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ENTREVISTA A PABLO LAVADO
Descubriendo la pasión por el trabajo: UNA CONVERSACIÓN CON PABLO LAVADO
Escribe: Kevin Gershy-Damet
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Tuve la oportunidad de llevar clases con él en el curso de Econometría I, y además pude conocer a algunos alumnos que colaboraron con él como asistentes de investigación. Ellos me contaban que era algo difícil seguirle el ritmo a la hora trabajar; y es que su pasión por hacer bien las cosas es tan alta, que resulta admirable para muchos. En virtud de esta apreciable cualidad, nos encontramos con Pablo Lavado en una amena entrevista que nos concedió en medio de una ajustada jornada. A continuación, presento las palabras que nuestro profesor nos brindó.
HELENA ASTORGA
Por favor, ¿podría contarnos un poco acerca de su adolescencia y su acercamiento temprano a la economía? Bueno, yo estudié en el colegio San Andrés, al igual que mi padre. Es una escuela protestante que me gustó mucho por la formación en valores y en donde podía estudiar mucho la Biblia. Eso es algo que me apasiona. Recuerdo que yo quería estudiar medicina por influencia de mi mamá, que fue muchos años enfermera en el Hospital Rebagliati. También me llamó la atención la administración, por mi papá que era gerente y tenía un MBA. Pero ya a finales de cuarto y principios de quinto de secundaria, recuerdo que hubo un concurso en donde tuve que leer el periódico intensamente durante una semana. De todas las secciones, la que más me sorprendió fue economía, porque la verdad no entendía nada (risas). Yo era bien curioso y por eso ese año le dije a mi papá que quería estudiar economía. Quería saber de qué trataba eso del PBI, la inflación, etc. y me interesaban mucho las relaciones entre todas esas variables. Todo esto era a la par con el deporte. A mí me encantaba el futbol. Llegué a formar parte de Ciclista Lima y Cienciano. También corría mucho, y recuerdo mucho a mi nana haciéndome jugos gigantes porque decía que me iba a desmayar por todo el deporte que hacía. Lo triste fue que tuve que dejarlo porque a mí me gustó mucho la economía. De hecho, me enamoré del curso de economía 1 después de llevarlo con Enrique Vásquez. Tuve que tomar una decisión y finalmente decidí dejar los entrenamientos y enfocarme en los estudios. Pero aun así, en todos los huecos yo era “fijo en la canchita”. De hecho, siempre llevaba dos ropas a la universidad. Siempre quise estudiar en la Pacífico porque era la mejor en economía, entonces tuve que hacer la PRE. Ingresé por ahí y gracias a Dios me dieron una beca parcial hasta casi el último año.
Y ya durante su estadía como alumno en la UP, ¿cuáles fueron los profes que más apreció? Mira, yo creo que esto es una historia continúa. Cuando yo tuve 11 o 12 años, mi papá dejó el banco y aceptó ser director de un programa de ayuda a niños de la calle, porque mi padre tenía esa vocación del servicio. Me parecía muy raro cómo dejaba su puesto de gerente, y todavía cuando le pagarían un tercio de lo que le pagaban. Sin embargo, yo creo que eso me sirvió mucho en mi formación, ya que lo ayudaba mucho y comencé también a verme atraído por la vocación de servicio social. Cuando entré a la universidad y llevé Eco 1 con Quique Vásquez, el impacto que él tuvo en mí fue impresionante, porque sus ejemplos eran muy relacionados a políticas sociales. Luego, cuando lo buscaba en su oficina, lo primero que saltó a mi vista fue su diploma de doctor. Me dije a mí mismo que este era un hombre que había estudiado un montón y que a pesar de eso se preocupaba por el desarrollo del país. Mi abuelito, quien era doctor en educación, y Quique Vásquez fueron las dos personas que me inspiraron para estudiar un doctorado. Me fue bien en economía 1 con él, me volví a meter a economía 2 con él y también me fue bien. Al final del primer año me escribió y me dijo que quería que le ayude con sus diapositivas para armar las clases. Todo mi verano me la pasé armando las diapositivas. La pasé muy bien, pese a que era demasiado exigente. Me enseñó mucho sobre el trabajo duro y la excelencia. Luego también pude trabajar con Arlette Beltrán, quien también me enseñó muchísimo, tanto que para mí es como una madre. Ella es muy meticulosa y me ayudó con el control de calidad de los trabajos. Recuerdo hacer muchas veces los mismos cálculos, ya que ella era así, quería estar segura de todo lo que estimábamos. La verdad estoy muy agradecido con ellos dos, porque me enseñaron demasiado.
¿Y qué anécdota nos podría contar de su etapa universitaria? Bueno, podría ser que en
la Pacífico fue donde yo me rencontraría con aquella persona que sería mi esposa. Yo ya conocía a Vanessa desde los 12 años, pero nos veíamos eventualmente. Ya cuando ella entra en el año 2000, nos empezamos a ver todos los días. Luego, ya el 31 de Julio de ese mismo año le diría para que sea mi enamorada, y a partir de ahí estamos juntos. Luego ya vendrían el matrimonio y mis dos hijas.
Ya profesionalmente, ¿cómo fue su acercamiento a los temas sociales que usted trata con frecuencia? Como te comenté, el hecho de que mi padre trabajara con niños de la calle y que en el primer ciclo haya conocido a Quique Vásquez, influenciaron muchísimo en mi orientación hacia los temas sociales. Luego, también aprendí bastante de Gustavo Yamada, quien ve temas laborales; de Daniel Cotlear del Banco Mundial, quien ve temas de salud; de Luis Crouch, del Banco Mundial, quien ve temas de educación; de Juan Francisco Castro; y finalmente, de mis asesores de la tesis doctoral: Manuel Arellano y Pedro Mira (CEMFI) y Stephane Bonhomme (Universidad de Chicago), quienes fueron guiándome e inculcándome la rigurosidad econométrica aplicada a temas sociales. En realidad puedo decir que he trabajado en estos temas desde mi primer año en la universidad. Por eso en mi promoción yo era uno de los “bichos raros”, porque la mayoría quería hacer algo relacionado a las finanzas y yo era de los pocos a los que les gustaba la investigación y, peor aún, los temas sociales. No obstante, el germen inicial de este gusto por los temas sociales son las enseñanzas de Jesús y su ánimo de dar aliento a los más necesitados.
Además tenemos entendido que usted realizó estudios sobre teología. ¿Qué nos podría contar al respecto? Mi esposa y yo siempre hemos sido muy creyentes. Desde que teníamos 17 años, cada uno por su cuenta ya venía ayudando mucho en la iglesia evangélica. Cuando nos fuimos a Madrid por mi doctorado, un pastor nos acogió y comenzamos a trabajar allá también en una iglesia. Ya cuando estaba en el primer año de mi tesis doctoral, todo me resultaba muy agobiante, necesitaba hacer otras cosas aparte de estudiar. Hablé con el pastor y con mi esposa, y me recomendaron estudiar teología. Entonces recordé que eso siempre me había gustado. De hecho cuando estaba en 4to de secundaria, mi profesor de religión me pidió que hiciera resúmenes sobre la reforma protestante del siglo XVI, y era algo que me apasionaba. Al final, me animé a estudiar en el seminario y tuve que pedir varias facilidades en cuanto a las faltas, pero me encantó. Estudié hebreo y griego, teología del antiguo y nuevo testamento; todo me encantó. Lo único que me faltó para el bachiller fue la tesis. Pero ya no tenía tiempo. Terminé el doctorado y regresamos a Perú en el 2012. De hecho me contacté con un seminario para hacer la maestría en teología, pero ya era diferente, mi segunda hija acababa de nacer. Pero esperaré a que mis hijas ya no quieran parar conmigo, y lo vuelvo a retomar (risas).
Y sobre su experiencia como profesor en la UP, ¿qué es lo que más resalta? Yo siento que ser profe es algo que me enseña a enseñar. Además, lo más importante es ser útil para sus alumnos. Un profesor debe tener esa vocación de servicio. Recuerdo que cuando estaba en Madrid haciendo mi tesis doctoral, Manuel Arellano, que era mi asesor, me dijo justamente eso. Él es Top 2 en publicaciones y citas econométricas en todo el mundo, y escucharlo decir algo así era alucinante. Todo lo que uno podría pensar de una persona así, su orgullo o sobre él siendo uno de los mejores del mundo, no tenía nada que ver en ese momento. Para él, lo importante era servir a sus alumnos. Recuerdo que se sentó conmigo un sábado, por 4 horas, para ayudarme con la introducción de mi tesis. Uno además aprende mucho enseñando: yo hasta ahora sigo aprendiendo, ya que siempre hay alumnos que son mucho más inteligentes que yo y me retan. Pero también me
frustro y me molesta cuando tengo salones que nunca preguntan ni participan, o que solo están en el salón para pasar el curso o por la nota.
Y ahora profe, ¿qué le gusta hacer además de sus labores profesionales? Los fines de semana, paso tiempo con mis hijas a solas. Desayuno todos los días con mi hija mayor y practicamos la lectura. De ahí, no he dejado el deporte. Si bien ya no juego tanto futbol, estoy corriendo mucho. Yo de pequeño también tocaba mucho el piano y es algo que he dejado, y quiero retomarlo con la compra de un piano, para enseñar a mi hija a tocar. Además, he retomado la lectura de teología, que me gusta mucho. Ah, y también veo muchas series.
¿Y en cuanto a sus pendientes? Uff, muchos. Pero te diré 5. El primero es enamorar más a mi esposa. Tengo que hacerlo por toda mi vida. El segundo es enamorar a mis hijas. Según la literatura, un padre tiene que enamorar a sus hijas, para que así ellas busquen un hombre tan bueno o mejor que él. Yo espero que de verdad lo encuentren. El tercero es pasar más tiempo con mi familia, sobre todo con mis padres y mi hermano. El cuarto es publicar papers en buenas revistas, y el quinto es hacer algo por mi país. Aun
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no tengo claro de qué manera, no sé si desde la academia o desde la gestión pública, pero definitivamente es un pendiente.
Finalmente profe, ¿qué mensaje les daría a los alumnos UP? Mi mensaje a los alumnos es que no se quejen; “no pain, no gain”. Yo sé que no es nada fácil pasar por la UP, pero es cierto que luego se vuelve mucho más fácil trabajar. Lo segundo, son los valores. Puede que técnicamente sean muy buenos, pero no hay que olvidar que los valores son necesarios para la excelencia: humildad, verdad, humildad, respeto mutuo.