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ENTREVISTA A ROBERTO URRUNAGA

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AGENDA CULTURAL

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Roberto Urrunaga:

Economía y lecciones de vida

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Escribe: Kevin Gershy-Damet

Cuando estaba en mi cuarto ciclo como alumno de economía en la UP, muchas veces logré escuchar a mis amigos del otro salón de Macro 1 hablar sobre lo cautivadoras que llegaban a ser sus clases de las 9:30 a.m. Un año después, tuve la oportunidad de tenerlo como profesor en mi primer curso de economía pública y comprobé por mi propia cuenta lo interesante que era oírlo hablar desde su vasta experiencia con el sector público. Posteriormente, él mismo me abrió las puertas al mundo de la investigación económica, permitiéndome trabajar con él como su asistente principal en el Centro de Investigaciones, hecho por el cual le estoy muy agradecido.

Recientemente nombrado decano de la Facultad de Economía de la Universidad del Pacífico, Roberto Urrunaga es uno de los profesores más reconocidos de esta casa de estudios. Con una gran cantidad de publicaciones tanto a nivel nacional como internacional en temas de infraestructura pública y tributación, posee ya una amplia trayectoria como profesor e investigador de la UP. En paralelo, posee a su nombre la realización de numerosas consultorías para importantes instituciones del país y la ocupación de cargos de renombre como Gerente de Regulación de OSITRAN, Presidente del Comité de Pro-Integración de Proinversión, y Presidente del Directorio de SEDAPAL.

Teniendo ya en cuenta la relevancia de este personaje en nuestro entorno universitario, quisiera presentar las palabras que nuestro profesor aceptó concedernos amablemente en una entrevista acerca de sus experiencias de vida:

¿Podría, por favor, contarnos un poco acerca de su infancia? “Bueno, yo soy el segundo de cinco hermanos, siendo mujeres las dos menores. Entre todos hay solo 9 años de diferencia, así que siempre tuve amigos en el hogar con quienes jugar y pelearme. En ese entonces estaban de moda las peleas del Cachascán y entre los tres mayores buscábamos replicar eso en casa y agarrábamos de punto a mi hermano menor (risas).

Mi época del colegio también fue buena. Yo estudié en La Inmaculada. Ahí practicaba bastante deporte: natación, atletismo y fútbol; y tenía la ventaja de saber combinar estudios con deporte. Por eso solía tener dos grupos de amigos, que eran los deportistas y el grupo con el que estudiaba. Afortunadamente, puedo decir que tuve una infancia feliz. La casa siempre estuvo llena. Hacíamos mucho “barrio” y parábamos jugando pelota en la calle. Luego regresábamos cuando oscurecía para cenar con nuestros papás y hacer las tareas.

Mis dos papás habían estudiado Ciencias Económicas y Contables en la PUCP (en aquél entonces no había UP) y llevaban varios cursos de economía; así que imagino que eso debe haber influenciado en mi decisión de carrera.”

Luego de elegir su profesión, ¿le entró alguna vez la duda de carrera? “Fue hacia la mitad de mi carrera que comencé a dudar, y fue por mis cursos de economía política. Eran dos cursos

a tratar temas del sector público? “En paralelo con la elaboración de mi tesis, me llegó una propuesta laboral de GRADE. Ahí mi primer jefe fue Alfredo Thorne, y por ahí fue que comencé con la investigación. Luego, regresando al CIUP, comencé a estudiar temas de impuestos, asociados a la eficiencia. No obstante, sentía que me faltaba algo. Es ahí cuando sucede un hecho determinante: OSITRAN me propuso ser gerente de regulación. Finalmente acepté y me quedé por casi dos años en el puesto. Para ello, lo bueno de la UP es que es sencillo conseguir una licencia para realizar contribuciones como esta. Fue ahí que mi línea de investigación comenzó a definirse sobre temas de regulación y desarrollo de infraestructura.” ¿Y cuál era el contexto cuando comenzó su labor con SEDAPAL? “Yo siempre he tenido ganas de hacer algo más, aparte de trabajar en la UP. Por ejemplo, siempre he tratado de cuidar mis hobbies, particularmente la maratón y el windsurf. También me encanta leer novelas y, obvio, tener mi espacio y disfrutar de tiempo con mi familia. Pero en ese momento quise buscar algo que me permitiera trascender más en el ámbito profesional. Estar dos años en OSITRAN, un organismo público, me hicieron dar cuenta de que eso no era tan de lo mío. Como dicen, ahí ya “hice mi patria”. Pero sí me interesaba colaborar con alguna institución desde un poco más afuera, como en un directorio. La oportunidad se dio cuando Milton Von Hesse, quien era una promoción menor que yo en La Inmaculada y en la UP (además de ser mi colega en el CIUP), asumió en aquel entonces el cargo de Ministro de Vivienda, y observó que SEDAPAL no funcionaba del obligatorios y, en ese entonces, en vez de leer a Ricardo, Keynes o Smith, nos obligaban a leer solo a Marx. ¡Solamente a Marx! Entre que no me gustaba y era complicado de entender (además de que nunca me atrajeron las tendencias izquierdistas), llegué al extremo de ponerme la silla en la cabeza para no quedarme dormido del aburrimiento. Felizmente, luego de pasar esos cursos se acabó mi etapa de crisis. Así puedo decir que no me arrepiento de mi elección. Aunque, mucho después de graduarme, me entró el interés por la medicina, a raíz de unos programas que comencé a ver por televisión. Sentí que eso era lo mío; así que ahora estoy esperando ganarme la Tinka e irme a estudiar a la Cayetano (risas). Claro que es broma, pero hasta ahora me pregunto por qué no se me pasó por la cabeza estudiar eso hace años.” Y luego, ya estando en la UP, ¿hay alguna experiencia en particular que recuerde sobre su estancia como alumno? “Aquí también pertenecí al equipo de fútbol, y de hecho fue la única vez que la UP fue campeona interuniversitaria a nivel de Lima, lo cual es un hecho histórico. Campeonamos en el Estadio Nacional, con una súper barra de la UP en occidente. Incluso habían puesto buses para que los alumnos fueran a apoyarnos. ¡Lo chistoso fue que no teníamos uniforme! Nadie de afuera nos conocía y nos veían como “los pituquitos de interargollas sin entrenador ni uniformes”. Al final nos prestamos uno que no decía por ningún lado “UP”; eso además de que no teníamos buzo.” Ahora, entrando un poco más al campo profesional, ¿cómo es que se fue acercando “Uno está aquí para vivir la vida, y no quiero un trabajo excesivo que me la complique. Sí puedo asumir uno, pero sería solo temporalmente. Ya soy feliz estando en la UP”.

todo bien. Fue así como me llamó para ser Presidente del Directorio. Al final asumí el cargo, pero dando a conocer que mi prioridad serían mis labores en la universidad.”

Fue sin duda una gran carga adicional, considerando además las que ya tenía, ¿no? “Sí. Ya posteriormente me ofrecieron ser miembro de Proinversión y luego recibí la propuesta para asumir el vice-decanato en la UP. A esas alturas ya se estaba complicando el manejo del tiempo, y más ahora que tengo el rol de Decano. Por eso, aprovechando el cambio de gobierno, presentaré mi renuncia tanto a SEDAPAL como a Proinversión. Ya llevo casi dos años, hice lo que tenía que hacer y me habría gustado hacer más, pero toda esa carga toma mucho tiempo. A veces uno llega a descuidar un poco el tiempo en casa, y mis hobbies también estaban “pagando pato”. Por ejemplo, hace ya dos años que no corro una maratón, qué coincidencia… Por eso digo que hay que poner límites. Uno está aquí para vivir la vida, y no quiero un trabajo excesivo que me la complique. Sí puedo asumir uno, pero sería solo temporalmente. Ya soy feliz estando en la UP.”

Eso de poner límites es algo muy aplicable en la UP. Si tuviera que darles algún mensaje a los alumnos, ¿sería algo parecido? “Sí, definitivamente. Que se esfuercen duro, pero que tengan vida. Uno no solo debe dedicarse a estudiar, pues al final la persona debe darse cuenta de que está en el mundo para ser feliz y no un vago.

“Que los alumnos se esfuercen duro, pero que tengan vida. Uno no solo debe dedicarse a estudiar, pues al final la persona debe darse cuenta de que está en el mundo para ser feliz y no un vago.”

“Que lo reconozcan a uno como un buen profesor, es algo que no tiene precio. Pese a que uno no quiera, al final un profesor termina influyendo mucho en la vida de las personas, porque a veces incluso se transmiten valores.”

Yo por ejemplo siempre recuerdo que mi padre falleció muy joven, a los 56 años, justo un tiempo después de decirnos que había tomado la decisión de empezar a bajar el número de horas trabajadas o renunciar, para disfrutar de lo que había logrado. Esa es una lección. Uno debe ahorrar, pero darse sus gustos y disfrutar cada cierto tiempo de la vida, sobre todo si le va bien. Ir de viaje con la familia, por ejemplo, es algo que no tiene precio.” Definitivamente algo por tomar en cuenta, profe. Finalmente, ¿cuáles considera usted que son sus mayores logros y metas aún por cumplir? “Cada vez que se publica uno de mis trabajos, es una sensación súper bacán. Se siente muy bien saber que una investigación pasa por los exigentes requisitos de los árbitros y llega a ser publicada en un journal internacional. Además, un momento de gran alegría es cuando uno sale bien evaluado por los alumnos. Que lo reconozcan a uno como un buen profesor, es algo que no tiene precio. Pese a que uno no quiera, al final un profesor termina influyendo mucho en la vida de las personas, porque a veces incluso se transmiten valores. Finalmente, otro momento de gran satisfacción es el ser llamado para colaborar con alguna institución pública. Dentro de mis logros personales también está el hecho de completar una maratón, o haber mejorado mis tiempos. Todo ello sin considerar la gran satisfacción de ver crecer a mis hijos, y que por su cuenta demuestren que no son tan engreídos como se les creía. Todos estos son remesones que me hacen dar cuenta de que he logrado trascender en mis hijos, en mis hobbies y en mis alumnos. Por parte de mis pendientes, además de estudiar medicina (risas), está mi doctorado. Todavía no lo descarto, pero lo cierto es que mientras más pase el tiempo, también aumentará mi costo de oportunidad. Por ello lo tengo programado para cuando termine el decanato. Eso, e ir a las olimpiadas y ganarlas. Evidentemente esto último ya no se puede, pero ha sido mi sueño de toda la vida”.

“Yo siempre he tenido ganas de hacer algo más, aparte de trabajar en la UP. Por ejemplo, siempre he tratado de cuidar mis hobbies, particularmente la maratón y el windsurf. También me encanta leer novelas y, obvio, tener mi espacio y disfrutar de tiempo con mi familia”.

¿TRABAJO SOCIAL OBLIGATORIO?

Escribe: Juan Raunelli

Identificar una problemática social es labor de académicos o políticos. Sin embargo, la diferencia se marca en los profesionales que quieren ser agentes de cambios, los cuales buscan una solución a estos problemas. Y un punto de partida es el trabajo social y/o el voluntariado.

Para egresar de nuestra casa de estudios, aparte de los 200 o 220 créditos académicos, se necesitan aprobar 9 créditos paraacadémicos. De estos 9, dos se basan en Trabajo Social Comunitario. O sea, ¿para poder tener mi título de bachiller estoy “obligado” a realizar trabajo social o voluntariado? En estricto, sí.

Pero, para alguien que realiza estos trabajos por voluntad propia, no es necesario tener al crédito como incentivo. Además, es un excelente mecanismo para desarrollar habilidades blandas y despertar una vocación al servicio social. En otras palabras, parte de la formación de un alumno de la Pacífico es integrar una visión que se dirige a generar agentes de cambio en el Perú.

Inclusive, las características del profesional que demanda el mercado laboral son empatía y sensibilidad a su realidad actual y a la sociedad en la que vive con una vocación de ayuda e interés por solucionar ciertos problemas de su realidad.

Más aún, el perfil del estudiante de las universidades que pertenecen a la Ivy League es de uno que tiene un arraigado interés y sensibilidad ante los problemas que acarrea su sociedad, busca una solución a los problemas que identifica en su entorno, sin retribución alguna, y lo refleja realizando trabajo social constantemente.

De esta manera, con esta “obligación”, la UP nos está dando la oportunidad de desarrollar estas capacidades, a diferencia de otras universidades en el Perú. Históricamente, nuestra universidad, en esta área, ha pasado por varias transiciones. Antes del 2011, no existía crédito por trabajo social comunitario, sino un crédito de servicio de apoyo a profesores, el cual podía ser

convalidado si es que se había participado en alguna ONG o en algún voluntariado.

Luego, a partir de varias alianzas entre la Universidad del Pacífico y 52 ONGs, este sistema evolucionó a un modelo de acercamiento del alumno a realidades sociales que están fuera de su zona de confort. Así, debido al alcance y efecto que ha generado este modelo, varias universidades, como la UPC o la Universidad San Martín de Porres, la han replicado. Más aún, la nueva ley universitaria la recogió para que esta sea aplicada en todas las universidades.

Sin embargo, como todo modelo, siempre existen fallas. En primer lugar, el 70% de los alumnos que lo llevan se encuentran en 7mo ciclo, los cuales solo tienen en su cabeza la chamba, la práctica o ya quieren acabar. Así, estos solo participan lo necesario y no van un paso más allá, lo cual provoca que su impacto sea limitado y no completamente satisfactorio.

En segundo lugar, la rigurosidad en el proceso para sobrellevar el taller genera que los alumnos se retiren o en varios casos jalen. Por ello, los alumnos perciben a este paraacadémico como uno de los más complicados y tediosos.

Es necesario resaltar que, ante estos obstáculos, el Área de Servicio Social Universitario, desde julio del 2015, ha disminuido la rigurosidad de estos procesos, el cual se refleja en la menor cantidad de

jalados y retirados desde el 2014. Asimismo, desde este ciclo, se está empezando con programas piloto, en los cuales se reformule este crédito al de Servicio Universitario, el cual diferencie a ambos créditos. El primero se basará en trabajo comunitario y el segundo será de profesión al servicio, con programas a nivel nacional y entidades estatales. Con ello, se creará una ruta para llevar correctamente estos cursos y evitar el problema del 7mo ciclo. Aunque esta “obligación” que nos impone el crédito TSC ha mostrado ciertas fallas, la UP está logrando reducir estas. Por ende, por un lado, en miras hacia el futuro, el cambio en la composición del crédito va a provocar un impacto mayor: se está incrementando el alcance hacia un apoyo al sector público. Por otro lado, en agregado, aunque existen alumnos que lamentablemente participan limitadamente, más de 4000 personas estamos yendo a mejorar la vida de personas que urgen de esta. Es decir, con este canal que nos brinda la universidad, estamos siendo partes del cambio en muchas realidades y muchas vidas de manera indiscriminada y desinteresada.

Por ello, un granito de arena que se agregue a esta experiencia puede beneficiar y solucionar el problema de alguien que aún no le encuentra solución. Ahora, a eso multiplícalo por más de 4000. Sé parte del cambio.

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