Las comunidades menonitas y de Hermanos en Cristo se trazaron su propio camino particular para vivir la fe cristiana en Norteamérica. Nuestras congregaciones han fomentado buscar el rostro de Dios, seguir la sencillez de Cristo, extender el testimonio de la iglesia en el mundo, y trabajar por asegurar la paz en todas sus formas.
Al principio se establecieron como comunidades rurales, pero en el siglo XX adoptaron también el entorno urbano.
Desarrollaron tradiciones en sus familias para transmitir la fe a sus hijos. Para ello han recurrido a la oración, a himnos, a historias para niños al acostarlos, a la instrucción de los jóvenes por parte de sus padres y abuelos.
Pero también se trazaron su propio estilo de vida pública, estableciendo un surtido inmenso de instituciones como escuelas y universidades, hospitales, compañías de seguro contra incendio, casas editoriales, y mucho más.