Sátira

¿PUEDO SOBREVIVIR SI SE ME JUNTA EL GANADO?

Escribe: Shíiram Dávila Fotos: Fabiola Alfaro

Llegué al cumpleaños de Fátima del brazo de mis dos mejores amigas. Pasamos toda la tarde preparándonos para romperla en la juerga … supuestamente. Estefany se iría después de la media noche como la cenicienta urbana que es y Briana se quedaría dormida después de 5 shots. A fin de cuentas, yo era la amiga elegida, encargada de mantenerlas con vida durante la fiesta. Mi diversión tenía el tiempo en descuento.

La primera meta era conseguir trago. Surfeamos entre la gente desde la sala hasta la cocina en busca de los típicos vasos rojos que indicaban, cual faros en el mar, el edén de los tragos. Justo en ese instante lo vi, Gabriel estaba sirviéndose el típico veneno de juergas: ron con coca (70% ron y 30% coca). A algunos le gustaba perder el conocimiento más temprano que otros. A mí me gustaba él. Soñaba con besarlo desde que vi sus ojitos color café en Nive de Mate, mientras Proleón se burlaba de las bicas del salón.

Debí parecer una boba mirándolo, pues sus amigos se empezaron a reír señalándome. Entonces recogí mi dignidad y los planes de una vida juntos para huir lo más rápido de ahí; pero él volteó a mirarme y me regaló la sonrisa más picara del planeta. Buena señal, muchachas; es tiempo de atacar. Inflé el pecho, tiré los hombros hacia atrás y me embarqué hacia mi momento para cerrar bien la noche. Gabriel también se prepara y sonríe mientras que espera mi dulce llegada. Pero ¡oh, desgracia!, alguien está abriéndose camino hacia mí; Mario. Después del real ajuste en Eco 2 para aprobar el curso, ¿sería mucho pedirle a la vida que las cosas me salgan bien por una vez? ¡Mario, reacciona! No estamos en Fin de Finales para agarrar y falta mucho para eso. En contra de todos mis deseos, voy en el sentido contrario de mi adorado Gabriel y escapó hacia el jardín trasero de la casa. Necesitaba pensar ya que Mario venía pisándome los talones. No puedo dejar que me vean con él porque Gabriel podría pensar que no estoy disponible cuando por él sería la ventanilla del SAR que acepta todos sus reclamos. Logré perderme, finalmente, cerca de la piscina.

Invocó a todos los poderes del universo para que me desaparezcan un momento y me permitan pensar; pero como el destino siempre me da la contra, alguien me toca el hombro. Carlos apareció de la nada, sosteniendo entre sus manos sus ilusiones de una relación enmascaradas como una sincera amistad. El iluso se ofrecía a llevarme a mi casa cuando la fiesta muera porque eso hace un amigo preocupado. Añade a su proposición una invitación para tomar un café con el fin de que se me baje el alcohol. Carlos, enserio date cuenta de que no he tomado ni un trago; he estado ocupada escapando de mi ganado no deseado. Sin embargo, él continúa añadiendo cosas tratando de hacer su propuesta “irresistible” como si fuera una promoción de Tambo para cachimbos mantenidos por sus padres. Por suerte, logró reunir toda la dulzura dentro de mi ser para rechazar sus avances sin romperle el corazón; él es buen chico. Vi cómo se alejaba y vuelvo a tener momentos de tranquilidad; aunque sé que volverá a intentarlo otro día.

De repente, un sonido estruendoso de la sala hace que regresé al interior de la casa. Briana estaba bailando sobre la mesa tumbando todos los tragos a su paso. Yo tenía una sola tarea: mantenerla estable y fallé. Supongo que se te junte el ganado es una buena excusa. Me fijó en la hora de mi celular y han pasado 2 horas desde que llegamos. ¿Cómo es que la noche terminó en tan poco tiempo? Mi deber con mi amiga me llamaba y pedí un taxi para dejarla en su casa. Mi noche oficialmente acabó.

Resultado: 0 alcohol en mi sangre, 0 agarres, 0 avances con mi crush y estoy regresando temprano a casa. Santa Rosita estaría orgullosa de mí. Mientras estamos en el taxi y trato de mantener consciente a mi alcohólica favorita, me llega un mensaje de Whatsapp. Gabriel me ha hablado. Parece que la noche no se perdió por completo.