2 minute read
Del tiempo y el olvido de amar
DEL TIEMPO Y EL OLVIDO DE RÍOS
Hay cosas que hemos vivido de las que no tenemos memoria precisa, hemos olvidado cada relámpago de emociones que no recordamos nada, bien pudimos haber vivido, soñado o que simplemente imaginamos las cosas cuando preguntamos al que pasa la calle señor quién soy yo y de qué color. Quien debe contestarnos nos mira como quien no escucha o no nos conoce da miedo o es imposible volver a preguntar sobre nuestra fugaz existencia que nos duele no ser alguien o ser este pedazo de olvido largo de ausencia todo me parece un racimo de duraznos, racimos de olvidos o inexistencias.
Advertisement
Ayer me decía quién soy yo y mi voz alma que lleva el diablo repetía no sabe qué hacer conmigo y con este mediodía que me espanta ya largo. Me miró con ojos de espanto sin saber qué razones darme de las noches. Tantos otros días me miro a mí mismo en el espejo que no me reconozco y digo no es para alarmarse si no nos recordamos a nosotros mismos ni es para morirse de susto si nosotros mismos no sabemos quiénes somos.
Pueda que la vida sea un sueño o que un río de sueños haga de nosotros este fuego ardiente que nos quema el alma que ya tantas veces habrá muerto de todas maneras, así sea que pensemos en el tiempo y del olvido de ríos somos sueño eterno en constelación de polvo de estrellas y carne de estrellas. esta escritura fugitiva de ideas, pensamientos, sensaciones y emociones son la pesada carga de buenas intenciones que palpitan en nuestros corazones.
Así sea que seamos realidad, ensueño y pesadilla del sueño y el delirio que somos harto ensimismados en nosotros mismos que no sabemos mirar para otros lados también existen otros seres iguales que nosotros que sienten, piensan y preguntan ¿Quién soy, qué hago en este mundo, qué hace que padezca preguntas sin respuestas? Con todo lo que tenemos que cargar nuestra cruz del dolor y filosofías dudosas No hay día en el camino que no se nos cruce la interrogante existencialista.
¿Por qué no puedo dejar de pensarme a mí mismo sin quedar hastiado de la vida? Hay días en que el alma se me agiganta tanto que creo que exagero la pregunta
Hay veces que me obligo a mí mismo no cruzarme con más preguntas que dos o tres, sin embargo, devotos de nosotros mismos casi nos es imposible no mirarnos por dentro aislados, encastillados, enjaulados y estrellas del desierto sin nombre ni apellido.
Hay cosas que hemos vivido de las que no nos acordamos, perdemos la memoria no sabemos del olor de la tierra, desconocemos el perfume de la flor y no sabemos de qué color es el amor, que muchos creemos que sirve para mercancía de lupanares musa o vieja barata que nos mira los ojos llenos de lágrimas que nadie paga una sonrisa. Más allá del tiempo y del olvido de ríos qué difícilmente hoy se pescan buenos amigos así olvidamos el agua, el viento, el juego, la tierra, el cielo y este pedazo de carne este que soy yo te mira mirándose a mí mismo en el espejo que no me reconoce.