Datos biográficos: Francisco José Silvera Guillén nace en Huelva el 24 de abril de 1969. Estudia en la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia de Salamanca y en la Universidad de Sevilla donde obtiene el título de Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, Sección de Filosofía. Simultanea sus estudios con los de Filología Clásica. Realizó estudios de Doctorado y obtuvo una Beca de Investigación en el extranjero. Ha impartido clases de Filosofía en diversos institutos de Andalucía Occidental. Oficio y vagabundeo, el de Profesor de Filosofía, que como él mismo reconoce ha sido la fuente de muchísimas satisfacciones personales y profesionales, a la vez que inspiración en su creación literaria. Aficionado a la música desde la infancia; integrante de grupos de música popular, y melómano de la música clásica. Ha sido director del Festival Internacional de Música Ciudad de Ayamonte, en los años 2002 y 2003. Y ha participado como guitarrista en los ciclos de conciertos de “Confluencias”, organizados en Huelva por Eduardo Polonio. En la actualidad dedica sus labores y desvelos a la secretaría del Sindicato Andaluz de Docentes Interinos de Huelva.
Reseña crítica: Se define como escritor sin apenas contacto con grupos literarios, y "torpe y constante aprendiz de las Letras hasta casi la treintena. El papel que ese aislamiento ha tenido en mi faceta
creativa, me ha hecho desarrollar un estilo propio carente de un desarrollo técnico ordenado". Ha colaborado con diversas revistas y suplementos culturales de prensa: “La Campiña” de “El Periódico de la Campiña”, en Jaén, y la revista literaria “Los Papeles Mojados de Rioseco”, con sede en Estepa pero de difusión nacional.
Obra literaria: •
“Las apoteosis”, (Huelva : Diputación Provincial, 2000) con ilustraciones de María Jesús Casermeiro y un epílogo de Manuel García García, en la Colección “El Fantasma de la Glorieta”. • “Libro de las taxidermias”, (Granada: Diputación Provincial, 2002) prólogo de Anselmo Martínez Camacho, en la Colección "Genil" de la Diputación de Granada. • “Libro de los Humores ”, (Sevilla: Point de Lunettes, 2005). Colección Criacuervos. Ha publicado un gran número de relatos y obra suelta en diversas revistas literarias: • “Ayer”, relato en la revista “Penny Lane”, nº 4, Huelva, en 1994. • “El clavadista”, en el nº 1 de “Los Papeles Mojados de Ríoseco”, Estepa, 1999. • “La apoteosis del tiempo”, en “Alhucema”, nº 4, Albolote (Granada), 2000. • “Casa vacía” y “Las primeras tristezas” en “La Cinta de Moebius”, nº 2, Huelva, primavera de 2000. • “El ahogado”, en “Los Papeles Mojados de Ríoseco”, nº 3, Estepa, 2000. • “Sol de siesta” y “La sonda” en “El Caracol del Faro”, Alicante, primavera de 2001. • “Vida nueva”, relato usado como felicitación para el nuevo milenio en la pagina “web” por la Empresa Municipal de Aguas de Granada (EMASAGRA) entre el 1 y el 10 de enero de 2001. • “Crónica del ángel” en homenaje a Antonio Carvajal en el nº 4 de “Los Papeles Mojados de Ríoseco”, Estepa, 2001. • “De vuelta”, Suplemento de Cultura del Periódico de La Campiña, Andújar, nº 3, en junio de 2001. • “La temblaera”, con ilustraciones de Juan Pedro Suárez, Suplemento de Cultura del Periódico de La Campiña, Andújar, nº 4, en julio de 2001. • “De piedra y prosa”, Suplemento de Cultura del Periódico de La Campiña, Andújar, nº 6, en septiembre de 2001. • “Su Ilma.”, Suplemento de Cultura del Periódico de La Campiña, Andújar, nº 7, en octubre de 2001. • “Sobre el alma”, Suplemento de Cultura del Periódico de La Campiña, Andújar, nº 8, en noviembre de 2001. • “Zambucando”, Suplemento de Cultura del Periódico de La Campiña, Andújar, nº 9, en diciembre de 2001. • “Bonanza de rostro”, Suplemento de Cultura del Periódico de La Campiña, Andújar, nº 12, en febrero de 2002. • “Los poetas”, “Los helmintos”, “Ruina” y “Pecio”, dentro de la “Revista Jizo de Humanidades”, nº 1, Granada, invierno de 2002. • “Cuando ataca la fiera”, publicado bajo el pseudónimo Ezequiel Pablos en el Suplemento de Cultura del Periódico de La Campiña, Andújar, nº 15, mayo de 2002. • “Solitarios”, Suplemento de Cultura del Periódico de La Campiña, Andújar, nº 15, mayo de 2002. • “La sencillez”, en “La Cinta de Moebius”, nº 3, Huelva, verano de 2002. • “Memorial de la herrumbre”, en un catálogo de una exposición de María Jesús Casermeiro (Almonte: FABA : Ayuntamiento, 2002). • “La luna hará de hilvan del recuerdo...” Poema acróstico en prosa que cierra la antología que se editó con motivo del XX Festival Internacional de Música Ciudad de Ayamonte (Ayamonte : Patronato Municipal de Cultura, 2002), y en la que se incluyen los autores Rosaura Álvarez, Francisco Acuyo, María Victoria Atencia, Francisco Bejarano, José Luis López Bretones, Antonio Carvajal, Ramón Crespo, Manuel García García, Rafael Inglada, Rafael Juárez, Manuel Moya, José Antonio Muñoz Rojas y
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Manuel Urbano. “Arranca una marea de música...”, La XXI Edición del Festival Internacional de Música Ciudad de Ayamonte incluyó otro acróstico similar y contó con la colaboración de autores portugueses que cedían obras inéditas en España y traducidas por el poeta Adrián González Dacosta: Amadeu Baptista, Casimiro de Brito, el citado A.. Glez. Dacosta, Ana Hatherly, Nuno Júdice, Helga Moreira, Orlando Neves, José Luis Peixoto, Nuno Rebocho, José Saramago, Laureano Silveira, Pedro Tamen, Jorge Velhote y Vergílio Alberto Vieira.
Referencias críticas y su obra en Internet: • • • •
Textos en prosa Hwebra : la revista electrónica sobre literatura, nº 6 (Largo Especial de Supercortos, página 2) Silvera y "El libro de los humores"/ Bernardo Romero. El Mundo Huelva Noticias (Jueves, 5 de mayo de 2005). La placeta “De buenos y malos humores”, Juan Villa (El Mundo, Huelva Noticias, 15-11-2005) “Presentan un libro de relatos de Silvera”, (Odiel información, 16-11-2005) .
Publicaciones académicas: • •
Reseña de “Fundamentos de Ontología Dialéctica” de Lorenzo Peña, en“Revista de Estudios Bibliográficos”, Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla, 1988. “Sobre el empleo público”, Boletín nº 8 del SADI, febrero de 2002.
Presentación del autor Huelva, 1969. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid (tesis: Obra y edición en Juan Ramón Jiménez. El «poema vivo»; Premio Extraordinario de Doctorado). He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor de instituto, de filosofía, hasta donde lo permita el gobierno actual. Director del Festival Internacional de Música Ciudad de Ayamonte (2002 y 2003). Coordinador de los actos del Trienio Zenobia-JRJ 2006-2008. Asesoría musical para la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía (2003-2013). Consejo Asesor Literario de la Diputación Provincial de Huelva (20022013). Colaboro semanalmente con la prensa escrita en Huelva Información. Junto a Javier Blasco, he codirigido Obras de JRJ, en 48 volúmenes para Visor; he publicado varios ensayos en torno a su concepto de «obra»: -Copérnico y Juan Ramón Jiménez. Crisis de un paradigma (2008) -El materialismo de Juan Ramón Jiménez. (JRJ excavado: alma y belleza, 1900-1949) (2010) -Juan Ramón Jiménez en el Archivo Histórico Nacional: Vol 2. MONUMENTO DE AMOR, ORNATO y ELLOS (2011) -Poesía no escrita. Índices de Obras de JRJ, junto al profesor Javier Blasco (2013)
Lejos de tener vocación de cuentista, sí me encuentro cómodo en la prosa corta, lo que me hace deambular entre el relato, el microrrelato, la estampa o el poema en prosa. Veo poco más que comercio en la literatura actual; suelo experimentar con la forma. Mis libros: -Las apoteosis (2000) -Libro de las taxidermias (2002) -Libro de los humores (2005) -Libro del ensoñamiento (2007) -Álbum blanco (2011) -Tenebrario (2013) -De la luz y tres prosas granadinas (2014). -Libro de las causas segundas o Las criaturas (2014, Epub) -Mar de historias. Libro decreciente (2016) He publicado cuentos en diversas revistas y he sido recogido en varias antologías, como Mundos mínimos. El microrrelato en la literatura española contemporánea (2007), editada por la profesora Teresa Gómez Trueba; Microrrelato en Andalucía (2007), edición del crítico Pedro M. Domene, y más recientemente en Velas al viento. Los microrrelatos de La Nave de los Locos (2010) o Mar de pirañas. Nuevas voces del microrrelato español, ambas por Fernando Valls (2012). En el blog literario de este crítico se pueden encontrar textos míos. Mis artículos en: quenosenada.blogspot.com.es
ANTOLOGÍA DE TEXTOS. “Agua” A Luis Espínola Tuvo sed, nada más, la tormenta con agua y con piedra le dio paz, nada más; y, enterrado, quiso luz pero no le sirvió su deseo de exhausto, nada más pudo ver salvo el fluir de un dolor que nos llora en lo oculto de ser, o morir,
nada más. (Lanjarón)
El origen (De gatos, 1)
Ya todos la conocían, sabían de su vida. Por eso los niños se metían con ella. Volvían de la escuela en el autobús con su algarabía habitual pero, esta vez, espoleando con una noticia llegada no se sabía cómo: -¡Tu gato está muerto! -¡No! ¡Mi gatito está vivo! ¡Que se llama Bolita y es muy bueno! -¡Que no, tonta! ¡Que está muerto, que lo ha cogido un coche y lo ha aplastao! -¡Ay! ¡Seño, no me dejan! No me dejan, ¡me están diciendo que mi gato se ha muerto! Y la auxiliar del autobús le lanzó una mirada de desprecio con un toque compasivo, pensando en el abismo que vivía a diario la niña en su casa. Pero había tenido que soportar a su madre y a su padre, por lo que procuraba no tratarla demasiado e, incluso, hacerle daño para... ¿para qué? -¡Está muerto! El bus fue frenando y la niña dio un respingo de alegría, porque vio a su papá esperándola en la parada, y eso solía ocurrir pocas veces. Se detuvo y sonó el hidráulico de la puerta y la niña, edulcorada, exageradamente feliz, presumida, orgullosa y vanagloriada del amor inexistente de su padre, caminaba por el pasillo entre asientos con los ojos semicerrados y una sonrisa postiza; cuando llegó a la salida la puerta ya estaba abierta y el padre con medio cuerpo adentro: -Te han matao al gato...
Entero
A Marta Domínguez Limón
Lo hemos visto entero, quizá demasiado entero. No ha llorado. Incluso ha sonreído a alguna broma inoportuna, ha tomado varios cafés, ha departido con unos y otros y cuando ha salido a fumar todos lo hemos visto mirando un coche, la papelera o un trozo de la mañana que pasa; se ha quedado en el tanatorio, eso sí, ha pasado allí toda la noche y no ha cerrado los ojos, ha desayunado normalmente. Todos esperábamos que se derrumbara, al menos al ver a su hijo pequeño, pero no; alguna ha alcanzado a decir, apuntar acaso, que está demasiado entero, pensando eso de que el muerto al hoyo y el vivo al bollo, que pronto otra calentará su cama, es ley de vida; que qué pena del niño, tan chico, o que parece que no lo siente; había corrillos de gente que lo miraban de reojo, en comidilla, otros llegaban y se abrazaban asustados por el drama pero él mismo los tranquilizaba, destensaba el ambiente con alguna pregunta natural. Después de la ceremonia, caminamos hasta el camposanto, todo rápido, como queriendo acabar, la dejamos allí enterrada, sola, todos nos volvimos y nos fuimos retirando a nuestras casas. Él comió, se echó un rato en el sofá, dormitando con una película mala, después hasta ha salido un rato, poco tiempo, ha vuelto pronto, el niño en casa con sus tías y su suegra intentando entretenerse y entretenerlo, ya era de noche y han preparado una cena rápida, se queda su cuñada para ayudar con el chiquillo, están cansados. Entonces él ha dicho “Va a tener frío”...
“La pastilla”
Era una mañana de pájaros que caían de los cielos, apresurados tras los insectos; la torre del Ayuntamiento era un sol blanca, y estas aves: planetas de órbitas alocadas sajando los rayos de luz del reloj, que marcaban la media de la mañana. Socarrones los viejos remoloneaban en sus bancadas de hierro dejando pasar el día. Entonces brotó una mujer con vestido ligero apenas saltando sobre sus repletas carnes de señora, la cintura haciendo gravitar un pecho de sal y unas piernas de miel; la boca roja grande y unos ojos brillantes, negros como el agua de la muerte; toda caminando jaca con la gracia de lo que consiente la belleza, única verdad del deseo. -¿Sabes? —rompió uno a hablar, tras un silencio de tremulación—. ¿Te acuerdas de las pastillas aquéllas que nos daban en el cuartel para bajarnos los furores de la juventud? -Sí, qué… -Pues, para mí, que me están haciendo efecto ahora. El otro lanzó una mirada larga a la hembra y, sonriendo para dentro, inmóvil como la luz, sentenció: -… puede ser.
"La casa del pino"
Hay un frío brillante que se da algunos días de invierno. El sol está fuera y se aprecia su tacto, pero el aire helado y la temperatura, que pende de una nube para caer con escándalo, rompen toda la mañana limpia. Desde la casa se ve en la lejanía la Sierra; en días claros como éste uno parece volar por los valles, ríos y tierras que transcurren veloces hasta esa serranía que revienta enorme el horizonte. Así es la mañana; y el niño llega y encuentra a su caballo bregando con la muerte, tumbado y el costillar señalado como en un barco podrido de la marisma. El padre no habla, saca su escopeta y le pega un tiro en la frente tranquila, dura, y suena el eco como cayendo por la finca, tan alta, como rodando hasta el río que yace en la vaguada. El niño mira la casa, mira el enorme pino; todo es paz, la sombra mecida de los almendros se mueve sobre los surcos del terruño arado. Ahora hay silencio y ese sol leve, casi muerto pero luminoso, como si fuera el resto de una explosión lenta. El niño se pregunta todo, nada contesta. Entonces se va al coche y pone la radio, buscando entretener su aliento... Volverá años más tarde a la casa del pino y pensará en su caballo... y en su padre.
La culpa (De gatos, 2) Para Chamas y para los bachilleratos que me oyeron tan atentos en Valverde del Camino
Un profesor pesado había leído en clase un cuentecito de un poeta, uno sobre un pajarito al que, sin pensar, había dado un tiro de niño, dejando al aire su moribundo corazón palpitante. Y le vino a la cabeza porque ahora le estaba pasando a él lo mismo; vio al gato rondando las jaulas de sus canarios y un par de días antes un conejo hermoso y cano le había desaparecido, así que echó mano de su escopeta y pegó un plomillazo de escarmiento al felino. Pero, tras un salto y un grito como de niño, dio una cohetada y, apenas diez metros más allá, a los pies de un naranjo se dejó posar el animal angelicaído. Se acercó el muchacho y lo vio con la mirada en desespero y la lengua, blanquecina y seca, saliendo de su jadeo; el plomo se le había colado en el pecho y, por un azar maligno, le impedía respirar. El chaval se compadeció del bicho pero, al mismo tiempo, miró atrás temiendo la reprimenda de su padre; de inmediato cargó el aire comprimido y disparó entre los ojos al gato agonizante, pero el mal azar ya no insistía y el balín se limitó a herirle superficialmente la piel sobre el cráneo. Entonces disparó, y disparó, y disparó... hasta que cansado y temeroso, de su padre, comenzó a abrir allí mismo, bajo el árbol, una fosa en la que, de un empujón asqueado de su zapato deportivo, dejó caer el animal desgraciado... No sabía, cuando lo tapaba, si aún respiraba o no. Le quedó un regusto amargo, fueron días de nervios e inconstancia hasta que el olvido, una muchacha y los amigos del equipo de fútbol dejaron esos sentimientos inesperados atrás. Un mes entero transcurrió cuando su padre apoyándose en una gavilla de hierro, al pasar cerca del naranjo, se hundió en el terreno y pareció estremecerse. El muchacho, descompuesto, comenzó a llorar; el hombre maduro sacó despacio el dardo metálico y miró consternado los restos de pelo canoso y cadaverina en la punta férrica. Clamó a su hijo con los ojos muy abiertos y le dijo: -Manuel, no llores; te voy a contar lo del conejo, que no fue culpa mía.
La regla A J. M. Torres Nos fuimos de Andorra a Palencia, en pleno invierno. A mi padre acababan de cambiarle de plaza en el trabajo, aunque nunca supe si para mejor. Hicimos el traslado de expediente y, de pronto, de un día para otro, ahí estaba yo: en mitad de una clase, solo y triste, asustado con todo un mundo mirándome. La maestra, cercana y atenta, me había acompañado a mi nuevo sitio tras despedirse del Director y mi madre. Me pareció simpática. -Copia esas frases en la pizarra y analízalas sintácticamente. Yo no la entendí, venía de otro colegio y nunca habíamos hecho algo así. Copié mis frases y sufrí uno de aquellos melancólicos silencios de clase, viendo moverse los hombros de los chiquillos cada uno en su pupitre y el tiempo lento, lento, lento sin pasar... No recuerdo hacia dónde miraba, sólo que comencé a girarme quizá intuyendo algo; recibí un guantazo con la mano abierta que me conmovió toda la cabeza. -¡Todavía no has hecho nada! Y la maestra siguió caminando mientras yo sorbía la sal de dos lágrimas de tristeza más pura que el dolor. Sentí pánico, porque a nadie sorprendió la torta y ella seguía caminando con una regla de cuarenta, de madera, picando en los codos sobresalientes de las mesas, pidiendo las puntas de los dedos o, en un gesto de sadismo, atacando por sorpresa detrás de las orejas con un toque de crueldad dado el intenso frío de aquella ciudad torva y helada. Nunca me dio tanta alegría salir de clase y ver a mi hermano el pequeño. No podía acostumbrarme pero un niño hace cotidiano todo horror, y así iba mi nueva vida en Palencia. Una mañana, callados los dos entre vahos de aliento, caminábamos hacia el colegio. José Manuel se agachó y sonriente me miró. -¡Una regla! Tuve una primera mala impresión, era igual que la de la maestra pero de sesenta, al menos. Entonces entreví la ocasión de ser más y se la pedí a mi hermano. Me la negó, pero yo era mayor y tras unos insultos, una chulería y una amenaza: me la quedé. Y entré ufano con la regla en mi maleta. Hasta la penúltima clase no iba a tener la oportunidad de solazarme con mi orgullo. Le aseguré a mi hermano que cuando fuera a su aula, a última, ya habría caído yo encima de ella, y nos habría envidiado por esta regla de madera tan grande; y él se convenció, y quiso paladear ese pequeño podercillo con tran grande enemiga. Casi había transcurrido mi hora y, simplemente para hacer unas rayas de unas cuentas, saqué mi regla. Ella venía por detrás, podía verla, pero se paró. -Torres —me dijo—, ¿me dejas tu regla? Y con toda naturalidad me la cambió por la suya; yo, cobardemente, asentí. Qué podía hacer. La suya me daba asco, cuánto sufríamos por ella. Nadie se atrevió a comprobar lo sucedido, todos trabajábamos... y la maestra se fue al aula de mi hermano. Salió un sol amarillo y sin fuerza que apenas podía con el helor de las piedras; la hora eterna preludiaba un viento metálico que ronzaba las puntas de las narices, las orejas y los dedos descubiertos. Me sentía desdichado, como si la vida, tan niño aún, me pesara muchísimo y no pudiera con ella. Entonces vi a mi hermano corriendo hacia mí, llorando.
La santa “Aquí veo el mal que nos causa el pecado, pues así nos sujetó a no hacer lo que queremos de estar siempre ocupados en Dios” (Teresa de Jesús, Libro de la Vida, XVII, 5)
1 Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: vía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal; lo que no suelo ver sino por maravilla. Quiso mostrarme solas las manos con tan grandísima hermosura que no le podía yo encarecer. Eran manos dulces, como de aire los dedos y tan blancas que si los ojos en vez del alma las hubieran visto: habrían de haber muerto quemados. Pero no fue la única esa alba de carne; el ángel mostróme su torso, sus piernas bellas desnudas, su cuerpo entero y, finalmente, su rostro privado para todos, que me anegaba de gloria y de un gusto tan querido como el agua para quien se consume de sed. Al momento, por voluntad de la divinidad, quedé desnuda y mi carne languidecía por la presencia del mensajero. Habría sentido vergüenza de no saber que no habría de pasar nada que no quisiese Dios para mí. El ángel de Dios me atravesó con un dardo que parecía en la punta tener algo de fuego, éste me parecía meter por el corazón algunas veces, y me dejaba toda abrasada de amor en un requiebro tan suave que, suplico yo a su bondad, lo dé a gustar a quien pensare que yo miento. Y el dolor de entraña era solaz del alma, y queriendo evitar el uno se dolía la otra, y queriendo parar suplicio de espíritu crujíame la carne con aquellos quejidos sutiles suspendidos entre el padecer y el descansar. Y ahí me ahogaba entre dulzuras, gustando la más sabrosa paz que lengua ninguna paladeara jamás.
y2 Miró por última vez a su hija. Se la llevaban. Y sintió un dolor profundo, porque la hija había dejado todo antes de vivir... tan joven. Miró por última vez su cara y creyó percibir en ella una esquirla de felicidad, un sesgo de alegría que no podía ser. Olía a rosas, olía a dulce, olía como a fruta cogida en sazón, la muchacha dejaba un rastro de flor levantada en la frescura del rocío. No podía llorar. El corazón le palpitaba violento contra el pecho. Sus momentos últimos le habían desconcertado; porque gimió como del placer que no conocía, esbozó una sonrisa leve y después se dejó caer con su peso en el lecho expirando como quien acaba el esfuerzo de... ¿Era posible? No quería pensarlo, pero ¿era posible? “Esto sólo concierne a la divinidad”, se dijo; la habitación quedó en absoluto silencio y transcurrieron unos instantes largos. Alguien dijo: “Ha pasado un ángel”.
“Resolución Alcaldía"
La ciudad ardía, la sobremesa oscura apaciguaba y ocultaba el tráfico. Moderno y despreocupado, el hombre estaba leyendo en Internet: "Atendiendo a que en las cuarteladas Núms. 2, 3, 4, 5, 6, 7, 17, 18, 19, 20, 21, 26, 27, 28 y 29 del Cementerio Municipal de esta localidad sólo existen actualmente restos cadavéricos, según la definición que de resto cadavérico nos da el artículo 3 del Reglamento de Policía Sanitaria Mortuoria de Andalucía, aprobado por Decreto 95/2001, a saber: 'Lo que queda del cuerpo humano, una vez transcurridos cinco años siguientes a la muerte real'; no existiendo en dichas cuarteladas ningún cadáver atendiendo a la definición citada, siendo los restos cadavéricos más modernos de fecha 13 de enero de 1998, según fecha de enterramiento, encontrándose depositados en el nicho Nº 8 de la cuartelada Núm. 20. […] SEGUNDO. Hacer pública las intenciones de este Ayuntamiento relativas a la declaración de ruina, de la posterior demolición de las cuarteladas afectadas y de exhumación y traslado forzoso de los restos cadavéricos no reclamados por los familiares de los inhumados a un osario común, con una antelación mínima de tres meses al inicio de los trabajos de demolición, que comenzarán por la cuartelada Núm. 2, mediante la publicación de un extracto de la presente Resolución en el Tablón de anuncios de la Corporación, en el Boletín Oficial del Estado” el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, el Boletín Oficial de la Provincia y el periódico de mayor tirada de la provincia, a fin de que las familias de los inhumados puedan adoptar las medidas que su derecho les permita y formular cuantas alegaciones tengan por conveniente en el plazo de quince días contados a partir del día siguiente al de la publicación del extracto citado anteriormente.
[…] TERCERO. Que al margen de las publicaciones anteriores, este Ayuntamiento informará con tres meses de antelación a la fecha de demolición de cada una de las cuarteladas del inicio de los trabajos; mediante la inserción de anuncios en el Boletín Oficial de la Provincia, en el Tablón de anuncios de la Corporación y en la página web siguiente: www.-------.es. Estos anuncios aparte de señalar la fecha de comienzo de los trabajos contendrán una relación de los restos cadavéricos a exhumar y se notificarán igualmente a todos los titulares de derechos funerarios afectados o concesionarios de sepulturas que puedan ser localizados; advirtiéndoles de que los restos reclamados tras la exposición pública y que deseen que sean inhumados en una nueva sepultura dentro del mismo Cementerio, deberán abonar previamente las tasas vigentes. […] A partir de la publicación del presente anuncio en el Boletín Oficial del Estado, el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, el Boletín Oficial de la Provincia y el periódico Xxxxxx Información, se abre un período de información pública por plazo de quince días , contados a partir del día siguiente a aquel en que tenga lugar esta publicación en el Boletín Oficial del Estado, para que puedan presentar alegaciones los familiares de los inhumados o titulares de derechos funerarios, en la Secretaría de este Ayuntamiento, donde podrán consultar el expediente y retirar fotocopias de los documentos obrantes en el mismo, advirtiéndose de que se trata de un acto de trámite y, como tal, no procede la interposición de recursos contra el mismo. […] Lo manda y firma el Sr. Alcalde, D. Xxxx Xxxxxxx Xxxxxx Xxxxxx, en Xxxxxxx, a 14 de enero de 2013; de lo que, como Secretario, doy fe. Ante mí, El Alcalde, Fdo.