CIENCIA
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EL NUEVO DÍA MIÉRCOLES, 27 DE FEBRERO DE 2008
EDITOR : JOSÉ JAVIER PÉREZ OTERO : ciencia@elnuevodia.com
Maestros de la supervivencia Los insectos tienen la habilidad de habitar los ambientes más extremos del planeta Tierra Especial para El Nuevo Día
LA TEMPERATURA es la mayor determinante de la biogeografía, pues influye en la distribución de los animales y plantas en el planeta. Los insectos sobresalen entre los animales terrestres por su habilidad de habitar en los ambientes más extremos de la Tierra. Muchas especies viven en los hábitats más inhóspitos del planeta: pueden crecer en ardientes aguas termales y arenas del desierto, así como sobrevivir las temperaturas de congelación de los inviernos del Ártico. Su habilidad para vivir y mantenerse activos en estos ambientes depende en gran parte de varias respuestas fisiológicas a la temperatura. Estas respuestas van desde los ajustes estacionales del ciclo de vida a largo plazo, a ajustes fisiológicos y de comportamiento a corto plazo. La termorregulación se refiere a la habilidad de regular la temperatura del cuerpo, de tal forma que permita la supervivencia y la reproducción. En su mayoría, los insectos son muy pequeños para ser capaces de elevar o regular su temperatura corporal mediante la producción de calor interno. Esto, unido a su alto metabolismo de vuelo, puede causarles sobrecalentamiento. Por ello, muchas especies de insectos han evolucionado para desarrollar elaborados mecanismos de termorregulación, tanto para el calentamiento del cuerpo como su enfriamiento, que rivalizan con los de los vertebrados endotérmicos. Los adultos de la especie de mosquitos Diamesa sp son extremadamente tole-
rantes a las temperaturas bajas. Estos pueden mantenerse activos, aun cuando la temperatura de sus cuerpos haya bajado a una temperatura de congelación de -16 °C. Son tan sensitivos al calor que, si son removidos de su ambiente y tomados en la mano, mueren al entrar en contacto con el calor de la piel. Los caballitos de San Pedro sobreviven heladas sin sufrir daño, gracias a proteínas anticongelantes que los protegen del congelamiento interno. En las montañas y en el Ártico, muchos insectos dependen de estos anticongelantes para sobrevivir. Algunos pueden sobrevivir temperaturas bajo cero tan frías como -60 °C. Otro mecanismo de supervivencia a las inclemencias del tiempo es la diapausa, una forma de detención de desarrollo muy parecida a la hibernación en los animales superiores. La migración es otra respuesta de supervivencia muy común, que tiene su mejor ejemplo en el vuelo migratorio de la mariposa monarca.
EVOLUCIÓN Muchas especies de insectos han evolucionado para desarrollar mecanismos de termorregulación, tanto para el calentamiento del cuerpo como para su enfriamiento.
USDA
POR ROSA AMELIA FRANQUI RIVERA
INSECTOS ASOMBROSOS
CALENTAMIENTO POR TEMBLOR
Las abejas son capaces de aumentar su temperatura corporal temblando. El esfuerzo para producir ese temblor es mucho mayor que cuando están volando. El mantenimiento de una temperatura corporal elevada mediante la producción de calor interno durante el vuelo (calentamiento fisiológico) es común en los voladores activos, tales como los caballitos de San Pedro, mariposas, alevillas, esperanzas, saltamontes, cigarras, moscas, escarabajos, avispas y abejas. La evolución de este me-
LAS ABEJAS son capaces de aumentar su temperatura corporal temblando. El esfuerzo para producir ese temblor es mucho mayor que cuando están volando.
canismo de temblor está relacionada a la evolución del vuelo, debido a que ningún insecto tiembla, excepto aquellos que se calientan en vuelo. Algunas especies de alevillas esfíngidas tienen una capa gruesa de piel que les permite mantener una temperatura corporal de 46 °C durante el vuelo, a través de un amplio rango de temperaturas ambientales. Para estas alevillas, nuestra temperatura normal corporal
de 37 °C es casi fría. Las abejas vuelan a temperaturas ambientales que varían de 7 a 46 °C, mientras mantienen una temperatura corporal de 31 a 32 °C. La termorregulación es un factor clave en la capacidad de buscar alimento que tienen los insectos visitantes de las flores. A mayor temperatura muscular, mayor es el número de flores que pueden visitar por unidad de tiempo.