Edicion octubre 2013

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REVISTA

BIOMA

OCTUBRE 2013

VIDA AL SUR DE LA TIERRA

ISLA LOBOS

ISSN 0719-093X

Una pequeña reserva para la vida

QUEREO La vida hace 220 millones de años EL DEGÚ Morador de los matorrales PAIHUENES Extractos de la vida cotidiana


REVISTA

BIOMA VIDA AL SUR DE LA TIERRA

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EN ESTA EDICIÓN ISLA LOBOS, una pequeña reserva para la vida. Por semanas esperábamos ver de cerca al Lobo marino de un pelo (Otaria flavescens), en una diminuta isla...

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FORMACIÓN DE QUEREO, La vida hace 220 millones de años. Sin duda alguna la Tierra a evolucionado, si bien no hemos sido testigos directos de este paulatino cambio…

PAIHUENES

Entre las calles agrestes de la Localidad de Huentelauquén, Comuna de Canela, se tejen historias que vale la pena conocer y contar....

EL DEGÚ, morador de los matorrales.

Hace algunos meses, durante el desarrollo de un taller escolar sobre especies nativas, nos tocó abordar el tema de los roedores silvestres.....

EL PULSO DE LA NATURALEZA Es un espacio donde la vida toma un carácter interpretativo, las sensaciones y la percepción de todos los sentidos humanos adquieren protagonismo. Textos de Mario A. Ortiz Lafferte.


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EDITORIAL Formación el Quereo En la edición de octubre, quisimos investigar el tema de la historia de nuestro planeta, ya abordado en otras ediciones, específicamente el de Tierra antigua, las evidencias de desecación en la cordillera central, donde se habló de los efectos de una sequía de hace 200 millones de años atrás. En este caso repetimos la experiencia y fuimos nuevamente al pasado remoto de la Tierra, a un lugar llamado formación el Quereo ubicado a 3 km. al sur de Los Vilos, IV Región. Para encontrar ahí los procesos geológicos que moldearon al planeta y que son claramente visibles. El tema es ciertamente muy complejo por el nivel técnico de la Geología y sus terminologías. Por ello resumimos el contenido de manera simple y amena. Nuestra misión como revista de divulgación científica es generar interés por los temas tratados para despertar la curiosidad y la necesidad de exploraciónen del lector. En otra arista de este trabajo en particular, fue algo que nos llena de humilde orgullo. Sucedió que en el marco de la investigación en terreno, Revista BIOMA descubrió vestigios petrificados de una antigua playa que pudo existir en el periodo Triásico lo que se convierte en nueva evidencia que permiten visualizar como era el paleo ambiente de la formación el Quereo. Aún hay mucho aún por aprender y descubrir, esa es precisamente la visión de Revista BIOMA, esperamos que este material sea de utilidad e interés para ustedes y vean como nosotros vemos, que todo lo que nos rodea puede contar una historia… nuestra propia historia.

Bienvenidos a esta nueva edición de Revista BIOMA

César Jopia Quiñones Director 05


IslaLobos

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Una peque単a reserva para la vida 07


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or semanas esperábamos ver de cerca al Lobo marino de un pelo (Otaria flavescens), en una diminuta isla, más bien una piedra a unos trecientos metros del borde costero en el norte chico (31º 57 “ S - 7º 31” O). Pero, como siempre el mar es quien decide a que hora y cuando se puede navegar, esto por que no cabe duda de la colusión de Poseidón el dios del mar con Eolo el dios del viento. No había manera de predecir el comportamiento de ambos, claro está que existen tecnologías satelitales avanzadas que permiten a los navegantes determinar por adelantado las condiciones climáticas… pero… nada que hacer a la hora de enfrentar a la madre naturaleza, más si se trata de una lucha entre el poder del oleaje, versus un bote de goma Zodiac. Pero la experiencia de la Armada de Chile predominó esta vez, son la nueve de la mañana y un llamado a nuestro celular proveniente de la Capitanía de Puerto, nos dice “¿aún les interesa ir a la isla Lobos?” esta frase nos impulsa automáticamente, como un golpe vitamínico a correr hasta el punto de encuentro acordado, con cámara en mano y algo para protegerla de las salpicaduras de agua salada. La misión era simple… entender más sobre esta especie otárida y su hábitat. El Lobo Chusco, como también es conocido es común pero aún así,causa admiración y curiosidad en la gente donde sea que se encuentre.

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“Los indĂ­genas sudamericanos los cazaban para alimentarse y

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usaban sus pieles incluso para construir botes...�

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En una pequeña caleta de pescadores que cuenta con un embarcadero tipo playa… las olas, una tras otra, que arremetían sin piedad abordamos el liviano bote de goma, tras unas frenéticas remadas de los dos efectivos de la autoridad marítimaque nos llevan, encienden el motor y la velocidad se siente vertiginosa mientras el agua bofetea el delgado piso que nos separa de la profundidad. A la distancia y luego de unos treinta minutos de navegación se ve la pequeña isla. Un pestilente olor nos llega, una elegante mezcla entre algas, pescados, guano y la verdad no

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sabemos que más, nos indica que haremos contacto. Vemos obesos cuerpos que retozan y duermen apiñados en las rocas, que se calientan lentamente con el Sol de la mañana. La rica población de este animal abarca todo el borde costero de Chile, prácticamente toda Sudamérica desde Perú hasta Tierra del Fuego y las islas Falklands subiendo hasta Brasil por el océano atlántico. Es mucho territorio y son muchos los Lobos, pero como siempre y como hemos hecho mención en otras notas, la abundancia de una especie no es sinónimo de que sobren.


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Los indígenas sudamericanos lo cazaban para alimentarse y usaban sus pieles hasta para construir botes, no necesariamente sobre explotaban el recurso. Pero bastó que el HMS Dolphin al mando del Comodoro J. Byron lo descubriera alrededor del 1800 para comenzar con la caza sistemática de esta especie por carne, piel y aceite, el mismo drama que afectó al Lobo marino de Dos pelos (Arctocephalus philippii), endémico de Juan Fernández que casi se extingue. A sólo a unos metros de la isla, que parece flotar, los voluminosos machos de casi 350 kg. y 2.8 metros, reposan en actitud déspota en los puntos altos, para dominar su harem que puede llegar hasta diez hembras el cual nos es fácil mantener. Extremadamente territoriales aunque se trate de sólo unos metros pelean entre sí y con quien ose cruzarse en su apestoso suelo. Mientras hacemos las fotografías nadan hasta el bote, prácticamente bajo nosotros para curiosear, imaginamos que no reciben muchas visitas, por que parecen no temernos. Entre la agitación del agua vemos a las hembrasalgunas de 2.8 metros y alrededor de 150 kilos, que ya han parido justo en estas fechas, muchos recién nacidos se arrastran con dificultad entre estos perezosos adultos

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para buscar a sus madres que han descendido al agua para buscar el sustento diario, que consta de especies pelágicas como langostas de roca en sus etapas larvarias, peces y medusas que suelen hallar hasta trescientos metros de profundidad. Rodeamos la isla y los juegos atrevidos de una veintena de lobos sobre la superficie del agua y bajo el bote nos comienzan a inquietar, sobre todo cuando vemos como los machos bajan al agua para unirse a la fiesta, “basta con un topón de esos grandotes para que nos volteen” nos dicen… el mar comienza también a inquietarsey los roqueríos podrían convertir a un bote de goma como esteen un montón de jirones. Mientras no dejan de danzar bajo las cristalinas aguas, los dejamos atrás en tanto nos observan al ras de los inquietos vaivenes de las olas. Hoy los lobos marinos no saben de la caza despiadada y ambiciosa del hombre por satisfacer sus apetitos voraces, eso nos da la calma que se necesita para regresar y llevar hasta sus sentidos esta experiencia… tan cercana y tan distante a la vez… Conocer y valorar el entorno inmediato es el primer paso para la conservación de lo global… y la vida de esta especie no es la excepción.

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FORMACIÓO N EL

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LA VI DA H ACE 220 M I LLO N ES D E AĂ‘ NOS

Una Pleurotomaria sp. fosilizada.

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in duda alguna la Tierra a evolucionado, si bien no hemos sido testigos directos de este paulatino cambio, sí podemos ver los vestigios que estas imperceptibles mutaciones globales han dejado. Son paisajes alucinantes si se miran desde una perspectiva paleo geográfica, por que eventualmente son postales del pasado, un pasado tan lejano que de no estar de pié frente a estos escenarios recibiendo esta información, no podríamos ni tan siquiera imaginarlos. Por ello nos dirigimos a un lugar, donde se puede decir que tiene características geológicas únicas, para ello nos acompañó un amigo, Richard Conejeros, un letrado estudiante de Paleontología de la Universidad de Buenos Aires. El sitio se llama la formación el Quereo y está ubicado en la IV Región, a tres kilómetros al sur de las costas de Los Vilos. En esta zona existen pruebas visibles de los periodos de transición entre el Triásico y el Jurásico, no es menor encontrar un proceso geológico de esa magnitud de manera tan visible a simple vista. Las huellas dejadas por estos periodos no son pocas y no se trata sólo de “piedras con estratos” sino que también hayamos restos paleontológicos de la vida de hace 220 millones de años. Esta formación tiene una extensión de 712.50 metros desde el sector Cerrillos hasta el sector sur de la quebrada de Quereo, nos indica Richard mientras caminamos por la intricada red de acantilados costeros. Todo comienza en la era Mesozoica 24

que, alude a una especie de condición intermedia de la fauna existente, es decir la “antigua” o Paleozoica y la “moderna” o Cenozoica, esta era se divide en tres grandes periodos que seguro han escuchado hablar el Triásico, el Jurásico y el Cretácico. La suma de estos tres periodos de la era Mesozoica duró 187 millones de años en total. La particularidad de esta página de la historia de la Tierra fue que ahí comenzó la fragmentación de Pangea, el súper continente, que disperso en bloques dio origen a los actuales continentes, proceso que aun no se detiene. En cada paso que damos nos detenemos para observar las estratificaciones que nos hablan de un intensa actividad de volcanismo, mientras el viento sopla fuerte con el inconfundible aroma del mar, conversamos respecto a que estos estratos tienen cuatro componentes o miembros de abajo hacia arriba. El primero consta de areniscas y conglomerados basales de 110 m de espesor, el segundo son Grauvacas, palabra rebuscada pero que hace mención a la presencia de arenisca con partículas de cuarzo, feldespatos y en ocasiones fragmentos de esquistos argilosos de color oscuro con 122.50 m de espesor. El tercero son Pizarras y Queratófiros, roca volcánica de lavas básicas con un espesor de 402.50 m de espesor y finalmente el cuarto estrato se compone de Conglomerados Distales y Areniscas con 77.50 m de espesor. Todo este juego de componentes permiten entender el contexto de un paisaje que como un libro cerra-


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Una Trematocera sp. que dej贸 su huella, se trat贸 de una especie de Cefal贸podo nautiloide ortoc贸nico. 27


Parte o fragmento de un Gymnites 28


do fue recibiendo páginas una sobre otra, logrando en cada una perpetuar la información que hoy conocemos. Cuando Pangea se disgregó la tarea escultórica de la madre tierra no había terminado, y no sólo continentes se desplazaron por el que fue el mega Océano Panthalassa la paleo fauna era quien evolucionaba conforme estos cambios afectaban al planeta entero. La biota marina, luego de la extinción masiva del limite Pérmico / Triásico, quedó conformada por un abanico de especies muy disminuido, a pesar que individualmente eran numerosos no existía una gran diversidad biótica, este proceso conocido como “Síndrome post-extinción” tuvo un camino hacia la recuperación de especies que comenzó recién a principios del Triásico medio (Anisiano), pero estos ecosistemas del Triásico basal y la escena global está presente en la formación Triásica de Quereo y su paleo ambiente. La Bioestratigrafía, es decir la presencia de fauna en la diferentes capas de Quereo, sólo son apreciables a partir de los treinta metros sobre la base del componente tres, anteriormente expuesto, en la secuencia de Pizarras y Queratófiros, especies como Trematoceras sp., Daonella dubia, Gymnites sp, Pleurotomaria sp y Ptychites sp entre otras especies. Sin duda esta visita también significo un hito importante para nosotros, puesto que en esta exploración al sitio Quereo, permitió que la cámara de Revista BIOMA descubriera nuevas evidencias que indican la presen-

cia de Ripple-marks (ondulaciones dejadas por el oleaje en la arena) en el lugar, lo que hace alusión a un Paleo ambiente costero con antiguas playas arenosas, lo que su vez -como nos explica nuestro amigo Richardla presencia de fósiles vegetales suponen la depositación de estos restos en ambientes continentales. Quedamos maravillados con este paraíso de muestras del remoto pasado que están presentes a flor de las rocas más inesperadas, cuando el ciclo de mareas expone las rocas, durante la bajamar, podemos entrar en un mundo, que siendo el nuestro tiene periodos tan ignotos, que perfectamente podríamos estar hablando de un inimaginado exoplaneta, donde formas de vida tomaron su curso en la evolución, creciendo y desarrollándose para formar civilizaciones… pero como decíamos, era nuestro planeta, nuestro hogar, de no ser por mega cataclismos devastadores, feroces extinciones globales, cambios dramáticos de temperatura, incluso variaciones de grados en el eje de la tierra… hoy… ni ustedes ni nosotros estaríamos leyendo estas líneas. Las secuencias paleo históricas que han dado vida a estas obras maestras de los procesos creativos de la madre naturaleza, son un legado tangible del valor que posee cada cosa, aunque nos parezca inanimada y sin sentido… es todo lo contrario, una pieza clave en el largo camino que ha recorrido la vida por la faz de este que es nuestro hogar.

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Fragmento largo de Ptychites sp. 33


BUENA MEMORIA: "Extractos de la vida cotidiana del Hombre y la Mujer Rural". Eglantina: Guardiana de la Fiesta Los Paihuenes.

“...Y ahí todos adoraban a la cruz pero con una tremenda devoción, respeto, cosa que hoy en día se va perdiendo un poco eso. Ellos amaban su capilla, porque eran creyentes hombres y mujeres y niños, era su alegría cuando llegaba el mes de mayo, porque concurrían a rezar, ya era como una actividad que les tocaba vivir una vez al año y les daba demasiado gusto, alegría.”

(Extracto entrevista Eglantina Ibacache)

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IGLESIA DE LOS

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ntre las calles agrestes de la Localidad de Huentelauquén, Comuna de Canela, se tejen historias que vale la pena conocer y contar. Luego de un rato de andar, entre la ventisca y el sol dándonos directo al rostro, se divisa a lo lejos, de pie frente a su casa, la Señora Eglantina Ibacache Reyes, oriunda de Huentelauquén, escritora por intuición y amante de sus orígenes y tradiciones por herencia. Mujer colmada de emoción e historias, nos recibe desbordada de cosas que contar y sin tener que preguntar mucho, comienza su relato: Eglantina es una mujer de las dunas. Desde pequeña su vida transcurrió cerca de ellas y del mar a quienes les ha dedicado poemas y escritos que ha realizado con el mayor de los cuidados. Comparte con gran entusiasmo sus creaciones y se ha otorgado la tarea y responsabilidad de registrar todo hito y acontecimiento histórico que para ella cobre relevancia. Eglantina es la guardiana de la Capilla de Los Paihuenes, la que posee una historia de más de 200 años y que guarda los secretos ancestrales de la Fiesta de la Cruz de Mayo de Los Paihuenes. De la Capilla y de su fiesta también ha escrito su historia: cuenta que a raíz del avance de la arena que comenzó a sepultar el sector de

Las Salinas, dentro de la misma localidad de Huentelauquén, se efectuó un éxodo de gente de dicho lugar al sector de Los Paihuenes, donde existía una quebrada con abundante agua. En este lugar no sólo instalaron sus casas, sino también levantaron su Santuario, dónde efectuaron con gran devoción la adoración y celebración de La Cruz de Mayo, la cual se celebra hasta la fecha el antepenúltimo sábado del mes homónimo. La comunidad entera se movilizaba, mujeres, hombres, jóvenes, niños y niñas concurrían a rezar y adorar la cruz al ritmo de cantos inéditos y bailes chinos, que con el pasar de los años han ido desapareciendo. Lentamente Los Paihuenes comenzó a despoblarse y a sufrir la lenta agonía de la migración de sus habitantes que se llevaron consigo parte de la memoria colectiva. Actualmente el sector es una fotografía de casas de adobe sin habitar donde lo que sobrevive y destaca es la Capilla y un puñado de personas en un paisaje solitario. Sin embargo aún queda el esfuerzo de una comunidad viva que lucha por mantener su tradición, sus herederos directos que pese a habitar en otros sectores de la localidad, se esfuerzan por mantener hasta el día de hoy la tradición y la fe intacta.

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Durante el mes de Mayo el santuario cobra vida: Nueve días antes de la Fiesta, comienzan con rezos del rosario, efectuados por las denominadas “Rezadoras”, a esto se suma la ornamentación del altar de la Capilla. Todo este cuidadoso ritual de fe, termina finalmente con la fiesta, que cuenta con la presencia de las agrupaciones de bailes religiosos de la zona y de los feligreses que vienen de diversos lugares para acompañar la procesión junto a la cruz con cantos originarios, propios de la celebración y nunca antes escuchados. Eglantina es Rezadora de la fiesta, detrás de ella una serie de mujeres cumplieron con la misma labor, entre ellas su madre, de quien heredó la convicción y el afecto por la Capilla y la Fiesta. Todos los meses de mayo de cada año, Eglantina se preocupa de rezar el rosario y cumplir con la novena que da inicio a las celebraciones. Su abuela y su madre fueron de pequeñas devotas de la capilla y de la cruz. Desde joven Eglantina demostraba su fe a través del bordado de manteles que hermosearían el altar. También lo demostraba a través de la ornamentación de la cruz.

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“La motivación es la fe, la fe, más que todo es la fe, la fe que tenemos en Dios, sabemos que todo, todas las capillas por muy humilde que sean, son la casa de Dios y eso es lo que nos motiva a que no se pierda y que siga...” (Extracto entrevista Eglantina Ibacache)

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Ese amor y devoción es una herencia familiar que ha buscado cumplir a cabalidad, en su labor como rezadora, cuidando y manteniendo junto a otros feligreses la Capilla y registrando la historia, para que la comunidad no olvide ningún detalle de cómo los ancestros forjaron La fiesta de los Paihuenes. Esa historia escrita da cuenta de un proceso vivido hasta el año 2000, año en que además se construyó la nueva capilla, dado el deterioro del que fuera víctima el santuario hasta ese momento. Esto para Eglantina es un importante hito de la comunidad devota, dado que es fruto del esfuerzo y sacrificio de los vecinos. Para Eglantina el esfuerzo por rescatar la fiesta no es en vano, y espera que cada detalle con el que se ha construido parte de la identidad, no se pierda con el paso de los años, que otros sigan escribiendo la historia de la Capilla y de la Fiesta, y que pese a la indiferencia que percibe de las nuevas generaciones, se siga cimentando el Futuro de esta hermosa fiesta religiosa.

Texto y Fotografía: Loreto Alfaro Rodríguez Para Revista Bioma

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El Degú

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ace algunos meses, durante el desarrollo de un taller escolar sobre especies nativas, nos tocó abordar el tema de los roedores silvestres. Una temática interesante no sólo desde el punto de vista natural, sino que también desde el emocional, puesto que este grupo de mamíferos gatilla al mismo tiempo reacciones tan opuestas, como el temor y la ternura. Los roedores generalmente producen reacciones negativas en gran parte de las personas, al ser asociados a la suciedad y enfermedades transmisibles al ser humano. Salvo algunas carismáticas excepciones, como las Chinchillas muy populares como mascotas, este grupo de mamíferos goza de una mala fama. Durante el desarrollo de la clase, una estudiante de la escuela de Cocou, nos plantea la interrogante ¿Qué hacen los ratones en el campo? Como siempre una pregunta tan inocente de un niño nos abre todo un mundo, esta vez relacionado con los roles que desempeñan las especies nativas en la naturaleza. Para dar respuesta a la curiosidad de la joven, tomamos un ejemplo a la mano y que surgió como la primera de nuestras ideas; El Degú, un roedor atípicamente diurno, de color café amarillento, cola singular terminada en un “pincel” de pelos negros y de orejas grandes y lampiñas. Lo comentando en esa clase, lo desarrollamos con mayor profundidad en esta nueva crónica de fauna. Al hablar de los representantes de la fauna del matorral esclerófilo y xerófilo de Chile Central, necesariamente debemos poner en primer lugar al 46


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Degú como uno de sus miembros más notables. Ratón de las pircas, Ratón cola de pincel o incluso Cola de burro, son algunos de los apodos con los cuales los lugareños entre Huasco y Rapel y desde la costa hasta los 1.800 m.s.n.m (su rango de distribución) se refieren a este numeroso albañil de senderos y condominios. Lo denominamos así, puesto que las madrigueras que dan forma a sus colonias, poseen una amplia red de túneles subterráneos, construidos y reparados permanentemente durante todo el año por las manos y dientes de sus incansables moradores. Las entradas y salidas de estos túneles, además de ser espacios para la realización de baños de tierra, siempre están vigiladas por erguidos y atentos adultos que al menor ruido, sombra u olor, provocado por el Zorro (Lycalopex spp.), Quique (Galictis cuja) o alguna rapaz diurna como el Águila (Geranoaetus melanoleucus), emiten un chillido de alarma hacia sus congéneres, los cuales con rapidez colosal dejan tras de sí una polvareda a lo largo de los rectos senderos que conectan a las distintas madrigueras colindantes. Resulta pintoresco ver como muchos de sus hogares parecieran tener niveles en altura, al estar construidos bajo los arbustos de Guayacán (Porlieria chilensis), lo cual les brinda la posibilidad de trepar y acceder a brotes, frutos y una vista panorámica inmejorable. En dichos espacios protegidos del abrazador sol y de los sagaces depredadores, es donde el ciclo reproductivo del Degú se despliega. Entre los meses de julio y enero, se suceden

peleas entre machos, apareamientos, gestaciones y pariciones de entre tres a cuatro crías en las amplias cámaras interiores de sus refugios. La vida se abre paso desde el subsuelo para nuestro protagonista… Volviendo a poner el foco en la importancia ecológica de este roedor, nos detenemos ahora en su dieta, cuestión clave para comprender con mayor nitidez a lo que nos referimos. Las primeras luces de esto las podemos hallar, por ejemplo, en la Reserva de la Biosfera Parque Nacional La Campana, Sector Ocoa. Aquí el paisaje dominado por la solemne Palma chilena (Jubaea chilensis), esconde a ras de suelo a los grupos familiares de Degú que se dan un festín con los frutos o “coquitos” de la palma, ricos en azúcares energéticos. Muchos de estos frutos son almacenados en las profundidades de sus galerías, lo cual favorecería la germinación de los afortunados que no son consumidos, manteniendo así el delicado equilibrio que permite la existencia de las palmas, una especie definida como vulnerable a nivel internacional, siendo esta endémica al igual que el Degú. Adicionalmente en su andar por el agreste suelo, las tropillas de Degús van consumiendo y dispersando semillas de Espino (Acacia caven) y Colliguay (Colliguaja odorífera). Su dieta aquí se complementa con hojas y ramas del Tevo (Trevoa trinervis). Más al norte, en la Reserva Nacional Las Chinchillas, las verdes y anchas hojas de las palmas son reemplazadas por las blancas y delgadas espinas del Copao (Eulychnia acida), 51


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las cuales deben ser esquivadas por nuestro Degú cuando caen peligrosamente al suelo. Aquí, en un paisaje más árido, la versatilidad a la hora de elegir los alimentos es una virtud. Por eso una aparente hoja dura pero suculenta de Chagual (Puya berterionana) y un fibroso tallo de Pasto Rey (Stipa plumosa) en los meses otoñales, son siempre bienvenidos. Si las lluvias caen, la posibilidad de ampliar el menú se concretan al surgir desde la tierra húmeda el suave Huanqui (Dioscorea humifusa) y el sabroso Huille (Leucocoryne ixioides). Esta y otras plantas son las que aprovechan las colonias de Degú repartidas por nuestro territorio, cumpliendo así el rol de mantener a raya las especies más abundantes, permitiendo que otras ocupen espacios vitales, dispersando semillas y en definitiva dando forma y características específicas a los matorrales en donde habita. No podemos dejar de mencionar,

que la maraña de galerías ya descritas, son también utilizadas por otros inquilinos, tales como el Ratón orejudo de Darwin (Phyllotis darwini), y el Ratón Chinchilla (Abrocoma bennettii), los cuales hacen de la noche y el crepúsculo su escenario. Especies como el Degú, que configuran con sus acciones nuevos escenarios para otras especies son denominadas por los(as) científicos(as) como ingenieros ecosistémicos. Tras risas e imágenes de libros, la clase termina con la propuesta de otra de las estudiantes. Un libro con los ratones de Cocou va tomando forma… Sin duda con sus preguntas e ideas, niños y niñas cobijan en sus mentes el espíritu que inspiro a los naturalistas que recorrieron en el pasado nuestra escarpada geografía y que sin duda a más de un Degú pudieron observar…

Textos y Fotografías: César Piñones Cañete Para Revista Bioma.

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Un Amigo muy especial El mero, es todo un personaje de la pérgola en la reserva de las chinchillas; por más de ocho años es el infaltable comensal a la hora del almuerzo de los Guardaparques. Cuando nos instalamos en los mesones de la pérgola, puntualmente llega volando y con pasmosa tranquilidad, se posa en la cubierta de la mesa, luego camina entre nosotros observando nuestros platos, como si estuviera eligiendo el menú. Para los que no saben que es un mero, el mal llamado zorzal mero, es un ave parecido a un zorzal, un poco mas grande, quizás algo mas tosco, y a diferencia de este último, sus plumas son todas del mismo color, pardo grisáceas con tonos oliváceos, tiene estrías negras en la garganta y presenta hábitos alimenticios marcadamente carnívoros, puede llegar a comer lagartijas y otras aves pequeñas, puesto que posee una estructura mandibular mucho mas poderosa que la del zorzal. Los meros, son silenciosos y solitarios, generalmente es muy difícil verlos de cerca, son esquivos y muy desconfiados. Sin embargo, nuestro mero es muy especial... ...hoy lo tengo a treinta centímetros de mi, esta parado sobre

la mesa, soy un privilegiado, puedo ver todos sus detalles, sus plumas, sus alas, sus patas levemente curvas y sus dedos graciosamente cortos, pero por sobre todo, puedo ver sus ojos, puedo captar su mirada... Me observa atentamente sin temor, sin sobresaltos. Lentamente extiendo mi mano hacia el, y le ofrezco entre mis dedos, un pequeño bocado; con un gesto casi de cortesía, se inclina hacia mi y come de mi mano, en ese momento siento en mis dedos, el fugaz roce del extremo de su pico, cuando se apodera con entusiasmo del pequeño trozo de carne; inevitablemente me conmuevo con tan fantástico contacto. Pero hay algo en el Mero que me cautiva cuando esta tan cerca, su mirada… esa mirada que proyecta una mezcla de confianza e indiferencia, esa mirada que por momentos, parece ser portadora de un mensaje silencioso, que nos revela fórmulas para una relación más amigable y más respetuosa con las demás criaturas vivientes. En una ocasión en que llegó a compartir la mesa, nos pareció que tenía dificultades para tragar trozos muy grandes de alimento, esta situación


ILUSTRACIÓN: César Jopia Q.

nos preocupo, y llegamos a pensar que quizás la edad le estaba jugando en contra. Entonces nos dimos el trabajo de darle pequeñas porciones de comida, realmente nos alegró verlo recibir de nuestra mano los trozos de carne desmenuzada, que tragaba con suavidad y modales poco habituales en él. Repentinamente y contra todos nuestros pronósticos, dejó de lado los cubiertos y el mantel, y se lanzó en picada atrapando en sus fauces a una pequeña lagartija, que había pasado inadvertida para nosotros, llevándola rápidamente sobre una piedra cercana, azotándola con fuerza sobre la pétrea dureza de su improvisada mesa, para luego engullirla entera, sin ningún refinamiento. En otra oportunidad, mientras daba una charla introductoria a un grupo de escolares a la sombra de la pérgola, nuestro mero llegó a curiosear, lo que me brindó la posibilidad de presentárselo a los estudiantes y hablarles de sus hábitos y características. Aún cuando esto suele ser rutinario, lo sorprendente vino después… Grata fue mi sorpresa cuando al iniciar el recorrido con los escolares, por un sendero aledaño, al llegar a la primera estación educativa, descubrí que el mero, nos esperaba posado sobre el primer cartel explicativo.

Esto generó mucho revuelo entre los pequeños estudiantes, mientras nuestro amigo los observaba con interés. En medio de las caritas de asombro de los niños, retomamos el circuito en dirección a la próxima estación educativa, dejando a nuestro amigo posado en el letrero, aparentemente inmerso en sus misteriosos pensamientos. Al llegar a la segunda estación, adivinen que… ahí estaba el mero, posado en el segundo cartel explicativo. Y así sucesivamente nos acompañó de estación en estación, de cartel en cartel, otorgándole a esa actividad un matiz de aprendizaje anecdótico, que esos niños llenos de asombro y descubrimiento, nunca olvidarán, tengo la certeza que permanecerá en su recuerdo ese inolvidable día en que visitaron el hogar de las chinchillas, y los acompañó en el recorrido por el circuito, un amigo muy especial. 47


Para explorar... para descubrir... para conservar...

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