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Entrevista a Mario Montalbetti
Entrevista de Santiago Lhimma a
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Mario Montalbetti ptyx
Mario Montalbetti, se consolida con cada libro que publica, como el poeta, ensayista y lingüista peruano más atendido por festivales y editores de poesía en Latinoamérica. Su autoría oscila entre libros de poesía, ensayo y un libro para niños. El siguiente diálogo diacrónico, corresponde a comunicación virtual iniciada con el poeta autor, donde se le inquiere por sus procedimientos de producción y el sentido existente del poema.
Puedo intuir que los procedimientos de técnica que usa para abordar el texto devienen de la fragmentación o ruptura de la normalidad del lenguaje. ¿Asume su conocimiento del proceso lingüístico humano, como técnica o posibilidad artística de intervención?
Si por “normalidad del lenguaje” entendemos el lenguaje prescrito por la autoridad del poder y la Academia, sin duda. Creo que es importante romper la idea de hablar con propiedad, sobre todo si “con propiedad” significa acumulando palabras y significaciones. Ahora bien, no cualquier hablar “sin propiedad” funciona y ese es el lado interesante del poema. Hay otra “normalidad del lenguaje” que es saludable, la del lenguaje cotidiano, la del lenguaje que empleamos cuando vamos al mercado o cuando tratamos de hacer cosas en grupo y que, en general, se realiza al margen de las prescripciones académicas. Esta última “normalidad” puede incorporarse al trabajo poético. ¿Ayuda saber lingüística en todo esto? Sí y no. Ayuda porque los mecanismos de construcción del lenguaje se vuelven un poco más transparentes. Pero no ayuda porque la lingüística tiene límites y el poema es uno de ellos. El poema desborda el conocimiento lingüístico. No hay una gramática del poema.
Distingo la forclusión como procedimiento de tachado de la realidad, que no pretende el conocimiento, sino la esencialidad crítica de la realidad ¿Es el poema la única plataforma de resistencia del lenguaje frente al poder?
No lo sé —pero es la única que conozco. Aquí es peligroso hablar en generalidades pero los lenguajes de (la mayor parte de) la novela contemporánea, del periodismo, de la publicidad, del discurso político,… son una especie de baba con la que se intenta pegar el Poder en muchas de sus manifestaciones (económicas, religiosas, militares, etc.). El poema (pero no todos), lo que Badiou llamaría “el poema que piensa”, desestabiliza al lenguaje en sus bordes y resiste contra la complacencia de considerarlo meramente un “instrumento de comunicación” o un instrumento de repartir consignas. En eso radica la importancia del poema.
Si todo poema debe en su sentido íntimo pretender el contrasentido del lenguaje como una forma de resistencia del decir. ¿El poema debe pretender la disfunción real del lenguaje, intentar desarticular la realidad?
No. Yo creo que el poema no trata con la realidad, al menos no lo hace directamente. Esto puede
YO CREO QUE EL POEMA NO TRATA CON LA REALIDAD, AL MENOS NO LO HACE DIREC- TAMENTE. ESTO PUEDE SO- NAR EXTRAÑO PORQUE EN EL FONDO DESEAMOS DE QUE EL LENGUAJE DEL POEMA CAM- BIE COSAS EN EL MUNDO.
sonar extraño porque en el fondo deseamos de que el lenguaje del poema cambie cosas en el mundo. Me temo que no lo hace. Más bien, el poema opera sobre el lenguaje y no sobre el mundo. Y eso no está mal. Es crucial lo que hace el poema respecto del lenguaje. Pero, si quieres cambiar el mundo no escribas poemas. Hay otras cosas que se pueden hacer, por ejemplo, salir a la calle a protestar.
En Sentido y ceguera del poema menciona: hablar de las cosas se estrella contra la extraordinaria indiferencia de las cosas. ¿Cuál deviene a ser en el poema el sentido de uso racional del lenguaje gramatical? ¿El poema puede ensayar lo asemiótico?
Estamos demasiado sometidos por lo que se llama la clausura semántica del lenguaje. Es decir, lo que tiene significado es lenguaje y lo que no tiene significado no es lenguaje. Bueno, si es así, entonces el poema no es lenguaje. El negocio del poema no es significar, el poema desborda la significación. Cuando Vallejo escribe “Vusco volvvver de golpe el golpe” ¿está significando? Tal vez, pero al mismo tiempo está haciendo algo que va más allá de esa clausura semántica que le imponemos al poema. Vallejo está pensando el lenguaje. Hay una forma de pensar el lenguaje que emerge del poema y que no es lingüística como “uso racional del lenguaje gramatical”.
Indica en Cajas: Entre lo que es lo que parece decir que no es, es la obra de arte. Si el lenguaje no puede asir la realidad y escapa a la simbolización. ¿Cuál es la representación que el poema pretende?
Es que no me es claro que lo que hace el poema sea representar. Insisto, si quieres representar, adelante, puedes hacerlo. Pero creo que el poema hace algo que va más allá de eso y que supone una crítica al uso del lenguaje que se contenta con re
HAY UNA FORMA DE PENSAR EL LENGUAJE QUE EMERGE DEL POEMA Y QUE NO ES LIN- GÜÍSTICA COMO “USO RACIO- NAL DEL LENGUAJE GRAMATI- CAL”. ptyx
Poesía reunida de Mario Montalbetti.
presentar, simbolizar, hacer metáforas ingeniosas, etc. Blanca Varela lo vio con gran claridad cuando dijo que estaba “harta de la poesía”, harta de creer que hacer muchas metáforas es poesía. Sus dos últimos libros pueden leerse como una expresión de ese hartazgo.
Cuando hablamos del proceso de composición del poema podemos referir también a la gestión del texto donde opera también elementos paratextuales. ¿Cuánto valora la capacidad visual del texto en la página: valoración tipográfica, los esquemas lógicos, el tipo de papel, el color de página, etc.?
Mi valoración es relativa y tiene énfasis diferentes. Por ejemplo, la “puesta en página” me parece fundamental, la distribución de los espacios en blanco, la construcción y tamaño de la estrofas, etc. Pero es igualmente importante fijarse en los aspectos no visuales, como el ritmo, las rimas internas, la prosodia, es decir, el movimiento general del poema. Es muy importante darse cuenta de que cuando el poema piensa, no lo hace visual
mente. Lo del tipo y color de papel me parece más utilitario y debe estar al servicio de que el poema pueda leerse bien, sin mayores distracciones ornamentales.
Indica en entrevista para El país: “el poema no miente porque arma sus propias normas, una lógica en el seno del lenguaje, no de lo real.” ¿Cómo acceder a la realidad del lenguaje? ¿Es el anacoluto el último bastión del poema?
Un poema está hecho de dos cosas fundamentales: palabras y sintaxis. Solemos fijarnos atávicamente en la idea de que un poema está hecho de palabras. También creemos que “pensamos con palabras”. Olvidamos que un poema que está hecho solamente de palabras no funciona. Un gran ejemplo y un gran estudio de esto lo hace Vallejo en el poema que comienza “la paz, la abispa,…” de 1937 y también en un texto titulado “Magistral demostración de salud pública” que aparece en relacionan con otras palabras (y eso es la sintaxis) el poema no se mueve y se estanca. De la misma manera, no se puede pensar solamente con palabras; se piensa con palabras conectadas unas con otras. Y entonces, sin duda, el trabajo del poema debe realizarse en ambos frentes.
Su escritura, privilegia el dispositivo narrativo en el poema, lo que permite que marche apostando a diversos efectos. ¿Cómo interviene el texto?
Es una “narración falsa”, constantemente interrumpida y quebrada y que está al servicio de que el poema se mueva en la página. Esa narración falsa se parece más a un discurrir, a un encadenamiento, no sólo de ideas sino de todos esos aspectos no semánticos que uno emplea en su construcción. El poema rescata, creo, la fuerza de un silogismo, como procedimiento poético. No se trata, una vez más, de lo que el poema concluye sino de la fuerza que lo lleva a uno a una conclusión y a un movimien
Contra el secreto profesional. Si las palabras no se to inevitables.
La dimensión de la escritura procedimental, como conjunto de macro-proposiciones, sobre el cual el gestor del texto anda estimando el contexto de intervención. ¿El poema que gestiona pretende un sistema de lectura o de escritura?
La vida del poema está en su lectura. Solemos ser muy radicales cuando escribimos un poema, forcejeando los límites de las palabras y de sus relaciones. Pero cuando leemos un poema somos corderitos obedientes. Me gustaría que la misma radicalidad con la que escribimos (o queremos escribir) un poema se ponga en práctica cuando leemos un poema. Una vez me preguntaron si creía que escribir era un acto político. Respondí que no, o que no lo era más que ir al dentista a sacarse una muela. El verdadero acto político es leer.