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Versos elementales para los amigos
VERSOS ELEMENTALES PARA LOS AMIGOS A Roberto Ágreda Maldonado
Gemelos y trillizos amantes del conocimiento nacidos el primer día de la creación literaria ríen, cantan, bailan, juegan, aman y piensan soledades compartidas de raíces comunitarias alguien creerá que es un invento de la ciencia.
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Los versos elementales a los grandes amigos fruto de trasnochados, de burlones desmemoriados aquellos que pontifican verdades de conveniencia los que viven a costilla de nuestros brazos alados. sencillos, señoriales, altivos, indomesticados, contumaces y rebeldes para consigo mismos, iconoclastas, insumisos, hermanos de perros y gatos.
No menos felices que el día que florece mediodías tienen ciento siete años igual que Alicia Herz Sommer humanista que se ríe en la cara de los pesimistas de cantina: “Si eres optimista, si no te quejas, todo el mundo te quiere”. No hay día en que no festejen humor negro, humor rosa, humor ácido, humor fúnebre, humor de dentaduras postizas, cuyas puertas tocamos en las buenas y en las malas, mucho más todavía en las malas que los días afortunados cuando los pájaros agoreros nos llenan la cara feliz con noticias de muertos, ladrones y ciudadanos meritorios.
Tienen un no sé qué, que cuentan cuentos de aparecidos entre galos y medianoche resucitando viejas teorías que parecen magos que inventan sapos y ranas felices nos hacen reír a mandíbula batiente que ufanos se burlan de nuestros asombrados ojos y de nuestros maravillados ojos pequeñas ratas huidizas de tanto mirar saltimbanquis.
Festivos que dan vuelta y media al mundo en pocas horas que nos divierten de lo lindo contando cuentos de realidades, de libros y presentaciones de libros, exposiciones de pintura y sobre discursos de badulaques, tentaciones de domingo de primavera, recetarios de medicina olfativa y no faltan amigos que se columpian en ríos paralelos de tiempos primigenios, ferias de zapatos rotos, ternos crepusculares, chamarras universales, camisas jornaleras y zapatos obreros.
Amores de roperos muertos y amores de cuerpos amoratados, viejos verdes, respetables damas vestidas de musas verdes. Se fuman la Luna de Valencia, adverbios desmelenados por hacerse buenas gentes, solo comparables con los niños de cartón y hojalata estañada, ovejas negras descarriadas vestidos de camisas estampada surrealistas que no niegan lo que juran, punto menos que imposible que renieguen de lo que revolucionan, protestan, poetizan o filosofan.