Lía

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LÍ A Me levanto, son las 7 y me enfrento a una jornada de instituto que me apetece más bien tirando a poco. He pasado una noche horrible, no conseguía dormir y no hacía más que darle vueltas a la cabeza sobre el examen que tengo hoy, voy a catear, lo sé y lo tengo asumido. Lía, la pringada que se tira todos los días estudiando un montón de horas para luego sacar un miserable 6. Mi vida es un completo fracaso, pero no solo en lo académico sino


también en lo personal. Cuando después de levantarme y vestirme abro la puerta de mi habitación me llega un inconfundible olor a pan recién tostado . Mi madre lleva haciéndome lo mismo para desayunar desde que nací, o más bien desde que tengo uso de razón y siempre lo echo de menos cuando no estoy en casa . Le doy un beso a mi madre y me sirve dos tostadas, les echo mantequilla, pero muy poca ya que odio el excesivo sabor a mantequilla necesito que no haya mucha ni poca, necesito que haya la justa. Soy perfeccionista y siempre lo seré. Para cuando acabo de desayunar ya voy tarde al instituto así que cojo la


mochila y le doy otro beso a mi madre antes de salir pitando: no tengo tiempo que perder. Es enero y el aire del invierno me golpea en la cara sin pudor haciendo que mis mejillas se sonrojen, haciendo que la sangre me arda bajo la piel, recorriendo cada una de mis venas con furia. El suelo está mojado en la calle y hay un ambiente húmedo y frío, que te cala hasta lo más profundo de los huesos. Me estremezco y el fino vello que recorre mis brazos se eriza. Empiezo a caminar con las manos metidas en los bolsillos y a medio camino hacia el instituto empieza a llover así que voy corriendo y llegó empapada a la puerta. Genial son las 8 y toca matemáticas, para empezar bien el día. Tengo el libro en la taquilla así que voy


hacia la mía y la abro para coger mi libro. Para mi sorpresa, hay un papel, un papel que tiene escrito una nota y dice lo siguiente: "Perdonar, ¿Qué es perdonar? Todos los seres humanos tenemos la capacidad de perdonar. Perdonar es algo así como superar el pasado, superar el pasado sin tener en cuenta quién hizo que pasaras por él. En la vida todo es pasajero y cargar con algo toda tu vida es totalmente absurdo. Mírate, tienes los ojos negros cobalto, un pelo rizado que te huele a caramelo y una sonrisa que ilumina la oscuridad. ¿Alguna vez te has preguntado lo que significa tu nombre? Lía significa cansada, fatigada, y en realidad es como se siente una persona cuando tiene un pasado; se siente cansada para bien o para mal. Y eso


es lo que yo he hecho Lía, he superado mi pasado y te he buscado porque quiero encontrar lo que una vez perdí" Para cuándo terminó de leerlo, la profesora de matemáticas ya me está llamando desde la puerta de clase para que acuda a realizar el examen; ese que sabe que voy a suspender y el cual me ha costado tanto estudiar. No puedo dejar de pensar en lo que acabo de leer, y cuando me dan el examen por más que leo y releo cada enunciado de los ejercicios no consigo enterarme de nada. Para cuando acabo el examen he completado menos de la mitad de lo que pensaba que iba a completar: el cero está asegurado. Salgo de clase pensando en lo que me va a decir mi madre cuando llegue a casa


y me pregunte por el examen y en la cara que se me va a quedar cuando intente mentirle; aunque pensรกndolo bien no va a servir de nada porque al fin y al cabo voy a tener que contรกrselo cuando aparezca la nota en el programa de ordenador que tiene instalado para controlar mis calificaciones.


Sara está esperándome en la cafetería y tiene en la mano una barrita de muesli con un zumo de melocotón. La verdad con todo este asunto de la carta y el examen se me ha hecho un nudo en el estómago y no soy capaz de comerme ni un simple mendrugo de pan. Le cuento todo a Sara, estoy que me subo por las paredes. Sea quien sea me conoce perfectamente, ha descrito mis rasgos físicos más básicos


sin errores y además parece que sabe que tengo un duro pasado que superar con respecto a mi familia. De repente, salgo del trance en el que estoy sumergida mentalmente porque me siento incómoda al notar que hay un extraño que me mira fijamente desde el cristal de la cafetería. Es un hombre no muy alto, con el pelo rizado, bajito y está medio calvo pero tiene algo en su expresión que llama mi atención. Sus ojos están fijados en mí y Sara también se da cuenta. Cuando el


hombre ve que nos percatamos de su presencia, de repente se da la vuelta y se va sin mediar palabra. Reflexionamos un rato sobre el hecho que acabábamos de vivir pero no le damos demasiada importancia porque hay mucha gente en la cafetería quizás no nos estaba mirando a nosotras y ha sido una impresión nuestra pero he de decir que en ese momento me ha intimidado un poco. Llego a casa y mi madre y mi hermana Paula ya han comido así que me dispongo a comer yo cuando mi


madre inevitablemente me pregunta por el examen. La verdad he tenido hoy un día lo bastante complicado como para darme cuenta de que es mejor contárselo todo y decirle que lo más probable es que suspenda y lo cierto es que no con la nota muy alta. Tendré que darlo todo en la recuperación. Cuando me voy a hacer los deberes, en mi móvil hay un montón de mensajes recibidos del grupo de clase en el que no paran de decir estupideces. El chico que me gusta


está en mi clase pero como habréis podido imaginar por lo que os he contado de mí, no es que sea muy popular en el instituto y él es el típico chico que cualquier chica querría tener, por lo tanto no se ha dado cuenta ni de que existo. He aprendido a aceptarlo y la verdad, me da igual, no creo que necesite ningún chico en mi vida. Aunque también es cierto que he de confesar que cuando recibí la nota en mi taquilla, por un momento


pensé que era de él, pensé que por un momento se había dado cuenta de cómo era, le había cautivado y bueno en realidad todos saben los problemas que tengo con mi familia porque mi apellido los refleja así que, ¿Por qué no ser él? ¿Por qué no ilusionarme por una vez? Verdaderamente yo no tenía que perdonar a Nacho por nada, porque no me había hecho nada y en la carta la persona me hablaba del perdón, de lo que significa perdonar y superar un pasado pero


puede que también hablara de perdonarme a mí misma. En el fondo creo que siempre me he culpabilizado por no ser popular y no tener demasiados amigos pero si la carta es de Nacho todo va a cambiar, mi vida va girar en torno a la felicidad por fin. Mi madre me avisa de que va a salir, parece nerviosa pero no me paro a pensar el porqué. No le doy mucha importancia porque siempre está estresada. Vuelvo a mi cuarto después de prepararme un pequeño tentempié


para merendar. Intento concentrarme en la recuperación del examen de matemáticas que de seguro he suspendido y en olvidarme del hecho de que puede que Nacho, el chico más guapo del instituto, se haya fijado en mí después de que yo haya estado detrás de él durante años. De repente oigo la voz de mi madre por la ventana, parece nerviosa, gritando, enfadada pero a la vez triste. Cuando me asomo y veo que hay un hombre frente a ella al que no consigo distinguir y que ella


tiene la cara enjugada en lágrimas, bajo a toda prisa las escaleras y salgo despedida hacia ella. El hombre sostiene un extraño papel en su mano y de repente, como por arte de magia le reconozco. Es el hombre que estaba en la cafetería: parece que mi instinto no fallaba. Me mira de la misma forma melancólica que me miraba esta mañana, y no lo entiendo.


Mi madre aparta la mirada y Paula estรก a la expectativa, atenta, analizando todo lo que pasa a su alrededor pero sin mediar palabra. El hombre solo dice una frase pero consigue que la sangre que circula por mi cuerpo se detenga como si la hubieran congelado y no puede continuar realizando su funciรณn. Ahora encajan todas las piezas del puzzle; ni Nacho ni nadie, nada. Sรณlo mis propios demonios del pasado, sรณlo mi


vida, sólo mi superación y sólo mi sufrimiento. El misterioso hombre me tiende la mano dándome a entender que el papel que sostiene en su mano es para mí. Por la cara que pone a continuación imagino que no se esperaba mi reacción, pero tiro el papel al charco más grande que veo cerca de la acera y en cuestión de segundos se ha deshecho por completo. Me sorprendo a mí misma viéndome abrazada a ese tipo, y con lágrimas empapándome las mejillas. La frase que me dio mi


salvación y mi condena fue: _"Has crecido mucho, hija mía" La persona que me abandonó cuando tenía meses para irse a vivir su vida sin mí, se encuentra pidiéndome perdón y suplicando que le dé una nueva oportunidad. Soy sensible a los problemas de los demás, y muy empática y comprensiva pero contradictoriamente respondo: _"Una persona que no sabe salvarse a sí misma de la destrucción no puede pretender salvar a los demás, porque si no alberga cariño en


su corazón no puede transmitirlo. Adiós PAPÁ" Y el hombre se perdió en la noche húmeda de un mes de enero gélido en el que me convertí en una persona totalmente distinta.


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