Arquitectura 50 - 1922

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ENERO DE 1922

V OLUMEN VII 1

NúMERO

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5UffiARIO Temas de estética. - Arqto. Leopoldo Carlos Agorio. Colonia de conualescientes.- Resultado de un concurso. La función renovadora de la crítica.- 5u influencia en Ar-quitectura.Arqto. C. A. Herrera mac- Lean. Casas Consistoriales de Aragón . - Ricardo del Arco. Traba¡os presentados al Primer Congreso Pan- Americano de Arquitectos.- Creación oe Ligas municipales.- Arqto. Raúl Lerena Aceuedo.- Conferencias.- Arqto. Carlos E. Becker. Casa- habitación. Sección ConsuUas.- Sobre medianerí as.- Arqto. Carlos Pérez montero. facultad de Arquitectura. Crónica . •

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No. L

ENERO DE 1922

AÑO VIII

AS DE ES T E TI CA

TE

El carácter de la Arquitectura y su estética, son pro· blemas que siempre han de apasionar por su compl ej idad. No existe un acuerdo, u na sola man era de e n cararlos. ¿La arquitectura es solo un arte de formas impues· tas por las leyes d el equilibrio o fuera de ellas el genio del hombre ha podido realizar l a belleza sin sujetarse a

" " " "

sa r e sencialmen te e l sentimiento profundo de siniestra s u bl imidad, d e cons agració n por l a vecindad de los dioses y la magia; la belleza dulcificaba extraordinar ia· mente el horror, pero este horror era siempre la con· " d ic ió n primera. ¿Que es ahora para nosotros la bell e -

sus dictados? T rataremos de analizar el pensamie nto de algunos filósofos que se han expresado sobre Ar.quitectura.

" r ostro de u n a m ujer s in espíritu : algo así como una " másc ara. (Nietzsche: H umano. af. 218) ".

" za d e u n edificio? La misma cosa qu e el hermoso

Segú n lo q ue

Dice Nietzsch e h ablando de este arte:

citado, nuestra manera de

comprend er la arquitectura es puramente formal. De este formal ism o n o está desterrada la belleza según el mismo pe n samie nto ni etzscheano, pues siguiendo el paralelo bos•

" L a pi edra, es hoy más piedra que antaño.-En ge" neral. no compren dem os la arquitectura de l a misma " manera como compre nde m os la m úsica. (1) Hemos

quejado e n tre la Arquitec·tura y la música, la interpreta· ción for m al , e s u n a interpretación grosera en la .cu al la medida del sonido y sus diferentes acentos, en general, pr oduc e n placer sin l.legar por eso a colmar el grado más alto de la e m oción. Pero mientras en la músic a el hombr e

" crecido fuera d e la simbólica de l as líneas y de las " figuras como nos h e m os desacostumbrado a los efectos •• sonoros de la retórica y nosotros h·e mos dejado de re· •• cibir desde el primer momento de nuestra vida , esta " espe·cie de leche mater nal de la educación. En u n edi" ficio griego o cristiano, todo e n e l ori gen significaba

puede alcanz ar la interpretación simbólic a por una su· pervivencia i n co ns ciente de la relac ión entre el sonido y la significación del gesto, e n Arquitectura se ha perdido

" alguna cosa con relación a u n orden superior; esta idea " de una significación inagotable quedaba alrededor del " edificio, semejante a u n velo e n c antado. La belleza n o

por completo todo simbolismo y hoy el ordenamiento de masas y de líneas no evoca e n n ue stro espíritu la verdadera s i gnificación que pudo haber tenido para los prim e· ros pueblos que la crearon. La manera de pe nsar d e Nietzsc·he en estos problemas está indudablemente sistematizada dentro del espÍ· r itu que h a presidido a la elaboración de la obra citada.

" entraba sino como accesono e n el sistema, sin intere·

, ( 1) Para N iet2sche, la música, no es en si ni por s i de tal motl o s ig nif icativ·a de n uestro ser intimo, tan profundamente e.motiV'a, q ue pueda pasar por el lenguaje inmediato uel sentim¡iento, s ino que s u a ntigua unión con la ¡)Qesía ha puesto tan to s imbolismo en el movim iento rítm ico, en las fuerzas y en las debilidades del s onido, qu e a hora ten emos la ilusión de que habla d irectam ente a l ser íntim o 'Y· proviene del .mismo. La m ú sica dramática no es posib le sino c uando el arte de los sonidos ha conquistado un in menso imperio de m edios simbólicos por la cancion, la ópera y cie n ot ras for~m as de en sayo de pintura por el sonido. A nte rior a l leng'Ua je es a ún la im ita;ción de •los gestos q ue se l)l·o<J uce involuntaria me nte y todavía hoy, ap-esar de una restricción general del lenguaje de los gestos y un dominio adqu irido de los músculos, es t an fuerte que no podemos m irar un rostro en movimien to s in innervación ael nue s t ro. El gesto invitado llevaba. a l im itador al sentimiento que dicl:o gesto expresaba en el rostro o e l cuer po del im it ado, y de a.hi nada una ~anera. de compre nderse. Entend iéru:looe por gestos, podía naoer a su vez una simbólLca de los gestos, es Cleeir, un lenguaje de ::;onidos, a condición <.le producir Prime r o el sonido y l·uego el gesto al cual aquel se agregaba como símbolo; m ás tarde solament e e l sonido. Así, de antiguo, ht m úsica fonma ba un solo cuerpo con la poesía, la mímioa y la danz ~L ( lengooj e de g'estos), ¡y si desprovistos de estos elem entos que Ja ex plican no e r a más que un v.ano ruiido, el oido, por un la r go h á bit o a esta asociación de ~úsica y de movimie nto, aprend ió a inte r pre t ar de inmeda;to las figuras de los son idos y .Jlegó al ·n n a un g rado .de comprensión rápido en el cual no hay necesidad ele! movimi ento v is ible para compren der al compositor. Se habla e nton ces de música .a:bsomta, donde todo se co.mprende simbólicamente s in nec esidad ·de l s ocorro de la poesía o el movimiento, desp ués que una la r ga evolución ha cargado la for ma musical de .idea s y sent imientos. L os hombres que han quedado retrasados e n la evoloción de la músi·ca p uede sent ir el mismo -trozo de un a manet'a pura me n te formal, donde los más avanzad-os oyen simbolicame nte. E n sí, ning una música es profunda o signiücati va; no h a bla de vohm tad, (A ) de cose¡, en sí. Es el intelecto q uien ha introd ucido la significadón en los sonidos, de ·la misma manera que ha pue.sto ¡,g·ua lmente en l·as rela-cion es de líneas y de m asas en arquitectu ra, una s ig nificación que en si es com pletamente extraña a las leyes de la m ecá.nica. ( A) Se refiere Niet;r.sclle al valor ele la voluntad en la filosorra de ISchopenhauer .

Como él m ism o lo dice : " Todo idealismo m e es extraño. El título de mi libro q uiere decir esto: donde vosotros veis cosas ideales, yo veo . ... cosas humanas, más que humanas! Si se le mira de más cerca, se descubre u n espíritu despiadado que con oc e todos los vericuetos e n que se abriga el ideal, dond e se e n cuen tran sus e scondijos y su úLtimo refugio. Armado de u na antorcha, cuya .Uama no tiembla, proyecta una luz cruda e n este m u ndo suhterraneo del ideal. Es la guerra, pero l a guerra sin pólvora ni humo, sin actitu· des guerreras, s in gestos paté ticos ni contorsiones por· q u e todo eso sería idealismo" (Ec ce Homo, Capítulo Humano más que Humano). Volvie·n do a nuestro problema, es muy posible que bajo una forma simbólica, los templos antiguos hablar an a las m u l titudes de fieles de una manera m uy distinta a la que hoy lo hacen. Casi todos los tratadistas, procurar siempre e n u na forma más o menos tímida, ex·

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dejamos

plicar ciertas relaciones o proporc iones de masas y de líneas por un s imbolismo que de ser facilmente com·

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Ak()UttECTURÁ prendido, agregaría a la belleza del monumento una sÍg'· nificación que hoy no tiene para nosotros. Huysman, al hablar de las catedrales góticas, no deja un solo elemento sin atribuirle una virtud simbólica. Puertas, ventanas, botareles, colaterales, etc., etc., todo tiene su significa• ., , , . , c1on, y ya esten en un numero o en otro, ya esten ag'ru· pados en una forma o de manera distinta, ya existan o dejen de existir, la Teología le proporciona siempre mate· rial para e firmarse en sus teorías. Todo es-te lujo de erudición pesada y fastidiosa ostentada en un libro del que León Bloy asegura no haber nadie en el mundo que haya sido capaz de leerlo íntegro, tiene e.f ectos contraprodu· centes, por cuanto el análisis se resiste a la aceptación de teorías demostradas con tanto rebuscamiento.

todas nuestras sensaciones visuales cinemáticas, pero esto no es sino una sensación artística secundaria, juxtapues· ta a la emoción arquitectural, de orden puramente está· tico. Buscar cuando se construye un monumen·to, a rea·

puramente de técnica constructiva la génesis de las combinaciones formales. Solo que, el tiempo pasando en lento

El templo griego bien construido para su destino y la

aluvión sobre la humanidad, ha borrado para siempre la facultad preciosa de alcanzar en todo su significado el

iglesia gótica que se esfuerza en subir hacia el cielo para dar mucho aire y mucha luz a una muchedumbre abrigada

valor integral de los monumentos que heredamos del pa· sado. El ·problema no tiene solución para nosotros, y por eso mismo es justo ponerse en guardia contra teorías exclusivistas que al pretender explicarlo todo en una for• ma unilateral, dejan enormes claros que luego son lle· nados con grandes palabras sin significación precisa y sin límites reconocidos.

de la lluvia bajo un clima húmedo, realizan un conjunto de líneas que seducen nuestras miradas. Pero la ojiva y el contrafuerte no son dibujos inventados para que gus· ten por sus formas, sino que son órganos que per.fecta· mente adaptados a su función estática, crean movimientos que nuestros ojos encuentran hermosos por añadidura.

La significación religiosa del gran arte era un ele·

La belleza que nuestro intelectualismo moderno cree descubrir en las piezas de un museo de historia natural,

mento más de emoción pero no constituía en sí la emo• ción estética: se superponía a ésta. Nietzsche lo dice cla·

no es beHeza artística.· De la misma manera la belleza arquitectónica de un monumento no existe en sus formas,

ramente: La belleza no entraba sino como accesorio en el sistema (a f. citado). Creadas las formas, se les asignaba un valor de símbolo, se las agrupaba, como las palabras de una frase, para que hablaran al alma de las muche· dumbres creyentes, pero no estaba en eso la belleza.

sino en su equilibrio material, en su ritmo estático, en la imitación mas o menos perfecta de la gravedad que nos • sug1ere.

De manera pues que Música y Arquitectura represen•

un monumento por el hecho que nuestro ojo las percibe, crean en nosotros los ritmos motores que acompañan

lizar primerame·nte la belleza de la línea, es cometer un error anti·artístico que data del Renacimiento. La belleza Óptica de las formas monumentales debe ser una consecuencia del equilibrio de las ·masas grávidas: estas no deben someterse a priori a un ·postulado de la visión de las formas. Solamente toda construcción perfectamente lógica, proporciona a posteriori un placer a nuestro sentido motor visual.

Pero muy bien puede haber existido en la ordenación de los elementos en forma agena, como dice Nietzsche, a las necesidades de la mecánica, un simbolismo oculto y es quizá quimérico querer subordin·ar a consideraciones

las leyes de la gravedad y existiendo Ía facultad de eÍec .. ción en las propor·c iones de .los materiales, hay ritmo y en consecuencia fijación y trasmisión de una emoción personal. En esta forma expresa Jean D'Udine (2) el problema arquitectónico. Sin duda, agrega, las líneas de

He ahí, claramente definida la belleza formal. La arquitectura sería así un arte mimético, y es i ndudable que si esas juiciosas reflexiones no expresan

tan dos grados distintos de evolución de una estética se· • mejante: la primera habla todavía con el valor del sím·

toda la verdad están muy cerca de ella.

bolo y evoca ideas y sentimientos con formas cuyo signi·

daría aun un claro muy grande que llenar pues eso solo

ficado de convención nos aparece ahora •c omo valor esen· cial, mientras la segunda, detenida su evolución, se . manifiesta sólo como belleza formal sin ninguna signi· ficación simbólica. En la primera la supervivencia del símbolo refuerza ad.mirab.lemente la belleza pero en la seg'und·a ¿hemos de aceptar por la carencia de un simbo· lismo preciso, la falta del sentimiento? Contestamos ense· guida no, y todo aquel que dotado de alguna ·s ensibilidad se haya encontrado alguna vez frente a un monumento con·

no basta para explicar en su totalidad todo el carácter emocionaL La vista de un hermoso monumento conmueve toda nuestra sensibilidad artística, no solamente nuestro sentido visual líneal y cromático, sino también nuestro sentido musical pues la rítmica espacial puede traducirse en ritmos de duración, sugestivos siempre de sonoridades melódicas. Según Jean d'Udine, en el fondo tal cosa es un fenómeno sinestésico (traducción de una sensación de

testará de la misma manera con nosotros. Si se ha per·

un orden a otra sensación de orden distinto). Si pensa·

dido un significado, hemos hallado otro. Y .la belleza de un edificio está muy lejos de ser lo que es el rostro de

mos que el tacto (dentro siempre de su teoría) ha educado todos nuestros sentidos y se asocia todavía a todas

una mujer hermosa y sin espíritu.

sus operaciones, comprendemos tam-bién que está como

Es imposible que una cosa bella, por mas formal que sea su belleza de líneas o de masa, sea sólo un placer

impregnado de emociones de nuestros .d iversos cantones sensoriales y que por lo tanto la división de .las art.es en

para los ojos y no despierte afinid·a des simpáticas en otros órdenes, capaces de hacer nacer a su vez ideas y sentÍ· • m1entos. En la realización de toda obra arquitectónica a todo problema artístico va unido un postulado de orden prác· tico: es necesario someterse lo mas habilmente posible a

Pero si allí estuviera definida toda la estética que•

artes sinestética~, (poesías, danza, etc.) artes cinemá· ticas (música .. pura") y ·artes estáticas (arquitectura) no es sino un artificio de análisis. Cada vez que uno de nuestros sentidos se halla estéticamente interesado, todos los otros se conmueven indirectamente porque

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( ~)

L ' Art et le Crt>ste.

'


ARQlritséTURÁ '

'

tiuestro tacto, entrando siempre en función, arrastra por medio de li gaduras indestructibles, la resonancia de nuestros otros órganos. De tal manera que no existe prácticamente sino artes sinestésicas y que la mas simple y la más me cánica de todas, la arquitectura, no puede conmovernos sin que nuestras sensibilidades plásticas y musicales se despierten enseguida. No trataremos explicar los fundamentos de estas afirmaciones, de un atrevimiento poco común. Solo direm os que si el tacto interviene en tal forma en la estética de J ean d'Udine es porque este af·irma que e l fenómeno natural de donde derivan en último análisis todas las formas de arte es la gravedad, y aquel no comporta so· lamente actividades motrices, sino que es ante todo el sentido del peso de las cosas y es como sentido de.l peso que viene en ayuda de nuestro sentido de la visión de líneas y colores y de la audición de sonidos. El mismo D'Udine no deja de reconocer que todo esto es demasiado obscuro. Su experiencia no sobrepasa casi a las intuiciones de la humanidad que desde hace m ucho tiempo se expresa sobre lo mismo en términos sujestivos. Porque no solamente los epítetos motores de "ritmo" y de "movimiento"' se han unido, con el consentimiento universal, a las formas de las obras plásticas, de las frases musicales y literarias, sino que la potencia atractiva de la tonalidad, los límites naturales de 1os versos y de las estancias, la densidad de los vocablos revelan todavía, a quien quiere comprenderlo, su verdadera naturaleza por • este admirable término de •• cadencia, ( cadere, caer) que pinta tan maravillosame nte la obediencia de la materia artística a las exigencias de la gravedad.

• ODia

.' D e manera que en el fenómeno de .la emoción érqui~ tectural hay la producción de dos sinestesias: sinestesia visión-tacto, sinestesia tacto-sonido. Y el ritmo de Hneas y de masas se traduce en un r.itmo musical de espacids y acentos, e n un conjunto melódico. Pero entiéndase bien! no es la audición del sonido material la que se provoca, sino justamente la sugestión simbólica musical, las ideas y s e ntimientos que puede hacer brotar el ritmo so• noro y de los cuales é ste no es más que el símbolo. De esta manera comprendemos bien que aun habiéndose perdido todo el simbolismo que Nietzsc he asigna a las líneas y mas.as arquitecturales, no por eso estas dejan de hablar al espíritu pues a este por las sensaciones vi· sua.l es, se abre todo el campo de la simbólica musical, tan llena de sugestiones de diverso orden. Las coilsideraciones que dejamos expuestas, completan las a-firmaciones de Nietzsche sobre la belleza formal y reputan su opinión de que esa mis!,lla belleza es so.lo , una mascara. En todo lo que antecede solo he tratado de exponer algunas 'ideas sobre estética; la verdad de las distintas afirmaciones es tarea superior a mis fuerzas para que yo intente emprenderla. De todas maneras, creo que algún interés despertará en los afectos a esta clase de problemas y es a ellos a quienes me dirijo, pues en Arquitec• tura no todo debe ser constru cción y cálculo. Si es justo recurrir a la cie n cia para perfeccionar la técnica, no olvi· demos tampoco la ayuda de la filosofía y el prove,c ho que de ella puede sacar el arquitecto para conocer escudri· ñar en el fondo de los obscuros problemas de •l a estética.

y

f:,eo{wldo Carlos Agorio.

•. esc1entes '

.

e conv

Resultado de un concurso Transcribimos a continuación el fallo del jurado que entendió en el con curso de proyectos para la Colonia de

1." Proce der por unanimidad a la eliminación de los proyectos "Fe''. ..Ombú,, 'Caridad'', "Ubi bene,

··e

v

··e

¡.. . patna • , , uot ruz . er de , , ··Esperanza•• y ondor ,, por considerar que no responden de una

Convalescientes a construirse con la donación Saint Bois, como así mismo publicamos como complemento del fallo la fotografía del proyecto que mere ció el prim er • premto.

manera conveniente a las exigencias del prog'ra· ma, excediendo además algunos de ellos el costo •

. .. ..

.

Proyecto Lema: "Colonia" - Primer Premio

Fachada

' "Montevideo, Diciembre 181921. - Señor Director General de la Asistencia P. Na·c ional, Doctor ]osé Mar·

fijado como máximo por la base 3." del mismo. 0

2. Después de un estudio detenido de la compo•

'1~~~t

sición arquitectónica y de una estimación deta·

El jurado designado para dictaminar sobre los pro·

llada de los presupuestos de los cinco proyectos

yectos presentados al Concurso para la Colonia ~e Convalescientes a construirse con la donación Saint Bois

restantes o 1onta · ••, er da d'' , 1mba •• , "C ruz Dorada,, y "Mirland") proceder a la eliminación de los tres últimos ( ..Bimba'', .. Cruz Dorada, y

1

hrene.

~

Arqtos. Carlos C. Massa y Enrique G. Quincke

después de estudiados los 12 proye ctos en particular por c Ju. de sus miembros y en conjunto por todos ellos, en las varias reuniones efectuadas con ese objeto, resuelve:

(··e

··v

··n·

"Mirland" por exceder su costo de la suma es· tablecida en la base 3." del programa.


ARQUitECtU~A 0

3. Otorgar por u nanimidad al proyecto "Colonia,

u n o de ellos un estudio meritorio y digno ade, mas de estímulo, por la labor realizada, una remuneración de quinientos pesos a cada uno. Abiertos los sobres de los proyectos premiados re· sultaron corresponder el lema "'Colonia, a los Señores

el primer premio por llenar de una manera con· veniente las exigencias del programa, contener todos los locales pedidos dispuestos en forma que facilita el funcionami e nto del establecimiento y contemplar al mismo tiempo sus condiciones higiénicas.

Arqtos. Carlos C. Massa y Enrique G. Quincke y el lema "Verdad" al Sr. Arqto. Alejo Martínez (hijo).

Planta del proyecto que obtuvo el Primer Premio

••

Otra de las plantas del mismo proyecto 0

4," Otorgar por cin co votos sobre siete el 2. premio al proyecto "Verdad" por constituir también una solución conveniente aunque inferior a la del proyecto "Colonia".

5."

Solicitar se acuerde

a

Saludamos al señor Direc tor muy atentamente. Firmados: ]. Martirin é. -

A. ]ones Brown. ]. A. Scasso. - H. Acosta y Lara. - ]. S cre· mini.- M. M oreau.- G. Arri:zabalaga.

los proyectos "Bimba .. ,

"Cruz Dorada,, y "Mirland" por representar cada

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ARQUITECTURA o

~~·

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de !a crn"aca

La uncton SU INFLUENCIA EN

A fin de que sea conocido y meditado por todos nuestros arquitectos, consideramos de utilidad reproducir el interesante art1culo del Arqto: Dn. Carlos A. Herrera M ac Lean sobre "La /unción renovadora de la cr1tica... Hasta ahora, ,Por una mal entendida solidaridad profesional , todos nuestros colegas pre,Parados y eruditos, han cre1do o,Portuno ccz.llar sus apreciaciones sobre el desarrollo de la obra arquitectónica en nuestro ,Pa1s en· tendiendo en esta forma evitar enfriamientos que pudie· ran traer aparejados trastornos capaces de dañar la ar· mon1a que ha caracterizado siem,Pre las relaciones e ntre arquitectos. Creemos que esto no ha de suceder; la cultura de nuestros ,Profesionales es garantia suficiente d e que sabr~n ace,Ptar toda cr1tica hecha con altura y tenien· do sólo en. cuenta el progreso arquitectónico. Por otra parte, si los ,Profesionales no han olvidado aun su vida de ta17er, deben recordar que la labor Jel~ profesor no es más que labor de cr1tica y que si esta es necesaria para la pre,Paración del alumno, lo es tanto o más ,Para el arquitecto , muchas v eces inca,Paz de reaccionar an.te las sugestiones de una moda o las exigencias de un ,Pro-Pietario, olvidando as1 lo que la cr1tica podr1a hacerle recordar: que al aceptar su misión de arquitecto, ha contra1do la obligación de educar al público sirviendo los verdaderos intereses del Arte.

AR~UITECTURA savia, ver la floración original y definitiva de nuestra planta. Pero ella se efectúa con lentitud en ambiente de fecundo eclectisismo. Este eclecticismo es beneficioso en el campo de las ciencias y de las otras arte~. Es fatal para la arquitectura. Poco importa que sean extranjeras, las últimas máquinas '

que simplifiquen nuestra vida o las últimas creencias que l il exaltan, o la última frase sonora, la última vibración del verso, la última forma de la estatua. Pero la arquitectura quieta y adherida al suelo no puede .sufrir las influenc ias nove.dosas y a la moda. Debe estar sujeta a las órdenes del cielo que la cubre y de la tierra, que la soporta, únicas órdenes q u e le dan unidad y que le hacen vivir en el ambiente . Pero con el eclecticismo que ha removido nuestra c iudad. dándole aspecto de abigarrado catálogo de arquitecturas diversas. con él podremos entrar dentro de la vía renovadora. Donde han triunfado las tendencias más absurdas importadas de los blancos países nevados, o de las ariscas tierras montañosas, podrán entrar las nobles y c almas tendencias que nos convienen. Si antes triunfó la v anidad y la moda no nos será difícil hacer triunfar la · verdad de nuestra hora, la verdad de nuestro cielo, de nuestra tierra, de nuestro espíritu. Es necesario y es posible infundir como un fermento, virtudes nuevas en nuestro pueblo. Virtudes revoluciona·

Si el arte es el •• espejo de la vida., y nuestra arquitectura, por ende, refleja nuestra hora actual inquieta, apresurada, vanidosa, ¿quiere decir esto que es necesario esperar con paciencia ·musulmana a que cambie nuestra vida para que ese cambio se marque en nueva arquitectu· ra, ya como un avance, ya como un atraso? Si así creyéramos, estas modestas crónicas no tendrían un objeto inmediato y eficaz porque ¿a que lamentar un mal que no tiene remedio y que debe sujetarse a una inevitable evolución? Más no creemos así:

doras, virtudes que formen en el organismo endeble de la a rquitectura las defensas necesarias para cuidar su vida del contagio extranjero y para mantenerla con noble y fuerte fibra. Estas virtudes pueden inocular.s e por medio de la crític a, pueden y deben ser inoculadas. El juicio crítico es el juicio renovador por excelencia. uEn una época sin crítica de arte, dice Osear Wilde, el arte no existe o por lo menos permanece estancado, herático, limitándose a re• producir modelos consagrados.

Nuestra arquitectura, como no encierra valor artís· tico, no puede ser fiel reflejo de nuestra vida. Ha sido levantada sin espíritu y ante nosotros aparece muda.

Hay épocas de crítica que no fueron creadoras en el sentido vulgar de la palabra, el espíritu humano solo ten• taba poner en orden sus tesoros, separando el oro de la

Acusa sí. nuestros defectos, pero calla nuestras virtudes. Nos muestra utilitarios y egoístas y oculta nuestra sencillez, nuestra buena fé, nuestra generosidad, nuestro don hospitalario, nuestro entusiasmo viril, nuestra exponta· neidad, nuestra juventud.

plata y la plata del plomo, contando las joyas y dando

Por todas esas virtudes que no delata la arquitec tura, cabe esperar su renovación. La ductilidad espiritual de nuestro pueblo lo hace apto para todas las reformas. Y si en ese intercambio de ideas y tendencias extranjeras, que acepta a veces su preocupación de su valor intrínseco, pierde personalidad, vive por .lo menos. abierto a las co· rrientes civilizadoras, Que es preferible no for·mar una envoltura característica, a solidificar una rígida y porfiada cristalización de raza.

nombre a las perlas. Pero no ha existido jamás época creadora, que no fuera al mismo tiempo crítica. Porque es el espíritu crítico el que inventa formas nuevas. La creación tiende a repetirse. Al instinto crítico debemos el nacimiento de toda nueva escuela, de todo nuevo molde q ue el arte encuentra preparado para cuando quiera em• plearlo... Esto q u e es ley general ·para todas las artes, tiene más verdad aún para la arquitectura, arte hecho de sere· nidad y de lógic a, arte que debe ser discutido y pesado, arte que debe unir la rigidez de la fórmula matemática al r itmo ondulante de la línea, arte que no admite los arre•

Nuestra sutil envoltura, que c ubre agitada mezcla de

batos extraños y fantásticos de las nuevas estéticas. Por eso, del estado de pobreza y de decadencia en que vive la

sangres conquistadoras, tiende, creemos, a independizar· se. Y mientras se forma la corteza nueva, no nos ·es dado

arquitectura en todo el mundo, hacemos culpable a la crítica. La crítica que fuera una vez el nervio de su be-

a nosotros, glóbulos activos que circulamos con la fresca

lleza y que desde hace tiempo, herida o despreciada, se

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ARQUITECTURA alejó de la piedra a cuya sombra acostumbraba dictar su cátedra · del buen g'usto.

Entonces se establecieron las categorías y las dignidades. Se catalogaron las ocupaciones humanas y se dispensaron títulos. El jefe se aisló del pueblo que cons· truía y este perdió su libertad de juicio. En el día en que nació el Renacimiento puede decirse que murió la crítica. No fué muerte rápida y decidida, sinó agonía dolorosa. Tal día se estableció la honda y triste diferencia que hoy persiste entre el artesano y el artista. Se creó el esca· lafón de méritos, no reales sino aparentes. El pueblo per· dió su facultad de admirador juzgando y ·pasó al elogio servil. Poco demoró en ir a la más fría indiferencia. Mien• tras tanto todo se reglamentaba: carreras, profesiones, es· tudios, títulos, medallas, diplomas. Se abrieron escuelas, academias, cenáculos. Y el arquitecto, sujeto a un difícil régimen de "estudios clásicos", era el único capacitado

En las épocas gloriosas en que el arte pertenecía al pueblo, en que había gerarquías y valores, '})ero no aisla· miento, el hombre, elevado artista o humilde obrero, dió vida a su arquitectura por dos medios: por .l a acción y por la crítica. Con su cerebro que creaba formas, con su brazo nervudo que aparejaba los muros, con su ma·no hábil que esculpía el ornamento, con sus ojos refinados que aplica· ban el color . .. y además con su espíritu crítico. El entu· siasmo por el arte despertaba la crítica. Y el pueblo hacía y criticaba. Así tomando la arquitectura desde Grecia, primera época de inspiración y lógica, .allí encontramos el alto florecimiento de la crítica. Con un sentido crítico, 5teniales ordenadores de la carg'a lujosa y fantástica del Oriente, los griegos pudieron obtener los inmortales efectos de equilibrio, de armonía, de perspectiva, de ritmo, de luminosidad, de contraste. Su gusto, como una herramienta filosa y prolija, fué puliendo los perfiles, afinando el galibo de sus columnas, aligerando el equino de los capitr les. Y los sútiles detalles que ha encontrado la arqueología y que parecían accidentes for· tuitos, no, no lo son, son consecuencias de la crítica. De esa crítica serena, modelo de crítica, ejercitada al aire libre, a la som·b ra de los blancos muros o a la sombra de las verdes copas, como los ritos solemnes, como los dramas pomposos, como los jueg'os olímpicos. J ueg'o ella misma del espíritu en tensión continua, vibra·ndo en el aire transparente y azul de la península, que cual inmenso anfiteatro se abría para el canto salvaje de las olas, para la blanca decoración de los templos y los dioses de már· mol, para sus poetas, para sus filósofos. Mientras Platón divagaba sobre belleza y Sócrates sobre filosofía, los oyentes afirmaban sus facultades es· pirituales. Y aprendían a discernir y a discutir la belleza natural y a emparentarla con la deleznable belleza que pueden hacer los hombres. Roma vencedora arrastra su lujoso botín de esclavos y de arte. Roba los mármoles de Grecia. Contrata sus ar· tistas. Esclaviza sus obreros. Y ebria de aparato y de grandilocuencia, al traer de Grecia Dioses y mármoles, deja olvidada a la Crítica. La olvida, o esta diosa sútil se esconde entre las ruinas para llorar la belleza en derrota. La obra del imperio no acusa espíritu de selección ni de lógica. Para los Cesares, todo siendo enorme y rico, todo es .arte; el gusto muere aplastado por el amontonamiento de lujo y de trofeos . Y el inspirado equilibrio de Grecia desaparece de la inmensa mampostería romana que ya no se levanta con espíritu ~rítico. La crítica olvidada en Roma volvió a dar sus lucidos consejos al brillante estilo de Bizancio y al litúrgico y sa· cerdotal románico. Pero adquirió su antiguo dominio con el lirismo del gótico. Lirismo ordenado, sabio lirismo de la fuerza que soporta y que empuja, lirismo del orna· ·mento afilado que decora. El pueblo vivió día a día con su arquitectura en contemplación y en juicio. Y las agudas flechas penetraban en los plomizos cielos del Norte em• pujadas hacia arriba por miles de ojos que junto a su es• píritu de fe y de entusiasmo, ponían su espíritu observa· dor y crítico. Vino después con la decadencia del Gótico el período sabio y erudito del Renacimiento.

para hacer arquitectura, para hacerla y para juzgarla. Así repetía sus conocimientos flamantes, no ya más ex• traídos de la vida, sino importados de Grecia o de Italia. Cualquier problema lo resolvía por medio de los órdenes griegos. Y el triglifo, la voluta, y el acanto se distribuye· ron por doquiera. Desde ese día, arquitectura llevada al rango de un conocimiento hermético, se volvió un privi· legio de círculo, como la ciencia de conocer los astros, como la ciencia de curar los cuerpos, como la ciencia de endulzar las almas. La crítica quedó como privilegio de los iniciados. Se hizo al oído, de un colega a otro colega. Y el pueblo dominado de respeto por los valores académicos enmudeció o admiró por imposición extraña. Y así sin entusiasmo, si a veces hizo algo glorioso por orden de un cerebro privilegiado, lo hizo a despecho de ese ais· !amiento en que vivía la arquitectura. Este aislamiento se hizo sentir más en arquitectura que en las otras artes. En música, en pintura, en escultu· ra, en lit·e ratura, el pueblo fué más irreverente con las dignidades togadas~ le pareció que en estas artes no ha· bía nada de ciencia infusa y que le bastaba ver u oír para poder juzgar. Las artes pasaron por todas las revoluciones. T uvie· ron períodos críticos, períodos de difícil gestación, períodos dolorosos como partos, pero siempre una época traía un aporte nuevo sobre la época pasada. La burla, el sar• casmo, la ironía cayeron sobre los heróicos defensores de las ideas nuevas. Era la crítica siempre en acción, fe· cunda y renovadora, ya abriendo horrible boca para el colérico insulto, o ya dejando escapar de suaves labios la almibarada lisonja. Pero muda y opaca para la ar· • quitectura que siguió porfiada distribuyendo sus sabias ordenaciones clásicas. Las griterías de los grupos reno• vadores pasaron a su lado sin mirarla y sin herirla. Los muros se erguían cada vez más ufanos de esta indife· rencia, que ellos interpretaban como dignificante res· peto. Después de este viaje rápido a través de las glorias pasadas de la arquitectura, nos cuesta volver a la mo• destia de nuestra vida cotidiana. Pero en ella. como ve· remos después, se han repetido los fenómenos que he· mos anotado. Nuestra arquitectura vive dormida y mu· da, por que no la alienta la crítica. Pero es necesario des· pertarla. Despertarla por boca de esa crítica, aún gri· tando, si fuese necesario. Así iremos al análisis, al jui· cío razonado, a la rigurosa valorización. Así aprenderemos a ver. Limpiaremos con la discusión nuestros ojos de

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ARQUITECTURA tanto polvo que los cubre~ y nos parecerá que por ve~ primera están abiertos cuando veámos nuestra arquitectura con nuestras facultades sin auxilio de libros, ni de cátedras, ni de dogmas, sin prejuicios-clara y sencilla-

mente-llenos de amor, como vemos florecer las mar• garitas de seda en el verde manto primaveral o las margaritas de plata en el negro manto nocturno. C. A. Herrera Mac Lean.

CASAS CONSISTORIALES DE ARAGON (NO.TA§ DE EXCURSIONISTA) El Concejo o Municipio medieval comprendía geo· gráficamente un centro urbano (villa o urbe), con el ter11itorio que le rodeaba (término municipal). Este territorio había sido separado, por concesión especial, del Condado o de la jurisdicción feudal de la cual había formado parte, o bien era un dominio real adquirido por conquista. El comes o el señor feudal y su5 oficia.l es judiciales fueron reemplazados por el iudex y. por los alcaldes, que, elegidos en la Asamblea de vecinos, ejer• cían jurisdicción dentro de los límites del Municipio (1). La tradición de la Casa Consistorial o del Consistorio en donde se reunían los ciudadanos designados para regir la ciudad, es romana. Avanzado el régimen '

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. .

Lena (Huesca ) Casa Consistorial

feudal, los ciudadanos lograron del señor el reconocimiento de ciertas libertades, como imponer tributos, administrar justicia, organizar milicias o somatenes, reparar las fortificaciones o defensas, poseer sello, relacionarse con otros Concejos en hermandad para defenderse de los malhechores, dividir la villa (si era popu• losa) ·en cuartones o distritos para designar ciudadanos que eligiesen los jurados y demás cargos concejiles, etc. En Aragón, .d esde el siglo XII, la cabeza de la ciudad era el justicia~ le seguía el ·prior de jurados o jurado en cap, los jurados, almutazafe, el zalmedina, y más tarde el padre de huérfanos, el regidor del hospital, etc. (2). ( 1) E . rle Hinojosa, Estwlios sob1·e la H istol'ict clel D erecho (.Madrid, 19 03). ( 2) Véanse las Onli11nr:iones <le la citul<tcl <le Cantqoca (z • • vols .. Zaragoza, 1908), por D. Manuel Mora y Gaudó; el Fonon Ttwo lii (Zaragoza, 1905), por D. Francisco Aznar Navano; la Cm·ta de población de l<t ciud<ul de Santa Ma1·ia d e Alban·acín (Z'a.ragoza, 1915), por D. Carlos Riba y Garcfa: las 0 1·ditUtciones v paramientos de la cittdad d e BarbastJ·o, p or D. Mariano Pano , e n la Revista <le Arag6n (años 1903 1y s iguie ntes) ; mis A¡Juntes sob1·e el antiguo 1·égimen mtmicipal de H uesca (Huesca, 1911 ) ; lla Colecoión de fueros y ca1·tas ¡n¿ebl.as, de Muñoz Rome ro: los Doc1t11tetttos histln -kos de Dm·oca 11 stt comtmidad, edición Campillo ( 1915) ; el T?·atadu del f.}nt1·onado. . . de Calatayttd, por 1\fartlnez del Villar (Zaragoza, 1598), y la historia de esta ciu-

dad, por Lafue nte, et c.

A medid·a que se fué desenvolviendo el régimen municipal, aument·a ron las prerrogativas concejiles. El domim·o de Concejos y Regim~entos comen:zó, 'Como dice Lampére~ (3), muy humilde o de prestado, como tantas otras Instituciones medievales. Iglesias, -corrales, mercados, gradas, torres, y otros impropios loca•l es daban pobre albergue a los Concejos. Pero, av·anzada la Edad Media, se observó la necesidad, a favor del auge de la Institución municipal, de poseer el Concejo casa pro{Jia ( 4) ~ y entonces esta casa del Consistorio pudo tener, cual otra cualquiera mansión noble, una o dos torres, el escudo de ar·m as de la ciudad sobre la puerta, significativos adornos en el hastial de fachada, etc., alusiones sensibles a los privilegios comunales que otorgaron reyes o señores, y del incremento de >los Municipios. En los siglos XIII y XIV, el Concejo oscense se reunía en la que se denominaba C:asa de la Caridad. ¿Dónde estaba ésta 1 Lo ignoramos. Lo cierto es que así se la denomina en las Ord-enanzas del siglo XIII~ y para su conservación se destinaba una parte (la tercera generalmente) de las multas que se imponían por infracciones de las disposiciones concejiles. En el siglo XV la Casa comunal es lla·m ada Casa o Casas de la Ciudad, y también Casas de la Corte. Esta, que debió habilitarse para tal objeto el año 1461, estaría probablemente situada en el mismo lugar que la actual, construída desde 1577, o aquella muy ampliamente modificada. Que eran distintas la Casa de la Caridad y la de la Ciudad, es decir, que fueron dos edificios, que el s·egundo sucedió en destino al pri·mer~ en el siglo XV. lo prueba un privilegio del rey Juan II, dado desde Calatayud, a 20 de Noviembre de 1461, por el que concedió licencia al Concejo para mudar la Caja de los Oficios de las Casas de la Oaridad a las de la Ciudad. Mas ola corte o audiencia • del justicia de Huesca, para dictar sentencias en los agr.avios, se tenía en el siglo XII en el palacio real. Es de suponer que los Consejos ordinarios no se tendrían en el real palacio 4donde todavía habitaban tem· poralmente los monarcas aragoneses, sino en algún templo, o alguna casa, o algún atrio. Los Consejos Generales solían celebrarse antiguamente en el cementerio o fosal de la iglesia de San Miguel (vulgarmente llamada d·e las Miguelas). Entre otros ejem·plos, lo prueba que en el ·año 1450 dictó el ( 3)

Las cittda(les es11a1iolas y stt m ·quitecttt1"<t m.unicipal . al

· finaliza1· la Eda<l M edi a (Madrid, 1917, pá,g. 65 ). En AJlcalA.. s egún el F 1te1·o, se r eun11a en un patio o corral ; en. Burgos, en ~1

palacio de San Llorente, en la. catedral TomA.nlca, en una torre <'le la muralla., e n el claustro .de la cat edral gótica y e n el me rcado de madera¡:; ; e n Sevilla, e n las g1·adas d e la oatedml , que era aün aa mezquita purificada; e n Barcelona, e n el siglo XII. e l CQ11ce jo .alquHaba casas particulares para sus reuniones ; en G tJanad•a , en la mad1·aza m ora, a primeros del siglo XVI, y en Ma drid. e n la misma fecha, en un salón de la iglesia del Salvador. ( 4 ) Al comenzar el •s ig lo XIV, Bu rgos habita una torre <le la muralla; Valladolid construy-e en 1338 un. edificio e xprofeso. En 1480 los R{!!Yes Católicos ordenaron que todas las ciudades y villas que no tuviese n Casa Consistorial propia. la construyesen e n e.l término de d os aoos. (Lampérez, ob. el t., pA.g. 66.)

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ARQUITECTURA de la gran solariega, aunque con locales obligados y de·

Conc ejo un estatuto acerca del número de cabezas de ganado que ·l a aljama de los judíos debería tener, y de

pendencias privativas pertinentes; y su manera, en la mayor parte, más se acerca a la italiana que a la fran·

la forma en que se llevarían ·a pacer, y al final del documento se previene que .. los presentes estatutos y or·

cesa, en la cual última nación se conservan notab)es

Hotels de Vi77e de los siglos XIII y siguientes, de un

dinaciones no puedan ser r evocados sino por el C onsejo general de los que se tienen en el fosal de San Miguel .. . "(1). Y el cronista Aynsa afirma en la página

tipo más feudal por su aspecto y más minucioso y cuidado . Es muy corriente que la Casa Consistorial se alc e sobre una plaza rodeada de arc adas, o porches en Ara· gón, ya semicirculares, ya ojivales, que perpetúa el /orum

607 de s u obra (2) que los del gobierno de la ciudad tenían en lo antiguo sus J untas y Consejos en el c ernen-

-

antiguo. Tal en Graus (Huesas), La Fresneda (Teruel) etc. La base de la fachada es asímismo un pórtico con arquería, caso bastante común, tanto en Francia como en Italia y España, desde el siglo XII; y transpuesta esta especie de lonja o atrio, se ve la entrada a las dependencias municipales, y la de la cárcel al lado. Así, en Bielsa, Loarre, Sena, Alcolea de Cinca, Graus, en la provincia de Huescas, y Valderrobres, en la de T eruel. Y en este porche se reunían, y se reúnen, mercaderes, generalmente forasteros, que allí realizan sus contrata· • ctones. Por lo mismo que el tipo corriente de Casa Consistorial es el de la solariega ciudadana, están en minoría los edificios consistoriales que, recordando la torre feudal o señorial, la poseen a modo de donjón municipal. El más severo y c aracterístico, en este orden, es el de Huesc a, que tiene dos torres de flan co, con mirador de

Graus (Huesca ) - Plaza Mayor y Casa Consistorial (A la derecha )

arquería y su espadaña en el remate y en ella la campa-

terio de esta iglesia de San Miguel (antiguamente fu.é parroquia), "de que dan claro ·testimonio m uchos actos y deliberac iones hechas en este puesto; y el año 1501

(debe de ser 1510) a un duraba este uso, pues se halla dieron entonces en é l ley es y estatutos a los sastres". Esto nos hace sospec har que en el siglo XII, frecuentemente se reu niría el Consej o en la Iglesia de San Miguel, pues esta tradición en el si glo XV, evidentemente anterior, revela antiguo origen y costumbre. También se tendría en otros sitios ocasionales, y, co mo anteriormente se dice, de prestado, como a conteció en otras partes, en aquel siglo d e embrión para la organización mu· nic ipal, que no comienza a desarr ollarse en forma hasta el final de esta centuria duodécima. ' No se conserva en Aragón Casa Consistorial de fábric a anterior al si glo XV. Ya se ha dic ho que en este tiempo debía ser lamentable el estado material de los Ayu ntamientos, puesto que los Reyes Católicos se vieron en la precisió n de mandar, en un ordenamiento de 1480, que todas las ciudades y villas donde los Concejos no tuviesen edificio propio, lo construyesen en el término de dos años (3) . . La mayor parte de aquellas no lo tendrían y los irían levantando lentamente, y a entrado el siglo XVI; y en las que, como Zar agoza y Huesc a, lo tenían, el renacimiento, con su pomposidad, substituyó las medievales Casas de la Cort, h umildes, que en bien poco se diferen· ciarían de las demás ciudadanas, por edificios de dilatadas proporciones, aunque difiriendo apenas en lo externo de las mansiones nobles o señoriales de la ciu-

____

dad. El tipo de la Casa Consistorial en Aragón es el ___.

( 1)

Y l'a~c

/J olc tín ele d (• 1!11 5. dr

la

mi cs.tutlio a c e n :a d e In J u d e ría de H u esc.a. e n e l R eal A ca<lcnda <le l a H istoria, n6me ro ele A bril

(2) FuHda c:ió n, c.x: cel e1td(l:; , !JI"Ciltclc ::a s y cosa s 1/ICIIIOI'a bles l a m rt iQ11fsi1rw d w lud el e Hu esca ( Huesca. 1619 ).

Lo t·en zo d e Santa y ana. Go bi er1to JWiítico ele l os Jllt ebl os d e .1!.'~ 1)((.ii(t ( Za ragoza, 1742) , citado Jlor Lamp é re z, pág ina 66. (3)

Casa Consistorial en Huesca

na para llamar al pueblo a las Asambleas comunales o a correr el apellido, como se decía el toque de somatén. La Casa Consistorial de Barbastro tiene una que aún conserva también la campana. La de Bielsa ostenta en un flanco un tambor aspillerado, con todo y ser obra del siglo XVI. Realmente~ estas torres simbolizaban los privilegios

comunales, como el donjón o la torre del Homenaje la condición señorial. (C une/u iní )

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Ricardo del Arco.


~

••

ARQUITECTURA

Trabajos presentadO$ al Cong~reso Pallll Am®ricano de Ar«¡uite<etcs CREACION DE LIGAS MllJNHCIPALES

c á ndole n ocion es de higiene, despertándole ideales de belleza e interesándole por medio de vigorosas propa-

m oderna, son organismos cuyo crecimiento no debe li-

gandas y de encu estas en la solución de los más .vitales problemas de la s ciudades . .

brarse al azar. Los Gobiernos y los pueblos tienen el deber ineludible de intervenir en su transformación fí-

De acuerdo con las consideraciones precedentes y basadp en los magníficos r esultados que la obra de las

sica y moral, y de ha cerlas bellas, sanas y atrayentes. La mayor parte de las ciudades latino americanas,

Ligas MuQicipales ha alcanzado en Europa Y. especial-

Las aglomeraciones url-,anas, focos de la civilización

es nec esario constatar, no han abordado todavía en forma amplia y previsora, ese inmenso programa que compr e nde el estudio de sus n u merosos y variados pro· blemas de urbaniza ció n. Las autoridades municipales se han limitado en la generalidad de los casos a atender las n ecesidades más inmediatas y dar trámite a asuntos de interés secundario pro movidos por l a iniciativa privada . La a cción de los munic ipios se ha esterilizado con la

1." Las Li gas Municipales desempeñan un rol efic az e n 1~ obra de ensanche, transfor mación y embellecimiento de las aglomeraciones urbanas. 2." Los arquitectos, Sociedades de Arquitectos . y d emás e ntid ades interesadas deben tomar la iniciativa en

aplicación de ese estrecho criterio de administración. Altamente perjudicial para el desarrollo de las ciu-

el sentido de fundar una Liga Municipal en cada ciudad de Améric a .

dades es ese criterio. Postergar indefinidamente la so· lución de los problemas fundamentales y vitales, es falta grave de previsión, cuy a responsabilidad recaerá fatalmente en el futuro sobre aquellos m unicipios que no han cu mplido con su deber o n o han comprendido su misió n. Esa misión es la de asegurar la circulación, defender

3." Las Li gas M u nicipales que se organicen, mante~­ drán e ntre si estrecha relación con el fin de facilitar el in ter c ambio de ideas y asegurar la unidad de acción.

la salud .pública comprometida, proyectar los ensanches, . . e mbellecer y adaptar las c iudades a los progresos y al confort modernos. Pero como la vida de las ciudades n o

• Montevideo, M arzo de 1920.

Raúl Lerena Acevedo.

C O N 1F E R E N C 1 A

·s

es limitada como la vida humana, y se desarrolla ante

Las artes, al i gual de aquellas otras ramas de la hu-

un horizonte siempre abierto, esos objetivos, destinados a ser alcanzados en largas etapas, deben ser previstos

mana producción cuyo orígen está regido por 1os distintos sentimientos y temp eramentos a la par de la razón pura,

con la mayor amplitud. ¿Pueden los municipios cumplir tan vasto programa sin elaborar previamente un m editado plan de conjunto que prevea todos los t rabajos necesarios y cordine los esfuerzos para ejecutarlos sistemáticamente 1 Imposible.

tienen la característica, en sumo grado, de ser fiel reflejo de un m edio ambiente o de una idiosindracia determinada. Y aunque fijen reglas generales los cánones . determinantes de muchos de sus variados aspectos de concepción y presentación, por ser sus producciones re-

Un gran plan de acción, aunque sea. esquemático, se con·

sultado exclusivo de ese medio ambiente o de esa idiosincr acia, son desde lue go y salvo muy raras excep-

sidera imprescindible para abordar cuestiones tan com· plejas cÓmo son las de urbanización. El establecimiento de planos generales de extensión

mente en los Estados Unidos de .. América donde ha hec ho prodigios, tengo el honor de someter a la _consideració n del Primer Congreso . Pan Americano de .Arquitectos las siguiente.s conclusiones :

ciones hijas de un punto de vista reducido por las cüriosas limitaciones que le significan el criterio de una

y de embellecimiento para cada aglomeración urbana, que prevean ampliamente los problemas de circulación, de higiene y de estética, debe ser pués, la primera preo· cupación de los municipios. La importancia de los planos reguladores, desde cualquier punto de vista que se les considere, es indiscutible. Toda obra, en efecto, que implique un progreso para una ciudad está directa o indirectamente relacionada con su plano regulador . El estado anormal de cosas determinado por la inercia de los municipios y la indiferencia del público, exige una soluc·i ón. La experiencia demuestra que las Ligas

hora particular y los convencionalismos de una época dada.

Municipales, constituidas por elementos seleccionados,

req u e braj ando con el andar del tiempo las telas sedien-

pueden jugar un rol decisivo combatiendo aquellas causas, y provocando movimientos en favor del renacimiento de las ciudades.

tas de barniz y dejando en los mármoles de ·l os monumentos la verdinegra ·pátina de los años muertos, puede

Las Ligas Municipales tendrían por misión contro• lar, asesorar y estimular la acción munic ipal, a la vez que abordar la obra de la educación del público, incul-

No otra cosa resulta-excepción hecha de los procedimie ntos de ejecución-la serie indefinida de escuelas que, en ciertos países primero y luego en el mundo cuando su propagación escalara las cumbres, han fijado, en sus aspectos generales y en sus finalidades quintaesencia· das, el sentir de las naciones y de las razas para dejar al margen de la historia, con las hijas de su ingenio, el acuse de su existencia misma. Y es así como, después que los siglos han pasado,

el crítico estudioso, a la manera de Taine, descubrir, por el arte, los pueblos, o por la historia de los pueblos la razón de su arte, en el más · seguro y eficiente análisis estético.


ARQUITECTURA Porque el hombre en su perp.ét~a ansia de avanzar. que en resumen constituye el :iJe;a l ae su tiempo. al producir obra en las distintas ramas de las bellas artes. no hace más que fijar. con la mate·mática precisión de las reglas obligadas, ese sentir que tiene de suyo solo el quantum de genialidad con que lo expresa, pues es él exclusivo patrimonio de su patria o de su familia étnica. que lo produjera a cada instante en el •p arto portentoso de todos sus dolores y de todas sus esperanzas. Siguiendo este orden de ideas. ·l a arquitectura-ánfora de alabastro desbordante de Chipre-al satisfacer con su continente la expresión de belle:$ de IU hora y con su contenido las necesidades materiales de •u época, vino a constituir para los pueblos la síntesis de -arte que, como ninguna otra. reducía a un solo término la com• plicada fórmula de sus ideales y de sus necesidades. De este modo, eligiendo de la historia sus m4s notables modelos de expresión y objetivo, resumen la prepotencia de su autocracia, las pirámides de los Faraones; la espiritualidad de los siglos medios, las enhiestas catedrales de los góticos; la serenidad del dogma budista, las columnas de Acoka que decoran las orillas del sagrado río; y el remate de .la civilización quéchua el formidable conjunto de Tiahuanaco.

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Con las sucesivas jornadas de ·l os tiempos que se hacían pretéritos, van poco a poco adquiriendo las masas arquitectónicas ese justo equilibrio que, resultante del fin a que se destinaba la obra y .d e los medios con que se contaba para erigirla, producen despues de la inquie· tud de los ensayos, las clásica5 proporcione5 modulares salvadas del olvido hasta nosotros ·por la perseverante tarea del Baro:zi. En adelante-poco son los siglos en la evolución del mundo-todos habrían de deber en esa Castalia de las inspiraciones esenciales, los principios viñolescos, sea para seguir sus huellas, sea para tratar de erigir sobre sus cimientos las atrevidas líneas de las nuevas creactones. · ' De tal manera, como las ideas, como los hombres, co· mo la vida, se renovaron los estilos, sin que se pudiera a ciencia cierta asegurar que no fuera cáda uno de ellos~ en sus novedosos aspectos, como obligadas reencarnaciones -permítaseme el término-de concepciones pasadas, de elucubraciones anteriores; al igual que en lo humano nadie salvó los lindes de su nacimiento sin estar sujeto a las influencias de la herencia, de las vidas anteriores, de los muertos. Por tal motivo fué que en lo grande resultara la originalidad casi imposible de llevarse a la práctica, dentro de los lineamientos de la civilización occidental. salvo en la fa: puramente utilitaria de las distribuciones. Y solamente en u'n orden más relativo de cosas, aunque el más voluminoso en su carácter numérico, ·l a ·edificación de la casa privada, adaptándose a cada medio ambiente, como los hombres a quienes servía, produce la variedad considerable de aspectos con que el ••Jtome•• de los ingleses se repite siempre, gramaticalmente hablando, pa· , otro ''home .. a d ecua d o a una d.1s· ra ser en ca d a pa1s tinta necesidad. Es este, sencillamente, el principal aspecto de la arquitectura de hoy. sujeta a reglamentación. a medida •

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• .,...

y a prejuicios, para dejar de ser. en sus grandes líneas, el gentil resultado de una manifestación artística y volverse, llanamente, un intrincado problema de técnica civil. Súmese a lo anterior el estudio de los distintos as• pectos con que se presenta la cuestión fundamental: pues mientras se pinta ésta como la ciudad moderna con el enorme fárrago de sus exigencias, son aquellos la fina• lidad del edificio, su adaptación al medio, la idiosincracia de sus propietarios y su valor de construcción. De ahí, pues, la diferencia entre el alarife de ayer y el arquitecto de hoy. De ahí también, la suma de atención que debe mere• cernos, en esta oportunidad de intercambio panamericano de ideas, todo aquello que tienda a ampliar y mejorar, aún dentro de lo relativo de estas cuestiones, el bagaje de conocimientos que constituye el exponente de progre· 10 cultural de nuestra profesión.

Especializados en los problemas de la enseñanza, tomaremos por esta senda. Las más de las escuelas de arquitectura de América, son de reciente data. Fundadas en una copia formal de establecimientos similares exóticos, han iniciado y con· tinuado el desarrollo de sus respectivos programas a base de planes de estudio y procedimientos de enseñanza vaciados en los modelos europeos. Europeos también han sido y son buena parte del selecto conjunto de sus profesores. A la europea, for:osamente, ha sido el resultado obtenido hasta el presente. Particularidad que explica en forma ámplia el por qué en las calles de las principales ciudades de la América meridional se suceden, en una alarmante monotonía, los elementos preponderantes de los estilos Luises; particu· laridad que aclara también el retardo que nuestra obra gremial acusa al no haber hallado todavía solución definitiva para el problema de nuestra edificación de campaña. Y es que cerrados los esfuerzos de los estudiantes de nuestras escuelas por el límite reducido de una aplica• ción que se repite a modo in~efinido, puede llegar,-y llega-a ser francamente académica, pero no siempre prác· tica conforme al sano criterio que enseña a producir de acuerdo al medio. hasta satisfacer la ley de adaptación. El fin que perseguimos tiende a reducir·. en lo posible, los efectos de esta marcada tendencia. Mucho contribuirá a ello la obra directa y la benéfica influencia del Primer Congreso. El estudio por parte de nuestros profesionales de los temas capitales y la exposición de arquitectura con la eficiente representa• ción de los estudiantes, constituirá buena base y ex· periencia como punto de partida, para conocer el estado actual de nuestro gremio y las amplias esperanzas que en nuestros sucesores podemos cifrar. Y como, dentro de la finalidad 'que cada una per· s-igue, el ambiente particular de las escuelas de arquitectura puede reaccionar por distintos caminos, bueno ·Será que una firme vinculación de todas ellas sea la fuente de futuros éxitos panamericanos. Que así, cuando busquemos nuevas rutas a la en• señanza y nuevos métodos para la práctica aplicación, nos sorprenderá en el mútuo trabajo por hallar el desi'deratum de nuestra arquitectura americana, el saber que

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'•

ARQUITECTURA •• •• •• •• .. .. •• "

hemos cumplido, con fraternal satisfacción el .. todo nos una, nada nos separa.. del clásico dicho. Que así igualmente, cuando por el esfuerzo de la obra común, contemplemos alborozados el templo de nuestros ideales iluminado por las siete lámparas de la crítica ruskiniana, podamos volver con satisfacción el pensamiento a la pasada hora en que, sembradores de una feliz idea, derramamos en el seno de la juventud estudiosa la semilla que tales frutos iba a producir. Persiguiendo tales resultados, propicio ante este .Pri· mer Congreso y solicito su aprobación para la práctica y viable idea que encierra mi conclusión: •• Propóngase a las universidades de América que

propendan a un intercambio cultural panamericano, con vistas al mayor progreso de la enseñanza de la arquitectura y todas sus materias afines, por el esta· blecimiento de ciclos anuales de conferencias a carg'o de catedráticos de las diversas Escuelas de Arquitec· tura, para cuyo fin gestionará cada una el envío de los conferencistas que considere más oportuno, proveyen• do a los gastos de viaje y estada", Buenos Aires, Febrero de 1920.

.. CarlCJs E. Becker. Arquitecto.

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CASA-=HABITACION

S 0 R 1 A N O 1318 - A r q u i t e e t o s A Z Z A R 1 N 1 . y V 1 L A M A J 6

La casa propiedad del señor Don Pilar Muñoz Silva, cuyas plantas y fachada, proyecto de los arquitectos . Azzarini y Vilamajó, llenan hoy el espacio destinado por ARQUITECTURA a las nuevas construcciones partícula-

res de nuestra ciudad, presenta una car-acterística que es bueno hacer notar sobre todo por la necesida.d , en que se encuentra hoy el arquitecto, de ubicar en terrenos de poco frente, como son la mayoría de los que dividen nues·

Fachada

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ARQUITECTURA

-.

Hall

Comedor

tra ciudad, una gran cantidad de elementos distintos, que acusados al exterior hacen, por su distinta importancia dificilísima la composición arquitectónica, dando a cada

:

uno de ellos la debida importancia, en fachadas de espacio muy reducido. Es fácil comprender esto con solo observar muchas de nuestras construcciones en las que se muestra, en pocos metros, aberturas diversas como ser: entrada principal, entrada de servicio, puerta de garage, etc. Es casi imposible conservar con esos elementos tan distintos la tranquila sucesión de línea, que requiere una buena composición arquitectónica. La disposición adoptada para esta casa soluciona este inconveniente haciendo que la independencia de los diversos locales se haga en el interior mismo de la casa, a la que se accede por u na entrada única la que adquiere por eso mismo una mayor importancia. El garage y algunos servicios, están dispuestos en la planta baja. Las habitaciones tienen en el primer piso la debida indepen-:. dencia. La parte destinada al servicio del comedor se comunica con este, de un

modo directo e independiente

también, lo que evita hacer de la galería y Hall, lugar de pasaje obligado para todo el servicio de la casa. La iluminación y ventilación de la casa se hace lateralmente lo que facilita la conservac ión de u na temperatura constante. Los demas detalles de ubicación van indicados en las plantas correspondientes.

. -. 12 -.

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A~QUtTBCTURA en el que trascribe la opinión de Guillot sobre este purt~ to. Opina este distinguido comentarista, lo siguiente:

1.0 Que al constr uirse la pared, su propietario ha hech o u s o de una facultad absoluta en el sentido de qu e no estaba obligado, a indemniz.ar al vecino qu e no era entonces condueño del muro. 2.0 Que el vecino podría hacerse condomino de una parte de la pared sin pagar nada, alegando la . , compensacxon. 3.0 Q u e con es>a interpretación, se podría facilmente b urlar la ley en perjuicio de los derechos del dueño primitivo de la pared divisoria, puesto que el v ecino que tuviese la intención de comprar la medianera de toda la pared, empezaría por comprar la parte inferior de la misma, para poder así alegar la compensación y luego adquiriría el r esto de modo que sería ·c o-propietario de todo el m u ro pagando menos de lo que establece clara· mente la Ley.

Por r eputarla de alto inter és parn. los prof.&sionales, transcribimos a. continua·ci ón la opinión del Arqultlecto Carlos Pér e7. Monte ro, profesor ad junto de A rquitectura legal en la. l<'"'acultad de Arquitectura, sobr e um~ con sulta <le med i a ne1ría que l:e !1icier a. el arquitec to Leopol do J . To~ L D ic ha opin16n contribu~·e a -aclarar un punto qu>e ha v enido d i:;cutiénclose en vn ríos n únler os de Al'tQUl'l'ECTUHA.

Montevideo, Diciembre 24 de 1921 Señor Arquitecto Leopoldo ] . T osi Presente Muy estimado colega: Acuso recibo a su m u y estimada fecha 29 de Noviem· bre ppdo. en la que V d. hace la siguiente consulta: ..He construido una casa haciendo uso de una pared • .. divisoria que ya estaba construida, pero no ocupo toda •• la pared sinó una parte. Esa misma parte que he ocu•• pado se divide en dos fra.c ciones, porque una e·s ocu•• pada con edificio y la otra simplemente como muro de ,, . ,, cerram1ento . "Ahora bien: yo deseo saber si al pagar la mediane· " ría tengo dereoho a deducir un sexto del valor de la •• pared que queda de exclusiva propiedad del lindero y •• por concepto de recargo...

Y por ·último Guillot dá la solución sobre lo que se debe hacer y dice a ese respecto:

" " •• ..

. "Al fijar el precio de la parte inferior de la pared, los peritos tendrán en cuenta el menor valor de ella, por el aumento de peso que soporte, pero prescindiendo de lo que dispone el Núm. 2 del Artículo 577. (hoy art1culo 602)".

En esta forma se contempla el perjuicio a que alu· den los que sostienen que se tiene derecho a cobr ar la sexta parte.

II He estudiado detenidamente el caso que V d. me con· sulta y he llegado a la conclusión de que V d. no tiene derecho a cobrar a su vecino por concepto de recargo la sexta parte del valor de la pared que ya estaba constru1da y que queda de exclusiva propiedad de su vecino. Lo único que V d. puede y debe hacer, es tener en cuenta la sobrecarga al tasar el muro medianero el que tendrá un valor menor que si no estu viera cargado.

El artículo 658 del Código Francés que trata sobre el alzamiento de la pared medianera es diferente al nuestro. Dice dicho artículo: .. •• •• ..

" El con.domino puede levantar más la pared medianera, pero debe pagar solo el costo de la mayor altura, la.s composturas de conservación de la pa.r te nueva·m ente edificada y ·además la carga en razón de la mayor altura y según su valor ••. El "Manuel des Lois du Batiment" de la sociedad

1 A pesar de ser un punto bien especificado en el ar· tículo 602 de nuestro Código Civil. últimamente se ha discutido entre lo·s Arquitectos, apareciendo varias opiniones en la Revista .. ARQUITECTURA" (números de Junio, Julio. Setiembre y Octubre de 1921). Los que opinan que se tiene derecho a cobrar la sexta parte sostienen: "Que siendo el principio estable•• cido en el Código indemnizar un perjuicio que se c~usa, •• en este caso el de soportar el muro común, un mayor .. peso de la propiedad de uno solo de los condominios •• de la pared medianera, no puede admitirse que ese •• perjuicio existe cuando prim-ero se levant~ una parte y .. luego la otra y no existe, cuando el muro se ha levan. " tado de una vez en aquella misma altura total". Los otros sostienen que el ar tículo del C ódigo es bien claro, y que solo se pagará la· sexta parte cuando se trata de una nueva obra "la sexta parte de lo que valga la nuevamente levantada". Es interesante en ese sentido un artículo firmado por A. aparecido en dicha revista (número de Octubre)

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Central de los Arquitectos Franceses comenta este ar· tículo del Código y dice entre otras cosas: " " " u

•• .. .. •• ',.

"La indemnización por el aumento de peso está mo· tivad,a por el perjuicio que causa al muro medianero, la parte nuevamente levantada la que debido a su peso, disminuye la duración del muro. Esta indemnización estaba fijada por la Coutume de París (Art. 197) en la sexta parte del valor de la pared levantada pero el Código Civil no ha indicado nada en este sentido. "La experiencia ha demostrado que esta avaluación es exagerada en la m"ayor parte de los casos debiendo variar dicha indemnización entre 116 y 1112 según las . . c•rc u nstanc1as •

-

" La indemnización por sobrecarga no puede jamás " igualar el valor del muro cargado". Y Pothier dice : " Porqué es evidente que por medio del peso que •• se le hace soportar el muro no durará tanto y tendrá •• necesidad de ser reparado más pronto que si no tuvie· •• r a encima aquel peso; es pues justo que el otro vecino •• con qu ien se tiene el muro en común sea indemnizado ••.


ARQUITECTUftA '!' anto

eÍ uno como el otró sé refieren al caso gene· ral de muro nuevamente levantado. Refiriéndose al caso especial que se consulta, Fremy· Ligneville en el Traité de la Legislation des Batimets Tomo II N.o 551 dice:

•• •• •• •• •• .. •• •• •• ·•• ••

••

•• Aquel que solo compra la medianería de un muro hasta la altura del cerramiento no puede recl•amar más tarde en virtud del artículo 658 del Código Civil, una indemnización por concepto de sobrecarga en razón del excedente que carga sobre la parte medianera; se pre· sume que se han tenido en cuenta los inconvenientes de la sobrecarga al avaluarse el precio de adquisición. Por lo demás el artículo 658 no obliga a pagar una in· demnuación sinó en el caso de haber abado la pared sobre un muro que ya es medianero y en razón de la sobrecarga que viene a imponérsele y no por el exceso de muro que ya existía antes de la adquisición de la d. , ,, me 1anena •

Y Lepage en su libro .. Lois des Batiments" página 86, Tomo l, dice : •• Un vecino hace solo medianera su pared hasta la •• altura de un muro de cerramiento. Pero cuando sea •• co-propietario de dicho muro de cerramiento ¿no podrá •• pedir en virtud del artículo 658 del Código Civil el pago .. de una indemnización por la sobrecarga producida por el •• excedente de altura del muro? El caso a que refiere el •• artículo citado no sucede sino cuando el nuevo muro •• se alza posteriormente al estado de medianería; mi en· .. •• •• •• .. •• •• .. •• •• •• •• ••

tras que en el caso en cuestión se supone que existe un muro elevado perteneciente exclusivamente a uno de los vecinos, habien·d o obtenido el otro vecino solamente la medianería de una parte .d e dicho muro. En el caso previsto por el Código la propiedad común habiendo sufrido un desmérito a causa del al:zamiento hecho posteriormente evidentemente el que alza su pared debe una indemnización al otro. Ahora bien: el que compra la medianería hasta la altura de un muro de cerramiento compra ese derecho por el valor actual de la pared y en este caso, en la avaluación debe haberse tenido en cuenta que la parte de muro hecho media· nero tenía la sobrecarga del muro ya existente no me· •• d'1anero., :

•• •• •• •• •• •• ••

•• De manera pues que el vecino que solo compra la medianería hasta la altura del cerramiento no puede más adelante quejarse por la sobrecarga . que existía cuando hizo su convenio ni por consiguiente reclamar una indemni~ación por lo que excede de la ·altura del cerramiento; puesto que el precio que ha pagado ha sido tanto menor cuanto mayor era la sobrecarga pro· ducida por el muro existente".

Como puede verse tanto Gui.Uot como Fremy Legneville y Lepag'e opinan que al hacerse medianera solo una par·t e del muro existente no debe pagarse una in· demnización por sobre•carg'a puesto que al ava•l uarse la pared que se ha hecho medianera debe haberse tenido en cuenta esa sobrecarga; en otras palabras, que al pa· gar la medianería, como el valor de la pared es menor debido a la sobrecarga, existe de hecho una índemniza• ción a favor del que compra una parte de muro con so• brecarga. 1 1

IIÍ En la República Argentina le han dado tan poco valor a la sobrecarga que no se paga nad~ por ese con· cepto, cuando se trata de pared nuevamente levantada. El artículo 2732 dice : .. Cada uno de los condominos •• puede alzar a su costa la pared medianera sin indem• " nizar al vecino por el mayor peso que cargue sobre . " e 11 a n • Los codificadores argentinos se han inspirado en el Código Civil de Freitas (artículo 4395). Como hemos dicho se trata en este caso de pared nuevamente levantada. En cuanto al punto consultado puede aplicarse nuestra tésis pues el artículo 2736 del Código Civil Argentino dice: .. Todo propietario cuya finca linda inmediatamen· " te con una pared ó muro no medianero, tiene la fa cul•• tad de adquirir la 'Medianería en toda la extensión de .. la pared, o solo en la parte que alcance a tener la fin· .. ca de su propiedad hasta la altura ·d e las paredes di.. visoria•s , reembolsando la mitad del valor de la pared "como esté construida, o de la porción de que adqui.. riera medianería". Y a·l tasar el valor de la pared como está construída deberá tenerse en cuenta el desmérito producido por la sobrecarga • De manera pues, que aún en este caso existe diferencia fundamental .si se trata de muro medianero con sobrecarga ya existente o de muro nuevamente levantado sobre la medianera.

IV Estudiado pues el punto consultado bajo sus diver· sos aspectos y después ·de oir la opinión del estimado profesor Dr. Luis V arela, he llegado a la conclusión re· ferida al principio de esta carta, es decir "que cuando " existe un muro divisorio no medianero, propiedad úni· " ca de A. si el vecino B. adquiere la medianer1a de " una parte de ese muro, A no está obligado a pagar a " B la sexta parte del valor del exceso de muro ya exis" tente. Al fijarse el valor del muro medianero los peritos " tendrán en cuenta el desmérito que produce la sobre·

.. carga ex1stente . '' •

Pido a V d. disculpa por la tardanza en contestar a su consulta, pero como se trataba de un punto que desea· ba dejar bien aclarado he preferido estudiarlo con dete· nimiento, ya que puede servir de precedente para casos •

semeJantes. Respecto ·a lo que V.d . me dice sobre que "la pared •• más alta lo perjudica porque le tapa el sol, perjudi•• cando la higiene de su casa" debo manifestarle que el vecino puede alzar su muro hasta la altura que las leyes y reglamentos vigentes se lo ·permitan, sin que V d. pueda impedírselo. El perjuicio a que V d. alude, sería fácilmente rebatido por su vecino que le podría decir que Vd. al construir su casa debió prever de que en el futuro sus linderos podían edificar hasta la altura reglamentaria. Esperando haber satisfecho su pedido de consulta, lo saluda su siempre afectísimo amigo. y colega.

-14-

Arq. Carlos Pérez Montero, • ••

Profesor adjunto de Arquitectura Legal


ARQUITECtURA

FACULTAD

DE AROVITECTURA

.,

Alumno: Leonida·s Chiappara

Fachada

Prof. Arq.: José P. Carré

'

Proye<eto de arquatectura Vll Y. Vlll - Segundo proyecto - Alñ\o 1911 - Tema- Un ediflcio para los <eon<eursos de Gran PR""emio. De nuestro número anterior correspondien· te a Diciembre, publicamos, conjuntamente con las bases de este tema, el trahajo ej ecu• tado por el alumno Evaldo Roux. Las exigen· cías de la com-paginación no no~ permitió dar 1"

los dos trabajos que sobreslaieron en este tema, razón por la cual insertamos el poster• gado en este número, obra del alumno Leo• nides Chia·ppara. Las bases a las cuales hubo necesidad de sujetarse para la ejecución de este trabajo, puede encontrarlas el lector en la página 159 de ARQUITECTURA N." XLIX de la misma.

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Planta

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CRÓNICA El sábado J 4 de Enero del corriente año se En honor del Arqui- verifkó en el Hotel Lanata el banquete que en teeto Horacio Acos- homenaje al arquitecto Horacio Acosta y Lara • le tributaban sus colegas y amigos por su bri· ta y Lara. liante actuación en el Decanato de la Facultad de Arquitectura que dejó por expiración de su mandato legal. Alrededor de la mesa, artísticamente preparada, tomaron asiento los · señores Horacio Acosta y Lara, doctor Manuel Quintela, arquitecto Jacobo Vásquez Vareta, arquitecto Leopoldo Carlos Agorio, docto~s Ernesto Quintela y Julio C. Bauzá, arquitectos Daniel Rocco, Carlos Pérez Montero, Elzeario Boix, Emilio Conforte, José BeUoni, Iglesias Higes, Alfredo Nin, Rodolfo Amargós, M. Cravotto, Armando Acosta y Lara, Pedro &Uoni y

Gadea, Román Berro, Mario Coppetti, J. Lerena Juanicó, Eugenio Baroffio, Claudio Williman, Arrarte Vidoria, Carcavallo, Gómez Ferrer, Durán Guani, J. Ma;zara, Vázquez Barderi, José P. Carré, A. R. Campos, O. Sambucetti, Alberto Muiños, Herran ,José Gimeno y Antonio Vázquez y señores Perfecto López Campaña, ltalo Di~hiero e Ignacio P. Ferro. Al descorcharse el champagne, el señor Belloni y Gadea leyó adhesio~s de los señores Rector de la Universidad doctor Emilio Barbaroux, ingeniero Donato Gaminara, arquitectos Millot Grané, Horado Auarini y Quartino, y señor Luis Zerbino• • Acto continuo, el señor Daniel Rocco, presidente d·e la Sociedad de Arquitectos, ofreció la demostración en un conceptuoso discurso en el que puso de relieve la obra que ha impreso a la

- 15 -


A~QU ITECttJ~A '

.,

F~a1tad efe Arquitectura et homenajeado, obra que por si sola

aica~:a para consagrar una personalíd~d. Se extendió en otra serie de consideraciones tendientes a poner de manifiesto las relevantes condiciones de laboriosidad e inteligencia que caracterizan al señor Acosta y Lara. A continuación, éste pronunció el siguiente discurso agradeciendo la demostración. Señores: Hay una recompensa muy grande para los que han tenido la oportunidad alguna vez de hacer algo en favor de una causa común, recompensa que es la estimación general y el aprecio de los amigos, que Vds. me ofr.ecen esta noche y que me ·-:_permitirá en el futuro perfumar mis recuerdos de Decano con el aroma que dejará en mí espíritu esta fiesta de amistad. Me falta le elocuencia que necesitaría para poder agradecer solo con la palabra esta adhesión a la poca obra personal que haya podido realizar, pero puedo decir con entera sinceridad que esa falta la suple toda la inextinguible gratitud que este ado hace nacer en el fondo de mí alma. Y o debo a todos, miembros del Consejo Directivo de nuestra Facultad, profesores, colegas, estudiantes y demás personal de la misma, un profundo agradecimiento por la valiosa cooperación que me prestaran para su organización y funcionamiento y me proporciona un gran placer el poder expresárselos ahora. La cooperación que ya he recibido de todos ellos y la forma en que la recibí, fué siempre mí mayor estímulo y será en el futuro el más grato recuerdo de mí vida universitaria. Yo ·Creo que durante .estos primeros años de vida, en la Facultad se ha hecho todo lo que humanamente se ha podido hacer, todo lo que los medíos y las circunstancias han permitido hacer, peto posiblemente no se ha hecho todo lo que era necesario hacer. Institución ;oven, la F acuitad de Arquitectura necesita aclarar un pasado para abrirse un porvenir. Tiene que abrirse camino a través de una trama de prejuicios que influyen para que la profesión del arquitecto y la arquitectura no sean comprendidos tal cual deben ser, resultando así un estado de cosas poco favorable para su progreso. Es por eso que esta F acuitad tiene un vasto programa que desarrollar y grandes compromisos que cumplir. Primero con los jóvenes a quienes va a formar otorgándoles el hermoso título de arquitecto y luego con la sociedad a quien a modo de foco debe iluminar, devolviendo amplificado y modificado en un solo haz de luz todos esos elementos que caracterizan un arte y que dispersos sin unidad ni dirección nada valen. Por eso mis votos son para que no decaiga en el esfuerzo sino que al contrarío se intensifique, porque para progresar, para avanzar, para elevarnos no solo nos es necesaria la fuerza capaz de vencer la gra vítadón natural de las cosas que las atrae hacia abajo o la inercia que las inmoviliza, sí no la pujanza vigorosa que nos haga marchar hacía adelante o la conquista de todo lo que sea necesario para dignificar a nuestra querida Facultad, dignificando así nuestra profesión y dignificándonos nosotros mismos Señores, por la felicidad y prosperidad de todos Vds. Por el progreso de la F acuitad de Arquitectura.

en su cátedra de la Facultad .de Arquitectura, permiten caracterizarlo como una de .las. personalidades de mayor relieve y de más sanos. prestigios entre nuestros colegas. ARQUITECTURA, que no puede ¡::ermanecer agena a la marcha de la Facultad de Arquitectura, al saludar al nuevo Decano Arqto. Dn. Jacobo Vázquez Vareta, hace votos porque el éxito más amplío acompañe su elevada misión. Por terminación de su mandato, ha dejado de desempeñar el alto cargo de Decano de la FaEl eJC Decano de la facultad de cuitad de Arquitectura, el Arqto don Horado Altquitectul'a. Acosta y Lara. Historiar la larga y meritoria labor de este distinguido colega, sería relatar todos los progresos que desde su .creación ha venido realizando la F acuitad de Arquitectura. Sus condiciones de organizador y su reconocida laboriosidad, han sido puestas a prueba durante los seis años de su ejercicio, saliendo triunfante de todas las dificultades con que debía tro¡::ezar la joven F acuitad al dar sus • primeros pasos. ARQUITECTURA, al saludar al Decano saliente, se adhiere al homenaje c!,e los arquitectos nacionales y une sus felicitaciones por el éxito de la labor realizada. El Presidente de la República, doctor Baltasar El Presidente de la Brum ha pasado a la Sociedad de Arquitectos la República y la Sociedad de Arqui· nota cuyo texto a continuación transcribimos. "Montevideo, Diciembre 22 de J92J. Señor tectos. Presidente de la Sociedad de Arquitectos Dn. Daniel Rocco. Distinguido Señor: Deseando responder a las distinciones con que me ha honrado el Centro que V d. dignamente pr·eside, tengo el proyecto de donar, como ya lo he hecho a la Sociedad de Arquitectos de Buenos Aires, una medalla para que sea otorgada como premio al estudiante vencedor en el próximo concurso anual de arquitectura. Al efecto de la acuñación de la medalla que ofrezco le ruego me comunique los datos necesarios para la leyenda a poner en la misma. Saluda a V d. con mí consideración más distinguida

Baltasar Brum. Con este número se reparte el índice del tomo Indice del tomo VIl, VII, correspondiente al año J92J, a fin de que año 1921. los suscriptores puedan encuadernar la colecdón. Los interesados que por cualquier circunstancia . no lo recibieran, pueden reclamarlo a la Administración ·d e la Revista. ::;QC I EDAD DE .-\RQL'ITE>C'L'OR !Com o en núme1·os anteri or(>s, damos cab i tla t>n p~,t<' al balnnl '(' d<> Dic•it'mbr e. ele l>ft Sociedad de .-\.r quit.€'c·tos. ·

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En t1·a,d a S

Realizase el día 20 de Enero la elección de la elección de Deca- Decano de la Facultad de Arquitectura, saliendo no '" la Facultad triunfante la candidatura del Arquitecto Don Ja-cobo V azquez V arela. de Arquitectura. El nuevo Decano, Señor V azquez V arela, es ante todo, un distinguido universitario, y es este uno de los mayores elogios que pueden hacerse de su persona, sobre todo en una época en que la mayoría de los que han pasado por nuestra Universidad, olvidan lo que esta es y lo que a ella deben. Dotado de una clara inteligencia y de una gran bondad, conserva frescos en su espíritu, el entusiasmo, el optimismo y la fe por la gran acción educadora y de renovación que incumbe realizar a nuestra Universidad. Como miembro del Consejo Central Universitario o del Consejo de la F acuitad de Arquitectura, su acción desinteresada siempre tuvo por finalidad el beneficio de la enseñanza y la afirmación de nuestros prestigios comunes. Al difícil cargo que le toca desempeñar !h_ora, no exento de preocupaciones y sinsabores, llevará el rico caudal de experien-cia recogida en su larga actuación universitaria. Por otra parte, la destacada obra profesional del Señor V azquez Vareta, unida a su meritoria labor de profesor d,e sarrollada

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