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El fondo de la poesía libertaria
EL FONDO DE LA POESÍA LIBERTARIA
Poesía viene del griego poíēsis y del latín poēsis, que significa crear o hacer. En el siglo IV antes de Crito Aristóteles, definió la palabra poíēsis como el impulso del espíritu humano para crear algo a partir de la imaginación y los sentimientos.
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Buena ocasión para tocar el fondo de la poesía libertaria. Poesía es misterioso tejido cósmico de vientre feliz que cobija a los seres humanos asombrados, sin hacer de lado a los voraces depredadores homo sapiens del planeta Tierra, genocidas homo cibernéticus que le dan vueltas a los implantes de complejos chips, nadando en dopamina en peceras sonrosadas de la felicidad, víctimas del sin sentido filosófico de la vida que abruma, sentimiento psicológico de abandono y desamparo, desorientados por las calles que vivimos con menos de un dólar día y la lucha tenaz del poeta revolucionario crucificado que le saca brillo a las palabras, negándose a dormir el sueño de los justos.
Para no batir las alas rotas en vano en el aire y para no perdernos en requerimientos académicos, flageladores de las formalidades de rigor que exige la señora Academia, poesía es el pueblo que lucha a pedrada limpia por los derechos humanos y contra el voraz saqueo de los recursos naturales, es el llanto del niño que renegando llora de hambre y sed, la risa feliz del anciano que camina del brazo de la muerte, el alegre despertar de la planeta Azul que canta canciones revolucionarias y el universo surrealista de camisas estampadas color amarillo solar, enamorado de la Luna de Valencia susurrándonos al oído estamos condenados a luchar a brazo partido por el bien común.
Poesía es la voz de las mujeres y los hombres asombrados de la vida que le cantan al amor, el dolor, la tristeza y la belleza.
“Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos” . Hermann Hesse (1877-1962), escritor suizo, de origen alemán.
“Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio”. Federico García Lorca (1898-1936), poeta y dramaturgo español.
“La poesía huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o de los lechuguinos de televisión” . Joaquín Sabina (1949-), cantautor y poeta español.
La poesía es el corazón del planeta Tierra que lucha por un mundo mejor: 1) Si no morimos víctimas de la ironía macabra que se nos ríe en la cara. 2) Si le devolvemos la ironía macabra a la muerte. 3) Si le ponemos en su lugar a la calva calavera de la muerte con ínfulas del hermano menor de Dios. 4) Si le gritamos en la cara a los explotadores el sudor de la frente de los explotados la riqueza de la que viven.
La poesía es revolucionaria si no anda patas arriba, de nuca o de espaldas al mundo, muy distinta de la de los poetas que hablan de sí mismos, de sus enamoradas, esposas, amantes, penas, tristezas y mares de lágrimas. Fácil de imaginar los partos dolorosos que hacen gemir a las madres que dan a luz, porque se dan cuenta de la clase de hijos que traen al mundo, hombres lobos del hombre.
Existe un perfecto modo de matarse de la risa macabra: Escribir poesía con verdades ineludibles, desmesuradas, contingentes, intrincadas, ficticias, sepultureras y perentorias que viven de la risa irónica desdentada y de los ojos metafísicos de Dios. Porque poesía es darle una mano amiga al mendigo que filosofa la riqueza obscena del mundo que hace tanto mal, una interpretación descremada prematuramente envejecida de la vida que no ignora la explotación del hombre por el hombre, juego de villanos que muere de risa irónica macabra.
Como que no faltan poetas que cansados de ver el mundo injusto en el que viven, donde los ricos viven del hambre de los pobres, al borde de lo insoportable por el comportamiento de quienes usufructúan el poder, cargamos sobre nuestras espaldas la palabra altiva con que habla la poesía libertaria, dignidad desnuda de la belleza que agarra a pedradas los afanes sepultureros de los neoliberales, que gozan de la vida
afeándola, que no se puede no gritárseles en la cara a los prósperos pícaros y elegantes tramposos que viven del sudor de la frente de sus semejantes.
Para amar a nuestros semejantes, no es necesario tener un título académico. Suficiente con dar amor, respeto, solidaridad, reciprocidad por reciprocidad. Para dar calor humano a nuestros semejantes, apenas se necesita la palabra tibia, tierna, calurosa, amorosa y reconfortante; para dar amor a nuestros semejantes, bastan la sal de la vida que calma el dolor humano y una gota de agua clara que calma la sed de libertad.
Inquilinos de la vida hechos de barro, tierra, piedra, polvo y ceniza, miremos la vida con alegría, ternura, dulzura, comprensión, porque para tener ojos tiernos, tibios, calurosos, amorosos y reconfortantes nacimos. Para amar nacimos y para dar calor humano vivimos. Caín mirando de reojo a Abel dice: Ojos fríos, labios fríos, manos frías, palabras frías, sangre fría, ¡qué seres humanos congelados por el desamor, el abuso de poder, la incomprensión, la intolerancia, la indiferencia, cualquiera sea el sueldo!
Tres razones para vivir y morir con dignidad: Dar amor, dar amor y dar amor. La poesía está para amar al ser humano desgarrado, resquebrajado, triturado y pulverizado por las guerras genocidas digitadas por calvas calaveras genocidas.
Alertas a la risa macabra prostituta que cobra por vivir, sabemos por qué la poesía comunitaria pregunta, “quiubo, ¿somos nosotros o no somos nosotros?”. No mentimos, amamos la verdad desnuda. Hay suficiente amor en la Tierra para los que somos y los que no somos, que la poesía cree de su responsabilidad enjuagarle las lágrimas al mundo. ¡Nerón quiere que el mundo tenga una sola cabeza para aplastarle!
Hombres enteros y mujeres íntegras, porque ejercemos la poesía creadora y libertaria, no podemos mirar con indiferencia la injusticia social que gobierna al mundo, y porque vivimos con dignidad, estamos condenados a quitarnos del cuerpo la risa macabra de la muerte, la pena, la tristeza, la violencia, la explotación del hombre por el hombre, el dolor, el odio y el racismo altamente rentables. Estamos condenados a quitamos de encima la indiferencia de nuestros semejantes, porque la poesía es amor a la vida revolucionaria hecha con verdades de a puño.
Creo de corazón que la poesía es mujer buena, sana, fuerte y que toda mujer buena, sana y fuerte es poesía de casta inocencia.