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La Familia Franciscana

de mi memoria, siendo tales como las he indicado.

En 6 de Noviembre de 1854, el Juez mencionado sentenció á Morales á 10 años de presidio, dando por compurgado á Don Cesáreo Carbonell, dueño de la casa de emt>eño de la calle del Ángel numero 7. con los padecimientos sufridos en la cárcel y en el hospital, y pérdida del dinero que dio al sacristán por la plata, dejando á salvo sus derechos para recobrar del mismo los $2(X) del hilo de perlas y el justo interés. Los cargos de la sentencia fueron los siguientes: 1. Substracción fraudulenta de alhajas pertenecientes al culto divino en la Capilla del Señor de Burgos. 2. De las alhajas que se hallaban en depósito ó en calidad de préstamo del Convento de Santa Clara ó pertenecientes á particulares. 3- Estafa de un hilo de perlas de la propiedad de Don Luis Páramo, comprado en $550, (iue p¡,gó. 4. Robo de una casulla que dio Morales á Don Toribio Escórcia, sastre.

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En la misma causa consta que Pablo Mob l es estuvo extrayendo meses antes de descubierto el delito la plata labrada, con diversos Pretextos, hasta la cantidad de 1.221 marcos (k plata, la que en parte vendió, en parte remitió á Veracruz y en parte empeñó en la casa de Don Gabriel Castañeda ; que la Sra. Moneada fué una de las personas robadas; que mucho influyó en el robo la indolencia del P. Capellán de Burgos, y por último, que Carbonell recibió en venta y en calidad de empeño, alhajas de algún valor, de las que parte vendió a Don Antonio Labully y parte depositó en la casa de Don Remigio Caire en el Portal de las Plores.

El sacristán cumplió sil condena y se le vio tranquilo por las calles de México, acabando sus días mucho tiempo después, siendo fogonero del ferrocarril de Tlalpan.

La época á que se contrae esta historia fué notable por los muchos robos sacrilegos que en ella se efectuaron, siendo digno de referirse el perpetrado por Manuel D. Uceda, en la. iglesia de San Sebastián, por la contraposición que ofrece con el llevado á cabo por el tantas veces mentado sacristán. Este por el ingenio que demostró en la concepción de su plan y aquél por el que adoptó para prevenir la circunstancia atenuante, inventando un docu; mento que lo hiciera ¡jasar por loco. El robo i consistió en la custodia de la parroquia y el ; documento á que me refiero fué un papelucho en que estaba escrito el pacto que sigue: "Por la presente me obligo á dar y daré, en el tiempo que. convengamos, á mi benefactor y único Sr. Luzbel,-k quien reconozco como [ mi rey y protector, en el cielo, en la tierra y en el infierno, por su poder, sabiduría y bondad | omnipotente, el alma mía y la de cualquiera de | las personas de mi familia, porque me tienda su mano bondadosa y remedie mis necesidades como le pido; sacándome del miserable estado en que me hallo, para lo cual renuncio to1 das las gracias y virtudes que haya alcanzai do en el bautismo, y además que haya obtenií do en toda nú vida. Hecha esta obligación, i quedo inmediatamente bajo su protección y ! cuidadoso amparo y obligado á su servicio en ¡ todo y por todo, el día 11 de Junio de 1852, á los 28 años f> días de mi vida. -Manuel D. i Uceda. Luzbel, rey omnipotente del Universo celeste y terrestre, Un signo." ; Este Uceda ó era un tuno redomado ó esta! ba hábilmente dirigido por otro. Sin embargo, el tal documento de nada le sirvió pues pagó en el patíbulo su crimen y la mano sacrilega fué clavada en la puerta del templo en (pie cometió el delito.

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V

LA FAMILIA FRANCISCANA.

"ÍB.L martes 25 de Enero de 1524 (liáronse á of*'- la vela en San Lúear de Barrameda, los doce religiosos franciscanos que la Providencia enviaba, al socorro de la Nación mexicana,, recién conquistada por Cortos, lisos doce apóstoles, dignos descendientes por sus virtudes, de los que acompañaron al Salvador del mundo, eran Fr. Martín de Valencia, Pre- j lado de la Provincia, de San Gabriel en España; Fr. Francisco de Soto. Fr. Martín de la Coruña, Fr. finan de Juárez, Fr. Antonio de Ciudad Rodrigo, Fr. Toribio de Benavente, Fr. García de Cisneros, Fr. Luis de Fuensalida, Fr. Juan Ribas, Fr. Francisco Jiménez y los legos Fr. Andrés de Córdoba y Fr. Juan de Palos. Durante su navegación detuviéronse! por más ó menos tiempo, para descansar, en los lugares siguientes, Isla Gomera, una de las Canarias; San Juan de Puerto Rico, Isla Española, ó de Santo Domingo y la Trinidad en la Isla de Cuba. El 1.5 de Mayo del mismo año llegaron á San Juan de Clúa y desembarcaron en la Villa Rica de la Veracruz. A pie y descalzos emprendieron su camino con dirección á México, mas hicieron alto en Tlaxcala, tanto por la necesidad de descausar como por el deseo de visitar aquella ciudad de fam ta fama. La, presencia de su población tan numerosa causóles niara villa y contentoal contemplarel campo fecundo en quo iban áderramar la simiente de sus cristianas y civilizadoras doctrinas. Mayor fué el asombro de los indios cuando pudieron contemplar el porte noble y humilde de los sacerdotes y las muestras de respeto que les tributaban los soldados españoles, cuyas armaduras y relucientes trajes contrastaban con las vestiduras raídas de los misioneros. Dando señales de la mayor curiosidad seguíales por todas partes la muchedumbre, pronunciando con frecuencia aquellas gentes la palabra motolonia, particularmente cuando observaban al P. Benavente, quien fijándose en ella preguntó su significado y al contestársele que (pieria decir el pobre, dijo, ese será mi nombre, ¡nombre ennoblecido por las relevantes cualidades del misionero y que la historia lo registra, como los de sus dignos compañeros, en sus páginas más gloriosas !

Cortés, tan luego como supo la llegada á Veracruzde los religiosos, mandó para auxiliarlos á varios de sus criados y entre éstos á uno llamado Juan de Villa Gómez, y no contento con esto, acompañado de todos los caballeros é indios nobles, salióles al encuentro á'su llegada á la ciudad do México, (pie fué el %\ de Junio. Tanto él como el altivo Pedro de Alvarado, Gonzalo de Sandoval y demás capitanes y caballeros españoles dieron á los franciscanos señales do respeto y veneración, hincando en tierra las rodillas y besando á todos las manos, acción que fué imitada por los indios.

Los doce misioneros halláronse con otros cinco de su orden que habían llegado antes, no con la autoridad apostólica como ellos, sino con licencia de sus Provinciales, y eran Fr. Juan Tocto. Fr. J u an do Aora y el insigne y noble lego Fr. Pedro do Gante. Los nombres de los otros dos han quedado ignorados en nuestras historias, y sólo he podido descubrir, en un manuscrito del Archivo General de la Nación, el de uno de ellos, Fr. Pedro Melgarejo, el cual vino con Cortés, según unos, ó \yoco tiempo después, según otros. Tal vez sea ese religioso el antiguo é íntimo amigo del Padre Valencia, en España, llamado Pedro Melgar.

La primera morada de los religiosos á su llegada fué el palacio de Axayacatl (esquina de

Santa Torosa y 2.a del Indio Triste ). en el cual se aregló un departamento que pudiera servirles provisionalmente de templo, al que sin duda se dio entonces el nombre de "Iglesia Vie-

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