ZARAMAGA
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Revista realizada por alumn@s de ilustraci贸n de la EASD de Vitoria-Gasteiz. Respeta al autor y que rule ;D
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EDITORIAL Octubre de 2013 y quizá este fanzine representa la vibración artística de una escuela en potencia que, protegida del enemigo por su riguroso y metálico vallado, convive con el barrio de Zaramaga. Alumnos, vecinos, trabajadores, comerciantes, laboriosos y ociosos tripulantes todos de un barrio, que como cualquier otro abastece a la ciudad de sueños, frustraciones, ilusiones y decepciones. Un lugar de encuentro y desencuentro, de historia y de olvido. De grandes hazañas y de pequeñas alianzas, de grandes luchas y soluciones definitivas (o quizás no), entre individuos que a través de los años han tejido, cada cual con particular hilo, la urdimbre zaramaguense, caracterizada solamente por eso, y al mismo tiempo por todo ese universo de vivencias imposibles de rememorar . Ante tal evidencia otra cosa no podemos hacer que participar de la explosión con nuestro trabajo. En estas páginas queremos dejar constante de una búsqueda intencionada en nuestro barrio mediante el discurso de las técnicas artísticas y la expresión humana de jóvenes y no tan jóvenes, pero sí activos, ilustradores. Mikel Escalera
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Camino sin rumbo por el viejo barrio y miro, con los ojos tintados de pasado, cada rincón conocido tratando de intuir qué hay bajo lo nuevo, sobre lo viejo. Las manos en los bolsillos donde guardo miles de recuerdos, añoranzas y sentimientos antiguos… Y mis pies o mis zapatos, no lo sé, me arrastran incansablemente por este camino conocido que lleva al cementerio. Es el único lugar donde los árboles y las piedras reconocen mis pisadas, mis posturas, mis silencios… Conocen mi secreto, saben que vengo aquí a celebrar la vida, mi vida; vengo a hacer un trueque, pretendo cambiar suspiros por silencios… Hoy traigo el cuerpo cansado y el alma renovada de sueños. Busco paz entre quienes habitan una vida nueva, acaso solamente fruto de nuestras mentes enfermas. Vengo para seguir teniendo esperanza, para confirmarme a mí misma que aún no me he rendido… ¡Solo por eso vuelvo! El aire trae a mí aroma de lilas, de cipreses verdes y frescos y voy caminando en silencio ¡siempre en silencio! Recojo las sombras que se desmayan sobre las lápidas, por entre los setos, intentando descubrir… acaso un susurro, un movimiento que confirme mi deseo, mi esperanza de que en la muerte, se pueda ser algo más que silencio. Recorro el viejo barrio cabizbaja, dibujando con la mirada el trayecto de una piedra que ha saltado bajo mis zapatos. Hasta las baldosas de la calle reconocen mis pasos, mi melancolía… Un escarabajo azul sube por la tapia de piedra para entrar en el cementerio y yo, yo me alejo despacio, preguntándome… ¿Conocerá él la respuesta? Arantza Eziolaza
A Raúl Aransáez
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CAPERUCITA DE ZARAMAGA Historia original de Asunci贸n Fuente
Caperucita de Zaramaga por Asunción Fuente
Este no es un cuento como los otros. No comienza un día soleado, ni en un bonito pueblo en medio del bosque, ni lo protagoniza una princesa de cabellos sedosos. Caperucita vive en Zaramaga, es inteligente e imaginativa, pero su pelo es débil y lacio, no tiene la cara más preciosa del mundo, y nunca va vestida como una princesa. Le gusta leer, dibujar y ver películas, pero odia ir de compras. Lleva el mismo abrigo desde hace ya algunos años. Su madre siempre le dice con un cierto tono de reprimenda: ``Un día, se te quedará pequeño y ya no te lo podrás poner más”. Pero, de momento, el abrigo aún le vale. Tiene un color pardo que se le ha quedado de tanto lavarlo. Es por eso que todos la llaman ``Caperucita Parda”, aunque también hay quien afirma que el sobrenombre se debe a que tiene cierta facilidad para liarla parda, sobre todo en el colegio. No puede evitar imaginar continuamente grandes aventuras y enajenarse durante las clases. El viernes llegó a casa con un punto negativo. Pero hoy es sábado y Caperucita no quiere pensar en cosas desagradables. Su madre le ha pedido que lleve la compra a la abuela que está un poco acatarrada. Visitar a la abuela siempre le resulta muy divertido porque la abuela le enseña fotos antiguas de la familia y le cuenta bonitas historias. Así que mete la compra en una mochila y comienza el largo camino a casa de su abuelita. Camina por la calle observándolo todo, las tiendas, la gente, los perros, los coches... Mientras observa, su imaginación comienza a trabajar de nuevo. A su lado pasea un niño con su perro. Parecen muy unidos. Quizá sean dos super-héroes, de esos que combaten el crimen y defienden a los inocentes.
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Pasean por el barrio, camuflados bajo su aspecto de niño y perro inofensivos, para vigilar y asegurarse de que reine la paz. En la terraza está sentada una señora sola, callada, mirando fijamente algo que hay escrito en su cuaderno. Seguramente está trabajando en un invento secreto que nadie debe conocer. Tiene que evitar por todos los medios que caiga en las manos inadecuadas y por eso trabaja en la cafetería. En su despacho podría haber cámaras ocultas colocadas por los espías de una compañía enemiga. En la acera de enfrente una pareja de mediana edad se ofrece para llevar la maleta a una anciana. Mientras la anciana da las gracias al señor por la ayuda prestada, su compañera extrae la cartera del bolso de la anciana y echa a correr. Caperucita no puede creer lo que está viendo. -¡Le están robando!- grita enfadada- ¡Al ladrón, al ladrón!- sigue gritando mientras corre hacia la anciana. Pero los ladrones son muy rápidos y desaparecen antes de que Caperucita. La pobre señora, asustada y entristecida por el incidente, se sienta sobre su maleta sintiéndose derrotada. Para animarla, Caperucita le ofrece algunos de los dulces que lleva en la mochila y después la acompaña hasta la comisaría de policía para denunciar el robo. Tras el incidente, Caperucita continúa su camino ¿Estará bien la abuelita? Hasta ahora nunca se había planteado la posibilidad de que alguien pudiera hacerle daño, pero ahora tiene miedo. Acelera el paso para llegar cuanto antes y, como de costumbre, camina mirando a todos lados. Pero ya no ve niños y perros con super-poderes, ni señoras haciendo inventos extraordinarios, solo ve peligros y villanos. Un chico se ofrece para ayudar a cruzar la calle a un ciego. ”¡NOOOO!”, grita Caperucita,
“¡Lo haré yo!”. El joven sorprendido se aparta y deja que la niña ayude al ciego. “Señor, debe tener cuidado con quien le ayuda, hay personas malas que quieren robarle”. El ciego, un poco desconcertado, da las gracias a la niña y le asegura que será prudente. Caperucita se aleja muy satisfecha consigo misma por haber impedido un posible robo. Pero los problemas no se acaban ahí. Oye un ruido agudo, como un sollozo. Seguro que un hombre malo está secuestrando a un niño que no se puede defender y llora desconsoladamente. Buscando el origen del sollozo encuentra a un niño pequeño delante de un escaparate. Con su dedo índice muy estirado, señala unas bolsas de chucherías que pretende que le compre su mamá “No, Sergio”dice la mamá- ,“hoy ya has comido demasiados dulces, espera a la hora de la merienda.” A pesar de comprobar que sus temores son falsos, Caperucita no se tranquiliza. Descuelga la mochila de su hombro y la mete debajo del abrigo pardo mientras la abraza como si estuviera protegiendo a un bebé en medio de una terrible catástrofe. Es incómodo andar así y el camino empieza a parecerle demasiado largo. Por fin llega a casa de la abuelita. Se saca la mochila de debajo del abrigo y se dispone a llamar al timbre cuando, inesperadamente, oye una voz de hombre hablando dentro de la casa. -¡Danos lo que tengas en casa! ¡Están robando a la abuelita! - piensa Caperucita¡Tengo que hacer algo! Caperucita comienza a idear un plan para detener a los ladrones. Arrastraría la maceta gigante del rellano de la escalera y la pondría delante de la puerta, así los ladrones no podrían salir fácilmente. Entonces, llamaría a la policía, tenía el móvil en la mochila, y vigilaría hasta que llegasen. No podrían escapar. Rápidamente, deja la mochila en el suelo y comienza a mover la pesada maceta, empujando con todas sus fuerzas, hasta
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situarla delante de la puerta. Pero cuando ya casi lo ha conseguido, la puerta de la casa se abre, golpea a la maceta y, ésta, junto con su enorme planta, se vuelcan y caen encima de Caperucita que no resulta herida pero se lleva un gran susto. -Caperucita, ¿estás bien? ¿ Pero qué te ha pasado?pregunta la abuelita. Caperucita está tan asustada que no puede hablar. Los ladrones la había atrapado a ella, en vez de ella a los ladrones. Ahora, les robarían a las dos. La abuelita la tranquiliza y le explica que esas amables personas eran unos amigos que habían venido a traerle las medicinas. Tenía poco dinero en casa, y sólo podía pagarles una parte. De ahí lo de “Dame lo que tengas en casa”. Caperucita tarda un poco en calmarse, pero finalmente se tranquiliza, se ríe junto a la abuelita recordando el malentendido y le cuenta todo lo que le había acontecido ese día. -Caperucita, no debes tener miedo - dice la abuelita mientras la abraza-. En nuestro barrio las personas son buenas y generosas. No debes permitir que el miedo te impida disfrutar de su compañía . Mientras abuela y nieta siguen hablando, las medicinas surten efecto y la abuela se encuentra mucho mejor. -Vamos, Caperucita, me pondré el abrigo y saldremos a merendar. -Abuelita, ¿por qué tu abrigo está tan pardo? -Lo tengo desde hace mucho tiempo y se ha descolorido, pero a mí me parece bonito así, ¿A ti, no? -El pardo es mi color preferido.
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R Hormazko horma artetik atera artean bertan bizi naiz
Argi berak sortzen ditu Mila izartxo hurrunean
Adoretsu dabiltzate denak batera
Gogorra dena urtuz Milaka desberdintasun ekarri lehenera Urre bihurtu Zuk ere, lagunduko ahal didazu?
-Bai, nola baina?
Begira ingurura, ulertu eta argitu, bere forma hartuz. Hodei Hernando
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Z A R A M A G A H A N K A Z G O
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