Sancho García –nieto de Fernán González- para su hija Tigridia, como monasterio dúplice, hacia el 1.011. En el exterior presenta fachada barroca, al igual que el retablo mayor, mientras que la iglesia y la sillería son góticas. Su monumentalidad es llamativa y por él pasaron monjes y monjas benedictinas, desamortización y abandono, la Compañía de Jesús –colegio, noviciado y facultades de Teología y Filosofía-, la Diputación Provincial de Burgos –hospital psiquiátrico, granja agrícola- y convertirse en parroquia de Oña, albergando en 2.012 “Las Edades del Hombre”. Destaca en su nave principal en los lados del Evangelio y de la Epístola el Panteón Real, con arcas sepulcrales de madera ricamente talladas, constituyendo una de las maravillas del arte funerario español.

Después de esta completa visita nos dirigimos hacia Briviesca, buscando la A-1 hasta Lerma, donde almorzamos, para llegar a la estación de Madrid-Atocha hacia las 18:15 h. y tomar nuestro tren hasta Sevilla, donde llegamos sobre las 21:38 h.

Quiero agradecer, desde esta humilde crónica viajera, la positiva disposición de los participantes del viaje, las magníficas visitas guiadas por Noelia y Antonio, la excelente preparación del viaje por parte de Gema de los Santos y, sobre todo, la colaboración de Paco Gavira –de la Asociación “Al-Wadi-Ira”- al ofrecernos la ruta de Las Merindades elaborada por su, ya desaparecido, hermano Antonio y al que dedico este relato, pensando, una vez más que hay que volver y que ese territorio no sea “maltratado” por las amenazas de fracking que sobre él se ciernen.

Fotos del Autor y de Cristobal Raya.

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