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CÓMO TRATAR CON UN ECONOMISTA?
(y cómo lidiar con su ego)
Escribe: Kevin Gershy-Damet Vargas
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Cuándo no, uno participando en una amena charla con amigos de la universidad cuando, de pronto, palabras econométricas sin sentido empiezan a escucharse en la conversación: es aquí donde estamos seguros de que hay un economista en la cháchara. Si tú, alumno no-economista de la UP, te sientes identificado con esta situación, entonces es probable que sea más común de lo que creas. Por ello, en este escrito haremos una revisión de los aspectos básicos que debes tener en cuenta al momento de tratar con estos comunes especímenes de la universidad.
Lo primero que debes considerar son un par de reglas de comportamiento que por lo visto resultan ser el “común denominador” de estos individuos:
Primera regla de comportamiento: todo aspirante ufano a economista te hará sentir que “sin economía no hay paraíso en la UP” y lo hará a través de palabras que soltará “involuntariamente”. Es más, culpa de él son las preocupaciones de muchos bisoños cachimbos, quienes alegan con lágrimas en los ojos que sus carreras elegidas no valen la pena y juran que los convencieron de que “eco es para los bravos”. No contentos con esto, los economistas además te harán creer que no hay curso difícil fuera de su carrera y que sus materias son las únicas que son “yucas y a la vez aterrizadas”. Segunda regla de comportamiento: todo intento de economista en etapa de germinación buscará utilizar sus recién adquiridos conceptos económicos en todas las conversaciones que le sean posibles. De seguro por ahí ya habrás escuchado a alguno de ellos pedirte algo sencillo como “revelar tu precio sombra” o quizá algo más complicado como “hacerle un garch a su residuo”. Pero no te preocupes, es normal que solo ellos se terminen entendiendo.
Suena algo familiar, ¿no? Estamos seguros de que casi todos han experimentado alguna de estas situaciones. Pero ánimo, porque aquí te presentamos una serie de tips que te pueden servir para hacerles frente en su propio juego. (ver siguiente página)
1) Exígele aterrizar y lo dejarás callado: ¡Exacto! Probablemente si le pides algún ejemplo práctico de cómo usar la dimensión del espacio vectorial generado por su base canónica para resolver un problema de financiamiento en una micro-empresa, no tendrá idea de qué responder. Pero déjalo que siga volando en sus modelos.
2) Invita a un amigo matemático a la conversación y verás cómo el economista se descontrola: Sí, muchas veces tu pata “el de eco” se jacta por la complejidad de sus modelos, pero basta con que le encuentren alguna falla para que venga la típica excusa de “ah no, es que yo no soy matemático pues”. Con el matemático de tu lado, tu estimado compañero no tendrá con qué vender humo.
3) Invita a un amigo sociólogo al equipo y notarás cómo se crea una barrera “anti-céteris-páribus” alrededor de ustedes: Tu compañero economista estará mareado porque no sabrá cómo tratar un problema real desde tantas perspectivas. Pídele al sociólogo que le consulte por algún tema en particular y verás cómo cualquier intento de “mantener todo lo demás constante” será en vano.
Y bueno, esa es. Pon en práctica estos consejos y verás cómo evitarás que algún economista te agarre “frío”. Pero eso sí, no los odies y trata de comprenderlos, pues los economistas también somos personas.