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DOSSIER Cartas de guerra a dos orillas del Atlántico entre Dámaso y Amado Alonso 1936-1939
Presentación y edición de Miranda Lida
El estallido de la guerra civil española en pleno verano de 1936 produjo innumerables consecuencias. En este contexto, los epistolarios siguen siendo una fuente de altísimo valor para reconstruir la vida cotidiana durante la guerra. Las cartas que intercambiaron Dámaso Alonso, desde Valencia, y Amado Alonso, desde Buenos Aires, dos intelectuales españoles de la misma generación, constituyen un excelente prisma en el que leer el impacto de la guerra en dos figuras que se habían formado en instituciones centrales para la España del primer tercio del siglo XX, como fue el caso del Centro de Estudios Históricos de Madrid. Amado y Dámaso forjaron una estrecha solidaridad en tiempos de guerra: compartieron diagnósticos y reflexiones acerca del contexto europeo atormentado por los fascismos y el levantamiento militar en la península, así como también la angustia por una situación en la que la propia vida estaba en peligro, algo de lo que ambos eran plenamente conscientes dado que compartieron la preocupación por Federico García Lorca, que terminó fusilado por los sublevados, y hasta la misma supervivencia era incierta, dadas las carencias que la guerra trajo consigo.
Así, las cartas que aquí se transcriben reflejan la angustia por la gravedad de la situación, por momentos también la esperanza de poder encontrar una oportunidad para viajar a América con algún puesto universitario, para lo cual Amado Alonso habría hecho gestiones en la Universidad del Tucumán, donde otros exiliados encontraron refugio en los años de la guerra civil, entre ellos, Lorenzo Luzuriaga y Benvenuto Terracini1. La propuesta estuvo acompañada de un importante número de invitaciones para conferencias en la Universidad de Buenos Aires y en otras instituciones. También desde México comenzaron a llegarle a Dámaso propuestas para instalarse allí, donde se estaba conformando el Colegio de México, nutrido de la savia de los
BOCA DE SAPO 36. Era digital, año XXIV, noviembre 2023. [GUERRAS] pág. 28 exiliados republicanos. Sin embargo, las gestiones para su instalación en alguna institución académica hispanoamericana no prosperaron, dado que desde el propio gobierno republicano comenzaron a aparecer reservas, así como también pedidos de dilación de los compromisos. Con la Universidad de Tucumán las gestiones avanzaron bastante, pero Dámaso optó por posponer todo compromiso efectivo. Mantuvo de todas maneras la preocupación por sostener y eventualmente ocupar una cátedra de literatura española en América, en especial en Argentina, país con el que las conversaciones fueron más fluidas, por intermedio de Amado Alonso.
Sin embargo, no logró concretarse su viaje a América Téngase en cuenta que el gobierno argentino se opuso a una política de apertura al exilio español, en especial en lo que respecta a intelectuales comprometidos con el gobierno republicano, como era el caso de Dámaso Alonso. Solamente habilitó el ingreso de intelectuales que aceptaran evitar intervenciones públicas de carácter político como fue el caso de Claudio Sánchez Albornoz, puesto que se les exigió la obligación de dedicarse “pura y exclusivamente” a sus respectivas disciplinas académicas. Por otro lado, Dámaso Alonso, terminó desestimando la oferta mexicana, a pesar de que el gobierno allí era netamente benévolo con los republicanos; algo más le interesó la que le llegó de Argentina, pero las condiciones fijadas por el gobierno pusieron una traba que las autoridades republicanas instaladas no estuvieron dispuestas a aceptar.
Mientras tanto, la guerra seguía su curso y las penurias crecían: las cartas se demoraban más de la cuenta, las condiciones de vida se deterioraban, los alimentos escaseaban y los riesgos aumentaban, tanto es así que las autoridades republicanas se refugiaron en Valencia, algo menos expuesta a los bombardeos, desde donde escribiría Dámaso Alonso quien continuó en su puesto como profesor, intentando trabajar en proyectos y libros, aunque, en el fondo, no tardaría mucho en admitir que toda actividad académica y científica se vio interrumpida por el conflicto. Sin embargo, es notable que, a pesar de la presión de los bombardeos franquistas y las duras condiciones para la supervivencia que impuso la guerra, Dámaso continuara proyectando libros y artículos, pensara en proyectos de colaboración con editoriales argentinas, buscara oportunidades de trabajo en América, en especial, traducciones de autores de compromiso antifascista, de ahí la preocupación por sostener un intercambio asiduo con Amado, que por esos años integraba el grupo Sur que, bajo la dirección de Victoria Ocampo, no solo sostenía la revista, sino además una por entonces prolífica labor editorial con la que Dámaso podría colaborar como traductor. Estas colaboraciones le proporcionarían recursos invalorables en tiempos de tantas carencias. Incluso se dedicó a proyectar libros propios que reunieran trabajos previos en versiones superadoras.
Desde la orilla rioplatense, Amado Alonso (sin lazo alguno de parentesco con Dámaso, a pesar del apellido homónimo) demostró sensibilidad y preocupación por la situación de Dámaso y por muchos otros antiguos colegas en Madrid. No solo se interesó por la posibilidad de llevarlo como exiliado a América, preferentemente, a cualquier universidad argentina, sino que además hizo gestiones para colaborar con él, incluso a través del envío de paquetes de víveres que le facilitaran la supervivencia dadas las carencias que atravesaba el bando republicano conforme avanzaba el conflicto. Estos paquetes son celebrados por Dámaso a vuelta de correo. Además de profesor de la Universidad de Buenos Aires, miembro del grupo Sur y de la editorial Losada, Alonso había sido agregado cultural a la embajada de la Segunda República en Buenos Aires, de modo que tenía acceso a canales privilegiados, vía valija diplomática, para el envío de alimentos no perecederos. También colaboró con el envío de dinero a través del comité de ayuda que los cuáqueros establecieron en Inglaterra, el Friends Service Committee, muy activo en Europa en los años de la guerra civil y, luego, la escalada agresiva nazi que desembocó en la Segunda Guerra Mundial. Se trataba de una colaboración invalorable en tiempos de guerra, y más teniendo en cuenta que hubo lazos de amistad que se interrumpieron debido a la coyuntura signada por la crudeza de las circunstancias y, en ocasiones, el exilio político (en este sentido, Dámaso Alonso se lamenta del silencio de su antiguo amigo Pedro Salinas que se instalaría en los Estados Unidos).
En suma, este epistolario a dos orillas no solo es prueba de una amistad literaria que trascendió fronteras, sino de una viva solidaridad política y humana en tiempos críticos. Lo que se reproduce a continuación son las cartas que se preservan de Dámaso Alonso a Amado Alonso, que actualmente están depositadas en el archivo epistolar de este último, en la Universidad de Harvard. Se seleccionaron los años 1936 a 1939 de un frondoso epistolario que comprende más de 60 cartas. Para facilitar la lectura en esta edición se normalizó la transcripción evitando abreviaturas frecuentes en cartas de guerra escritas bajo carencias, entre otras cosas, de papel.
Las cartas de la guerra de España de Dámaso a Amado
Alonso
Valencia, 18 de diciembre de 1936
Amado: supongo en tu poder la que te escribí hace unos 15 o 20 días para contestar a tu pregunta sobre Federico García Lorca. Seguimos sin noticias de él y la impresión general, desde luego muy pesimista, contrasta con la de la familia que al parecer no ha desechado la posibilidad de que esté oculto en algún pueblo de la provincia de Granada. Te decía además que el hermano de Federico, Francisco García Lorca, está en la Embajada de España en Bruselas y que él es probable que te pueda informar algo más.
Acá en Valencia está Montesinos, como sabrás concuñado de Federico, concuñado de Federico y hermano del último alcalde socialista de Granada. Yo le pregunté, y la impresión que te transmito es la que él me dio. Por cierto, que me dijo haber recibido carta tuya con la misma pregunta y que te había de contestar.
Otra cosa: recordarás que el año pasado te escribí varias veces rogándote que te interesaras para que mi primilla pudiera ir a estudiar a la Univ. de Chile. No he tenido contestación por tu parte, aunque me dijiste que me la darías en unos meses. Ahora me llega la noticia de que Gabriela Mistral ha hablado contigo; supongo que será así. Aunque me extraña que G. M. pregunte si la chica querrá ir. Pues ya lo creo, como que lo está deseando. Supongo que ahora si tú lo gestionas se podrá hacer y yo me alegraría que pudiera ya empezar a estudiar para el principio de vuestro curso austral. Es en marzo, ¿no? No dejes de escribirme lo que haya de esto. A vuelta de correo, Amadísimo.
Dime también si has recibido mi carta anterior, en la que te hablaba de Federico.
¿Qué te diré de la barbarie de esta guerra civil? Supongo que te habrán llegado noticias de los brutales bombardeos. Un horror, Amado.
Saluda a mi maestro.Y no te olvides de tu pobre y solísimo Dámaso.
Estoy por mandato ministerial en mi puesto en la Universidad de Valencia a donde me puedes escribir. Certifica la carta.
Lo malo es que la Mistral anda de viaje de la ceca a la Meca y no puedo ponerme en relación directa con ella.
Valencia, 30 de diciembre de 1936
Querido Amado: Ayer fue día de gran júbilo en esta casa porque nos llegó tu espléndido paquete que ya llorábamos perdido. Según la nota que me enviaron de Ferrocarriles para que pasara a recogerlo, era un envío remitido el día 8 de octubre pasado. Te lo digo por si acaso hubieras hecho otro anterior, y porque la carta en que tú me anunciabas que me enviabas uno, era (si no estoy trascordado) de principios de setiembre. No sabes cuánto te lo agradecemos todos los de la familia. Eres el único amigo bien contrastado en la prueba. ¿Qué te parece la conducta de Salinas que no me ha escrito ni una postal desde que se fue y ya va para dos años y medio? Claro está que de Castro y Montesinos no hay ni para qué hablar dado su conocido egoísmo. Pero de Salinas no lo hubiera esperado.
En mi última carta te decía que estoy terminando una edición del Polifemo semejante a la de las Soledades y te rogaba que le dijeras a [Alfonso] Reyes, si está ahí, que me remitiera, a ser posible por correo aéreo, mis hojas en la revista Monterrey en que se discutían algunos temas de la Fábula, porque quisiera citar esos trabajos en mi libro. Si no estuviera ahí ya, escríbele. Si no pudiera remitirme las hojas, que me copie por lo menos los pasajes más interesantes, con mención del número en que aparecieron.
Nos ha llegado un número de Nosotros que trae un artículo muy elogioso para ti. Mucho lo celebro. Por el mismo nos enteramos del espectacular suicidio de Alfonsina Storni. ¡Qué nervio de mujer! Lo de mandar un soneto al periódico el día antes es casi increíble. ¿Ha habido en su muerte alguna otra causa? El final del soneto parece darlo a entender.
Bravo, Amado. ¿Querrás creer que a los dos años y medio de guerra -con sus inevitables privaciones- estoy mejor de salud que nunca? No así Eulalia que me tiene preocupado. Saluda a Joan. Un abrazo, Dámaso Valencia, 12 de enero de 1936
Querido Amado:
Recibo ahora la tuya fecha 28 diciembre. Mucho te agradezco las gestiones en pro de los estudios de mi prima en la Universidad de Chile. Pero no olvides que la Mistral está directamente interesada en ello. Por desgracia yo no he podido ponerme en contacto con la Mistral, ni ella sabe siquiera que la chica quiere ir. Pienso que tú ahí podrás enterarte en la Embajada de España o en la de Chile del paradero actual de la Mistral y escribirle por correo aéreo. Es que temo que se empiece el curso en Chile y no hayamos conseguido nada y habría que esperar hasta el año que viene. ¿El curso ahí empieza en marzo, ¿no? Mucho me alegro de que Venezuela vaya a comenzar una cátedra de español y desde luego estoy a vuestra disposición para todo lo que sea propagación de la literatura española en Suramérica. Debéis insistir con los venezolanos para que nombren catedráticos españoles pues mucho temo (y más en las actuales circunstancias) que nombren extranjeros.Y sería una pena. Decidme cuándo empezará a funcionar esa cátedra. ¿Será cosa para este año o para el que viene?
Aquí la vida académica está interrumpida. Yo trabajo en la ordenación de libros en la biblioteca. De trabajo científico no hago nada, ni en Valencia se puede hacer. Publico algún artículo de pura vulgarización. Eso es todo.
La guerra sigue, temible, con alternativas.Yo, que no sirvo para esto, tengo una depresión nerviosa tal que me habría suicidado ya si no fuera por la familia que pende de mí (y está aquí conmigo). No te ocultaré que vivo con gran estrechez sujeto, exclusivamente, a la mísera paga. En fin, una delicia en que nos han metido esos señores militares y que sostiene la brutalidad del fascismo internacional.
Un asco, Amado, un asco.
Saluda al maestro y que tenga esta por suya.
Recuerdos a Juanita, besos a la prole y para ti un gran abrazo. Dámaso
[P. S.] Me gustaría que te pusieras en relación con mis primos Julio César (¡nada menos!) Cerdeiras Alonso y José Cerdeiras Alonso, que viven en Montevideo. Julio tiene allí una posición importante (pero es algo tarambana); José es catedrático de Química de la Universidad de Montevideo y a este puedes escribir. ¡Me parece que ya era hora de que fundaran una cátedra de español en Uruguay!
Valencia, 23 de abril de 1937 Amado,
Mucho te agradezco tu última carta. He ido a hablar otra vez al responsable de la sección de Universidades del Ministerio (tú lo conoces: es José María Ots) y le he enseñado la carta tuya. Me ha dicho que cree que no habrá dificultad en darme el permiso para el viaje, aunque la actitud del subsecretario (no respecto a mí; sino en general respecto a estos viajes) ha cambiado algo desde mi última carta debido a la lamentable actitud de algún intelectual que ha faltado a su palabra cuando se ha visto fuera (como tú ya sabrás). El subsecretario no está aquí ahora, por eso no me ha podido decir Ots nada definitivo. Aunque su impresión era buena, convendría tal vez que interviniera la Embajada.
Respecto al dinero para el viaje, yo no tengo ahora idea de cuánto podría costar, ni hay manera clara de enterarse aquí, y desde luego me vendría muy bien que me enviarais al Credit Lyonnais, Dépots Étrangers, Paris, esos 4000 o 5000 francos que dices que la Universidad podría enviar. Sin embargo, si hubiera dificultades insuperables por la ley argentina de exportación de moneda, yo creo que encontraría en Francia quien me prestara lo suficiente para completar el pasaje (pues yo tengo aun allí un pico de francos que dejé al volver en junio de mi pensión).
Me dices que prepare media docena de conferencias. Me han traído de Madrid los apuntes de mis clases. Entre ellos está el curso que di en Santander sobre “nuevas condiciones de la lingüística y la ciencia de la literatura”. Era un curso de unas seis conferencias que claro está no sirven sino para público algo especializado, y que además en Buenos Aires no servirían para nada, pues todo lo que yo les pueda decir en este sentido lo conocerán por ti. Creo que sabrás que pensaba hacer un librito con este curso, y en parte lo tengo redactado. Como hace dos o tres años que lo preparé debe estar algo anticuado. Además, tú tendrías otros puntos de vista. ¿No crees que nos podríamos poner a colaborar para publicar juntos el libro? Sería interesante, creo, para todos los estudiantes de lengua española. De las otras conferencias tengo recién escrita una sobre “los héroes épicos y el pueblo” que he dado (con no infeliz éxito, según me dicen) en la Universidad de Valencia. Claro que está escrita para españoles, pero creo que con ligeros retoques la podría dar ahí. Estoy haciendo otra (que será la segunda de mi cursillo sobre “la entraña popular de la literatura española). Tengo un artículo inédito sobre el [arcipreste] de Hita, que con poco cambio daría otra conferencia.Tengo también en papeletas un curso de seis conferencias sobre Lope [de Vega] (pero supongo que después del Centenario estarán saciados ahí).Y claro está que sobre Góngora podré siempre dar varias. En fin, como ves, no creo que me falte materia.
Espero, pues, el cable de la Universidad. Yo preferiría, claro, la de La Plata, pero cualquiera de las otras me vendría bien. La que menos me gustaría sería la de Montevideo: tengo demasiados parientes allí; y con la mayor parte de ellos nula comunidad espiritual, pero tampoco me importaría ir.
Recuerdos a Joan y besos a los vástagos. Un abrazo fuerte, Dámaso.
Valencia, 4 de junio (s/a) [1937] Amado: muchas gracias por tu carta que hoy mismo recibo. Hoy saldrá un cable con mi aceptación para dar el cursillo de conferencias sobre literatura española en Buenos Aires. Como te he dicho en mis anteriores, en el Ministerio de Instrucción me han asegurado que me darán el correspondiente permiso; de todos modos, es conveniente que el cable de la universidad argentina llegue por medio del Ministerio de Estado.
Me dices en tu carta que habéis visto que el gobierno de México nos ha “contratado” a mí y a otros profesores españoles para desempeñar cátedras universitarias en aquel país. Esto es cierto, en principio.Yo he recibido indicaciones oficiosas en este sentido, pero ninguna oficial. Además, claro está que la invitación mexicana sería para el curso próximo, pues supongo que en México el curso comenzará en el otoño. De modo que aún en el caso de ir yo a México, podría primero dar las conferencias en Argentina y luego ir allá.
Pero, por otra parte, la idea de ir a México no me seduce del todo. La capital está a una altura terrible sobre el nivel del mar y yo no sé si mi corazón, o el de mi madre, lo aguantarían.Ya sabes que estos años últimos he tenido algunos trastornos cardiacos.
De manera que yo veo las siguientes posibilidades:
1. doy las conferencias en la Argentina y me quedo, durante algún tiempo, en la América del Sur, en una cátedra.
2. doy las conferencias en la Argentina y me vuelvo a España (en el caso de que la Universidad de Valencia funcione el año próximo y el gobierno necesite mis servicios).
3. doy la conferencia en la Argentina y luego voy a desempeñar la cátedra de México.
Repito que esta posibilidad es la que menos me seduce. De todos modos, no he querido decir que no, y tener esta puerta abierta. Por tanto, te agradeceré que a Alfonso Reyes (es el embajador de México ahí, ¿no?) le hagas ver que puedo muy bien dar mis conferencias en Buenos Aires y luego en su país. De la otra posibilidad de quedarme algún tiempo en la Argentina no le digas nada.
(Desde luego la invitación mexicana es sumamente tentadora en el aspecto económico).
Sí, me vendría muy bien que me girarais algún dinero a París, pero podéis mandar el cable oficial de invitación e ir haciendo mientras tanto las gestiones para enviarme el dinero. En último caso mediante préstamo de algunos buenos amigos franceses me podría arreglar para el viaje (creo yo). Pero preferiría no tener que acudir a este medio.
Te escribo en Correos, a toda prisa, pues van a recoger para el aéreo.
Un abrazo, Dámaso que tú conocerás el texto del cable, y si no lo conoces di que te lo enseñen, pues trae una curiosa coletilla que casi invalida la invitación, o por lo menos la agua. Enseguida que llegó a Instrucción me llamaron de la Junta de Relaciones Culturales2, hablé también con Ots, que como sabes es el Responsable de Universidades; los dos estaban disgustados por el texto del cable pues revela cuán difícil le es a un profesor español en la Argentina el mantenerse fiel al gobierno legítimo de España; y a completar esta impresión vino una carta de D. Américo dirigida a Navarro que llegó 24 horas después del cable.
Dame informes acerca de la manera de hacer el viaje y coste. Ten en cuenta que con un pasaporte de Valencia no puedo (ni quiero) ir por una compañía de navegación alemana. Desde luego, iríamos en 2ª. Y si hubiera 3ª turista, en 3ª.
Puedes escribirme a donde vivo, Instituto Escuela, calle de Juan Marco, antes Beato Bono.
Querido Amado:
Hoy, Valencia 24 de junio de 1937
Recibí tu carta fecha 11, en la que me decías que ya había llegado al Ministerio de Estado el cable con la invitación oficial para mí. Sin embargo, hasta la fecha no tengo noticia de que haya llegado. Hoy estuve en Instrucción Pública y hablé con Navarro, y allí no han recibido nada. (Naturalmente si hubiera llegado a Estado habría pasado enseguida a Instrucción Pública, pues como seguramente sabrás, la Junta de Relaciones Culturales funciona ahora en Instrucción.)
Mucho te agradezco tus gestiones y el envío que me anuncias de 1000 pesos argentinos, que me facilitarán mucho el viaje.
Me hablas de conferencias que debo dar en muchas Universidades y centros de cultura de ahí. Supongo que, con tal de ser las ciudades distintas, podré repetir las mismas conferencias. ¿Podré dar las mismas en Buenos Aires y en La Plata?
Contéstame enseguida con lo que haya del cable (perdóname la lata que te doy).
Me alegra el mejoramiento de ambiente con relación a la España democrática que notas en estos últimos tiempos en la Argentina. Yo haré lo posible, con mis conferencias y mis relaciones, para que ese estado de cosas mejore aún más.
Mis recuerdos a Joan y para ti un abrazo, Dámaso.
Valencia, 9 julio de 1937
Querido Amado: te escribo por mano de mi mujer porque estoy en cama con un catarro que no es más que un elemento de una larga cadena de agravios que este clima de Valencia me hace.
Por fin el día uno o dos de este mes llegó el cable con la invitación de la Universidad de Buenos Aires. Supongo
No hemos quedado en nada concreto. Navarro me habló de la posibilidad de que el Ministerio cablegrafiara a Buenos Aires para preguntar qué condiciones políticas me esperarían ahí. Yo temo que Navarro y Ots lo vean todo demasiado negro y te agradecería que si tú ves factible mi plan de figurar ahí como un profesor de Valencia afecto al gobierno democrático que da unos cursos de carácter estrictamente literario escribas enseguida a Navarro y a Ots (señas: Navarro, Junta de Relaciones Culturales; Ots: sección de Universidades. Ambos en el M. de Instrucción Pública, Valencia) haciéndoselo ver.
Yo con todas estas dilaciones de mi viaje a América (recuerda que nuestras gestiones para el condenado viaje empezaron hace casi dos años) estoy del humor que puedes imaginarte. El Ministerio no ha cambiado de criterio con relación a mí; pero es la Argentina la que resulta, al parecer, poco favorable para la estancia de un profesor español republicano.
Queda siempre lo de México (mi nombramiento para la Universidad mejicana ha sido aprobado ya por el Subsecretario) pero creo que el curso no empieza allí hasta enero o febrero y sería, supongo, para esa fecha el comienzo de mi trabajo. Además, te repito que me asusta por mi corazón la altura de la ciudad de México que no es de 700 metros como en tu carta creía, sino de más de 2000. El ideal para mí sería los EE.UU. No te puedes imaginar cuánto te agradezco tus gestiones.
Siento el gasto del cable que me pusiste y que quisiera abonarte. No he recibido aviso del Crédit Lyonnais , del envío de los 1000 pesos que, para gastos de viaje, me adelantabas. Si el viaje, como me temo, fracasa, daré orden para que te los devuelvan.
Recuerdos a Joan, besos a los chicos, saludos de esta familia y para ti un abrazo de Dámaso
Valencia, 24 marzo de 1938 Amado: Hemos recibido un paquete enviado por ti. No sabes cuánto te lo agradecemos ni con cuánta oportunidad llegó. No dejes de tomar nota de todos los gastos que hagas por mí, para abonártelos en su día. En este supuesto, tengo ya libertad para decirte que te agradeceré el envío periódico, pues está visto que llegan perfectamente.
Como te habrá dicho Guillermito de Torre, no he traducido por fin la autobiografía de Chesterton. Supongo que una carta que me escribió Torre urgiéndome para que le enviara la traducción se ha debido cruzar con la mía en que le anunciabas mi desistimiento. De todos modos, yo hablé con Miss Perry (te acordarás de ella, es la de la Anglo-Spanish Society de Londres) que vino con un comité cuáquero de ayuda a España, y le rogué que explicara a Torre los móviles de mi desistimiento. Ahora me entero de que Mis Perry no pudo cumplir mi encargo, porque recién regresada de España se le declaró el tifus y está en Londres enferma aún.
De todos modos, yo no desisto en general de mi propósito de hacer traducciones: ahora que la obra de Chesterton no me gustaba traducirle porque no me parecía oportuna.
Estoy pensando en publicar en un tomo todos mis estudios gongorinos (como hizo Alfonso Reyes con los suyos), y pienso si ahí el Instituto [de Filología de la UBA] o alguna entidad científica querría editarlos. También quisiera publicar pronto (porque es cosa que tengo pensada de antiguo) una edición del Polifemo, con comentarios, notas, comparación con los modelos, etc.: algo que fuera como mi segunda edición de las Soledades (que supongo en tu poder): de hecho, este tomo del Polifemo iba a ser el segundo de “Obras mayores de Góngora”. Pero no creo que Bergamín edite libros... en mucho tiempo. Si tú crees que ahí pudiera interesar ese tomo dímelo.
Queda en fin mi libro de “La nueva filosofía” (título provisional) escrito a medias, y el resto en notas, que yo pensaba haber rehecho contigo para el “Instituto”. Pero como no hemos podido colaborar tendré que publicarlo yo solo. (Escrito hace 4 años, necesitaría una revisión a fondo).
Es una pena: tú y yo podríamos haber colaborado en muchas obras (una historia de la lengua; un manual –bien amplio– de lengua española, especie de “ómnibus” que tengo pensado).Y, sobre todo, la Historia de la Literatura, en tres tomos, que hay que escribir. Hubiéramos sido los hermanos siameses de la filología española. Aún puede ser que lo podamos hacer algún día.
Yo, aparte mis clases (un curso general y una introducción al francés antiguo) trabajo ahora en árabe: a ver si logro aprender bastante para valerme.
Tengo también en preparación la edición de un cancionero inédito del siglo XVII, pero encuentro muchas dificultades por no tener a mano la Biblioteca Nacional. Pienso si tal vez en Buenos Aires podrías usar las obras del poeta del siglo XVII Robles Carvajal (que vivió en América). Si es así, trata de identificarme esos sonetos y canciones, cuyos primeros versos van en lista adjunta.
Muchas gracias. Muchos recuerdos para Joan y un abrazo para ti de Dámaso
P.S.: te ruego que remitas a mis primos (cuyas señas actuales ignoro) la adjunta carta.
Valencia, 3 de setiembre, s/a [1937] Amado:
Recibí hace algunas semanas un cable del Rector de la Universidad de Tucumán invitándome para una cátedra. También me anunciaba una carta que por fin ha llegado hace dos días.
Supongo que conoces los términos de la invitación: desde marzo del 38 las cátedras que tendría que desempeñar serían tres, con una retribución total de 1000 pesos mensuales.
La invitación es indudablemente muy tentadora; pero ya sabes que, por ahora, no puedo aceptarla.
Volví a hablar con el responsable de Universidades del Ministerio, el cual me aconsejó que solicitase de la Universidad de Tucumán un plazo de varios meses para decidir la aceptación, pues piensa él que tal vez para el comienzo del próximo curso sudamericano las condiciones habrán cambiado y será posible mi ida.
Sigo su consejo y escribo al rector de Tucumán dándole las gracias y el ruego que, dado mi interés por colaborar en esa empresa de expansión cultural, me espere algunos meses. No creo que les fuera difícil proveer interinamente la única cátedra que ahora está vacante, y esperarme hasta que vaquen las otras dos ofrecidas (marzo del 38). Tal vez pudieras tú convencerle para que lo hiciera.
Lo vamos pasando bastante bien. Ya no vivimos en el Instituto- Escuela; puedes escribirme a la Universidad o, aun mejor, a la Casa de la Cultura, calle de la Paz, Valencia.
En la Casa de la Cultura trabajo ahora todos los días. Allí ocupa el Centro de Estudios Históricos tres habitaciones: Navarro [Tomás] y yo compartimos un despacho, pero él no suele venir casi nunca, porque está cargadísimo de trabajo en el Ministerio, con juntas, comisiones, etc. En otra habitación trabajan para la Revista de Filología Española (Alarcos, Moñino y Rosenblat para Tierra Firme); en la tercera están los eméritos de Emérita, con el “bonfante” Bonfante a la cabeza. Hasta ahora tenemos pocos libros, pero dentro de poco los traeremos de las bibliotecas de Madrid. (Por cierto, que una de las mejores obras que podríais hacer los agregados culturales a las embajadas sería organizar el envío de libros y revistas, pues de esto estamos bastante faltos).
Al principio del verano pasé dos meses mal con fiebre diaria, pero después me he aliviado y ahora me encuentro fuerte. La guerra, lenta. A pesar de los contratiempos del norte, tenemos inconmovible fe en la victoria. La internacional me parece mucho mejor. No creo que Inglaterra se deje pelar las barbas en el Mediterráneo y hay que esperar que Ginebra no resulte una farsa esta vez. Recuerdos. Un abrazo fuerte Dámaso
P.S.: 10 de setiembre. No eché esta la semana pasada porque me dijeron en Correos que no llegaría al avión. Gracias por haber hablado a la Ocampo. Yo estoy muy desconectado de novedades de librería. Lo mejor sería que me propusieran ellos alguna traducción. De Hemingway me gustaría traducir The sun also rises (este es el título de la edición americana; la inglesa se llama Fiesta). Lo que más me gustaría traducir sería Conrad (mi novelista predilecto) pero es una cosa calada y ya lo han traducido en serie. No sé si para América serían derechos distintos.
Si no lo habían traducido todo, Dile a Victoria Ocampo que me envíen las revistas a cuenta de mi futuro trabajo. Lo de las cátedras de Tucumán es una verdadera lástima.
Casa de la Cultura, calle de la Paz, Valencia, 14 octubre de 1937
Amado: adjunta te envío una carta para Guillermo de Torre. He perdido sus señas. Haz el favor de decirle que no las omita en su próxima.
Voy a traducir enseguida esa obra de Chesterton. Quisiera también colaborar en Sur, puesto que me lo han ofrecido. ¿No podrías decir a la dirección de esa revista que enviara algunos de los últimos números para que yo me oriente en lo que puede ser mi colaboración? Indícame, si no, tú qué temas podrían interesar ahí. Dile también a la directora que si tiene algunos libros en inglés, francés o alemán cuya traducción le convenga hacer, que me envíe aquellos que cree que me pueden interesar. Me gustaría, para no oxidarme, traducir algún libro alemán: claro está que sólo de escritores antifascistas (entre paréntesis, no hay hoy día más escritores alemanes que los emigrados antifascistas; pues los desgraciados que escriben a sueldo de los nazis no han logrado salir del anonimato).
Otra cosa. Escribí hace tiempo a la Universidad de Tucumán con ruego de que me conservaran el puesto hasta marzo de 1938. No me han contestado y temo que la carta se haya perdido. Díselo tú de mi parte.
Mi salud unas veces renquea; otras, mejora. He vuelto a pasar una temporada de fiebre.Ya estoy mejor.
Saludos a Joan. Besos a los chicos (envíanos una foto) y para ti un abrazo, Dámaso.
Cuando no se trate de cosas urgentes no me escribas por avión que resulta muy caro. Escribe cartas certificadas, y basta.
Valencia,
15 De Setiembre De 1938
Querido Amado: hace ya muchos meses que no sé de ti. Aquí estamos como siempre. Eulalia con su colitis habitual nos produce muchas preocupaciones por su régimen especial de alimentación.Yo estoy hasta cierto punto mejor de mis ganglios y solo de vez en cuando tengo unos amagos de febrícula por las tardes. Como sabes, recibimos el primer paquete, pero el segundo que me prometías en una carta se ha perdido. Debías hacer una reclamación.
Pienso que sería mejor seguir este procedimiento que te voy a exponer.
He hablado con una señora del comité cuáquero de ayuda a España y me dice que tú podrías hacer con periodicidad un pago al comité de cuáqueros en Londres y que ellos entregarían aquí de sus depósitos una cantidad de alimentos correspondientes al pago. El pago tendrías que hacerlo a Friends Service Council, escribiendo al mismo tiempo una carta en que especificaras que esa cantidad es para que me entreguen alimentos en Valencia.
Mis señas aquí son Calle de Libreros, número 3 (núm. tres). Es mejor a estas señas que a la Universidad, pues allí se pierden bastantes cosas.
Las señas del comité en Londres para que tú escribas son Spain Committee, Friends Service Council, Friends House, Buston Road, London N. W. 1.
Podrías especificar en tu carta que convendría, de ser posible, que los alimentos que me entregaran fueran como los de tu primer envío, pues son los que mejor le vienen a Eulalia, pero sin insistir sobre este punto, pues a veces tienen de unas cosas y otras veces de otras. Algo como tu primer paquete cada mes o mes y medio sería de magnífica ayuda por la que te quedaría muy agradecido. Claro está que debes apuntar todos estos gastos que te ocasiono, que te pagaré cuando termine la guerra, o antes en el caso de que los proyectos editoriales de nuestras cartas anteriores tuvieran realización. Te hablaré de ellos.
Desde luego yo puedo preparar una edición del Polifemo y un extenso apéndice que comprende distintas versiones del texto, un comentario estrofa por estrofa, y un extenso apéndice sobre las distintas versiones del tema desde los modelos grecolatinos hasta la literatura española. Desde luego, esto haría un volumen de 300 páginas más o menos. ¿Quieres ofrecérselo a la editorial de Sur? Claro que todo esto lo haría yo mucho mejor en condiciones normales, pues ahora siempre me faltará algún texto importante. Pero me vendría bien ganar algún peso argentino.
Respecto al otro libro, que recopilaría mis trabajos gongorinos, como siempre estamos a tiempo de que me lo editéis en el Instituto, no creo que haya prisa por ahora.
Podría sí hacer alguna traducción de inglés, francés o alemán, pero preferiría hacerla de textos que no fueran demasiado difíciles, pues ni tengo facilidad para resolver tropiezos ni la cabeza demasiado clara para trabajos intensos. El no traducir el libro de Chesterton fue porque creí que no fuera conveniente hacerlo ahora. Supongo que conoces el libro y comprenderás mis razones. Pasó por aquí miss Perry de Londres a la que encargué que escribiera a Guillermín y le dijera mis motivos, pero esta señora pescó el tifus en España y se pasó tres meses en cama a su regreso a Inglaterra (un caso como el de Joan). Claro está que no pudo cumplir mi encargo ni yo me enteré sino mucho después. Supongo que Guillermín estará echando leches y llamándome informal. Recibí hace mucho tiempo tu libro. Esperaba el paquete de alimentos para agradecerte los dos a la par, porque esto del correo aéreo no puede ser cosa de todos los días para mi bolsillo. El libro es estupendo. Lo que más me admira es tu gran dominio de la lengua, tu maestría de estilo. Creo que no hay hoy entre los que se dedican a nuestras chifladuras quien te eche a la zanca en esto. Luego, tu matización y apuramiento de los temas: las suaves maneras como los engarzas y los das vuelta para verlos por todas las caras. La parte de Herrera y Fray Luis es un verdadero modelo. Los últimos capítulos, por falta de perspectiva histórica, son sí muy interesantes, pero menos trabados. Yo espero hacer una reseña en la Revista de Filología Española. No la puedo hacer para el número en prensa porque lleva fecha 1937 y tu libro 1938. Pero bien en la RFE o en otra revista, quisiera tratar por exento de tus trabajos, recogiendo entonces lo que a su tiempo debí decir de “Los problemas del español en América” y tus otras publicaciones. No dejes de enviarme lo que hagas. Por cierto, que no tengo el segundo volumen de la Estilística Romance que creo habéis publicado ya.
¿Cómo decirte de lo agradecido que estoy de tu conducta generosísima conmigo? En esta guerra, lo que más me han fallado son las amistades. Salinas ni me ha escrito desde que salió de España, Américo ni hay que decir, aunque en este no me extraña nada dado su egoísmo repugnante. Tú en cambio has tenido atenciones que no podré olvidar en la vida, como que soy hombre acabado y que no haré ya nada. Toda mi vida la he pasado viajando incesantemente sin un espacio razonable para escribir ni casi para leer. Cuando por fin parecía que tocaba la meta (tenía firmada la cátedra de Filología Romance y era probable que la obtuviese), cuando podía pensar en tener un poco de pausa de meditación y de trabajo fructífero, viene esta catástrofe a hacerme polvo.Ya ni puedo pensar en mis libros porque mi biblioteca no existe. He perdido contacto con la producción científica última y en volverme a oponer al día y encarrilarme se han de pasar muchos años.
Comprende que, ante la magnitud de la tragedia nacional, es muy egoísta el pensar y decir esto. Pero creo que todos los literatos y los científicos hemos sido y seremos siempre muy egoístas.
En fin, feliz tú que has podido tener tan largos y tranquilos años de ordenada preparación que ahora están fructificando espléndidamente. Porque tú en realidad eres un autodidacto. Es mucho más lo que has ganado en tu aislamiento argentino que lo que debes a tus maestros del Centro.
Tenme al corriente de tus proyectos literarios. Por cierto, que cuando estuve a punto de ir a la Argentina tratamos por carta de una posible colaboración nuestra en una obra sobre problemas de filología contemporánea.Y en una carta me decías que te enviara mis apuntes. No lo hice porque no los entenderías, pues eran apuntes míos para la clase (salvo una parte que estaba ya redactada) y además porque no tenía copia y temía que se perdieran en el correo. Pero tú enfocabas la obra como una filosofía del lenguaje. Yo de un modo menos ambicioso, como un libro de información sobre métodos modernos de investigación lingüística y destinado a estudiantes universitarios. Pero alguna vez podemos hablar personalmente de esto y creo que te convenceré: no debemos meternos en el terreno de los filósofos, sino aprovecharnos de sus trabajos.
Supongo que verías mi artículo en la Universidad de la Habana (donde se publicó también un capítulo de tu libro). Mi artículo en realidad no lo es sino un ejercicio de mis oposiciones a cátedras que escribí en 1933 en cuatro horas encerrado en un aula de la Univ. Central. Al ofrecerme la revista 30 dólares por un trabajo, mandé ese (del que había hecho sacar una copia) sin más que hacerle unas adiciones. Así y todo, como en las primeras págs. trato temas generales me alegro de haberlo publicado ahora porque expresa bien mi pensamiento que en el fondo (basta leer tu libro) coincide con el tuyo.
He perdido las señas de tu casa. ¿Vives ya en ella? Afortunado mortal. Mándame pues tus señas y el apellido de Joan, a quien saludarás en mi nombre.
Besos a los chicos. Supongo, dada tu actividad, que ya tendrás otro nuevo.
Un abrazo fuerte, Dámaso.
Valencia, 25 de noviembre de 1938 Recibí a su debido tiempo tu carta de comienzos de octubre. Desde entonces esperamos el paquete que me anunciabas, y que todavía no ha llegado. Tú sabrás mejor que yo el tiempo que debe tardar y, en el caso de que haya transcurrido demasiado, hacer la reclamación. Debías decirme por qué procedimiento lo mandas, porque yo ignoro si lo deben llevar a la casa, o si hay que ir a buscarlo a algún sitio.
Mucho me alegra verte ocupado con tantos proyectos de libros (los que me anunciabas no han llegado tampoco). Yo aquí me he decidido a publicar la edición del Polifemo de la que te hablé. Quiere editarlo la Junta y tenemos unas resmas de muy buen papel. Estoy preparándola. Pienso que sea un libro más o menos parejo del de las Soledades, con un prólogo, una versión en prosa, unas notas y comentarios, y como apéndice la edición de los principales tratamientos del tema, desde la literatura griega, y a través de la española, hasta las consecuencias inmediatas del poema de Góngora. No saldrá todo lo perfilado que quisiera porque lucho ahora con bastantes dificultades por la escasez de bibliografía a mano. En conexión con este trabajo te quiero hacer un ruego. Yo no sé si sigue ahí de embajador de México Alfonso Reyes. Si está ahí aún, quiero que le digas de mi parte que desearía que con la máxima urgencia me enviara (a ser posible por avión) los números de su revista Monterrey en los que se trata del Polifemo, o si fuera demasiado peso para la correspondencia por avión, las hojas de la revista en que se trató el tema. Yo tenía la colección completa, pero con la guerra, la he perdido. En el caso de que a él se le ocurriera alguna sugestión que pudiera mejorar la edición mía, tú sabrás su paradero y me harás el favor de transmitirle mi ruego todo lo más de prisa que puedas. Yo voy a empezar la impresión del texto y la versión en prosa en seguida, y temo que estos datos no lleguen a tiempo. Salúdale con el afecto que de antiguo le tengo.
Amadísimo: tú en tu carta me das ánimos, y yo te lo agradezco, pero no me hago ilusiones. Por aquí seguimos con salud cambiante y defendiéndonos como podemos de esta horrible calamidad que ha caído sobre España. ... En quo discordia cives perduxit miseros.
¡Y pensar que el condenado Virgilio se lamentaba por boca de Melibeo por una triste repartición de tierras! Estaba fresco.
Envíanos fotografías vuestras: queremos ver cómo estás tú y Joan y los chicos. Respecto a estos, me parece mal que os hayáis detenido: yo creí que llegaríais a la docena del fraile. Eulalia y mi madre os envían recuerdos, y tú recibe un abrazo apretado de tu viejo alter ego, Dámaso
[P.S.] Por cierto que si quieres ver otra curiosa confusión de nuestras dos personas, puedes mirar el artículo Dámaso Alonso del Diccionario Ilustrado de la lengua española, de Alemany. Allí inmortalizan (¡muchas gracias!) mi nombre, pero me atribuyen tus acciones. Hemos de ser, aunque no queramos, los hermanos siameses de la literatura española.
Se me olvidaba: si Reyes no puede desprenderse de esos números de la revista, porque no le quedan ejemplares, siempre podrá hacer que un empleado de la Embajada copie para mí lo que me pueda interesar.
1 Al respecto, Miranda Lida, Amado Alonso en la Argentina. Una historia global del Instituto de Filología (1927-1946), Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2019.
2 Fue Navarro quien me llamó [nota de D. A. en el original].