IES AURINGIS ENCUENTROS LITERARIOS
MANUEL GARCÍA GARCÍA
MARTES 21 DE FEBRERO 12,15 HORAS. SALÓN DE ACTOS ALUMNADO DE BACHILLERATO
Antología poemas de los últimos libros de MANUEL GARCÍA GARCÍA
POEMAS PARA PERROS (Sevilla, Point de Lunettes, 2007)
BELCHITE Detrás de alguna cuneta donde no lo sepa nadie nos veremos. Iremos a desposarnos por los montes, por olivos de silencio. Con los ojos tan abiertos que ya no puedan cerrarse. Dejaremos los honores para otros que tengan bien enterrados a sus muertos. De nosotros el barranco, la amapola, el jaramago, barda y cielo. La letra, el mármol, el toque de botas y de corneta para ellos. Detrás de alguna cuneta donde no lo sepa el aire.
POÉTICA Como cruza la carne un bisturí así la tinta rompe por la vida. Escribir es herir. Quieres herir al mundo y es el mundo quien a ti te atraviesa. Tú el insecto disecado, tú el perro atropellado, tú el pájaro aterido, el árbol viejo por talar, la carne que alojará la bala de la huida. Tu nombre es nadie mientras llueve afuera una lluvia de siglos. Pero escribes. Bien podrías no hacerlo pero escribes mientras te quede el aire y la comida.
CATÁLOGO DE PERROS “…que no tienen quien los quiera.” Juan Ramón Jiménez Perro perdido por las carreteras, carne de asfalto, pasto de cuneta, perro devorador tras la batalla, perro de la ciudad aprisionado por piso, reja, acera, cable o barda, perro de la ciudad por avenidas de lágrimas, perro sin dueño, perro feliz de vagabundo que no guarda nada porque no hay nada, perro que duerme en la alfombra de palacio y perro que en alta cuna junto a reyes ladra, perro de ciego y perro que no tiene sino la dentellada de la caza, perro de feria en feria que va y viene de niño en niño, perro de campaña que vigiló la paz de los ganados, perro sumiso, perro despiadado, el sarnoso, el voraz, el sorprendido, el comido de rabia a las afueras, el tullido de piedra, de entre cuantas cargas sufriste la peor fue el hombre con su maldad. Y basta.
NIÑO Y PÁJARO A veces te despierta aquel recuerdo que, aunque es remoto, bien quisieras olvidarlo. Eras un niño, seis o siete años tenías cuando un pájaro pequeño bullía entre tus dedos. Y apretaste. No recuerdas por qué pero apretaste de cariño, de dicha o de codicia, tanto que, suave, un hilo de sangre fue cayendo por tus manos. Entonces comenzó tu llanto, un llanto tal que todavía sigues llorándolo. Porque en el cuerpo opreso que acababas de terminar, supiste tu propio cautiverio, tu final
calle abajo. MALDICIÓN LITERARIA A quien corresponda Yo te maldigo. Ojalá que las cuencas de tus ojos se llenen de tierra y los huesos de tus caderas se dispersen después de los gusanos. Que bebas el vino agrio y sin tasca popular. Que tus hijos renieguen de ti. Que la carcoma no se apiade de tus libros. Que, mientras duermas, no sueñes. Que te sepa el arroz a salado. Que te llegue la vejez anticipada con miedo a la muerte y regusto de hernias. Que la fingida suavidad de tus palabras se aproxime al insano carraspeo de tus versos. Y que tus libros, que todo el mundo compró porque estaban de mo-da, aparezcan como una lectura obligatoria en todos los programas de enseñanza secundaria. Amén.
MANUEL DE CORDURA (Valladolid, Fundación Jorge Guillén, 2009)
DE LA PELUQUERÍA Y OTROS CONCEPTOS
Hoy tengo una tristeza poco lírica que casi es un cabreo poco lírico. Continuas asechanzas: las familia, las personas aún más que la familia cercanas, aún más que la familia queridas, los alumnos y este oficio que al cabo es triste oficio de tener que enseñar la cara a muchas gentes; Todo eso que decir no quiero, que de querer decirlo no podría, me ha llevado a cortar –yo, mutilado– dos años y medio de lenta cabellera inexorable, pelo a pelo, centímetro a centímetro de vida natural creciendo, asomando por las rendijas de una civilización muy bien organizada. Tiene la libertad muchos instrumentos, se sirve de muchos cauces. Y cuando tiene que salir, sale, como esas hierbas heridas de esperanza en medio del asfalto y esas raíces que, peligro público, rompen el acerado. Pero cortar la libertad con las tijeras digamos que en forma de hermosa cabellera que crece sin embargo supone aceptar el beso de lo domesticado, ser aún más profesor, más ciudadano. Y por eso es que tengo un cabreo poco lírico; Y diría yo más, una tristeza poco lírica. Porque el pelo caído no volverá a existir, porque el pelo cortado no volverá a crecer. No vuelven las flores ni las hojas verdes, hay otras flores, otras hojas verdes. Nada vuelve, nada se repite porque todo es real.
DE BARES Y DE TUMBAS (Madrid, Hiperion, 2011)
MEMORIA DE LOS BARES El vino compartido de la tasca popular; la umbría de una bodega en cuyo pozo se miraron varias generaciones; la parra que nos acoge en el atardecer de un ventorrillo de pueblo; el vermut de la una, libro en mano, en el casino de una ciudad provinciana y antigua; el primer café, antes del alba, con el aroma del sueño y la inminencia del trabajo diario; el cuba-libre sentados a la terraza de cualquier bar, al anochecer, en el sitio coqueto que el azar de nuestro viaje nos regaló en cualquier ciudad extranjera; el mar bravío del otoño salpicando la cristalera del chiringuito, a punto de vencer ya la temporada de verano; la cerveza fresquita en la terraza de un bar en la plaza de la iglesia de cualquier pueblo el atardecer de un día de primavera, con barullo de vencejos y niños jugando; la venta de carretera aparecida de improviso tras la curva del viaje cansado y monótono; la barra del trabajo o de la celebración: Lo mismo da el lugar, el momento o la edad, porque nuestra vida es la memoria de los bares.
POR CUATRO TRAGOS DE AJENJO (Variaciones sobre varios tópicos para ser escritos por Rafael de León y cantados por Marifé de Triana) “Tengo un crimen en la frente y no quiero cometerlo”. Al primero que me pida volar a los cuatro vientos, bajo mi ropa ligera llevo las carnes en celo. Para quien quiera morirse, hay en mi boca un veneno y poca pena en mis ojos y mucha noche en mi pelo. Por las tabernas reparto el crimen que llevo dentro y quiero que en cada hombre se muera un poco mi cuerpo. Ese es mi nombre: La Loba. Y a quien quiera conocerlo, le entrego mis veinte años por cuatro tragos de ajenjo.
Las sábanas de mi infancia, las muñecas y los versos que escribía en las libretas de niña, no los recuerdo. Y en las callejas le quieto voraz a los marineros, por vengarme y por odiarlos, la mucha sal de su cuerpo. Muerdo labios, rompo vasos, arrastro mi desenfreno por la barra de los bares para quien quiera cogerlo. Hasta que un hombre me mate de amor, hasta que un incendio no apague la sed de no se sabe qué que yo tengo; hasta que dejen las noches de poner brisa en mis pechos para airear el placer que prometen; mientras ellos, los hombres, quieran perderse en lo hondo de mis adentros; mientras que dure esta urgencia de encontrar siempre mi centro en el fondo de otros ojos y en el calor de otro aliento, seré La Loba. Y un crimen que no quiero cometerlo.
LA SEXTA CUERDA (Madrid, Hiperion, 2014)
LOS LIBROS VIEJOS Mi biblioteca se disgregará tras haber tenido una corta intensa vida de cuarenta o cincuenta años. Y los volúmenes que ahora miro juntos estarán en las manos de otros lectores. Mi alma se dispersará libro a libro, instante por instante, en la gran biblioteca a del mundo. Igual que la amistad no desaparece con la muerte, nuestros libros llevarán a otros lugares más allá de los tiempos la sombra de nuestra mirada.
ENTRE LAS HOJAS DE LOS LIBROS VIEJOS Entre las hojas de los libros viejos encontré tantas cosas que no es fácil traerlas a un poema. Servilletas de algún lejano bar, pétalos negros de amapola y jazmín: su primavera dejó una doble sombra en el papel, la del jardín cerrado y las afueras, juntos para calmar la misma herida; carnets, facturas, sellos ya matados o por matar, entradas de teatro, toros, cine, autobús, metro, tranvía; cartas de amor de un fuego ya prendido o que nunca prendió, recortes mudos de alguna rara esquela con apodo, sacados de un diario de provincias; postales de una mili ya lejana, estampitas de algún casto varón o alguna santa mártir; envoltorios de frutas escarchadas, caramelos, cuchillas de afeitar o pegatinas; billetes olvidados que no tienen ya nada que comprar, las etiquetas de ropa o de bebidas, cromos que no sabemos de qué liga son, tarjetas con direcciones que ya no se encuentran y números que ya no comunican; hojas de calendario, recortables huérfanos de su año y de su niña; fotos en blanco y negro y a color de novios y de novias que tuvieron la luz en la mirada; mil recetas arrancadas de libros de cocina.
Entre las hojas de los libros viejos, entre cosas caducas, qué pequeña parece nuestra vida.
ESPARTACO En el año 73 antes de Cristo 74 esclavos gladiadores escaparon de la casa del honrado Vatia, donde se entrenaban para matar o morir. Un año después eran un ejército de más de 60.000 hombres bien provistos y armados. Durante dos años ese ejército sembró el caos y la rapiña por toda la Italia del Sur, derrotó nueve veces a las legiones romanas y tuvo a raya al mayor poder militar de la Antigüedad. El orgullo pendenciero de un gladiador significó durante varios meses tormentosos la esperanza de los que nunca habían tenido nombre ni libertad.
SONETO DE ESPARTACO No me importa morir cuando he tenido una vida pequeña entre mis brazos y, en vez de ser cruel, en mi regazo cuidé de su orfandad y fui su nido. No me importa morir si me han herido después de haber brillado el breve plazo que duran los latidos de un abrazo libre, entre cuerpos libres, compartido. No me importa morir porque nacimos para el choque de cuerpos, para el beso y no para la fusta del villano. Aprendimos la luz en los racimos, la libertad nos dio su rostro ileso, y el hermano nos dio su voz de hermano.
MENDIGOS DE NÁPOLES Plaza Garibaldi: negros; Plaza de Dante: mendigos; putas del barrio Espagnolo, lleváis un dolor antiguo por basureros, esquinas, por iglesias y postigos.
La herrumbre de las edades, la resaca de los siglos os dio la mirada opaca del animal malherido. Por las esquinas de Nápoles vagáis sin saber el hilo cortado que un día unió vuestro corazón cautivo. Antes de que hubiera Nápoles aquí Espartaco hizo un nido de serpientes, alacranes y pan para vuestros hijos. Pero el nido ardió. Fue pira de vuestros huesos el brillo de la lava de un volcán, y hoy el fuego ya es ardido. Negros de Nápoles, putas de Nápoles y mendigos: recordad que un día tuvisteis orgullo, y que fuisteis dignos.
ES CONVENIENTE PASEAR AL PERRO (INÉDITO, 2017)
NUEVA MALDICIÓN LITERARIA A quien corresponda
Que los villanos os maten, no nobles ni fijosdalgo y se lleve vuestros huesos el viento del sur, que un barro anegue vuestra memoria por ramblas y por cercados si consentís en que vuelva cuerpo que fue de machado. Que si bebéis algún vino sea vinagre remontado; y si coméis, que el arroz os sepa siempre a salado si consentís en que vuelva cuerpo que fue de machado. Hideputa consejero, alcalde ruin y sobrado, poeta que estás de moda y tu verso es un arado, que se sequen vuestros ojos y se pudran vuestros labios si consentís en que vuelva cuerpo que fue de machado. Que a quien la muerte le dio cuna de amor y descanso junto al vientre de su madre, no venga diente a sacarlo de mastín, pero lo bricen las olas del mar cercano.