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CUERPOS EN GUERRA
El artículo que presentamos propone un recorrido por varias obras de la literatura argentina contemporánea que abordan el conflicto de Malvinas a cuatro décadas de acaecida la guerra del Atlántico sur; estas ficciones realizan diversas operaciones discursivas en las que convergen problemáticas tanto literarias como socio-históricas.
Por Javier Geist
Desde la invasión de las islas por parte de los británicos el 8 de enero de 1833, tanto la lucha por la recuperación de la soberanía argentina sobre el territorio como las manifestaciones culturales al respecto se han ido multiplicando incesantemente. El imaginario popular abunda en referencias a distintos eventos previos y posteriores a la guerra de 1982: la gesta del Gaucho Rivero, por ejemplo, homenajeado en el actualmente casi en desuso billete de cincuenta pesos argentinos; la epopeya de los jóvenes del denominado “operativo cóndor” que en 1966 secuestraron un avión e izaron seis banderas nacionales en Puerto Argentino, entre otras. Las manifestaciones en el campo del deporte también son memorables. Desde la icónica remera que portaba el boxeador Oscar “Ringo” Bonavena en 1974, con la leyenda “Las Malvinas son argentinas” que aparece referenciada en la serie “Ringo” estrenada recientemente, hasta el canto popular, compuesto por Fernando Romero, que acompañó a la selección de fútbol nacional en su conquista del tercer título mundial, cuya letra rezaba “de los pibes de Malvinas que jamás olvidaré”. Los innumerables ejemplos que quedaron afuera también contribuyen a conformar lo que Patricia Ratto, escritora e investigadora sobre la causa Malvinas, menciona en “Pensar Malvinas, desde el campo de la ficción literaria, cuarenta años después de la guerra” 1 como “La construcción de un imaginario social en torno a las islas, que es previo a la guerra, se vio reforzado por ella y luego de algún modo se sigue sosteniendo”. Uno de los rasgos distintivos de este imaginario social es, para la autora, la existencia de una verdad incompleta, un manto de neblina, valga la referencia a la Marcha de Malvinas, que empaña la visión y la percepción tanto del territorio como de los hechos que allí acontecieron. Por ende, es quizás la literatura uno de los ámbitos que más contribuyen a la revisión, problematización y reconstrucción de este imaginario. Las obras publicadas luego del conflicto bélico de 1982 han llevado a cabo una serie de operaciones discursivas que propusieron su resignificación, abordándolo desde diferentes perspectivas e impidiendo la cristalización de un relato único. Ratto (2022) menciona al respecto: “La literatura sobre Malvinas se ha vuelto eso que nos saca de un tirón el abrigo, el manto protector, para dejarnos solos y con los ojos bien abiertos, en la más pura intemperie”. De esta forma el campo literario permite un acercamiento a las contradicciones internas de un hecho tan incomprensible que constituye un sinsentido. Siguiendo esta línea teórica, Martín Kohan, en “A dónde volver” 2 menciona que “Esa ausencia de sentido plantea un desafío visceral a las narraciones de la guerra”, sobre todo a las que intenten relacionarla con la épica, y continúa:
¿Cómo recuperar la gesta y la causa justa, si se piensa que todo ese fervor patriótico, y no solo por el uso abusivo que puedan haber hecho los militares, cobra un carácter nefasto, regresivo, reaccionario, más útil a la dominación que a alguna clase de liberación social? Si la posibilidad de erigir una gesta heroica con Malvinas se complica tanto, no es por el origen espurio de la guerra, impulsada por la dictadura, ni es porque estuviese tan mal preparada y conducida, ni es porque no se la pudiese ganar (aunque, en efecto: era imposible), es porque no convenía ganarla (porque su triunfo hubiese significado la perpetuidad en el poder de la dictadura más sangrienta y nefasta que ha tenido el país). ¿Cómo resolver, así sea narrativamente, semejante contrasentido?
Es justamente esa imposibilidad de resolución lo que propicia un abordaje constante desde diferentes miradas, enriqueciendo así la problematización del fenómeno.
El presente artículo propone un recorrido por las diferentes narrativas sobre Malvinas, en particular algunas de las publicadas durante esta última década, y su representación de los cuerpos. Tal recorrido, por cuestiones de extensión, no pretende ser exhaustivo ni abarcar completamente el fenómeno, sino configurar un ejemplo de la variedad narrativa y su potencia. La selección efectuada comprende a las obras: Nación vacuna (2017) de Fernanda García Lao, Puerto Belgrano (2017) de Juan Terranova, Heroína: La guerra gaucha (2018) de Nicolás Correa y Ovejas (2021) de Sebastián Ávila.
Antecedentes: Pensar una tradición narrativa Mucho se ha escrito sobre los relatos centrados en Malvinas que han tenido lugar luego de la guerra. Destaco las palabras de Mariano Veliz y Marcela Visconti al respecto, quienes en Relatos sobre Malvinas: guerra memoria y archivo 3 afirman: “Las Islas Malvinas ocupan un lugar privilegiado en el imaginario nacional (…) en torno a su figura reconocible quedó articulado uno de los mitos más potentes de la identidad argentina”. Y continúan: “Funciona, así, como un territorio en blanco sobre el que es posible proyectar anhelos, rencores, combates, duelos”. Para ilustrar cómo funcionan estas proyecciones resulta necesario revisar algunos ejemplos, al menos brevemente, para configurar las características de esta tradición.
En primer lugar, cabe mencionar una obra que también inaugura, para muchos, la narrativa post guerra: Los pichiciegos (1983) de Rodolfo Fogwill, escrita durante la guerra, en vísperas de la rendición argentina y en tan solo unas semanas, llevándole la contra a la voz de la prensa y su “estamos ganando”. Silenciada por la censura y publicada recién con la vuelta de la democracia, ya desde su título nos plantea una operación sobre los cuerpos: una metafórica equiparación hombre-animal. Los soldados devenidos en manada de animales subterráneos, comerciando e intentado abandonar el sinsentido de la guerra, pero sin poder escapar del sinsentido capitalista, obligados por la necesidad a negociar para sobrevivir.
Posteriormente, Jorge Luis Borges publica “Juan López y John Ward” incluido en Los conjurados (1985). El poema presenta una construcción de los cuerpos de los soldados como utilitarios de un sistema estatal que nuevamente recae en el sinsentido del que hablaba, en este caso el de los nacionalismos, sobre los que alguna vez debatió en sus ensayos de mediados de siglo. Remarco los versos finales: “El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender”4
En 1993 Marcelo Eckard publica El desertor, donde la violencia sobre los cuerpos se manifiesta de manera anterior a la guerra y esta solo implica una continuación. Un protagonista marginado socialmente que debe movilizarse para “defender” a una sociedad victimaria y, posteriormente, opta por la deserción junto a un soldado inglés. Otra novedad en este caso es que está planteada para un público juvenil.
Llegado este punto es necesario abrir un paréntesis para destacar la importancia tanto de la narrativa como de las obras documentales, ya sean en formato audiovisual o en papel, ya que –citando a los antes mencionados Veliz y Visconti (2019)– “la derrota militar condujo a un proceso de ‘desmalvinización’ que halló su primera figuración en el ocultamiento de los excombatientes en el momento del retorno”; así, el retorno democrático fue inicialmente solidario con el régimen de invisibilidad impulsado por la dictadura: en esos tiempos las diferentes expresiones artísticas ayudaron a impulsar el reclamo de legitimidad y visibilización por parte de los excombatientes y sus familias.
En 1998 es publicado Las Islas de Carlos Gamerro. En este caso la narrativa enarbola la bandera del sarcasmo y narra en clave policial la vida de un ex combatiente devenido en hacker. Malvinas es más un recuerdo que algo tangible, quizás como síntoma político de la época menemista, ese “dejar atrás el pasado y continuar” sostenido a fuerza de represión por parte de las fuerzas de seguridad. En Gamerro los cuerpos tienden hacia lo caricaturesco, propio del sarcasmo narrativo y de una época caracterizada de esta forma. Martín Kohan (1999) menciona en “El fin de una épica” que una de las herramientas de la obra es el disfraz: “disfraza lo verdadero, no lo falso, para que se lo pueda ver en su verdad” 5
Casi una década después, Trasfondo (2007) de Patricia Ratto, vuelve a la clave realista. Si en Fogwill los combatientes veían en lo subterráneo una oportunidad, en Ratto lo que subyace es una condena. Los soldados en un submarino, sin lugar adónde ir y sin forma de escapar, deben enfrentarse a la condición hermética, tanto del lugar como de la información que circula. De hecho la guerra no se menciona sino a través de frases que es preciso contextualizar: “Están negociando, dice ahora una voz que llega desde el compartimiento de control, están negociando y no se va a llegar a luchar”6. Una narrativa en donde lo que sucede afuera debe ser reconstruido desde la quietud del interior y la interminable espera. La última obra de esta breve lista es La construcción (2014) de Carlos Godoy, quien desde su prosa comparte con la obra de Carlos Gamerro un tiempo ficticio e inexacto, y la crítica a un orden político carente de sentido, con la de Rodolfo Fogwill. La obra de Godoy es, tal como su nombre lo indica, un producto. Un retrato donde lo importante parecieran ser los trazos y no la imagen que configuran. Imagen difusa y poco clara, que acompaña esa incomprensión sobre Malvinas ya referenciada. Desde el inicio con: “Nuestra tierra puede verse desde el cielo como dos manchas de un test de Rorschach separadas por apenas un pequeño espacio en blanco” hasta las reflexiones finales:
Las personas que vienen de afuera por negocios, visitas, investigaciones, vuelven a sus tierras sin saber qué son las manchas. Pensando que son algo que está depositado en sus mentes, algo parecido a la memoria. Pero las manchas no son memoria. Las manchas son silencio. Un oscuro río que no permite ver el fondo. 7
Quizás esta última cita defina mejor la idea sobre la que se erige la mitología sobre Malvinas, el desconocimiento y la potencia de las posibilidades, no solo las posibilidades de un qué podría ser, sino las posibilidades de un qué sucedió en verdad.
Resulta importante destacar que toda selección es arbitraria, y esta no deja de serlo; las obras elegidas constituyen un retrato general de la potencialidad del mito: aún así no puedo dejar de destacar Las otras islas (2012), un volumen compilado por Marcelo Birmajer, que reunió cuentos de diferentes autores sobre la temática.
Los cuerpos en guerra
La guerra como tal puede ser pensada como la máxima expresión de la violencia sobre los cuerpos, ya que abarca múltiples formas de esta: física, psicológica, económica y un largo etcétera. ¿Cómo pensar entonces los cuerpos en guerra? Desde la generalidad, pensar el cuerpo en guerra remite directamente a la figura del soldado, el cuerpo en batalla por excelencia: “El soldado es alguien a quien por principio de cuentas se reconoce de lejos. Lleva en sí unos signos: los signos naturales de su vigor y de su valentía”8. Así comienza el apartado titulado “Los cuerpos dóciles” de Vigilar y Castigar (1975) de Michel Foucault. Es el ejemplo con el que comienza a estudiar el disciplinamiento de los cuerpos por parte de las instituciones modernas. En líneas generales el cuerpo del soldado es el objeto por excelencia de la tradición disciplinaria, debe mantener una contextura física, una postura, una uniformidad con sus pares, obedecer hasta en lo esencial a sus superiores, moverse si se lo ordenan o mantenerse en posición de firme si se le da esa directiva. Pero en el campo literario argentino las cosas cambian. El soldado no representa la élite de un grupo y de su fuerza, sino la marginación, y casi de manera crónica. Bastaría trazar una línea imaginaria desde los fortines descriptos por José Hernández, en El gaucho Martín fierro (1872), hasta las cuevas de Fogwill en Los pichiciegos (1983). En esta línea el intento de épica lugoniana de La guerra gaucha (1905) quedaría reducido a una historieta que recupera las leyendas de tradición oral sobre las montoneras gauchas. No obstante, el soldado argentino comparte un rasgo con los soldados de Foucault: Es alguien a quien se reconoce desde lejos. En el imaginario popular está la imagen de los combatientes de Malvinas en fotos: jóvenes, casi adolescentes, delgados, pálidos, sucios, padeciendo el frío por la falta de equipo adecuado y... sonrientes. No en todas las fotos, pero en muchas de ellas se aprecia la sonrisa en los rostros jóvenes. Un detalle no menor porque abre las puertas al humor dentro del territorio de la calamidad, algo que retoman algunas de las obras seleccionadas.
A mitad de camino entre los cuerpos disciplinados de los soldados de élite y los desertores se ubica la novela de Juan Terranova, Puerto Belgrano (2017). La novela narra con tono autobiográfico los recuerdos del teniente de navío y cirujano Eduardo Dumrauf, durante su expedición a bordo del Crucero ARA General Belgrano. El navío hundido por un submarino nuclear británico cuando se encontraba fuera de los límites fijados para el conflicto bélico, algo sobre lo que nunca se rindieron cuentas. Desde la perspectiva del narrador se pueden observar las huellas de la disciplina en sus comportamientos públicos: alguien de aspecto formal, que habla solo lo necesario y con continuas alusiones al deber de un militar, adepto a la música de cámara, que mantiene sus dudas respecto a la guerra y mentalmente emite juicios de valor al respecto, por ejemplo, al ver las multitudes escuchando el discurso de Galtieri: “Pensé en la neurosis argentina, ese detritus que inunda las instituciones, las academias, las escuelas, los consultorios. El argentino es demasiado salvaje”. Sin embargo, en la esfera privada, mantiene su pasividad a fuerza de anestésicos: “El sábado fui a la plaza y por la noche me inyecté dos mililitros de fenobarbital sódico”. La disciplina en el cuerpo de este soldado no se mantiene por el rigor de las órdenes, sino a través de una serie de programadas intoxicaciones químicas. Respecto al orden de los cuerpos ajenos, son fácilmente apreciable las marcas de la desorganización militar, al momento de abordar el tren que llevaría al protagonista al puerto, por ejemplo:
El tren lo despachaba el ejército, conscriptos y suboficiales llenaban los descansos. No vi armamento de ningún tipo. El equipo básico, mal embalado, esperaba en las dársenas. La situación me resultó desorganizada. No me había terminado de orientar cuando hubo una pelea y un soldado cayó a las vías y se abrió la frente, pidieron un médico. Fui. El soldado estaba borracho. Tenía una contusión en un ojo. Me acercaron un botiquín. Empecé a limpiar la herida cerca de la ceja. No entendía por qué el soldado estaba tan manchado con grasa. Un cabo se metió. Lo insultó y lo tiró de la manga. Le pedí que me dejara trabajar. Me insultó a mí. Me paré y le di mi nombre y graduación. Le ordené que se cuadrara. Dudó (…) lo hice responsable de su tropa y me fui9
El relato mantiene siempre un tono realista. En cuanto a la violencia ejercida sobre los cuerpos, esta aparece de manera explícita y en relación a la ausencia de equipamiento. El cirujano debe operar utilizando los elementos básicos y en ocasiones improvisar. Y tras el hundimiento, el escape en los botes salvavidas muestra las paupérrimas condiciones de estos que se inundan por malas reparaciones y no son suficientes. No obstante, durante el período en el bote salvavidas y hasta ser rescatado del naufragio aparece una de las características citadas en las fotos: el humor. La solemnidad del teniente que intenta “mantener los ánimos” contando una leyenda del siglo XVI siendo interrumpida constantemente por las burlas de los conscriptos que ridiculizan la trama: “A ver, marineros, dijo Marconi imponiendo la voz, vamos a darle un aplauso al teniente que se animó y nos contó una historia que nadie entendió”. Puerto Belgrano (2017) muestra que, a pesar de las diferencias de los cuerpos en guerra (aún cuando pertenecen a un mismo escuadrón), la violencia opera sobre todos ellos, tanto física como psicológicamente. Anteriormente se mencionó la frase de Martín Kohan (2020) donde el sinsentido de Malvinas radicaba en que esta era una guerra que no era conveniente ganar, porque la victoria traería consigo la perpetuidad en el poder de la dictadura. Fernanda García Lao parte de una idea similar para construir una ucronía en Nación vacuna (2017). Una novela caracterizada por el estilo de la escritora, una trama hecha de fragmentos en la voz de un narrador tan extraño como el universo que habita. La narración avanza desde la voz de su protagonista, Jacinto Cifuentes, empleado administrativo del gobierno e hijo de un magnate de los frigoríficos, que va dejando datos sobre el estado actual del país mientras reflexiona sobre lo absurdo de su existencia. Aquí Malvinas tiene el mismo rasgo de incomprensión que en nuestra realidad, los personajes no ven el triunfo argentino como una victoria, sino todo lo contrario:
Hace dos años que tenemos las M pero perdimos la defensa, el control de los cuerpos. El enemigo antes de su rendición estratégica, emponzoñó en secreto las aguas, derramando hasta la última gota de nuestro combustible. Nuestra plana mayor se trasladó para la celebración, ignorando la maniobra sucia. Nadie quería perderse la foto de la supuesta victoria. De este lado, ni un oficial. Los adversarios, esos falsos caballeros, bajaron su bandera, subieron a sus barcos y abandonaron el lugar. (…) Nuestros generales pasaron la noche festejando sin sospechar su destino. (…) ya en la mañana comenzaron los primeros síntomas. Mucosidad, contracción de las pupilas, contrariedades respiratorias (…) tras los espasmos, el coma. (…) a veces me entretengo imaginando a los envenenados de las M. Tan parecidos a nosotros pero cautivos en la cámara frigorífica del destierro oceánico. La victoria les duró un instante. Enseguida, el suicidio de los débiles. Los que aún siguen con vida no llegan a cincuenta. Pero se sabe, quedarán allá para siempre en sus barrancones helados10
Aquí los cuerpos de la guerra permanecen marginados geográficamente, recluidos en las islas que lograron reconquistar, presos de ellas, acosados por la epidemia, sin posibilidad de retorno. De la dictadura cívico militar, ahora queda una junta civil, ejerciendo el mismo poder y la misma violencia económica sobre los cuerpos del resto de la población proletaria. Nación vacuna pone en escena los otros cuerpos de la guerra, aquellos que no aparecen en las planas militares, y sobre quienes también se desencadena la violencia, de forma diferente. La presión constante de la economía en crisis por la posguerra azota a los habitantes de esa nación que no tienen vínculos con el poder. Por otra parte aparecen los colaboradores civiles, un grupo de mujeres seleccionadas para llevar una supuesta cura a las islas, que en realidad terminarán cumpliendo el rol de las jóvenes ofrecidas en sacrificio a los sobrevivientes, cual efebos al minotauro en el clásico mito griego. Como afirma Kohan (2020):
La sangrienta dictadura militar argentina, implantada el 24 de marzo de 1976 y ya ciertamente muy desgastada en 1982, habría encontrado una firme ocasión de prolongarse en el caso de que la guerra se hubiese ganado. El fervor patriótico de una eventual victoria en Malvinas no habría resultado en otra cosa que en un vehemente capital político de adhesión con el cual extender el mantenerse en el poder de los dictadores11
La novela de García Lao problematiza este supuesto y ofrece un qué hubiera pasado si, solo que en otra dirección, una donde la victoria no implica un triunfo de la junta militar sino su completa desintegración al caer en su propia trampa y derrumbarse por su propio peso. La autora construye un futuro que, como toda posguerra, resulta atroz en todos los aspectos.
Así como Puerto Belgrano ofrece una mirada a los hechos desde el punto de vista de un profesional instruido en las cuestiones bélicas y que ha dedicado su vida a esa profesión, Nicolás Correa en Heroína: la guerra gaucha (2018) elige la otra cara de la moneda para narrar su historia. Su protagonista encarna la marginalidad de un sector de la sociedad que solo por entrar en un rango etario debió movilizarse por una causa que hasta el momento le resultaba indiferente. La premisa de El desertor de Eckard, de un paria obligado a defender a su patria es llevada aquí al extremo. El protagonista de Heroína… es un joven trans que a través de un relato en primera persona, fragmentado y por momentos difuso, reconstruye su vida antes, durante y después de la guerra. Al hablar de los testimonios de los veteranos suele hacerse una comparación entre aquellos citados por Walter Benjamin (2010), en los ensayos “Experiencia y pobreza” y “El narrador”12, sobre esos soldados que volvían mudos del campo de batalla, destrozados mentalmente por lo que habían visto, lo que les hacía perder su capacidad de expresión, y los nuestros. Si aquí fue diferente, además de las condiciones sociohistóricas completamente disímiles, se debió, quizás, a que el pueblo venía de años de censura dictatorial y presentaba una necesidad desesperada de expresión. Uno de los primeros libros testimoniales publicados sobre Malvinas es El otro frente de la guerra. Los padres de Malvinas (1982) de Dalmiro Bustos. Allí los testimonios recogidos demuestran lo ilógico de la operación bélica y su sinsentido, desde la mirada de los familiares: “Nuestros hijos fueron enviados a una lucha que no eligieron, decidida por un gobierno que no eligieron, para la cual no estaban preparados. Había en la Argentina cuarenta mil profesionales preparados por vocación y estudio para una guerra. No es fácil entender por qué se envió a diez mil muchachos de 18 a 20 años que carecían de la preparación necesaria”13. Federico Lorenz también analiza estas cuestiones en Las guerras por Malvinas (2006), donde refiere que “la idea de una generación afectada por la guerra es interesante porque desde bien temprano en la posguerra estuvo presente, no tanto en respuesta a la cantidad de jóvenes que habían participado en el conflicto, como en el peso simbólico que habían adquirido para la época”14 El período de posguerra se volvió entonces una disputa simbólica entre un gobierno que intenta silenciar una derrota y a sus víctimas y la innumerable cantidad de testimonios que buscan darse a conocer. Nutrido de estas experiencias y sumando la histórica marginación del colectivo trans, la obra de Correa expone no solo la violencia del cuerpo en la batalla sino en la cotidianidad de sus días. El escritor en una entrevista para Revista Colofòn menciona estas cuestiones:
Malvinas es un marco, es una de las tragedias de este personaje, porque la tragedia no es sólo Malvinas, es ser puto, y cómo cuento esta cosa que me pasa por el cuerpo, este deseo que tengo. Y que no tengo un contexto para contar, y siendo un niño de una familia típica opresiva, super patriarcal, ni en la guerra, ni con los compañeros, subalternizado por todo tipo de situaciones, se lo llama «marica», el personaje nunca encuentra un lugar donde estar.15
Durante la novela, contada en la voz de su protagonista, los elementos citados por el escritor son fácilmente apreciables y dan cuenta de su marginación constante, por ejemplo sobre el pasado y la relación ausente con su madre: “Es tan trágico pensar que tu mamá, la mujer que te dio la vida, que te parió, esa persona que te llevó en su vientre durante tanto tiempo, se mata por tu culpa”, o la carga de violencia en la relación con su padre: “El muy hijo de puta me decía: No seas marica, querés, cuando yo evi- taba la pelota que él me pateaba, y entonces el enojo y los gritos”. Pasando desde allí a las reflexiones sobre su paso por Malvinas y el proceso de enfrentar la vida posterior:
No puedo pedir más de lo que viví. Fui y volví de Malvinas. Soy una lady hecha y derecha (…) Eso no se le hace a una woman como yo, que fue a la guerra y volvió enterita (…) Los recuerdos no te dejan, se quedan ahí, manoseando tus pensamientos, te hunden y si no salís te vas para abajo como el Belgrano.16
La ironía es quizás la única herramienta que posee esta heroína de Correa para enfrentar su realidad y hacer transitables sus días. La novela arroja luz sobre otro aspecto marginado de Malvinas durante mucho tiempo, opacado quizás por la construcción de una imagen heroica del veterano que da la vida por su patria, o de un victimismo simplista que deja de lado los matices de las secuelas de la guerra en los sectores más marginados. El humor también figura en las comparaciones, llegando a una expresión más oscura y retorcida, que va de la mano con el nivel de marginalidad de su protagonista.
Florencia Chiaretta y Elisa Filippi (2015) en “Representaciones antiépicas de la guerra de Malvinas” proponen una lectura de las ficciones producidas sobre esta temática en las que entienden que la guerra se presenta a la vez con un doble sentido representativo: como drama y como farsa. Dicotomía que deriva en la imposibilidad de fijar un sentido sobre Malvinas, sobre lo que la literatura trabaja para desarticular cualquier intento. También refieren que “mediante recursos como el cinismo o la ironía se corroen los supuestos patrióticos y se muestran las fisuras de la identidad”, herramienta útil para desarticular los discursos heroicos que buscan imponerse. Sobre estos refieren, además que:
El malestar que genera Malvinas desde la derrota hasta el presente funciona como un estímulo para la producción literaria que está lejos, sin embargo de resolverlo: su intento en todo caso va dirigido a mostrar lo hueco de los discursos que ignoran el malestar.17
En el caso de Correa, el malestar en el relato lo es todo, punto de partida y de llegada, para su heroína antiheroica el malestar es su modus vivendi, adoptado a la fuerza y sobre el que levanta bandera.
Así como Heroína… muestra la marginalidad y el malestar desde su perspectiva identitaria y Puerto Belgrano desde su contraparte elitista, Ovejas de Sebastián Ávila encuentra un punto a mitad de camino: el soldado de clase media. Ese que también es movilizado hasta ese terreno obligadamente, aquel que puede verse retratado en más de una película al respecto, como Iluminados por el fuego (2005) de Tristán Bauer o Soldado argentino solo conocido por Dios (2016) de Rodrigo Fernández Engler. La novela de Ávila, ganadora del premio Futurök de novela 2021, comienza construyendo una realidad cruda y cargada de enigmas. Un grupo de soldados a cargo de un teniente deben proteger un punto estratégico en el que pueden ver la guerra desde la distancia. En la cotidianidad de esos días comienzan a vislumbrarse el abandono por parte de los superiores, la escasez de alimentos, la falta de recursos, y hacia la mitad de la novela, la incomunicación (el último general que los visita se lleva el único radio comunicador que tienen). Aquí la violencia sobre los cuerpos de los soldados comienza a tender a la desintegración psicológica. Primero, un grupo de sueños premonitorios son objetos de apuestas sobre el devenir de la guerra, luego las alucinaciones invaden lo cotidiano haciendo difícil distinguir lo real de lo onírico; y por último, la deserción del teniente que deja a los soldados a su suerte completan el cuadro para el desastre. La voz del protagonista ilustra algunos momentos:
Todos los días eran iguales. Esperar sin saber qué esperar. Soñar con barcos, helicópteros, aviones. Ya ni siquiera jugábamos al truco.Tampoco había bombardeos a las diez o zumbidos de Harriers. El tiempo parecía detenido (…) las noches son más largas que antes (…) Prefiero estar de guardia, fumar, mirar los mapas, recordar historietas en mi mente, con los ojos abiertos. A veces me quedo sin tema y empiezo a buscar formas en los ladrillos. Caras o dibujos, flores, nubes. Y algunas veces eso también se termina y llego a donde nunca quiero llegar…18
La novela de Ávila explora, entre otras cosas, la violencia psicológica de la guerra. Las alucinaciones por la tensión, la insoportable calma que no deja saber en qué momento será interrumpida. La trama no avanza hacia un después, porque parece no haberlo. Se queda detenida en un momento, en un instante, como muchos lo han hecho, un tiempo del que les es imposible retornar. Cabe destacar que el escritor también es investigador sobre la causa Malvinas y lleva a cabo una tarea de archivística y arqueología sobre la que menciona en una entrevista para TELAM (2022): “Trabajamos todas las semanas con veteranos, los entrevistamos en base a sus objetos referidos a Malvinas. Y hablamos de sus historias a partir de esos objetos. Juegan un rol crucial porque sacan a las personas de los testimonios aislados. Los objetos siempre contienen algún recuerdo que en el relato casete no aparece”19.
Incendiar la oscuridad, moldear las cenizas: reflexiones finales
La imposibilidad de construir un discurso de consenso sobre Malvinas una vez terminada la guerra ha servido como escenario para la producción de múltiples obras literarias que, lo busquen o no, van en contra de la posibilidad de cristalizar la primacía de un discurso. Estas obras nacieron en un principio de la oscuridad impuesta por los gobiernos de turno y se han diversificado a tal punto que hoy constituyen un faro. Un faro que ilumina y desfigura, no como término peyorativo, sino como virtud creativa.Las ficciones de los últimos tiempos han proporcionado múltiples miradas sobre la guerra y la violencia ejercida sobre los cuerpos, ayudando a su problematización y a la deconstrucción de cualquier tipo de discurso generalizador, ya que cada experiencia corporal es única e irrepetible. Lograron iluminar creativamente un vacío de sentido y de verdad. Es destacable que muchas de las ficciones citadas tienen como autores a investigadores que a su vez llevan a cabo tareas de archivo y arqueología sobre esta guerra, de la que nadie es ajeno. Tal como mencionó Patricia Ratto (2022): “A cuarenta años de la guerra hay una buena cantidad de ficciones sobre Malvinas pero aún hacen falta otras: para buscar sutilezas, para indagar en las zonas que aún permanecen a oscuras, para ver con la complejidad que tanto el tema como los argentinos y argentinas nos merecemos” 20 Es evidente que Malvinas es una herida abierta, un tema que no deja de generar controversias y reinterpretaciones a cuarenta y un años del conflicto, actualizando además un reclamo de soberanía que lleva casi doscientos años, y sobre el que la literatura no ha dejado de ampliar su potencia. Hoy en día, con el afloramiento de discursos negacionistas pareciera que la oscuridad y el silencio contra los que se combatió desde el principio intentan una vez más imponerse. Aún así, bastan los ejemplos dados para saber que la literatura seguirá dando batalla contra cualquier intento de cristalización de sentido.
1 Ratto, Patricia. “Pensar Malvinas desde el campo de la ficción literaria, cuarenta años después de la guerra” en Cuarenta Naipes revista de cultura y Literatura, Año 4, Núm 6, 2022, pp. 205-212.
2 Kohan, Martín. “Adónde volver” en ITINERARIOS revista de estudios lingüísticos, literarios, históricos y antropológicos, Nº 32, 2020, pp. 9-21.
3 Visconti, Marcela. Relatos sobre Malvinas: guerra, memoria y archivo; Edición Marcela Visconti y Mariano Veliz. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires, 2019.
4 Borges, Jorge Luis. “Juan López y John Ward” en Los Conjurados, Buenos Aires, Emecé, 2005.
5 Kohan, Martín. “El fin de una épica”, en Punto de Vista, nº 64, Agosto de 1999, pp. 6-11.
6 Ratto, Patricia. Trasfondo. Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2012.
7 Gamerro, Carlos. Las Islas. Buenos Aires, Edhasa, 2013.
8 Foucault, Michel. Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión. Buenos Aires, Siglo veintiuno editores Argentina, 2005.
9 Terranova, Juan. Puerto Belgrano. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Random House, 2017.
10 García Lao, Fernanda. Nación vacuna. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Emecé, 2017.
11 Kohan, Martín, op. Cit. (2).
12 Benjamin, Walter. “Experiencia y pobreza” y “El narrador” en Ensayos escogidos Buenos Aires, El cuenco de plata, 2010.
13 Bustos, Dalmiro. El otro frente de la guerra. Los padres de Malvinas. Buenos Aires, Ed. Ramos Americana, 1982.
14 Lorez, Federico. Las guerras por Malvinas. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Edhasa, 2022.
15 Ocampo, Karina “Una Heroína que vuelve de la guerra: entrevista a Nicolás Correa” en Revista Colofón 16 de enero de 2019, recuperado de: https://revistacolofon.com.ar/una-heroina-que-vuelve-de-la-guerra/
16 Correa, Nicolás. Heroína: La guerra gaucha. Buenos Aires, Kintsugi Editora, 2018.
17 Chiaretta, F., & Filippi, E. “Representaciones antiépicas de la guerra de Malvinas” en Síntesis, 2015, pp. 217–231.
18 Ávila, Sebastián. Ovejas. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Futuröck ediciones, 2021.
19 Racciatti, Emilia. “Sebastián Ávila: Con Malvinas hay prejuicios y pruritos como no hay en otros temas” en Telam, 2022. Recuperado de https://www.telam.com.ar/notas/202202/583747-ficcion-novela-ovejas-sebastian-avila.html
20 Ratto, Patricia, op. Cit.
Imágenes del archivo Télam
* Javier Geist es Profesor de Lengua y Literatura por el Instituto Superior de Formación Docente Nº 51 y estudiante de la Maestría en Estudios Literarios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.